viernes, 29 de noviembre de 2013

Finding My Destiny - Niley - Cap 01


Miley
Tiempo presente…

Veinticuatro kilómetros fuera de la cuidad era lo suficientemente lejos. Nadie venía tan lejos de Sumit para visitar una farmacia. A menos que tuvieran veinte años y en necesidad de algo que no querían que el pueblo se enterara de lo que había comprado. Todo lo que comprara en la farmacia local de esparciría por toda la pequeña ciudad de Sumit, Tennessee en menos de una hora. Especialmente si eras soltera y estabas comprando condones…o una prueba de embarazo. Puse las pruebas de embarazo en el mostrador y no hice contacto visual con el empleado. No pude. El miedo y la culpa en mis ojos era algo que no quería compartir con un completo extraño. Esto era algo que ni siquiera le dije a Kyle. Desde que obligué a Nick para salir de mi vida hace tres semanas, poco a poco estaba volviendo a mi rutina de pasar todo el tiempo con Kyle. Fue fácil. No me presionaba para hablar, pero cuando lo hacía siempre escuchaba. 
—Dieciséis dólares y quince centavos, —dijo la mujer del otro lado del mostrador. Podía oír la preocupación detrás de su voz. No era de extrañar. Esta era la compra de la vergüenza que todas las adolescentes temían. Le entregué un billete de veinte dólares sin levantar los ojos de la pequeña bolsa que había puesto delante de mí. Ésta sostenía la única respuesta que necesitaba y aterrorizaba. Ignorar el hecho de que mi período tenía dos semanas de retraso y fingir que esto no estaba ocurriendo era más fácil. Pero tenía que saber. 
—Tres dólares con ochenta y cinco centavos es tu cambio, —dijo mientras extendí la mano y tomé el dinero que me extendía. 
—Gracias, —murmuré y tomé la bolsa. 
—Espero que todo salga bien, —dijo la mujer en tono suave. Levanté la vista y me encontré con un par de simpáticos ojos marrones. Era una extraña que nunca volvería a ver, pero en ese momento me ayudó que alguien más lo supiera. No me sentía sola. 
—Yo también, —le contesté antes de dar la vuelta y caminar hacia la puerta. De regreso al sol caliente de verano. Di dos pasos hacia el estacionamiento cuando mis ojos se posaron en el lado del conductor de la camioneta. Kyle estaba recargado sobre ella con sus brazos cruzados sobre el pecho. La gorra de beisbol gris que llevaba tenía una T de la Universidad de Tennessee ocultaba sus ojos.  Me detuve y lo miré fijamente. No había manera de mentir sobre esto. Él sabía que no había venido hasta aquí para comprar condones. Sólo había una razón más. Incluso sin poder ver la expresión de sus ojos sabía…que él lo sabía. 
Tragué el nudo en mi garganta con el que había estado luchando desde que entré en mi camioneta esta mañana y me dirigí fuera de la cuidad. Ahora ya no era sólo la extraña detrás del mostrador y yo lo sabíamos. Mi mejor amigo también lo sabía.  Me obligué a mí misma a poner un pie delate del otro. Él haría preguntas y yo tendría que responder. Después de las últimas semanas él se merecía una explicación. Se merecía la verdad. ¿Pero cómo explicaba esto? Me detuve a unos metros delante de él. Me alegró que la gorra ocultara su rostro. Sería mucho más fácil de explicar si no podía ver los pensamientos destellando en sus ojos.  Nos quedamos en silencio. Quería que él hablara primero, pero después de lo que parecieron varios minutos sin decir nada, supe que él quería que yo dijera algo primero. 
— ¿Cómo supiste dónde estaba? —pregunté finalmente. 
—Estás quedándote en la casa de mi abuela. En el momento que te fuiste actuando extrañamente, ella me llamó. Me preocupé por ti, —respondió.  Las lágrimas picaron mis ojos. No iba a llorar sobre esto. Ya había llorado todo lo que tenía que llorar. Apretando la bolsa que guardaba la prueba de embarazo, enderecé mis hombros. 
—Me has seguido, —le dije. No era una pregunta. 
—Por supuesto que sí, —respondió, luego sacudió la cabeza y volvió su mirada lejos de mí para concentrarse en otro cosa—. ¿Ibas a decirme, Miley?
¿Iba a decirle? No lo sabía. No había pensado en eso todavía. —No estoy segura que haya nada que decir aún por el momento, —le contesté con sinceridad. 
Kyle negó con la cabeza y dejó escapar una risita baja sin humor. — ¿No estás segura, eh? ¿Has venido hasta aquí porque no estás segura?
Él estaba enojado. ¿O estaba herido? Él no tenía por qué estarlo. —Hasta que no tome esta prueba no estoy segura. Estoy tarde. Eso es todo. No hay ninguna razón por la que debería decirte esto. No es de tu incumbencia. —  Lentamente, Kyle volvió su cabeza para nivelar su mirada en mí. Levantó la mano e inclinó su gorra hacia atrás. La sombra desapareció de sus ojos. Había incredulidad y dolor en ellos. No quería ver eso. Era casi peor que ver el juicio en sus ojos. En cierto modo el juicio era mejor.  
— ¿En serio? ¿Eso es lo que sientes? ¿Después de todo por lo que hemos pasado así es como te sientes honestamente? — Lo que habíamos pasado estaba en el pasado. Él era mi pasado. Había atravesado por muchas cosas sin él. Mientras él disfrutaba de sus años de escuela secundaria yo luchaba por mantener mi vida junta. ¿Qué era exactamente lo que él creía que había sufrido? La ira hirvió lentamente en mi sangre y levanté mis ojos para mirarlo. 
—Sí, Kyle. Así es como me siento. No estoy segura de qué es exactamente lo que hemos pasado. Éramos mejores amigos, después fuimos pareja, luego mi mamá enfermó y tú querías que tu polla fuera chupada por lo que me engañaste. Me hice cargo de mi madre enferma yo sola. Sin nadie con quien apoyarme. Luego ella murió y yo me mudé. Mi corazón y mundo fueron destrozados y volví a casa. Has estado aquí para mí. No te lo pedí pero lo has hecho. Estoy agradecida por eso, sin embargo eso no hace que todas las cosas desaparezcan. No compensa el hecho de que me abandonaste cuando más te necesitaba. Así que discúlpame de cuando mi mundo está a punto de ser retirado de debajo de mis pies y tú no eres la primera persona a la que corro. Aún no te lo has ganado. — Respiraba con dificultad y las lágrimas que no había querido derramar corrían por mi rostro. Maldita sea, no quería llorar. Cerré la distancia que nos separaba y usé toda mi fuerza para alejarlo fuera de mi camino para así poder agarrar la manija de la puerta y abrirla. Necesitaba salir de aquí. Alejarme de él. 
—Muévete, —grité mientras me esforzaba por abrir la puerta con su peso aún contra ella.  Espera que discutiera conmigo. Esperaba cualquier cosa excepto que hiciera lo que le pedí. Me subí en el asiento del conductor y arrojé la bolsa de plástico en el asiento a mi lado antes de echar andar la camioneta y salir del estacionamiento. Aún podía ver a Kyle de pie allí. No se había movido mucho. Sólo lo suficiente para que pudiera entrar a la camioneta. No me estaba mirando. Observaba el suelo como si tuviera todas las respuestas. No podía preocuparme por él ahora. Tenía que salir de aquí.
Tal vez no debería haberle dicho esas cosas. Tal vez debería haberlas dejado en mi interior donde habían estado enterradas todos estos años. Pero ya era demasiado tarde. Me confrontó en el momento equivocado. No me sentiría mal por esto. Tampoco podía volver a la casa de su abuela. Ella sospechaba. Era probable que él la llamara para decirle. Si no le decía la verdad, entonces algo parecido. No tenía ninguna otra opción. Iba a tener que tomar una prueba de embarazo en el baño de una estación de servicios. ¿Podría esto ponerse peor?

