domingo, 4 de agosto de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 06


El sol acababa de empezar a arrojar sombras sobre las paredes de mi habitación cuando abrí los ojos. El pelo de Miley estaba enredado y desordenado, y cubriendo mi cara. Respiré profundamente por la nariz. Amigo. ¿Qué estás haciendo… además de ser espeluznante? Pensé. Me giré sobre mi espalda, pero antes de poder detenerme a mí mismo, inspiré otra vez. Ella todavía olía a champú y loción. Unos segundos más tarde sonó la alarma y Miley empezó a despertarse. Pasó su mano por mi pecho y luego la retiró.
— ¿Nick? —dijo aturdida—. Tú alarma. —Esperó un minuto y luego suspiró, estirándose por encima de mí, esforzándose hasta que finalmente alcanzó la alarma y luego le dio un golpe contra el plástico hasta que el ruido se detuvo. Se dejó caer contra la almohada y resopló. Una risita escapó de mis labios y ella jadeó.
— ¿Estabas despierto?
—Prometí que me comportaría. No dije nada sobre dejarte tumbarte encima de mí.
—Yo no me he tumbado encima de ti. No podía alcanzar el despertador. Esa es la alarma más molesta que he oído jamás. Suena como un animal moribundo.
— ¿Quieres desayunar? —Coloqué las manos detrás de mi cabeza.
—No tengo hambre. — Parecía enfadada por algo, pero ignoraba por qué. Probablemente no era una persona mañanera. Aunque con esa lógica, en realidad no era una persona de tarde o una persona nocturna, tampoco. Ahora que lo pensaba, ella era una especie de perra malhumorada… y me gustaba.
—Bueno, yo sí lo estoy. ¿Por qué no me acompañas a la cafetería que hay calle abajo?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidades de conducción tan temprano. — Metió sus pequeños pies en sus zapatillas y luego se dirigió arrastrando los pies hasta la puerta.
— ¿A dónde vas?
Se enfadó al instante. —Voy a vestirme y a irme a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
¿Ella quería jugar duro? Está bien. Jugaría. Caminé hacia ella y le apoyé las manos sobre los hombros. Maldita sea, su piel se sentía bien contra la mía. — ¿Siempre tienes tan mal genio o eso cambiará una vez que creas que no estoy elaborando ningún complejo plan para meterme en tus bragas?
—No tengo mal genio.
Me incliné, susurrando en su oído—: No quiero acostarme contigo, Pidge. Me gustas demasiado.
Su cuerpo se tensó, y luego me fui sin decir otra palabra. Saltar arriba y abajo para celebrar la emoción de la victoria habría sido un poco obvio, así que me contuve hasta que estuve lo suficientemente escondido detrás de la puerta, y luego hice unos cuantos golpes con el puño en el aire de modo festivo. Hacerla estar en guardia no era siempre fácil, pero cuando funcionaba, me sentía como si estuviera un paso más cerca de… ¿De qué? No estaba exactamente seguro. Simplemente se sentía correcto. Había pasado mucho tiempo desde que había ido a comprar algo de comida, así que el desayuno no era muy elaborado, pero era lo suficientemente bueno. Rompí unos huevos en un bol, añadí una mezcla de cebolla, pimientos verdes y rojos, y luego lo vertí en una sartén. Miley entró y se sentó en un taburete.
— ¿Estás segura de que no quieres un poco?
—Estoy segura. Gracias, sin embargo. — Acababa de salir rodando de la cama y aun así estaba hermosa. Era ridículo. Estaba seguro de que no podía ser normal, pero no lo sabía tampoco. Las únicas chicas que había visto en la mañana eran las de Joe, y no había mirado a ninguna lo suficientemente de cerca como para tener una opinión. Joe cogió unos platos y los sostuvo enfrente de mí. Recogí los huevos con la espátula y los dejé caer en cada plato. Miley miró con leve interés.  
Demi soltó un resoplido mientras Joe dejaba el plato delante de ella. —No me mires de esa manera, Joe. Lo siento, simplemente no quiero ir. — Joe había estado abatido durante días por el rechazo de Demi de su invitación a la fiesta de citas. Yo no la culpaba. Las fiestas de citas eran una tortura. El hecho de que ella no quisiera ir era algo impresionante. La mayoría de las chicas se morían por ser invitadas a esas cosas.
