Estoy usando un largo vestido estampado que roza el suelo con un suéter azul pálido encima de él. Mamá me compro el vestido porque sabe cómo me siento respecto a exponer cualquier parte de mi pierna izquierda. En el fondo se que también espera que los chicos me vean como Miley Cyrus y no como la chica que atropelló Nick Jonas. ¿Adivina que? eso no va a suceder. No tenía el corazón para decirle que un bonito vestido no iba a borrar las feas cicatrices escondidas debajo de él. Habíamos llegado a la Feria del Condado de Tennessee . Habían transformado la feria en un parque de diversiones, complementado con una Rueda de la fortuna y un tanque para el tiro al blanco Las Damas Ayudantes patrocinaban cada año el festival. Normalmente asistía todo el pueblo. El pabellón de comidas está cubierto por luces centellantes, recordándome la Navidad. Mamá baja los brownies que ha hecho y los pone sobre la gran mesa del banquete colectivo luego escanea a la multitud.
—Mira, allí esta Lou —ella dice, señalándolo. Sentada junto a él esta su madre, mi jefa.
—¿Deberíamos ir a saludar? —pregunté. Mamá se encoje de hombros.
—Eso sería agradable.— Cuando llegamos a la mesa, El Sr. Reynolds se levanta y sonríe.
—Tish, encantado de que hayas podido asistir. Hola, Miley.
—Hola, Sr. Reynolds. Hola, Sra, Reynolds.— El Sr. Reynolds se inclina más cerca y susurra en mi oído.
—No estamos en el restaurante. Puedes llamarme Lou.
—Eso sería extraño —dije yo. Llamar al jefe de mama por su primer nombre sería demasiado… no lo sé… familiar.
—Está bien, bueno, cuando no sientas que sea extraño, inténtalo.— Mamá se sienta al lado de su jefe y yo rodeo la mesa y me arrojo sobre la silla al lado de la Sra. Reynolds.
—Sra. Reynolds, fue muy generoso de su parte darle un trabajo a mi hija —dijo mama—. Como le he dicho por teléfono, le estoy muy agradecida.
—Yo soy la agradecida —dijo la Sra. Reynolds—- Tuvimos una primera semana muy productiva. ¿No es cierto, Miley?— Mis uñas siguen teniendo mugre por debajo que no he sido capaz de raspar.
—La Sra. Reynolds es una experta en narcisos, mama.
—Cuando regreses de España ya se habrán levantado y habrán florecido — dijo la Sra. Reynolds. Yo sonrió, pensando en irme para España. Parece ser la única cosa que me hace sonreír últimamente. La Sra. Raynolds mira a lo largo de la mesa del buffet.
—Estoy famélica —dice ella—. Qué tal si le echamos un vistazo a la comida y vemos si hay algo que valga la pena.
—Mamá, no te atragantes con comida —dice el Sr. Reynolds por encima del alto sonido de la música para bailar que la banda justo acaba de empezar a tocar en el improvisado escenario al frente de la Casa de la Risa. La Sra. Reynolds rueda sus ojos.
—Mi hijo cree que soy un niño.
—Mamá, sabes lo que te dijo el… —la ronca voz del Sr. Reynolds repica. La Sra. Reynolds calla a su hijo con una simple mirada. Mamá se ve un poco nerviosa y yo me siento igual. No quiero involucrarme en esto. Esta claramente fuera de mi jurisdicción como acompañante. El Sr. Reynolds se gira en dirección a mamá.
—Tish, ¿Qué tal te parece mostrarle algunos movimientos a los adolescentes?— Wow, eso me cogió con la guardia baja. Mamá nunca baila. Ella y papá venían al festival año tras año y ni una sola vez los vi inclinarse hacia la música, mucho menos bailar.
—Me encantaría —dijo mamá—. Miley, ¿no te molestaría, cierto?
Cuando negué con la cabeza, ella tomo la mano que le ofrecía el Sr. Reynolds y él la guío lejos del pabellón de comidas. Estoy aquí sentada con los ojos ampliamente abiertos. ¿Qué es lo que acaba de pasar? ¿Acaso acepto mi mamá bailar con su jefe? ¿No es eso ilegal? Desde donde estoy sentada alcanzo a ver la pista de baile. De inmediato, mamá esta contoneando su cuerpo y moviéndose alrededor como una adolescente. Yo escaneo la feria para ver si alguien más le está prestando atención. Por su puesto, un grupo de chicos de la escuela la están mirando. Me quiero morir. ¿En primer lugar, porque razón querría mamá bailar? Esta haciendo un espectáculo de sí misma, saltando alrededor como si no le importara que la gente la este mirando fijamente. ¿No es ya lo suficientemente malo que la gente me mire a mi?
—Miley, estoy lista para cargar mi plato ahora que mi hijo, que se cree doctor está fuera de mi camino.¿Me ayudarías?— Aparto la mirada lejos de la reina del baile.
—Eh, si, por supuesto.— La Sr. Reynolds se apoya en su bastón mientras vamos llegando a la fila del buffet. Sostengo su plato con una pila de comida encima mientras ella señala varios platos expuestos.
—¿Qué es lo que sigues mirando? —pregunta la Sr. Reynolds.
—Nada.
—Esa nada está llamando mucho tu atención.— Me aclaro la garganta y sigo avanzando en la fila. Pero cuando llego al famoso Espectacular Spaguetti de la Sra. Jonas, me congeló y me preguntó si Emily y Nick estarán allí.
—Este luce bien —dice la Sra. Reynolds, refiriéndose al plato de espagueti.
—También sabe bien —admito—. ¿Pero usted puede comerlo? El Sr. Reynolds dijo…
—Miley soy una anciana que disfruta su comida. Si no puedo comer lo que deseo, entonces deberías enterrarme seis pies bajo tierra justo ahora y en este lugar.
—Está bien —digo con cautela—. Si usted insiste.
Pongo una pequeña cucharada en el plato de la Sra. Reynolds, pero ella alza sus cejas y me pide que le eche otra cucharada. Cuando llegamos al final del buffet, tengo miedo de darle otra mirada a la pista de baile. Es como un accidente automovilístico. Sabes que lo que vas a ver va a ser malo, pero no puedes evitarlo. Me pregunto si fue eso lo que la gente sintió cuando me vieron tirada en el suelo después de accidente. Está bien, así que soy como todos los demás. Chequeo la pista de baile y, gracias a Dios, mi mamá no está a la vista. Pero si veo a Delta. Ella está bailando lentamente con Brian Newcomb como si él fuera el amor de su vida. Mi sueño es encontrar a un chico que me ame a pesar de mis defectos y no me abandone cuando vea pasar a una chica perfecta. Quizás no exista un chico que sea así. Estoy sentada en la mesa viendo a la Sra. Reynolds comer. No tengo ni idea como hace para tragarse todo eso siendo una mujer tan pequeña. Ella toma un pequeño pedazo del Spaguetti Espectacular y asiente en mi dirección.
—Es como un golpe de harina y de diferentes texturas que lo hacen saber…
— ¿Espectacular? —digo yo.
—Bastante —acuerda, y las dos nos reímos. Mamá viene deslizándose hacia la mesa. ¿Fue un bailecito lo que la vi hacer cuando se sentó?
— ¿Qué es tan gracioso? —pregunta mamá.
—El plato de spaguetti —dice la Sra. Reynolds—. Es espectacular.— Ahora se hace el silencio, porque mamá sabe de forma inmediata que estamos hablando de la especialidad, ganadora de premios de la Sra. Jonas. El Sr. Reynolds esta sudando y toma un sorbo de agua.
—¿Pasa algo malo?— Mamá niega con la cabeza. El chico de la banda esta gritándole a la multitud de más de veintiún personas para que se dirijan a la pista de baile. Los padres acuden al centro de la pista del baile, preparados para mostrar sus movimientos. Veo a los otros chicos de mi grado corriendo y disfrutando. Brian y Delta entran a la Casa de la Risa. Drew Rudolph está tratando de convencer a Brianne de subir al Tilt-A-Whirl. Mandy mi prima, está sentada al lado de su hermana en la Rueda de Chicago.
—Adelante, ve —dice la Sra. Reynolds—. Únete a tus amigos.
—Yo no tengo amigos —admito—. Soy lo que llamaría una perdedora. O una solitaria. Escoja cualquiera de los dos.
—¡Bah!
—¿Ah?
—¡Bah!. Tonterías. Eres una inteligente y bonita jovencita. Las chicas como tú no son perdedoras o solitarias.
—No soy bonita, eso sí es seguro. Y soy coja —ella me mira de arriba abajo.
—Puedes fallar respecto al sentido de la moda, pero tienes buenos rasgos cuando no estás haciendo pucheros o luciendo perpleja. Y la cojera… mientras no te moleste a ti, no creo que deba importarle a los demás.— Creo que debo tener esa apariencia perpleja en mi rostro justo en este momento.
— ¿Y que es esa cosa sin sentido sobre no tener ningún amigo? Todo el mundo debe tener por lo menos un amigo.— Yo miro alrededor y encuentro a Emily Jonas, sentada sola en una de las mesas. Sus padres están sumergidos en una profunda conversación con otra pareja a unos cuantos pasos de ella. Iría hacia ella, pero lo más probable es que ella me ignoraría. La Sra. Reynolds pone su mano sobre la mía.
— ¿Es ella una amiga?
—Solía serlo.
—Ve y habla con ella.
—Ni siquiera sabría qué decir.— La Sra. Reynolds deja escapar el aliento con frustración.
