martes, 2 de diciembre de 2014

A Different Love - Niley - Cap 02


Cuando desperté y busqué mi móvil para ver la hora, me sorprendí al descubrir que ya eran las cuatro de la tarde. Me estiré y arrojé de vuelta mi edredón, suspirando porque a pesar que era tarde, mi cuerpo no estaba tan dispuesto a dejar mi suave y celestial almohada. Trabajar en el turno de medianoche estaba causando estragos en mi sistema. Cada noche que trabajaba, despertaba más y más tarde en el día. Al menos tenía esta noche libre, era mi vigésimo segundo cumpleaños, e iba a salir con mis amigos más tarde. No podía imaginar lo que Mandy tenía planeado. Esa chica, a pesar de que la consideraba mi mejor amiga en la escuela de enfermería, era un problema con «P» mayúscula. Me senté en mi tocador y cepillé mi cabello. Las bolsas bajo mis ojos necesitaban atención también, así que apliqué un poco de corrector antes de fijar mi cabello en una coleta. Mis padres no entendían por qué trabajaba tan duro.
El dinero ciertamente no era el motivador, mi familia tenía más de lo que hubiéramos gastado en toda una vida, pero yo quería algo más para mí misma. Algo que fuera bueno y me mantuviera ocupada. Su única meta para mí era encontrarme a un hombre rico y bien educado, y convertirme en alguna especie de esposa perfecta, un deseo que no compartía. Una vida como esa sonaba increíblemente aburrida para mí. No quería pasar mis tardes tomando píldoras de la felicidad y copas de vino. No, gracias. Una vez en la cocina, deslicé una dosis de café en la cafetera, el dispositivo más usado en mi cocina ya que rara vez me molestaba en cocinar para mí. No podía dejar de pensar en la noche anterior, o más específicamente, en Nick.
Bueno, en realidad estaba pensando en cierta parte de su anatomía más que en otra cosa, y me reí de mí misma. Había visto un montón de cosas extrañas trabajando en el turno de medianoche en la sala de emergencias, pero esta fue una de las más memorables. Él era innegablemente atractivo, y eso fue incluso antes de ver la pitón que acampaba en sus pantalones. Era alto y ridículamente tonificado de la cabeza a los pies, con una cara dura y mandíbula fuerte. Su nariz tenía una cresta pequeña que indicaba que probablemente fue sido rota en algún momento, y esos ricos ojos color chocolate rodeado por espesas y oscuras pestañas. Tuvo el más extraño efecto en mí. Nunca me había atraído un paciente. Nunca. Era mi trabajo, y rara vez notaba detalles sobre la persona actual. Esa afirmación sonaba superficial, pero veía a la gente que entrar y salir del hospital como objetos clínicos. Solamente notaba detalles que necesitaba para hacer mi trabajo, como dónde hay mejor línea de vena para empezar una intravenosa o extracción de sangre, o calcular las medicinas en base al peso, cosas como esa.
Pero con él, no pude concentrarme en lo que necesitaba hacer. En su lugar, me di cuenta cómo sus oscuros ojos seguían cada uno de mis movimientos, el grosor de la vena que pasaba por la longitud de su eje, y la tensión en su cuerpo ante la evidente incomodidad. También noté el tatuaje asomando por el cuello de su camiseta como si se arrastrara por su cuello. Quería ver el resto de él, incluso si el solo pensamiento hacía revolver mi estómago de nervios. Y sé que sabía de mi vergüenza por esa molesta sonrisa tirando de sus labios. Cuando el timbre sonó, corrí al panel del intercomunicador para saludar a Mandy  y Tyson. Abrí la puerta de mi apartamento y encontré a Mandy subiendo por las escaleras, una bolsa de papel marrón llena con botellas de licor en una mano y un recipiente plástico en la otra. Tyson cargaba un ramo de rosas. Tyson era como un hermano para mí, pero no estaba segura de que siempre estuviéramos en la misma página. Le hice prometer a Mandy no organizar nada grande, solo saldríamos a disfrutar de unos cocteles, y hasta ahora parecía que había mantenido su parte del trato.
