lunes, 23 de marzo de 2015

A Different Love - Niley - Cap 11

El otoño pasó rápidamente y para la primera nevada en diciembre, mi corazón había comenzado a sanar, aunque yo sabía que nunca olvidaría a Nick. O Lily para el caso. Todavía los extrañaba a ambos terriblemente, pero mi orgullo no me dejaba contactarlo. Él había hecho su elección. En algunos aspectos, era el mismo patrón de como yo crecí. Mi padre eligió trabajar todo el tiempo y mi madre deshacerse de mí. Sólo pensar en el trabajo de Nick, la traición se volvía más profunda. Durante las últimas semanas, de alguna manera caí en la rutina de activas citas con Patrick. Tal vez fue porque era fácil estar alrededor y aliviaba la sensación de estar sola, o tal vez porque hacía a mi madre era tan ridículamente feliz, pero cualquiera que sea la razón, yo ahora salía con él varias veces a la semana. Me había llevado a paseos a caballo y fuera para almuerzos informales y elegantes cenas. Incluso fue a una cena de domingo en el club ante la insistencia de mi madre.
Pasé las vacaciones de navidad en Aspen con mis padres, esquiando, comiendo mucho y visitando el spa. Fueron unas buenas vacaciones, pero por supuesto, incluso ahí, al otro lado del país, no pude mantener mis pensamientos de Nick y Lily. Especialmente después de que él me enviara un pastelito con una nota que decía que me extrañaba sólo unos días antes de irme. Pasé los primeros días en Aspen pegada a mi celular, segura de que él iba a llamar. Pero la llamada nunca llegó. Quizá las fiestas o la primera nevada del año lo habían puesto sentimental, eso era todo. Sin embargo, me encontré acostada en la cama despierta por la noche, preguntándome si debería haberle enviado a Lily un regalo de navidad, o si Nick les cocinó la cena de Navidad.
Por alguna razón, me deprimió pensar en ellos dos sentados en la pequeña mesa de su cocina con un plato de huevos revueltos y alas de pollo. Me pregunté si les gusta la langosta, que fue lo que mis padres y yo tuvimos. No importa. Necesitaba sacarlos de mi cabeza. Cuando regresase de Aspen, me tiraría de nuevo a mi regular rutina, incluyendo ver a Patrick otra vez. Mi primer sábado de vuelta de Aspen, Patrick había arreglado para nosotros, ver una función de El cascanueces y estaría esperando en cualquier momento para recogerme. Me vestí con un vestido de suéter de color rojo vino, medias de color gris y mis botas marrones de caña alta, dejando mi cabello suelto sobre mis hombros. Observé desde la ventana delantera al coche de Patrick. Por lo general corría a su encuentro en la acera, ya que prefería no tenerlo solo en mi apartamento. Aunque me gustaba pasar tiempo con él, no estaba lista para dormir con él, con él ni con nadie. Pero hasta ahora, Patrick había sido muy paciente, conformándose con ligeros besos de buenas noches en su coche cuando me dejaba.  Me deslicé en su Lexus, y se inclinó sobre la consola y le dio a mi mejilla un rápido beso.
—Te ves bien. ¿Cómo estuvo Aspen?
—Fue agradable. Mucho tiempo en las pistas con mi papá y mucho tiempo en el spa con mi mamá. —Lo dejé en eso. Se sentía un poco extraño hablarle a Patrick sobre mis padres, ya que trabajaba para mi padre, pero no presionó por detalles. Vestía con un jersey de punto grueso, y yo no podía dejar de reírme. No era el tipo de cosa que un hombre escogía y tenía que ser un regalo de Navidad de su mamá. Me acomodé en mi asiento y traté de relajarme, a disfrutar el día por lo que era. Aun no me acostumbraba al olor de su coche nuevo. Abrumaba mis sentidos, como si estuviera bombeando a través de las rejillas de ventilación. Nos dirigimos en silencio hacia el teatro y me encontré bostezando. Las noches sin dormir de las últimas semanas me habían alcanzado.
—¿Te importa si paramos por café antes del show?— Miró el reloj en su tablero. —Si lo hacemos rápido, estará bien.— Unos minutos más tarde, apunté a la señal verde de la cadena de café llegando en la siguiente salida. Patrick salió de la carretera y entró al estacionamiento, haciendo fila detrás de los clientes que llegaron primero. Conté los coches delante de nosotros. Siete.
