sábado, 24 de enero de 2015

A Different Love - Niley - Cap 07

Tener el cuerpo dispuesto de Miley así de cerca, casi me envió al borde. Ver su pequeña mano alrededor de mi eje envió un torrente de sangre a mi polla. ¿Estaba lo suficientemente loco como para creer que algo vendría de esto, algo que no sea una amistad en torno a Lily y los beneficios secundarios de adorar su dulce cuerpo una vez que baje el sol? Seguramente ella se había dado cuenta que yo no encajaba en su vida, no a largo plazo. Pero tomaría lo que podía conseguir, por tanto tiempo como pudiera tenerlo. Esa noche me quedé dormido con el recuerdo de la gentil voz de Miley leyendo el libro favorito de Lily y la manera en que animaba las voces de cada personaje distinto para hacerla reír.
Con una somnolienta sonrisa plantada en mis labios, me di la vuelta y me dormí. El sábado, Miley me llamó y me pregunto si podía pasar a recoger a Lily para un día de chicas. Después de que me recuperé de mi silencio estupefacto, estuve de acuerdo. Esta chica continuaba volviendo mí. Es como si conociera el camino a mi endurecido corazón، a través de Lily. Quizá nunca antes consideré una relación seria porque nadie parecía interesada en desarrollar una relación seria con Lily también. Una vez que se enteraban de ella, desaparecían. Una hora después, Lily canturreó el nombre de Miley mientras miraba el pequeño SUV de BMW deteniéndose junto a la acera.
—Así que, ¿cuáles son los planes para hoy, chicas?
—Bueno, pensaba dejárselo a la Señorita Lily. Podríamos tener un lindo día de spa, o podríamos ir a esta tienda donde eliges una figura de cerámica para pintar.
—¡Sí! —El rostro de Lily se iluminó.
—¿Cuál quieres, muñequita? Tienes que elegir. —La generosidad de Miley era demasiada El rostro de Lily se arrugó en concentración por un momento antes de que levantara la mirada.
—¿Podemos hacer ambas?— Miley sonrió de esa manera torcida a la que le había agarrado cariño y
asintió.
—Claro que podemos, bomboncito.—Abroché a Lily en el asiento de atrás y puse su andador en el espacio de carga trasero, luego me reuní con Miley en la puerta del conductor.
—¿Estás segura de que estás bien con esto?
—Absolutamente. Ve a disfrutar tu sábado. Sólo mantén la línea erótica al mínimo. —Me dio un golpe en el pecho.
—Lo haré.—Las vi alejarse. La pequeña niña a la que le pertenecía mi corazón y la hermosa Miley que lo empujaba en una dirección completamente nueva. Aproveché la oportunidad poco común para una sesión de gimnasio extra con Joe, pero llegar a una casa vacía se sentía muy raro. Después de una hora de dar vueltas y matar el tiempo, decidí llamar a Miley y comprobar cómo estaban. Tal vez se estaba volviendo loca. Definitivamente era tiempo de comprobarla. Marqué su número y respondió en el primer timbre.
—Hola, Nick. —Sonaba sin aliento—. Terminamos en el lugar de cerámica y tomamos un almuerzo. ¿Qué sucede?— Escuché fuertes risas de fondo.
—¿Dónde están chicas?
—En el spa calle abajo. ¿Está bien si Lily se corta el cabello? Sólo será un corte.
—Ah, seguro. —Mi vecina usualmente se lo corta, pero qué diablos—. ¿Dónde están? Podría pasarme y ver a Lily.
—Claro. Le encantaría, estoy segura. —Me dio la dirección y salí en mi camioneta, necesitando salir de mi muy silenciosa casa. Cuando entré al spa, fui recibido por los sonidos de la música de la Nueva Era mezclados con el canto de pájaros, el bullido del agua y el aroma de lavanda que era tan fuerte que me golpeó en la cara. Giré una esquina y encontré a Miley y a Lily sentadas en largas sillas, sus pies apoyados frente a ellas.
—¡Nick! —gritó Lily una vez que me vio. Movieron sus rosadas uñas hacia mí. No estaba seguro de si se suponía que debía decir un cumplido.
—Mira eso. Dos muy hermosas chicas.—Sonrieron ante mi cumplido, así que asumí que dije la cosa correcta e hicimos nuestros caminos hacia el frente.
—Aquí. —Miley me tendió su tarjeta de crédito—. ¿Puedes hacerte cargo? Quiero correr a la panadería de al lado. Sólo será un minuto.
—Claro. —Tomé la tarjeta, pero planeaba pagar con la mía una vez que Miley se fuera. Ella ya había hecho mucho por nosotros. Pero cuando la chica en el mostrado me dijo que la cuenta era trescientos dólares, de mala gana le entregué la tarjeta de Miley . ¿Trescientos dólares por pintarse las uñas de los pies y un par de cortes de pelo? Su cabello no lucía diferente para mí. Una cosa estaba clara: Miley llevaba un estilo de vida que nunca sería capaz de permitirme. Y estaba seguro que Lily no necesitaba acostumbrarse a este tipo de tratamientos. Miley regresó unos pocos minutos después llevando una pequeña caja de pastel rosa, viéndose satisfecha. Firmó el recibo de la tarjeta de crédito y tomó la misma del mostrador, luego se dirigió hacia su auto con Lily a su lado.
—Nos vemos de nuevo en tu casa —gritó. Me quedé parado inútilmente hasta que se alejaron, luego pisoteé todo el camino hacia mi camioneta. Me detuve de camino a casa para recoger la cena para nosotros tres, necesitando hacer algo para mantener las cosas bajo control. Una vez que llegué a casa, pude escuchar a Lily cantando y jugando en su habitación y encontré a Miley sentada en el sillón, esperándome. Dejé las bolsas de comida en la mesa y me giré hacia ella.
—No tenías que hacerlo todo el día. —Mi voz sonó más dura de lo que pretendía. Ella se paró y puso las manos en su cadera.
—Sé eso, Nick. Quería hacerlo. Nunca tuve una hermana pequeña. ¿Ni siquiera se te ocurrió que me gusta pasar tiempo con ella?— Mierda. Soné como un verdadero idiota. Me froté la parte trasera de mi cuello.
—Lo lamento, es sólo que esto es nuevo para mí. —No se podía negar que la manera en que Miley estaba con Lily complicaba las cosas entre nosotros. Se retorcía en mis entrañas y sacaba mis instintos protectores. Su expresión se suavizó.
—Es nuevo para mí también. —Inclinó su cadera contra el mostrador, irguiéndose inconscientemente más cerca de mí. Levanté mi mano para acariciar su mejilla, incapaz de resistir el tocar su suave piel. Pasé mi pulgar encallecido por su mandíbula.
—Oye —Sus ojos se reunieron con los míos—, lo siento. Me pongo sensible con ella.
—Sip, lo noté. Esta es la última vez que intento hacer algo lindo. —Su tono era serio, pero levantó la mirada con una traviesa sonrisa torcida. Quise besar esa suficiencia en su hermoso rostro.
—Aw, no vayas por ese lado, pastelito. Vamos. Quédate a cenar.— Comprobó su reloj. —Eso probablemente podría arreglarse.
—¿Tienes que estar en algún lado? No me digas que es otra cita caliente con ese idiota consentido.— Se echó a reír.
—No, de hecho Patrick no ha llamado. Es sólo que mi mamá me ha estado acosándome para que vaya a cenar. Déjame llamarla y ver si puedo posponerlo hasta mañana por la noche.
—Seguro. Entra cuando hayas terminado.— Lily entró por el pasillo a mostrar sus uñas de color rosa a juego y de los pies y el hada rosa de cerámica que había pintado. Fue como si una explosión de color rosa hubiera invadido mi casa, infiernos, mi vida.
—Voy a poner esto en mi habitación —anunció, ya dirigiéndose por el pasillo. Miley volvió y se dirigió directamente hacia mí, con una sonrisa en su rostro. Tiré de ella en un abrazo.
—¿Y bien? ¿Puedes quedarte?— Acarició mi cuello e inhaló.
—Sí, pero tuve que hacer un trato con mi madre.— Besé sus labios entonces retrocedí para mirarla.
—¿Qué es eso?
—Le dije que estaba en donde mi amigo Nick e insistió que te unieras a nosotros para la cena. ¿Estás libre mañana?
—¿Cena? ¿Con tus padres? —La sujeté a distancia, examinándola. No podía estar hablando en serio. Pensé que sólo estábamos divirtiéndonos, pero esto... conocer a los padres era algo más, ¿verdad?Su labio inferior sobresalió. —¿Te parece bien?
—Ah, seguro. Probablemente puedo conseguir que Sophia venga.—Su sonrisa vaciló por un momento al mencionar el nombre de Sophia.
—Bien.— Miley ayudó a Lily a lavarse sus manos mientras me sentaba en la mesa. Me había detenido en la cafetería del vecindario y sin saber qué le gustaría a Miley, pasé por una hamburguesa y una ensalada con pollo a la parrilla para ella, acompañado con mi hamburguesa normal y el sándwich de queso de Lily. Una vez que todos estuvimos sentados alrededor de la mesa, Miley escogió la ensalada con pollo a la parrilla para la cena y Lily anunció que quería ensalada también. Miley gentilmente compartió la ensalada, dividiéndola en dos platos mientras yo abarrotaba la comida extra en el refrigerador para la cena de otra noche. Hicimos una pequeña plática mientras comíamos, Miley y Lily rememorando su día de chicas. Una vez que terminamos con la cena, Miley se paró de un salto de su silla.
—Oh, casi lo olvidaba. Conseguí postre. —Recuperó la caja rosa de la panadería de la encimera. Sacudí mi cabeza lentamente.