—Haz lo que quieras, niña. Pero cuando seas un pájaro viejo como yo, estarás deseando haber tenido más amigos en tu vida. Estar sola no es divertido ¿verdad?
—No. Estar sola no es divertido.— Alzó la mirada en dirección a mamá, quien ahora está bailando en línea. Ella no parece sola. De hecho, no se veía así de contenta desde hace bastante tiempo. Mamá le sonríe al Sr. Reynolds y él le sonríe de vuelta. El Sr. Reynolds. Lou. El jefe de mama. El hijo de mi jefa. Bueno, cualquiera que sea su nombre, está claro para mí que está ardiendo por mamá. No estoy segura si debo estar avergonzada, furiosa, o feliz por ella.
Mis pantalones son jodidamente ajustados y está camisa tiene tanto almidón que me siento como un maniquí. Pero estoy aquí, en el Festival de Otoño. Una vez que termine de actuar como el hijo modelo, me iré de aquí. Veo a mis padres en el pabellón de los alimentos, hablando con otra pareja. Nada ha cambiado desde que he vuelto. Mi hermana sigue siendo un zombi, pero es peor ahora, porque desde que salió corriendo de la cafetería el lunes, está ignorándome. Mis padres no han mencionado el accidente desde que volví. Traté de hablar de ello, pero me han censurado. Cuando me acerco a mis padres, mi madre sonríe.
—Estábamos esperándote, Nick.
—Bueno, aquí estoy —digo sin entusiasmo, no menos dispuesto a representar este espectáculo. Mi papá se ve cansado; hay círculos bajo sus ojos y él no está caminando tan alto y recto como recuerdo.
—Nick, ¿te acuerdas del Dr. y la Sra. Tremont? El Dr. Tremont es dueño de una clínica dental en Denton, y acaba de abrir una en Tennessee ahora que el Dr. Kryzanowich se jubiló.
—¿En serio?— El Dr. Tremont apunta al este.
—Por las calles Central y Carriagedale. Ya sabes, el nuevo edificio junto al cine Tennessee —sacudo mi cabeza.
—No lo he visto todavía.
—¿Dónde has estado escondido? —el Dr. Tremont dice, riendo—. Es el edificio con el gran diente al frente —mi papá se pone rojo bajo su cuello.
—Me muero de hambre —dice antes de que yo le diga al Dr. Tremont que no he visto su edificio con el gran diente, porque estuve encerrado en la cárcel desde hace un año.
—Por qué no prueban algunos de los platillos de mi esposa mientras Nick encuentra a sus amigos.— Mamá hace un trabajo realmente bueno dirigiendo a los Tremonts a la mesa de buffet y lejos de mí. ¿Crees que mamá se da cuenta que no era la mejor idea tratar de fingir que soy un hijo perfecto? Mi hermana se une a ellos, ignorándome por completo. El Festival de Otoño es un zoológico. Es difícil creer que Tennessee es un pueblo pequeño cuando hay tanta gente alrededor. Brian y los chicos están pasando el rato cerca del estacionamiento.
—Wow, Nick, ¿quién te vistió? —Brian dice sarcásticamente, sacudiendo su cabeza con incredulidad. Hago una mueca.
—¿Me creerás si te digo que mi madre lo hizo?— Brian asiente.
—Sí. Tennessee no era lo mismo sin ti, hombre. Pero esa ropa tiene que irse.— Drew se ríe mientras enciende un cigarrillo.
—Tienes razón, Brian. Tennessee no es el mismo. Vi a la Sra. Cyrus bailando con el tipo de la cafetería. Se veían muy apretados. ¿Crees que son... tú, sabes? Dios sabe que Miley no conseguirá ninguno. Esa chica necesita un montón de cirugías más antes de que vaya a atraer a cualquier tipo. Tal vez podría conseguir una cita para el baile a través de Internet.— Nadie se ríe, porque Drew no es gracioso. Ha sido un pelmazo desde que volví, haciendo todo lo posible para hacerme enojar a propósito. Tristán lanza un balón en el aire.
—Nos dirigimos a la cancha para jugar a la pelota. Vámonos antes de que nuestras mamás traten de hacernos bailar con ellas.— Me quito la ridícula camisa mientras juego, pero mis bolas están siendo estranguladas por los pantalones que llevo puestos. Después de cuarenta y cinco minutos, nos dirigimos de regreso. Pero cuando Tristan y Brian están por delante de nosotros, agarro a Drew por el hombro y lo empujo contra un árbol. Lo tomo completamente por sorpresa. No tiene ni idea de que estoy tentado a patearle el trasero. Una cosa que aprendí en el DOC de los reclusos... agarrarlos cuando menos se lo esperan.
—Este es el trato —digo en voz baja y dura cuando agarro su camisa y la retuerzo cerca de su garganta—. Deja de mencionar a Miley o la cárcel o el accidente. ¿Entendido? Si quieres seguir hablando de más, eso está bien, pero la próxima vez que lo hagas te encontrarás con mi puño. Garantizado.
—Estaba bromeando —Drew se atraganta, con un débil hilo de histeria en su voz—. Por Dios, Nick, relájate.— Suelto su camisa, pero le doy una última advertencia.
—Hasta hace dos semanas estaba viviendo con pandilleros. No me digas que me relaje.
***
Es jueves por la noche, cinco días después del festival. Estoy en el cuarto de Delta mientras sus padres están en alguna recepción. Se supone que debemos estudiar; ambos tenemos examen mañana. Desafortunadamente, me di cuenta hace una media hora que ella no está interesada en estudiar. Delta se contonea delante de mí, modelando diferentes atuendos que compró en el centro comercial ayer.
—Bueno... —dice, luciendo un vestido de diseñador—. ¿Qué piensas?
—Estoy ocupado leyendo la Carta Magna. No puedo reprobar este examen, Delta—.Ella pone las manos sobre sus caderas y hace pucheros.
—Te juro que le prestas más atención a las chicas en la escuela que a mí.— Levanto la vista de mi libro.
—¿Estás bromeando?
—No, Samantha Hunter está, como, deseándote después de tu clase de gimnasia y estás cayendo. Y te escuche con Sarah Steinway teniendo una conversación muy intensa en biología.
—No le he dicho dos palabras a Samantha, Delta. Y Sarah y yo somos compañeros de biología. ¿Qué estás haciendo, espiándome? Me encantaría decirles a todos que estamos de nuevo juntos. Tú eres la que quiere mantener nuestra relación en maldito secreto.— Esta semana nos hemos encontrado en la reserva forestal, en las gradas de la escuela, y hoy tuve que entrar a su casa por la puerta trasera para que ninguno de sus vecinos me viera entrar. Estoy harto de moverme furtivamente en todos lados.
—Te dije que mi padre se está presentando en la elección en noviembre, Nick. Su hija no puede ser vista saliendo con un ex convicto.— Ella dice eso con tanta facilidad. No hay una pizca de disculpa o vacilación en su voz cuando deja salir la palabra "ex convicto".
—Me tengo que ir —digo, luego cierro mi libro de historia. Ella viene hacia mí, colocando su mano sobre mi pecho.
—No te vayas. Voy a hacer que valga la pena.
—¿De qué estás hablando?— Lentamente quita el fino tirante de su hombro, revelando piel desnuda. Unos segundos más tarde, se quita su vestido y está de pie frente a mí vestida sólo con un sostén de encaje negro y tanga a juego. Mi mirada se desplaza sobre su cremosa piel blanca. Diablos, sí, quiero esto. Pero ella no se está comportando como una novia. No tiene que desnudarse para mantenerme aquí. No tiene que usar su cuerpo para seducirme. Esto está tan jodido.
—Delta... —da un paso hacia mí, poniendo su dedo sobre mis labios para no permitirme hablar.
—Shh, oigo a mis padres en el pasillo —susurra. Mierda. Efectivamente hay un golpe en la puerta de su dormitorio un segundo después.
—Delta, ¿estás en casa? —su mamá dice al otro lado de la puerta.
—Uh, sí —Delta dice en voz alta mientras recoge su vestido tirado—. Nick, entra al armario —susurra. Esto no está pasando en serio.
—No voy a entrar al armario —digo. De ninguna manera voy a encerrarme de nuevo, aún en el armario de mi novia en lugar de una celda.
—Shh, te van a escuchar.— Su madre toca de nuevo y dice.
—¿Con quién estás hablando? Delta, abre la puerta.— Delta se escabulle para ponerse su vestido de nuevo.
—Con nadie, mamá, sólo tengo la radio encendida. Me estoy vistiendo. Salgo en un minuto, ¿de acuerdo?
—Apúrate. El Senador Boyle vino hasta aquí para conocerte —dice su mamá, entonces escucho pasos alejándose de la puerta.
—¿Cuando vas a decirles que estamos juntos? —le pregunto a Delta—. ¿Después de las elecciones?
—¿Podemos hablar de eso más tarde? —susurra mientras verifica rápidamente su apariencia en el espejo. Observo mientras se pone enormes cantidades de brillo labial en sus labios. El sabor cereza flota en el aire hasta mi nariz y me pregunto cuánto tiempo puedo estar atrapado en esta habitación con olor a cereza antes de desmayarse. Abro la ventana.
—Nick, ¿qué estás haciendo?— Lanzo mi libro de historia hacia el suelo abajo, rezando por que todavía este intacto cuando lo recupere. Luego levanto un pie sobre el alféizar.
—Yéndome.
—Es una casa de dos plantas. Vas a matarte.— No voy a esconderme en su habitación como un prisionero. Además, si salto con suficiente fuerza y lo suficientemente alto, podría ser capaz de asirme a una rama del árbol a unos pies de la ventana. Ella corre hacia mí.
