—Eh, dormilona —Nick presionó un beso en mi frente y una sonrisa perezosa cruzó mis labios, recordando dónde estaba, en la cálida y acogedora cama de Nick. Abrí los ojos para encontrar su mirada
soñolienta a centímetros de la mía. Su alarma sonó en la cómoda y Nick saltó de la cama, todavía completamente desnudo, para silenciarla. Me estiré y me di la vuelta, tomando el calor de su lugar vacío. Olía a él, un toque de picante, colonia y el resto sólo su propia fragancia masculina. Él. Estaba decididamente dolorida y vestida con una de las camisetas de Nick que no recordaba haber tomado.
—Mmm—Busqué por él—.Vuelve—. Nick se volvió hacia mí, su erección mañanera saludándome mientras se sentaba al borde de la cama junto a mí. Me dio un rápido beso en la boca.
— Anoche fue increíble—murmuró. Me estiré seductora, tirando de la camiseta por encima de mi cabeza y dejándola caer en el suelo.
—Vuelve a la cama.— Sus ojos recorrían mi cuerpo, y sonrió ante lo que vio. Trazó un dedo a lo
largo de mi vientre, rodeando mi cadera.
—¿No estás adolorida, nena?
—Sólo un poco. Podrías besarlo todo y hacerlo sentir mejor. —Le sonreí seductoramente, intentando mi mejor esfuerzo en hablar sucio.
—Es mejor que no... tengo que trabajar hoy.—¿Qué tiene eso que ver con...?
—¿En el sitio de la construcción?—Bajó la mirada, tomando el borde de la manta que me rodeaba.
—Ah, no. En realidad tengo un rodaje hoy.— Salté de la cama, tirando de la sábana sobre mi pecho desnudo, todas las inhibiciones de la noche anterior habían regresado a la mención de... su trabajo. Sobre todo cuando decía que su trabajo implicaba dormir con otra mujer.
—No creí que siguieras haciendo eso. Y después de anoche... —Mierda. Iba a llorar. Justo aquí, desnuda en su cama y todavía dolorida de nuestro amor. Tomé una bocanada de aire para tranquilizarme.
—No me mires así. Tú sabías lo que hacia la primera noche que nos conocimos. —Nick se deslizó en un par de pantalones vaqueros, renunciando incluso a su bóxer. Odié la idea de que alguien que no fuera yo desenvolvería el paquete después. No podía compartir. Compartirlo con Lily era una cosa, una cosa muy diferente, pero ciertamente no algo como esto. Dios, ¿cómo había sido tan estúpida como para pensar tener una estrella porno como novio era una buena idea?
—Pero después de anoche... —Las cosas cambiaron para mí. Completamente. Pero si por la mañana después de haber estado dentro de mí podía salir y hacer lo mismo con otra mujer sin un pensamiento pasajero, claramente mis sentimientos eran más unilaterales de lo que había creído. El sexo no poseía la misma importancia para él que para mí. Y nunca podría estar con alguien que no entendiera y apreciara la intimidad que habíamos compartido. Claro que podría haber bromeado al principio por la pérdida de mi virginidad, pero ambos sabíamos mejor. Me estaba enamorando de Nick. Me había enamorado. Fuertemente. Y él había obtenido el regalo de mi virginidad sin entender que ahora sostenía mi corazón en sus manos.
—¿Nick?
—Lo siento, pero tengo que hacer esto, pastelito.— Tiré las mantas y salté de la cama. No me pasteles... —Miley... habla conmigo. ¿Qué sucede?— Me di la vuelta, frente a él.
—¿Preguntas qué sucede? ¿Enserio me estas preguntando qué sucede? —No tendría esta conversación estando desnuda. Tiré de mi ropa, sintiéndome cerca de la violencia a tal punto que si él siquiera trataba de ponerme un dedo encima, lo aniquilaría. Si él no sabía lo que estaba mal, era inútil hablar con él en absoluto
—Así que sin más, te vas a... ¿irte y hacer eso hoy?— Bajó la cabeza, al parecer perdiendo las palabras.
—No me llames —Me precipité fuera de la habitación, agarrando mi bolso y las llaves en el camino, y arranqué de su casa en mi coche que estaba esperándome lo más rápido que pude. Dije una oración silenciosa de agradecimiento por haber recogido mi camioneta X5, la ley será condenada. Me gustaría ver a alguien intentando detenerme de nuevo. Castraría a un oficial antes de que dejar que nadie se interpusiera en mi camino hacia mi cama. Con lágrimas en los ojos, marqué a Mandy.