—Nos consientes. ¿Qué conseguiste?
—Pastelitos, ¿qué más? —Sonrió. Reí entre dientes y Lily aplaudió, completamente ignorante del apodo de Miley. Me incliné, cubriendo un brazo a través del respaldo de la silla de Miley mientras ella sacaba un pastelito de glaseado rosa de la caja y lo colocaba enfrente de Lily, quitando la envoltura de papel. Los ojos de Lily se ampliaron y no perdió tiempo en morder el enorme premio. Por su entusiasmo, pensarías que nunca he alimentado a la pobre niña. Miley se rió entre dientes y limpió glaseado rosa de la punta de la nariz de Lily. Observamos a Lily comer su pastelito en relativo silencio.
—No tenías que hacer todo esto lo sabes.
—Quería hacerlo —devolvió. Sabía que era inútil discutir con ella, pero algo sobre esto no estaba muy bien conmigo. ¿Ella estaba aquí cuidando de Lily y frecuentándome porque se sentía mal por nosotros? No éramos un caso de jodida caridad para que sienta lástima. Aparentando sentir mi estado de ánimo, Miley mojó su dedo índice en el glaseado de un pastelito y lo llevó a mi boca, sus ojos brillando con desafío. Alcancé y sujeté su muñeca, mis ojos se encerraron en los de ella mientras
arremolinaba mi lengua suavemente a través de la almohadilla de su dedo. Miley dejó salir un gemido profundo. Lily soltó una risita con nuestro espectáculo, recordándonos el hecho de que teníamos una audiencia. Aclaré mi garganta, tratando de recuperar algo de compostura y detener el palpitante dolor abajo en mis bolas.
—¿Quieres mostrarle a Miley cómo abrir el agua de la tina mientras limpio la cocina?— Lily se paró de un salto y con una mano sujetando su andadera, agarró la mano de Miley con la otra.
—Ven, Miley. Te mostraré donde guardo las burbujas.— Observándolas juntas me pregunté si Lily necesitaba un modelo a seguir femenino más estable en su vida. El pensamiento era aleccionador. Limpié la cocina con el sonido de placenteras carcajadas femeninas y salpicaduras de agua viniendo del pasillo. Una vez que terminé, me asomé en el baño, encontrando a Lily cubierta de burbujas, jugando con sus juguetes de bañera y Miley arrodillada sobre el lado de la tina, contoneando ese pequeño trasero hacia mí. Me tomé un momento para inspeccionar su bien formado culo, la forma que sus jeans abrazaban sus curvas y la manera que su camisa se había subido, exponiendo la curva de su espalda baja. Era tan sexy y ella ni siquiera lo sabía. Y ver su lado maternal con Lily, demonios, eso sólo desencadenó todas las clases de macho alfa en mí. La deseaba. Me atraparon mirando y Miley se enderezó, jalando su camisa abajo para cubrir la piel desnuda de su espalda.
—Miley, puedes bañarte y usar mis burbujas cuando termine, si quieres —dijo Lily. Los ojos de Miley se ampliaron, el rubor subiendo en sus mejillas. Le dio a la pequeña niña una sonrisa temblorosa.
—Oh, no gracias, amor. Estoy bien así.
—Termina. Es la hora de dormir —gruñí. Se giraron con la brusquedad de mi voz y los ojos de Miley se detuvieron en los míos.
—Ven, vamos a enjuagarte —instruyó, su voz tan temblorosa como la mía. Miley metió a Lily en la cama y me encontró en la sala de estar. Sin decir una palabra o un momento de duda, Miley cruzó la habitación y subió a mi regazo. Ahuequé su culo, jalándola más cerca, y la besé. Sus suaves, dulces besos estaban jugando con mi cabeza. Esto ya no se sentía como si sólo estuviéramos haciendo el tonto. Se sentía como algo más. Mucho más.

Nick cambió a una película bajo la estratagema de nosotros acurrucándonos en el sofá, pero la forma en que presionó firmemente su cuerpo contra mi espalda, acariciaba y mordisqueaba mi cuello me distraía bastante. Podía sentir su latido contra mi cuerpo, y me relajaba con la comodidad que me proporcionaba, incluso aunque no durara para siempre.
—¿Dónde vives, Miley ? —preguntó suavemente.
—¿Eh?— Hizo girar un mechón de mi cabello con su dedo.
—En la ciudad —bostecé—. ¿Por qué?
—No me gusta que tengas que manejar a casa en la noche —Su preocupación gentil flotó en el aire que nos rodeaba, sintiéndome fuera de lugar, pero dulce—. Pero si te quedas aquí… Lily podría preguntar todo tipos de preguntas que no estoy listo para contestar.— Lo que quería decir, es que él no estaba preparado para dónde esta relación se dirigía. ¿Estábamos aún en el territorio de relación? Dios, realmente necesito tener el control.
—Está bien, Nick. Vivo en un edificio seguro. Tengo un estacionamiento subterráneo y un portero —No mencioné el centro de fitness, spa y conserje las veinticuatro horas, sabiendo que eso era parte de mi vida que Nick no estaba acostumbrado. Él no insistió más, pero me di cuenta que mi respuesta no le satisfacción. Cubrió su pesado brazo alrededor de mi cintura y tiró de mí con más fuerza.
—¿Cómo es posible que sigas siendo virgen, pastelito? Eres demasiado sexy para tu bien.— No consideré solo su pregunta, también consideré mi respuesta. No era algo que había planeado.
—Fui a una escuela privada para niñas, y las pocas citas que tuve eran chaperones a mis bailes, organizados por mis padres. Pasamos la navidad en Aspen, veranos en la casa del lago, y creo que realmente no era el momento.— Me moví, acurrucándome más cerca de su cuerpo caliente. —Decidí quedarme cerca de la universidad en vez de marcharme y encontrar mi propio camino como me prometí que lo haría. Y supongo que seguí viviendo en el molde que mis padres crearon. Estúpido, ¿eh?
—No, en absoluto, nena. Eso no es lo que quise decir —Me dio un abrazo, sosteniéndome cerca—. Sé que no soy el tipo con que usualmente sales, pero quizás… sólo por ahora…
—Shh. Vamos paso a paso, Nick —Entrelacé mis dedos con los suyos y los llevé a mis labios para darle un beso en la parte posterior de su mano. Se rió en mi oreja, enviando un susurro cálido a mi cuello.
—Puedo pensar en algo que me gustaría que besaras mejor que mi mano —Su voz era baja y áspera. Detrás de mí sentí la creciente erección en sus jeans y contuve irregularmente mi aliento. Me di vuelta en el estrecho sofá, así estaba frente a él. Sus ojos eran oscuros e intensos y llenos de deseo. Sin palabras, cada uno empezó a desabrochar los pantalones del otro mientras nuestras lenguas chocaban en un beso frenético. Nick sacó mis jeans por mis piernas, tomando mi ropa interior con ellos. Tiré de sus pantalones y bóxer lo suficientemente abajo como para sentir el calor de su sólido pene presionando contra mi firme vientre desnudo. Le agarré con ambas manos, tan abundante como era, y lo acaricié con cuidado.
—Mierda, eso se siente bien —Miró mis manos trabajando hacia arriba y abajo, gruñendo en su garganta. Tiró del dobladillo de mi blusa, y lo liberé momentáneamente para levantar los brazos por encima de mi cabeza, permitiéndole extraer la ilícita pieza de tela. Me arrastré encima de él, así que estaba acostada al ras de su cuerpo, su tensa erección empujando en mi apertura. Estábamos tan cerca, sólo unos milímetros más y estaría dentro de mí. Su oscura mirada chocó con la mía y me abrazó sin palabras. Sacudí mis caderas con las suyas, deslizando su pene contra mis pliegues húmedos. Sentí su cuerpo tensarse y cuando abrí mis ojos, los cerró y respiraba de manera desigual. Los sonidos de susurros suaves salían de la habitación de Lily. Nos apartamos, los ojos buscando al otro.
—¡Nicholas! —gritó Lily. Saltó, poniéndose sus jeans y se fue corriendo a la habitación. Me senté en el sofá y me puse la ropa. El momento se había ido. Podía oír la voz de Nick murmurando palabras cariñosas y calmantes para Lily. Me puse mis zapatos y mi chaqueta. Había sido un día largo, y mis
emociones sobre Nick y las quejas de Lily me dejaron exhausta. Nick regresó unos minutos más tarde, luciendo desgastado.
—¿Está bien?— Se frotó la parte trasera del cuello.
—Sí, está bien. Sólo un mal sueño. La puse en mi cama.— Oh. Miró mi chaqueta y frunció el ceño.
—Se está haciendo tarde —expliqué. Asintió con la cabeza.
—Sí, supongo que sí —Cruzó la habitación en dos zancadas fáciles y me atrajo a su pecho, plantando un beso suave en mi boca —. Buenas noches.
—Buenas noches —susurré, sin aliento por su beso. Me acompañó a la acera y se detuvo cerca de la puerta del auto cuando me subí en el interior.
—Así que mañana, ¿verdad? ¿A qué hora?
—A las seis. Nos encontraremos en frente del Sherman Oaks Country Club.— Negó con la cabeza.
—Maldita sea, pastelito…— Sabía que excluí convenientemente que la cena sería en el club de mis
padres. Le sonreí con dulzura.
—Oh, y ¿Nick? Usa una corbata —Cerré la puerta de mi auto en su expresión de asombro y él se apartó. Como pasamos de estrella-porno-paciente a pseudo-novio, no tenía ni idea. A pesar del día doméstico que compartimos, no podía olvidar que Nick y yo veníamos de partes muy diferentes de la vida, y sabía que la cena con mis padres pondría a prueba cualquier relación que habíamos desarrollado.