Nick
Las olas rompiendo contra la orilla me calmaban. Había estado sentado y mirando el agua en el patio desde que era niño. Había ayudado siempre a encontrar una mejor perspectiva de las cosas. Eso no estaba funcionándome ahora. La casa estaba vacía. Mi madre y… y el hombre a quien quería pudrir en el infierno por toda la maldita eternidad se habían ido tan pronto como llegue de Tennessee hace tres semanas. Yo había estado enojado, roto, salvaje. Después de amenazar la vida del hombre que se casó con mi madre, les exigí que se fueran. Yo no quería ver a ninguno de ellos. Tenía que llamar a mi madre y hablar con ella, pero yo no quería hacerlo por el momento. Era más fácil decir que perdonaría a mi mama que hacerlo. Sel, mi hermana, había venido varias veces y me había pedido que hablara con ella. Esto fue culpa de Sel, pero no pude hablar con ella acerca de esto tampoco. Ella me recordó lo que había perdido. Lo que yo apenas había tenido. Lo que yo nunca había esperado encontrar.
Un fuerte estruendo provenía de dentro de la casa rompió en mis pensamientos. Me voltee y me di cuenta que alguien estaba en la puerta cuando el timbre sonó seguida de otro golpe. ¿Quién diablos era? Nadie había venido a excepción de Sel y Joe desde que Miley se fue. Puse la cerveza en la mesa junto a mí y me levante. Quienquiera que fuese necesitaba una realmente buena razón para venir aquí sin invitación. Camine por la casa que seguía limpia desde la última visita de Henrietta, la sirvienta. Sin vida social era fácil mantener las cosas sin ser destruidas. Me gustaba mucho más esto. Los golpes comenzaron de nuevo cuando llegue a la puerta y la abrí de golpe listo para decirle a quien quiera que estuviera ahí que se fuera a la mierda cuando las palabras me fallaron. No era alguien a quien yo hubiera esperado ver otra vez. Yo solo había conocido al hombre una vez y al instante lo odie. Ahora estaba aquí, quería agarrarlo por los hombros y sacudirlo hasta que me dijera como estaba. Si ella estaba bien. ¿Dónde vivía? Dios, esperaba que ella no viviera con él. ¿Y si el… no, no, no, eso no había ocurrido. Ella no lo haría. No es mi Miley. Mis manos se apretaron en puños con fuerza a los costados. 
—Necesito saber una cosa— Kyle, el ex de Miley, dijo cuándo me le quede viendo confundido— ¿Tu…—se detuvo y trago saliva—Te… la jod, — se quitó la gorra y se pasó una mano por el pelo. Me di cuenta de los círculos oscuros bajo los ojos y la expresión cansada, cansada en su cara. Mi corazón se detuvo. Lo agarró del brazo y lo sacudo
— ¿Dónde está Miley? ¿Está bien?
—Ella está bien… quiero decir, ella está bien. Suéltame antes de que me rompas el brazo. — Kyle espeto, sacando su brazo lejos de mi—Miley está viva y bien en Sumit. No es por eso que estoy aquí. — ¿Entonces por qué estaba aquí? Teníamos una sola conexión: Miley.
—Cuando se fue de Tennessee, ella era inocente. Muy inocente. Yo había sido su único novio. Se lo inocente que era. Hemos sido mejores amigos desde que éramos niños. La Miley que regreso no es la misma que se fue. Ella no habla de ello. Ella no quiere hablar de ello. Solo necesito saber si tú y ella… si ustedes… Solo voy a decir esto ¿Te la follaste? — Mi visión se tornó borrosa mientras me movía sin ningún pensamiento que no sea para asesinarlo. Había cruzado una línea. No le permitiría hablar de Miley así. No le permitiría hacer ese tipo de preguntas o dudar de su inocencia. Miley era inocente, maldita sea. No tenía derecho.
—¡Santa mierda! ¡Nick, hermano, bájalo¡ — la voz de Joe me estaba llamando. Lo oía pero yo estaba demasiado lejos dentro de un túnel. Estaba enfocado en el chico delante de mi conectando con mi puño y la sangre corriendo de su nariz. Estaba sangrando. Yo necesitaba hacerlo sangrar. Yo necesitaba hacer a alguien sangrar mierda. Dos brazos se enrollaron a mi alrededor por detrás y me apartaron cuando Kyle tropezó hacia atrás levantando las manos hacia su nariz con una mirada de pánico en sus ojos. Bueno, uno de sus ojos. El otro ya estaba cerrado por la hinchazón. 
—¿Qué demonios le dijiste? —Pregunto la persona detrás de mí. Era Joe quien me tenía en una tenaza.
—Ni se te ocurra decirlo— rugí cuando Kyle abrió la boca para responder. No pude oírle hablar así de ella. Lo que había hecho era más que sucio y equivocado. El actúa como si yo la hubiera arruinado. Miley era inocente. Tan increíblemente inocente. Lo que había hecho no lo había cambiado.
Los brazos de Joe me apretaron tirándome contra su pecho —Te tienes que ir ya. Solo puedo retenerlo por poco tiempo. Tiene cerca de seis kilos más que yo y esto no es tan fácil como parece. Tienes que salir de aquí, amigo. No vuelvas. Tienes una jodida suerte de que haya aparecido. — Kyle asintió con la cabeza, y luego se tambaleo hacia su camioneta. La ira se había consumido en mis venas, pero todavía se sentía. Quería herirlo más. Para eliminar cualquier pensamiento en su cabeza de que Miley no era tan perfecta como lo había sido cuando salió de Alabama. No sabía todo por lo que había pasado. A la mierda, lo que mi familia le había hecho pasar. ¿Cómo iba a cuidar de ella? Ella me necesitaba 
—Si te dejo ir ¿Vas a perseguir su camioneta o estamos bien? — Pregunto Joe mientras aflojaba su agarre sobre mí.
—Estoy bien— Le asegure, me encogí de hombros liberándome de sus brazos y me acerque a la barandilla para agarrarme y tomar varias respiraciones profundas. El dolor volvió con toda su fuerza. Me las había arreglado para enterrarlo hasta que solo latía un poco, pero al ver al cobarde me lo recordó todo. Esa noche. De lo que nunca me recuperaría. La que me marcaria para siempre. 
— ¿Puedo preguntar por qué demonios me ibas a sacar la mierda a golpes a mí también? —Pregunto Joe poniendo alguna distancia entre nosotros. Él era mi hermano en todos los aspectos y propósitos. Nuestros padres se habían casado cuando éramos niños. Lo suficiente para formar ese vínculo. A pesar de que mi mama tuvo más maridos, desde entonces, Joe era mi familia. Me conocía lo suficiente para saber que era sobre Miley.
—El ex novio de Miley—conteste si mirarlo.
Joe se aclaró la garganta—Así que, uh, ¿vino a presumir ¿O solamente le toco una nariz sangrante por que la toco?
Las dos cosas. Ninguna. Negué con la cabeza—No. el vino aquí a hacer preguntas sobre mí y Miley. Cosas que no le incumbían. Pregunto la cosa equivocada.
—Ah, ya veo. Eso tiene sentido. Bueno, el pago por ello. El tipo probablemente tiene una fractura en la nariz para ir con ese ojo cerrado.
Por fin levanto la cabeza y miro a Joe—Gracias por separarme de él. Solo me quebré.
Joe asintió con la cabeza y abrió la puerta— Vámonos. A ver un juego y beber cerveza.

Miley
La tumba de mi madre era el único lugar al que podía pensar ir. No tenía casa. No podía regresar a donde Granny Q. Ella era la abuela de Kyle. Probablemente él estuviera allí esperando por mí. O quizás no estuviera. Quizás le había empujado demasiado. Me senté a los pies de la tumba de mi madre. Tiré de mis rodillas bajo mi barbilla y rodeé mis piernas con mis brazos.
Había vuelto a Tennessee porque era el único lugar que conocía para regresar. Ahora necesitaba marcharme. No podía quedarme aquí. Otra vez mi vida estaba a punto de tomar un giro repentino. Uno para el que no estaba preparada. Cuando había sido una niña mi madre nos había llevado un domingo a la escuela de la iglesia Baptista local. Recuerdo un pasaje de la Biblia que nos leyeron acerca de que Dios no pone en nuestro camino más de lo que podemos soportar. Estaba empezando a preguntarme si eso era solo para aquellas personas que iban a la iglesia cada domingo y rezaban antes de irse a la cama por las noches. Porque no se estaba conteniendo a la hora de lanzarme golpes. Sentir lástima por mí misma no me ayudaría. No podía hacer esto. Tenía que resolverlo también. Mi estancia con Granny Q y dejar que Kyle me ayudara a lidiar con el día a día había sido temporal. Sabía cuando me mudé a la habitación de invitados que no podía quedarme mucho tiempo. Había demasiada historia entre Kyle y yo. Historia que no tenía la intención de repetir. El momento de marcharse estaba aquí, pero todavía no tenía ni idea de a dónde iba a ir y qué iba a hacer igual que había estado tres semanas atrás.
—Me gustaría que estuvieras aquí, mamá. No sé qué hacer y no tengo nadie a quien preguntarle —susurré mientras estaba allí sentada en el silencioso cementerio. Quería creer que ella podía oírme. No me gustaba la idea de ella estando bajo tierra, pero después de que mi hermana Brandi, hubiera muerto me había sentado aquí en este lugar con mi madre y nos gustaba hablar con Brandi. Mamá había dicho que su espíritu estaba pendiente de nosotras y que podía oírnos. Así que quería creer eso ahora.
—Soy solo yo. Os echo de menos. No quiero estar sola… pero lo estoy. Y tengo miedo. —El único sonido era el susurro de las hojas en los árboles—. Una vez me dijiste que si escuchaba realmente fuerte sabría la respuesta en mi corazón. Estoy escuchando mamá, pero estoy tan confundida. ¿Tal vez podrías ayudarme señalándome en la dirección correcta de alguna manera? — Descansé la barbilla sobre mis rodillas y cerré los ojos, negándome a llorar.
— ¿Recuerdas cuando dijiste que tenía que contarle a Kyle cómo me sentía exactamente? Que no me sentiría mejor hasta que lo hubiera dejado salir todo. Bueno, justo hice eso hoy. Incluso si él me perdona, nunca será lo mismo. No puedo seguir confiando en él para las cosas, de cualquier modo. Es el momento de que resuelva las cosas por mi cuenta. Es solo que no sé cómo.
Solo preguntárselo me hizo sentir mejor. Saber que no obtendría una respuesta parecía no importar. La puerta de un coche se cerró de golpe rompiendo la paz y dejé caer mis brazos de mis piernas y me giré hacia atrás para mirar hacia el aparcamiento para ver un coche demasiado caro para esta pequeña ciudad. Girando mis ojos para ver quién se había bajado del coche abrí la boca y me puse de pie de un salto. Era Demi. Estaba aquí. En Tennessee. En el cementerio… conduciendo un coche que parecía muy, muy caro. Su largo cabello rubio estaba recogido sobre su hombro en una coleta. Una sonrisa tiraba de sus labios cuando mis ojos se encontraron con los suyos. No me podía mover. Tenía miedo de que me estuviera imaginando cosas. ¿Qué estaba Demi haciendo aquí?
—No tienes un teléfono móvil, ¿cómo diablos se supone que voy a llamarte y a decirte que voy a patearte el culo si no tengo un número al que llamar? ¿Eh? —Sus palabras no tenía sentido, pero solo oír su voz me hizo recorrer a la carrera la distancia entre nosotras.
Demi se rio y abrió sus brazos cuando me arrojé en ellos. —No puedo creer que estés aquí —dije después de abrazarla.
—Sí, bueno, yo tampoco. Fue un largo viaje. Pero tú lo vales y ya que dejaste el teléfono móvil en Rosemary no tenía ninguna manera de hablar contigo. — Quería contárselo todo, pero no podía. Todavía no. Necesitaba tiempo. Ella ya sabía sobre mi padre. Sabía sobre Sel. Pero el resto… yo sabía que ella no sabía.
—Estoy contenta de que estés aquí, ¿pero cómo me has encontrado?
Demi sonrió e inclinó la cabeza hacia un lado. —Conduje por la ciudad buscando tu camioneta. No fue tan difícil. Este lugar tiene como una luz roja. Si hubiera parpadeado dos veces lo habría pasado por alto.
—Ese coche probablemente atrapa un poco la atención yendo a través de la ciudad —dije mirando más allá de ella.
—Es de Jace. Esa cosa se conduce como un sueño. — Aún estaba con Jace. Bueno. Pero me dolía el pecho. Jace me recordaba a Rosemary. Y Rosemary me recordaba a Nick.
—Me gustaría preguntarte cómo estás, pero chicas, tienes la figura de un palo. ¿Has tenido comida desde que te marchaste de Rosemary?
Mis ropas colgaban flojas sobre mí. Comer había sido difícil con el gran nudo que se mantenía apretado en mi pecho en todo momento. —Han sido unas semanas difíciles, pero creo que estoy cada vez mejor. Superando las cosas. Tratando con ello.
Demi desvió la mirada hacia la tumba detrás de mí. Hacia ambas. Pude ver la tristeza en sus ojos mientras leía sus lápidas. —Nadie puede quitarte tus recuerdos. Tienes eso —dijo apretando mi mano entre las suyas.
—Lo sé. No les creo. Mi padre es un mentiroso. No les creo a ninguno de ellos. Ella, mi madre, no habría hecho lo que ellos dicen. Si alguien tiene la culpa ese es mi padre. Él causó este dolor. No mi madre. Nunca mi madre. — Demi asintió y sostuvo mi mano en las suyas. Solo tener a alguien escuchándome y saber que me creía, que creía en la inocencia de mi madre, ayudó.
—¿Tú hermana se parecía mucho a ti? — El último recuerdo que tenía de Brandi era de su sonrisa. Esa brillante sonrisa que era mucho más bonita que la mía. Sus dientes eran perfectos sin ayuda de aparatos de ortodoncia. Sus ojos eran más brillantes que los míos. Pero todo el mundo decía que éramos idénticas. Ellos no veían la diferencia. Siempre me pregunté por qué. Yo podía verla tan claramente.
—Éramos idénticas —respondí. Demi no entendería la verdad.
—No puedo imaginarme dos Miley Cyrus. Vosotras debisteis de haber roto un montón de corazones en esta pequeña ciudad. —Estaba tratando de aligerar el ambiente después de preguntar por mi difunta hermana. Yo apreciaba eso. 
—Solo Brandi. Yo estuve con Kyle desde que era joven. No rompí ningún corazón. — Los ojos de Demi se ampliaron un poco, luego apartó la mirada antes de aclararse la garganta. Esperé hasta que se volvió hacia mí. 
—A pesar de que verte es impresionante y que podríamos sacudir totalmente esta ciudad, en realidad estoy aquí con un propósito. — Supuse que así era, solo no podía imaginarme qué propósito sería exactamente.
—Vale —dije esperado más explicación.
— ¿Podemos hablar de esto en alguna cafetería? —Frunció el ceño y miró de nuevo hacia la calle—. O tal vez en el Dairy K ya que es el único lugar que he visto mientras conducía a través de la ciudad.
Ella no estaba cómoda manteniendo una conversación entre tumbas como yo. Eso era normal. Yo no lo era. —Sí, está bien —dije y me acerqué para recoger mi bolso.
—Ahí está tu respuesta —susurró una voz suave tan bajo que casi pensé que lo había imaginado. Me giré para mirar hacia atrás, a Demi, que estaba sonriendo con las manos metidas en los bolsillos delanteros.
—¿Dijiste algo? —pregunté confundida.
—Uh, ¿te refieres a después de que sugiriera ir al Dairy K? —preguntó. Asentí con la cabeza.
 —Sí. ¿Susurraste algo? — Ella arrugó la nariz, luego miró a su alrededor con nerviosismo y sacudió la cabeza.
—No… eh… ¿por qué no salimos de aquí? —dijo estirando la mano para coger mi brazo y tirando de mí detrás de ella hacia el coche de Jace. Volví la vista hacia la tumba de mi madre y una paz de asentó sobre mí. ¿Eso había sido…? No. Seguramente no. Sacudiendo la cabeza, me di la vuelta y me subí en el lado del copiloto antes de que Demi me lanzara dentro.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Finding My Destiny - Prologo


