Me detuve mientras que Nick retrocedía en la oscuridad, la luz de la fogata parpadeando contra su camisa oscura. Quería que él escuchara mi historia. El accidente cambió mi vida para siempre y si alguien necesitaba escuchar mi lado de ella, era Nick. Él me debía el escuchar. El hecho de que se hubiera levantado y caminado lejos era como un bofetón en mi cara. Significaba que a él no le importaba… sobre mí, sobre lo que me ocurrió, y sobre nuestra relación que él afirmó era real.
Sentimientos de rabia y traición se instalaron en mí. Tomé una profunda respiración y mire alrededor las caras de los jóvenes que me observaban, esperando que explicara cómo la conducción adolescente irresponsable afectó mi vida.
—Aún tengo cicatrices… —dije, con mi voz apagándose. Dejé salir una lenta respiración mientras pensaba en la realdad de eso—. En el interior y en el exterior. Un chico fue condenado por golpearme y fue a la cárcel por ello. La parte triste es, que el accidente no solo nos afectó a nosotros dos, sino que también afectó a nuestras familias…y mayormente a toda nuestra ciudad también. Ninguno de nosotros ha sido el mismo desde entonces.
Una pequeña chica rubia con trenzas a la francesa levantó su delgada mano. —¿Qué hay sobre el chico? —preguntó ella—. ¿Qué ocurrió con él?
Miré hacia Damon, recostado contra un árbol en el fondo. Él piensa que Nick es quien me golpeó. —No lo sé. Creo que él me culpa de ser la razón por la que fue a la cárcel.
—Eso es estúpido —murmuró la chica.
—Si cometes un error, tienes que pagar el precio —dijo una de las consejeras.
La mujer no tenía idea de la verdad… que Nick no había cometido ningún error pero había pagado el precio de todas formas.
Trish se levantó a continuación. Habló sobre cómo había estado en una fiesta de la secundaria y alguien en la fiesta había puesto cocaína en su bolso. Cuando fue detenida por un control de velocidad y pasarse una luz roja, fue arrestada. Los cargos por droga son un registro permanente, y ahora cada vez que solicita un trabajo tiene que marcar la casilla de que ella es una delincuente condenada.
Con las emociones corriendo alto, Damon y el resto de los líderes dijeron que era tiempo de volver a nuestras cabañas.
Cuando alcanzamos la cabaña, la voz de Damon estalló al interior. —¡Oye Brecker! —gritó en una voz profunda que yo juré podía asustar hasta a la persona más dura. Las chicas asustadas y los chicos prácticamente de pie poniendo atención—. ¡Levántate maldita sea!
Nick está acostado en su litera, sus brazos descansando tras su cabeza. Él está usando pantalones sueltos y no lleva camisa. Se sienta, viéndose imperturbable. —¿Cuál es tu problema?
Damon camina directamente hasta la litera. —Ven aquí abajo, imbécil.
—Bonito lenguaje, Damon —Nick descendió en un movimiento y lo enfrentó directamente. Ambos andaban alrededor de la misma altura, pero Nick es delgado y musculoso comparado con el grueso Damon.
—Sí, bueno, digo lo que veo. Discúlpate con Miley por haberte ido —demandó Damon gesticulando en mi dirección—. Fue completamente irrespetuoso y rudo.
—Lo siento —murmura Nick no muy sinceramente.
Furiosa, le doy un codazo a Damon hacia un lado y me paro de frente a Nick con los dedos de nuestros pies tocándose. Es tan malo que esté híper consciente de las ondas en su pecho desnudo sólo a unas pulgadas de distancia. —¿Por qué estás tan empeñado en actuar como un idiota?
Nick me dio una sonora risa. —Porque soy uno.
—¿Por qué estás haciendo esto? —este no es el Nick real, el Nick con el que crecí. Esta es un endurecida, falsa representación de él, y la odio.
—No estoy haciendo nada. Éste soy yo dulzura, tómalo o déjalo.
—¿Qué está ocurriendo entre ustedes? —preguntó Trish.
—Nada —le dije a ella—. Nada está ocurriendo, ¿verdad Nick?
Yo cojeo fuera de la cabaña, los tablones sueltos crujiendo bajo mis zapatillas mientras entablo la distancia que necesito entre yo y cualquier otra persona. Cuando camino al cálido aire nocturno, me siento mejor. Mientras me aferro a la barandilla y maniobro dificultosamente para bajar los tres escalones hasta la hierba, siento la presencia de Nick tras de mí.
Lo ignoro, incluso cuando mi estómago se está retorciendo por el conocimiento. Tengo mucho que decir que estoy reteniendo.
—Miley —la voz de Nick se hace eco a través del aire nocturno.
Continué caminando. Cuando él me alcanza, me vuelvo sobre mis talones y cojeo lejos de él. —Déjame sola —le digo por sobre mi hombro.
—Qué querías que hiciera, que te escuchara hablar sobre cómo te golpeé con mi auto, y luego te dejé muriendo tirada en la calle, luego sobre cómo fui enviado a la cárcel, y como después de salir nosotros comenzamos… comenzamos… —él hace una mueca y presiona las palmas de sus manos en sus ojos, como si poner la historia en palabras lo hiciera insoportablemente real.
—¿Una relación? —pregunté, imperturbable.
—Como sea que lo quieras llamar. Nunca hubiera funcionado.
—Ni siquiera nos diste una oportunidad.