Vi a Nick inmediatamente. Estaba vestido con una camisa blanca abotonada y una corbata azul marino, con pantalones azul marino a juego. Se veía sexy como el pecado, pero no pude dejar de notar cuán fuera de lugar se veía en el engreído club, su tatuaje jugando-a-las-escondidas con el cuello de su 80 camisa. Y seguramente él también lo sentía, porque sus ojos se movían alrededor del estacionamiento buscándome y la postura de sus hombros sólo se relajó cuando sus ojos se encontraron con los míos. Me apreció con una sonrisa sexy cuando me acercaba, mis tacones de
aguja haciendo clic contra la calzada de ladrillo. Llevó una mano a la parte baja de mi espalda una vez que llegué y me atrajo a su cuerpo, dejando caer un beso en mi cuello.
—Te ves sexy, pastelito —gruñó. Me sonrojé por el cumplido, mirando el vestido negro ajustado que rara vez tenía oportunidad de usar.
—Gracias. —Mis ojos buscaron en el estacionamiento y cuando enfoqué en mis padres, me separé del abrazo de Nick. Mi mamá llevaba un pantalón de color azul pálido y papá estaba en su habitual pantalón Sunday y una chaqueta azul marino, cuello desabotonado, sin corbata. Era el único día de la semana que venía sin corbata, considerando que trabajaba 24/7. Pero sabía que hacer que Nick llevara una causaría buena impresión. Cuando se acercaron, Nick se inclinó en mi oído.
—¿Por qué tengo que usar una corbata si él no lo hace?— Le di un codazo en sus costillas, poniendo una sonrisa en mi cara mientras mis padres se acercaban. Un hombre en traje se acercó desde nuestra izquierda, lanzando un juego de llaves en la mano de Nick.
—Oye, que siga andando, volveré en un rato.—Los ojos de Nick se encontraron con los míos, llenos de irritación. ¡Oh! Mi confusión se aclaró y me di cuenta de que él pensó que Nick era el aparcaautos. Nick le gruñó algo al hombre, y le arrojó de nuevo las llaves justo cuando mis padres se detuvieron junto a nosotros. Mi mamá y yo intercambiamos besos y le di a papá un abrazo rápido antes de presentarles a Nick. Ellos le sonrieron cortésmente, y él y mi papá se dieron la mano.
—¿Qué fue eso? —preguntó mi papá, inclinando la cabeza hacia el hombre esperando en la escena para el verdadero aparca-autos.
—Sólo un malentendido —intervine rápidamente antes de que Nick pudiera abrir su boca, y puse una sonrisa en mi cara. Esto se sintió extraño. De una manera extraña. Ve con ello, Miley. Los ojos de mi madre recorrían mi vestido y cerró su boca. Tiré del dobladillo de mi falda, deseándola más cerca de mis rodillas. Nick se dio cuenta de lo que estaba haciendo y tomó mi mano entre las suyas, dándole un firme apretón antes de soltarla. Tomé una respiración profunda y seguí a mis padres al comedor. La anfitriona nos sentó en la mesa habitual de mis padres cerca de las ventanas con vista al campo de golf. Al ver cómo se estaba asentando el otoño, no muchos jugadores se desafiaban en el campo de golf hoy, pero para unas pocas almas dedicadas estaban a punto de acabar en el hoyo nueve. Nick fue siempre un caballero, parecía haber dejado atrás el percance con el valet y sacó mi silla antes de establecerse en su propia.  Frunció el ceño ante la cantidad extensa de cubiertos en su lugar y le di un suave apretón a su rodilla debajo de la mesa.
—Miley nunca trajo una cita para nuestras cenas dominicales —dijo mí mamá, mirando con recelo a Nick. Nick pensó rápidamente, tomó mi mano en la parte superior de la mesa.
—Bueno, estoy feliz de estar aquí.— Mi madre se acomodó en su silla, con la espalda todavía erguida, pero aparentemente satisfecha con su respuesta. El camarero vino por nuestra orden de bebidas, empezando con Nick, él ordenó una botella de cerveza. Hice una mueca. Nunca bebía en las cenas de los domingos. Era una especie de una cosa con mis padres. El resto de nosotros pedimos té helado. Cuando el camarero volvió con las bebidas, Nick desechó la sugerencia de un vaso para la bebida y pensé que los ojos de mi madre se iban a salir de su cabeza. Pero cuando él inclinó la cabeza hacia atrás y bebió directamente de la botella, dejando al descubierto una pequeña sección de su tatuaje, mi madre ahogó un grito y se agarró el mantel frente a ella. Quería ir al baño y esconderme. No habría sido la primera vez que lo habría hecho. El más lejano puesto en el lado izquierdo del baño de mujeres había servido como lugar para desaparecer unas cuantas veces durante los años en los que tenía que escapar a la intromisión de mi madre. Papá finalmente hizo la pregunta que sabía que había estado en su mente desde que conoció a Nick.
—Entonces, ¿qué haces, Nick?— Nick tomo hacia atrás otro trago fortificante de cerveza antes de responder.
—Yo trabajo de la construcción. Techos en su mayoría.
—Umm —Mi madre apretó los labios.— Mi padre se limitó a asentir.
—¿Te gusta trabajar con las manos? Nunca fui muy bueno en eso.— Demonios, prácticamente tengo que llamar a un electricista sólo para cambiar una bombilla. Nick sonrió, relajándose un poco en su silla.
—Sí, me gusta ver los resultados tangibles de mi trabajo. Hago todo tipo de cosas, carpintería, electricidad, quisiera saber si alguna vez necesitas una mano. Yo trazo la línea en la plomería, pero el resto por lo general puedo entenderlo.— Yo nunca había oído hablar a Nick de su trabajo, me di cuenta. Me gustaba oírle describirlo. Era lo mismo que yo sentía acerca de la enfermería. Me gustó la idea de ayudar a mejorar algo, dejándolo en mejores condiciones que la forma en que lo encontré. Claro, mi trabajo era con la gente, y Nick estaba con materiales inanimados, pero comprendí lo que quiso decir. Dudaba que mi papá pudiera referirse, los balances no eran exactamente emocionantes. Pero me gustaba que él asintiera con la cabeza y sonriera, al menos, trataba de relacionarse con Nick . El camarero tardó en volver, tomando nuestro pedido.
—¿Las costilla especiales, señor y la señora Cyrus?— Mis padres estuvieron de acuerdo. Nick le entregó su menú sin mirarlo.
—¿Hay hamburguesas aquí?— El camarero asintió con la cabeza.
—Por supuesto, señor.— Sin saber lo que me poseía, tal vez fue la despreocupada Miley comiendo
alitas de pollo, haciendo su reaparición, y seguí el ejemplo de Nick.
—Voy a tomar la hamburguesa también.
—Pero tú siempre tomas las costillas —Mi madre interrumpió.
—Lo sé, pero estoy de humor para una hamburguesa esta noche.
—No seas ridícula, ella pedirá la costilla —le dijo a mi madre al camarero. La mirada del camarero rebotó entre mi madre y yo, aparentemente seguro de a quién escuchar, cuando Nick interrumpido.
—Miley es una chica mayor, ella sabe lo que quiere —El comunicado fue vino un significado más profundo y todos lo sabían. No pude evitar sonreírle antes de volverme hacia el camarero.
—La hamburguesa, por favor. La carne bien hecha con queso gouda.— Nick se inclinó hacia atrás, cubriendo su brazo sobre el respaldo de mi silla, casualmente bebiendo su cerveza.
—¿Has visto mucho a Patrick, querida? —preguntó mamá.
—Buen momento, mamá.— Nick me miró, claramente interesado a mi respuesta.
—No, mamá—le dije en un tono cortante, le envié una advertencia. El resto de la cena transcurrió sin drama adicional. Mi papá y Nick trataron de encontrar temas que tratar, y después de varios intentos fallidos con inversiones 401k1, y luego la política, que finalmente se decidieron por algo en lo que ambos podrían estar de acuerdo: Chicago Bears, fútbol. Estaban discutiendo animadamente del draft y la última detención del quarterback. Mi madre comía en silencio, apuñalando su cena y empujándola alrededor de su plato. Mi hamburguesa estaba deliciosa, y me pregunté por qué nunca me había pedido una por mi cuenta antes. Comí cada bocado y casi estallaba en mi vestido para cuando nos fuimos marchamos del restaurante un poco más tarde. Nick y yo permanecíamos en el estacionamiento después de que mis padres se alejaron. Su camioneta sobresalía como un pulgar adolorido en el estacionamiento lleno de sedanes de lujo y SUVs. Mi propio incluido.
—¿Sophia está cuidando a Lily?
—Sí —contestó.
—¿Tienes tiempo para venir a tomar una copa? Yo no vivo lejos de aquí. —Me gustó la idea de verlo donde yo vivía, por no hablar, yo estaba ansiosa por terminar donde lo dejamos anoche antes de que nos viéramos interrumpidos por la pesadilla de Lily. Suspiró y se pasó las manos por el pelo, luego tiró de la corbata floja en el
cuello.
—No creo que sea lo mejor.— El aire alrededor cambió. Me sentía rígida y fría.
—¿Nick? —Desplazándome un paso más cerca—. ¿Qué es? —me preparé, dispuesta a oír que los perjuicios de mi madre fueron demasiado para él, y terminaba conmigo.
—Tengo que llegar a casa con Lily —Sus ojos se negaban a encontrarse con los míos y supe que había algo que estaba conteniendo. Estaba a punto de decirle que Lily iba a estar bien durante una hora, pero algo en su postura rígida me dijo que no lo presionara.
—Oh, supongo que podría ir a tu casa, entonces.— Dio un paso atrás.