—Bebé —se quejó Joe—. La Hermandad tiene una fiesta de citas dos veces al año. Falta un mes. Tendrás un montón de tiempo para encontrar un vestido y hacer todas esas cosas de chicas. —Demi no cedió. Desconecté de ellos hasta que me di cuenta de que Demi estaba de acuerdo con ir solo si Miley también lo hacía. Si Miley iba, eso significaba que iría con una cita. Demi me miró y alzó una ceja.
Joe no dudó. —Nick no va a las fiestas de citas. Es algo a lo que llevas a tu novia… y Nick no… ya sabes.
Demi se encogió de hombros. —Podríamos emparejarla con alguien.
Empecé a hablar, pero Miley claramente no estaba feliz. —Puedo oíros, ¿sabéis? —se quejó. Demi hizo un mohín. Esa era la cara a la que Joe no podía negarle nada.
—Por favor, Miley. Te encontraremos un buen chico que sea divertido e ingenioso, y sabes que me aseguraré de que sea caliente. ¡Te prometo que te lo pasarás bien! Y quién sabe, quizás consigas ligar. — Fruncí el ceño. ¿Demi le encontraría un hombre? Para la fiesta de citas. Uno de mis hermanos de fraternidad. Oh, demonios, no. La idea de ella haciéndolo con cualquiera hizo que se me erizaran los vellos de la nuca.
La sartén hizo un ruido fuerte cuando la arrojé al fregadero. —Yo no dije que no la llevaría.
Miley hizo rodar los ojos. —No me hagas ningún favor, Nick.
Di un paso. —Eso no es lo que quería decir, Pidge. Las fiestas de citas son para tipos con novia, y todo el mundo sabe que a mí no me va ese rollo del noviazgo. Pero no tendré que preocuparme porque tú esperes un anillo de compromiso después.
Demi hace un mohín de nuevo. —Porfi, porfi, Miley…
Miley parece como si estuviera padeciendo algún dolor. — ¡No me mires así! Nick no quiere ir. Yo no quiero ir… no seríamos una compañía muy agradable.
Cuanto más pensaba sobre ello, más me atraía la idea. Cruce los brazos y me apoyé en el fregadero. —No dije que no quisiera ir. Creo que será divertido si vamos los cuatro.
Miley retrocedió cuando todos los ojos se volvieron hacia ella. — ¿Por qué no pasamos el rato aquí? — Yo estaba bien con eso. Los hombros de Demi se desplomaron y Joe se inclinó hacia adelante.
—Porque tengo que ir Miley —dijo Joe—. Soy un estudiante de primer año. Tengo que asegurarme de que todo vaya bien, de que todo el mundo tenga una cerveza en la mano, cosas así. — Miley estaba mortificada. Claramente no quería ir, pero lo que más miedo me daba era que ella no podía decirle que no a Demi, y Joe estaba dispuesto a decir cualquier cosa para que su novia fuera. Si Miley no iba conmigo, podía terminar pasando la noche (toda la noche) con uno de mis hermanos de fraternidad. No eran malos tipos, pero había escuchado las historias que contaban, e imaginármelos hablando de Miley era algo que no podría soportar.
Atravesé la cocina y envolví mis brazos alrededor de los hombros de Miley. —Vamos, Pidge. ¿Irás conmigo? — Miley miró a Demi, luego a Joe. Pasaron solo unos pocos segundos hasta que me miró a los ojos, pero pareció una maldita eternidad. Cuando sus ojos finalmente se encontraron con los míos, sus barreras se derrumbaron
—Sí —dijo con un suspiro. El entusiasmo en su voz era inexistente, pero no importaba. Ella iba a ir conmigo, y esa certeza me permitió respirar otra vez. Demi gritó del modo en que lo hacen las chicas, dio palmadas y luego agarró a Miley y la abrazó.