—Tu madre me odia. Mis padres se volverían locos si nos vieran juntos. Demonios Miley, incluso Damon me advirtió que me alejara de ti. Deberías estar agradecida de que me fui, pero es obvio que aun estás aferrada a algo que ocurrió entre nosotros.
Camine hacia Nick de forma tan cercana que casi podía sentir la energía que irradiaba de él. —Tú necesitas superarte a ti mismo. Lo que tuvimos fue una corta aventura. Tanto lo he superado que ya ni siquiera es divertido.
—Vamos Miley. Admite que aún hay una parte de ti que me quiere, incluso aunque sigas actuando como si me hubieras expulsado de tu sistema. Protestas demasiado.
—Yo no siento nada por ti.
Justo cuando estoy a punto de caminar lejos y regresar a la cabaña, Nick se extiende y envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca. —¿En serio? —dice él.
Yo trago duramente. Esos dedos en mi muñeca están llenos de imprudente energía… conozco esos dedos demasiado bien. Me enojo conmigo por estar recordando cómo se sentía tener esa energía enfocada en mí… esos dedos acariciaron ligeramente mi piel hace un tiempo atrás. Todo en lo que debería estar
pensando es en cómo ponerlo a él en su lugar, en lugar de sentir una conexión. Pero cuando miro hacia él, me olvido de todo debido a esos intensos, ojos color azul hielo que son, oh, tan únicos que Nick Jonas me esté absorbiendo.
Tuerzo mi muñeca para liberarme de su agarre, determinada a romper cualquier hechizo en que él me tuviera de una vez por todas.
Estoy caminando de vuelta a la cabaña cuando escucho a Nick reírse detrás de mí.
Mi detengo y me vuelvo. —¿Qué es tan gracioso? —demando yo. Espero que no tenga papel higiénico en mi zapato o goma de mascar en la parte trasera de mis jeans.
La risa de Nick se transformó en una sonrisa arrogante. —Me lo imaginaba.
—¿Qué te imaginabas?
—Porqué eres tan inflexible en dejarme saber que todo está terminado entre nosotros —él cruza sus brazos en su pecho—. Es porque estás intentando convencerte a ti misma que se ha terminado. Pero ambos, tú y yo sabemos que aún hay algo que pasa entre nosotros.
—Estás delirando. La única cosa que hay entre nosotros es odio y resentimiento. Y no estoy sólo hablando de mí aquí. Tú estás tan resentido conmigo como yo lo estoy contigo.
Cuando él da un paso hacia adelante, yo doy un paso hacia atrás. —¿Segura? —pregunta él, con una expresión incluso más arrogante.
—Sí. Segura —le digo—. Ciento cincuenta por ciento segura.
—Entonces pruébalo.
Levanté mis cejas hacia él preguntándome qué estaba tramando. —¿Cómo?
—Bésame Miley. Justo aquí, justo ahora.
Nick
—Solo un beso —digo, y me acerco más—. Si ya no te gusto, entonces no será problema.
Ella alzó la barbilla. Ella no tiene idea de cómo mirar su acto de chica dura me hace quererla incluso más. No estoy seguro de mis motivos... no quiero pensar en eso demasiado fuerte por temor a que podría encontrar la respuesta verdadera.
—No beso a chicos solo para demostrar algo —declara con una actitud que solo he visto que ella ponga unas cuantas veces—. Y sobre todo no tengo nada que demostrarte a ti.
Ella no quiere admitir que todavía hay algo entre nosotros. Está ardiendo a fuego lento por debajo del odio y resentimiento, o cómo demonios quiera etiquetarlo. Por mucho que quiera mantener las distancias, al mismo tiempo quiero ver hasta qué punto puedo llegar. Probarla es una mala idea, lo sé. Es bueno si ya no siente nada por mí. Pero no puedo resistir tener que asegurarme. —¿De qué tienes miedo? Si realmente lo has hecho entonces nuestro beso no significará anda y podrás seguir adelante.
—He seguido adelante, Nick. Pero si realmente quieres que te lo pruebe, lo haré.
Una sonrisa maliciosa se pegó en mi rostro. —Demuéstralo.
La vieja Miley se habría sonrojado y mirado fijamente al suelo en vez de enfrentarse a ser cuestionada. La vieja Miley se habría dado la vuelta y hubiera corrido. Solía ser predecible. Ahora no, y eso me estaba confundiendo en mi propio juego.
La nueva Miley, la Miley que me pone en mi lugar y se mete bajo mi piel, extiende su mano y calmada pone su mano en mi pecho. Inclina su cabeza hacia atrás y me mira, sus ojos camaleónicos brillando de un gris oscuro a la luz de la luna. —No deberías desafiarme —dice ella.
—Lo sé´—digo, manteniendo cuidadosamente mi voz plana y fría.
Tenerla así de cerca hace a mi cuerpo tan consiente y vivo que tengo que luchar por mantenerme en control. Mi corazón está corriendo desbocado y mis sentidos están tan aumentados que puedo oler su perfume floral desde la corta distancia entre nosotros. Espero y rezo que ella no se dé cuenta del poderoso efecto que todavía tiene sobre mí. No me he sentido así desde, bueno, desde esa noche en el mirador de la Sra. Reynolds cuando la quise a ella más que a ninguna otra chica. Terminó inocentemente, pero el hombre en mi quería llegar al siguiente nivel… o incluso más lejos.
Aunque estoy seguro que Miley puede sentir mi corazón latiendo acelerado y rápido contra su palma ahora mismo, trato de olvidarlo cuando ella alza su mano y la entrelaza en mi cabello.