—Mierda.— Patrick deslizó la palanca de cambios en el estacionamiento y dejó salir un suspiro. Me quité mi cinturón de seguridad.
—Voy a correr dentro. Será rápido.
—Miley, ya estamos en línea. —Miró en el espejo retrovisor—. Y ahora estoy bloqueado.
—No te preocupes, será como una carrera. Tú espera aquí y yo voy dentro.
—Una carrera, ¿eh? —Sonrió. Asentí y salté fuera del coche.
—Sí. Y voy a ganar. Vuelvo enseguida.— Una vez dentro, noté que había sólo dos personas delante de mí en el mostrador. Un pedazo de pastel. Contemplé mi pedido, recordando que a Patrick le gusta el chocolate caliente con crema batida, cuando el sonido rico, una risa masculina, encontró mis oídos desde el otro lado de la habitación. Hubo algo sorprendentemente familiar sobre ello y el pánico creció en mi estómago. De mala gana giré y vi a Nick sentado en una pequeña mesa redonda frente a una mujer. Deseé poder esconderme, que el suelo se abriera y me trague toda, pero por supuesto eso no pasó. Él no me había notado.
Había aún una oportunidad de que pudiera escapar sin ser vista, pero no pude resistir una mirada más. Nick era exactamente como lo recordaba, todo músculo duro y rasgos masculinos, una sombra de barba en crecimiento desempolvando su mandíbula. Se inclinó hacia delante, apoyando sus codos en la mesa, escuchando con atención a la mujer. Podía ver sólo su perfil, pero parecía familiar y mi mente intenté ubicarla. ¿Era una de las niñeras que usaba? Algo sobre el cabello castaño colgando por su espalda tenía mi mente trabajando horas extras. No importaba. Tenía que salir de aquí. Di un paso atrás y golpeé directo a una torre de tazas de renos, haciendo vibrar la pantalla. Nick escogió ese preciso momento para levantar la mirada. Sus ojos se posaron en los míos y una línea arrugó su frente.
—¿Miley? —Se puso de pie dirigiéndose hacia mí antes de que pudiera contemplar escapar—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Nick —murmuré incoherentemente, encontrando su mirada preocupada.
—Sí, es Nick. —Presionó una palma en mi mejilla—. ¿Estás bien? Te vez un poco sonrojada.— Mis ojos se dirigieron al otro lado de la habitación a la pelirroja en su mesa. Había girado para vernos, y se veía completa, de inmediato supe quien era. Mis rodillas temblaron y una oleada de náusea se estrelló contra mí. Nick estaba en una cita con la chica de su primer rodaje. Desiree, creo. Me recordé a mí misma respirar, pero poco me sirvió. Mi cabeza nadaba con este descubrimiento. ¿Era ella la razón por la que eligió su trabajo sobre mí? ¿Cuánto tiempo habían estado viéndose fuera del trabajo? Nick volvió a mirar a la mujer y espetó una disculpa cortada.
—Lo siento. Déjame presentarte a Sara. —Le hizo señas otra vez. ¿Sara? Supuse que Desiree era su nombre artístico. Cuando se levantó de la mesa, su mano se movió para acunar su hinchado vientre redondo y la comprensión golpeó. Estaba embarazada de varios meses. Mis piernas se salieron de debajo de mí. Cuando reaccioné, estaba tendida en el piso, Nick sostenía mi cabeza en su regazo acariciándome con los dedos la frente, mis ojos nebulosos se enfocaron en sus consternados ojos.
—¿Pastelito? —preguntó. Me moví para sentarme pero sus grandes manos me mantuvieron firme donde estaba. —No te muevas, tuviste una fuerte caída y te golpeaste en la cabeza antes de que pudiera agarrarte. —Me masajeó la parte trasera de mi cuello donde tenía una parte hinchada.