—Esta noche no, Miley.— 1 401K: Es un tipo de cuenta de ahorros de jubilación en los Estados Unidos. Fruncí el ceño, y cuando me di cuenta de que me había llamado Miley en lugar de pastelito, mi estómago se retorció en un nudo doloroso.
—¿Qué está mal?
—Escucha, Miley. Tú y yo somos nos divertimos, pero ambos sabemos que yo no puedo permitirme la mierda a que estas acostumbrada. Cenas de costillas y pedicuras de trescientos dólares no se ajustan a mi vida. Esto tiene que terminar en algún momento y cuanto más tiempo pasamos juntos sólo perjudicará a Lily más cuando eso pase.
—Lo siento, yo pensé que el baño caliente y el masaje serían bueno para sus piernas —Esa visita al spa no había sido para mí. Lo había hecho pensando en Lily. Sus ojos se abrieron ante la comprensión, y un destello de culpa parpadeaba a través de ellos.
—De todos modos, ya sabes que tengo razón. La desaprobación estaba escrita en las caras de tus padres. Yo no fui a la universidad. Yo no tengo un cierto grado de fantasía. Tengo responsabilidades, una hipoteca, y la custodia de una niña de seis años.
—¿Qué fue todo eso dentro acerca de Miley es una chica grande, ella sabe lo que quiere? —lo desafié. Claro, él tenía responsabilidades, ¿pero cuando le había mostrado que no estaba a bordo con Lily? ¿Y qué si él no tenía un título universitario? Él tenía una malita maestría en la seducción.
—Tú eres una adulta. Debes ser capaz de hacer frente a tus padres.
—Bueno... yo sé lo que quiero —Mi tono desafiante y mis ojos no vacilaron a los suyos. Suspiró y miró más allá de mí.
—Puede ser, pero tengo una niña a quien cuidar. Ella no tiene a nadie más. Ella tiene que venir primero. Lo siento.
—Lo sé —Comprendí eso, realmente lo hice.
—¿Me estás diciendo que piensas que tus padres aceptarían que nosotros saliéramos? No. Sabes que no lo harían. Tú mamá trataba de emparejarte con Patrick mientras yo estaba sentado ahí.
—No me importa.
—A mí sí —Su expresión no vaciló. Era como si alguien hubiera pisoteado mi pecho, y yo luchaba por respirar.
—Nick ... —Extendí la mano por su brazo, pero él dio un paso atrás.
—Vete a casa, Miley.— Su tono carente de emoción casi me heló la piel y me encontré un paso
atrás en mis talones. No quería que me viera llorar, me di la vuelta y huía a mi coche.

martes, 20 de enero de 2015

A Different Love - Niley - Cap 06

Llegué a casa del trabajo minutos antes de las seis. La hermana pequeña de Ian, Sophia, que tenía 19 y estaba tomando clases en la escuela comunitaria cercana, generalmente cuidaba a Lily por mí y había estado allí desde las 3 para verla bajarse del autobús. Entré y encontré a Lily comiendo la cena en la mesa, y a Sophia sentada con ella, limándose las uñas.
—¡Nicholas! —Lily dejó caer el tenedor y estuvo en mis brazos en segundos.
—¿Hiciste tus ejercicios? —Le besé la parte superior de la cabeza.
—No aún. Sophia y yo estábamos jugando.— Le fruncí el ceño a Sophia. Ella se encogió de hombros y murmuró una disculpa, levantándose para saludarme con un abrazo.
—Mmm, alguien huele bien. —Enterró la nariz en mi cuello.
—No. Tengo... una cita viniendo para acá. —Luego del trabajo, me había metido en un rápido entrenamiento con Ian y me duché en el gimnasio antes de venir a casa.
—¿Tú? ¿Una cita? —Sophia entrecerró los ojos con incredulidad—. Tú no sales. Dios sabe que he intentado que me invites a salir por años.
—Sophia... —Suavemente la alejé de allí por los hombros, añadiendo más distancia entre nosotros—. Sabes que Ian me cortaría las pelotas si te pusiera un dedo encima.—Lo cual era enteramente verdad, pero era más que eso. Sophia se había convertido en una hermosa joven, el problema era que cuando la miraba, aún veía a la larguirucha chica de 10 años cuyas muñecas Barbie regularmente se volvían prisioneras de guerra de Ian y yo.
—Podríamos evitar eso, y lo sabes. Ian no es mi jefe. —Sophia sonrió, bateando sus pestañas, apoyando una mano en mi antebrazo. Oh, definitivamente sabía por seguro que ella estaría más que feliz de cabrearlo. Ha intentado por meses hacer que la notara, limpiando mi casa en sus pequeños shorts, y ofreciéndose a cuidar de Lily por mí en cualquier momento del día o de la noche. Y a pesar de que sabía sus motivos, dejé que lo hiciera. Si eso me hacía un imbécil, entonces que así fuera. No iba a rechazar su ayuda. Ambos sabíamos que la necesitaba, a pesar de que estaba seguro de que ella se aferraba a la esperanza de que yo cambiara de opinión sobre ella. Sobre nosotros.
—Termina la cena, Lily. Tengo compañía que vendrá esta noche.
—¿Va a volver Miley? —El rostro de Lily estalló en una sonrisa cuando asentí.
—¿Quién es Miley?— ¿Quién era Miley? Esa era una muy buena pregunta. Una chica fuera de mi liga. Una chica que tenía el rostro de un ángel y el cuerpo para competir con cualquier estrella porno. Alguien dulce con mi hermana y probablemente capaz de destruir mi corazón en el proceso.
—Sólo una amiga —dije. Sophia rodó los ojos.
—Ajá, amiga mi culo —Llevó una mano a su boca—. Quiero decir, mi trasero —Bajó la mirada a Lily que ahora estaba riendo—. Limpiaré un poco para ti. Ve a prepararte para tu cita, semental.— Me dio una palmada en el trasero.
—Gracias, Soph—Arrastré los pies al cuarto de lavado, dejando caer mi ropa húmeda de gimnasio en la lavadora—. ¿Recogiste la ropa de tu habitación, Lils? —le pregunté desde el pasillo. Intentaba tanto como podía tratarla como una niña normal. Quería que creciera independiente y auto-suficiente, sin que pensara que era diferente a otros, o incapaz de cuidar de sí misma. Después de todo, llegaría el día que yo no estaría allí para ayudarla.
Y eso era algo en lo que ni siquiera quería pensar. La oí corretear a su cuarto y sonreí para mí mismo mientras iniciaba la lavadora. Cuando entré a la sala de estar, Sophia había levantado su cabello en una cola de caballo y se había sacado su holgada sudadero, quedándose en una ceñida camiseta y un par de jeans. Estaba revoloteando alrededor de la casa, quitando el polvo de la sala, levantando elementos dispersos y generalmente haciendo que la casa estuviera presentable. Tenía la sensación de que sólo se estaba quedando para evaluar a la chica con la que supuestamente tenía una cita. Ni siquiera estaba seguro de que esto fuera una cita. No sabía qué me había llevado a decir eso. Tal vez porque sabía que Miley no era el tipo de chica con la que follabas casualmente. Un golpeteo en la puerta principal envió un escalofrío a través de la parte trasera de mi cuello, erizando el vello de allí y encendiendo todos mis sentidos en anticipación. Sophia trotó hacia la puerta, pero la detuve antes de abrirla.
—Déjame a mí.— Ella dio un paso atrás y posó sus manos en las caderas.
—Por supuesto.—Sacudí la cabeza y respiré hondo, luego abrí la puerta. Miley se veía impresionante. Llevaba un vestido de mangas cortas color azul marino que abrazaba sus curvas, y caían justo encima de sus rodillas. Sus piernas estaban bronceadas y tonificadas, y terminaban en unos sexis pies envueltos en un par de sandalias plateadas. Se veía sexi e inocente a la vez.
—Pasa. —Di un paso atrás para dejarla entrar. Sophia se aclaró la garganta detrás de mí, y aparté la mirada de Miley.
—Esta es Sophia una amiga mía y de Lily.—Hice un gesto hacia la joven. No se me escapó que ella y Miley estaban teniendo una extraña competencia de miradas, evaluándose la una a la otra. —Sophia ya se iba. Gracias por hoy, Soph.— Una sonrisa asomó de sus labios, una mirada satisfecha en su rostro.
—¿A la misma hora mañana?
—No, lo tengo cubierto. Además, no me gusta que te pierdas las clases para cuidar de Lily por mí.— Agarró su bolso y su sudadera del sofá y aseguró su bolsa a través de su cuerpo.
—Nicholas Jonas, sabes que haría cualquier cosa por ti. —Me sonrió con malicia. No se me había escapado lo que ella intetaba dar a entender, por el bien de Miley, que había algo más en nuestra amistad. No lo había. Jamás lo había habido, jamás lo habría, a pesar de lo mucho que ella intentara tentarme. Una vez que Sophia se fue, Miley se removió nerviosamente en la entrada, jugando con la correa de su bolso. La tomé por los hombros.
—Oye, es la hermana pequeña de mi mejor amigo. Eso es todo. ¿De acuerdo?— Ella asintió obedientemente, su voz apenas un susurro.
—De acuerdo.— Salió de sus tacones de tiras, dejándola varios centímetros más baja que yo y me siguió adentro. Lily entró ruidosamente por el pasillo justo entonces y Miley se dejó caer a sus rodillas para envolverla en un abrazo gigante. Lily parloteaba sobre su día y Miley asentía y reía, deteniéndose para hacer preguntas. Era sorprendente ver lo mucho que Lily ya admiraba a Miley. Era dulce y a la vez preocupante. Si Miley no se quedaba por mucho, sabía que tendría una niña con el corazón roto en mis manos. Le pregunté a Miley si estaba bien si dejábamos a Lily con nosotros para la noche, y ella asintió y luego fue a ayudar a Lily con sus estiramientos. Miley se sentó en el suelo con Lily, mostrándole un par de nuevas manera para estirar la espalda y las piernas. La emoción de ver a Miley fue como una lenta tortura, las miradas persistentes, los ocasionales toques contra su piel, y finalmente metimos a Lily en la cama.