—¿Estás lista? —pregunto en voz grave.
—Seguro —dice ella tentativamente mientras inclino mi cabeza. Quiero poner mi mano sobre su mejilla y sentir su suave piel bajo mis dedos, o acariciar el pelo suelto que cae sobre sus ojos. Pero no lo hago. Sería demasiado íntimo y rompería el poco control que tengo. Mis labios sobre los suyos, provocando. Quiero que ella quiera esto tanto como yo lo hago.
—No se lo digas a nadie, ¿de acuerdo? —advierte ella, retrocediendo mínimamente. Esas palabras desinflan mi libido tan rápido como se había encendido.
¿No le digas a nadie? Está bien, para ser honestos no estoy sorprendido que no quiera contarle a nadie sobre nuestro pequeño momento privado de verdad o desafío. Pero al mismo tiempo sus palabras hieren. ¿No quiere que nadie lo sepa porque le gusta otro chico? ¿O porque de repente se siente avergonzada de ser asociada con un ex-convicto? Mierda, tal vez ella realmente me superó. La realidad, se arrastra como un maremoto sobre mí.
¿Qué demonios estoy haciendo? No puedo hacerlo. Cuando nos encontramos juntos en Tennessee, nada fue calculado. Sólo pasó. Pero ahora, esta escena completa es un desafío, una total trampa. Estar emocionalmente involucrado con cualquier chica, especialmente Miley, es lo último que necesito. Y ahí es adónde esto me está llevando.
Tal vez solo necesito echarme un polvo. Tal vez solo necesito sexo ocasional con alguna atolondrada como Trish en un intento por borrar a Miley de mis pensamientos. Sexo ocasional ahora mismo probablemente restauraría mi cordura.
Alejo mis manos de Miley y retrocedo. Me encojo de hombros y le doy una mirada arrogante. —Tienes razón —digo—. Esto es estúpido. No tienes que probarme nada.
No puedo decir si ella está aliviada o decepcionada. No importa, realmente. No quiero esperar mientras ella analiza si lo que acaba de suceder, pasó o no. Yo tampoco quiero analizarlo.
La dejo sola ahí parada y camino hacia el fogón. La oigo llamarme pero sigo, preocupado por si pierdo mi determinación, retomo mis palabras, y la beso como ningún otro chico lo haría. Apurándome por el camino iluminado por la luna y rodeado de árboles para incrementar la distancia entre nosotros, finalmente llego al claro. El fuego casi está apagado, a excepción de unas cuantas brasas obstinadas.
Me siento en uno de los bancos, que en realidad es un tronco de madera tirado en el suelo. Hace menos de una hora, en este lugar exacto, Miley compartió nuestra historia. Ella todavía no tiene idea de lo que en realidad pasó la noche del accidente. La historia que cuenta es verdadera para ella, pero una completa invención con la que he vivido desde hace mucho tiempo.
Me siento junto al fuego hasta que la última brasa luchadora muere. Cuando finalmente vuelvo a la cabina, todas las luces están apagadas excepto por unas pocas que conducen a los baños. Dentro de la cabina, todos parecen estar durmiendo o, en el caso de Trish, roncando como la sinfonía de un corral. Incluso Miley está dormida, aunque su espalda da para mi lado y no puedo ver su rostro. La sábana que la cubre se mueve hacia arriba y hacia abajo, lenta y rítmicamente, con cada espiración.
Rebusco en mi mochila. Por un breve momento, me pregunto dónde está Damon, entonces recuerdo que él cayó rendido en la cabina de consejeros con aire acondicionado y camas reales, mientras nosotros estábamos pasando apuros “a lo máximo”, como había señalado Matt más temprano.
Después de lavarme, salto en mi litera de arriba, cuidadosamente para no despertar a Matt a pesar de que la litera de metal y los muelles crujen ruidosamente mientras me siento en el colchón. Cuando escucho a Matt agitarse, murmuro: —Lo siento, amigo.
—No hay problema —susurra—. No estaba realmente dormido de todos…modos.
—¿Quién puede dormir con la maldita pesada de Trish aquí con nosotros? —gritó Lenny, entonces gruñe en frustración.
Como a propósito, los ronquidos de Trish aumentaron en tono y volumen. No es uno de esos trabajos de respiración dificultosa, tampoco. Primero, ella empieza a gorgorear como si estuviera almacenando flema en la parte posterior de su
garganta. Entonces, lanza una sinfonía de ronquidos y gorgoreos nasales que nunca en mi vida había escuchado antes, incluso de un chico.
Lenny, que duerme arriba de Trish, se asoma hacia abajo para mirarla. —¡Trish, cállate maldición! —grita prácticamente.
Trish no se mueve. Deja de roncar por medio segundo, pero luego comienza nuevamente, incluso más alto que antes.
—Puedo sofocarla con mi almohada —ofrece Lenny como opción.
Matt se sienta. —Escuché que si pones la mano de alguien en agua caliente mientras está durmiendo, deja de roncar.
—Eso es para hacer que alguien se orine en la cama —le digo.
—¿Funciona en serio? —pregunta Lenny, obviamente emocionado—. Deberíamos tratarlo. ¿Quién va por un balde?
—Estás bromeando, ¿verdad? —suena Miley desde abajo en un susurro suave—. No puedes hacer eso.
Un gran resoplido sale de la boca abierta de Trish. Lenny se sienta, agarra ambos lados de la litera superior y empieza a mecer la cama de lado a lado.