—Ouch. —Me estremecí por el contacto. Eso es lo que pensé. Cuando recordé que era lo que me había enviado a estrellarme en el piso en primer lugar, ver el vientre embrazado de Sara, un sollozo se escapó de
mi garganta y me esforcé por liberarme del agarre de Nick. No quería que me sostuviera, tratando de consolarme en estos momentos. Por no hablar que causaba bastante revuelo en la cafetería por la forma que estaba en el suelo. Nick le hizo un gesto a una mesera que se acercaba a nosotros para que se fuera, su cara era de preocupación.
—Yo la tengo.
Nick, déjame levantarme.—Abrió la boca para discutir, pero la determinación en mis ojos debió convencerlo. Me ayudó a levantarme del suelo y me sentó en un sillón de piel frente a la chimenea, limpié las lágrimas de mis mejillas pero el esfuerzo era inútil, las lágrimas se negaban a detenerse. Sara se movía inquieta a mi lado y escuché a Nick preguntarle si podía ir por unos pañuelos desechables para mí. Patrick entró caminando a través de la cafetería.
—Vamos, Miley, vamos a ser… —Se detuvo frente a mí, mirando las lágrimas en mi cara—. ¿Miley— Mierda, me olvidé completamente de Patrick, tomé los pañuelos que Sara me ofreció y los presioné en mis mejillas. Nick se arrodilló al lado del sillón donde estaba, tomando un pañuelo para ayudarme a limpiar las lágrimas.
—¿Miley qué pasó y quién es este chico?  preguntó Patrick.
—Lo siento Patrick—contesté—, él es Nick.— Los ojos de Patrick se dirigieron a él, observando cómo estaba arrodillado a mi lado.
—¿Este chico?—Patrick no sabía mucho acerca de Nick, sólo que era el hombre con el que salía antes de él y que esa era la razón por la que no quería saber nada de alguna relación ahora y debido a la forma en que habían terminado las cosas entre nosotros. Pude ver la sorpresa de Patrick de que había salido con un chico como Nick, desaliñado, jeans desgastados, botas de trabajo y un suéter ajustado de manga larga que hacían sobresalir sus bien marcados músculos, y Patrick era el polo opuesto con el cabello con gel, con saco y mocasines italianos, sentí como si hubiera sido golpeada por un tren. Nick miró entre Patrick y yo.
—Voy a llevarla a casa —nos informó a los dos. Chillé una protesta y Patrick dio un paso más cerca pero Nick se puso de pie imponente, se volteó hacia Sara poniendo una mano sobre su vientre y se inclinó para susurrarle algo al oído. Un dolor apuñaló mi pecho. Patrick puso una mano en mi hombro pero se volvió para dirigirse a Nick.
—No la vas a llevar a ninguna parte, primero que nada, nosotros estamos en una cita. Segundo estoy seguro que eres la razón por la que está llorando justo ahora.— Sara besó la mejilla de Nick y se dirigió a la puerta. No la culpo por desaparecer, eso sonaba muy atractivo justo ahora.
—No tenemos que ir, Patrick. —Lo último que quería en este momento era ir al ballet que incluía una historia dulce de amor.
—Yo… ah… no te lo dije antes, Miley, pero tengo estos boletos de mi tío, nos uniremos a él y su esposa allá.— Me había engañado para llevarme a una extraña salida, ¿en familia? No había forma de que conociera a su tía y tío ahora o nunca.
—Sólo quiero ir a casa —murmuré. Los dos me miraron.
—La llevaré a casa —repitió NickPatrick suspiró.
—De acuerdo, me tengo que ir o llegaré tarde ¿Segura que estás bien con que él te lleve a tu casa?— No era como si tuviera muchas opciones, Patrick prácticamente me dejó varada a kilómetros de casa.
—Está bien, sólo vete, Patrick.— Se agachó y me besó en la cabeza.
—Te llamaré después.—No te molestes, dije para mí. Nunca había estado en el interior de la camioneta de Nick antes, la cabina necesitaba una buena limpieza, había botellas de agua que cubrían el suelo y un libro para colorear de Cenicienta en el asiento entre nosotros, olía como una mezcla de sutil de su perfume y la esencia de un olor picante de hombre después de un día duro de trabajo. No dijo nada mientras manejada, sólo miraba fijamente hacia enfrente descansando una mano en la parte superior del volante. Cuando se detuvo en mi complejo de apartamentos, me di cuenta que no le había dado mi dirección y no me la había preguntado. Se estacionó junto mi coche y apagó el motor. Nos sentamos en silencio por un momento, afortunadamente mis sollozos se habían calmado y ahora eran pequeños hipos.
