sábado, 16 de noviembre de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 26


El humo se había convertido en ineludible. Sin importar en qué habitación me encontrara, cada respiración era mas superficial y caliente, quemando mis pulmones. Me agaché y cogí mis rodillas, jadeando. Mi sentido de la orientación se vio debilitado, tanto por la oscuridad, y la posibilidad real de no poder encontrar a mi novia o hermano antes de que fuera demasiado tarde. Ni siquiera estaba seguro de si podría encontrar mi propio camino. Entre ataques de tos, oí un golpeteo proveniente de la habitación de al lado.
— ¡Ayúdenme! ¡Que alguien me ayude!— Era Miley. Una determinación renovada se apoderó de mí, y me avancé hacia su voz, sintiendo a través de la oscuridad. Mis manos tocaron la pared, y luego me detuve cuando sentí una puerta. Estaba cerrada.
— ¿Pigeon?— grité, tirando de la puerta. La voz de Miley se volvió más estridente, estimulado tome un paso atrás y di una patada en la puerta hasta que se abrió de golpe. Miley estaba de pie sobre una mesa justo debajo de una ventana, golpeando sus manos contra el vidrio con tanta desesperación, que ni siquiera se dio cuenta de que había entrado en la habitación.
— ¿Pigeon? —dije, tosiendo.
—Nick— ella gritó, luchando para bajarse de la mesa hacia mis brazos. Ahuequé sus mejillas. — ¿Dónde está Frankie? 
— Él los siguió—ella gritó, con lágrimas corriendo por su rostro.— ¡Traté de hacerlo venir conmigo, pero él no quiso venir!— Miré por el pasillo. El fuego se disparaba hacia nosotros, alimentándose de los muebles cubiertos que se alineaban contra las paredes. Miley se quedó sin aliento ante la vista, y luego tosió. Mis cejas se levantaron, preguntándome dónde demonios estaba él. Si él estaba en el final de ese pasillo, no podría haberlo logrado. Un sollozo brotó de mi garganta, pero la mirada de terror en los ojos de Miley me obligó a desecharlo.
—Voy a sacarnos de aquí, Pidge — Apreté los labios contra los de ella en un movimiento rápido y firme, y luego subí encima de su improvisada escalera. Empujé hacia la ventana, los músculos de mis brazos temblando mientras usaba toda mi fuerza restante en contra del vidrio.
— ¡Retrocede, Miley! ¡Voy a romper el cristal!— Miley dio un paso atrás, todo su cuerpo temblaba. Mi codo doblado mientras echaba hacia atrás el puño, dejé escapar un gruñido cuando atravesé la ventana. El vidrio se rompió, y extendí mi mano.
— ¡Vamos! —grité. El calor del fuego se hizo cargo de la habitación. Motivado por puro miedo, levanté a Miley desde el suelo con un brazo y la empujé afuera. Esperó en sus rodillas mientras subía, y luego me ayudó a ponerme de pie. Las sirenas sonaron desde el otro lado del edificio, y las luces rojas y azules de los coches de bomberos y coches de policía bailaban sobre el ladrillo de los edificios adyacentes. Saqué a Miley conmigo, corriendo a donde una multitud de personas se paraba en frente del edificio. Examinamos las caras cubiertas de hollín buscando a Frankie, mientras yo gritaba su nombre. Cada vez que lo llamaba, mi voz se volvía más quebrada. Él no estaba allí. Miré el teléfono, esperando que él hubiera llamado. Viendo que no tenía llamadas, lo cerré de golpe. Acercándome a la desesperanza, me tapé la boca, sin saber qué hacer a continuación. Mi hermano se había perdido en el edificio en llamas. Él no estaba fuera, lo que llevaba a una sola conclusión.
— ¡FRANK! —grité, estirando el cuello mientras buscaba entre la multitud. Aquellos que escaparon se abrazaban y lloriqueaban detrás de los vehículos de emergencia, observando con horror como las autobombas dispararon agua a través de las ventanas. Los bomberos corrieron adentro, tirando mangueras detrás de ellos.
—No salió—susurré. —Él no salió, Pigeon— Las lágrimas corrían por mis mejillas, y caí de rodillas. Miley me siguió hasta el suelo, me sostuvo en sus brazos.
