domingo, 24 de noviembre de 2013

My Beautiful Mistake - Epilogo


Las paredes goteaban agua de lluvia de las calles de arriba. Las gotas caían en profundos charcos, como si estuvieran llorando por él, el bastardo tirado en el centro del sótano en un charco de su propia sangre. Yo respiraba con fuerza, mirándolo, pero no por mucho tiempo. Mis dos Glock apuntaban en direcciones opuestas, conteniendo a los hombres de Benny en su lugar hasta que el resto de mi equipo llegara. El auricular enterrado profundamente en mi oído zumbo.
—ETA (Tiempo estimulado de arribo) diez segundos Jonas. Buen trabajo—El jefe de mi equipo, Henry Givens, habló en voz baja, sabiendo tan bien como yo que con Benny muerto, todo había terminado Una docena de hombres armados con rifles automáticos y vestidos de negro de pies a cabeza se precipitó adentro, y bajé las armas.
— No son más que matones. Sáquenlos como el infierno de aquí.— Tras enfundar mis pistolas, saqué la cinta restante de mis muñecas y caminé penosamente por las escaleras del sótano. Kevin me esperaba en la parte superior, su chaqueta color caqui y su pelo empapados por la tormenta.
—Hiciste lo que tenías que hacer—dijo, siguiéndome hacia el coche. —¿Estás bien?—dijo, tratando de alcanzar el corte en mi ceja. Había estado sentado en esa silla de madera durante dos horas, consiguiendo que patearan mi culo mientras Benny me interrogaba. Me habían descubierto por la mañana, todo parte de un plan, por supuesto, pero al final de su interrogatorio se suponía que daría lugar a su detención, no a su muerte. Mi mandíbula se tensaba violentamente debajo de mi piel. Había recorrido un largo camino desde perder los estribos y a golpear la mierda de alguien que me despertaba la ira. Sin embargo, en pocos segundos, todo mi entrenamiento había sido inservible, y sólo le tomó a Benny nombrarla para que eso suceda.
— Tengo que llegar a casa, Kev. He estado fuera durante semanas, y es nuestro aniversario… o lo que queda de él.— Abrí la puerta del coche, pero Kevin agarró mi muñeca.
—Tienes que ser interrogado, en primer lugar. Has pasado años en este caso.
—Desperdicié. He desperdiciado años.— Kevin suspiró.
—No quieres llevar a casa esto contigo, ¿verdad?— Suspiré.
— No, pero me tengo que ir. Se lo prometí.
— Yo la llamaré. Se lo explicaré.
— Mientes.
— Es lo que hacemos.— La verdad era siempre fea. Kevin tenía razón. Él prácticamente me crio, pero yo realmente no lo conocí hasta que fui reclutado por el FBI. Cuando Kevin se fue a la universidad, pensé que estaba estudiando publicidad y más tarde nos dijo que era un ejecutivo de publicidad en California. Él estaba tan lejos, que era fácil para él mantener su tapadera.
Mirando hacia atrás, tenía sentido, ahora, por qué Kevin había decidido volver a casa por una vez sin necesidad de una ocasión especial, la noche en que conoció a Miley. En aquel entonces, cuando él había empezado a investigar primero a Benny y sus numerosas actividades ilegales, fue simplemente un golpe de suerte que su hermano conoció y se enamoró de la hija de uno de los deudores de Benny. Incluso mejor que hayamos terminado enredados en su negocio. Al segundo que me gradué con un título en justicia criminal, tuvo sentido para el FBI contactarme. El honor se perdió en mí. Nunca se me ocurrió a mi o Miley que tenían miles de solicitudes al año, y no hacían un hábito el reclutamiento. Pero yo era un agente encubierto, ya que ya tenía conexiones con Benny. Años de entrenamiento y tiempo fuera de casa habían culminado con Benny tirado en el suelo, sus ojos muertos mirando hacia el techo del subterráneo. Toda la carga de mi Glock estaba enterrada profundamente en su torso. Encendí un cigarrillo.
— Llame a Sarah en la oficina. Dile que me reserve el siguiente vuelo. Quiero estar en casa antes medianoche.
— Amenazó a tu familia, Nick. Todos sabemos lo que Benny es capaz de hacer. Nadie te culpa.
— Sabía que estaba atrapado, Kev. Sabía que no tenía adónde ir. Me cebo. Me cebo, y yo caí en ello.
— Puede ser. Pero detallar la tortura y la muerte de la esposa de su conocido más letal no era exactamente un buen negocio. Tenía que saber que no podía intimidarte.