—¡Nuestra bebé está creciendo, Ty! —chilló Mandy y me tiró en un abrazo. Le palmeé la espalda y la alejé por algo de espacio personal. No era la más grande abrazadora en el mundo. Tyson se rió y pasó alrededor de nosotras, entrando a mi apartamento. Sabía que era mejor no tratar de abrazarme, después que me quedé completamente rígida en sus brazos la única y primera vez que él lo intentó.
—Gracias por las rosas —le dije a su espalda mientras hacía su camino a mi cocina por un vaso. Había pasado suficiente tiempo en mi departamento como para saber dónde estaba todo. Demonios, creo que él conocía mi apartamento mejor que yo. Una vez lo llamé para preguntarle cómo limpiar mi cabello del desagüe obstruido de la ducha y me informó que tenía una botella de limpiador de cañerías debajo del fregadero de la cocina. Él era bueno para mí, así como lo era Mandy. Ella a menudo me obligaban a salir de mi caparazón, lo que, sin embargo era a veces doloroso, era bueno para mí también. Mandy se hizo cargo de la isla de la cocina, extrayendo varias botellas de alcohol y mezcladores de su bolso. Ty consiguió los vasos y los llenó con hielo, mientras yo estaba de pie y los observaba.
—¿Qué hay aquí? —Levanté la tapa de la bandeja de plástico, esperando que contuviera un pastel.
—Tragos de gelatina —respondió Mandy, sonriendo—. Prueba uno.— Quité la tapa y la dejé a un lado. La bandeja estaba llena de pequeños vasitos de plástico que contenían un arcoíris de brebajes de gelatina. Desde luego, parecían invitarme. Escogí uno verde y lo incliné en mi boca, pero la masa gelatinosa se mantuvo firmemente plantada en el interior del vaso. Mandy se echó a reír y miró a Tyson.
—Enséñale cómo, Ty. Olvidé que teníamos una virgen de tragos de gelatina en nuestras manos.  Midió dos tragos de licor claro y los arrojó en un vaso lleno de hielo, mezclando la bebida como si fuera su segunda naturaleza. Ty sonrió y rodeó la isla para estar de pie junto a mí.
—Saca la lengua.— Entrecerré mis ojos a él. Se rió entre dientes.
—Sólo hazlo.— Obedecí y él llevó la copa a mi boca, mostrándome cómo arremolinar mi lengua alrededor del borde de este para aflojar la gelatina hasta que se deslizara del vaso a mi boca.
—Mmm. ¿Manzana verde? —pregunté. Ty limpió una mancha de gelatina de mi labio inferior y lo lamió de su dedo. Mandy asintió.
—Sip. Y aquí está tu trago de cumpleaños.— Era rosa y burbujeante. Tomé un sorbo y lo encontré sorpresivamente refrescante. Difícilmente podías saborear el vodka que la había visto verter dentro. Era suave y delicioso.
—Gracias.— Una vez que todos tuvimos bebidas, cortesía de Mandy, Ty agarró la bandeja de tragos de gelatina e hicimos nuestro camino hacia la sala para sentarnos en el centro de mi peluda alfombra color crema.
—Necesitamos música. —Mandy abrió mi portátil y mi corazón casi se detiene. Salté de mi asiento en un esfuerzo por detenerla de ver lo que estaba a punto de ver, pero fue demasiado tarde—. ¡Santa mierda!— Mis mejillas ardían al recordar para lo que había usado el computador la última vez, había escrito en la dirección, la página web porno de la tarjeta de presentación cuando llegué a casa y busqué hasta que encontré fotografías de Nick.
—¿Qué es? —preguntó Ty, mirando alrededor de Mandy. Su cara se arrugó de asco—. ¡Puaj!— Saltó hacia atrás del ordenador, como si lo hubiera picado.
—¿Miras porno, Miley! —La sorpresa en la voz de Mandy era
inconfundible—. No te estoy juzgando, en absoluto, es más como… sólo estoy sorprendida. Siempre has parecido de la especie de inocente.— Tragué saliva y agarré el portátil de su regazo, tirándolo hacia el mío.
