viernes, 14 de noviembre de 2014

It Was Always You - Niley - Cap 23


Mamá me dijo que el Sr. Reynolds tenía una sorpresa para mí. Fui al Restaurant de la Tía Mae después de la escuela y el Sr. Reynolds me dio las llaves del Cadillac de su madre. Protesté, pero mamá me aseguró que a la Señora Reynolds le gustaría que yo lo tenga. Así que ahora mamá me está llevando a la casa de la Señora de Reynolds en su descanso. Ella me ayuda a abrir el garaje. Sonrío cuando veo el coche, recordando el momento en que la Sra. Reynolds me ayudó a superar mi miedo a conducir.
—¿Segura que estás lista para hacer esto? —mamá pregunta.
—Sí, estoy segura. Ahora vuelve a trabajar. Voy a estar bien.
—Miley, se que has sido tan fuerte últimamente, pero no sé si estás preparada para esto.— Ha llegado el momento de decirle cómo me siento. He estado tratando de retenerlo dentro para no hacerle daño, cuando a la larga creo que voy a herirla más si no digo nada. 
—Mamá, necesito algo de espacio —digo, para calibrar su reacción. Ella me mira con escepticismo, pero puedo decir por la forma en que sus labios están juntos en la concentración que está escuchando y tratando de entender. Respiro hondo y digo. 
—Yo sé que es difícil para ti. Ha sido increíblemente difícil para mí... pero por fin estoy dispuesta a aceptar mi cuerpo y mis limitaciones. Yo soy yo... la nueva yo. Puede que no sea perfecta, pero estoy bien con eso. Es hora de que deje de tratar de escapar de mi vida, ¿no te parece?— Una lágrima corre por la mejilla de mi madre. Ella me sonríe, esa cálida sonrisa que llega a sus ojos.
—El accidente tuvo una parte de ti alejada.
—Sólo porque me lo permites.— Ahora los dos estamos llorando. Le doy un largo abrazo. Después de unos minutos se sube en su coche y se aleja de la casa, dandome el espacio que necesito. Tomando una respiración profunda, puedo escanear el patio. Y ese trago amargo. El mirador está de pie como un castillo en medio de la hierba, esbozado por los macizos de flores. Los bulbos que esperan pacientemente en hibernación hasta que sea su tiempo para sacar la cabeza fuera de la tierra por primera vez y vibrar a la vida. Después de ayer, me siento como si hubiera florecido. Tuve un romance y una anciana me coacciono para salir de la hibernación, pero eso es pasado. Cundo voy hacia casa manejando con cuidado, veo a Nick el Parque Tennessee, en las canchas de baloncesto. Me detengo para hacerle saber que no estoy molesta porque me traicionó. Voy a superarlo. Puede ser que tome un tiempo, pero voy a estar bien. Voy a tener novios y otras aventuras en la vida, otras veces voy a ser capaz de sentirme confiada y despreocupada y feliz. Soy un sobreviviente. A pesar de mi cojera. Al salir del coche tras recolectar todo mi valor, camino hacia él. Él me ve, pero no deja de botar el balón.
—Nick —lo llamo.
—¿Por qué no me dijiste acerca de la señora Reynolds?
—No tuve la oportunidad. Quería hacerlo —digo, dando un paso hacia él.
—Mejor quédate atrás o podría empezar a acosarte.— Muy bien, me merezco eso. Le di una bofetada y rechace su ayuda ayer. Pero eso fue antes de que todo se acomodara en mi cabeza. 
—He oído que te metiste en problemas. 
—¿Has venido acá para reírte o quieres retarme a un uno a-uno? —dice.
—Sabes que no puedo jugar.— Él me mira de arriba a abajo sugestivamente. 
—Oh, tu juegas, Miley. Tal vez no. Al Baloncesto, tus juegos son más complicados que eso.
—¿De qué estás hablando?— Él toma la pelota y la mantiene a su lado, da una breve carcajada. 
—No puedo creer que tengas miedo de mí.— Me muevo hacia adelante, dando un paso más cerca de él y poniendo el mentón en el aire con confianza. 
—No te tengo miedo.— Se pone de pie delante de mí con tanta confianza como yo le estoy mostrando. 
—Demuéstralo. —¿Cómo? Lanza la pelota hacia el lado de la cancha y da pasos hacia mí, cerrando la distancia entre nosotros. 
—Déjalo salir.— Mi aliento se congela y el pánico se apodera de mí. 