—No lo hagas, Nick.— Miro directamente a sus ojos azules. ¿Por qué no? ¿Por qué me amas, porque no quieres que me lastime... porque quieres llevarme a la planta baja y anunciar a tus padres y a sus amigos que no importa lo que sucedió en el pasado, estamos juntos y nadie puede separarnos?
—Voy a tener problemas si te ven —anuncia.
—Nos vemos en el otro lado —le digo a Delta antes de pararme en el alféizar de la ventana, diciendo una oración, y dando un salto.
A Nick le tomó una semana deslizarse de regreso a su vida sin ningún problema. Salí de la cafetería esta tarde, cuando las chicas populares derrochaban alegría delante de él. Hubiera jurado que pensaba que la alegría era sólo por él. Como si eso fuera poco, oí decir a Tristán Norris en Ciencias de la Tierra que Nick está por salir a la lucha libre este año. No sólo pierdo a Emily como amiga y todo el mundo piensa que soy un bicho raro al caminar, tengo ninguna esperanza de unirme al equipo de tenis o practicar algún deporte nunca más. Me estoy castigando a mí misma por compararme con Nick mientras estoy en el autobús de Hampton para ir a mi primer día de trabajo para la Señora Reynolds. Sólo deseo que fuera más fácil para mí... o menos fácil para él. Me doy cuenta que estoy amargada, pero no puedo evitarlo. He pasado por tanto dolor agonía el año pasado, y volver a la escuela sólo ha hecho hincapié en que clase de paria me he convertido.
Llego a casa de la Señora Reynolds y toco el timbre. Ella no responde. Sigue sonando con la esperanza de que nada malo le haya sucedido. Solo mi suerte decidió dejarme fuera antes de que comenzara el trabajo. Colocando mi mochila en el suelo, me dirijo a la parte trasera de la casa. La Señora Reynolds está sentada en el columpio del porche. Su cabeza se desploma otra vez, pero su pecho está aumentando y bajando con cada respiración. Bueno, la mujer está durmiendo. Ufff. Haciendo equilibrio con un vaso de limonada en la mano. Este trabajo va a ser como una rebanada de pastel. Me siento avergonzada por tomar tanto dinero de la Señora de Reynolds para hacer nada. Me acerco de puntillas. Tengo que tomar el vaso de la mano de la señora Reynolds antes de que lo derrame todo o, peor aún, lo suelte y deje caer al suelo y esté se rompa. Poco a poco, en silencio, extiendo la mano y deslice el vaso de su mano.
—¿Qué crees que estás haciendo?— La voz de la anciana me asusta y me hace saltar hacia atrás. La Señora Reynolds tiene un ojo abierto, como el chico de la película de monstruos en los dibujos animados. —Yo, uh, pensé que tomaba la siesta.
—¿Me veo como si estuviera durmiendo?
—En este momento no lo hace.— La Señora Reynolds se sienta con la espalda recta, con el pelo gris con un diseño perfecto en la parte superior de la cabeza.
—Suficiente charla. Tenemos mucho trabajo que hacer hoy.
—¿Quieres que vuelva a llenar su vaso de limonada? ¿Algún bocadillo? ¿Qué separe las almohadas?
—No. ¿Ves esas bolsas de allí? —la Señora Reynolds dice, con su dedo torcido apuntando hacia el lado del patio. Cerca de diez grandes bolsas de papel están alineadas en el césped. Todas están etiquetadas con nombres extraños: Remolino de Albaricoque, Croma color, Decoy, Deriva, Trompeta amarilla, Gotas de limón, Rosa payaso.
—¿Para qué sirven?
—Vamos a sembrarlos. Son narcisos. Bueno, no exactamente pero parecen narcisos. Son sólo capullos.—¿Plantas? Miro dentro de la bolsa marcada como "Deriva". Debe haber más de treinta capullos dentro. Cojo la siguiente bolsa "gotas de limón", y hay más en éste que en la primera.
—No pongas esa cara de susto, Miley —dice la Señora Reynolds—. No se ajusta a tu cara.— Agarro algunos capullos de la siguiente bolsa, la marcada como "Remolino de Albaricoque". Detrás de mí la señora Reynolds dice: —Ni te molestes en recogerlos de inmediato. Primero necesitas plantarlos.
—¿Plantarlos?
—Por supuesto. ¿Alguna vez has plantado algo?
—Sólo un poco de hierbas en preescolar. Pero eso fue en una pequeña maceta que llevé a casa para el Día de las Madres.
—¿Nunca capullos?—Sacudo la cabeza. La Sra. Reynolds parece preocupada.
—Déjame decirte algo acerca de los narcisos, Miley. Son fragantes, hermosos y resistentes.— Puedo escanear las ocho bolsas alineadas.
—¿Estos son todos los narcisos?
—Oh, sí. Pero cada uno tiene su propio olor y personalidad.—Wow. No sé mucho acerca de las flores en general y menos los detalles de cada una. Mis favoritas eran los dientes de león, porque cuando éramos más pequeñas, Emily y yo íbamos a buscar y sacar todos los dientes de león de los céspedes de nuestros vecinos, cantando “Mamá tuvo un bebé y su cabeza se cayó” y movíamos la parte superior de las flores fuera de los tallos mientras cantábamos. Aunque, para ser técnicos, los dientes de león no son flores. Son las malas hierbas.
—Necesitarás una pala para empezar —mi patrona dice, interrumpiendo mis ensoñaciones—. Creo que hay una en el garaje.
Coloco los capullos de vuelta en sus respectivas bolsas, luego me dirijo a la cochera separada en la parte trasera del patio. Es una gran estructura de dos pisos. Pintada de amarilla, aunque el agrietamiento y descamación de años de abandono, indica que este había sido un lugar de orgullo. Hay unas escaleras al lado, que llevan al segundo nivel. Sucio, con ventanas polvorientas en la habitación de arriba. ¿Es algún tipo de oficina? ¿Un cuarto privado? La puerta del garaje está cerrada, así que tengo que levantarla con mis propias fuerzas, y no es fácil. Con un crujido fuerte de protesta, la puerta finalmente se levanta para revelar un Cadillac negro, estacionado en el interior. El lugar está oscuro y lleno de telarañas. Lo que significa que el lugar está lleno de arañas. No soy aficionada a ninguna. Miley, puedes hacer esto. Cuando entro más lejos en la oscuridad, mis ojos buscan a las arañas. Mi mamá se burlaba de mí porque tenía la visión periférica diseñada especialmente para detectar a las criaturas de ocho patas. Una pala cuelga en la pared, no lejos de la entrada. Bien. Puedo adelantar algunas pulgadas lentamente, alejando mi mano para asir el mango. Una vez que lo sostengo, dejó escapar un aliento que ni siquiera sabía que había estado conteniendo. Me logro escabullir del garaje para regresar con la Señora Reynolds, al menos unas pocas telarañas han alcanzado a pegarse a mí.
—La tengo —le digo, tendiéndole la pala como un preciado trofeo. La mujer no parece impresionada.
—En primer lugar, tendremos que preparar el suelo.— Me acerco a las macetas de flores vacías y comienzo a meter la pala en la tierra para aflojarla. Hago esto por algunos minutos. No es tan malo. La Señora Reynolds se escabulle detrás de mí.
—Espera.— Me doy la vuelta. La mujer sostiene un manto largo, de flores color rosa y verde.
—¿Qué es eso? —le pregunto.
—Mi muumuu. Póntela. Va a mantener tu ropa limpia.
—Señora Reynolds, no puedo usar eso.
—¿Por qué no?— La Señora Reynolds agarro el muumuu, una bata de casa grande y fea.
—Soy consciente de que debe haber estado sin usar mucho tiempo. Probablemente la tía Enriqueta la haya tenido guardada en el armario durante todo este tiempo.
—Es que... no es mi talla —le digo sin convicción.
—No seas tonta, todo el mundo cabe en los muumuus. Es una talla única. Póntelo.— A regañadientes, tomo el muumuu y deslizo el material sobre mi cabeza. El vestido cuelga sobre mí como si fuera una tienda de campaña. La Señora Reynolds da unos pasos atrás y me observa.
—Perfecta.— Sonrío débilmente hacia ella.
—Bueno, vamos a trabajar.— A los cuarenta minutos siguientes, la Señora Reynolds me lleva a lo grande a cavar los agujeros, midiendo la tierra extra que será necesaria en el fondo de los agujeros para crear una almohada para los capullos, y la mejor forma de plantar los capullos es no hacerlo filas, pero si con espació cinco pulgadas de distancia. Ahora estoy sudando, y me temo que la Señora Reynolds apenas ha comenzado. Pero voy a hacer lo necesario para mantener este trabajo. Si eso significa crear almohadas para sus preciosos capullos, para las próximas semanas hasta que el clima más frío pase sobre nosotros, está muy bien. Puedo manejar cualquier cosa, si el resultado final es ganar el dinero para huir. Sentada atrás, me limpio la suciedad de la cara con la manga del muumuu.
—¿Qué eso que está allí? —pregunto, señalando una pila de madera.
—La glorieta que nunca se terminó.
—Yo estaba en un kiosco en el Jardín Botánico el año pasado —le digo, imaginando una gran glorieta en el centro del patio.
—Esto me recuerda esa escena en "El sonido de la música”, donde el novio de Liesl le canta “Hoy dieciséis y pronto diecisiete”.— La Señora Reynolds mira con nostalgia a la pila.