Nick
Hace 13 años

Hubo un golpe en la puerta y luego sólo el movimiento de pies. Mi pecho ya dolía. Mi madre me había llamado de camino a casa para decirme lo que había hecho y que hora tenía que salir a tomar algunos cócteles con sus amigas. Yo sería el que tendría que tranquilizar a Sel. Mi madre no podía manejar el estrés que eso envolvía. O eso dijo cuándo me llamó.
 —¿Nick? —la voz de Sel llamó con un hipo. Había estado llorando.
 —Estoy aquí, Sel, —dije mientras me levantaba de donde había estado sentado en la esquina. Era mi escondite. En esta casa necesitabas un escondite. Si no tenías uno, cosas malas sucedían. Los mechones color negros se pegaban en la cara mojada de Sel. Su labio inferior tembló mientras me miraba con esos ojos tristes. Casi nunca los veía felices. Mi madre sólo le daba atención cuando ella necesitaba vestirla y presumirla. El resto del tiempo era ignorada. Excepto por mí. Hacía lo mejor de mí para hacerla sentir querida.
 —No lo vi. Él no estaba allí, —susurró mientras un pequeño sollozo escapó. No tuve que preguntar quién era “él.” Lo sabía. Mamá se había cansado de oír a Sel preguntar por su padre. Así que decidió llevarla a verlo. Me gustaría que me lo hubiera dicho. Me gustaría poder haber ido. La mirada afligida en el rostro de Sel provocó que mis manos se cerraran en puños. Si alguna vez veía a ese hombre iba a darle un puñetazo en la nariz. Quería verlo sangrar.
 —Ven aquí, —le dije, extendiendo la mano y tirando de mi hermana pequeña hacia mis brazos. Ella envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó con fuerza. En momentos como este era difícil respirar. Odiaba la vida que le habían dado. Por lo menos yo sabía que mi padre me quería. Él pasaba tiempo conmigo.
 —Tiene hijas. Dos. Y son…hermosas. Sus cabellos son como el cabello de un ángel. Y tienen una mamá que las deja jugar afuera en la tierra. Llevaban zapatos tenis. Y estaban sucios. —Sel tenía envidia por unas zapatillas sucias. Nuestra madre no le permitía ser menos que perfecta todo el tiempo. Ella ni siquiera tenía un par de zapatos tenis.
 —No pueden ser más hermosas que tú, —le aseguré porque ciertamente lo creía. Sel sollozó y luego se apartó de mí. Inclinó su cabeza hacia arriba y me observó con sus grandes ojos marrones-
—Lo son. Las vi. Pude ver las fotografías en la pared con ambas niñas y un hombre. Él las quiere…Él no me quiere.
— No podía mentirle. Ella tenía razón. Él no la quería.
 —Él es un tonto. Me tienes a mí, Sel. Siempre me tendrás.

martes, 26 de noviembre de 2013

Finding My Destiny - Sinopsis

Él guardaba un secreto que destrozó su mundo.

Todo lo que ella sabía ya no era cierto.

Miley no podía dejar de amarlo, pero sabía que nunca podría perdonarlo. Ahora estaba de vuelta en casa y aprendiendo a vivir de nuevo. Continuando con su vida... Hasta que algo sucede y pone a girar su mundo una vez más.

¿Que hacer cuando la única persona en la que nunca puedes volver a confiar en en la única que tienes que confiar desesperadamente?

Mientes, te escondes, y lo evitas y rezas para que tus pecados nunca te encuentres.
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Esta es la segunda parte de  Looking For My Destiny