—¡No hagas eso! —grita Miley.
Escuchar a Miley gritar me hace saltar de la cama en el momento justo para ver la litera de Lenny y Trish empezar a volcarse. Cuando el metal está cerca de estrellarse con el metal, alcanzo y agarro el marco de la cama antes de que choque con la litera de Miley y con Miley. Su pierna está lo bastante dañada. Mi pierna detiene a Trish, pero es muy tarde para Lenny, que cae con porrazo.
Trish de desliza lentamente por mi pierna y aterriza sobre su trasero en un charco de sábanas enredadas sobre el piso. Alza la vista, sorprendida y asustada. Para una chica que supongo se enorgullece de parecer muy fuerte, sorprendida y asustada no encaja.
—¿Qué pasó? —pregunta, sus ojos abiertos mientras se asegura que su cama está estable y en posición vertical nuevamente. Se para, y entonces frota su trasero unas cuantas veces, antes de recoger sus sábanas y almohada.
Es obvio, Lenny no va a explicarle, así que le ofrezco una respuesta rápida. —Tú cama se cayó. Vuelve a dormir.
—¿Cómo se cayó? —pregunta, arrojando su brazada de vuelta a la cama.
—¡Santa mierda, fue impresionante! —gritó Lenny desde el suelo. Está riendo, como si asustar a las chicas casi hasta la muerte fuera loco y divertido. Es un imbécil.
—Amigo, cálmate —le dije.
Trish miró a Lenny con los ojos entrecerrados. —¿Tiraste la litera a propósito?
—Estabas roncando como un jodido cerdo, Trish. Traté de despertarte, pero duermes como los muertos. Nos estaba haciendo un favor a todos.
Como un perro de ataque, Trish se abalanzó sobre Lenny. La atrapo a tiempo y la hago retroceder. —¡Eres un estúpido! —le grita a Lenny.
—Dime algo que no sepa —le responde Lenny, entonces resopla sonoramente como un cerdo cabreado. Si él no lo nota, la chica tiene unas malditas uñas de miedo. Son largas, son puntiagudas, se están clavando en mis brazos ahora mismo, y no tengo ninguna duda que Trish las usará como arma a la primera oportunidad que tenga. Lo último que haría es soltarla y dejar que esas garras salieran acuchillando.
—Trish, no dejes que te moleste —dice Miley calmadamente mientras se mete entre Trish y Lenny. Miley está usando una camiseta rosada de tirantes y un pantalón pijama a juego que cubre casi todo. Soy demasiado consciente de que si Trish se lanza nuevamente, Miley podría caer fácilmente y lastimarse su pierna—. Nick, déjala ir.
Libero a Trish lentamente, listo para sujetarla de nuevo si siento que va a abalanzarse. Miley sigue entre ella y Lenny, quien finalmente para de reír.
Todo el mundo está despierto ahora, todos mirando a Lenny.
—Perdedores ustedes no tienen sentido del humor —se queja Lenny. Nos balancea su trasero desnudo antes de salir pisando fuerte de la cabina.
Erin grita, entonces empuja la sábana por encima de su cabeza.
—No voy a dormir debajo de ese imbécil —declara Trish.
—Yo dormiré debajo de él —ofrezco—. Toma mi cama —Trish parece demasiado cansada y enfadada para ser agradecida cuando sube hasta mi colchón.
Me siento en la pila de ropa de cama arrugada de Trish y me doy cuenta que estaré durmiendo junto a Miley. La miro.
No lo había notado antes, pero ahora está claro que Miley no está usando sostén. Mientras estoy sentado en la litera y ella está parada a mi lado, sus pechos se encuentran al nivel de mi vista. La escucho aspirar una bocanada de aire.
Apunta a mi mano y susurra: —Estás sangrando.
Bajó mi mirada. Efectivamente, la sangre está goteando de la parte trasera de mi mano. Supongo que cuando metí mi mano entre las literas de metal me corté. Limpié la sangre en mis pantalones cortos. —No es para tanto.
Miley frunce el ceño mientras saca una toalla de su mochila y me la tiende. —Toma.
—No voy a estropear tu toalla con mi sangre —le digo, lanzándosela de vuelta.
Ella la atrapa con una mano, y luego pone los ojos en blanco y suspira. —Puedes dejar de jugar al héroe en cualquier momento, sabes.
—¿Piensas que soy un héroe?
—Sin comentarios —dice mientras agarra mi muñeca y empuja mi mano hacia ella para poder examinar el corte. Su rostro está tenso y severo cuando frota su toalla en mi mano. Alcanzando su mochila, saca una botella de agua. Vierte agua sobre la toalla, luego continúa limpiando el corte. Duele, pero no hago sonido alguno. No puedo siquiera recordar la última vez que alguien realmente se preocupó por mí, y se siente raro. Me desplazo sobre la cama, sintiéndome incómodo. Estoy acostumbrado a estar sólo y cuidar de mi mismo. Nunca jugué al chico necesitado antes, y no estoy a punto ahora de hacerlo ahora. Especialmente en frente de Miley.
Saqué mi mano. —Estoy bien.
Miley se levanta y se inclina por lo que estamos cara a cara. Su mirada encuentra la mía. —No, no lo estás.
Necesito dar vuelta a la situación o voy a perder cualquier control que tenga cuando se trata de Miley y yo. Mi resolución de apartarla es débil. Mejor si doy un paso al frente y soy el chico que piensa que me he convertido.