—Frankie es inteligente, Nick. Él salió. Tuvo que haber encontrado un camino diferente.— Me caí hacia adelante en el regazo de Miley, agarrando su camisa con ambos puños. Pasó una hora. Los gritos y los lamentos de los sobrevivientes y los espectadores fuera del edificio se habían suavizado a una calma inquietante. Los bomberos sacaron a dos sobrevivientes, y luego continuaron salieron con las manos vacías. Cada vez que alguien salía del edificio, contenía la respiración, parte de mí esperando que fuera Frankie, la otra temiendo por que lo sea. Media hora más tarde, los cuerpo con lo que salían estaban sin vida. En lugar de realizar RCP, simplemente los ponían al lado de las otras víctimas y cubrían sus cuerpos. El suelo estaba cubierto de muertos, ahora superando en número a aquellos de nosotros que habíamos escapado.
— ¿Nick?— Adam estaba junto a nosotros. Me levanté, tirando a Miley conmigo.
—Me alegro de ver que salieron—dijo Adam, con aspecto aturdido y desconcertado. — ¿Dónde está Frank? — No contesté. Nuestros ojos se volvieron hacia los restos carbonizados del edificio Keaton, el humo negro y espeso aún salía de las ventanas. Miley enterró su cara en mi pecho y agarró mi camisa en sus pequeños puños. Era una escena de pesadilla, y lo único que podía hacer era mirar.
—Tengo que uh... Tengo que llamar a mi papá —le dije, frotando mi frente.
—Tal vez deberías esperar, Nick. No sabemos nada, todavía—dijo Miley. Mis pulmones ardían, al igual que mis ojos. Los números borrosos mientras las lágrimas me desbordaron y corrieron por mis mejillas.
— Esto no estaba jodidamente bien. Él nunca debió estar allí.
— Fue un accidente, Nick. No podrías haber sabido que algo así iba a suceder —dijo Miley, tocando mi mejilla. Mi cara se comprimió, y apreté los ojos. Iba a tener que llamar a mi padre y decirle que Frankie todavía estaba dentro de un edificio en llamas, y que era mi culpa. Yo no sabía si mi familia podría soportar otra pérdida. Frankie había vivido con mi papá mientras trataba de volver a su camino, y eran un poco más cercanos que el resto de nosotros. Se me cortó la respiración mientras marcaba los números, imaginando la reacción de mi padre. El teléfono estaba frío en mi mano, así que atraje a Miley hacia mí. Incluso si ella todavía no se daba cuenta, debería estar congelándose. Los números se convirtieron en un nombre, y mis ojos se abrieron. Me estaba entrando otra llamada.
— ¿Frank?
— ¿Estás bien? — Frankie gritaba en mi oído, su voz llena de pánico. Una risa de sorpresa escapó de mis labios mientras miraba a Miley.
— ¡Es Frank! — Miley abrió la boca y apretó mi brazo. — ¿Dónde estás? — le pregunté, desesperado por encontrarlo.
— ¡Estoy en Morgan Hall, tonto de mierda! ¡Donde dijiste que nos encontraríamos! ¿Por qué no estás aquí?
— ¿Qué quieres decir que estás en Morgan? ¡Estaré allí en un segundo, no te muevas!— Me sumí en una carrera a toda velocidad, arrastrando a Miley detrás de mí. Cuando llegamos a Morgan, los dos estábamos tosiendo y sin aliento. Frankie bajó corriendo las escaleras, chocando contra los dos.
— ¡Jesús H. Cristo, hermano! ¡Pensé que eras una jodida tostada! —dijo Frankie, apretándonos fuertemente.
— ¡Idiota!—le grité, empujándolo lejos. — ¡Pensé que estaba muerto, carajo! He estado esperando que los bomberos sacaran tu cuerpo carbonizado de Keaton!— Fruncí el ceño a Frankie por un momento, y luego tiré de él en otro abrazo. Mi brazo buscó a tientas hasta que sentí el suéter de Miley, y tiré de ella al abrazo también. Después de varios minutos, dejé ir a Frankie. Frankie miró a Miley con un gesto de disculpa.
—Lo siento, Miley. Me entró el pánico.— Ella negó con la cabeza.
— Me alegro de que estés bien.