—No es lo que piensas. —Abrí mi biblioteca de música e inicié la lista de reproducción de indie-rock, entonces puse el computador a un lado. Mandy se rió, echando la cabeza hacia atrás.
—Lo siento, cariño, pero eso va a requerir una explicación. Quiero decir, nunca has tomado un trago de gelatina, te criaste con los Cyrus, tu maldito cajón de ropa interior está organizado por color y día de la semana. Escúpelo, nena.— Tyson levantó la vista de su bebida.
—¿Tienes ropa interior por días de la semana? Oh, tengo que ver esto. —Se puso de pie y caminó por el pasillo hasta mi habitación, Mandy y yo saltamos a nuestros pies para seguirlo.
—¡Ty! —llamé—. ¡Sal de ahí!— Él se echó a reír y abrió el cajón superior de mi cómoda tallada a mano de color rosa pálido. —Santa mierda, no estabas bromeando, Mandy. —Levantó un par de bragas de algodón blando de la parte superior de la pila y los sostuvo para inspeccionar—. Domingo —leyó en la parte de atrás, riéndose entre dientes. Los arrebaté de sus manos, arrojándolos de vuelta en el cajón y lo cerré de golpe con mi cadera.
—Suficiente. Fuera. —Los ahuyenté de mi dormitorio. Sí, compré el paquete de ropa interior de algodón. Eran cómodos. No era tan malo. Mandy se mantuvo firme, bloqueando la puerta de mi habitación.
—Sólo si nos cuentas la historia de ti mirando porno. Apuesto a que ni siquiera tienes un juguete sexual, ¿verdad?
—Te lo diré. —La rodeé para caminar por el pasillo. Pero no iba a responder la pregunta sobre juguetes sexuales. Incluso si Ty era como un hermano para nosotras, aún era un hombre, y no iba a admitir que tenía un vibrador escondido en la parte de atrás del cajón de mi ropa interior. Dios, me
hubiera muerto de vergüenza si hubieran encontrado eso. Una vez que estuvimos sentados en la alfombra de la sala otra vez, me tomé unos pocos tragos más de gelatina para aliviar mis nervios y tiré de una almohada sobre mi regazo. Mandy se sentó enfrente de mí, pareciendo satisfecha, y recostándose contra el sofá.
—Está bien. Pasó algo anoche en la sala de emergencias… —Agarré otro trago y sorbí el bocado gelatinoso, necesitando fortalecerme a mí misma ante el recuerdo de la erección de Nick.
—¿Cómo de grande dirías que era? —preguntó Mandy una vez que conté de mi historia, inclinándose hacia adelante con ansiosa curiosidad.
—Ah, infierno, voy a por otra bebida —anunció Ty, dirigiéndose a la cocina. Después de considerar ,y rechazar, un cercano candelabro, y sin encontrar nada más adecuado en mi sala de estar para exhibir toda la longitud de la hombría de Nick, Mandy y yo hicimos nuestro camino hasta la cocina, sonriendo ante mi idea de coger un pepino del refrigerador. Metí la mano en el cajón de las verduras y sostuve la larga verdura frente a mi entrepierna.
—Esto se ve bastante bien.— Mandy me tomó de los hombros, girándome de un lado a otro, así
podía mostrar varios ángulos.
—Maldita sea. A ese chico le cuelga.— Tyson se retiró al cuarto de baño mientras Mandy y yo regresábamos a la sala de estar. Ella alzó el pepino con orgullo sobre su cabeza, agitándolo al ritmo de la música y encabezando el camino de vuelta hasta mi ordenador. Mandy se sentó en el sofá con el portátil en equilibrio sobre sus rodillas y yo me deslicé a su lado para… supervisar.
—Haz clic aquí —le dije, señalando a las fichas con etiquetas de los modelos. El título me había parecido un poco extraño, pero supuse que sonaba con más clase que decir estrellas del porno. La mayoría de las imágenes eran de chicas en topless posando seductoramente. Mandy se desplazó más allá de las fotos de las chicas. Anoche había inspeccionado a fondo cada imagen, preguntándome si Nick habría dormido con ellas, y a cuál preferiría más. Todas esas chicas eran delgadas y bronceadas, con grandes pechos falsos.
Yo no quería, pero mi mente inevitablemente hizo comparaciones con mi propio cuerpo. Yo era de estatura media, de peso medio. Mis pechos eran decididamente reales, caían varios centímetros cuando me quitaba el sujetador, y tenía demasiadas pecas para ser considerada sexy. Bonita tal vez, pero definitivamente no a la altura del tipo de mujeres con las que él dormía normalmente. Sin embargo, todos los pensamientos de inseguridades se desvanecieron cuando encontré la foto de Nick.
—Ese es él. —Señalé la foto. Decía que su nombre era Sebastian, pero era definitivamente Nick. Estaba de pie cerca de un banco de pesas, pantalones cortos sueltos sobre sus estrechas caderas para mostrar sus marcados abdominales y estaba sonriend como si supiera un secreto que el resto desconocíamos.
—Maldita sea. Es jodidamente caliente.— Me reí. 
—Lo sé.— Mandy hizo clic sobre su foto. A pesar de que me pasé la última noche estudiando detenidamente cada una, no pude evitar inclinarme hacia adelante para unirme en su inspección. Tenía una página completa de fotos. En muchas vestía solo un par de calzoncillos negros, y otras pocas en las que los bóxer habían sido eliminados y todo él estaba orgulloso en la pantalla. El tatuaje sobre el que yo me había preguntado era un diseño tribal que cubría su hombro izquierdo y se arrastraba hasta su pecho, terminando en su cuello. Me sonrojé ante la vista de su polla bien erecta y el calor se arrastró hasta mi pecho, hasta que estuve rosada y tensa. No podía dejar de recordar la sensación de estar cerca de Nick en la semi-privada habitación del hospital, donde había estado lo suficientemente cerca como para sentir el calor de su piel y oler el aroma almizclado de su excitación. Mandy se desplazó hasta la biografía que había debajo de las fotos.
La había leído anoche, pero no podía resistirme a leerla otra vez por encima de su hombro. Decía que era el más nuevo modelo, y que trabajaba en exclusiva para su página web. La biografía afirmaba que era extremadamente profesional para trabajar y que siempre se centraba en asegurarse de que las chicas se sintieran cómodas. Fuera del trabajo, disfrutaba entrenando y escuchando música rock. Sonaba como un cliché de mierda, pero eso no me impidió aferrarme a cada pizca de información que pudiera conseguir. Tyson apareció desde la cocina, esta vez con una botella de cerveza, y se hundió en una silla al otro lado de la habitación.
—Ty, ¿quieres ver el aspecto que tiene un verdadero hombre? —bromeó Mandy. Le di un codazo en el costado. Tyson era solo unos centímetros más alto que yo y tenía una constitución delgada, pero era lindo y no me gustaba que ella le menosprecie. Especialmente porque regularmente recibía críticas por ser uno de los pocos estudiantes masculinos de enfermería.
—Tengo que verlo cada día, nena. Estoy bien. —Se terminó el resto de la cerveza. Mandy cerró el portátil. 
—Vamos a salir. Si miro algo más de eso, me lanzaré sobre el primer chico que vea en el club.— En el momento en el que llegamos, los tragos de me habían hecho efecto. Tyson pasó el brazo alrededor de mi cintura y me ayudó a entrar. Una vez que estuvimos estacionados en el bar, me depositó de forma segura en un taburete, rechazó el pedido de Mandy para más tragos y me pidió una cerveza y agua. Con nuestras bebidas en la mano, encontramos una cabina en la esquina y nos sentamos. Me dejé caer en el asiento, apoyando la cabeza en el hombro de Ty. 
—¿Qué había en esas cositas de gelatina? Me siento rara.— Mandy se rió. 
—Vodka. Pensé que sabías que los tragos de gelatina llevaban alcohol.— Ty tomó mi barbilla, girando mi rostro hacia el suyo. 
—¿Cuántos de esos te has tomado, Miles?— Intenté contarlos y perdí la pista. 
—Umm, ¿diez? ¿Doce?
—Mierda —dijo y quitó la botella de cerveza de mi mano, remplazándola por el agua.
—Maldita sea, Mandy. Dijiste que le echarías un ojo esta noche.— Mandy agitó una mano hacia él. 
—Está borracha, no muerta, Tyson. Cálmate. Es su vigésimo segundo cumpleaños, y por Dios, no eres su padre. — Tomó de nuevo un buen trago de su propia bebida.
—No discutan, chicos. Estoy bien. —Extendí la mano hacia ellos tranquilizadoramente, pero la dejé caer—. ¿Ven?— Ambos se rieron de mi falta de coordinación.
—A veces olvido lo protegida que estás, Miley. Juro que actúas como si hubieras sido criada por los Cleavers, con tus bragas de algodón de los-días-dela- semana y todo. —Se echó a reír. Me senté más erguida en mi asiento. 
—Solo porque soy virgen para los tragos de gelatina no significa nada. Demonios, soy virgen en cada sentido…— Me tapé la boca con una mano. ¡Ups! No había querido decir eso en voz alta. Mandy agarró mis hombros. 
—¿Hablas en serio?— Asentí de mala gana. Las caras de Mandy y Tyson estaban llenas de sorpresa ante mi revelación. 
—¿Qué? No es como si estuviera orgullosa de ello. No quiero ser así más.— Mandy tomó mi mano. 
—Nena, no es nada de lo que avergonzarse. Pero si lo que quieres es deshacerte de ella… no es tan difícil de hacer. Tus padres tuvieron la conversación de las abejas y los pájaros contigo ¿verdad— Aparté mi cerveza de Ty y tomé un trago fortificante. 
—No soy como tú. No puedo tener una aventura de una noche.
—Bueno, no me vengas llorando cuando te encuentres vieja y viviendo sola con un puñado de gatos.— Tomé otro trago de mi botella, no le contaría que había estado pensando en conseguir un gato últimamente. 
—Déjala en paz, Mandy —dijo Tyson, quitándome la cerveza de la mano otra vez. Se inclinó hacia mí—. Si quieres que te ayude solo házmelo saber.— Mandy golpeó con fuerza la mano de Tyson para apartarla de mi muslo. 
—No, Ty. Yo la ayudaré a elegirlo. Será como mi regalo de cumpleaños. —Sonrió. Hice rodar los ojos, resoplando ante sus sugerencias. No iba a elegir a un tipo al azar para dormir con él en mi vigésimo segundo cumpleaños. Y por supuesto que no iba a acostarme con Tyson. ¡Argh! ¿Podrías imaginarlo? Era como un hermano para mí
—¡Oh Dios mío! Miley, mira. —Mandy señaló al otro lado del bar—. Es el tipo de la página web.

Me senté en la barra con una cerveza, perdido en mis pensamientos.
—¿Quieres un pezón en esa botella, hombre? Deja de ser una pequeña perra y bebe —dijo Joe, acabándose su propia cerveza de unos pocos tragos. Le dediqué una mirada de advertencia. 
—No me jodas esta noche, no estoy de humor. —Me había empeñado en emborracharme esta noche, necesitando unas pocas horas de paz de todas las preocupaciones que me envolvían constantemente, pero de algún modo estaba fallando incluso en eso
—Ha llegado la factura de la última cirugía de Lily.
—Lo siento, hombre. —Joe inclinó su cerveza, chocando su botella contra la mía—. Déjame saber si puedo ayudar.
Asentí con la cabeza. Nunca le pediría ayuda y ambos lo sabíamos, pero todavía, el simple hecho de que la ofreciera, significaba mucho. Joe y yo habíamos sido amigos desde octavo grado, cuando me mudé aquí para vivir con mis abuelos. Sabía todo acerca de mi hermana Lily y el estado en que quedó su pobre columna vertebral y sus piernas, enredadas y retorcidas. Después del fracaso de mis padres con la metanfetamina que les llevó a ambos a prisión cuando ella tenía tres años, y perdiendo a mis abuelos un años después de eso, había tenido su custodia exclusiva. Ella tenía seis años ahora y era una pequeña cosa que no conocía el significado de la palabra discapacitado. Era una de las muchas cosas que amaba de esa niña. Pero su cuidado no era barato, lo que me dejaba preocupándome constantemente por el dinero.
Joe, un entusiasta de toda la vida de las artes marciales, me había introducido en la lucha en jaula hace un par de años. Era el arreglo perfecto. La oportunidad de ganar dinero rápido y liberar cualquier indeseada agresividad todo de una vez. Pero no era suficiente. Y luego llegó también mi última estúpida aventura. Rick se acercó tanto a Joe como a mí, pero yo era el único que estaba lo suficientemente mal de dinero como para considerarlo. O el único lo suficientemente idiota, elige tu opción. Joe sabía que yo estaba trabajando para Rick, pero no quería saber ninguno de los detalles, así que por supuesto no le mencioné mi tardía visita nocturna a la sala de emergencias. Después de recibir la factura de la última cirugía de Lily, me di cuenta de que no era más que un trabajo bien pagado que necesitaba, uno que venía con seguro de salud, también. Pero si pudiera aguantar grabar siquiera un par de vídeos, tendría más que suficiente para pagar la factura. Luego podría centrarme en reformar mi vida y buscar un trabajo de verdad, por el bien de Lily. Dándose cuenta de que estaba perdido en mis pensamientos otra vez, Joe se aclaró la garganta. 
—Deja de estresarte, hermano. Ya tienes suficiente durante la semana. No hemos salido en Dios sabe cuánto tiempo, y ya que tienes una niñera para Lil esta noche, tenemos que aprovechar este tiempo.
—¿Sí? ¿Y cómo vamos a hacer eso? —Ir al gimnasio para una tardía sesión de entrenamiento, seguida por una ducha caliente y mi cama sonaba como una forma perfecta de aprovechar el tiempo para mí. Ni siquiera creía que fuera capaz de emborracharme un poco en estos momentos. 
—Para empezar, tenemos que conseguir algún coño como prioridad número uno.— Sacudí la cabeza. No intenté explicarle que mañana yo vería un montón de ellos en el rodaje. Y con esa factura colgando sobre mi cabeza, estaba seguro de que actuaría esta vez. Joe inclinó la cabeza hacia una cabina al otro lado del local. 
—Y creo que estás de suerte, hermano. Aquellas chicas de allí te están mirando.— Me aparté de la barra, acercando mi cerveza a mis labios mientras escaneaba la habitación. Con una sacudida de sorpresa vi a la bonita enfermera de la otra noche sentada en una cabina con un par de amigos. ¿Qué demonios? La otra mujer de la mesa me saludó con la mano.
—¿Las conoces? —preguntó él.
—Sí. Apenas. —Tiré unos billetes sobre la barra y le dije a Joe que le vería más tarde. Caminé hacia donde estaban sentados.
—Hola, sexy —dijo la amiga de Miley, arrastrando los dedos por mi antebrazo—. Vi tu página web. Esa mierda era caliente.— Mis ojos volaron a Miley. ¿Les había hablado a sus amigas acerca de lo que hice? ¿Y qué… me había buscado en Google? 
—¿Miley?— Ella se sonrojó y se mordió su labio inferior. 
—Hola, Nick.— ¿Ni siquiera iba a negarlo? Supuse que tendría que acostumbrarme al hecho de que fotos de mi polla se esparcieran por todo internet, y que los videos lo siguieran pronto. Tenía un rodaje mañana por el que tendría que pasar. Compartí mi opinión con Rick acerca de contratar a chicas que parecían tan jóvenes y me prometió que me emparejaría con Mollie, una profesional experimentada que seguro amaría, si le daba otra oportunidad.
—Toma asiento, Nick. ¿O es Sebastián? —Preguntó la amiga de Miley—. A propósito, yo soy Mandy, y este es Tyson. —Hizo un gesto hacia el tipo sentado con ellas. Él me dedicó una sonrisa débil, pareciendo tan incómodo como estaba yo. Me quedé de pie. 
—Llámame Nick.— La mirada de Miley viajó hacia abajo, a lo largo de mi pecho y mi estómago, deteniéndose justo en la hebilla de mi cinturón. No pude evitar la sonrisa que tiraba de mi boca, y ella sabía que acababa de ser pillada. Dejó escapar un resoplido, cruzó los brazos sobre la mesa y apoyó la cabeza sobre ellos para descansar.
—¿Está borracha? —Me deslicé junto a ella. Mandy asintió con orgullo. 
—Sí. Es su vigésimo segundo cumpleaños.
—Feliz cumpleaños.— Miley echó un vistazo por un ojo abierto y alzó la vista para mirarme.
—Gracias —refunfuñó antes de cerrar los ojos otra vez.
—Justo a tiempo —dijo Mandy, inclinándose hacia delante sobre sus codos—. Estábamos justamente discutiendo el regalo de cumpleaños de Miles.— Miley despertó de su estado de somnolencia y le tapó la boca con la mano a Mandy.
—No, Mandy.— Mandy debidamente apartó la mano de Miley y se la estrechó, antes de ponerla sobre la mesa. 
—Joder. Deberías darme las gracias ahora mismo. Verás, aquí nuestra Miley es virgen, ¿y qué mejor regalo de cumpleaños que perder su virginidad con alguien experto en dar placer femenino? Quiero decir, haces esto para ganarte la vida. —Alzó una ceja—. ¿Verdad?— Eché hacia atrás un trago de mi cerveza. ¿Estaba bromeando? 
—Bueno, sí, podría saber una cosa o dos acerca de eso… —Tomé otro sorbo de mi botella para callarme. Quiero decir, seguro, nadie se había quejado nunca antes, pero eso no significaba que yo fuera la deslumbrante estrella del porno que habían visto en la página web. Salvo que todos pensaban que lo era. Infiernos. Miley alzó la vista y encontró mi mirada, sus ojos llenos de curiosidad. Cristo. No podía mirarme de esa manera o no iba a ser capaz de mantenerme controlado. Incluso aunque lo creyera, tenía un momento difícil para entender cómo podía ser todavía virgen todavía. Era hermosa, pura e inocente. Su cabello fluía en suaves rizos sobre sus hombros, descansando solo en la parte superior de sus llenos pechos. Ella era la jodida perfección y ni siquiera lo sabía. Su piel parecía tan suave, quería acercarme a través de la mesa y pasar mi pulgar a lo largo desu mejilla solo para demostrarme a mí mismo que no podía ser tan suave como parecía. En cambio, tomé otro trago. A este paso iba a necesitar otra cerveza muy pronto. Mandy alzó su copa en el aire como si quisiera brindar. 
—¡La mejor idea de todos los tiempos! —Le hizo un gesto a la camarera y pidió una ronda de chupitos para la mesa—. ¿Tequila, está bien?— Asentí con indiferencia. En realidad, solo quería saber qué estaba pensando Miley justo en ese momento y qué era exactamente lo que les había dicho a sus amigos acerca de mí. Los chupitos llegaron y tomé el vaso de las torpes manos de Miley. 
—No más para ti, pastelito. —Me tomé tanto mi chupito como el de ella, uno detrás del otro, el licor ardiendo en su camino hacia abajo. Hizo un mohín y tomó un sorbo del agua que empujé hacia ella. Pero mientras nos mirábamos el uno al otro, sus labios se separaron y su respiración se aceleró. Se inclinó hacia adelante con interés, una sonrisa temblorosa en sus labios que se envalentonó con cada segundo que pasaba. Una carcajada de su amigo Tyson nos sorprendió a todos. 
—¿Estás bromeando? ¿Este tipo? No. Miley, si realmente vas a hacer esto, debería ser conmigo. No con algún tipo al que ni siquiera conoces, el cual probablemente tendrá Dios sabe qué tipo de enfermedades.— Miley tragó saliva visiblemente. Tan loca como era esta idea, era su decisión. Me obligué a cerrar la boca y mantener mi rostro sereno. Una ola de nervios que bajó a través de mi estómago me dijo que yo deseaba esto, la deseaba a ella, más de lo que tenía derecho a hacer.