Miley me siguió por el pasillo hacia la sala de estar. La observé dar un paso tentativo hacia donde yo estaba sentado en el sofá. Todo el oxígeno desapareció de la habitación, el aire cargado de tensión, ahora que nuestra diminuta acompañante estaba profundamente dormida. Tenerla aquí conmigo, con Lily, estaba jodiendo mi cabeza. Ni siquiera podía comenzar a entender sus motivos. Miley se removió en la puerta, como si hiciera una pausa para mi inspección. Su vestido terminaba justo por encima de las rodillas, y mi mirada bajo arriba y abajo de sus piernas desnudas.
—Te ves bien—Mi voz era ronca.
—Tuve una cita.—¿Tuvo una cita hoy y el imbécil le había dejado irse? ¿Vestida así? Sus piernas desnudas eran entornadas y bronceadas, las uñas de los pies pintadas de un rosa pálido. Ella era impresionante.
—Ven aquí. —Instruí. Ella obedeció, cruzando la sala para estar de pie delante de mí, con los ojos muy abiertos lanzados a encontrarse con los míos. Pase la yema del dedo por la parte posterior de su pierna desnuda, y la sentí estremecerse bajo mi tacto.
—Cuéntame sobre esa cita que tuviste. —Seguí acariciando con pereza la carne suave detrás de la rodilla. Ella tragó saliva y respiró hondo.
—Él me llevó al club de campo de tenis y luego a comer en la terraza.
—¿Y ahora estas pasando tiempo conmigo? —Sentí sus rodillas bloquearse para mantenerse estable—. Yo no hago rosas y velas y clubes de campos. Citas conmigo no implicarían tenis. —No estaba seguro de porque la estaba alejando, solo que deseaba su honestidad, entonces le suministré del mismo tratamiento.
—¿No?—desafío, encontrando su voz, aunque débil.
—No, pastelito. Soy más del tipo de una cerveza, alitas de pollo calientes y sexo en la cabina de mi camión —Contuvo el aliento y le temblaron sus rodillas. Envolví las manos alrededor de la parte posterior de sus piernas para evitar que colapsaran—. Pero por ti probablemente podría hacer una excepción.
—Su mirada sostuvo la mía y el aire se espesó a nuestro alrededor.
—¿Pero qué si me gusta la idea de cerveza y de alitas calientes?— arremetió. Noté que ella convenientemente omitió la parte del sexo, y yo sabía que no debí decirlo, pero maldita sea, yo quería ver su reacción.
—Me refiero a que la excepción seria que en vez de mi camión, te extiendes en mi cama donde yo pueda follarte correctamente.— Ella dejó escapar un gemido suave y sus piernas cedieron completamente. La arrastré en mi regazo, en lugar de permitir que se derrumbara en un ovillo en el suelo.
—Te tengo. —Respiré contra su pelo. Su corazón golpeteaba jodidamente fuerte y pude ver su pulso zumbando contra su cuello. Fue un giro importante. Levanté su barbilla, tirando de ella hasta que sus labios se encontraron con los míos, y la besé suavemente
—Dime lo que quieres, Miley.
—No puedo.—Fruncí el ceño.
—¿No puedes o no quieres? —Tragó saliva y bajó la mirada. Íbamos a tener que trabajar en eso. Pero primero lo primero—. Vamos a comer algo —La moví de mi regazo, entonces se sentó a mi lado en el sofá—. Podemos quedarnos o podemos llamar e intentar encontrar una niñera para que venga.
—Quedémonos aquí.
—Por lo general ordenó comida después de que pongo a Lily en la cama. ¿Qué te gustaría?
—Lo que hagas usualmente está bien.
—Bueno, siempre hay cervezas y alitas de pollo… —Sonrió y levantó una ceja. Ella definitivamente no era del tipo de chica de cerveza y alitas. Pero sin perder el ritmo, ella sonrió y asintió con la cabeza.
—Suena bien para mí.
—¿Estás bien con un poco de picor?—Asintió con la cabeza, ignorando la insinuación.
—Siempre y cuando no sea demasiado picante.
—Creo que puedes manejarlo. —Me encontré con sus ojos y sostuve la mirada. Sus grandes ojos azules se ampliaron y se encontró con los míos. Ella no dio marcha atrás y su sincera curiosidad acerca de lo que había entre nosotros agitó algo dentro de mí. Saqué mi teléfono para ordenar.
—Hola, Billy. Seh, en realidad que sean dos órdenes de lo de siempre —Me puse de pie y crucé la habitación—. ¿Estás bien si me esperas aquí mientras yo voy a recoger la comida? Solo tomará unos minutos.
—Seguro.— Cuando volví con un paquete de seis de cerveza y las cajas de comida, Miley había juntado servilletas y platos de la cocina. Nos acomodamos de nuevo en el sofá para comer. Abrí los contenedores de las alas y los palitos de apio, colocándolos sobre la mesa de café.
—Toma tanto como quieras.
—Gracias —Miró con recelo la comida antes de colocar delicadamente una servilleta sobre su regazo—. En realidad nunca he comido alas de pollo antes. —admitió.
— ¿Nunca?— Negó con la cabeza. Maldición. Esta chica realmente estaba un una liga completamente diferente. Probablemente nunca comía nada que no necesitara de utensilios. Quería decirle que no se preocupara de no ensuciarse delante de mí, pero me sorprendió cuando metió la mano, levantando un ala de pollo del recipiente y curiosamente mirándolo como si se preguntara como empezar. Observé mientras ella cuidadosamente mordisqueaba la carne, manchándose de salsa en su labio inferior y en las puntas de sus dedos.
— Mmm. Está bueno. —Parecía sorprendida. Verla lamer la salsa de sus dedos provocó cosas malas a mi ingle.
—Bien —Empujé las servilletas hacia ella—. Ahora come.— Ella siguió robándome miradas desde el rabillo de su ojo, pero comimos en relativo silencio. Saqué una cerveza del paquete de seis y se la ofrecí.
—¿Quieres una?— Asintió. Giré la parte superior y le entregué la botella abierta. De inmediato la llevó a sus labios, probablemente para quitar el picor de la comida. Las alas estaban más picantes de lo habitual, pero ella no se quejo.
—¿Te importa si pongo el juego? —Pregunté, tratando de alcanzar el control remoto. Ella ya iba por otra ala y medio asintió con la cabeza. Le bajé el volumen al juego, mas por el ruido de fondo que por otra cosa. Miley se inclinó hacia adelante en su asiento.
— ¿Cuál es la puntuación?
—¿Te gusta el futbol?—No pude evitar que la sorpresa forzara mi voz. Asintió.
—Me encanta los Bears. Ver fútbol era lo único normal que hice con mi papá. —Sonrió. Oh. Una chica a la que le gusta las alitas de pollo y la cerveza, y ahora me dice que es fanática de los Bears también. Señor, ten piedad. Mi decisión de estar lejos de ella solo se hacía más difícil. Terminamos de comer y quité la comida, pero Miley me indicó que dejara la cerveza. Parecía que los dos teníamos calor, y el hecho de que ella se apoyara en el sofá, metiéndose contra mi lado, era un indicador de eso. Estaba más entretenida con el juego, gritándole libremente al televisor cada vez que el árbitro tomaba una mala decisión. Vi la forma en que inclinó la botella a sus labios y bebió un largo trago, el movimiento grácil de su cuello mientras tragaba. Deslizó sus pies en la cabecera del sofá, y yo los puse en mi regazo. El contacto le llamó la atención, y se movió para enfrentarme.
—¿Nick? —susurró en la sala tenuemente iluminada.
—Has comido. Ahora llegó el momento tener nuestra conversación, pastelito —Empecé a frotar suavemente sus pies—. Dime lo que quieres.— Ella se inclinó y puso su botella de cerveza en la mesa de café antes de volver a mirarme a la cara. Se mordió el labio como si no estuviera segura de sí
misma, y miró en todas partes menos a mí.
—Esto. Tú. Quiero que tú también… me enseñes. —Tragó saliva, su lengua lanzándose a saborear su labio inferior. ¿Era consciente de lo que me pedía? ¿Podría posiblemente entender?
—¿Enseñarte qué?
—Como… Por favor…— Agarré suavemente su barbilla con mis dedos y le levanté la cara para encontrarme con sus ojos.
—¿Cómo hacerme venir?
—Ss-Sí. —Gimió. Se inclinó hacia adelante y me dio un dulce besos en la boca y mi polla saltó a la vida en mis pantalones vaqueros. Quería entender como complacer a un hombre, pero su sexy inocencia garantizaba que no iba a tener que esforzarse mucho. Necesitaba mantener mi control antes de que le rompiera sus bragas y le mostrara exactamente qué hacer.

Nick me levantó a su regazo, así que estaba a horcajadas sobre él, mi vestido se subió alrededor de mis piernas. Arrastró sus dedos a lo largo de mi muslo expuesto, trazando un patrón perezoso.
—¿Estás segura de que quieres esto? —susurró. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que estaba a punto de estallar a través de mi caja torácica. Podía sentir su erección presionando en el vértice de mis muslos. Quiero esto, ¿no? ¿No era por eso que estaba aquí? Dios, estaba confundida.
—Lo dudaste —sopló sobre mi cuello antes de retroceder para mirarme a los ojos.
—Lo sé.— Enderezó el vestido a mí alrededor, asegurándose de que seguía presentable.