—Sí, bueno, me temo que la madera, probablemente va a estar sentada por mucho tiempo después de que esté muerta y enterrada.
—Deberia de conseguir a alguien para construirla —le digo con entusiasmo—. Puedo imaginarla, con un techo puntiagudo y todo.
—Vamos a tomar un descanso —dice—. No hablemos más de cosas que nunca serán.— Oh, sí, se me olvidaba. No hay existen charlas sin sentido con la Señora Reynolds. Desde el accidente, no me ha resultado fácil ponerme de pie. El estar cubierta con el muumuu hace que sea mucho más difícil. Sobre todo cuando tengo que extender mi pierna delante de mí para levantarme.
—¿Qué estás haciendo?
—Levantarme.— La Señora Reynolds hace olas con las manos alrededor, como si sus miembros pudieran hablar. —Normalmente la gente doblar sus piernas cuando hace eso.
—No puedo doblar la pierna.
—¿Quién dice?— Me doy vuelta y miro de frente a la Señora Reynolds. ¿Está bromeando? Obviamente estoy lisiada. Está bien así, no fui mutilada. Pero fui atropellada por un coche. Nunca seré la misma.
—Doblas tu pierna al caminar. No sé por qué no lo haces para ponerte de pie, eso es todo —dice. Finalmente de pie, tomo una respiración profunda. Estoy ansiosa por decir algo, pero no pueda. La Señora Reynolds es la primera persona en más de un año que me trata como si no hubiera nada malo en mí. Es refrescante y frustrante a la vez.
Mamá toca a mi puerta la noche del sábado antes de irse al festival anual de otoño.
—¿Estás seguro que no quieres ir Nick? Será divertido —sí, claro.
—Estoy seguro.
—Emily también viene. —¿cómo demonios maneja eso mamá? Emily vive en su cuarto como si fuera un oso en continua hibernación. Creo que la he visto más en los pasillos de la escuela de lo que la he visto en casa.
—Voy a quedarme en casa y pasar el rato —dije. No hay manera de que quiera ir a la feria y ser una de las atracciones principales. Mamá abre la puerta y asoma su cabeza al interior.
—Tu padre y yo queremos que hagas una aparición. El Dr. y la Sra. Tremont van a estar ahí. Tu papá confía en sus referencias. Ponte uno de los nuevos trajes que compré y muestra la pulcra persona que eres —no me siento con ganas de vestirme con ropa que hace que me ahogue, y poner otro falso espectáculo "feliz".
—¿Es eso lo que realmente quieres? —ella asiente.
—Sí.
—Está bien. Te veo ahí más tarde —dije secamente. Esta mierda me está desgastando rápidamente.
—Gracias Nick. Lo aprecio —ella dice, como si estuviera hablando con un colega. ¿Quién es esta señora que solía llamar mamá? Necesito hacerle entender que soy la misma persona que antes. Ella puede amar al anterior Nick Jonas sin tratar de crear a uno nuevo y mejorado. Luego de que mis padres y Emily se fueron, me dirigí fuera y me hice algo de pollo a la parrilla. Voy a comer aquí, con mis cómodos vaqueros rotos y una camiseta, antes de vestirme como si fuera un banquero con un corte de cabello perfecto. Estoy sentado en la mesa del patio cuando oigo una voz familiar.
—Pensé que podría encontrarte aquí —me gire a mi ex novia. Delta luce genial, vestida con una camiseta rosa ajustada y una corta falda blanca. Ningún rastro de prudencia figuraba en su aspecto, eso es seguro
—¿No vas a la feria? —pregunte. Ella se acerca mucho a mí y se inclina
—Fui, pero no estabas ahí —ella dice con un sexy susurro.
—¿Quieres que esté?
—No, porque te quiero todo para mí. Eres una leyenda en Tennessee. Todo el mundo está pidiendo a gritos un vistazo del misterioso y peligroso Nick Jonas.
—¿Es eso lo que ellos piensan, que soy peligroso?
—Solo estoy comunicando el rumor. Estuviste en prisión, sabes. Oí que varias cosas te sucedieron cuando estuviste ahí para hacerte cambiar.
— ¿Y qué es lo que tú piensas? —pregunte, confuso por sus motivos de venir aquí—. ¿Piensas que soy peligroso?
—En absoluto. —ella esta mirándome directamente a los ojos, pero percibo que está pensando en algo más
—.¿Fue realmente tan duro como dicen?
—A veces —ella gira sus rubios rulos alrededor de su dedo.
—¿Pensaste en mi?
—Casi todos los días —admití—. ¿Qué hay de ti? —ella sonríe.
—Te extrañe. Pero no pude manejar lo que paso.
—No te preocupes, Delta. Esa noche estuvo totalmente jodida.
—Me lo estás diciendo a mí —mire a cada lado. Me he estado muriendo por saber la respuesta a esta pregunta.
—¿Recuerdas que paso? —ella parpadea dos veces antes de contestar.
—No mucho. Yo estaba casi tan borracha como tú y corrí cuando la policía vino. Mi padre es el alcalde, tú sabes. Su hija no podía ser encontrada en medio de esa confusa escena.
—Uh huh.
—No esperaba que fueras a la cárcel, Nick. Yo solo… me asuste.
—Me asuste también. Pero estoy de vuelta.
—Claro que lo estas —mi ego necesita que yo haga la siguiente pregunta. Es extraño, pero esta discusión es la manera de averiguar dónde estamos cada uno en esta relación.
—¿Has estado con alguien más?
—Nadie que importara —¿qué demonios significa eso? No estoy celoso. Está bien, lo estoy. Pero está contigo ahora, una voz dentro de mi cabeza me dice. Y la extrañe mucho. Demasiado. He soñado con besarla de nuevo, sus carnosos labios sobre los míos, frotándome contra ella hasta creer que moriré del solo placer de hacerlo.
—Ven aquí —digo moviendo fuera mi silla para que ella pueda sentarse en mi regazo. Mi libido se pone en marcha, inmediatamente listo para esto—. A pasado mucho tiempo, Delta, pero estoy en el juego si tu lo estas —ella se sienta en mis muslos y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello. Observo sus labios con interés mientras ella me sonríe. Mojados, y brillantes labios con lo que sea que se puso antes de venir aquí. El que hizo esa mierda brillante para labios es un genio. Tomo los extremos de su rubio cabello rizado y los giro entre mi pulgar y el índice. Su cabello se siente diferente de lo que recuerdo. Solía ser más suave. Siempre ame jugar con él.
—Cambiaste el color —dije.
—Es más ligero. ¿Te gusta? —¿qué puedo decir, que se siente más como paja que seda?
—Necesito tiempo para acostumbrarme —sé que ya debería de haberla besado, pero estoy dudando. He besado a Delta miles de veces antes. Es impresionante besando, y esos labios están pidiendo que se metan con ellos. ¿Entonces cual es mi problema? Ella siente la parte superior de mi corte de pelo con su palma.
—Espero que dejes crecer tu cabello. No lo puedo agarrar ahora.
—Veremos.
—Sin compromiso, ¿no es así? —ella río, luego dijo—, te extrañe, Nick. Si me extraño tanto, ¿porque tengo esta extraño sensación de que me está ocultando algo? Mierda, debo dejar de jugar juegos con mi mente y analizar demasiado las cosas. Sé que me va hacer dejar de pensar. Puse mi mano en la parte trasera de la cabeza de Delta y pegue su boca a la mía. Cuando mis labios tocan los suyos, la esencia de cereza de la cosa brillante es abrumadora. En una mala manera. Mis labios y mi lengua se deslizan contra ella, pero en todo lo que puedo pensar es en cuanto odio las cerezas. Odio la tarta de cereza, odio las cerezas en coctel de frutas o encima de un helado con chocolate caliente. Incluso odio el refresco de cereza. Delta gime mientras nuestras bocas siguen mezcladas. Su lengua está trabajando horas extras y ella gira su cuerpo por lo que está a horcajadas sobre mí. Abro mis ojos mientras nos estamos besando. Mi mirada se centra en la habitación de Miley Cyrus. Ahora no solo tengo labios de cereza atados los míos, espero que Miley Cyrus no me vea labios cerrados y lengua atada a Delta. Ni siquiera me pregunten porque me importa. Me tiro hacia atrás y digo.
—Vamos adentro.— Delta se desliza de mi regazo, y nos tomamos de las manos mientras la guío hacia mi cuarto. Me limpie los labios con el dorso de mi mano, esperando que el sabor a cereza desapareciera. Delta se echa sobre mi cama cuando llegamos a mi habitación, ni siquiera dudando o preguntándose porque nos estamos moviendo tan rápido después de no haber estado juntos por un año.
—Es justo como los viejos tiempos —ella dice. Excepto que de alguna manera no se siente tan excitante o atrevido como solía. Tal vez es porque somos mayores ahora. Me saque mi camiseta, y luego me deslice en la cama junto a ella. Ella comienza a besar mi pecho.
—Por dios, Nick. Tus pectorales son enormes. —con mi dedo índice moví ligeramente su nuevo y brillante anillo de ombligo.
—Supongo que los dos hemos cambiando, ¿no?
—Déjame investigar cuanto —ella traza un camino de besos hacia abajo, pasando mi pecho y se detiene en la cintura de los vaqueros. Cuando comienza a desabrocharlos, pongo mi mano sobre la de ella para detenerla. Ella me mira, confundida. No la culpo. Estoy jodido de la cabeza y necesito tomarme todo con más calma que antes. Lo juro, un año antes habría saltado a sus huesos incluso antes de llegar a mi habitación.