—Está bien —chilló—. Solo déjame pensar. —Presionó sus sienes con los dedos. Una inesperada oleada protectora surgió en mi interior y me encontré a conteniendo la respiración. Mandy sacudió la cabeza. 
—Miles, por favor, por favor, te lo suplico, en nombre de las mujeres de todas partes. Ten sexo caliente y experimental con esta estrella del porno. Tyson siempre estará aquí. —Agitó la mano en su
dirección y él la miró con los ojos entrecerrados. Una cosa estaba clara como el día para mí. Tyson tenía sentimientos por ella. Sentimientos reales. Yo probablemente debería dejar de interrumpir al pobre bastardo, pero una mirada a los ojos de Miley me dijo que ella no correspondía sus sentimientos. Ni un poco. Sus ojos vagaron por mi pecho de nuevo y se mordió el labio. Sus mejillas encendidas de color rosa. Se estaba encendiendo con solo pensar en estar conmigo. Joder, iba a tener una erección aquí mismo si no dejaba de mirarme de esa manera. Tyson dejó su bebida. 
—Vamos, Miley, esta no eres tú. Juegas a cosas seguras. No vas a hacerlo… con él —Hizo un gesto con la cabeza hacia mí—, y todos lo sabemos.— Ella frunció el ceño y se metió el labio inferior en su boca, considerando las palabras de él. 
—Estoy harta de que todo el mundo piense que soy la señorita Chica Buena, con notas perfectas y bragas de días de la semana. ¿Sabes qué? Llevo puestas las de los miércoles hoy, es sábado, y esa es una manera bastante triste de revelarse, ¿eh?— ¿Días de la semana? Maldita sea, la imagen de ella en ropa interior no estaba haciendo nada para controlar mi libido hiperactivo.
—¡Bueno, olvida eso! Voy a hacer esto. —Miley enderezó los hombros, lo que hizo que sus tetas fueran hacia afuera. Ese pequeño top que llevaba puesto dejaba poco a la imaginación. Y diablos, sus pezones estaban duros. Esa urgencia de protegerla que sentí antes estaba de vuelta, fastidiándome con más insistencia. No daría un paso atrás y simplemente permitiría que cualquier tocara ese bonito pequeño coño suyo. Le patearía el culo a Tyson para mantenerle alejado de ella si tenía que hacerlo. Lo cual no sería difícil,considerando que estaba listo para partirle los dientes en caso de que volviera a mirarla de esa manera otra vez.
—¿Miles? —preguntó Tyson, su voz suave y suplicante. Los ojos de Miley regresaron a los míos, bebiéndome. Solo se quedó allí sentada parpadeando, esperando con expectación. Oh, joder, iba a ir al infierno.
—Al diablo, lo haré yo mismo —gruñí. Su rápida inhalación ante mi declaración hizo que se me pusiera depunta el vello de mi nuca. Tragué ásperamente. 
—Pero no esta noche. Has bebido demasiado.— Su boca cayó abierta por la sorpresa.
—¿Tienes un lápiz? —Hice señas hacia el bolso gigante de Mandy apoyado sobre la mesa. Ella se puso en acción de golpe, hurgando en el interior y segundos después me tendió un lápiz. Me incliné sobre la mesa y giré el brazo de Miley, frotando la suave piel contra mi pulgar. Su piel era tan suave como imaginé y la sensación me detuvo en seco por un segundo. 
—Si aún lo quieres mañana, y dudo que lo hagas, cariño, encuéntrame aquí. —Garabateé la
dirección a lo largo de la parte interna de su brazo, arrojé unos billetes sobre la mesa y me marché.

2 comentarios:

  1. mierda me quede con la boa abierta
    no la puedes dejar ahi!!!!
    me encanto el capitulo y jamas espere que aquel momento se desarrollara de otra manera el reencuentro de nick y miley fue explosivo jajaja y gracioso muero ya por leer el que sigue
    por favor no demores en subir que esta nove ya es una de mis favoritas
    SIGUELA
    BESOS

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