—Escucha, no tenemos que hacer nada que no tu no quieras —continuó seduciéndome, trazando un dedo más arriba de mi muslo, avanzando deliciosamente más cerca del borde de mis bragas. Gemí.
—Te deseo. Como no tienes idea. Pero tú marcarás el ritmo, ¿de acuerdo?— Asentí con la cabeza. 
—Está bien —Al instante me sentí mejor, aliviada y segura de lo que quería y no quería
—Nada de sexo... pero ¿podemos hacer algunas, um, otras cosas?— Se echó a reír, con una risa gutural profunda retumbando en su pecho. 
—Todo lo que quieras, nena.— Mierda. Probablemente sonaba tan extraño. No sabía la mejor manera de abordar esto. Pero por suerte, Nick tomó la delantera y no me hizo vocalizar lo que quería. Su boca capturó la mía en un beso profundo, y mi lengua no tardó en seguir su ejemplo, acariciando y enredándose con la suya. Traté de no comparar cada movimiento de Nick a los de su video, pero era difícil. Las imágenes se repetían en mi cabeza, pero hasta ahora, este momento era únicamente nuestro. Sus dedos se deslizaron a lo largo de mis pantorrillas y subió hasta mis rodillas, separándolas ligeramente para que pudiera presionar más cerca de mí.
—¿Qué pasa con Lily? —le dije entre besos.
—Está dormida.
—¿Y si se despierta?
—La escucharemos —continuó besándome. Supuse que tenía razón. Escucharíamos su andador moviéndose a través del piso de madera. Él desabrochó mi vestido lentamente, tomándose su tiempo para besar y mordisquear mi labios, el cuello y la clavícula con cada botón liberado con éxito. Cuando levantó el vestido por encima de mi cabeza, subí mis brazos obedientemente, lo que le permitió llevarlo a cabo. Empujé mi amplio pecho hacia fuera para su inspección. Sus ojos se inundaron con deseo mientras me miraba. 
—Maldita sea, pastelito —Miré hacia mi sujetador blanco, deseando haber escuchado los consejos de Mandy en comprar ropa interior nueva, pero Nick no parecía en lo más mínimo verse obstaculizado por mi sujetador y bragas de algodón blanco. Me alegré de haber tomado su consejo y afeitarme hoy. Los pulgares de Nick rozaron a través de mis pezones. Dejé escapar un gemido gutural. Continuó sus trazos tortuosos a lo largo de mis pechos, sus dedos se sumergieron en el corte y se deslizan través de las puntas endurecidas. Me pregunté si me iba a quitar el sujetador, o si tal vez esperaba mi permiso.
—¿Dijiste que querías saber cómo complacerme? —Levantó barbilla para mirarlo a los ojos—. Considera esta lección la número uno. No tengas miedo de pedir lo que quieres. Escucharte decirlo me excita.— Tomé un respiro y lo contuve. De ningún modo sería buena en hablar sucio. Sería como pedirme que hable un idioma diferente. Ni siquiera podía vocalizar lo que quería en el simple español. Sus manos cayeron de mi barbilla y apretó los dos senos, alrededor de las palmas de sus manos. 
—He estado soñando con tus tetas durante semanas. Verlas saltando sobre mí mientras montas mi polla.— Dejé escapar un quejido ante sus palabras, una inundación de calor humedeció mi sexo. Nick sonrió como si fuera una victoria. 
—Intentalo.— Mis nervios volvieron mientras trataba de pensar. Me retorcí en su regazo y sentí la carnosidad dura presionando contra mí. Antes de que me diera cuenta, lo había dicho impulsivamente. 
—Me encanta la sensación de tu polla dura—Dios sonó estúpido. Pero la cabeza de Nick se dejó caer en el sofá y cerró los ojos, como saboreando mis palabras. Al instante me sentí orgullosa. Me guio hasta su boca por la parte de atrás de mi cuello, enroscando sus dedos en mi cabello. 
—¿Quieres jugar con ella?— Asentí con la cabeza, incapaz de formar palabras. Sonrió contra mis labios. —Buena chica. Pero todavía no. Primero necesito hacerte venir.— ¿Necesita… qué? ¿Hacerme venir? Oh... Metió la mano en torno a la parte trasera del broche de mi sujetador y lo liberó con un solo toque, y luego bajó las correas de mis hombros y lo tiró en el suelo al lado de nosotros. Su boca se unió a sus manos en las caricias, lamiendo y chupando mis picos duros. Agarré su pelo y empujé mi pecho hacia su boca ansiosa, con ganas de más. 
—Oh Dios, eso se siente bien —gemí. Antes de que tuviera tiempo para examinar lo que estaba pasando, me dio la vuelta para estar acostada de espaldas en el sofá y él estaba de rodillas en el suelo a mi lado, deslizando mis bragas por mis piernas.
—Quiero oírte gritar mi nombre... —susurró contra mi muslo interno. Eso no iba a suceder. Estaba muy consciente de no querer despertar a Lily. Jesús. Al menos uno de nosotros pensaba con claridad. Metió sus dedos entre mis muslos, ligeramente pasándolos a lo largo de mis pliegues. 
—Estás totalmente mojada, nena —su voz era áspera, apenas sin control. Me mordí el labio y abrí los muslos más ampliamente, permitiéndole explorar, sintiendo mucho más inseguridad. Relajó un largo dedo dentro de mí, y lo deslizó dentro y fuera con una suave presión. 
—¿Te gusta eso, pastelito? —Puso un suave beso justo debajo de mi ombligo. Gemí en respuesta. Sus ojos se quedaron fijos en los míos, y añadió un segundo dedo. 
—Es tan apretado, tan hermoso —murmuró.
—Más, por favor —le supliqué. Gimió y movió sus dedos más fuerte, conduciéndolos hacia mí hasta que estuve jadeando y retorciéndome bajo su mano talentosa. Luego se acomodó hacia abajo, barriendo su lengua sobre mi sexo y se hizo añicos mi mundo. El calor húmedo de su boca estalló a mí alrededor, la sensación causo que arqueara mis caderas en el sofá. 
—Nick—jadeé. Mierda. Demasiado para no gritar. No me importaba. Levanté mis caderas para encontrarme con su boca y salí de la ola pulsante mientras un intenso orgasmo estalló a través de mi
centro. Abrí los ojos y encontré los ojos de Nick aún clavados en mí.
—Eres hermosa —susurró. Tragué saliva y me levanté, de repente insegura acerca de mi desnudez. Nick estaba todavía completamente vestido. Su mano en mi brazo me detuvo. 
—¿A dónde crees que vas?— Miré hacia su entrepierna y me alarmé al ver el bulto clamando su liberación. Me lamí los labios secos. 
—¿Puedo coger mis bragas?— Sus labios se curvaron en la más pequeña de las sonrisas, pero las recogió con cautela del piso. 
—Si eso te hace sentir más cómoda, pero la parte de arriba se queda así —Leyó la parte trasera de la ropa—. Domingo ¿eh?— Las arranqué de sus manos y me las puse sobre las temblorosas piernas.
—¿Vas a enseñarme… qué hacer…? —miré hacia su ingle. Rió y se sentó a mi lado en el sofá, entrelazando sus dedos en la nuca. 
—Todo tuyo, querida.— Desabroché el cinturón con torpeza y luego el botón y la cremallera. Una
sonrisa apareció en mi boca ante la pequeña victoria y Nick se inclinó a besarme. Alzó las caderas mientras tiraba de sus pantalones y calzoncillos. Su grueso y rígido pene se liberó y me saludó, inhalé profundamente. 
—Aún estás afeitado —murmuré. Me pregunté si protagonizaría otro video próximamente. La idea me excitaba al mismo tiempo que me molestaba. Una sonrisa cruzó sus labios. 
—Dime algo… viste el video, ¿cierto?— Bajé la mirada.
—Respóndeme —Levantó mi cabeza, recorriendo con sus dedos mi garganta. Asentí.
—¿Cuántas veces? —Su voz era baja y áspera. Me estremecí. Aun cuando pudiera encontrar mi voz, no sabía la respuesta a esa pregunta. Eran demasiadas para contarlas.
—¿Te tocaste?— Asentí nuevamente.
—Mierda, eso es sexi —su voz áspera envió una corriente húmeda a mis bragas—. Muéstrame —ordenó. Reuniendo todo mi coraje, me quité las bragas y llevé una mano entre mis piernas, apretando su muslo con mi otra mano ya que aún estaba sobre mis rodillas. Nick mantuvo sus ojos en los míos antes de bajarlos hacia donde estaba mi mano, frotando círculos sobre mi clítoris. Aspiró y contuvo el aliento.
—Maldición nena, eso es lo más hermoso que he visto antes.— Le dirigí una sonrisa torcida y dejé caer la mano, de pronto sintiéndome insegura. Algunas cosas se hacían solamente en privado. 
—Se siente mejor cuando lo haces tú —admití. Se inclinó hacia adelante y me besó, su mano se movió con naturalidad entre mis piernas. 
—¿Sí? —su dedo anular se deslizó con facilidad dentro de mí.
—Seh… —gruñí ante la repentina plenitud. Lo movió a lo largo de mi muro interior y casi me derrumbé sobre el suelo. Agarré sus piernas y me mantuve recta. 
—Mis dedos son más largos — susurró—. Puedo alcanzar tu punto G —Mordisqueó mis labios con un beso rápido, masajeando el punto una y otra vez. Clavé las uñas en sus piernas—. Solo espera a que esté dentro de ti —susurró. Gemí.
—Esta noche no, pastelito.— Me quejé. 
—Nick.
—Shh —Su dedo continuó la tortura—. No te voy a follar esta noche.— Me estremecí con el término. 
—Quieres decir ¿hacer el amor?— Su dedo se detuvo en mi interior. 