— ¿Qué hay de malo? —ella dice. Sacudo mi cabeza, froto mi mano por mi cabello y tomo una profunda respiración. Mierda. Estoy arruinando todo. Ella descansa su cabeza en mi hombro y coloca su brazo sobre mi estomago. Se siente muy bien y estoy contento que no me haga hablar de eso. Tal vez ella lo entiende, tal vez ella comprende que no puedo verbalizar mis jodidos pensamientos. Pero entonces ella comienza a inquietarse y luego de unos minutos se sienta.
—Probablemente debería volver al festival antes de que mis padres se den cuenta que me fui—. Al final ella no entiende. Justo como todos los demás. Con un movimiento de pelo sobre sus hombros, se desliza de nuevo en sus zapatos y se levanta. Me convencí a mi mismo que las cosas volverían a ser normales pronto. Estoy de vuelta en casa, tengo a mi chica de nuevo. Está bien, admito que las cosas están raras entre nosotros. Su cabello es falso, sus labios saben diferente, y sus besos son frenéticos en lugar de sexy.
—Te vi hablando con Samantha Hunter ayer en el pasillo —ella dice, volteando y mirándome. Me incorporo y me apoyo en mi cabecera, aun sin camiseta. —Sí, ella quería saber si voy a luchar este año —Delta suelta un respiro molesto—. ¿Tú no piensas que es linda, verdad? Me encojo de hombros.
—Ella está bien, supongo.
—Porque chicas como ella son totalmente manipuladoras.
—No estoy mirando a otras chicas, Delta, si es por lo que estas preocupada.
—Eso es bueno —las comisuras de su boca elevan, pero luego se muerde el labio inferior—. Me alegro que estés de vuelta, pero…
—¿Pero qué? —pregunto.
—¿Nick podemos mantener esto entre nosotros como un secreto? Los chicos de la escuela están esperando un gran espectáculo entre nosotros, y no quiero que esto se vuelva raro. Además mi papa se va a postular en las elecciones de noviembre y el ya me ha prohibido que tenga algún contacto contigo. Sería lo mejor que nadie sepa de esto ahora. Sus comentarios no debieron sorprenderme, pero sí lo hicieron. Yo solo dije.
—Está bien —porque, bueno, ¿qué más puedo decir? Siguiendo a Delta a su auto, me pregunto que hubiera sido de nuestras vidas si no me hubieran encerrado. No tendría que mantener nuestra relación en un maldito secreto, eso es seguro. Cuando estamos en el patio delantero, Delta se sube a su carro, después abre su bolso y saca un brillo labial. Torciendo el espejo retrovisor, ella cuidadosamente desliza más brillo de cereza, borrando esencialmente nuestra poderosa escena de besos. Cuando sus labios están tan brillantes como estuvieron cuando llego aquí, ella se marcha. Sacudiendo mi cabeza, me dirijo adentro. Veo la imagen de Delta cuando llego a mi habitación. Removiéndola de mi cabecera, la miro fijamente. Es difícil mantener todo igual cuando las mismas cosas lucen y se sienten diferentes.
—Nick, tú ven con nosotros —grita Brian desde la mitad de la cafetería. Yo había planeado agarrar un bocadillo y sentarme junto a mi hermana. Hoy ella está usando un lápiz labial de color negro azabache que coincide con sus jeans negros y gastados. Mamá ni siquiera se inmutó cuando Emily bajó las escaleras esta mañana. Me estremecí al ver. Lo que componga esa cosa negra en el labio tiene grandes problemas. Estoy de pie junto a ella, contemplando qué hacer. Ella no levanta la vista de la lectura de un libro y dice:
—Ve y siéntate con Brian. No me importa.
—Emily, ven conmigo.— Ella levanta la vista, con lápiz labial negro y todo
—¿Parece que yo quisiera sentarme con ellos?— Eso es todo, no puedo soportarlo más. Apoyo mis manos en la mesa de la cafetería y digo:
— Tal vez quieras que me asuste de toda esta mierda negra. Pero yo no voy a hacerlo. Ahora, ¿Por qué no eliminar esa mierda de tus labios y cortar el acto de muerte ya? Eso está acabando con mis nervios.— En lugar de estar agradecida de que estoy siendo brutalmente honesto, ella bruscamente recoge sus libros y sale corriendo de la cafetería. ¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora? Brian está todavía agitándome el brazo, pero yo dudo. No es que yo no quiera sentarme con mis viejos amigos; solo no tengo ganas de ser bombardeado con preguntas sobre la cárcel. Debido a que estos chicos no durarían un día en el DOC y probablemente creerán que estoy mintiendo si les dijera lo que realmente sucede allí.
No pienso ni por un minuto que cualquiera es inmune a ser condenado. Hombre, hay tantos chicos de todas las razas y religiones diferentes, y colores y tamaños. Judíos y cristianos, musulmanes y católicos. Chicos ricos que pensaron que estaban encima de la ley y chicos pobres que no conocen nada mejor. Es un juego diferente cuando tú estás adentro, con una jerarquía tacita y con normas. Algunas cosas que tú puedes soportar y algunas cosas que tienes que aprender de la manera dura. Los accidentes ocurren en el DOC, y algunos de ellos son intencionales. Las pandillas están a la orden, incluso en la cárcel de menores. Cuando hay un altercado entre dos rivales, es mejor que estés fuera de ese infierno. Warden Miller tuvo esta cosa sobre saludar a un nuevo recluso en su primer día en el DOC. Él piensa que facilita la mente del chico nuevo conociendo sus expectativas, pero lo único que eso hace es asustarlos malditamente. A menos, claro, de que sean repetidores.
Miller es uno de esos primeros nombres en un montón de repetidores. Ellos consiguen una versión muy diferente del discurso de bienvenida. Su primer discurso empezó con algo como eso: “Mi nombre es Scott Miller. Bienvenido a mi casa. Te levantarás a las 5:45 cada mañana e irás a las duchas. Tienes cinco minutos, no más, para bañarte. Tendrás tres plazas al día y debes asistir a clases durante ocho horas. Nos llevaremos bien, siempre y cuando respetes las reglas de mi casa. Si no lo haces… bien, entonces, tú y yo tendremos un problema. Pregunta a cualquier persona esto, y te dirán que no quisieras tener un problema conmigo. Mis problemas te darán 23 horas directas de celda. ¿Alguna pregunta? Warden Miller no explica la ausencia de papel higiénico en las celdas, que es una de las cosas que tienes que aprender de la manera dura. Es cuando tu estas sentado en el váter y necesitas limpiarte. El botón de llamada para pedir prestado un rollo está al otro lado de la celda, en ningún lado cerca a donde tú estás sentado. Voy hacia Brian y los chicos, dispuesto a distraerlos de la idea de hablar sobre la cárcel.
—¿Qué sucede, chicos? ¿Dónde están todas las chicas? —pregunto. Drew está sentado frente a mí y rueda los ojos.
—Practicando para las pruebas de animadoras. No me malinterpreten, me encanta cuando las chicas saltan arriba y abajo para mí. Solo no sé qué tan difícil puede ser todo eso, que ellas necesitarían practicar durante tres semanas consecutivas.
—¿Mandy y Danielle van a ser a porristas en lugar de tenistas? —pregunto. Mandy y Danielle eran fanáticas acérrimas del tenis.
—Es a causa de Sabrina —dice Tristán.
—Ella no tiene suficiente coordinación manos-ojos para ser una jugadora de tenis, así que ha convencido a Mandy y Danielle de probar para Pantherettes. Tal vez he estado fuera mucho tiempo. O tal vez no he oído correctamente.
—¿Qué es una Pantherette?
—Nick, tienes que ponerte al día, hombre —Brian está tratando de controlar su diversión mientras dice—, Pantherettes son las porristas del equipo de lucha. Mira esto… Tennessee, Panthers… Pantherettes. ¿Huh? —¿Porristas de lucha? —Drew asiente.
—Pantherettes, amigo. Amo tenerlas. Muchas escuelas cuentan con porristas de lucha, así que el año pasado las conseguimos también.
—¿Haces lucha libre este año, Jonas? —interrumpe Tristán—. Wenner estaba entrenando el año pasado. Él ha tenido un bebe durante el verano, y creo que quiere mantener sus sábados libres y estar en casa con el mocoso.
—No puedo —le digo—. Tengo que trabajar después de la escuela intencionalmente dejo de lado la parte en que el trabajo es en realidad servicio comunitario, y si lo abandono, voy a tener que volver a la cárcel.—Brian toma un bocado de sándwich y dice con la boca llena,
—Te necesitamos, o vamos perder como el año pasado —Tristan y Drew asintieron, de acuerdo con Brian. No hay como la presión de grupo para rendirse.
—Muy bien chicos, escuchen —digo—. Si hay un encuentro que pueda hacer, competiré—. Brian extiende una mano para mí y yo le doy los cinco.
—De eso es de lo que estoy hablando —palmeo su mano—. Eres patético si crees que yo solo puedo hacer la diferencia.— Drew niego con su cabeza de pelo rizado.
—Cubriste a Vic Medonia, Nick. El tipo es enorme y una leyenda. ¿Recuerdas cuando te pateó el trasero, consiguiendo esos cinco puntos de saque por diez segundos antes de que acabara la ronda?
—Drew, por favor —dice Tristan.
—No le faltes al respecto a Nick aquí. Fueron cuatro minutos cuando él hizo el saque de banda hacia abajo.
—Lo que sea, Tristan —dice Drew
—Me olvidé que lo sabes todo. Tristan se cruza de brazos en frente de su pecho. —Malditamente correcto.