—Gracias por traerme a casa. —Empujé la puerta de la camioneta y bajé con cuidado dándome cuenta
que el piso estaba más lejos de lo que había pensado. Me dio la mano deteniéndome. 
—Espera, deja que te explique.— No sé qué se apoderó de mí, quizá el cierre que deseaba o mi curiosidad
morbosa acerca de su novia embarazada, pero asentí. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura preparándome para la explicación.
—Aquí no, invítame a entrar, Miley.— Asentí y lo guié adentro, aventé mi bolsa y llaves en la mesa que está en la entrada y fui hacia el sillón, sin saber cuánto tiempo más podrían aguantarme mis piernas temblorosas, me senté y de inmediato me hice un ovillo en el sillón, esperaba a Nick estuviera justo detrás de mí pero extrañamente lo escuché hurgando en la cocina. Levanté la cabeza y lo vi caminar hacia mí con un vaso con jugo de naranja, una caja de pañuelos desechables y un frasco de pastillas para mitigar el dolor. Me tendió el vaso mientras abría el frasco de pastillas, una vez que me las tomé se sentó a mi lado, lo que tenía que decirme debía ser peor de lo que imaginé ya que estaba siendo muy amable conmigo, tal vez Sara estaba embarazada de gemelos, o estaban comprometidos. Maldición ¿Por qué no presté atención a su mano izquierda? No es que importará, me recordé. Tomé una respiración profunda. 
—Entonces… ¿cuándo tiene fecha?— Su rostro se retorció con confusión 
—¿Quién? ¿Sara?— Obviamente, asentí. —¡Ah! Creo que afínales de abril.
—Bueno, siento la reacción que tuve… sólo que me tomó por sorpresa — Me disculpe por mi ataque de ansiedad en público pero dibujé la línea de ofrecer mis felicitaciones o abrir una botella de champán. Nick estudió mis facciones cansadas y se pasó una mano por detrás del cuello. 
—Demonios, pastelito, el bebé no es mío.

Los pequeños sollozos que todavía le sacudían el pecho me hicieron sentir como un completo idiota. Miley se había descompuesto con solo verme. Pero, ¿pensar que había embarazado a una de mis compañeras de reparto por encima de eso? Maldita sea, la había jodido de izquierda a derecha. Tenía que explicarle esto, para aclarar las cosas de una vez por todas. Tomé su mano en la mía. 
—El novio de Sara es el padre. Sólo me encontré con ella porque quería mi opinión de cómo dejé el negocio del cine para adultos. A pesar del hecho de que está embarazada, Rick sigue acosándola para que siga trabajando para él.
—Espera. —Apartó la mano de repente, su rostro arrugando—. ¿El bebé no es tuyo?
—No. No es mío. —Gracias a Dios, maldita sea. Sabía que no estaba dispuesto a traer un niño a este mundo. Tenía mis manos suficientemente llenas con Lily. Pero la idea de ver la barriga de Miley crecer con mi bebé... Bueno, eso era una historia diferente. Empujé el pensamiento.
—Oh. —Sus hombros se hundieron en alivio—. Y... ¿dejaste el negocio?
—Sí. Nunca tuve la intención de ser una estrella porno, Miley. Tenía miles de dólares en facturas médicas de Lily que no podía pagar. Tenía que hacer algo de dinero rápido. —Quería decirle que era mi plan desde el principio y si sólo hubiera dejado que le explicara esa mañana... pero me mordí la lengua. Ni siquiera intenté detenerla la mañana que se fue. Y lamenté cada maldito día desde entonces. Cerró los ojos y exhaló un suspiro tembloroso. 
—Oh —dijo de nuevo. Aunque sabía que no debía hacerlo, que no era de mi jodida incumbencia, no pude sacar a ese idiota con el que había tenido una cita de mi cabeza. 
Miley… —Me acerqué más a ella en el sofá, bajando mi voz—, ese tipo… Patrick… ¿te ha tocado?— Sus ojos se abrieron de golpe y se encontraron con los míos. 