—Yo... yo no sé lo que quieres decir. 
—Yo creo que sí —dice, llegando tan cerca que casi se pueden sentir sus emociones como si fueran las mías.
—¿Quieres que te bese? —digo sin aliento.
—Me has arruinado, ¿lo sabes, no? —dice justo antes de tenerme de puntillas y tocar mis labios con los suyos. Agarra mi cintura y me jala cerca con lo que puedo sentir toda la fuerza y la longitud de su cuerpo contra el mío. Mis dedos se envuelven alrededor de sus bíceps a la vez. Estoy perdida en la protección de su abrazo y el olor y el sabor es único Nick Jonas. Excepcionalmente... nosotros. Cuando nuestro beso se vuelve más intenso, tengo la sensación de un cambio en él. Es difícil besarse, más a fondo. Él está enojado. Tropiezo hacia atrás y le empujo lejos de mí. 
—¿Qué estás haciendo?— Se limpia la boca con el dorso de la mano. 
—Asegurarme de que te asusta. Es lo que quieres, ¿no? Así que puedes reclamar ser la víctima.— Estamos aquí de pie mirándonos fijamente el uno al otro. Controlador y controlado. Perpetrador y víctima. Chico y chica. Coge el balón. 
—Vete a casa, Miley. Ya tuviste lo que querías.— Un movimiento por el rabillo de mi ojo me llama la atención, rompiendo la conexión. Es Emily.
—Nick, mamá y papá quieren que vayas a casa. Ahora —dice ella. Dejo caer mi cabello, apartando la suciedad de mi pantalón, aclaro mi garganta, y hago de todo para no mirarlos. Entonces corro hacia el coche tan rápido como puedo.

—No le dijiste que yo la atropellé, ¿verdad? —pregunta Emily mientras observa a Miley huyendo del parque. Yo sacudí mi cabeza.
—Pero tú y Miley. Vi como la estabas mirando y me di cuenta...
—¿Qué? —dije rápidamente, entonces miré a mi hermana directo a los ojos. Comencé a caminar de regreso a casa con mi hermana a unos cuantos pasos detrás de mí.
—Involucrarte con Miley podría acabar con nuestra familia, Nick.
—Déjame en paz, Emily. Lo digo en serio —me giro hacia ella—. Ya he tenido suficiente.— Cuando llego a casa mis padres me están esperando en la puerta. Mi papá está rígido, con una mirada preocupada en su rostro. Mi mamá está a su lado. Puedo darme cuenta de que está totalmente fuera de sí.
—¿Dónde estuviste anoche? —ordena papá con una voz tan acusadora que podrías pensar que había estado afuera cometiendo un homicidio.
—Visitando una vieja amiga. ¿Cuál es el problema? —mi mamá mira a mi papá. Yo abro mis brazos ampliamente.
—¿Qué?
—Vi a Miley viniendo desde el parque —dice papá.
—¿Y qué? Es un país libre, papá. La gente puede caminar si eso es lo que quieren.— Mi mamá aprieta sus brazos fuertemente, agarrándose de su suéter.
—Simplemente no queremos que te metas en problemas. La gente habla...
—¿A cerca de qué?
—No quiero discutirlo —dice mamá, y entonces comienza a caminar tensamente hacia la casa, sin duda a atontarse de nuevo.
—Vamos a sacarlo todo afuera. Justo aquí, justo ahora.
—Nick, por favor, no hables tan fuerte —mamá mira nerviosamente las casas de los vecinos, asegurándose de que nadie sea testigo de la escena que estoy a punto de comenzar. Dios, desearía que dejara de preocuparse por las apariencias y se diera cuenta de que su familia se está destruyendo.
—¿Que está diciendo la gente?
—Nada, Nick. Todo está bien. Ahora detén esta ridiculez.— Me paré en medio del jardín delantero, y dije tan fuerte como puedo.
—¿Están diciendo que he estado buscando peleas en la escuela? ¿Qué estoy acosando a Miley? ¿Obligando a mis amigos a beber alcohol? Tú crees que todo es cierto, ¿Verdad? ¡Vamos, ya es hora de que me cuentes los putos chismes!
—Ahora si pasaste el límite —dice papá, parándose en medio de nosotros—. Entra a la casa y cálmate. Puedes disculparte con tu mamá después de la cena.— Reviento, como una banda de caucho que ha sido estirada hasta sus límites por tanto tiempo que simplemente se rompe en pedazos violentamente. Besar a Miley, la suspensión de la escuela, las manipulaciones de Delta, la advertencia de mi hermana, la inhabilidad de mis padres para enfrentar la realidad, la adicción de mi madre, los falsos chismes... todo está volviéndome loco.