—¿Hola? —gimió adormilada.
—Mandy, te necesito. Ahora. —Respiré, secándome las mejillas con el dorso de la mano—. Y trae tragos de gelatina.— Ella vaciló, resortes de la cama crujiendo en el fondo.
—Son las siete de la mañana.
—Lo sé. Pero es una emergencia—Me sequé las lágrimas fluyendo libremente por mis mejillas y respiré hondo—. Me acosté con Nick anoche. Y las cosas se fueron a la mierda esta mañana.
—Oh, mierda. Bien, espérame allí, voy en camino. —Oí crujir en el fondo mientras Mandy entraba en acción, como sabía que lo haría.
—Trae vodka, también.
—Cuenta con ello.
Me moví a través de mi mañana en una bruma, todavía aturdido por el giro de los acontecimientos. ¿Por qué Miley no comprendía que lo que ocurrió entre nosotros era real, y que esto se trataba de mi trabajo? Era evidente que no confiaba en mí como yo lo necesitaría si íbamos a tener algo juntos. Miley ni siquiera me dio la oportunidad de explicar, saltó a las conclusiones y salió furiosa. No me molesté en detenerla. El asco y la sentencia escrita en su cara me dijo lo que había sabido en el fondo todo este tiempo, yo nunca sería lo suficientemente bueno para ella. Ella nunca sería capaz de comprender que a veces hay cosas en la vida que uno no quiere hacer, pero tiene que hacerlas para cuidar de su familia. Y Lily era mi familia. Haría cualquier cosa por ella. La vida no era un jodido sol y arco iris. La vida real era difícil. Estaba haciendo lo que tenía que hacer. Punto.
Ella dijo que entendía mis responsabilidades en relación al cuidado de Lily, pero cuando las cosas se complicaron, se largó. Fin de la historia. Después de llevar a Lily a la escuela, me di una ducha larga, me afeité el pecho y la ingle, y luego me vestí y me aseguré de estirar. Recordé que mi sesión anterior de tres horas de sexo me dejo adolorido hasta en los lugares más extraños. Cuando llegué al set, la modelo con la que iba a trabajar ya estaba allí, con el peinado y el maquillaje ya hecho. Desde luego no se ajustaba a la imagen de estrella porno. Sus miradas eran el epítome de la dulce chica de al lado. Tenía el pelo castaño ondulado y largo hasta los hombros, ojos marrones grandes y era más linda que sexy. Me acerqué para presentarme.
—Hola, soy Nick, er, quiero decir Sebastián.—Sonrió cálidamente.
—Hola. Soy Jill, pero me puedes llamar a Britney.
—Lo tengo. Encantado de conocerte —repliqué su sonrisa. Al menos parecía alguien con quien fuera fácil trabajar, lo cual era agradable. No necesitaba más drama hoy. Se volvió hacia el artista de maquillaje para terminar, y fui a buscar a Rick. La sesión de hoy era relativamente sencilla. Empezábamos en el baño principal opulento, donde me iba a encontrar a Britney tomando un baño de burbujas, y después de pasar unos minutos besándonos y ayudándola a lavarse, la levantaría de la bañera y la llevaría al dormitorio donde nos terminaríamos la escena.
Una vez que supe la organización, me pasé el bronceador, y luego esperé por mi señal de Rick. Una vez que Britney se relajaba en el jacuzzi, me paseé dentro, descalzo, vestido con sólo un par de jeans. Compartimos unos pocos besos tiernos, y froté sus hombros y cuello, antes de pasar a sus pechos. Luego capturaron una toma de mí ayudándola a salir de la bañera antes de que cortaran. Retomamos las cosas una vez que estábamos en la cama, y pronto estaba enterrado profundamente dentro de Britney. Pero una vez dentro de ella, no podía escapar de mis pensamientos acerca de anoche con Miley. Ella era tan suave, tan confiada que yo no le haría daño.
Estar con Britney era todo lo contrario. Empujó sus caderas para que coincidiera con mi ritmo y me rogó que la follara más rápido. Un sentimiento profundo y persistente hervía, instándome y cedí, conduciendo dentro de ella fuerte y rápido, la persecución del alivio voraz incendiando dentro de mí. Al darme cuenta de que no tenía que tener cuidado con Britney, no me contuve. Choqué contra ella hasta que dejó de pedir más duro y comenzó una letanía de pequeños gemidos. El sonido de los gemidos de Britney me recordó a
Miley. Y sosteniendo la imagen del rostro de Miley en mi mente, terminé. Pero a pesar de mi liberación, el alivio no llegó.
Joe llegó justo cuando el juego estaba a punto de comenzar. Echó un vistazo a mi mesa de café e hizo un gesto a los seis paquetes de cerveza y la caja de pizza para llevar con el ceño fruncido.
—Oye, ¿dónde están las alas?— Negué con la cabeza.
—No estoy de humor. —Eso me recordaría demasiado a Miley. Maldita sea, ver su boca dulce desgarrar la carne del hueso y su lengua rosada lanzándose a atrapar una gota de salsa de barbacoa... no, no habría alas esta noche. Se dejó caer en el sofá, tomando una cerveza.
—¿Has estado trabajando mucho? —Ambos sabíamos que no preguntaba acerca de la construcción. Normalmente manteníamos la política no preguntes, no me cuentes cuando se me ocurrió incursionar en el porno, pero había hablado de más acerca de que Miley me había dejado por ello, y que por eso había estado tan miserable.
—Nop. He pagado las facturas que necesitaba, y ahora me estoy manteniendo fuera de toda esa mierda.— Asintió, bebiendo su cerveza.
—¿Y Miley?— Mantuve mi boca en una línea apretada y sacudí la cabeza.
—¿Aún? Maldita sea, eres terco.— Vacié mi botella y agarré una cerveza fresca, manteniendo mis ojos pegados en el juego.
—¿Cómo soy terco?
—Porque me estás diciendo que ya no estás haciendo porno... y la razón de que Miley te dejó era porque estabas haciendo porno...
—Sí, supongo que sí —gruñí, recogiendo mi botella.
—¿Y no ves lo estúpida que es esa lógica? —Joe negó con la cabeza—. Ve tras ella, hermano. Deja de ser un jodido maricón.
—Déjalo, hombre. Nunca funcionaría entre nosotros, de todos modos. — ¿Funcionaría?
soñolienta a centímetros de la mía. Su alarma sonó en la cómoda y Nick saltó de la cama, todavía completamente desnudo, para silenciarla. Me estiré y me di la vuelta, tomando el calor de su lugar vacío. Olía a él, un toque de picante, colonia y el resto sólo su propia fragancia masculina. Él. Estaba decididamente dolorida y vestida con una de las camisetas de Nick que no recordaba haber tomado.
—Mmm—Busqué por él—.Vuelve—. Nick se volvió hacia mí, su erección mañanera saludándome mientras se sentaba al borde de la cama junto a mí. Me dio un rápido beso en la boca.
— Anoche fue increíble—murmuró. Me estiré seductora, tirando de la camiseta por encima de mi cabeza y dejándola caer en el suelo.
—Vuelve a la cama.— Sus ojos recorrían mi cuerpo, y sonrió ante lo que vio. Trazó un dedo a lo
largo de mi vientre, rodeando mi cadera.
—¿No estás adolorida, nena?
—Sólo un poco. Podrías besarlo todo y hacerlo sentir mejor. —Le sonreí seductoramente, intentando mi mejor esfuerzo en hablar sucio.
—Es mejor que no... tengo que trabajar hoy.—¿Qué tiene eso que ver con...?
—¿En el sitio de la construcción?—Bajó la mirada, tomando el borde de la manta que me rodeaba.
—Ah, no. En realidad tengo un rodaje hoy.— Salté de la cama, tirando de la sábana sobre mi pecho desnudo, todas las inhibiciones de la noche anterior habían regresado a la mención de... su trabajo. Sobre todo cuando decía que su trabajo implicaba dormir con otra mujer.
—No creí que siguieras haciendo eso. Y después de anoche... —Mierda. Iba a llorar. Justo aquí, desnuda en su cama y todavía dolorida de nuestro amor. Tomé una bocanada de aire para tranquilizarme.
—No me mires así. Tú sabías lo que hacia la primera noche que nos conocimos. —Nick se deslizó en un par de pantalones vaqueros, renunciando incluso a su bóxer. Odié la idea de que alguien que no fuera yo desenvolvería el paquete después. No podía compartir. Compartirlo con Lily era una cosa, una cosa muy diferente, pero ciertamente no algo como esto. Dios, ¿cómo había sido tan estúpida como para pensar tener una estrella porno como novio era una buena idea?
—Pero después de anoche... —Las cosas cambiaron para mí. Completamente. Pero si por la mañana después de haber estado dentro de mí podía salir y hacer lo mismo con otra mujer sin un pensamiento pasajero, claramente mis sentimientos eran más unilaterales de lo que había creído. El sexo no poseía la misma importancia para él que para mí. Y nunca podría estar con alguien que no entendiera y apreciara la intimidad que habíamos compartido. Claro que podría haber bromeado al principio por la pérdida de mi virginidad, pero ambos sabíamos mejor. Me estaba enamorando de Nick. Me había enamorado. Fuertemente. Y él había obtenido el regalo de mi virginidad sin entender que ahora sostenía mi corazón en sus manos.
—¿Nick?
—Lo siento, pero tengo que hacer esto, pastelito.— Tiré las mantas y salté de la cama. No me pasteles... —Miley... habla conmigo. ¿Qué sucede?— Me di la vuelta, frente a él.
—¿Preguntas qué sucede? ¿Enserio me estas preguntando qué sucede? —No tendría esta conversación estando desnuda. Tiré de mi ropa, sintiéndome cerca de la violencia a tal punto que si él siquiera trataba de ponerme un dedo encima, lo aniquilaría. Si él no sabía lo que estaba mal, era inútil hablar con él en absoluto
—Así que sin más, te vas a... ¿irte y hacer eso hoy?— Bajó la cabeza, al parecer perdiendo las palabras.
—No me llames —Me precipité fuera de la habitación, agarrando mi bolso y las llaves en el camino, y arranqué de su casa en mi coche que estaba esperándome lo más rápido que pude. Dije una oración silenciosa de agradecimiento por haber recogido mi camioneta X5, la ley será condenada. Me gustaría ver a alguien intentando detenerme de nuevo. Castraría a un oficial antes de que dejar que nadie se interpusiera en mi camino hacia mi cama. Con lágrimas en los ojos, marqué a Mandy.
—¿Hola? —gimió adormilada.
—Mandy, te necesito. Ahora. —Respiré, secándome las mejillas con el dorso de la mano—. Y trae tragos de gelatina.— Ella vaciló, resortes de la cama crujiendo en el fondo.
—Son las siete de la mañana.
—Lo sé. Pero es una emergencia—Me sequé las lágrimas fluyendo libremente por mis mejillas y respiré hondo—. Me acosté con Nick anoche. Y las cosas se fueron a la mierda esta mañana.
—Oh, mierda. Bien, espérame allí, voy en camino. —Oí crujir en el fondo mientras Mandy entraba en acción, como sabía que lo haría.
—Trae vodka, también.
—Cuenta con ello.
Me moví a través de mi mañana en una bruma, todavía aturdido por el giro de los acontecimientos. ¿Por qué Miley no comprendía que lo que ocurrió entre nosotros era real, y que esto se trataba de mi trabajo? Era evidente que no confiaba en mí como yo lo necesitaría si íbamos a tener algo juntos. Miley ni siquiera me dio la oportunidad de explicar, saltó a las conclusiones y salió furiosa. No me molesté en detenerla. El asco y la sentencia escrita en su cara me dijo lo que había sabido en el fondo todo este tiempo, yo nunca sería lo suficientemente bueno para ella. Ella nunca sería capaz de comprender que a veces hay cosas en la vida que uno no quiere hacer, pero tiene que hacerlas para cuidar de su familia. Y Lily era mi familia. Haría cualquier cosa por ella. La vida no era un jodido sol y arco iris. La vida real era difícil. Estaba haciendo lo que tenía que hacer. Punto.
Ella dijo que entendía mis responsabilidades en relación al cuidado de Lily, pero cuando las cosas se complicaron, se largó. Fin de la historia. Después de llevar a Lily a la escuela, me di una ducha larga, me afeité el pecho y la ingle, y luego me vestí y me aseguré de estirar. Recordé que mi sesión anterior de tres horas de sexo me dejo adolorido hasta en los lugares más extraños. Cuando llegué al set, la modelo con la que iba a trabajar ya estaba allí, con el peinado y el maquillaje ya hecho. Desde luego no se ajustaba a la imagen de estrella porno. Sus miradas eran el epítome de la dulce chica de al lado. Tenía el pelo castaño ondulado y largo hasta los hombros, ojos marrones grandes y era más linda que sexy. Me acerqué para presentarme.