— ¿Yo? Habría sido mejor morir si Nick me veía salir de ese edificio sin ti. Traté de encontrarte después de que salieras corriendo, pero luego me perdí y tuve que encontrar otra salida. Caminé a lo largo de la pared exterior en busca de esa ventana, pero me encontré con algunos policías y me hicieron salir. ¡He pasado por un infierno aquí! —dijo, pasándose la mano por la cabeza. Sequé las mejillas de Miley con mis pulgares, y luego levanté mi camisa, usándola para limpiar el hollín de mi cara.
—Vamos a salir de aquí. Los policías van a estar merodeando por todo el lugar pronto.— Después de abrazar a mi hermano nuevamente, se dirigió a su coche, y nosotros nos fuimos al Honda de Demi. Vi a Miley ponerse el cinturón de seguridad, y luego fruncí el ceño cuando ella tosió.
—Tal vez debería llevarte al hospital. Haré que te revisen
— Estoy bien—dijo ella, entrelazando sus dedos con los míos. Miró hacia abajo, viendo un profundo corte en mis nudillos.
— ¿De la pelea o de la ventana?
— La ventana—respondí, frunciendo el ceño ante sus uñas ensangrentadas. Sus ojos se suavizaron.
— Me has salvado la vida, sabes.— Mis cejas juntas.
—No me iría sin ti.
—Sabía que vendrías.— Mantuve la mano de Miley en la mía hasta que llegamos al apartamento. Miley se dio una larga ducha, y con las manos temblorosas, nos serví a los dos un vaso de bourbon. Caminó por el pasillo, y luego se desplomó sobre la cama en la aturdida.
—Toma—le dije, entregándole un vaso lleno de líquido de color ámbar. —Te ayudará a relajarte.
—No estoy cansada.—Le tendí el vaso de nuevo. Podría haber crecido alrededor de mafiosos en Las Vegas, pero acabábamos de ver la muerte, mucho de ella, y apenas si nos escapamos.
— Solo trata de descansar, Pigeon.
—Tengo miedo de cerrar los ojos—dijo, tomó el vaso y luego bebió. Tomé el vaso vacío, dejándolo en la mesa de noche, y me sente a su lado en la cama. Nos sentamos en silencio, reflexionando sobre las últimas horas. No parecía real.
—Mucha gente murió esta noche—dije.
—Lo sé.
—No vamos a conocer hasta mañana cuántos fueron.
—Frank y yo pasamos un grupo de chicos a la salida. Me pregunto si lo lograron. Se veían tan asustados — Las manos de Miley comenzaron a temblar, la consolé de la única manera que sabía. La abracé. Se relajó contra mi pecho y suspiró. Su respiración se niveló, y ella acarició su mejilla en mi piel. Por primera vez desde que habíamos vuelto de nuevo juntos, me sentí completamente a gusto con ella, como si hubiéramos regresado a cómo eran las cosas antes de las Vegas.
— ¿Nick?— Bajé la barbilla y le susurré en su pelo.
— ¿Qué, nena?— Nuestros teléfonos sonaron al unísono, y al mismo tiempo que ella respondió me dio el mío.
— ¿Hola?
— ¿Nick? ¿Estás bien, amigo?
— Sí, amigo. Estamos bien.
—Estoy bien, Demi. Estamos todos bien —dijo Miley, tranquilizando a Demi en la otra línea.
—Mamá y papá se están volviendo locos. Estamos viendo las noticias ahora mismo. Yo no les dije que estarías allí. ¿Qué? — Joe sacó la cara lejos del teléfono para responder a sus padres. —No, mamá. ¡Sí, estoy hablando con él! ¡Está bien! ¡Están en el apartamento! Así que, —continuó— ¿qué demonios pasó?
—Las malditas farolas. Adam no quería que las luces brillantes llamaran la atención y nos delataran. Una se cayó y puso todo el puto lugar en llamas... es malo, Joe. Mucha gente murió.— Joe respiró profundo.
— ¿Alguien que conozcamos?
—No lo sé, todavía.
—Me alegro de que estés bien, hermano. Yo... Jesús, me alegro de que estés bien.— Miley describió los momentos terribles cuando tropezaba en la oscuridad, tratando de encontrar la salida. Hice una mueca cuando ella contó cómo le clavó los dedos a la ventana cuando ella trataba de abrirla.