domingo, 24 de noviembre de 2013

My Beautiful Mistake - Epilogo


Las paredes goteaban agua de lluvia de las calles de arriba. Las gotas caían en profundos charcos, como si estuvieran llorando por él, el bastardo tirado en el centro del sótano en un charco de su propia sangre. Yo respiraba con fuerza, mirándolo, pero no por mucho tiempo. Mis dos Glock apuntaban en direcciones opuestas, conteniendo a los hombres de Benny en su lugar hasta que el resto de mi equipo llegara. El auricular enterrado profundamente en mi oído zumbo.
—ETA (Tiempo estimulado de arribo) diez segundos Jonas. Buen trabajo—El jefe de mi equipo, Henry Givens, habló en voz baja, sabiendo tan bien como yo que con Benny muerto, todo había terminado Una docena de hombres armados con rifles automáticos y vestidos de negro de pies a cabeza se precipitó adentro, y bajé las armas.
— No son más que matones. Sáquenlos como el infierno de aquí.— Tras enfundar mis pistolas, saqué la cinta restante de mis muñecas y caminé penosamente por las escaleras del sótano. Kevin me esperaba en la parte superior, su chaqueta color caqui y su pelo empapados por la tormenta.
—Hiciste lo que tenías que hacer—dijo, siguiéndome hacia el coche. —¿Estás bien?—dijo, tratando de alcanzar el corte en mi ceja. Había estado sentado en esa silla de madera durante dos horas, consiguiendo que patearan mi culo mientras Benny me interrogaba. Me habían descubierto por la mañana, todo parte de un plan, por supuesto, pero al final de su interrogatorio se suponía que daría lugar a su detención, no a su muerte. Mi mandíbula se tensaba violentamente debajo de mi piel. Había recorrido un largo camino desde perder los estribos y a golpear la mierda de alguien que me despertaba la ira. Sin embargo, en pocos segundos, todo mi entrenamiento había sido inservible, y sólo le tomó a Benny nombrarla para que eso suceda.
— Tengo que llegar a casa, Kev. He estado fuera durante semanas, y es nuestro aniversario… o lo que queda de él.— Abrí la puerta del coche, pero Kevin agarró mi muñeca.
—Tienes que ser interrogado, en primer lugar. Has pasado años en este caso.
—Desperdicié. He desperdiciado años.— Kevin suspiró.
—No quieres llevar a casa esto contigo, ¿verdad?— Suspiré.
— No, pero me tengo que ir. Se lo prometí.
— Yo la llamaré. Se lo explicaré.
— Mientes.
— Es lo que hacemos.— La verdad era siempre fea. Kevin tenía razón. Él prácticamente me crio, pero yo realmente no lo conocí hasta que fui reclutado por el FBI. Cuando Kevin se fue a la universidad, pensé que estaba estudiando publicidad y más tarde nos dijo que era un ejecutivo de publicidad en California. Él estaba tan lejos, que era fácil para él mantener su tapadera.
Mirando hacia atrás, tenía sentido, ahora, por qué Kevin había decidido volver a casa por una vez sin necesidad de una ocasión especial, la noche en que conoció a Miley. En aquel entonces, cuando él había empezado a investigar primero a Benny y sus numerosas actividades ilegales, fue simplemente un golpe de suerte que su hermano conoció y se enamoró de la hija de uno de los deudores de Benny. Incluso mejor que hayamos terminado enredados en su negocio. Al segundo que me gradué con un título en justicia criminal, tuvo sentido para el FBI contactarme. El honor se perdió en mí. Nunca se me ocurrió a mi o Miley que tenían miles de solicitudes al año, y no hacían un hábito el reclutamiento. Pero yo era un agente encubierto, ya que ya tenía conexiones con Benny. Años de entrenamiento y tiempo fuera de casa habían culminado con Benny tirado en el suelo, sus ojos muertos mirando hacia el techo del subterráneo. Toda la carga de mi Glock estaba enterrada profundamente en su torso. Encendí un cigarrillo.
— Llame a Sarah en la oficina. Dile que me reserve el siguiente vuelo. Quiero estar en casa antes medianoche.
— Amenazó a tu familia, Nick. Todos sabemos lo que Benny es capaz de hacer. Nadie te culpa.
— Sabía que estaba atrapado, Kev. Sabía que no tenía adónde ir. Me cebo. Me cebo, y yo caí en ello.
— Puede ser. Pero detallar la tortura y la muerte de la esposa de su conocido más letal no era exactamente un buen negocio. Tenía que saber que no podía intimidarte.
— Sí—dije entre dientes, recordando la vívida imagen que Benny había pintado sobre secuestrar a Miley y pelar la carne lejos de sus huesos pieza a pieza.— Apuesto a que él desearía no ser tan buen narrador.
—Y siempre estará Billy. Él es el siguiente en la lista.
— Te lo dije, Kev. Puedo solo asesorarte en eso. No es una buena idea que yo participe.— Kevin se limitó a sonreír, dispuesto a esperar otro momento para esa discusión. Me deslicé en el asiento trasero del coche que estaba esperando para llevarme al aeropuerto. Una vez que la puerta se cerró detrás de mí, y el conductor se apartó de la acera, marqué el número de Miley.
—Hola, cariño— Miley respondió animada. Inmediatamente, tomé una respiración profunda, tranquilizador respiro. Su voz era todo lo que necesitaba.
— Feliz aniversario, Pigeon. Estoy en mi camino a casa.
— ¿Lo estas?— preguntó ella, alzando la voz una octava. —El mejor regalo.
— ¿Cómo va todo?
— Estamos en casa de papá. Daniel acaba de ganarme otra mano de póker. Estoy empezando a preocuparme.
— Es tu hijo, Pigeon. ¿Te sorprendes que él sea bueno en el juego?
—Me retó, Nick. Él es bueno.—Hice una pausa.
— ¿Él te retó?
— Si.
— Pensé que tenías una regla sobre eso.
— Lo sé— Suspiró.—Lo sé. Yo no voy jugar más, pero él tuvo un mal día, y era una buena manera de llevarlo a hablar de ello.
— ¿Cómo es eso?
— Hay un niño en la escuela. Hizo un comentario sobre mí hoy.
— No es la primera vez que un niño hace un comentario sobre la ardiente maestra de matemáticas.
— No, pero supongo que fue especialmente rudo. Daniel le dijo que se callara. Hubo una pelea.
— ¿Acaso Daniel le pateó el culo?
—Nick.— Me eché a reír.
— ¡Sólo era una pregunta!
— Lo vi desde mi salón de clases. Destiny llegó allí antes que yo. Ella podría haber... humillado a su hermano. Un poco. No a propósito.— Cerré los ojos. Destiny, con sus grandes ojos color miel, cabello largo y oscuro, con cuarenta kilos de media, era mi mini-yo. Ella tenía un igualmente mal temperamento y nunca perdía el tiempo con palabras. Su primera pelea fue en jardín de infantes, defendiendo de su hermano gemelo, Daniel, contra un pobre niña inocente que le estaba tomando el pelo. Tratamos de explicarle que la niña probablemente sólo estaba enamorada, pero Destiny no entendía nada de eso. Sin importar cuántas veces Daniel le rogara que le permitiera luchar sus propias batallas, ella era ferozmente protectora, aun cuando él era ocho minutos mayor. Resoplé.
— Déjame hablar con ella.
— ¡Dest! ¡Papá está en el teléfono!— Una pequeña voz dulce vino de la línea. Fue increíble para mí que ella pudiera ser tan salvaje como yo lo había sido, y aun así sonar, y lucir, como un ángel.
— Hola, papá.
— ¿Bebé... te has metido en algún problema hoy?
— No fue mi culpa, papá.
— Nunca lo es.
— Daniel estaba sangrando. Lo tiraron al suelo.— Mi sangre hirvio, pero dirigir a mis hijos en la dirección correcta era lo primero.
— ¿Qué dijo el abuelo?
— Me dijo: 'Era hora de que alguien callara a Steven Matese.’— Me alegré de que no pudiera verme sonreír de su representación de la impresión de Paul Jonas.
— Yo no te culpo por querer defender a tu hermano, Dest, pero hay que dejarlo pelear algunas batallas por su propia cuenta.
— Lo haré. Pero no cuando está en el suelo.— Contuve otra oleada de risas.
— Déjame hablar con mamá. Estaré en casa en unas horas. Te quiero a montones, bebé.
— ¡Yo también te quiero, papá!— El teléfono se resonó un poco mientras hacia la transición de Destiny a Miley, y luego la suave voz de mi esposa estaba de vuelta en la línea.
— No ayudaste en nada, ¿verdad?— preguntó ella, aunque ya sabía la respuesta.
— Probablemente no. Tenía un buen argumento.
— Siempre lo tiene.
— Es cierto. Escucha, estamos llegando al aeropuerto. Nos vemos pronto. Te amo.— Cuando el conductor aparcó junto a la acera en la terminal, me apresuré a sacar mi bolsa del maletero. Sarah, la asistente de Kevin, acababa de enviar a través de un correo electrónico mi itinerario, y mi vuelo salía en media hora. Corrí a través de la salida y en la seguridad, y llegué a la puerta justo cuando estaban llamando al primer grupo. El vuelo de regreso pareció durar una eternidad, como siempre lo hacían. A pesar de que había usado un cuarto para refrescarme y cambiarme de ropa en el baño, que siempre era un desafío, el tiempo que faltaba me inquietaba. Saber que mi familia me estaba esperando era brutal, pero el hecho de que era mi undécimo aniversario con Miley lo hacía aún peor. Sólo quería abrazar a mi esposa. Era todo lo que siempre había querido hacer. Estaba tan enamorado de ella en nuestro undécimo año como lo estaba en el primero. Cada aniversario era una victoria, un dedo medio a todos los que pensaban que no íbamos a durar. Miley me domesticó, el matrimonio me acomodó, y cuando me convertí en padre, toda mi perspectiva cambió. Miré hacia mi muñeca y aparté mi puño. El apodo de Miley seguía allí, y todavía me hacía sentir mejor al saber que estaba allí.
El avión aterrizó, y tuve que contenerme para no hacer una carrera a través de la terminal. Una vez que llegué a mi coche, mi paciencia había expirado. Por primera vez en años, me corrí los semáforos y zigzagueaba por entre el tráfico. Fue en realidad un poco divertido, me recordaba a mis días de universidad.
Estacioné en la entrada y apagué las luces. La luz del porche se encendió mientras me acercaba. Miley abrió la puerta, con su pelo de caramelo apenas rozándole sus hombros, y sus grandes ojos verde azules, aunque un poco cansados, mostraron lo aliviada que estaba de verme. La puse en mis brazos, tratando de no apretarla con demasiada fuerza.
— Oh Dios mío—suspiré, enterrando la cara en su pelo. —Te extrañé muchísimo.— Miley se apartó, tocando el corte en mi frente.
— ¿Te has caído?
— Ha sido un día difícil en el trabajo. Yo podría haberme topado con la puerta del coche cuando me fui para el aeropuerto.— Miley me atrajo hacia ella otra vez, clavando sus dedos en mi espalda.
— Estoy tan contenta de que estés en casa. Los niños están en la cama, pero se niegan a dormir hasta que tú los arropes.— Me aparté y asentí con la cabeza, y luego me inclinó por la cintura, ahuecando el redondo estómago de Miley.
— ¿Qué tal tú? —le pregunté a mi tercer hijo. Besé el ombligo protuberante de Miley, y luego me puse derecho de nuevo.— Miley se frotó la barriga en un movimiento circular.
— Él todavía se esta cocinando.
— Bueno—Saqué una caja pequeña de mi equipaje de mano y la sostuve frente a mí. —Once años hoy, estábamos en Las Vegas. Todavía es el mejor día de mi vida.— Miley tomó la caja, y luego tiró de mi mano hasta que estuvimos en la entrada. Olía como una combinación de limpieza, velas y niños. Olía como a casa.
— Tengo algo para ti, también.
— Oh, ¿sí?
— Sí—Ella sonrió. Me dejó por un momento, desapareciendo en la oficina, y luego salió con una sobre de papel manila. —Ábrelo.
— ¿Me das el correo? La mejor esposa de todos los tiempos —bromeé. Miley se limitó a sonreír. Abrí el sobre y saqué la pequeña pila de papeles en su interior. Fechas, horas, transacciones, incluso mensajes de correo electrónico. Desde y hacia Benny, con el padre de Miley, Billy. Él había estado trabajando durante años para Benny. Había tomado más dinero prestado de él, y luego tuvo que trabajar para pagar su deuda para que no lo matara cuando Miley se negó a pagar. Sólo había un problema: Miley sabía que yo trabajaba con Kevin... pero por lo que yo sabía, ella pensaba que yo trabajaba en publicidad.
— ¿Qué es esto?—le pregunté, fingiendo confusión. Miley todavía tenía una cara de póquer perfecta.
—Es la conexión que necesitas para relacionar a Billy con Benny. Este justo aquí —dijo, tirando del segundo documento de la pila—es el clavo en el ataúd.
— Está bien... pero ¿qué se supone que debo hacer con esto?— La expresión de Miley se transformó en una sonrisa dudosa.
— Hagas lo que hagas con estas cosas, cariño. Sólo pensé que si lo hacia un poco de investigación, podrías quedarte en casa un poco más esta vez.— Mi mente daba vueltas, tratando de encontrar una salida de esto. Yo había volado alguna manera mi cubierta.
— ¿Cuánto tiempo tienes sabiéndolo?
— ¿Importa?
— ¿Estás enojada?— Miley se encogió de hombros.
— Estaba un poco dolida al principio. Tienes bastantes mentiras blancas bajo el cinturón.— La abracé, los papeles y sobres todavía en mi mano.
— Lo siento mucho, Pigeon. Lo siento tanto, tanto—Me alejé. —No le has dicho a nadie, ¿Verdad?— Ella negó con la cabeza.
— ¿Ni siquiera a Demi o Joe? ¿Ni a papá o los chicos?— Ella negó con la cabeza, nuevamente.
— Soy lo suficientemente inteligente como para entenderlo, Nick. ¿Crees que no soy lo suficientemente inteligente como para guardármelo para mí? Tu seguridad está en juego.— Ahuequé sus mejillas en mi mano.
—¿Qué significa esto?— Ella sonrió.
—Esto significa que puedes dejar de decir que aún tienes otra convención para ir. Parte de tus historias de cubierta son francamente insultantes.— La besé otra vez, tiernamente tocando mis labios con los suyos.
— ¿Y ahora qué?
— Besa a los niños, y luego tú y yo podemos celebrar once años de “lo hicimos en tu cara”. ¿Qué tal eso?— Mi boca se estiró en una amplia sonrisa, y luego miré los papeles.
— ¿Vas a estar bien con esto? ¿Ayudando a acabar con tu padre?— Miley frunció el ceño.
— Él lo ha dicho un millón de veces. Yo iba a ser su final. Al menos puedo hacerlo sentir orgulloso en que tuvo razón. Y los niños estarán más seguros de esta manera.— Puse los papeles en el extremo de la mesa de entrada.
— Hablaremos de esto más tarde.— Caminé por el pasillo, tirando de la mano de Miley detrás de mí. La habitación de Destiny era la más cercano, por lo me metí y besé su mejilla, con cuidado de no despertarla, y luego crucé el pasillo hasta la habitación de Daniel. Él todavía estaba despierto, acostado en silencio.
— Hey, amigo—le susurré.
— Hola, papá.
— Escuché que tuviste un día difícil. ¿Estás bien? —Él asintió con la cabeza. —¿Estás seguro?
— Steven Matese es un idiota.— Asentí con la cabeza.
— Tienes razón, pero probablemente podrías encontrar una forma más adecuada para describirlo.— Daniel frunció su boca por un costado.
— Así que, le ganaste a mamá en el póker hoy, ¿eh?—Daniel sonrió.
— Dos veces.
— Ella no me dijo que esa parte—le dije, volviendo a Miley. Su oscura silueta curvilínea apareció en la puerta iluminada.— Puedes contarme el minuto a minuto mañana.
—Sí, señor.
— Te quiero.
— Yo también te quiero, papá.— Besé la nariz de mi hijo y luego seguí a su madre por el pasillo hasta la habitación. Las paredes estaban llenas de retratos de la familia y la escuela, y obras de arte enmarcadas. Miley se puso en medio de la habitación, su vientre lleno de nuestro tercer hijo, vertiginosamente hermosa, y feliz de verme, incluso después de que se enteró de lo que había estado manteniendo oculto de ella durante la mayor parte de nuestro matrimonio. Yo nunca había estado enamorado antes de Miley, y nadie ha despertado mi interés desde entonces. Mi vida era la mujer que estaba delante de mí, y la familia que habíamos hecho juntos. Miley abrió la caja, y me miró con lágrimas en los ojos.
— Siempre sabes qué regalar. Es perfecto —dijo ella, sus gráciles dedos tocando las tres piedras de nacimiento de nuestros hijos. Se lo puso en su dedo anular derecho, extendiendo la mano para admirar su nuevo juguete.
— No es tan bueno como tu consiguiéndome un ascenso. Ellos van a saber lo que hiciste, ya sabes, y se va a poner complicado.
— Siempre lo parece con nosotros— dijo, impávida. Tomé una respiración profunda, y cerré la puerta del dormitorio detrás de mí. A pesar de que nos habíamos puesto el uno al otro a través del infierno, encontramos el cielo. Tal vez eso era más que lo que un par de los pecadores se merecía, pero yo no iba a quejarme.