Tomo un bocado de mi bocadillo mientras Tristan y Drew están uno frente a la garganta del otro. Es como en los viejos tiempos, a excepción de que Delta no está aquí… y mi hermana se niega a unirse a la tierra de los vivos. Antes de que el pensamiento salga de mi cabeza, las chicas, menos mi hermana, se pavonean entrando en la cafetería. Sabrina, Danielle y Mandy llegan primero, seguidas de Delta y su mejor amiga Hannah.
—¿Cómo han ido las practicas? —Tristan pregunta a Mandy, Mandy se extira y toma su hombro
—Es tan dulce que te importe —dice. Drew tose
—¿Por qué no nos hacen una animación?
—¿Aquí mismo, en la cafetería?
—¿Por qué no? —Delta me guiña privadamente, y luego dice—, seguro, vamos a hacerlo, chicas.— Delta se pone de pie mientras Mandy, Sabrina, Danielle y Hannah se paran detrás de ella. Delta lleva las manos como si estuviera a punto de aplaudir y dice.
—¿Listas?— Las otras chicas responden —bien—, entonces todas comienzan a aplaudir y saltar y cantar:
Takedown, tilt 'em,
Or go for the pin!
Stay off the bottom,
And get that win!
You gotta ride 'em, roll 'em, get that pin'.
Come on Panthers, leeeeettt's win!
Las chicas terminan su energética animación con una combinación salto/patada. Drew se pone de pie y aplaude
—¡Eso fue increíble! ¿Pueden hacer esa parte final otra vez cuando rebotan hacia arriba y hacia abajo como si estuvieran cabalgando?
—Cállate, Drew —dice Delta. Él levanta las manos y se encoge de hombros, —¿Qué? Estaba admirando su forma de animar.
—Por favor —dice Danielle mientras ella se sienta junto a Brian y le da a Drew una mirada de disgusto.
—Tú estabas admirando algo, bien. Nuestros pechos.
—Eso también —Drew admite—. Soy un chico adolescente con hormonas embravecidas, ¿qué esperas? Apuesto a que Nick los admiraba también, porque él no ha visto nada como eso en casi un año.
—¿No es verdad, Nick?— Yo debería haber sabido que era solo cuestión de tiempo antes de que mi período en la cárcel fuera tirado en mi cara. Genial, ahora todos me están mirando, esperando a escuchar la respuesta de ex convicto. Incluyendo a Delta. Me pongo de pie y salgo de la cafetería. No quiero hacer frente a esta mierda ahora mismo.
—Estaba bromeando, Nick. ¡Vuelve aquí! —grita Drew. Cada semana en el DOC nosotros teníamos clases de manejo de la rabia. Ellos hicieron hincapié en evitar la confrontación, enseñándonos a liberar la ira de otras maneras y no violentamente. Dado que golpear a Drew en la mandíbula es correr directo a la mierda y no es una opción, me dirijo a la sala de entrenamiento de la escuela. Camino hasta el saco de boxeo y golpeo dejando allí una marca permanente en el costado. Ni siquiera me importa que mis nudillos estén sangrando.
—Nick, tómalo con calma con esa cosa.— Es el entrenador Wenner, de pie cerca a las pesas libres con una taza de café en la mano. Lleva una camisa de golf con una Pantera luchando bordada en el frente. Me detengo golpeando el saco y pongo mis manos en mis bolsillos para ocultar mis nudillos ensangrentados.
—Ellos me dijeron que usted entrenaba el año pasado.
—Sí. Estaré enseñando clases especiales de conducción, así como las clases de gimnasio que vienen el próximo otoño —sacudo la cabeza con incredulidad—. ¿Clases de conducción? —el hombre vive y respira por la lucha libre.
—Mi mujer no quiere que esté lejos los fines de semana después de que el bebé naciera. Por encima de todo. Tienes que hacer lo que crees que es mejor para tu familia, ¿verdad?
—Supongo.— Wenner toma un sorbo de la bebida y se apoya contra la pared.
—Ya sabes, lo que sucedió el año pasado me sorprendió como el infierno. Hubiera apostado mi brazo derecho a que chicos como tú no dejarían la escena de un accidente.
—Por suerte para usted, no hizo esa apuesta —dije.
—Uh-huh —dice Wenner, y agrega—, ve a la enfermería y deja envolver esos nudillos —y casualmente sale de la habitación.
No puedo dormir después de mis pesadillas y tengo que tener la luz encendida para mantenerme despierta. Por lo menos esta vez no me desperté gritando Mamá. Esta pesadilla era diferente. Era Delta quien conducía el coche, no Nick. En todas mis otras pesadillas, era Nick quien estaba al volante del coche que me golpeó. Supongo que es porque vi a Delta hablando con Nick ayer en la cafetería. Él no me vio porque me siento al lado de las puertas para que yo pueda salir tan pronto como haya terminado de comer. La cafetería es un lugar extraño. Los Populares se pueden observar de inmediato. Son fuertes y se ríen mucho. La gente normal se sienta con sus propias pandillas, totalmente separados de las mesas del almuerzo de los populares. Yo solía ser popular. La mayoría de los atletas en Tennessee son populares. Pero ahora soy una persona solitaria que ni siquiera se mezcla con los regulares, ni siquiera los más bajos. Los solitarios se sientan solos, dispersos por todo el comedor. Ellos comen solos, después hacen sus salidas precipitadas. Nunca supe a donde iban los solitarios, ellos sólo desaparecían durante la hora del almuerzo. Pero ahora que soy un solitaria conozco ese secreto lugar.
La biblioteca de la escuela. Es un lugar misterioso al cual puedes ir y no ser visto. Nick no tiene miedo a la atención. Él se dirigió directo a la cafetería ayer, con la cabeza en alto como si fuera el propio Sr. Meyer. Luego fue hasta Delta y le dijo algo para hacerla sonreír. Juro que todos en la sala estaban en silencio, observándolos reunidos. ¿Sabe que Brian y Delta son pareja? La forma en la que Nick se quedó mirando su trasero cuando ella se alejó de él, me hace pensar que está ajeno a lo que ha estado pasado desde que estaba en la cárcel. Algunas cosas no han cambiado. Yo tiré por las cortinas de mi ventana y miré a la ventana de Nick. Pasa un poco de las 3 a.m. Él está probablemente durmiendo como un bebé sin ningún problema en el mundo. Pero no es así. Su luz está encendida y veo su silueta paseando por su habitación. Dejo caer las cortinas para cubrir la ventana, apagar la luz, y volver corriendo a la cama. Yo no puedo caer en viejos hábitos, no ahora, después de todo lo que pasó.
La realidad es que yo estaba enamorada de Nick desde primer grado. Solía burlarse de Emily y de mi cuando jugábamos con nuestras Barbie’s disfrazándolas. Pero cuando necesitábamos a un niño para hacer un papel en uno de nuestros espectáculos, siempre podíamos obligarle a hacerlo. Y si habíamos hecho un espectáculo de ballet, podíamos contar con él para ser un miembro de la audiencia mientras hacíamos unos jeté'd plié'd con sentimiento delante de él. Pero cuando me enamoré perdidamente de Nick Jonas estaba en sexto grado, fue cuando asumió la culpa después de que yo rompiera la estatua de cerámica de su madre que le había dado a su tatara-tatara-abuela alguno de los ex-presidente de los EE.UU. Emily estaba arriba y yo estaba esperándola en la sala de estar ya preparada. Íbamos ir a jugar al tenis en el parque. Nick me sorprendió volando por las escaleras con un sable láser de Star Wars en la mano, de manera desafiante. Me reí y puse mi raqueta hacia arriba como un arma, retándolo. Él vino a mí con el sable, y yo balanceé mi raqueta para protegerme de su ataque. Conté con golpear el sable, no el búho de cerámica que estaba en el aparador de su madre.
Su madre escuchó el choque y vino corriendo. Nick dijo que fue culpa suya, que estaba jugando con el sable. Nunca me nombró como quien rompió la estatua, ni siquiera me nombró como su cómplice. Yo estaba muy asustada en ese momento para decir la verdad, incluso cuando yo sabía que estuvo castigado sin salir de casa durante un mes entero. Sin darse cuenta, se convirtió en mi héroe. Después de eso, yo solía ver a Nick a través de mi ventana cuando jugaba a la pelota con sus amigos o hacían reuniones de Boy Scouts en su patio trasero. Cuando estábamos en séptimo grado empezó a cortar el césped mientras escuchaba música. No podía concentrarme en mi tarea, mientras lo observaba zigzagueando yendo y viniendo por el césped con la cortadora de césped, notando sus músculos a través de su camiseta mientras él juntaba la hierba cortada y la empujaba a las bolsas de basura.
A veces me cogía mirándolo y me saludaba. A veces intentaba saludarlo de vuelta, pero luego cerraba las cortinas y las mantenía cerradas durante una semana por lo que nunca supo lo que yo realmente sentía por él. Otras veces yo hacía como si no lo viera, aunque supongo que él sabía que yo lo había estado espiando. Nick nunca me dejó ver que yo le gustara como más que un amiga. Eso estaba bien por mí. Yo guardaba la esperanza de que algún día me viera como una chica y no como la molesta amiga de su hermana. Él tuvo muchas novias durante años, pero nunca tomó en serio a ninguna de ellas. Hasta Delta. Comenzaron a salir en el inicio de nuestro primer año. Delta estaba en su casa todos los días después de la escuela, eran inseparables desde el principio.