— Sí—dije entre dientes, recordando la vívida imagen que Benny había pintado sobre secuestrar a Miley y pelar la carne lejos de sus huesos pieza a pieza.— Apuesto a que él desearía no ser tan buen narrador.
—Y siempre estará Billy. Él es el siguiente en la lista.
— Te lo dije, Kev. Puedo solo asesorarte en eso. No es una buena idea que yo participe.— Kevin se limitó a sonreír, dispuesto a esperar otro momento para esa discusión. Me deslicé en el asiento trasero del coche que estaba esperando para llevarme al aeropuerto. Una vez que la puerta se cerró detrás de mí, y el conductor se apartó de la acera, marqué el número de Miley.
—Hola, cariño— Miley respondió animada. Inmediatamente, tomé una respiración profunda, tranquilizador respiro. Su voz era todo lo que necesitaba.
— Feliz aniversario, Pigeon. Estoy en mi camino a casa.
— ¿Lo estas?— preguntó ella, alzando la voz una octava. —El mejor regalo.
— ¿Cómo va todo?
— Estamos en casa de papá. Daniel acaba de ganarme otra mano de póker. Estoy empezando a preocuparme.
— Es tu hijo, Pigeon. ¿Te sorprendes que él sea bueno en el juego?
—Me retó, Nick. Él es bueno.—Hice una pausa.
— ¿Él te retó?
— Si.
— Pensé que tenías una regla sobre eso.
— Lo sé— Suspiró.—Lo sé. Yo no voy jugar más, pero él tuvo un mal día, y era una buena manera de llevarlo a hablar de ello.
— ¿Cómo es eso?
— Hay un niño en la escuela. Hizo un comentario sobre mí hoy.
— No es la primera vez que un niño hace un comentario sobre la ardiente maestra de matemáticas.
— No, pero supongo que fue especialmente rudo. Daniel le dijo que se callara. Hubo una pelea.
— ¿Acaso Daniel le pateó el culo?
—Nick.— Me eché a reír.
— ¡Sólo era una pregunta!
— Lo vi desde mi salón de clases. Destiny llegó allí antes que yo. Ella podría haber... humillado a su hermano. Un poco. No a propósito.— Cerré los ojos. Destiny, con sus grandes ojos color miel, cabello largo y oscuro, con cuarenta kilos de media, era mi mini-yo. Ella tenía un igualmente mal temperamento y nunca perdía el tiempo con palabras. Su primera pelea fue en jardín de infantes, defendiendo de su hermano gemelo, Daniel, contra un pobre niña inocente que le estaba tomando el pelo. Tratamos de explicarle que la niña probablemente sólo estaba enamorada, pero Destiny no entendía nada de eso. Sin importar cuántas veces Daniel le rogara que le permitiera luchar sus propias batallas, ella era ferozmente protectora, aun cuando él era ocho minutos mayor. Resoplé.
— Déjame hablar con ella.
— ¡Dest! ¡Papá está en el teléfono!— Una pequeña voz dulce vino de la línea. Fue increíble para mí que ella pudiera ser tan salvaje como yo lo había sido, y aun así sonar, y lucir, como un ángel.
— Hola, papá.
— ¿Bebé... te has metido en algún problema hoy?
— No fue mi culpa, papá.
— Nunca lo es.
— Daniel estaba sangrando. Lo tiraron al suelo.— Mi sangre hirvio, pero dirigir a mis hijos en la dirección correcta era lo primero.
— ¿Qué dijo el abuelo?
— Me dijo: 'Era hora de que alguien callara a Steven Matese.’— Me alegré de que no pudiera verme sonreír de su representación de la impresión de Paul Jonas.
— Yo no te culpo por querer defender a tu hermano, Dest, pero hay que dejarlo pelear algunas batallas por su propia cuenta.
— Lo haré. Pero no cuando está en el suelo.— Contuve otra oleada de risas.
— Déjame hablar con mamá. Estaré en casa en unas horas. Te quiero a montones, bebé.
— ¡Yo también te quiero, papá!— El teléfono se resonó un poco mientras hacia la transición de Destiny a Miley, y luego la suave voz de mi esposa estaba de vuelta en la línea.
— No ayudaste en nada, ¿verdad?— preguntó ella, aunque ya sabía la respuesta.
— Probablemente no. Tenía un buen argumento.
— Siempre lo tiene.