FIN
Primera Parte
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Holaaa, ya subi el final, si comentan mañana subo la segunda parte de Looking For My Destiny.

Dany 

viernes, 22 de noviembre de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 27


Miley esperaba en la acera, su no sosteniendo los dos únicos dedos que tenía libre. El resto estaban aguantando bolsos o tratando hacer señas a Demi. Habíamos conducido en el Honda al aeropuerto dos días antes, por lo que Joe tuvo que dejar que su novia fuera por su coche. Demi insistió en ser la que nos recogiera, y todo el mundo sabía por qué. Cuando ella se detuvo frete a nosotros, miró directo al frente. Ella ni siquiera salió para ayudar con los bolsos. Miley cojeo hacia el asiento del pasajero y entró, mimando el lado que acababa de tatuarse con mi apellido. Tiré los bolsos en la ventana trasera e intenté abrir la puerta del asiento trasero.
— Uh…—dije, tirando dela palanca de nuevo. —Abre la puerta, Demi.
—No creo que lo haga—dijo ella, sacando la cabeza para mirarme. Avanzó un poco hacia delante, y Miley se puso tensa.
— Demi, para.— Demi pisó el freno, y levantó una ceja.
— Tú casi logras que mi mejor amiga muera en una de tus estúpidas peleas, luego te la llevas a Vegas y te casas con ella cuando yo estoy fuera de la ciudad, así que no solo no pude ser la dama de honor, si no que ¿tampoco pude ser testigo?— Tiré de la palanca de nuevo.
— Vamos, Demi. Me gustaría poder decir que lo siento, pero yo estoy casado con el amor de mi vida.
— ¡El amor de tu vida es una Harley!—Demi enfureció. Avanzó de nuevo hacia delante.
— ¡Ya no!—le rogué.
— Demetria Lovato…— comenzó Miley. Trató de sonar intimidante, pero Demi lanzó una mirada en su dirección tan severa que dejo a Miley acobardada contra la puerta. Los coches detrás de nosotros tocaban bocina, pero Demi estaba demasiado furiosa para prestar atención.
— ¡Está bien!—dije, levantando una mano—Está bien. ¿Y si nos uh... que tal si tenemos otra boda este verano? Con vestido, invitaciones, flores, todo. Puedes ayudarla a planearla. Te podrás parar al lado de ella, organizarle una despedida de soltera, lo que quieras.
— ¡No es lo mismo!—Demi gruñó, pero la tensión en su rostro se relajó un poco. —Pero es un comienzo.— Rebuscó hacia atrás por la puerta y subió la traba. Tiré de la manija y me deslizó en el asiento, con cuidado de no volver a hablar hasta que llegáramos al apartamento. Joe estaba limpiando su Charger cuando nos detuvimos en el estacionamiento.
— ¡Hey!— Él sonrió y me abrazó, y luego a Miley—Felicitaciones a los dos.
— Gracias—dijo Miley, todavía sintiéndose incómoda por la rabieta de Demi.
— Supongo que es algo bueno que Demi y yo ya estábamos discutiendo conseguir nuestro propio lugar.
— Oh, lo estaban—Miley dijo, inclinando la cabeza a su amiga.—Parece que no éramos los únicos tomando decisiones por cuenta propia.
— Íbamos a hablarlo contigo—dijo Demi a la defensiva.
— No hay prisa—le dije. —Pero me gustaría algo de ayuda para traer el resto de las cosas de Miley.
— Sí, claro. James acaba de llegar a casa. Le diré que necesitamos su camión— Los ojos de Miley se movían entre nosotros tres.
— ¿Se lo vamos a decir?— Demi no pudo contener su sonrisa de suficiencia.
— Va a ser difícil negarlo con esa gran roca en tu dedo— Fruncí el ceño.
— ¿No quieres que nadie lo sepa?
— Bueno, no, no es eso. Pero, nos casamos repentinamente, bebé. La gente va a enloquecer
—Tú eres la Sra. Jonas ahora. Ellos que se jodan— dije sin dudarlo.— Miley me sonrió, y luego miró a su anillo.
— Esa soy yo. Supongo que mejor represento a la familia apropiadamente.
— Oh, mierda— dije—Tenemos que decirle a papá.— La cara de Miley se puso blanca.
— ¿Tenemos?— Demi echó a reír.
— Estas esperando mucho de ella. Pasos de bebé, Nick, Jesús.— Me burlé de ella, todavía irritado porque no me dejara entrar en el coche en el aeropuerto. Miley esperaba una respuesta. Me encogí de hombros.
— Nosotros no tenemos que hacerlo hoy, pero muy pronto, ¿de acuerdo? No quiero que lo escuche de cualquier otra persona.— Ella asintió con la cabeza.
— Entiendo. Vamos a tomarnos el fin de semana y a disfrutar de nuestros primeros días como recién casados sin invitar a todos a nuestro matrimonio justo ahora.— Sonreí, sacando nuestro equipaje desde la ventana trasera del Honda.
— Hecho. Excepto por una cosa.
— ¿Cual?
— ¿Podemos pasar los primeros días en busca de un coche? Estoy bastante seguro de que te prometí un coche.
— ¿En serio?— Ella sonrió.
— Elije un color, bebé.— Miley saltó sobre mí otra vez, envolviendo sus piernas y brazos a mí alrededor y cubriéndome cara de besos.
— Oh, ya basta, ustedes dos—dijo Demi. Miley cayó a sus pies, y Demi la agarró por la cintura.
— Entremos. ¡Quiero ver tu tatu!— Las chicas corrieron por las escaleras, dejándonos a mi y Joe para ocuparnos del equipaje. Lo ayudé con las numerosas y pesadas maletas de Demi, agarrando las mias y las de Miley también. Cargamos el equipaje por las escaleras y estuvimos agradecidos de que la puerta había quedado abierta. Miley estaba tumbada en el sofá, con sus vaqueros desabrochados y doblados, mirando hacia abajo mientras Demi inspeccionaba las delicadas curvas negras a lo largo de la piel de Miley. Demi miró a Joe, quien tenia la cara roja y sudando.
— Estoy tan contenta de que no estemos locos, nene.
— Yo, también—dijo Joe. —Espero que querías estar aquí, porque yo no voy las voy a llevar de vuelta al coche.
— Así es, gracias— Ella sonrió con dulzura, volviendo al tatuaje de Miley. Joe resopló mientras desaparecía en su habitación, volviendo con una botella de vino en cada mano.
— ¿Qué es eso?—dijo Miley.
— Tu recepción—dijo Joe con una amplia sonrisa. Miley estacionó lentamente en un espacio de estacionamiento vacío, cuidadosamente revisando cada lado. Ella había elegido un nuevo Toyota Camry plateado el día anterior, y las pocas veces que yo podía ponerla detrás del volante, ella manejaba como si estuviera tomando prestado en secreto el Lamborghini de alguien. Después de dos paradas, ella finalmente puso el freno de mano y apagó el motor.
— Tendremos que conseguir una etiqueta para el estacionamiento— dijo, revisando el espacio de lado otra vez.
—Si, Pigeon. Me haré cargo de eso— dije por cuarta vez. 