Cada vez que yo echaba un vistazo por la ventana y los veía en un íntimo abrazo, mi corazón lleno de esperanza se derrumbaba poco a poco. Eso fue también cuando mi papá se fue. Así que ahí estaba yo, desesperada esperando que mi papá y Nick me amaran tanto como los amaba yo. ¿Qué podía hacer yo para que alguno de los dos me amara de vuelta? Lo única cosa en la que era buena era en tenis. Así que practicaba, jugaba y me desafiaba a mi misma todos los días durante el verano entre nuestro primer y segundo año. Seguramente, una vez que Nick viera que yo era la única estudiante de segundo año en el equipo de las mejores jugadoras de la escuela, me notaría. Y yo enviaba a mi padre los artículos del periódico local acerca de mi éxito, sin olvidar añadir la predicción del entrenador de tenis acerca de lo que yo haría en el campeonato del estado de Illinois en octubre.
Esa temporada mi padre nunca me vio jugar. Esa temporada fue también cuando Nick perdió su virginidad con Delta. Una vez, sólo una vez, los vi teniendo sexo una noche bajo una manta en su patio trasero. Nunca se lo dije a nadie, aunque yo hubiera jurado que Nick había mirado a mi ventana y me había visto observando. Él nunca me dijo nada al respecto. Y yo nunca se lo dije a Emily. Ella estaría asqueada de todos modos. De hecho, después de eso me sentía tan avergonzada que dejé de ver a Nick. Continúo con la noche del accidente en mi cabeza. La conversación que tuve con Nick antes del accidente y las historias que escuché acerca de ello después. Era obvio que estaba borracho, los policías que lo arrestaron le hicieron una prueba de alcohol inmediatamente después de admitir que me golpeara con su coche. ¿Pero estaba tan borracho que no sabía lo que estaba haciendo? ¿Y qué si él odiaba lo que le dijera aquella noche? Era la verdad. Su novia lo engañaba.
—Estás mintiendo —había dicho aquella noche. Estaba decidida a no dejar que se fuera antes de decirle.
—No es verdad, Nick. Juro que la vi con otro chico. —no añadí que el otro era su mejor amigo. Me agarró de los hombros con tanta fuerza que hice una mueca. Nick no me había puesto la mano encima antes. Su rudo toque hizo que las lágrimas bajaran por mis mejillas.
—Te quiero —le dije—. Siempre te he querido. —dejé que mi miedo acerca de decirle la verdad de mi amor por Nick saliera esa noche—. Abre los ojos, Nick. Delta está jugando contigo como un tonto.— Sacó las manos de encima de mí como si estuviera en el fuego y se le quemaran. Luego dijo algo que nunca olvidaré.
—No lo entiendes, ¿verdad Miley. Tú y yo nunca sucederá. Ahora deja de difundir mentiras sobre mi novia antes de salir lastimada.— Esta advertencia ha hecho eco de mi cabeza desde ese día hasta ahora. La
parte lógica de mi, sabe que fue un accidente. Por supuesto que no tenía intención de perder el control de su coche. Pero en los oscuros huecos de mi mente hay una pequeña duda que aparece de vez en cuando. Finalmente concilio el sueño, pero no un sueño reparador, porque mis sueños están obsesionados con el hecho de que no voy a ser capaz de escapar de Tennessee e ir a algún lugar lejos, donde el pasado no me pueda atrapar. Al día siguiente después de la escuela me bajo del autobús y regreso a casa para encontrar un mensaje en nuestro contestador automático de la Sra. Reynolds, la anciana que conocí ayer. Dejó su número y me dijo que la llamara tan pronto como llegara a casa. Cuándo la llamé de vuelta, dijo que me quería hacer una entrevista para un trabajo después de la escuela... como su compañera.
—¿Está segura? —le pregunto.
—Puedo llegar a un acuerdo contigo para que puedas ir a España —dice ella, totalmente tentándome—. ¿Puedes venir a mi casa en Hampton para que podamos hablar?
Tan rápido como mis lisiadas piernas me pueden llevar. Estoy en un autobús con destino a Hampton. No está lejos, sólo a unos quince minutos en autobús desde Tennessee. Todo el tiempo estoy pensando en la oferta que la señora Reynolds me quiere ofrecer. ¿Qué hace un acompañante? ¿Juega a las damas y la escucha hablar de los viejos tiempos? No puede ser tan difícil. Yo lo puedo hacer, incluso con una pierna mala. Flotan en mi cabeza visiones haciéndole sándwiches de té y limonada, mientras nos sentamos y hablamos. Emily y yo solíamos hablar durante horas y horas de nada y todo. Sé que hablar con una señora no será lo mismo que hablar con mi antigua mejor amiga, pero creo que podría estar bien. Toco el timbre en la casa de la señora Reynolds y ella me saluda con una sonrisa.
—Adelante, Miley.—Me siento remilgadamente en el caro sofá, color crema, tratando de causar una buena impresión. Miley, olvida el pasado y céntrate en el futuro, me digo. La Sra. Reynolds tiene los ojos brillantes, alerta, verdes ojos que desafían su vejez, y la actitud que tienen las chicas superiores en el equipo de animadoras.
—¿Te importaría trabajar para una vieja mujer malhumorada como yo, Miley, si al final eres capaz de hacer ese viaje a España?
—Además de necesitar el dinero para estudiar en el extranjero el próximo semestre —le digo, sosteniendo mis manos en mi regazo y tratando de no inquietarme—. Creo que uno puede aprender mucho de las personas con experiencia en la vida.— ¿Acabo de oír un resoplido de la señora Reynolds?
—¿Te refieres a "gente vieja"? —ella replica. Me muerdo el interior de mi boca.
—Ummm, lo que quise decir fue, eh...
—Tomarlo de alguien con experiencia en la vida. No des largas, es sólo una pérdida de tiempo. ¿Sabes cocinar?
—¿Cuentan los macarrones con queso como cocinar?
—Sí.
—¿Juegas al solitario?
—Sí
—¿Hablas demasiado?— Su pregunta me toma con la guardia baja.
—¿Perdón? —Ya sabes, ¿hablas para oír tu voz, o te callas hasta que tengas algo interesante que decir?
—Lo último —le respondo.
—Bien. No me gustan las charlas sin sentido.
—Ni a mí tampoco.— Demasiado para no dar largas.
—Te esperaré aquí a partir de las tres treinta hasta las siete en punto de lunes a viernes, unas pocas horas los fines de semana. Te puedo dar una hora de descanso para que puedas hacer la tarea.
—¿Eso significa que estoy contratada? —le pregunto.
—Eso parece. Te daré mil quinientos dólares al mes, lo suficiente para pagar las clases que necesitas. Puedes comenzar después de la escuela el lunes.— Wow. Mucho más de lo que yo ganaría si trabajara en otro sitio.
—Es demasiado —admito—. Posiblemente pueda conseguir a alguien por mucho menos dinero.
—Probablemente. Pero tú quieres ir a España, ¿no?
—Por supuesto, pero...
—Nada de peros. Peros pueden clasificarse como charla sin sentido.— Quiero besar y abrazar a la mujer y darle las gracias cientos de veces. Pero no creo que ella sea del tipo de besos y abrazos. Y si le doy las gracias cientos de veces, creo que tendría un aneurisma por la gran cantidad de charlas sin sentido. La Sra. Reynolds se encuentra, utilizando su bastón para no caer. Lo que me recuerda añadir.
—Tengo una cojera.— En lugar de preguntar sobre eso, la mujer sólo dice.
—Yo también. Lo mismo ocurre con la mayoría de mis amigos. Por lo menos los que no están muertos. Siempre y cuando no te quejes de la tuya, no me quejaré acerca de la mía.
—Nick, espero que aprobaras los exámenes —mi madre grita desde la cocina. Me estoy lavando las manos por tercera vez esta noche. Tengo pintura hasta los codos, cortesía de mi trabajo de servicios comunitarios. La pareja de ancianos del centro de mayores han contratado para que les pinten la cocina con un rosa intenso para que haga juego con las falsas rosas rosas de la mesa de la cocina.
—Hice lo que pude —digo.
—Esperemos que lo que pudiste sea lo suficientemente bueno.— Me seco las manos en una toalla, preguntándome cuando parará de tratarme como un extraño. Algún día voy a cortar su exterior de plástico. Algún día pronto. El teléfono suena. Mi mama contesta, luego me lo pasa.
—Es para ti. Es Damon —cojo el teléfono.
—Hey.
—El representante de The Trusty Nail dijo que llegaste tarde.— Oh, mierda.
—Me tenía que quedar después de clase porque...
—Lo he oído todo, no malgastes tu aliento —ladra, interrumpiéndome—. Cero tolerancia. Te registras en servicio comunitario a tiempo. Periodo. ¿Lo entiendes?
— Lo entiendo.
—Esto va a tu expediente, Nick. Puedo solicitar a un juez para enviarte de vuelta al DOC. Sigue jodiéndola y lo haré…— Sigue balbuceando, pero estoy demasiado enojado para escuchar.—… Te dije que fueras un ciudadano modelo y que estuvieras a tiempo en tu trabajo. Me has defraudado. No dejes que pase otra vez.
—No fue mi culpa —argumento.
—Si tuviera un centavo por cada vez que he oído esas palabras, sería millonario.— Duro de pelar.
—Lo capto, Damon. Alto y claro.
—Bien. Lo comprobaré contigo mañana —dice, luego cuelga. Cuando cuelgo el teléfono, me doy cuenta de que mamá ha estado escuchando mi mitad de la conversación. Me está mirando, pero hay un vacío en sus ojos, como si ella no estuviera toda ahí.
—¿Está todo bien?