—¿Sabes lo que estás diciendo? —Un tenso silencio flotó en el aire que nos rodeaba—. Estamos saliendo, él y yo. No tú y yo. No tiene que importarte quien me toca.— Muy bien, entonces. Supongo que eso ya quedaba aclarado. La había jodido regiamente con ella. Pero el pensamiento de las manos de alguien más en ella me daban ganas de golpear algo. Fuerte. 
—Si sirve de algo, lo lamento por todo. Bueno, no todo. No me arrepiento de esa noche contigo —admití. Su cuerpo se puso rígido. 
—Eres un idiota, ¿lo sabías? —Se puso de pie y se paseó por delante del sofá, pareciendo sacar fuerza de su ira, una ira que estaba dirigida a mí—. Si necesitabas dinero para Lily, todo lo que tenías que hacer era pedirlo.
—Fuera de la cuestión. —Sacudí mi cabeza. No tomaría limosna. Así de simple. Fue una promesa que me hice cuando tomé la custodia de Lily en vez de que terminara en cuidado de crianza. Tendría toda la responsabilidad por ella. Fin de la historia. Miley giró hacia mí, con las manos en las caderas. 
—El hecho de que me pudieras haber traicionado de esa manera, al acostarte con otra mujer en lugar de poner tu ego de macho a un lado y pedir el dinero… —Se enjugó las lágrimas que se le habían escapado de las comisuras de sus ojos—. No puedo perdonar eso… no puedo superarlo. Lo siento.
—Yo también. —Me paré y le besé la frente, antes de desaparecer por la puerta principal. ¡Mierda! La maldición atravesó mi pecho mientras salía de su complejo. Cerré mi mano contra el salpicadero, maldiciendo mientras aceleraba hacia casa. Después conduje sin rumbo fijo hasta que conseguí mantener mi ritmo cardíaco bajo control, me sorprendí al ver que había pasado una hora. Estar con ella hoy, verla desmoronarse, sabía que no había forma en que pudiera alejarme y olvidarme de ella. Quería abrazarla, secar sus lágrimas, besar lejos sus sollozos. Pero ya no era mía. Y ese descubrimiento fue como un puñetazo en el estómago. A la mierda. No me rendiría tan fácilmente.
La sola la idea de volver a casa sin ella, de vuelta a mi vida vacía y despertar en una cama vacía cada mañana… No. No me conformaría. No esta vez. Quería verla subir a Lily en su cadera de nuevo, haciéndola reír como lo había hecho antes. Tal vez no era digno de su amor, pero era lo suficientemente egoísta como para intentarlo. Hice una rápida llamada telefónica, preguntándole a Sofía si no le importaría quedarse un poco más con Lily. Diablos, lo que iba a hacer podría tomar cinco minutos o toda la noche si fuera por mí. Le dije a Lily que la amaba y que escuchara a Sofía.
—¡Te quiero, Nicholas! —Su pequeña voz sonó en mi oído.
—Yo también te quiero, nena. —La fe de Lily en mí me tranquilizó más, e hice una vuelta en U, ansioso por volver a Miley. Llamé a la puerta de la que había huido hace poco más de una hora, pero esta vez, mis nervios crepitaban. Ella había dejado claro que ya no estaba interesada, pero las lágrimas me dijeron que había más que eso. Todavía sufría, así que tal vez todavía tenía una oportunidad.
—¡Vete, Mandy! —La voz apagada de Miley llamó desde el interior—. El vodka no me arreglará esta vez. Volví a llamar. 
—Es Nick .— La puerta se abrió de golpe. 
—¿Nick ? —Se tambaleó sobre sus pies y extendí la mano para estabilizarla, agarrando sus brazos. No podía dejar de tocarla, a pesar de que prácticamente daba un respingo cada vez que lo hacía.
—Vaya. Ya te tengo. —Necesitaba arreglar esto, encontrar las palabras adecuadas para hacerla entender. Pero nunca había sido bueno en discursos románticos y dudaba que fuera a cambiar ahora. Sólo tenía que encontrar una manera, sin palabras, se lo mostraría. El dulce aroma de su piel y sus ojos azules brumosos enviaron una racha de deseo hacia abajo en mi espina dorsal. Joooder.

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