—¿Te estás agachando así a propósito? —le pregunto mientras hago un gesto a su pecho—. Porque tengo una buena vista de tus tetas ahora mismo.
Sentimientos de rabia y traición se instalaron en mí. Tomé una profunda respiración y mire alrededor las caras de los jóvenes que me observaban, esperando que explicara cómo la conducción adolescente irresponsable afectó mi vida.
—Aún tengo cicatrices… —dije, con mi voz apagándose. Dejé salir una lenta respiración mientras pensaba en la realdad de eso—. En el interior y en el exterior. Un chico fue condenado por golpearme y fue a la cárcel por ello. La parte triste es, que el accidente no solo nos afectó a nosotros dos, sino que también afectó a nuestras familias…y mayormente a toda nuestra ciudad también. Ninguno de nosotros ha sido el mismo desde entonces.
Una pequeña chica rubia con trenzas a la francesa levantó su delgada mano. —¿Qué hay sobre el chico? —preguntó ella—. ¿Qué ocurrió con él?
Miré hacia Damon, recostado contra un árbol en el fondo. Él piensa que Nick es quien me golpeó. —No lo sé. Creo que él me culpa de ser la razón por la que fue a la cárcel.
—Eso es estúpido —murmuró la chica.
—Si cometes un error, tienes que pagar el precio —dijo una de las consejeras.
La mujer no tenía idea de la verdad… que Nick no había cometido ningún error pero había pagado el precio de todas formas.
Trish se levantó a continuación. Habló sobre cómo había estado en una fiesta de la secundaria y alguien en la fiesta había puesto cocaína en su bolso. Cuando fue detenida por un control de velocidad y pasarse una luz roja, fue arrestada. Los cargos por droga son un registro permanente, y ahora cada vez que solicita un trabajo tiene que marcar la casilla de que ella es una delincuente condenada.
Con las emociones corriendo alto, Damon y el resto de los líderes dijeron que era tiempo de volver a nuestras cabañas.
Cuando alcanzamos la cabaña, la voz de Damon estalló al interior. —¡Oye Brecker! —gritó en una voz profunda que yo juré podía asustar hasta a la persona más dura. Las chicas asustadas y los chicos prácticamente de pie poniendo atención—. ¡Levántate maldita sea!
Nick está acostado en su litera, sus brazos descansando tras su cabeza. Él está usando pantalones sueltos y no lleva camisa. Se sienta, viéndose imperturbable. —¿Cuál es tu problema?
Damon camina directamente hasta la litera. —Ven aquí abajo, imbécil.
—Bonito lenguaje, Damon —Nick descendió en un movimiento y lo enfrentó directamente. Ambos andaban alrededor de la misma altura, pero Nick es delgado y musculoso comparado con el grueso Damon.
—Sí, bueno, digo lo que veo. Discúlpate con Miley por haberte ido —demandó Damon gesticulando en mi dirección—. Fue completamente irrespetuoso y rudo.
—Lo siento —murmura Nick no muy sinceramente.
Furiosa, le doy un codazo a Damon hacia un lado y me paro de frente a Nick con los dedos de nuestros pies tocándose. Es tan malo que esté híper consciente de las ondas en su pecho desnudo sólo a unas pulgadas de distancia. —¿Por qué estás tan empeñado en actuar como un idiota?
Nick me dio una sonora risa. —Porque soy uno.
—¿Por qué estás haciendo esto? —este no es el Nick real, el Nick con el que crecí. Esta es un endurecida, falsa representación de él, y la odio.
—No estoy haciendo nada. Éste soy yo dulzura, tómalo o déjalo.
—¿Qué está ocurriendo entre ustedes? —preguntó Trish.
—Nada —le dije a ella—. Nada está ocurriendo, ¿verdad Nick?
Yo cojeo fuera de la cabaña, los tablones sueltos crujiendo bajo mis zapatillas mientras entablo la distancia que necesito entre yo y cualquier otra persona. Cuando camino al cálido aire nocturno, me siento mejor. Mientras me aferro a la barandilla y maniobro dificultosamente para bajar los tres escalones hasta la hierba, siento la presencia de Nick tras de mí.
Lo ignoro, incluso cuando mi estómago se está retorciendo por el conocimiento. Tengo mucho que decir que estoy reteniendo.
—Miley —la voz de Nick se hace eco a través del aire nocturno.
Continué caminando. Cuando él me alcanza, me vuelvo sobre mis talones y cojeo lejos de él. —Déjame sola —le digo por sobre mi hombro.
—Qué querías que hiciera, que te escuchara hablar sobre cómo te golpeé con mi auto, y luego te dejé muriendo tirada en la calle, luego sobre cómo fui enviado a la cárcel, y como después de salir nosotros comenzamos… comenzamos… —él hace una mueca y presiona las palmas de sus manos en sus ojos, como si poner la historia en palabras lo hiciera insoportablemente real.
—¿Una relación? —pregunté, imperturbable.
—Como sea que lo quieras llamar. Nunca hubiera funcionado.
—Ni siquiera nos diste una oportunidad.
—Tu madre me odia. Mis padres se volverían locos si nos vieran juntos. Demonios Miley, incluso Damon me advirtió que me alejara de ti. Deberías estar agradecida de que me fui, pero es obvio que aun estás aferrada a algo que ocurrió entre nosotros.