—No, quiero decir follar. Si quieres hacer el amor, ve a ver a tu chico del club de campo, si quieres que te follen apropiadamente, vienes a mí —Su voz era ruda—. Pero no hasta que estés lista. No hasta que me lo pidas.
Asentí, sabiendo que tenía razón. No estaba lista, pero eso no quería decir que quisiera que él se detuviera, especialmente cuando estaba tan cerca otra vez. Nick comenzó a trabajar su dedo nuevamente contra el punto sensible. Sujeté sus piernas y apreté los ojos mientras una presión intensa crecía en mi interior, floreciendo eventualmente en un orgasmo digno de un terremoto. Dejó escapar un torturado gruñido por lo bajo, observándome con el deseo quemando sus ojos. Los míos se cerraron en puro éxtasis mientras remontaba las sensaciones. De pronto no podía esperar más para tocarlo. Me incliné hacia adelante y recorrí un camino de besos húmedos a lo largo de su asta. Su esencia almizclada era decididamente masculina y quería más. Lo deseaba de una manera totalmente primitiva y era completamente nuevo para mí. Puse la cabeza en mi boca y probé la suave piel. Dejó escapar el aliento siseando entre los dientes. Mis manos se sumaron a la diversión, moviéndose arriba y abajo mientras devoraba su longitud.
—Maldición, nena —gruñó, dejando caer la cabeza hacia atrás contra el sofá. No tenía idea de que esto podía ser tan placentero, pero me encontré perdiéndome en el ritmo, chupando, lamiendo y recorriendo mis manos por su miembro.
—Justo así, ángel. Acarícialo —Observó mis manos trabajarlo y emitió un profundo gruñido. Mi corazón saltó. Escuchar esos sonidos salir de él era tan sexi—. Me voy a correr —jadeó. Segundos después, calientes chorros de semen explotaron en mi garganta y Nick dejó escapar un gruñido final. Una sonrisa de satisfacción cruzó sus labios y me miró maravillado. 
—Maldición nena, no tenías que tragártelo —Acarició mi mandíbula con el pulgar, estudiándome detenidamente. No era como que tuviera un plan bien definido. Solo había hecho lo que necesitaba hacer. No iba a correr al baño, con mi trasero moviéndose en su rostro mientras trotaba alejándome. No, gracias. Además, no había sido tan malo. Sonrió soñoliento. 
—En caso de que te preguntes… eso se sintió jodidamente increíble.— Dejé de darle vueltas a su manera demasiado entusiasta de usar la palabra “J”, solo lo hacía más especial para mí. Nick era un hombre. No había cambios para él ni modo de atenuar sus costumbres. Tal vez era mi estricta crianza, pero algo en mi interior envidiaba eso. Una calidez inundó mis mejillas con su cumplido y alcé la barbilla para encontrar sus ojos. Continuó trazando círculos perezosos a lo largo de mi mejilla, trabajando su mano en mi cabello para masajear mi nuca, sin molestarse en guardar su pene de vuelta en sus pantalones. Ya que no le importaba nuestro estado semi desnudo, me relajé en sus caricias, descansando la cabeza en su muslo.
—¿Eso se siente bien, pastelito? —susurró.
—Mmmm —murmuré, ladeando la cabeza para darle un mejor acceso. Sus dedos alcanzaron casi todo el trayecto alrededor de mi cuello y empleó una relajante pero fuerte presión. Se lo haría cada día si eso significaba obtener un masaje como este después. Me relajé en el sofá y desfruté de la tierna atención. Varios minutos después, en el límite de caer dormida, me levanté y me vestí. Nick enderezó sus ropas, presionó un rápido beso en mis labios y se fue por el corredor, asumí que a chequear a Lily. Por encima de todo, era un buen hermano mayor y eso era todo lo que realmente importaba. Insegura de qué hacer conmigo misma, recogí las botellas de cerveza vacías y las llevé a la cocina. Las puse en el mostrador del fregadero, preguntándome dónde tenía la papelera de reciclaje, o si tenía siquiera una. Nick entró a la cocina detrás de mí.
—Sólo déjalo. Limpiaré en la mañana —Presionó un beso en mi nuca y me volví para abrazarlo, reconfortada por su cálido abrazo—. Déjame acompañarte. Quiero asegurarme de que llegues sana y salva a tu coche.
No hice comentario alguno de que mi auto se encontraba a diez metros de distancia, simplemente asentí. Lo dejé poner su mano en la parte baja de mi espalda y me escoltó hacia la puerta. Tal vez tenía algo que ver con nosotros y eso de compartir alitas de pollo, fútbol y sexo oral. Lo que fuera que sacó su vena protectora, no me iba a quejar. Era agradable.

viernes, 16 de enero de 2015

A Different Love - Niley - Cap 05

A pesar de que deseaba desesperadamente a Miley, ella se merecía lo mejor, sobre todo para su primera vez. No era justo que buscara a alguien para quitárselo de encima. Ella no era esa clase de chica. Se merecía las rosas, velas, ese tipo de mierda. Y yo no era ese tipo de persona.
La acompañé hasta fuera de mi casa lo más rápido que pude sin parecer un idiota, mi polla gritó en protesta todo el tiempo. La deseaba como un loco. La sola idea de enterrarme en su apretado y húmedo calor era suficiente como para volverme loco. Sí, tomé la decisión correcta de enviarla a su casa. Pero maldita sea, tuve que fingir estar bien mientras ella caminaba sola hacia su carro. Encendí la luz del pórtico y la miré desde la ventana hasta que ella estuvo a salvo dentro de su carro y arrancó. No confiaba en mí mismo para estar cerca de ella en este momento. Era lo mejor. Al menos eso fue lo que me dije cuando me metí a la cama con una furiosa erección que se negaba a desaparecer. A la mañana siguiente, me encontré con Joe en el gimnasio una vez me libré de Lily en la escuela. Todo lo que ella habló en el desayuno fue “Miley esto y Miley aquello”. Me enojó tanto. Me era difícil mantener a la mujer fuera de mis propios pensamientos, pero con Lily ahora firmemente plantada en el Grupo Miley, era casi imposible. Esperaba que levantar pesas con Joe me despejara la cabeza, pero hasta ahora había sido difícil.
—¿Por qué tienes era cara de chica? —Se burló Joe desde un cercano banco para pesas—. Hoy estás levantándolas como un culo maricón Le lancé un ceño de no me jodas y agregué otro grupo de cuarenta y cinco a mi pesa de banca. Estaba teniendo problemas para bajar la pesa por la cuarta repetición. Maldita sea. Joe tiró de su barra hacia arriba y me ayudó a volver a colocar la mía.
—En serio, hombre. Habla conmigo.
—Esto no es Oprah, hermano. Métete en tus malditos asuntos.— Él se rió y negó con la cabeza, dejándome solo en mi banco. Cuando me reuní con él en la sala de vapor, se mantuvo fiel a la petición. No me había hecho más preguntas sobre la mierda de estado de ánimo que tenía, y en su
lugar hablamos sobre estrategias para su próxima pelea. Joe era un prometedor luchador de artes marciales mixtas. Era mucho mejor que yo, y yo era lo suficientemente hombre como para admitirlo. Tampoco tenía miedo de pelear con él en el cuadrilátero, a pesar de que era rápido como un rayo y sus patadas sacaban el aire de tus pulmones. Pero mis ganchos izquierdos no eran nada malos, y de vez en cuando lo cogía con la guardia baja. 
Por lo general, sin embargo, él no fallaba ningún golpe, y mis costillas que tenían moretones estaban para probarlo. Maldita sea, él tenía que ser bueno. Tenía un puñado de empresas locales patrocinándolo, y tenía a sus padres que pagaron por todas las lecciones imaginables mientras crecía. Nació para hacer esto. Yo, por otro lado, he aprendido sobre la marcha y gano peleas por pura determinación. Joe se secó el sudor de la frente con una toalla de mano.
—¿Y qué hay de ti? ¿Estás pensando en volver a pelear en corto plazo?— El dinero era bastante bueno, si ganas.
—No lo sé, hombre, trato de recuperarme de las costillas rotas y un dedo roto —Por no hablar de intentarle explicar a una niña de seis años del porque tú cuerpo tienes manchas negras y azules, y mirar como sus ojos que se llenaban de lágrimas cuando le explicabas que era por una pelea. No era algo que quisiera hacerlo de nuevo. Ella quería saber con quién había luchado y porque él estaba enojado conmigo. 
No me gustaba molestarla de ese modo. Pero no era como si pudiera decirle a mi oponente: oye hombre, no me golpees en el rostro, mi pequeña hermana se enfadará. No había forma de evitar los golpes y moretones, e incluso si ganaba, aún solía tener un ojo negro durante semanas.
De un modo y otro, tenía que arreglármelas y encontrar un trabajo bien remunerado que no requirieran que luche en un cuadrilátero, o que me desnude ante una cámara. Para cuando llegué a casa después el gimnasio, Lily estaba esperándome en casa cuando llegó de la escuela. Tuve el tiempo suficiente para hacer la llamada telefónica antes de acobardarme. No podía conseguir que Miley y la forma en cómo se fue la noche anterior se alejaran de mi mente. Ella había hecho más que ayudarme con Lily y yo prácticamente la ataqué en mi sofá. Le dije que quería follarla, y luego la despaché. Marqué el número del hospital y pedí que me comunicaran con Miley en la enfermería. Me di cuenta que no sabía su apellido, pero por suerte, unos minutos más tarde, me comunicaron
con ella.
—¿Nick? ¿Está todo bien…?— Su voz era frenética. Mierda. Probablemente asumió que esta llamada era por Lily.