—Demi, salimos a tiempo. Estamos bien —dijo Miley.
—Estamos bien—dijo de nuevo, esta vez con énfasis.
—Me puedes abrazar el viernes. Te amo, también. Pasa un buen rato.— Apreté mi celular fuertemente contra mi oído.
—Es mejor que abraces a tu chica, Joe. Suena mal.— Suspiró Joe.
—Yo sólo… —Él suspiró de nuevo.
—Lo sé, hombre.
—Te quiero. Eres lo más cercano a un hermano que podría tener.
—Yo también. Nos vemos pronto.— Después que Miley y yo colgáramos nuestros teléfonos, nos sentamos en silencio, todavía procesando lo que había sucedido. Me recosté en la almohada, y luego atraje a Miley contra mi pecho.
— ¿Demi está bien?
—Ella está molesta. Pero va a estar bien.
— Me alegro de que no estuvieran allí.— Podía sentir la mandíbula de Miley tensándose contra mi piel, y por dentro me maldije por darle pensamientos más horribles.
—Yo también— dijo ella estremeciéndose.
—Lo siento. Has pasado por mucho esta noche. Yo no necesito añadir nada más a tu plato
—Tú también estabas allí, Nick— Pensé en lo que era buscar a Miley en la oscuridad, sin saber si la encontraría, y finalmente dando patadas a esa puerta y ver su rostro.
—No me asusto muy a menudo—le dije. —Tuve miedo la primera mañana que me desperté y tú no estabas aquí. Tuve miedo cuando me dejaste después de Las Vegas. Tuve miedo cuando pensé que iba a tener que decirle a mi padre que Frank había muerto en ese edificio. Pero cuando te vi a través de las llamas en ese sótano... Estaba aterrorizado. Yo llegué a la puerta, estaba a pocos metros de la salida, y no pude irme.
— ¿Qué quieres decir? ¿Estás loco? —preguntó ella, levantando su cabeza para mirarme a los ojos.
—Nunca he estado tan seguro acerca de algo en mi vida. Me di la vuelta, me dirigí a la sala en la que estabas, y ahí estabas. Nada más importaba. Ni siquiera sabia si lo lograríamos o no, yo sólo quería estar donde tú estuvieras, lo que sea que signifique. Lo único a lo que le temo es a una vida sin ti, Pigeon.— Miley se inclinó hacia delante, suavemente besando mis labios. Cuando nuestros labios se separaron, ella sonrió.
—Entonces no tienes nada que temer. Estaremos juntos por siempre.— Suspiré.
—Lo haría todo de nuevo, ya sabes. No cambiaría ni un segundo si eso significara que estaríamos aquí mismo, en este momento.— Ella tomó una respiración profunda, y me besó suavemente en la frente.
—Esta es—le susurré.
— ¿Qué?
— El momento. Cuando te miro dormir… ¿esa paz en tu rostro? Esta es. No la tenido desde que mi madre murió, pero puedo sentirla de nuevo—Tomé otra respiración profunda y la atraje más hacia mí. —Supe desde el momento en que te conocí que había algo de ti que yo necesitaba. Resulta que no era algo de ti en absoluto. Eras sólo tú.
Miley ofreció una sonrisa cansada mientras enterraba su cara en mi pecho. —Somos nosotros, Nick. Nada tiene sentido a menos que estemos juntos. ¿Has notado eso?
— ¿Notarlo? ¡Te lo he estado diciendo todo el año! —Bromeé. —Ya es oficial. Testarudez, peleas, alejamientos, Liam, Vegas... incluso incendios... nuestra relación puede soportar cualquier cosa.— Ella levantó la cabeza, con los ojos fijos en los míos. Pude ver un plan formándose detrás de sus iris. Por primera vez, no me preocupaba cual iba a ser su siguiente paso, porque sabía en mi interior que cualquier camino que eligiera, sería un camino que caminaríamos juntos.
— ¿Las Vegas?— preguntó. Fruncí el ceño, formando una línea entre mis cejas.
— ¿Sí?
— ¿Has pensado en volver?— Mis cejas se alzaron con incredulidad.
— No creo que sea una buena idea para mí.
— ¿Y si vamos por una noche?— Eché un vistazo alrededor de la habitación oscura, confundido.