Camine hacia Nick de forma tan cercana que casi podía sentir la energía que irradiaba de él. —Tú necesitas superarte a ti mismo. Lo que tuvimos fue una corta aventura. Tanto lo he superado que ya ni siquiera es divertido.
—Vamos Miley. Admite que aún hay una parte de ti que me quiere, incluso aunque sigas actuando como si me hubieras expulsado de tu sistema. Protestas demasiado.
—Yo no siento nada por ti.
Justo cuando estoy a punto de caminar lejos y regresar a la cabaña, Nick se extiende y envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca. —¿En serio? —dice él.
Yo trago duramente. Esos dedos en mi muñeca están llenos de imprudente energía… conozco esos dedos demasiado bien. Me enojo conmigo por estar recordando cómo se sentía tener esa energía enfocada en mí… esos dedos acariciaron ligeramente mi piel hace un tiempo atrás. Todo en lo que debería estar
pensando es en cómo ponerlo a él en su lugar, en lugar de sentir una conexión. Pero cuando miro hacia él, me olvido de todo debido a esos intensos, ojos color azul hielo que son, oh, tan únicos que Nick Jonas me esté absorbiendo.
Tuerzo mi muñeca para liberarme de su agarre, determinada a romper cualquier hechizo en que él me tuviera de una vez por todas.
Estoy caminando de vuelta a la cabaña cuando escucho a Nick reírse detrás de mí.
Mi detengo y me vuelvo. —¿Qué es tan gracioso? —demando yo. Espero que no tenga papel higiénico en mi zapato o goma de mascar en la parte trasera de mis jeans.
La risa de Nick se transformó en una sonrisa arrogante. —Me lo imaginaba.
—¿Qué te imaginabas?
—Porqué eres tan inflexible en dejarme saber que todo está terminado entre nosotros —él cruza sus brazos en su pecho—. Es porque estás intentando convencerte a ti misma que se ha terminado. Pero ambos, tú y yo sabemos que aún hay algo que pasa entre nosotros.
—Estás delirando. La única cosa que hay entre nosotros es odio y resentimiento. Y no estoy sólo hablando de mí aquí. Tú estás tan resentido conmigo como yo lo estoy contigo.
Cuando él da un paso hacia adelante, yo doy un paso hacia atrás. —¿Segura? —pregunta él, con una expresión incluso más arrogante.
—Sí. Segura —le digo—. Ciento cincuenta por ciento segura.
—Entonces pruébalo.
Levanté mis cejas hacia él preguntándome qué estaba tramando. —¿Cómo?
—Bésame Miley. Justo aquí, justo ahora.
Nick
—Solo un beso —digo, y me acerco más—. Si ya no te gusto, entonces no será problema.
Ella alzó la barbilla. Ella no tiene idea de cómo mirar su acto de chica dura me hace quererla incluso más. No estoy seguro de mis motivos... no quiero pensar en eso demasiado fuerte por temor a que podría encontrar la respuesta verdadera.
—No beso a chicos solo para demostrar algo —declara con una actitud que solo he visto que ella ponga unas cuantas veces—. Y sobre todo no tengo nada que demostrarte a ti.
Ella no quiere admitir que todavía hay algo entre nosotros. Está ardiendo a fuego lento por debajo del odio y resentimiento, o cómo demonios quiera etiquetarlo. Por mucho que quiera mantener las distancias, al mismo tiempo quiero ver hasta qué punto puedo llegar. Probarla es una mala idea, lo sé. Es bueno si ya no siente nada por mí. Pero no puedo resistir tener que asegurarme. —¿De qué tienes miedo? Si realmente lo has hecho entonces nuestro beso no significará anda y podrás seguir adelante.
—He seguido adelante, Nick. Pero si realmente quieres que te lo pruebe, lo haré.
Una sonrisa maliciosa se pegó en mi rostro. —Demuéstralo.
La vieja Miley se habría sonrojado y mirado fijamente al suelo en vez de enfrentarse a ser cuestionada. La vieja Miley se habría dado la vuelta y hubiera corrido. Solía ser predecible. Ahora no, y eso me estaba confundiendo en mi propio juego.
La nueva Miley, la Miley que me pone en mi lugar y se mete bajo mi piel, extiende su mano y calmada pone su mano en mi pecho. Inclina su cabeza hacia atrás y me mira, sus ojos camaleónicos brillando de un gris oscuro a la luz de la luna. —No deberías desafiarme —dice ella.
—Lo sé´—digo, manteniendo cuidadosamente mi voz plana y fría.
Tenerla así de cerca hace a mi cuerpo tan consiente y vivo que tengo que luchar por mantenerme en control. Mi corazón está corriendo desbocado y mis sentidos están tan aumentados que puedo oler su perfume floral desde la corta distancia entre nosotros. Espero y rezo que ella no se dé cuenta del poderoso efecto que todavía tiene sobre mí. No me he sentido así desde, bueno, desde esa noche en el mirador de la Sra. Reynolds cuando la quise a ella más que a ninguna otra chica. Terminó inocentemente, pero el hombre en mi quería llegar al siguiente nivel… o incluso más lejos.
Aunque estoy seguro que Miley puede sentir mi corazón latiendo acelerado y rápido contra su palma ahora mismo, trato de olvidarlo cuando ella alza su mano y la entrelaza en mi cabello.
—¿Estás lista? —pregunto en voz grave.