—Todo está bien. Escucha, voy a hacer esto rápido porque estás en el trabajo, pero necesitaba llamarte y decirte que me disculpes si las cosas se pusieron raras anoche. Fue mi culpa.— Ella dudó por un minuto. 
—Está bien. Me divertí mucho con Lily y... — Se detuvo en seco.
—Yo también. Escucha, ¿puedo devolverte ese favor? Me gustaría hacerte una cena. O por lo menos invitarte a cenar, ya que probablemente no quieras que cocine.— Una risa suave y femenina llenó el silencio entre nosotros. 
—De acuerdo.
—¿Estás libre mañana por la noche?
—Sí. ¿A qué hora debo ir?— Me gustó que ella se ofreciera a venir, sabiendo que sería más fácil para
mí y Lily que ella viniera a casa otra vez. Las otras chicas con las que había tratado salir por lo general lanzaban un ataque de que no podía salir mucho.
—¿A las seis está bien?
—Sip. Es una cita. Quiero decir, te veré entonces.
—Genial. Ah, y probablemente debería tener tu número. Ya sabes, por si alguna vez necesito que me ayudes con Lily. Es probable que no quieras que te llame al trabajo. Y te voy a dar el número de mi móvil, por si alguna vez necesitas algo. 
—Como yo.
—De acuerdo —dijo ella en voz baja. Con tan sólo el sonido de su voz llamó la atención del macho alfa en mí. Sabía que estar de nuevo a solas con ella probablemente no era una buena idea, pero también sabía que no tenía fuerzas para detenerlo.

Mandi y yo nos sentamos en una cabina de la esquina en la cafetería del hospital, preparándonos para el almuerzo. Bueno, lo llamábamos almuerzo, pero eran las tres de la mañana. Me gustaba la comida de los desayunos, mientras que Mandy usualmente optaba por la de la cena. La única cosa que teníamos en común, sin embargo, era el masivo consumo de café.
—Una parte de mí quiere romper con esa imagen de la Pequeña- Señorita-Buena, hacer algo loco. Conseguir experiencias mientras todavía soy joven. Quiero decir, ¿es eso tan malo? —No mencioné la invitación de Nick. Necesitaba comprobar el terreno primero.
—Amén, hermana. —Levantó su taza en un brindis.
—Digo, ¿sería totalmente loco si quisiera, qué sé yo, perder el tiempo con Nick, ver de qué va todo este alboroto…?— Mandy escupió su trago de café.
—¡No me había dado cuenta de que estábamos hablando de eso! — Fregué el cálido líquido de la mesa frente a ella con una pila de servilletas—. Haz lo que quieras, nena. Pero sabes que no estará satisfecho con el típico sexo vainilla, ¿verdad? Probablemente haya hecho cosas con las que sólo hemos soñado. No sabía en qué consistían sus sueños, pero el sexo vainilla era el grado de los míos.
—¿Cómo por ejemplo?
—Tríos, orgías, sexo anal…— Alcé una mano, deteniéndola.
—Vale. Suficiente, gracias. —Mis mejillas se acaloraron con su diatriba. Estaba interesada en explorar mi sexualidad con Nick, pero de ninguna manera estaba preparada para nada de eso. No podía siquiera escuchar las palabras sin sonrojarme. Mandy se echó a reír.
—Relájate, Miley. Te lo dije. Sería malditamente afortunado de conseguir a una chica como tú. Sigo pensando que eres demasiado buena para la gente como él, pero esa es mi opinión. Sólo prométeme una cosa si realmente estás en esto.— ¿Estaba en esto? No lo sabía. De lo único que estaba segura era de las extrañas reacciones que Nick provocaba en mi cuerpo.
—¿El qué?
—Diviértete con la estrella del porno, pero prométeme que no involucrarás a tu corazón.— Casí me reí de su ridícula advertencia. ¿Mi corazón? Quería asegurarle a Mandy que no había posibilidades de que me enamorara de Nick, pero mi mente parpadeó de vuelta a su gentil naturaleza con Lily y las palabras se atascaron en mi garganta. Asentí mi consentimiento.
—Mis padres me han preparado otra cita con otro candidato a yerno. Su nombre es Patrick y me llevará a comer mañana.— Puso los ojos en blanco. Mandy estaba bien informada de las entrometidas maneras de mis padres.
—Está bien. ¿Puedo darte un consejo, con toda seriedad, si vas a hacer esto?
—Claro.
—Querrás afeitártelo todo, minuciosamente, ya que está acostumbrado a esas chicas de los videos, y no encontrarás ni una mota de pelo en ninguna de ellas.— Puse los ojos en blanco. ¿Ese era su consejo? Yo no estaba dispuesta a afeitar mi vello púbico para complacer a un hombre. ¿Lo estaba?
—Tengo que volver al trabajo. —Tiré la taza a la basura y me metí el último trozo de panecillo en la boca. El por qué acepté la cita con Patrick Schwarzenegger III estaba más allá de mí compresión. Fue un momento de debilidad, mi madre me había pillado bajando de las alturas por pasar el tiempo con Nick, y acepté. La primera vez que conocí a Patrick fue el año pasado en una fiesta de navidad en la oficina de mi padre. La misma fiesta en la que me habían presumido por ahí como si yo fuera una preciada posesión desde el día en que cumplí los dieciocho. Como si yo quisiera un gordo y poco atractivo contador como marido. Afortunadamente, Patrick era diferente. Tenía veinticuatro, recién salido de la escuela de negocios, y se sentía tan fuera de lugar con los contadores de mediana edad y sus cónyuges tanto como yo.
Pasamos la noche sentados en un balcón, yo con la chaqueta de su traje sobre mis hombros desnudos, hablando sobre nuestros campos favoritos de la Universidad, el mío, la filosofía, el suyo, la economía. Mis padres quedaron encantados al ver que nos llevábamos tan bien. Era una buena imagen para sus ojos, todo lo que ellos querían para mí, un hombre blanco de entre veinte y treinta años, buena genética, bien educado, de una familia de clase media-alta de New Hampshire. Saludable como un vaso de leche. E igual de emocionante. Su sola emoción hizo que me retorciera. Evité sus llamadas y sus débiles intentos para quedar durante gran parte de estos seis meses. Razón por la cual me resultaba desconcertante que estuviera rizándome el pelo, y planchando mi camisola marinera, para mi cita.
Hicimos planes para jugar al tenis en el club de campo del que mi padre y él eran miembros. Empaqué mi traje de tenis en mi bolso grande, el cual Mandy nombró la bolsa de Mary Poppins, y fui a esperar a Patrick. Cuando se detuvo en su elegante Lexus plateado, corrí a su encuentro. Patrick salió del coche, todo pelo rubio engominado y dientes blancos y rectos que indicaban años de ortodoncia. Me recibió en la puerta del coche, vestido en vaqueros casuales y una camiseta abotonada y me besó el dorso de la mano antes de ayudarme a entrar en el coche. El rico olor del cuero me envolvió y me acomodé en el asiento. Algo sobre Patrick me era familiar, como un par de pantalones vaqueros gastados, o tus cómodas sandalias, pero nada sobre su presencia, y ciertamente
su beso, me llevó a ningún lugar cerca de los fuegos artificiales. Era más como una tolerable indiferencia. Nick, por otro lado… bueno, mis pezones se endurecían con sólo pensar en él.
Después de un aburrido partido de tenis, en el que predeciblemente me dejó ganar, almorzamos en el espacioso patio de piedra del club. Ordené una ensalada de fresas y champán y Patrick el risotto de trufa. Bebimos agua con gas durante la comida y Patrick contó elaboradas historias diseñadas para impresionarme. Empezó con las aventuras en el velero de su padre, fiestas locas con sus amigos de la preparatoria, y finalmente sus ambiciones profesionales, hacer de socio a la edad de treinta y cinco. Ni una sola vez me preguntó sobre la mía. 
O nada de mí, en realidad. Encontré a mi mente vagando entre Nick y Lily. Me pregunté qué hacían los fines de semana. Me imaginaba que comían desayunos de panqueques con chispas de chocolate en pijama mientras veían los dibujos animados. El pensamiento me hizo sonreír. No pude evitar las
ocasionales miradas a mi reloj, contando los minutos que quedaban para que terminara esta cita y pudiera irme a ver a Nick y Lily. Después de nuestra cita, Patrick me acompañó hasta mi coche, abriendo la puerta mientras me instalaba en el asiento del conductor.
—Eso fue divertido. Deberíamos hacerlo de nuevo. Mi familia hace este tour de vino cada otoño, deberías venir.
—Me lo pensaré —dije, luego cerré la puerta del coche.
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Holaa, he estado pensando mucho sobre que hacer, y todavia no lo tengo decidido, creo que por ahora, subire esta novela como esta y cuando termine decidire que hacer.

lunes, 12 de enero de 2015

AVISO!!

Holaaa, como estan? Feliz Navidad (muy atrasada) y Feliz año nuevo. Este aviso era solo para decirles la razon por la que he estado dejando de subir cada vez menos, a veces quiero eliminarlo, el blog, pero me gusta subir novelas y compartirla con ustedes, no quiero eliminarlo de la nada, me parece mal poque sigue habiendo gente que lo lee, y es que me desmotiva adaptarlas a Niley, no por Miley, saben que me encanta, sino por Nick Jonas, cada vez esta peor, en mi opinion, me parecio muy mal hecho lo que dijo de Miley hace poco (ayer sino estoy mal) y hablando de la intimidad de ella como sino importara. No se que hacer, porque gracias a este blog he conocido a muchas personas, y no me gustaria dejarlo, pero me gustaria que opinaran, no se, subir reseñas de libros, o seguir adaptando, ya diganme ustedes como, o tal vez de Miley y ____ (esa no me gusta tanto jajajja) denme ideas