—No pienso moverme hasta que todas las cartas estén sobre la mesa —digo. Miro a mi hermana.
—¡Nick! —grita Emily—. Por favor, detente.— La postura de mi padre se pone aún más rígida, sus labios se encogen y la expresión de sus ojos es dura.
—Esta es mi casa —dice él—. Y mientras vivas aquí vas a obedecer mis reglas. Ahora, entra a la casa, deja a tu madre en paz... y... cálmate— Trago con dificultad. No es fácil para mí decir las siguientes palabras que salen de mi boca, pero no puedo contenerlo por más tiempo. Mi familia está hecha pedazos, todos y cada uno de nosotros. Ellos quieren permanecer ignorantes, olvidar la realidad y vivir en el mundo que han creado. Es falso, es enfermo.... y yo no puedo hacerlo. Creo que la única oportunidad para que se curen es que yo no esté aquí. Soy la raíz de sus problemas. Si arranco la raíz, removeré el problema.
—Me voy —digo. Mis pensamientos se concentran en Miley, en la chica de la que solía pensar que no valía la pena mirar por segunda vez. Pero cuando las cosas se ponen difíciles, ella es la chica más fuerte que conozco. Ella me confrontó a cerca de Delta antes del accidente, va a la escuela todos los días incluso cuando la gente se ríe de la forma en que se mueve, y se mató trabajando para la Sra. Reynolds para lograr su sueño de viajar a España. El accidente la hizo una persona más fuerte. Demonios, ella me hizo una persona más fuerte.
—¿A dónde crees que vas? —demanda papá.
—Adentro a empacar, después me voy de aquí. No puedo vivir con toda la vergüenza y la negación que me rodean. Y ustedes tampoco deberían.
—Esto es quienes somos ahora, hijo. El accidente nos cambió... a todos nosotros. Estábamos bien hasta que tú lo arruinaste todo.— Yo sacudo mi cabeza.
—¿No quieres que todo vuelva a ser como antes? Yo daría cualquier cosa por hacer que esta familia fuera normal de nuevo.
—¿No deberías haber pensado en eso antes de atropellar a Miley? Nunca hubiera pensado decirle esto a mi propio hijo, pero tú... Nick Jonas... eres un bastardo egoísta.— Paso al lado de mis padres y de Emily, hacia mi habitación. Sacando una mochila de mi closet, meto cosas adentro sin detenerme a pensar. Estoy listo en cinco minutos, entonces miro mi habitación por última vez. Mi sable de luz aún está en mi estante, esperando a que regrese. Pero esta vez no voy a regresar. Seguramente, después de que me vaya, mi mamá no va a necesitar drogar su vida para hacerla más soportable y Emily podrá vivir la vida de la forma que desee… con o sin la verdad. Y papá... bueno, algún día tendrá que enfrentarse a la realidad. Cuando esté listo. Ahora depende de mí encontrar un camino para mí mismo y dejar de tratar de hacer que la vida vuelva a la normalidad. A la mierda con lo normal. Lo normal no existe. La familia de Nick Jonas ya no existe. Ahora estoy solo. Con un suspiro de determinación entro de nuevo a la habitación, tomo el sable de luz, lo meto en la mochila y salgo. Emily está en la puerta, bloqueándola.
—No te vayas —ruega.
—Quítate de mi camino.
—Mamá y papá te necesitan, Nick. Yo te necesito— Le di una risa corta.
—Mamá y Papá van a estar bien. Ellos disfrutan vivir en la negación. A cerca de ti... —me quedo mirando su ropa negra—. Tú tienes que superar el accidente. Enfrentarte a los hechos antes de que persones como Delta te obliguen a hacerlo. No puedo protegerte más. Es hora de que te protejas a ti misma.
Me muevo alrededor de ella y camino hacia afuera. No tengo idea de hacia dónde voy o que voy a hacer, pero me siento libre. Colgando la mochila de mi hombro comienzo a caminar. Cuando alcanzo la casa de Miley, no la veo pero sé que está adentro. Le doy un saludo de despedida y sigo caminando. El mirador de la Sra. Reynolds es en donde paso la fría, solitaria noche. Cuando una estrella fugaz pasa sobre mí mientras miro el cielo, me pregunto si es la anciana señora dándome una señal.

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