Me preguntaba si debería haber esperado otra semana antes de añadir el estrés de un nuevo auto. Los sabíamos que para el final del día que el rumor de la escuela estaría esparciendo la noticia de nuestro matrimonio, junto con uno o dos escándalos ficticios. Miley, adrede, se puso unos jeans muy ajustados y un sweater al cuerpo para despejar las inevitables dudas sobre un embarazo. Quizás nosotros nos casamos repentinamente pero hijos era todo un nuevo nivel, y ambos estábamos dispuestos a esperar. Algunas gotas cayeron del cielo gris de la primavera mientras comenzamos nuestra caminata hacia nuestras clases en el campus. Puse mi gorra de béisbol roja bien bajo en mi frente, y Miley abrió su paraguas. Los dos nos quedamos mirando al edificio Keaton cuando pasamos, tomando nota de la cinta amarilla y el ladrillo ennegrecido por encima de cada ventana.  Miley agarró mi abrigo, y yo la abracé, tratando de no pensar en lo que había sucedido. Joe se enteró de que Adam había sido arrestado. Yo no le había dicho nada a Miley, temeroso de ser el siguiente, y causarle una preocupación innecesaria. Una parte de mí pensó que la noticia sobre el incendio mantendría la atención indeseada lejos del anillo de Miley, pero yo sabía que la noticia de nuestro matrimonio sería una distracción bienvenida de la triste realidad de perder compañeros de clase en una forma tan horrible. Como lo esperaba, cuando llegamos a la cafetería, mis hermanos de la fraternidad y del equipo de fútbol fueron a felicitarnos por nuestra boda y nuestro inminente hijo.
— No estoy embarazada—dijo Miley, sacudiendo la cabeza.
— Pero... ustedes están casados, ¿verdad? —dijo Lexi, dudosa.
— Sí—dijo Miley con sencillez. Lexi levantó una ceja.
— Supongo que averiguaremos la verdad muy pronto.— Giré mi cabeza hacia un lado.
— Asúmelo, Lex.— Ella me ignoró.
— Supongo que los dos ¿Se enteraron del incendio?
— Un poco— dijo Miley, claramente incómoda.
— Escuché que estudiantes estaban haciendo una fiesta allí. Que se han estado metiendo a escondidas en los sótanos durante todo el año.
— ¿Tan así?—le pregunté. Por el rabillo del ojo pude ver a Miley mirándome, pero traté de no parecer muy aliviado. Si eso era cierto, tal vez estaría fuera del gancho.
El resto del día lo pasamos siendo observado o felicitados. Por primera vez, no fui detenido entre las clases por diferentes chicas que querían saber sobre mis planes para el fin de semana. Ellas sólo me veían mientras pasaba caminando, reacias a acercarse al marido de otra persona.  En realidad era un poco agradable. Mi día iba bastante bien, y me preguntaba si Miley podría decir lo mismo. Incluso mi profesora de psicología me ofreció una pequeña sonrisa y asentimiento cuando ella escuchó mi respuesta a la pregunta sobre si el rumor era cierto. Después de nuestra última clase, me encontré con Miley en el Camry, y tiré las mochilas en el asiento trasero.
— ¿Fue tan malo como pensabas?
— Sí—Ella suspiró.
—Supongo que hoy es un buen día para caer en lo mi papá, ¿no?
— No, pero debemos. Tienes razón, yo no quiero que se entere de la noticia por alguien más.— Su respuesta me sorprendió, pero no la cuestioné. Miley trató de conseguir que yo conduzca, pero me negué, insistiendo en tome confianza detrás volante.
El viaje hacia lo de papá desde el campus no tardó mucho tiempo, pero más que si yo hubiera conducido. Miley obedeció todas las leyes de transito, sobre todo porque ella estaba nerviosa por ser detenida y entregarle accidentalmente al policía la Identificación falsa. Nuestro pequeño pueblo parecía diferente, mientras lo atravesábamos, o tal vez era yo quien no era el mismo. No estaba seguro de si era por ser un hombre casado que me hacia sentir un poco más relajado, moderado, o si finalmente me había asentado en mi propia piel. Ahora estaba en una situación en la que no tenía que probarme a mí mismo, porque la única persona que me aceptaba completamente, mi mejor amiga, ahora era un elemento permanente en mi vida. Parecía como si hubiera completado una tarea, superado un obstáculo. Pensé en mi madre, y las palabras que ella me dijo hace casi una vida atrás. Fue entonces cuando lo entendí: ella me había pedido que no me asentara, que peleara por la persona que amaba, y por primera vez, hice lo que ella esperaba de mí. Finalmente había llegado a ser quien ella quería que fuera. Respiré hondo, y llegué a descansar mi mano sobre la rodilla de Miley.
— ¿Qué pasa?—preguntó.
— ¿Qué pasa con qué?
— La mirada en tu cara.— Sus ojos se movieron entre mí y la carretera, muy curiosa. Me imaginé que era una expresión nueva, pero no podría empezar a explicar lo que podría parecer.
— Estoy feliz, bebé.
— Yo también—Miley medio tarareó, medio rio. Es cierto que estaba un poco nervioso por decirle a mi padre acerca de nuestra escapada memorable a Las Vegas, pero no porque él se fuera a enojar. No podía poner mi dedo en eso, pero las mariposas en mi estómago se arremolinaban más rápido y más fuerte con cada cuadra más cerca que estábamos de la casa de papá. Miley se detuvo en el camino de grava, empapada por la lluvia, y se detuvo junto a la casa.
— ¿Qué crees que va a decir?—preguntó.
— No lo sé. Él va a estar feliz, eso si lo sé.
— ¿Eso crees?—preguntó Miley, sosteniendo mi mano. Apreté sus dedos entre los míos.
— Lo sé.— Antes de que pudiéramos llegar a la puerta principal, papá salió al porche.
— Bueno, hola, chicos—dijo, sonriendo. Sus ojos se arrugaron mientras sus mejillas hicieron subir las bolsas hinchadas bajo sus ojos. —No estaba seguro de quien estaba aquí. ¿Tienes un coche nuevo, Miley? Es bonito.
— Hey, Paul—Miley sonrió.—Nick lo hizo.
— Es nuestro—le dije, quitándome mi gorra—Pensamos en pasarnos por aquí.
— Estoy feliz de que lo hayan hecho… feliz. Estamos teniendo un poco de lluvia, supongo.
— Supongo—dije, mis nervios sofocaron cualquier habilidad que tenía para una pequeña charla. Lo que pensé que eran los nervios era realmente la emoción de compartir la noticia con mi padre. Papá sabía que algo nos traíamos.
— ¿Tuviste unas buenas vacaciones de primavera?
— Fueron... interesantes— dijo Miley, apoyándose en mi costado.
— ¿Ah, sí?
— Hicimos un viaje, papá. Nos escapamos a las Vegas por un par de días. Decidimos uh... nosotros decidimos casarnos.— Papá hizo una pausa durante unos segundos, y luego sus ojos rápidamente buscaron la mano izquierda de Miley. Cuando encontró la validación que buscaba, miró a Miley, y luego a mí.
— ¿Papá?—le dije, sorprendido por la expresión en blanco de su rostro. Los ojos de mi padre brillaban un poco, y luego las comisuras de su boca lentamente subieron. Él extendidas su brazos y me envolvió a mi y a Miley, al mismo tiempo. Sonriendo, Miley miró hacia mí. Le guiñé un ojo.
— Me pregunto qué diría mamá si estuviera aquí—dije. Papá se echó hacia atrás, con los ojos húmedos de lágrimas de felicidad.
— Ella diría que hiciste bien, hijo—. Él miró a Miley. — Ella te daría las gracias por darle a su hijo de vuelta algo que lo había abandonado cuando ella lo hizo.
— Yo no sé nada de eso—dijo Miley, secándose los ojos. Era evidente que estaba abrumada por el sentimiento de papá. Él nos abrazó de nuevo, riendo y apretándonos al mismo tiempo.
— ¿Quieres apostarlo?

sábado, 16 de noviembre de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 26