— Es cierto. Escucha, estamos llegando al aeropuerto. Nos vemos pronto. Te amo.— Cuando el conductor aparcó junto a la acera en la terminal, me apresuré a sacar mi bolsa del maletero. Sarah, la asistente de Kevin, acababa de enviar a través de un correo electrónico mi itinerario, y mi vuelo salía en media hora. Corrí a través de la salida y en la seguridad, y llegué a la puerta justo cuando estaban llamando al primer grupo. El vuelo de regreso pareció durar una eternidad, como siempre lo hacían. A pesar de que había usado un cuarto para refrescarme y cambiarme de ropa en el baño, que siempre era un desafío, el tiempo que faltaba me inquietaba. Saber que mi familia me estaba esperando era brutal, pero el hecho de que era mi undécimo aniversario con Miley lo hacía aún peor. Sólo quería abrazar a mi esposa. Era todo lo que siempre había querido hacer. Estaba tan enamorado de ella en nuestro undécimo año como lo estaba en el primero. Cada aniversario era una victoria, un dedo medio a todos los que pensaban que no íbamos a durar. Miley me domesticó, el matrimonio me acomodó, y cuando me convertí en padre, toda mi perspectiva cambió. Miré hacia mi muñeca y aparté mi puño. El apodo de Miley seguía allí, y todavía me hacía sentir mejor al saber que estaba allí.
El avión aterrizó, y tuve que contenerme para no hacer una carrera a través de la terminal. Una vez que llegué a mi coche, mi paciencia había expirado. Por primera vez en años, me corrí los semáforos y zigzagueaba por entre el tráfico. Fue en realidad un poco divertido, me recordaba a mis días de universidad.
Estacioné en la entrada y apagué las luces. La luz del porche se encendió mientras me acercaba. Miley abrió la puerta, con su pelo de caramelo apenas rozándole sus hombros, y sus grandes ojos verde azules, aunque un poco cansados, mostraron lo aliviada que estaba de verme. La puse en mis brazos, tratando de no apretarla con demasiada fuerza.
— Oh Dios mío—suspiré, enterrando la cara en su pelo. —Te extrañé muchísimo.— Miley se apartó, tocando el corte en mi frente.
— ¿Te has caído?
— Ha sido un día difícil en el trabajo. Yo podría haberme topado con la puerta del coche cuando me fui para el aeropuerto.— Miley me atrajo hacia ella otra vez, clavando sus dedos en mi espalda.
— Estoy tan contenta de que estés en casa. Los niños están en la cama, pero se niegan a dormir hasta que tú los arropes.— Me aparté y asentí con la cabeza, y luego me inclinó por la cintura, ahuecando el redondo estómago de Miley.
— ¿Qué tal tú? —le pregunté a mi tercer hijo. Besé el ombligo protuberante de Miley, y luego me puse derecho de nuevo.— Miley se frotó la barriga en un movimiento circular.
— Él todavía se esta cocinando.
— Bueno—Saqué una caja pequeña de mi equipaje de mano y la sostuve frente a mí. —Once años hoy, estábamos en Las Vegas. Todavía es el mejor día de mi vida.— Miley tomó la caja, y luego tiró de mi mano hasta que estuvimos en la entrada. Olía como una combinación de limpieza, velas y niños. Olía como a casa.
— Tengo algo para ti, también.
— Oh, ¿sí?
— Sí—Ella sonrió. Me dejó por un momento, desapareciendo en la oficina, y luego salió con una sobre de papel manila. —Ábrelo.
— ¿Me das el correo? La mejor esposa de todos los tiempos —bromeé. Miley se limitó a sonreír. Abrí el sobre y saqué la pequeña pila de papeles en su interior. Fechas, horas, transacciones, incluso mensajes de correo electrónico. Desde y hacia Benny, con el padre de Miley, Billy. Él había estado trabajando durante años para Benny. Había tomado más dinero prestado de él, y luego tuvo que trabajar para pagar su deuda para que no lo matara cuando Miley se negó a pagar. Sólo había un problema: Miley sabía que yo trabajaba con Kevin... pero por lo que yo sabía, ella pensaba que yo trabajaba en publicidad.
— ¿Qué es esto?—le pregunté, fingiendo confusión. Miley todavía tenía una cara de póquer perfecta.
—Es la conexión que necesitas para relacionar a Billy con Benny. Este justo aquí —dijo, tirando del segundo documento de la pila—es el clavo en el ataúd.
— Está bien... pero ¿qué se supone que debo hacer con esto?— La expresión de Miley se transformó en una sonrisa dudosa.