— ¿Una noche?
—Cásate conmigo—espetó. Oí las palabras, pero me tomó un segundo para registrarlas. Mi boca se ensanchó en una sonrisa ridícula. Ella estaba llena de mierda, pero si eso era lo que la ayudaba a dejar de pensar en lo que nos acaba de pasar, yo estaba feliz de seguirle el juego.
— ¿Cuándo?— Ella se encogió de hombros.
—Podemos reservar un vuelo para mañana. Son las vacaciones de primavera. Yo no tengo nada que hacer en la mañana, ¿y tú?
— Llamaré de verdad—le dije, tratando de alcanzar mi teléfono. Miley levantó la barbilla, haciendo gala de su lado terco. —American Airlines—dijo, observando su reacción de cerca. Ella no se inmutó.
—American Airlines, ¿cómo puedo ayudarle?
—Necesito dos boletos a Las Vegas, por favor. Para mañana.— La mujer buscó un tiempo de vuelo, y luego me preguntó cuánto tiempo nos íbamos a quedar.
—Hmmmm. . . —Esperé a que Miley se acobardara, pero no lo hizo.
—Dos días, ida y vuelta. Cualquiera que tenga
Ella apoyó la barbilla en mi pecho con una gran sonrisa, esperando a que termine la llamada. La mujer pidió mi información de pago, por lo que pedí a Miley mi billetera. Ese fue el momento en que pensé que ella se reiría y me diría que colgara el teléfono, pero ella felizmente sacó la tarjeta de mi billetera y me la entregó.
Le di el número de mi tarjeta de crédito al agente, mirando a Miley después de cada serie. Ella se limitó a escuchar, divertida. Le dije la fecha de caducidad, y se me cruzó por la mente que yo estaba a punto de pagar por dos billetes de avión que probablemente no utilizaría. Miley tenía una cara de póquer del infierno, después de todo.
—Er, sí señora. Nosotros los recogeremos en el mostrador. Gracias.— Le pasé el teléfono Miley, y ella lo colocó en la mesita de noche.
—Acabas de pedirme que me casara contigo—le dije, todavía esperando que ella admita que no iba en serio.
—Lo sé.
—Ese fue un trato real, sabes. Acabo de reservar dos boletos a Las Vegas para el mediodía de mañana. Así que eso significa que nos vamos a casar mañana por la noche.
—Gracias.— Mis ojos se estrecharon.
—Vas a ser la señora Jonas al iniciar las clases el lunes.
—Oh— dijo, mirando a su alrededor. Levanté una ceja.
— ¿Lo pensaste mejor?
—Voy a tener un poco de papeleo para atender la próxima semana.— Asentí con la cabeza lentamente, cautelosamente optimista.
— ¿Te vas a casar conmigo mañana? —. Ella sonrió.
—Uh-huh
— ¿En serio?
—Si.
— ¡Te amo jodidamente! — Agarré cada lado de su cara, golpeando mis labios contra los suyos. —Te amo tanto, Pigeon— dije, besándola una y otra vez. Sus labios tenían problemas para seguirme.
—Sólo recuerda eso en cincuenta años, cuando yo todavía siga rompiendote el culo en el poker. — Ella se rió.
—Si eso significa sesenta o setenta años contigo, bebé... tienes mi permiso completo para hacer lo que quieras.— Ella levantó una ceja.
—Vas a lamentar eso.
—Apuesto a que no lo haré.— Su dulce sonrisa se convirtió en la expresión de la confiada Miley Cyrus que yo atosigado a profesionales en las mesas de Póker en Vegas.
—¿Estás lo suficientemente seguro como para apostar esa brillante moto de afuera?
—Voy a poner todo lo que tengo. No me arrepiento ni de un segundo contigo, Pidge, y nunca lo haré.— Me tendió la mano y yo la tomé sin dudarlo, agitándola una vez, y luego llevándola a mi boca, apreté mis labios tiernamente contra sus nudillos.
—Miley Jonas…—dije, sin poder dejar de sonreír.— Ella me abrazó, tensando los hombros mientras apretaba.
—Nick y Miley Jonas. Suena bonito.
— ¿Anillo?— le dije, frunciendo el ceño.
—Nos preocuparemos de anillos más tarde. En cierto modo te estoy apurando.
—Uh… —Mi voz se apagó, recordando la caja en el cajón. Me preguntaba si dárselo era aún una buena idea. Hace unas semanas, quizás incluso hace unos días, Miley se hubiera asustado, pero ya habíamos pasado sobre eso. Tenía la esperanza.
— ¿Qué?
—No enloquezcas—le dije. —Yo como que... me hice cargo de esa parte.
— ¿Qué parte?— Me quedé mirando al techo y suspiré, dándome cuenta de mi error demasiado tarde.
—Te vas a burlar.
—Nick…— Cogí el cajón el cajón de la mesita de noche, y rebusqué alrededor por un momento. Miley frunció el ceño, y luego sopló el pelo húmedo de sus ojos.
— ¿Qué? ¿Compraste condones?— Me reí una vez.
—No, Pidge— dije, llegando más lejos en el cajón. Mi mano finalmente reconoció los familiares bordes, y vi la expresión de Miley mientras sacaba la pequeña caja de su escondite. Miley observó mientras ponía el pequeño cuadrado de terciopelo sobre mi pecho, llegando detrás de mí para descansar mi cabeza en mi brazo.
— ¿Qué es eso? —preguntó.
— ¿Qué te parece?
—Está bien. Permíteme reformular la pregunta. ¿Cuándo lo compraste?— Aspiré.
—Hace un tiempo.
—Miley
—Solo lo veía sucediendo algún día, y sabía que sólo había un lugar al que podría pertenecer... tu pequeño y perfecto dedo.
—Un día, ¿cuando?
— ¿Importa?
— ¿Puedo verlo? —sonrió, sus ojos brillaban. Su reacción inesperada causó que otra amplia sonrisa se estire en mi cara.
—Abrelo— Miley tocó ligeramente la caja con un dedo, y luego agarró el sello de oro con las dos manos, tirando lentamente la tapa abierta. Sus ojos se abrieron, y luego cerró la tapa.
—Miley— se lamentó.
—Sabía que te asustarías. —le dije, sentándome y ahuecando las manos sobre las de ella.
— ¿Estás loco?
—Lo sé. Sé lo que estás pensando, pero tenía que hacerlo. Era El Elegido. ¡Y tenía razón! ¡No he visto a ninguno que no fuera tan perfecto como este!— Me encogí por dentro, esperando que ella no se diera cuenta del hecho de que yo había admitido cuan frecuente había visto anillos. Sus ojos se abrieron de golpe, y luego lentamente repaso sus manos por la caja. Intentando de nuevo, ella abrió la tapa y, a continuación, sacó el anillo de la hendidura que lo mantenía en su lugar.
—Es... Dios mío, es increíble —susurró mientras tomaba su mano izquierda con la mía.
— ¿Puedo ponerlo en tu dedo? —le pregunté, mirando hacia ella. Cuando ella asintió con la cabeza, apreté mis labios, y luego deslicé la banda de plata sobre sus nudillos, manteniéndolo en su lugar por sólo uno o dos segundos antes de soltarlo.
—Ahora es increíble— Los dos nos quedamos mirando su mano por un momento. Finalmente era a donde pertenecía.
—Podrías haber dado el enganche de un auto con esto—dijo ella en voz baja, como si tuviera que susurrar en la presencia del anillo. Toqué sus labios con mi dedo, besando la piel justo por delante de sus nudillos.
—Me he imaginado como se veria en tu mano un millón de veces. Ahora que está ahí…
— ¿Qué? — Ella sonrió, esperando a que terminara.
—Pensé que iba a tener que sudar cinco años antes de que me sintiera así.
— Yo lo quería tanto como tu. Sólo que tengo una cara de póker del infierno —dijo ella, apretando sus labios contra los míos. Por mucho que quería desnudarla hasta que lo único que tuviera fuera el anillo, me acurruqué contra la almohada, y dejé descansar su cuerpo contra el mío. Si había una manera de centrarse en algo más que el horror de esa noche, nosotros la encontramos.
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Hola chicas, como estan? se que me demore un tiempo en subir pero el colegio me tiene atosigada, aunque si paso el año ya el lunes salgo a vacaciones asi que tendre mas tiempo para subir en los dos blogs.

DANY

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