—Hola, soy Nick, er, quiero decir Sebastián.—Sonrió cálidamente.
—Hola. Soy Jill, pero me puedes llamar a Britney.
—Lo tengo. Encantado de conocerte —repliqué su sonrisa. Al menos parecía alguien con quien fuera fácil trabajar, lo cual era agradable. No necesitaba más drama hoy. Se volvió hacia el artista de maquillaje para terminar, y fui a buscar a Rick. La sesión de hoy era relativamente sencilla. Empezábamos en el baño principal opulento, donde me iba a encontrar a Britney tomando un baño de burbujas, y después de pasar unos minutos besándonos y ayudándola a lavarse, la levantaría de la bañera y la llevaría al dormitorio donde nos terminaríamos la escena.
Una vez que supe la organización, me pasé el bronceador, y luego esperé por mi señal de Rick. Una vez que Britney se relajaba en el jacuzzi, me paseé dentro, descalzo, vestido con sólo un par de jeans. Compartimos unos pocos besos tiernos, y froté sus hombros y cuello, antes de pasar a sus pechos. Luego capturaron una toma de mí ayudándola a salir de la bañera antes de que cortaran. Retomamos las cosas una vez que estábamos en la cama, y pronto estaba enterrado profundamente dentro de Britney. Pero una vez dentro de ella, no podía escapar de mis pensamientos acerca de anoche con Miley. Ella era tan suave, tan confiada que yo no le haría daño.
Estar con Britney era todo lo contrario. Empujó sus caderas para que coincidiera con mi ritmo y me rogó que la follara más rápido. Un sentimiento profundo y persistente hervía, instándome y cedí, conduciendo dentro de ella fuerte y rápido, la persecución del alivio voraz incendiando dentro de mí. Al darme cuenta de que no tenía que tener cuidado con Britney, no me contuve. Choqué contra ella hasta que dejó de pedir más duro y comenzó una letanía de pequeños gemidos. El sonido de los gemidos de Britney me recordó a
Miley. Y sosteniendo la imagen del rostro de Miley en mi mente, terminé. Pero a pesar de mi liberación, el alivio no llegó.
Joe llegó justo cuando el juego estaba a punto de comenzar. Echó un vistazo a mi mesa de café e hizo un gesto a los seis paquetes de cerveza y la caja de pizza para llevar con el ceño fruncido.
—Oye, ¿dónde están las alas?— Negué con la cabeza.
—No estoy de humor. —Eso me recordaría demasiado a Miley. Maldita sea, ver su boca dulce desgarrar la carne del hueso y su lengua rosada lanzándose a atrapar una gota de salsa de barbacoa... no, no habría alas esta noche. Se dejó caer en el sofá, tomando una cerveza.
—¿Has estado trabajando mucho? —Ambos sabíamos que no preguntaba acerca de la construcción. Normalmente manteníamos la política no preguntes, no me cuentes cuando se me ocurrió incursionar en el porno, pero había hablado de más acerca de que Miley me había dejado por ello, y que por eso había estado tan miserable.
—Nop. He pagado las facturas que necesitaba, y ahora me estoy manteniendo fuera de toda esa mierda.— Asintió, bebiendo su cerveza.
—¿Y Miley?— Mantuve mi boca en una línea apretada y sacudí la cabeza.
—¿Aún? Maldita sea, eres terco.— Vacié mi botella y agarré una cerveza fresca, manteniendo mis ojos pegados en el juego.
—¿Cómo soy terco?
—Porque me estás diciendo que ya no estás haciendo porno... y la razón de que Miley te dejó era porque estabas haciendo porno...
—Sí, supongo que sí —gruñí, recogiendo mi botella.
—¿Y no ves lo estúpida que es esa lógica? —Joe negó con la cabeza—. Ve tras ella, hermano. Deja de ser un jodido maricón.
—Déjalo, hombre. Nunca funcionaría entre nosotros, de todos modos. — ¿Funcionaría?