Joe me ofreció una sonrisa agradecida, y luego a Pidgeon. —Gracias, Miley—dijo, colocándole una mano en la espalda. Nunca había visto a nadie menos feliz de ir a una cita conmigo, pero de nuevo, yo no era la causa por la que ella se sentía infeliz. Las chicas terminaron de prepararse y se fueron temprano para su clase de las ocho. Joe volvió a ocuparse de los platos, feliz de haberse salido con la suya por fin.
—Amigo, gracias. Creía que Demi no iría. 
— ¿Qué demonios? ¿Estabais intentando emparejar a Pidge con alguien? 
—No. Quiero decir, Demi podría hacerlo. No lo sé. ¿Qué importa?
—Importa.
— ¿Lo hace?
—Simplemente no… no hagáis eso, ¿vale? No quiero verla besándose en un rincón oscuro con Liam Hemsworth. 
Joe asintió, frotando los restos de huevo de la sartén. —O con cualquier otra persona.
— ¿Y?
— ¿Cuánto tiempo crees que esto va a permanecer así?
Fruncí el ceño. —No lo sé. Tanto como pueda. Simplemente no me presiones.
—Nick, ¿la quieres o no? Hacer todo lo posible para impedir que salga con otra persona cuando ni siquiera estás con ella, eso es una forma un poco idiota de actuar.
—Solo somos amigos.
Joe me dirigió una sonrisa dudosa. —Los amigos hablan de un polvo de fin de semana. De algún modo no veo que eso pueda suceder entre vosotros.
—No, pero eso no significa que no podamos ser amigos.
Las cejas de Joe se alzan con incredulidad. —En cierto modo sí, hermano.
No estaba equivocado. Simplemente yo no quería admitirlo. —No es justo… —Hice una pausa, observando la expresión de Joe. De todas las personas, él sería el último que me juzgaría, pero me hacía sentir débil admitir lo que había estado pensando, y cómo de frecuentemente pensamientos sobre Miley cruzaban mi mente. Joe lo entendería, pero eso no me hacía sentir mejor para decirlo en voz alta. —Hay algo en ella que necesito. Eso es todo. ¿Es extraño que piense que es fantástica como el infierno y que no quiera compartirla?
—No puedes compartirla si no es tuya.
— ¿Qué sé yo acerca de tener citas, Joe? Tú. Tú y tus retorcidas y necesitadas relaciones. Si ella conoce a alguien más y empiezan a salir, la perderé.
—Entonces sal con ella.
Negué con la cabeza. —No estoy listo todavía.
— ¿Eso por qué? ¿Tienes miedo? —preguntó Joe, arrojándome el trapo a la cara. Cayó al suelo y me incliné para recogerlo. La tela retorcida y estirada en mis manos mientras lo retorcía hacia un lado y otro.
—Ella es diferente, Joe. Es buena.
— ¿A qué estás esperando?
Me encogí de hombros. —Solo una razón más, supongo.
Joe hizo una mueca de desaprobación y luego se agachó para encender el lavavajillas. Una mezcla de sonidos mecánicos y líquidos llenó la habitación y Joe se fue a su habitación. —Se acerca su cumpleaños, ya sabes.  Demi quiere que organicemos algo juntos.
— ¿El cumpleaños de Miley?
—Sí. En poco más de una semana.
—Bueno, tenemos que hacer algo. ¿Sabes qué le gusta? ¿Tiene Demi algo en mente? Supongo que mejor le compro yo algo. ¿Qué demonios le compro?
Joe sonrió mientras cerraba la puerta de su habitación. —Te las arreglarás. Las clases empiezan en cinco minutos. ¿Vas a venir en mi coche?
—Nah. Voy a ver si puedo conseguir llevar a Miley en la parte trasera de mi moto. Es lo más cerca que puedo estar dentro de sus muslos. — Joe se rio y luego cerró la puerta detrás de él.
Me dirigí a mi habitación y me puse un par de vaqueros y una camiseta. Cartera, llaves, teléfono. No podía imaginar ser una chica. La rutina de mierda por la que tenían que pasar solo para salir por la puerta consumía la mitad de sus vidas. La clase duró una maldita eternidad y luego atravesé corriendo el campus hasta Morgan Hall. Miley estaba de pie en la entrada principal con un tipo, y mi sangre empezó a hervir al instante. Unos pocos segundos más tarde reconocí a Cheyne y suspiré con alivio. Cheyne estaba agitando los brazos, obviamente en medio de una gran historia, tomándose una pausa únicamente para darle una calada a su cigarrillo.