— Hagas lo que hagas con estas cosas, cariño. Sólo pensé que si lo hacia un poco de investigación, podrías quedarte en casa un poco más esta vez.— Mi mente daba vueltas, tratando de encontrar una salida de esto. Yo había volado alguna manera mi cubierta.
— ¿Cuánto tiempo tienes sabiéndolo?
— ¿Importa?
— ¿Estás enojada?— Miley se encogió de hombros.
— Estaba un poco dolida al principio. Tienes bastantes mentiras blancas bajo el cinturón.— La abracé, los papeles y sobres todavía en mi mano.
— Lo siento mucho, Pigeon. Lo siento tanto, tanto—Me alejé. —No le has dicho a nadie, ¿Verdad?— Ella negó con la cabeza.
— ¿Ni siquiera a Demi o Joe? ¿Ni a papá o los chicos?— Ella negó con la cabeza, nuevamente.
— Soy lo suficientemente inteligente como para entenderlo, Nick. ¿Crees que no soy lo suficientemente inteligente como para guardármelo para mí? Tu seguridad está en juego.— Ahuequé sus mejillas en mi mano.
—¿Qué significa esto?— Ella sonrió.
—Esto significa que puedes dejar de decir que aún tienes otra convención para ir. Parte de tus historias de cubierta son francamente insultantes.— La besé otra vez, tiernamente tocando mis labios con los suyos.
— ¿Y ahora qué?
— Besa a los niños, y luego tú y yo podemos celebrar once años de “lo hicimos en tu cara”. ¿Qué tal eso?— Mi boca se estiró en una amplia sonrisa, y luego miré los papeles.
— ¿Vas a estar bien con esto? ¿Ayudando a acabar con tu padre?— Miley frunció el ceño.
— Él lo ha dicho un millón de veces. Yo iba a ser su final. Al menos puedo hacerlo sentir orgulloso en que tuvo razón. Y los niños estarán más seguros de esta manera.— Puse los papeles en el extremo de la mesa de entrada.
— Hablaremos de esto más tarde.— Caminé por el pasillo, tirando de la mano de Miley detrás de mí. La habitación de Destiny era la más cercano, por lo me metí y besé su mejilla, con cuidado de no despertarla, y luego crucé el pasillo hasta la habitación de Daniel. Él todavía estaba despierto, acostado en silencio.
— Hey, amigo—le susurré.
— Hola, papá.
— Escuché que tuviste un día difícil. ¿Estás bien? —Él asintió con la cabeza. —¿Estás seguro?
— Steven Matese es un idiota.— Asentí con la cabeza.
— Tienes razón, pero probablemente podrías encontrar una forma más adecuada para describirlo.— Daniel frunció su boca por un costado.
— Así que, le ganaste a mamá en el póker hoy, ¿eh?—Daniel sonrió.
— Dos veces.
— Ella no me dijo que esa parte—le dije, volviendo a Miley. Su oscura silueta curvilínea apareció en la puerta iluminada.— Puedes contarme el minuto a minuto mañana.
—Sí, señor.
— Te quiero.
— Yo también te quiero, papá.— Besé la nariz de mi hijo y luego seguí a su madre por el pasillo hasta la habitación. Las paredes estaban llenas de retratos de la familia y la escuela, y obras de arte enmarcadas. Miley se puso en medio de la habitación, su vientre lleno de nuestro tercer hijo, vertiginosamente hermosa, y feliz de verme, incluso después de que se enteró de lo que había estado manteniendo oculto de ella durante la mayor parte de nuestro matrimonio. Yo nunca había estado enamorado antes de Miley, y nadie ha despertado mi interés desde entonces. Mi vida era la mujer que estaba delante de mí, y la familia que habíamos hecho juntos. Miley abrió la caja, y me miró con lágrimas en los ojos.
— Siempre sabes qué regalar. Es perfecto —dijo ella, sus gráciles dedos tocando las tres piedras de nacimiento de nuestros hijos. Se lo puso en su dedo anular derecho, extendiendo la mano para admirar su nuevo juguete.
— No es tan bueno como tu consiguiéndome un ascenso. Ellos van a saber lo que hiciste, ya sabes, y se va a poner complicado.
— Siempre lo parece con nosotros— dijo, impávida. Tomé una respiración profunda, y cerré la puerta del dormitorio detrás de mí. A pesar de que nos habíamos puesto el uno al otro a través del infierno, encontramos el cielo. Tal vez eso era más que lo que un par de los pecadores se merecía, pero yo no iba a quejarme.

FIN
Primera Parte
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Holaaa, ya subi el final, si comentan mañana subo la segunda parte de Looking For My Destiny.

Dany 

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