—Seguro —dice ella tentativamente mientras inclino mi cabeza. Quiero poner mi mano sobre su mejilla y sentir su suave piel bajo mis dedos, o acariciar el pelo suelto que cae sobre sus ojos. Pero no lo hago. Sería demasiado íntimo y rompería el poco control que tengo. Mis labios sobre los suyos, provocando. Quiero que ella quiera esto tanto como yo lo hago.
—No se lo digas a nadie, ¿de acuerdo? —advierte ella, retrocediendo mínimamente. Esas palabras desinflan mi libido tan rápido como se había encendido.
¿No le digas a nadie? Está bien, para ser honestos no estoy sorprendido que no quiera contarle a nadie sobre nuestro pequeño momento privado de verdad o desafío. Pero al mismo tiempo sus palabras hieren. ¿No quiere que nadie lo sepa porque le gusta otro chico? ¿O porque de repente se siente avergonzada de ser asociada con un ex-convicto? Mierda, tal vez ella realmente me superó. La realidad, se arrastra como un maremoto sobre mí.
¿Qué demonios estoy haciendo? No puedo hacerlo. Cuando nos encontramos juntos en Tennessee, nada fue calculado. Sólo pasó. Pero ahora, esta escena completa es un desafío, una total trampa. Estar emocionalmente involucrado con cualquier chica, especialmente Miley, es lo último que necesito. Y ahí es adónde esto me está llevando.
Tal vez solo necesito echarme un polvo. Tal vez solo necesito sexo ocasional con alguna atolondrada como Trish en un intento por borrar a Miley de mis pensamientos. Sexo ocasional ahora mismo probablemente restauraría mi cordura.
Alejo mis manos de Miley y retrocedo. Me encojo de hombros y le doy una mirada arrogante. —Tienes razón —digo—. Esto es estúpido. No tienes que probarme nada.
No puedo decir si ella está aliviada o decepcionada. No importa, realmente. No quiero esperar mientras ella analiza si lo que acaba de suceder, pasó o no. Yo tampoco quiero analizarlo.
La dejo sola ahí parada y camino hacia el fogón. La oigo llamarme pero sigo, preocupado por si pierdo mi determinación, retomo mis palabras, y la beso como ningún otro chico lo haría. Apurándome por el camino iluminado por la luna y rodeado de árboles para incrementar la distancia entre nosotros, finalmente llego al claro. El fuego casi está apagado, a excepción de unas cuantas brasas obstinadas.
Me siento en uno de los bancos, que en realidad es un tronco de madera tirado en el suelo. Hace menos de una hora, en este lugar exacto, Miley compartió nuestra historia. Ella todavía no tiene idea de lo que en realidad pasó la noche del accidente. La historia que cuenta es verdadera para ella, pero una completa invención con la que he vivido desde hace mucho tiempo.
Me siento junto al fuego hasta que la última brasa luchadora muere. Cuando finalmente vuelvo a la cabina, todas las luces están apagadas excepto por unas pocas que conducen a los baños. Dentro de la cabina, todos parecen estar durmiendo o, en el caso de Trish, roncando como la sinfonía de un corral. Incluso Miley está dormida, aunque su espalda da para mi lado y no puedo ver su rostro. La sábana que la cubre se mueve hacia arriba y hacia abajo, lenta y rítmicamente, con cada espiración.
Rebusco en mi mochila. Por un breve momento, me pregunto dónde está Damon, entonces recuerdo que él cayó rendido en la cabina de consejeros con aire acondicionado y camas reales, mientras nosotros estábamos pasando apuros “a lo máximo”, como había señalado Matt más temprano.
Después de lavarme, salto en mi litera de arriba, cuidadosamente para no despertar a Matt a pesar de que la litera de metal y los muelles crujen ruidosamente mientras me siento en el colchón. Cuando escucho a Matt agitarse, murmuro: —Lo siento, amigo.
—No hay problema —susurra—. No estaba realmente dormido de todos…modos.
—¿Quién puede dormir con la maldita pesada de Trish aquí con nosotros? —gritó Lenny, entonces gruñe en frustración.
Como a propósito, los ronquidos de Trish aumentaron en tono y volumen. No es uno de esos trabajos de respiración dificultosa, tampoco. Primero, ella empieza a gorgorear como si estuviera almacenando flema en la parte posterior de su
garganta. Entonces, lanza una sinfonía de ronquidos y gorgoreos nasales que nunca en mi vida había escuchado antes, incluso de un chico.
Lenny, que duerme arriba de Trish, se asoma hacia abajo para mirarla. —¡Trish, cállate maldición! —grita prácticamente.
Trish no se mueve. Deja de roncar por medio segundo, pero luego comienza nuevamente, incluso más alto que antes.
—Puedo sofocarla con mi almohada —ofrece Lenny como opción.
Matt se sienta. —Escuché que si pones la mano de alguien en agua caliente mientras está durmiendo, deja de roncar.
—Eso es para hacer que alguien se orine en la cama —le digo.
—¿Funciona en serio? —pregunta Lenny, obviamente emocionado—. Deberíamos tratarlo. ¿Quién va por un balde?
—Estás bromeando, ¿verdad? —suena Miley desde abajo en un susurro suave—. No puedes hacer eso.
Un gran resoplido sale de la boca abierta de Trish. Lenny se sienta, agarra ambos lados de la litera superior y empieza a mecer la cama de lado a lado.
—¡No hagas eso! —grita Miley.
Escuchar a Miley gritar me hace saltar de la cama en el momento justo para ver la litera de Lenny y Trish empezar a volcarse. Cuando el metal está cerca de estrellarse con el metal, alcanzo y agarro el marco de la cama antes de que choque con la litera de Miley y con Miley. Su pierna está lo bastante dañada. Mi pierna detiene a Trish, pero es muy tarde para Lenny, que cae con porrazo.
Trish de desliza lentamente por mi pierna y aterriza sobre su trasero en un charco de sábanas enredadas sobre el piso. Alza la vista, sorprendida y asustada. Para una chica que supongo se enorgullece de parecer muy fuerte, sorprendida y asustada no encaja.
—¿Qué pasó? —pregunta, sus ojos abiertos mientras se asegura que su cama está estable y en posición vertical nuevamente. Se para, y entonces frota su trasero unas cuantas veces, antes de recoger sus sábanas y almohada.
Es obvio, Lenny no va a explicarle, así que le ofrezco una respuesta rápida. —Tú cama se cayó. Vuelve a dormir.
—¿Cómo se cayó? —pregunta, arrojando su brazada de vuelta a la cama.
—¡Santa mierda, fue impresionante! —gritó Lenny desde el suelo. Está riendo, como si asustar a las chicas casi hasta la muerte fuera loco y divertido. Es un imbécil.
—Amigo, cálmate —le dije.
Trish miró a Lenny con los ojos entrecerrados. —¿Tiraste la litera a propósito?
—Estabas roncando como un jodido cerdo, Trish. Traté de despertarte, pero duermes como los muertos. Nos estaba haciendo un favor a todos.
Como un perro de ataque, Trish se abalanzó sobre Lenny. La atrapo a tiempo y la hago retroceder. —¡Eres un estúpido! —le grita a Lenny.
—Dime algo que no sepa —le responde Lenny, entonces resopla sonoramente como un cerdo cabreado. Si él no lo nota, la chica tiene unas malditas uñas de miedo. Son largas, son puntiagudas, se están clavando en mis brazos ahora mismo, y no tengo ninguna duda que Trish las usará como arma a la primera oportunidad que tenga. Lo último que haría es soltarla y dejar que esas garras salieran acuchillando.
—Trish, no dejes que te moleste —dice Miley calmadamente mientras se mete entre Trish y Lenny. Miley está usando una camiseta rosada de tirantes y un pantalón pijama a juego que cubre casi todo. Soy demasiado consciente de que si Trish se lanza nuevamente, Miley podría caer fácilmente y lastimarse su pierna—. Nick, déjala ir.
Libero a Trish lentamente, listo para sujetarla de nuevo si siento que va a abalanzarse. Miley sigue entre ella y Lenny, quien finalmente para de reír.
Todo el mundo está despierto ahora, todos mirando a Lenny.
—Perdedores ustedes no tienen sentido del humor —se queja Lenny. Nos balancea su trasero desnudo antes de salir pisando fuerte de la cabina.
Erin grita, entonces empuja la sábana por encima de su cabeza.
—No voy a dormir debajo de ese imbécil —declara Trish.
—Yo dormiré debajo de él —ofrezco—. Toma mi cama —Trish parece demasiado cansada y enfadada para ser agradecida cuando sube hasta mi colchón.
Me siento en la pila de ropa de cama arrugada de Trish y me doy cuenta que estaré durmiendo junto a Miley. La miro.
No lo había notado antes, pero ahora está claro que Miley no está usando sostén. Mientras estoy sentado en la litera y ella está parada a mi lado, sus pechos se encuentran al nivel de mi vista. La escucho aspirar una bocanada de aire.
Apunta a mi mano y susurra: —Estás sangrando.
Bajó mi mirada. Efectivamente, la sangre está goteando de la parte trasera de mi mano. Supongo que cuando metí mi mano entre las literas de metal me corté. Limpié la sangre en mis pantalones cortos. —No es para tanto.
Miley frunce el ceño mientras saca una toalla de su mochila y me la tiende. —Toma.
—No voy a estropear tu toalla con mi sangre —le digo, lanzándosela de vuelta.
Ella la atrapa con una mano, y luego pone los ojos en blanco y suspira. —Puedes dejar de jugar al héroe en cualquier momento, sabes.
—¿Piensas que soy un héroe?
—Sin comentarios —dice mientras agarra mi muñeca y empuja mi mano hacia ella para poder examinar el corte. Su rostro está tenso y severo cuando frota su toalla en mi mano. Alcanzando su mochila, saca una botella de agua. Vierte agua sobre la toalla, luego continúa limpiando el corte. Duele, pero no hago sonido alguno. No puedo siquiera recordar la última vez que alguien realmente se preocupó por mí, y se siente raro. Me desplazo sobre la cama, sintiéndome incómodo. Estoy acostumbrado a estar sólo y cuidar de mi mismo. Nunca jugué al chico necesitado antes, y no estoy a punto ahora de hacerlo ahora. Especialmente en frente de Miley.
Saqué mi mano. —Estoy bien.
Miley se levanta y se inclina por lo que estamos cara a cara. Su mirada encuentra la mía. —No, no lo estás.
Necesito dar vuelta a la situación o voy a perder cualquier control que tenga cuando se trata de Miley y yo. Mi resolución de apartarla es débil. Mejor si doy un paso al frente y soy el chico que piensa que me he convertido.
—¿Te estás agachando así a propósito? —le pregunto mientras hago un gesto a su pecho—. Porque tengo una buena vista de tus tetas ahora mismo.
Continua por favor
ResponderEliminarAmo esta novela ☺
Oh Dios siguela que esperas
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