Cuando me acerqué, Cheyne hizo un guiño a Miley. Lo tomé como una buena señal—Hey, Nick— cantó.
—Cheyne— asentí, cambiando rápidamente mi atención a Miley—Me dirijo a casa, Pidge. ¿Necesitas que te lleve? —
—Justo estaba yendo— dijo ella, sonriendo hacia mí.
Mi estómago se hundió, y hablé sin pensar— ¿No te quedas conmigo esta noche?—
—No, si lo haré. Solo tenía que recoger un par de cosas que me olvidé
— ¿Cómo qué?—
—Bueno, mi maquinilla de afeitar para empezar. ¿Qué te importa?
Maldita sea, me gustaba—Es hora de que te afeites las piernas. Han estado sacando el infierno fuera de mí— Los ojos de Cheyne casi se salieron de sus órbitas.
Miley frunció el ceño— ¡Así es como los rumores empiezan!— miró a Cheyne—Estoy durmiendo en su cama... sólo durmiendo
—Correcto— dijo Cheyne con una sonrisa de suficiencia. Antes de saber lo que pasó, ella estaba dentro, pisoteando las escaleras hasta su habitación. Di dos pasos a la vez para ponerme a su paso.
—Oh, no te enfades. Sólo estaba bromeando
—Todo el mundo asume que ya estamos teniendo sexo. Estás empeorando las cosas.
Al parecer que ella tuviera sexo conmigo era algo malo. Si tuviera preguntas acerca de si ella estaba en mí de esa manera en absoluto, ella sólo habría dado la respuesta: no sólo no, pero el infierno no— ¿A quién le importa lo que piensen?
— ¡A mí, Nick! ¡A mí!—empujó para abrir la puerta de su dormitorio, y luego miró a partir de un lado del cuarto al otro, abriendo y cerrando cajones, y empujando cosas en una bolsa. De repente me estaba ahogando en un intenso sentimiento de pérdida, de esos donde tienes que reír o llorar. Una risita se escapó de mi garganta.
Los ojos azules verdosos de Miley se oscurecieron y dirigieron a mí—No es gracioso. ¿Quieres que todo del colegio piense que soy una de tus putas? — ¿Mis putas? Ellas no eran míos. Pero sí eran putas. Cogí el bolso de sus manos. Esto no iba bien. Para ella, asociarse conmigo, por no hablar de estar en una relación conmigo, significaba hundir su reputación. ¿Por qué todavía quiere ser mi amiga, si eso era lo que sentía?
—Nadie piensa eso. Y si lo hacen, mejor espero no saberlo.
Sostuve la puerta abierta, y pasó a través de ella. Justo cuando la solté y comencé a seguirla, ella se detuvo, me obligó a mantener el equilibrio sobre las puntas de los dedos de los pies para no toparme con ella. La puerta se cerró detrás de mí, empujándome hacia adelante— ¡Whoa!— le dije, chocando con ella.
Se dio la vuelta— ¡Oh, Dios mío!—al principio pensé que nuestra colisión la había lastimado. La mirada de asombro en su rostro me había preocupado por un segundo, pero luego continuó—La gente probablemente piensa que estamos juntos y que tú estás descaradamente continuando tú... estilo de vida. ¡Debo verme patética! — hizo una pausa, sumida en el horror de su conclusión, y luego negó con la cabeza—No creo que me quede contigo. Deberíamos estar lejos el uno del otro, en general, por un tiempo.
Ella tomó su bolso de mis manos, y yo lo agarró de nuevo—Nadie piensa que estamos juntos, Pidge. No tienes que dejar de hablarme para demostrar un punto. —me sentí un poco desesperado, que era nada menos que inquietante. Tiró del bolso. Decidido, lo tiré hacia atrás. Después de unos cuantos tirones, gruñó con frustración.
— ