Maldición. Sabía que una erección de cuatro horas no era normal. Me moví incómodo en la cabina de mi camión y debatí que hacer. La clínica de emergencia estaba abierta las veinticuatro horas, por lo que ese no era problema. Era la vergüenza por mi condición lo que me hacía quedarme en el
estacionamiento. Pero, maldición, esto era jodidamente doloroso. Tiré de mis pantalones, intentando tener más espacio para mi entrepierna y acomodé mi erección una vez más. Al diablo. Iba a entrar. Atravesé el estacionamiento con poca luz, tratando de caminar lo más normal posible, pero cada paso probaba mi cordura. Cuando llegué a la recepción, una anciana levantó la vista y preguntó si podía ayudarme con algo. Luché para mantener una cara seria mientras le expliqué mi problema. Me tendió un portapapeles de formas con una expresión adusta, sin querer oír ni una palabra. Me dirigí a la sala de espera, poniendo el portapapeles en frente de mi ingle.
Para empeorar las cosas, Rick, el director con el que había estado trabajando en el set, llegó irrumpiendo en la sala de emergencias para unirse a mí en la sala de espera, diciendo que no iba a permitir que uno de sus actores pasara por esto solo. Carajo. Una vez que entregué los papeles, me concentré en pensar en algo que pudiera domar a este monstruo de erección. Los Osos de Chicago, lo mucho que odiaba los hospitales, cualquier cosa no-sexual. Nada ayudó. Mi sangre corría acelerada en el momento en que me llamaron media hora más tarde. Tenía la esperanza de un médico masculino, así podríamos manejar esto de hombre a hombre, pero cuando entré detrás de la sala con cortinas y vi a una joven enfermera esperándome, todas mis esperanzas se convirtieron en humo. Rick me siguió dentro de la pequeña habitación y se colocó en la esquina para observar. Estaba convencido de que estaba aquí con el único propósito de divertirse. La enfermera me miró, y sus ojos se abrieron y contuvo su respiración. Parecía joven, demasiado joven para ser una enfermera, y era tenía una expresión inocente y dulce que ya no se encontraban en la vida.
—Hola. ¿Nicholas Jonas? —Preguntó. Su voz era suave y tenía una nota de preocupación. Me tomó un segundo responder.
—Nick.
—Por favor, toma asiento. —Hizo un gesto a la mesa de examen cubierta de papel y empezó a hojear mi forma—. Mi nombre es Miley. Soy un estudiante de enfermería y estoy ayudando al médico esta noche. ¿Te importa si te hago algunas preguntas simples antes de pasar a las cosas difíciles? Desplazó sus ojos nerviosamente a mi regazo, y no pude evitar sonreír.
—Seguro.— Miley Asintió con la cabeza astutamente.
—Está bien, entonces. Empecemos. — Se sentó en el taburete rodante a mi lado y se acercó —.¿Su peso?
—Noventa y cinco.
—¿Altura?
—Uno, ochenta y dos.— Lo garabateó en su archivo.
—¿Y tu edad?
—Veinte y dos.— Ella reprimió una sonrisa, aunque no sabía muy bien por qué. Tenía el pelo entre rubio y castaño y tenía grandes ojos azules que hacían juego con el color de un cielo cristalino. Era pequeña pero bien formada, rellenaba bien sus batas de hospital azules, con curvas en los lugares correctos. Tenía la boca llena como capullo de rosa y una nariz pequeña respingada, e incluso su uniforme de trabajo se veía pulido y elaborado, daba la impresión de que fue criada para este trabajo. Muy lejos de cómo crecí. Terminó las formas y se ocupó con el equipo médico para comprobar mis entrañas. A pesar de que su presencia era profesional, no hizo nada para ayudar a debilitar mi erección. De hecho, creo que mi polla se puso aún más malditamente dura sólo para burlarse de mí. Colocó un estetoscopio sobre mi corazón y escuchó durante unos momentos antes de anotar algunas notas. La vi trabajar con una sonrisa tirando de mis labios.
—Así que, Nick—Sonrió hacia mí con dientes rectos y blancos mientras enganchaba un manguito de presión sanguínea a mi bíceps—, ¿cuál parece ser el problema?— Mierda. Me iba hacer decirlo.
—Lo anoté allí… —Toqué el portapapeles que ella sostenía—, en los formularios que rellené en la sala de espera…— Bajó la mirada, frunciendo el ceño y curvando los labios.
—Sí. Ya lo veo.— Pero si pudieras explicarme, por favor… um, cómo sucedió esto. ¿Esta es la primera vez, tienes, um… esta experiencia?
—Nunca he tomado sustancias dopantes antes, si es lo que estás preguntando. —Las palabras de los comerciales sobre la salud resonaron en mi cabeza. Si usted tiene una erección que dura más de cuatro horas, busque ayuda médica de inmediato. Aparté la mirada de la fina tela tensada sobre el pecho, pero no antes de que ella me pillara mirándola. Bajó la mirada hacia su pecho para ver lo que yo miraba fijamente y frunció el ceño. Sacó un enorme hisopo que no me había dado cuenta que llevaba en el bolsillo sobre el pecho.
—No te preocupes, no voy a usar esto en ti.— Parecía que eso es lo que quería hacerme por pillarme comiéndome sus senos con la mirada. Me sentí como un verdadero imbécil, sentado aquí y mirando las tetas de la enfermera. Con clase. Era como si mi polla pensara que estábamos aquí para buscar a una candidata dispuesta a aliviar su malestar. Lamentablemente, no, chico. Sentí su dolor. Me aclaré la garganta y bajé la mirada. Miley trabajó de forma rápida y metódica, inflando el brazalete para el brazo y apretando sus dedos en mi muñeca para mi pulso mientras estudiaba su reloj de pulsera. Aproveché la oportunidad para estudiarla con más detenimiento, notando la forma en que su rostro se fruncía en concentración absoluta mientras trabajaba. Intentaba no dejarse distraer por mí. No era el habitual efecto que yo tenía sobre las mujeres.
—Entonces, ¿puedes decirme más acerca de cuándo comenzó este problema? —Bajó la mirada a mis formas, las cuales rellené deliberadamente vagamente, anotando sólo los detalles más importantes como mi nombre, seguro médico, y, ¡oh, sí!, una erección dolorosa. Tenía la esperanza de poder hablar con un médico de sexo masculino que hubiera tenido casos como este anteriormente, no una enfermera joven y linda, maldición. Dudé y Rick se rió.
—Comenzábamos nuestro rodaje y mi estrella aquí tuvo miedo escénico. Le di un par de las pastillitas azules que tenía a la mano por si acaso.— Su boca se frunció en una mueca enfurruñada mientras miraba de Rick a mí. Bajé la mirada, haciendo un gesto con la erección tensa luchando contra mis pantalones.
—Oh, mi…. —Voló la mano a la boca e involuntariamente dio un paso atrás. Su respuesta fue tan honesta, tan malditamente inocente, que casi me echo a reír. Casi. Pero la mayor parte de mi suministro de sangre estaba sentado al sur por el momento, lo que retrasó mis respuestas normales.
—Así que, espera… ¿en qué negocio están ustedes?
—Entretenimiento adulto —respondió Rick y yo exactamente en el mismo momento.
—¿Quieres decir… porno? —preguntó Miley. Hice una mueca. Rick se inclinó sobre Miley, entregándole una tarjeta de presentación.
—La señora Entretenimiento X —dijo con orgullo. No le expliqué que la compañía de cine trataba sus películas con un toque romántico y elegante, lo cual fue lo primero que me atrajo. Aunque francamente, nada de eso importaba. Era pornografía, y eso era todo lo que iba a ver. Probablemente pensó que yo era una especie de mujeriego o un adicto al sexo. Lo vi en sus ojos, y no tenía sentido contradecirla. No era como si fuera a volver a encontrarme con esta chica nuevamente. Nunca sabría sobre la pequeña niña bajo mi custodia, y la hipoteca, alimentos, servicios públicos o las utilidades de las que yo era responsable. Después de tomar un momento para recobrar la compostura, la enfermera entró en acción, tomando una bata de papel blanco y empujándola hacia mí.
—Aquí. Desnúdate y ponte esto de forma en que se abra en la parte delantera y regresaré enseguida.—Huyó de la habitación sin decir una palabra. Unos días atrás, cuando firmé para la cosa de entretenimiento para adultos, todo me pareció fácil. Me presenté y posé para unas fotos de modelos para el sitio web. Usando sólo unos bóxer. Me recosté en la cama con una hermosa chica llamada Desiree. Posamos en varias posiciones que se volvían cada vez más íntimas. Lamiendo su cuello, sus pezones, y luego su clítoris.
No era sexual, como se podría pensar que sería. Tuvimos que permanecer quietos y mantener cada postura durante unos segundos mientras la cámara hacia clic en la distancia, así que no era como si estuviera realmente excitándome. Pero hoy no fue igual. Ha sido… diferente. Y cuando me pidieron que me quitara el bóxer, no me pareció difícil. Lo hice sin decir una palabra, luego Desiree se agachó y frotó sus largos y bien cuidados dedos por encima de mi paquete hasta que estuve erecto. Después pasé una hora posando con ella. Modelar fue la parte fácil. Fue la filmación la que me resultaría difícil.
*Tres horas antes*
Rick caminó hacia mí para darme una charla.
—¿Estás listo para esto?— Respiré hondo y miré al set de grabación, un sofá de cuero blanco contra ventanas de piso a techo en el elegante loft que alquiló el estudio. Se sentía frío y artificial, pero ¿qué podía esperar? Era sólo sexo. Podría hacer esto. Era lo único en lo que sabía con certeza que era bueno. Y lo más importante, se paga mucho, lo suficiente como para pagar la atención médica de Lily. Me imaginé su dulce rostro asomándose por el borde de su edredón cuando la había recogido hace un rato. Le había dicho que Becca iba a cuidarla y que no me iba a ver hasta la mañana. Ella apretó los labios y asintió. No le gustaba la oscuridad, e incluso a veces prefería meterse en mi cama por la noche, pero estaba poniendo su cara valiente.
—¿Nick? —preguntó Rick, exigiendo mi atención de regreso a él.
—Sí, estaré bien.
—Ese es mi chico. Nuestra actriz debería llegar pronto. Es una chica nueva. Vas a amarla. Joven, dulce... —Hizo un sonido de succión con la boca y los ojos tenían una mirada lejana. Me estremecí. Ignorando el hecho de que él era un director de películas para adultos, el comportamiento de Rick sólo gritaba mala calidad. Comenzaba a arrepentirme de mi decisión de trabajar para él, pero las
visiones de signos de dólar seguían flotando ante mis ojos. Rick me había visto en el ring de boxeo en varias ocasiones durante el año anterior, y unos meses antes comenzó a acercarse a mí después de las peleas, prometiéndome grandes sumas de dinero si alguna vez estuviese interesado en trabajar para él. En ese momento, me reí. Pero las peleas trajeron menos dinero y las cosas empeoraron con Lily, acepté la oferta y decidí darle una oportunidad. El artista de maquillaje se acercó, por suerte, distrajo a Rick de cualquier pensamiento pervertido que se estuviera reproduciéndose a través de su
cabeza. Me quité la bata a su petición y comenzó a aplicarme algún tipo de bronceado en spray sobre los hombros y el pecho. No me gustó el olor, pero lo alejé de mi mente y me concentré en lo que tenía que hacer.
—Lo más importante de recordar es el control. No hagas nada hasta que yo lo diga. Pero si necesitas ir más despacio, o cambiar posiciones, hazlo. Siempre y cuando no eyacules hasta que yo dé la señal. Tenemos un montón de escenas y posiciones antes de que eso suceda —Me recordó Rick.
—Lo tengo. No me será un problema.— Él se echó a reír.
—Arrogante. Me gusta eso.— La confianza no solía ser un problema para mí, pero no podía negar que había un dejo de ansiedad ante la idea de tener sexo con una chica a la que nunca había conocido, en la cámara, frente a una sala llena de gente, técnicos de iluminación, director, equipo de filmación, y algunos otros cuyos papeles no sabía. Traté de no centrarme en eso y en su lugar pensé en el dinero que Rick me prometió.
—¿Qué pasa con ella? ¿No debería hablar con ella primero? ¿Descubrir lo que le gusta y eso?— Rick se rió y palmeó mi hombro.
—Niño tonto. Se trata de una escena porno, no una primera cita. Ella fingirá, así que no te preocupes porque tenga un orgasmo. Sólo concéntrate en ti.— No podía imaginar cómo podría tener una conversación así con una extraña.... ¿Así que te gusta la penetración o la estimulación del clítoris para alcanzar el orgasmo? Dios, ¿yo era un idiota o qué? Estaba pensando demasiado en esta mierda. La puerta principal se abrió y todo el mundo se volvió.
—¡Y ahí está! Mi chica hermosa... —Rick se dirigió a saludar a la estrella con los ojos abiertos mientras ella entró en el apartamento. No pude dejar de notar lo asustada que ella estaba. Y joven. Mierda, ¿esta chica siquiera tenía dieciocho años? Vi como Rick le ayudó a quitarse su chaqueta y la colocó sobre la silla de maquillaje.
Cuando Miley regresó, yo estaba sentado en la mesa de examen, la bata de papel cerrada sin anudar a mí alrededor. Rick no se había ofrecido a irse mientras me cambiaba. Él y toda una habitación llena de gente ya me había visto desnudo, así que pensé que no importaba mucho en este punto. Ansiaba
que esta jodida noche acabase. Miley se lavó las manos y cuidadosamente colocó una bolsa de hielo sobre mi ingle. Me moví y dejé escapar un gruñido de sorpresa por la frialdad, y los ojos de Miley se encontraron con los míos.
—¿Está bien? —preguntó en voz baja.
—Bien —dije y tragué la cadena de malas palabras que quería dejar salir y ajusté la bolsa de hielo para que no se sentara directamente en mis bolas. Rick se apoyó en la mesa de examen y rió para sus adentros como si encontrara nuestra interacción divertida. Era evidente que yo estaba intrigado por ella y por la forma en que sus ojos vagaron por la habitación, desesperada por mirar a otro lado excepto directamente a mí, o mejor dicho, a mi apéndice inflamado. Ella estaba claramente incómoda.
—Puedes ver por qué lo contraté, ¿no, cariño? —Rick sonrió con orgullo y me dio un codazo suavemente en un costado. Sus mejillas se ruborizaron y metió la barbilla contra el pecho.
—Continuaremos con esto —gruñí. No me importaba el examen o estar expuesto, sólo quería poner fin a su vergüenza lo antes posible. No sé por qué escuché a Rick y tomé esas malditas pastillas. Me sentía atraído por la modelo que contrató, ese no era el problema. Era muy bonita, menuda y bien proporcionada, pero se había visto jodidamente asustada. Traté de mantener una conversación cortés antes que comenzara el rodaje, pero incluso una pequeña charla fue demasiado para ella. Se excusó a la cocina, donde estaba sentada encaramada en un taburete de la barra, con los ojos cerrados y el pecho oprimido que subía y bajaba mientras tomaba profundas respiraciones. Después de que finalmente se convenció de hacer esto, me sentí tan incómodo que ni siquiera pude mantener mi erección. algo que nunca fue un problema para mí antes. No me follaría a una chica que estaba horrorizada de mí. Lo siento, eso no es excitante. Rick asumió que era un problema de nervios, y estúpidamente acepté las píldoras en lugar de explicarle por qué no quería hacer esto. Al final, tuve que ser hombre y explicarle la situación, pero no antes de que el daño estuviera hecho.
—¿Así que eres una estrella porno? —preguntó Miley, mirándome brevemente antes de alejar la mirada. Estaba tan nerviosa como un ratón de campo en una estampida.
—¿Eso te molesta? —fanfarroneé. No tenía por qué saber que se trataba de mi primera película y ni siquiera la había terminado. Además, ya me había juzgado. No tiene sentido tratar de defender mi honor. Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo y los mantuvo.
—No. — Su voz sonó segura, pero no pude dejar de notar el rubor que se arrastró hasta el cuello para colorear sus mejillas. No estaría para nada sorprendido de saber que era virgen, con lo tímida e insegura que era de sí misma. Razón de más para estar lo más lejos posible de ella. Viendo su trabajo, sus pequeñas manos moviéndose para cuidar de mí agitó algo en mi interior. Había pasado mucho tiempo desde que alguien cuido de mí. El médico entró en la sala. Un hombre a finales de los cuarenta, y puritano, cosa que me tranquilizó. Después de cubrir los aspectos básicos, que me había tomado dos de las pequeñas píldoras azules a pesar de que sólo se recomendaba una y sí, había estado totalmente erecto después de cuatro horas y media, ahora el médico, por suerte, se fue directo al trabajo, abriendo mi bata. Mi miembro inflamado sobresalía frente a mí, saludando con orgullo al doctor y a Miley.
—¡Allí está! —Rick sonrió con orgullo. Este tipo era retorcido. ¿Por qué demonios estaba tan interesado en mi polla? Claro que era superior a la media, lo sabía. Después de que Rick se me acercara para protagonizar una de sus películas, miré estadísticas en internet y me medí, sólo por curiosidad. Era mucho más grande que el promedio de acuerdo con lo que había leído en línea. Pero aun así, su interés era espeluznante. Me recordé que trataba con el cuerpo humano durante todo el día y que estaba pensando en el dinero que podía hacer cuando lo miraba, pero eso no quería decir que me gustará que otro hombre mirase mi polla con entusiasmo. Mi mirada subió para ver la expresión de Miley. Un mala idea. Su boca se quedó abierta, y su pecho subía y bajaba con cortas respiraciones. Prácticamente sentí su mirada acariciante.
—¿Es familia? —preguntó el doctor, inspeccionándome cautelosamente.
—No— .El doctor inclinó la cabeza hacia la puerta, haciendo un gesto a Rick. — ¿Le importaría salir de la habitación, señor?
—Claro que sí, doctor. —Rick asintió con la cabeza—. Me voy de aquí tan pronto como usted me diga que no habrá daño permanente en la máquina de hacer dinero.— El médico levantó la vista hacia él, no le hizo gracia.
—Sobrevivirá. Ahora, por favor, váyase.— Aparentemente satisfecho por la respuesta del médico, Rick me dio un guiño, me palmeó el hombro y salió de la habitación.
—Entonces, ¿Qué tan mal estoy? —Estaba casi asustado de preguntar. Los ojos de Miley se movieron hacia el suelo, como si supiera que no me iba a gustar la respuesta. No era bueno.
—Te daré una dosis de medicina, una combinación de esteroide y un relajante muscular para ver si eso vuelve las cosas a la normalidad. Tomarás estás oralmente y esperaremos unos treinta minutos. Si eso no funciona, tendré que insertar una delgada aguja en el eje y extraer sangre de forma manual. —El doctor tomó unas notas en mi archivo y salió de la habitación. Se hizo un nudo en mi garganta. Las malditas pastillas tenían que funcionar. No sería capaz de manejar que acercara una aguja a mi polla sin golpear al pobre hombre en la cara. Miley regresó unos minutos más tarde con un vaso de plástico pequeño que contenía dos pastillas y un vaso de agua para mí. Me tomé las pastillas y el agua de un solo trago. Una vez más, ella organizó la bolsa de hielo sobre mi regazo, su mano rozó mi polla, lo que la hizo saltar. La vi morderse el labio para evitar sonreír.
—Gracias —murmuré, pasándole el vaso.
—De nada. Quédate quieto, regresaré a chequear tu evolución dentro de un rato.— Nunca había sido tan feliz de estar solo en toda mi vida, pero veinte minutos más tarde mi erección se aflojó, salté de la camilla y empecé a vestirme. Justo cuando estaba tirando de mis vaqueros, Miley volvió a verme. La mirada de sorpresa en su rostro me detuvo.
—Creo que estoy listo para irme —expliqué. Sus ojos viajaron a lo largo de mi cuerpo, deteniéndose una vez que llegaron a la protuberancia que ya no forzaba en mis vaqueros.
—Oh.
—Gracias por todo. —Agarré mi chaqueta de la silla y comencé a ponérmela. Sus manos se lanzaron y apretaron contra mi pecho
—No puedes simplemente irte. El doctor Canciller querrá um... hablar contigo de tu, um, estilo de vida. Y ver si podemos ofrecerte pruebas de enfermedades de transmisión sexual.— Me eché a reír.
—Gracias de todos modos, pero estoy bien. —Apenas tenía tiempo para tener citas, por no hablar de tener relaciones sexuales, pero cuando lo hacía, siempre usaba condón. Por no hablar de que Rick insistió en hacerme la prueba como un acuerdo para trabajar para él. Todo lo que quería hacer era llegar a casa, ver cómo estaba Lily y olvidar que ocurrió toda esta noche.
—Está bien. Cuídate —dijo, y salió de mi camino mientras la pasaba, dispuesto a dejar muy atrás esta experiencia.