El humo se había convertido en ineludible. Sin importar en qué habitación me encontrara, cada respiración era mas superficial y caliente, quemando mis pulmones. Me agaché y cogí mis rodillas, jadeando. Mi sentido de la orientación se vio debilitado, tanto por la oscuridad, y la posibilidad real de no poder encontrar a mi novia o hermano antes de que fuera demasiado tarde. Ni siquiera estaba seguro de si podría encontrar mi propio camino. Entre ataques de tos, oí un golpeteo proveniente de la habitación de al lado.
— ¡Ayúdenme! ¡Que alguien me ayude!— Era Miley. Una determinación renovada se apoderó de mí, y me avancé hacia su voz, sintiendo a través de la oscuridad. Mis manos tocaron la pared, y luego me detuve cuando sentí una puerta. Estaba cerrada.
— ¿Pigeon?— grité, tirando de la puerta. La voz de Miley se volvió más estridente, estimulado tome un paso atrás y di una patada en la puerta hasta que se abrió de golpe. Miley estaba de pie sobre una mesa justo debajo de una ventana, golpeando sus manos contra el vidrio con tanta desesperación, que ni siquiera se dio cuenta de que había entrado en la habitación.
— ¿Pigeon? —dije, tosiendo.
—Nick— ella gritó, luchando para bajarse de la mesa hacia mis brazos. Ahuequé sus mejillas. — ¿Dónde está Frankie? 
— Él los siguió—ella gritó, con lágrimas corriendo por su rostro.— ¡Traté de hacerlo venir conmigo, pero él no quiso venir!— Miré por el pasillo. El fuego se disparaba hacia nosotros, alimentándose de los muebles cubiertos que se alineaban contra las paredes. Miley se quedó sin aliento ante la vista, y luego tosió. Mis cejas se levantaron, preguntándome dónde demonios estaba él. Si él estaba en el final de ese pasillo, no podría haberlo logrado. Un sollozo brotó de mi garganta, pero la mirada de terror en los ojos de Miley me obligó a desecharlo.
—Voy a sacarnos de aquí, Pidge — Apreté los labios contra los de ella en un movimiento rápido y firme, y luego subí encima de su improvisada escalera. Empujé hacia la ventana, los músculos de mis brazos temblando mientras usaba toda mi fuerza restante en contra del vidrio.
— ¡Retrocede, Miley! ¡Voy a romper el cristal!— Miley dio un paso atrás, todo su cuerpo temblaba. Mi codo doblado mientras echaba hacia atrás el puño, dejé escapar un gruñido cuando atravesé la ventana. El vidrio se rompió, y extendí mi mano.
— ¡Vamos! —grité. El calor del fuego se hizo cargo de la habitación. Motivado por puro miedo, levanté a Miley desde el suelo con un brazo y la empujé afuera. Esperó en sus rodillas mientras subía, y luego me ayudó a ponerme de pie. Las sirenas sonaron desde el otro lado del edificio, y las luces rojas y azules de los coches de bomberos y coches de policía bailaban sobre el ladrillo de los edificios adyacentes. Saqué a Miley conmigo, corriendo a donde una multitud de personas se paraba en frente del edificio. Examinamos las caras cubiertas de hollín buscando a Frankie, mientras yo gritaba su nombre. Cada vez que lo llamaba, mi voz se volvía más quebrada. Él no estaba allí. Miré el teléfono, esperando que él hubiera llamado. Viendo que no tenía llamadas, lo cerré de golpe. Acercándome a la desesperanza, me tapé la boca, sin saber qué hacer a continuación. Mi hermano se había perdido en el edificio en llamas. Él no estaba fuera, lo que llevaba a una sola conclusión.
— ¡FRANK! —grité, estirando el cuello mientras buscaba entre la multitud. Aquellos que escaparon se abrazaban y lloriqueaban detrás de los vehículos de emergencia, observando con horror como las autobombas dispararon agua a través de las ventanas. Los bomberos corrieron adentro, tirando mangueras detrás de ellos.
—No salió—susurré. —Él no salió, Pigeon— Las lágrimas corrían por mis mejillas, y caí de rodillas. Miley me siguió hasta el suelo, me sostuvo en sus brazos.
—Frankie es inteligente, Nick. Él salió. Tuvo que haber encontrado un camino diferente.— Me caí hacia adelante en el regazo de Miley, agarrando su camisa con ambos puños. Pasó una hora. Los gritos y los lamentos de los sobrevivientes y los espectadores fuera del edificio se habían suavizado a una calma inquietante. Los bomberos sacaron a dos sobrevivientes, y luego continuaron salieron con las manos vacías. Cada vez que alguien salía del edificio, contenía la respiración, parte de mí esperando que fuera Frankie, la otra temiendo por que lo sea. Media hora más tarde, los cuerpo con lo que salían estaban sin vida. En lugar de realizar RCP, simplemente los ponían al lado de las otras víctimas y cubrían sus cuerpos. El suelo estaba cubierto de muertos, ahora superando en número a aquellos de nosotros que habíamos escapado.
— ¿Nick?— Adam estaba junto a nosotros. Me levanté, tirando a Miley conmigo.
—Me alegro de ver que salieron—dijo Adam, con aspecto aturdido y desconcertado. — ¿Dónde está Frank? — No contesté. Nuestros ojos se volvieron hacia los restos carbonizados del edificio Keaton, el humo negro y espeso aún salía de las ventanas. Miley enterró su cara en mi pecho y agarró mi camisa en sus pequeños puños. Era una escena de pesadilla, y lo único que podía hacer era mirar.
—Tengo que uh... Tengo que llamar a mi papá —le dije, frotando mi frente.
—Tal vez deberías esperar, Nick. No sabemos nada, todavía—dijo Miley. Mis pulmones ardían, al igual que mis ojos. Los números borrosos mientras las lágrimas me desbordaron y corrieron por mis mejillas.
— Esto no estaba jodidamente bien. Él nunca debió estar allí.
— Fue un accidente, Nick. No podrías haber sabido que algo así iba a suceder —dijo Miley, tocando mi mejilla. Mi cara se comprimió, y apreté los ojos. Iba a tener que llamar a mi padre y decirle que Frankie todavía estaba dentro de un edificio en llamas, y que era mi culpa. Yo no sabía si mi familia podría soportar otra pérdida. Frankie había vivido con mi papá mientras trataba de volver a su camino, y eran un poco más cercanos que el resto de nosotros. Se me cortó la respiración mientras marcaba los números, imaginando la reacción de mi padre. El teléfono estaba frío en mi mano, así que atraje a Miley hacia mí. Incluso si ella todavía no se daba cuenta, debería estar congelándose. Los números se convirtieron en un nombre, y mis ojos se abrieron. Me estaba entrando otra llamada.
— ¿Frank?
— ¿Estás bien? — Frankie gritaba en mi oído, su voz llena de pánico. Una risa de sorpresa escapó de mis labios mientras miraba a Miley.
— ¡Es Frank! — Miley abrió la boca y apretó mi brazo. — ¿Dónde estás? — le pregunté, desesperado por encontrarlo.
— ¡Estoy en Morgan Hall, tonto de mierda! ¡Donde dijiste que nos encontraríamos! ¿Por qué no estás aquí?
— ¿Qué quieres decir que estás en Morgan? ¡Estaré allí en un segundo, no te muevas!— Me sumí en una carrera a toda velocidad, arrastrando a Miley detrás de mí. Cuando llegamos a Morgan, los dos estábamos tosiendo y sin aliento. Frankie bajó corriendo las escaleras, chocando contra los dos.
— ¡Jesús H. Cristo, hermano! ¡Pensé que eras una jodida tostada! —dijo Frankie, apretándonos fuertemente.
— ¡Idiota!—le grité, empujándolo lejos. — ¡Pensé que estaba muerto, carajo! He estado esperando que los bomberos sacaran tu cuerpo carbonizado de Keaton!— Fruncí el ceño a Frankie por un momento, y luego tiré de él en otro abrazo. Mi brazo buscó a tientas hasta que sentí el suéter de Miley, y tiré de ella al abrazo también. Después de varios minutos, dejé ir a Frankie. Frankie miró a Miley con un gesto de disculpa.
—Lo siento, Miley. Me entró el pánico.— Ella negó con la cabeza.
— Me alegro de que estés bien.
— ¿Yo? Habría sido mejor morir si Nick me veía salir de ese edificio sin ti. Traté de encontrarte después de que salieras corriendo, pero luego me perdí y tuve que encontrar otra salida. Caminé a lo largo de la pared exterior en busca de esa ventana, pero me encontré con algunos policías y me hicieron salir. ¡He pasado por un infierno aquí! —dijo, pasándose la mano por la cabeza. Sequé las mejillas de Miley con mis pulgares, y luego levanté mi camisa, usándola para limpiar el hollín de mi cara.
—Vamos a salir de aquí. Los policías van a estar merodeando por todo el lugar pronto.— Después de abrazar a mi hermano nuevamente, se dirigió a su coche, y nosotros nos fuimos al Honda de Demi. Vi a Miley ponerse el cinturón de seguridad, y luego fruncí el ceño cuando ella tosió.
—Tal vez debería llevarte al hospital. Haré que te revisen
— Estoy bien—dijo ella, entrelazando sus dedos con los míos. Miró hacia abajo, viendo un profundo corte en mis nudillos.
— ¿De la pelea o de la ventana?
— La ventana—respondí, frunciendo el ceño ante sus uñas ensangrentadas. Sus ojos se suavizaron.
— Me has salvado la vida, sabes.— Mis cejas juntas.
—No me iría sin ti.
—Sabía que vendrías.— Mantuve la mano de Miley en la mía hasta que llegamos al apartamento. Miley se dio una larga ducha, y con las manos temblorosas, nos serví a los dos un vaso de bourbon. Caminó por el pasillo, y luego se desplomó sobre la cama en la aturdida.
—Toma—le dije, entregándole un vaso lleno de líquido de color ámbar. —Te ayudará a relajarte.
—No estoy cansada.—Le tendí el vaso de nuevo. Podría haber crecido alrededor de mafiosos en Las Vegas, pero acabábamos de ver la muerte, mucho de ella, y apenas si nos escapamos.
— Solo trata de descansar, Pigeon.
—Tengo miedo de cerrar los ojos—dijo, tomó el vaso y luego bebió. Tomé el vaso vacío, dejándolo en la mesa de noche, y me sente a su lado en la cama. Nos sentamos en silencio, reflexionando sobre las últimas horas. No parecía real.
—Mucha gente murió esta noche—dije.
—Lo sé.
—No vamos a conocer hasta mañana cuántos fueron.
—Frank y yo pasamos un grupo de chicos a la salida. Me pregunto si lo lograron. Se veían tan asustados — Las manos de Miley comenzaron a temblar, la consolé de la única manera que sabía. La abracé. Se relajó contra mi pecho y suspiró. Su respiración se niveló, y ella acarició su mejilla en mi piel. Por primera vez desde que habíamos vuelto de nuevo juntos, me sentí completamente a gusto con ella, como si hubiéramos regresado a cómo eran las cosas antes de las Vegas.
— ¿Nick?— Bajé la barbilla y le susurré en su pelo.
— ¿Qué, nena?— Nuestros teléfonos sonaron al unísono, y al mismo tiempo que ella respondió me dio el mío.
— ¿Hola?
— ¿Nick? ¿Estás bien, amigo?
— Sí, amigo. Estamos bien.
—Estoy bien, Demi. Estamos todos bien —dijo Miley, tranquilizando a Demi en la otra línea.
—Mamá y papá se están volviendo locos. Estamos viendo las noticias ahora mismo. Yo no les dije que estarías allí. ¿Qué? — Joe sacó la cara lejos del teléfono para responder a sus padres. —No, mamá. ¡Sí, estoy hablando con él! ¡Está bien! ¡Están en el apartamento! Así que, —continuó— ¿qué demonios pasó?
—Las malditas farolas. Adam no quería que las luces brillantes llamaran la atención y nos delataran. Una se cayó y puso todo el puto lugar en llamas... es malo, Joe. Mucha gente murió.— Joe respiró profundo.
— ¿Alguien que conozcamos?
—No lo sé, todavía.