—Sip — digo. Solo aterciopelado.
—Bien —agarra su bolso del sofá—. Voy a la tienda de comestibles. Voy a hacer mis Spaghetti Espectaculares para el Festival de Otoño el sábado por la noche.—Mamá siempre hace voluntariado a favor de mierda. Adora la atención, supongo. Su plato de Spaghetti Espectacular ha ganado el premio a la mejor receta de Ayudante de Damas cada año. Incluso tiene los premios cuidadosamente apilados en el salón. Mamá sale volando por la puerta en su habitual frenesí de caos.
—Está loca, ya sabes —dice Emily desde la puerta de la cocina.Hoy mi hermana lleva vaqueros oscuros con cadenas colgando. El final de una cadena se une a una de las piernas del pantalón y el otro final está unido a la otra pierna. ¿Cómo puede andar así? Veo a mamá bajar la entrada cuando miro por la ventana del salón.
—Dímelo a mí.
—¿Crees que las cosas volverán a lo normal alguna vez? —pregunta Emily, con esperanza llenando su voz.
—Mejor será —voy a pasar mis días intentándolo, empezando ahora mismo con mi hermana. Está a punto de volver a la cocina, pero no la dejo escapar—. ¿Alguna vez hablaste con, ya sabes, Miley?— Ella se congela, luego sacude su cabeza lentamente.
—¿No desde el accidente?— Sacude su cabeza de nuevo.
—No quiero hablar de ello, Nick. Por favor no me hagas hablar de ello. No ahora.
—¿Cuándo, entonces? —no contesta—. Algún día vamos a hablarlo, Emily. No puedes evitar la conversación para siempre —me pongo la chaqueta, agarro un balón de baloncesto del garaje y me dirijo fuera. Evito incluso mirar a la casa de los Cyrus conforme me dirijo al parque en la dirección contraria. Necesito lanzar algunas canastas para despejar mi cabeza. Mi jodida hermana es la que necesita terapia de grupo. Yo era el que estaba encerrado y todo el mundo que se quedó en casa, son unos malditos chiflados. Oh, la ironía cómica.
***
Al día siguiente estoy sentado en la oficina del director. Mamá y Papá tienen que venir conmigo para oír si he aprobado o no los exámenes. Dios, esto da asco. Meyer abre una carpeta y se me queda mirando. La carpeta da asco, también. Especialmente una que no tiene nada que hacer conmigo. El abogado defensor asignado a mi caso después del accidente tenía una carpeta esbozando el accidente, mi arresto y la historia de mi vida. El guardia en el DOC tenía una carpeta de lo mismo. Es como si no fuera un tío
más. He sido reducido a palabras escritas por otros sobre mí. Incluso Damon se basa en una maldita carpeta. Podría decirles un infierno muchas más cosas de lo que cualquier carpeta pueda decir.
—Mientras Nick hizo asombrosamente bien casi todos los exámenes —Meyer dirige su atención a mi padre—, no ha pasado los requerimientos para estudios sociales. —Dios, eso no es una sorpresa considerando lo que Emily dijo. La sonrisa de mama pierde su brillo por un segundo.
—Estoy segura de que es un error.— Miro por encima a papá. Me mira antes de decir,
—Nick pasó por el programa académico en el, ah, Departamento de Correcciones.— Meyer levanta una mano.
—Eso puede ser, Dr. Jonas. Pero el no aprobó estudios sociales o no ganó suficientes créditos para ser de ultimo año.— Voy a decir lo que he estado esperando a decir todo el tiempo, al infierno las consecuencias.
—Simplemente podría abandonar.— Mamá frunce el ceño.
—Nick, no —sí, ¡una verdadera reacción pública en directo! Las cejas de papá se arrugan.
—Hijo, no vas a abandonar. Estoy seguro de que el Sr. Meyer puede resolver algo. ¿Verdad?— El tipo toma una respiración honda y saca otra carpeta, con lo cual me dan ganas de reír. Estudia el contenido mientras todos nosotros esperamos en silencio.
—Bueno, podría ponerlo en un nivel junior de estudios sociales pero manteniendo todas sus asignaturas de nivel de último curso.
—Oh, esa es una idea maravillosa —grita mamá. Papá asiente.
—Tendrá que tomar clases de verano y graduarse tarde. No es ideal pero...
—Está bien, ¿no Nick?— Oh, hombre. ¿Escuela de verano? ¿Por qué no me clavan astillas bajo las uñas en su lugar?
—Como sea, papá.— Miro fuera de la ventana como los coches pasan por la escuela y los pájaros vuelan a quien sabe dónde.
—Nick, ¿Por qué no coges un horario de mi secretaria? —dice el director, luego comprueba su reloj—. Puedes pillar la última mitad de tu tercera clase si te das prisa.— Papá y mamá están silenciosos conforme salimos de la oficina de Meyer. La secretaria me pasa una hoja de papel.
—Aquí está tu horario de clases.— Camino hacia Ingles de último curso. Déjale al viejo Meyer el hacerme entrar en la clase a mitad de la clase. Hago una mueca de dolor cuando abro la puerta. Casi puedo oír la voz de locutor en mi cabeza. Si, señoras y señores, la principal atracción… directamente desde la cárcel de menores… ¡Nick Jonas! Siento sesenta ojos en mí, quemando en mi cráneo conforme me acerco al profesor, el Sr. Edelsen.
—¿Puedo ayudarte? —pregunta.
—Estoy en esta clase.— Silencio. Miradas. Músculos tensándose.
—Bueno, toma asiento entonces.— Camino hacia la parte de atrás de la clase y cojo un asiento al lado de Drew Rudolph. Solíamos salir. Ya sabes… antes. Después de clase tengo el almuerzo. Pago una manzana y una coca-cola del dinero que me dieron mis padres esta mañana. Conforme camino por el comedor, mantengo la cabeza alta. Dejémosles hablar sobre el ex-convicto todo lo que quieran. Enfrentar estos niños no es nada comparado con los tíos del DOC. Cuando giro la esquina, me topo con Delta. Es la primera vez que hemos estado así de cerca desde mi arresto.
—Hola, Nick — dice con un acento de burla en su voz—. Drew me contó que te vio en clase de inglés —asiento.
—¿Recuerdas cuando teníamos ingles juntos?— Amigo, lo hago. Solíamos tomar pausas para el baño al mismo tiempo y encontrarnos en algún pasillo desiertos para besarnos y sentirnos el uno al otro.
—Lo recuerdo.—Me sonríe con sus dientes brillantes y sus asesinos labios llenos. Podría haber besado esos labios para siempre. Todavía puedo.
—Bueno, supongo que te veré más tarde —dice.
—Más tarde —digo, viendo su trasero balanceándose mientras se aleja.
***
Después del colegio, por servicio comunitario, arreglé la verja de una señora mayor y colgué su lámpara.
Antes de que me arrestaran habría llegado a casa para encontrar al menos diez mensajes de Delta, pidiéndome que la llamara. Pero esta vez llego a casa y el contestador solo tenía un mensaje… de Damon. Le devolví la llamada. Nuestra conversación fue así.
—¿Nick?
—¿Si?
—Buen trabajo hoy. A tiempo y todo.
—Gracias.
—Sigue así. Te llamaré en dos días.— ¡Yuju! Me dejara solo por la friolera de dos días. Mi padre trabaja hasta tarde esta noche así que somos solo yo, mi madre, y Emily. Emily está removiendo su comida por su plato, sin comer en realidad. Mamá está tan ocupada cotorreando con sus amigas por teléfono. No creo que se dé cuenta de que Emily y yo estamos sentados a la mesa con ella. Estoy agradecido cuando todos en mi casa están durmiendo. Es el único momento que se parece a los viejos tiempos. Por la noche estoy tumbado en mi cama, mirando el reloj como he hecho durante las últimas dos horas. Tres en punto de la mañana. No puedo dormir. Demasiados pensamientos corriendo por mi inútil cabeza. Quizás necesito un inconfortable y demasiado utilizado colchón como tenía en el DOC con el propósito de conseguir una noche completa de sueño.
Echando hacia atrás el edredón, me levanto y voy y vengo por mi habitación. La imagen de Delta en mi cabeza me devuelve la mirada, su sonrisa una promesa secreta entre nosotros dos. Quito el teléfono inalámbrico del salón y lo llevo de vuelta a mi habitación. Marco el numero de Delta, la línea privada que solo suena en su habitación, pero cuelgo antes de que suene. ¿Y si está saliendo con alguien más y no quiere hablar conmigo? Seguro como el infierno que no quiero correr tras ella si está colgada de otro tipo. Miro por la ventana, midiendo cuanto tiempo será hasta que salga el sol. En el DOC, siempre había chicos que no podían dormir. Podías verlos enfrente sentados en sus literas, o podías oírlos dando vueltas. Los tipos nuevos y los niños más jóvenes tenían el momento más difícil. Estarían llorando en silencio, la única indicación seria un sorbo por la nariz al azar u hombros caídos y agitándose. Incluso aunque algunos de ellos tenían solo doce o trece años, intentaban actuar como hombres.
Pero eran, al fin y al cabo, solo chicos. Noto una luz encendida en la habitación de Miley, el resplandor de las cortinas cubriendo su ventana. Tengo clase de informática con ella, pero normalmente me siento atrás mientras que ella toma asiento en primera fila. Mantengo mi cabeza baja porque los chicos en clase analizan cada movimiento mío. Cuando el timbre suena, Miley es la primera en salir… a veces creo que sale de ahí antes de que el timbre incluso suene. ¿Cree que es la única afectada por el accidente?