—Me alegro de que estés bien, hermano. Yo... Jesús, me alegro de que estés bien.— Miley describió los momentos terribles cuando tropezaba en la oscuridad, tratando de encontrar la salida. Hice una mueca cuando ella contó cómo le clavó los dedos a la ventana cuando ella trataba de abrirla.
—Demi, salimos a tiempo. Estamos bien —dijo Miley.
—Estamos bien—dijo de nuevo, esta vez con énfasis.
—Me puedes abrazar el viernes. Te amo, también. Pasa un buen rato.— Apreté mi celular fuertemente contra mi oído.
—Es mejor que abraces a tu chica, Joe. Suena mal.— Suspiró Joe.
—Yo sólo… —Él suspiró de nuevo.
—Lo sé, hombre.
—Te quiero. Eres lo más cercano a un hermano que podría tener.
—Yo también. Nos vemos pronto.— Después que Miley y yo colgáramos nuestros teléfonos, nos sentamos en silencio, todavía procesando lo que había sucedido. Me recosté en la almohada, y luego atraje a Miley contra mi pecho.
— ¿Demi está bien?
—Ella está molesta. Pero va a estar bien.
— Me alegro de que no estuvieran allí.— Podía sentir la mandíbula de Miley tensándose contra mi piel, y por dentro me maldije por darle pensamientos más horribles.
—Yo también— dijo ella estremeciéndose.
—Lo siento. Has pasado por mucho esta noche. Yo no necesito añadir nada más a tu plato
—Tú también estabas allí, Nick— Pensé en lo que era buscar a Miley en la oscuridad, sin saber si la encontraría, y finalmente dando patadas a esa puerta y ver su rostro.
—No me asusto muy a menudo—le dije. —Tuve miedo la primera mañana que me desperté y tú no estabas aquí. Tuve miedo cuando me dejaste después de Las Vegas. Tuve miedo cuando pensé que iba a tener que decirle a mi padre que Frank había muerto en ese edificio. Pero cuando te vi a través de las llamas en ese sótano... Estaba aterrorizado. Yo llegué a la puerta, estaba a pocos metros de la salida, y no pude irme.
— ¿Qué quieres decir? ¿Estás loco? —preguntó ella, levantando su cabeza para mirarme a los ojos.
—Nunca he estado tan seguro acerca de algo en mi vida. Me di la vuelta, me dirigí a la sala en la que estabas, y ahí estabas. Nada más importaba. Ni siquiera sabia si lo lograríamos o no, yo sólo quería estar donde tú estuvieras, lo que sea que signifique. Lo único a lo que le temo es a una vida sin ti, Pigeon.— Miley se inclinó hacia delante, suavemente besando mis labios. Cuando nuestros labios se separaron, ella sonrió.
—Entonces no tienes nada que temer. Estaremos juntos por siempre.— Suspiré.
—Lo haría todo de nuevo, ya sabes. No cambiaría ni un segundo si eso significara que estaríamos aquí mismo, en este momento.— Ella tomó una respiración profunda, y me besó suavemente en la frente.
—Esta es—le susurré.
— ¿Qué?
— El momento. Cuando te miro dormir… ¿esa paz en tu rostro? Esta es. No la tenido desde que mi madre murió, pero puedo sentirla de nuevo—Tomé otra respiración profunda y la atraje más hacia mí. —Supe desde el momento en que te conocí que había algo de ti que yo necesitaba. Resulta que no era algo de ti en absoluto. Eras sólo tú.
Miley ofreció una sonrisa cansada mientras enterraba su cara en mi pecho. —Somos nosotros, Nick. Nada tiene sentido a menos que estemos juntos. ¿Has notado eso?
— ¿Notarlo? ¡Te lo he estado diciendo todo el año! —Bromeé. —Ya es oficial. Testarudez, peleas, alejamientos, Liam, Vegas... incluso incendios... nuestra relación puede soportar cualquier cosa.— Ella levantó la cabeza, con los ojos fijos en los míos. Pude ver un plan formándose detrás de sus iris. Por primera vez, no me preocupaba cual iba a ser su siguiente paso, porque sabía en mi interior que cualquier camino que eligiera, sería un camino que caminaríamos juntos.
— ¿Las Vegas?— preguntó. Fruncí el ceño, formando una línea entre mis cejas.
— ¿Sí?
— ¿Has pensado en volver?— Mis cejas se alzaron con incredulidad.
— No creo que sea una buena idea para mí.
— ¿Y si vamos por una noche?— Eché un vistazo alrededor de la habitación oscura, confundido.
— ¿Una noche?
—Cásate conmigo—espetó. Oí las palabras, pero me tomó un segundo para registrarlas. Mi boca se ensanchó en una sonrisa ridícula. Ella estaba llena de mierda, pero si eso era lo que la ayudaba a dejar de pensar en lo que nos acaba de pasar, yo estaba feliz de seguirle el juego.
— ¿Cuándo?— Ella se encogió de hombros.
—Podemos reservar un vuelo para mañana. Son las vacaciones de primavera. Yo no tengo nada que hacer en la mañana, ¿y tú?
— Llamaré de verdad—le dije, tratando de alcanzar mi teléfono. Miley levantó la barbilla, haciendo gala de su lado terco. —American Airlines—dijo, observando su reacción de cerca. Ella no se inmutó.
—American Airlines, ¿cómo puedo ayudarle?
—Necesito dos boletos a Las Vegas, por favor. Para mañana.— La mujer buscó un tiempo de vuelo, y luego me preguntó cuánto tiempo nos íbamos a quedar.
—Hmmmm. . . —Esperé a que Miley se acobardara, pero no lo hizo.
—Dos días, ida y vuelta. Cualquiera que tenga
Ella apoyó la barbilla en mi pecho con una gran sonrisa, esperando a que termine la llamada. La mujer pidió mi información de pago, por lo que pedí a Miley mi billetera. Ese fue el momento en que pensé que ella se reiría y me diría que colgara el teléfono, pero ella felizmente sacó la tarjeta de mi billetera y me la entregó.
Le di el número de mi tarjeta de crédito al agente, mirando a Miley después de cada serie. Ella se limitó a escuchar, divertida. Le dije la fecha de caducidad, y se me cruzó por la mente que yo estaba a punto de pagar por dos billetes de avión que probablemente no utilizaría. Miley tenía una cara de póquer del infierno, después de todo.
—Er, sí señora. Nosotros los recogeremos en el mostrador. Gracias.— Le pasé el teléfono Miley, y ella lo colocó en la mesita de noche.
—Acabas de pedirme que me casara contigo—le dije, todavía esperando que ella admita que no iba en serio.
—Lo sé.
—Ese fue un trato real, sabes. Acabo de reservar dos boletos a Las Vegas para el mediodía de mañana. Así que eso significa que nos vamos a casar mañana por la noche.
—Gracias.— Mis ojos se estrecharon.
—Vas a ser la señora Jonas al iniciar las clases el lunes.
—Oh— dijo, mirando a su alrededor. Levanté una ceja.
— ¿Lo pensaste mejor?
—Voy a tener un poco de papeleo para atender la próxima semana.— Asentí con la cabeza lentamente, cautelosamente optimista.
— ¿Te vas a casar conmigo mañana? —. Ella sonrió.
—Uh-huh
— ¿En serio?
—Si.
— ¡Te amo jodidamente! — Agarré cada lado de su cara, golpeando mis labios contra los suyos. —Te amo tanto, Pigeon— dije, besándola una y otra vez. Sus labios tenían problemas para seguirme.
—Sólo recuerda eso en cincuenta años, cuando yo todavía siga rompiendote el culo en el poker. — Ella se rió.
—Si eso significa sesenta o setenta años contigo, bebé... tienes mi permiso completo para hacer lo que quieras.— Ella levantó una ceja.
—Vas a lamentar eso.
—Apuesto a que no lo haré.— Su dulce sonrisa se convirtió en la expresión de la confiada Miley Cyrus que yo atosigado a profesionales en las mesas de Póker en Vegas.
—¿Estás lo suficientemente seguro como para apostar esa brillante moto de afuera?
—Voy a poner todo lo que tengo. No me arrepiento ni de un segundo contigo, Pidge, y nunca lo haré.— Me tendió la mano y yo la tomé sin dudarlo, agitándola una vez, y luego llevándola a mi boca, apreté mis labios tiernamente contra sus nudillos.
—Miley Jonas…—dije, sin poder dejar de sonreír.— Ella me abrazó, tensando los hombros mientras apretaba.
—Nick y Miley Jonas. Suena bonito.
— ¿Anillo?— le dije, frunciendo el ceño.
—Nos preocuparemos de anillos más tarde. En cierto modo te estoy apurando.
—Uh… —Mi voz se apagó, recordando la caja en el cajón. Me preguntaba si dárselo era aún una buena idea. Hace unas semanas, quizás incluso hace unos días, Miley se hubiera asustado, pero ya habíamos pasado sobre eso. Tenía la esperanza.
— ¿Qué?
—No enloquezcas—le dije. —Yo como que... me hice cargo de esa parte.
— ¿Qué parte?— Me quedé mirando al techo y suspiré, dándome cuenta de mi error demasiado tarde.
—Te vas a burlar.
—Nick…— Cogí el cajón el cajón de la mesita de noche, y rebusqué alrededor por un momento. Miley frunció el ceño, y luego sopló el pelo húmedo de sus ojos.
— ¿Qué? ¿Compraste condones?— Me reí una vez.
—No, Pidge— dije, llegando más lejos en el cajón. Mi mano finalmente reconoció los familiares bordes, y vi la expresión de Miley mientras sacaba la pequeña caja de su escondite. Miley observó mientras ponía el pequeño cuadrado de terciopelo sobre mi pecho, llegando detrás de mí para descansar mi cabeza en mi brazo.
— ¿Qué es eso? —preguntó.
— ¿Qué te parece?
—Está bien. Permíteme reformular la pregunta. ¿Cuándo lo compraste?— Aspiré.
—Hace un tiempo.
—Miley
—Solo lo veía sucediendo algún día, y sabía que sólo había un lugar al que podría pertenecer... tu pequeño y perfecto dedo.
—Un día, ¿cuando?
— ¿Importa?
— ¿Puedo verlo? —sonrió, sus ojos brillaban. Su reacción inesperada causó que otra amplia sonrisa se estire en mi cara.
—Abrelo— Miley tocó ligeramente la caja con un dedo, y luego agarró el sello de oro con las dos manos, tirando lentamente la tapa abierta. Sus ojos se abrieron, y luego cerró la tapa.
—Miley— se lamentó.
—Sabía que te asustarías. —le dije, sentándome y ahuecando las manos sobre las de ella.
— ¿Estás loco?
—Lo sé. Sé lo que estás pensando, pero tenía que hacerlo. Era El Elegido. ¡Y tenía razón! ¡No he visto a ninguno que no fuera tan perfecto como este!— Me encogí por dentro, esperando que ella no se diera cuenta del hecho de que yo había admitido cuan frecuente había visto anillos. Sus ojos se abrieron de golpe, y luego lentamente repaso sus manos por la caja. Intentando de nuevo, ella abrió la tapa y, a continuación, sacó el anillo de la hendidura que lo mantenía en su lugar.
—Es... Dios mío, es increíble —susurró mientras tomaba su mano izquierda con la mía.
— ¿Puedo ponerlo en tu dedo? —le pregunté, mirando hacia ella. Cuando ella asintió con la cabeza, apreté mis labios, y luego deslicé la banda de plata sobre sus nudillos, manteniéndolo en su lugar por sólo uno o dos segundos antes de soltarlo.
—Ahora es increíble— Los dos nos quedamos mirando su mano por un momento. Finalmente era a donde pertenecía.
—Podrías haber dado el enganche de un auto con esto—dijo ella en voz baja, como si tuviera que susurrar en la presencia del anillo. Toqué sus labios con mi dedo, besando la piel justo por delante de sus nudillos.
—Me he imaginado como se veria en tu mano un millón de veces. Ahora que está ahí…
— ¿Qué? — Ella sonrió, esperando a que terminara.
—Pensé que iba a tener que sudar cinco años antes de que me sintiera así.
— Yo lo quería tanto como tu. Sólo que tengo una cara de póker del infierno —dijo ella, apretando sus labios contra los míos. Por mucho que quería desnudarla hasta que lo único que tuviera fuera el anillo, me acurruqué contra la almohada, y dejé descansar su cuerpo contra el mío. Si había una manera de centrarse en algo más que el horror de esa noche, nosotros la encontramos.
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Hola chicas, como estan? se que me demore un tiempo en subir pero el colegio me tiene atosigada, aunque si paso el año ya el lunes salgo a vacaciones asi que tendre mas tiempo para subir en los dos blogs.

DANY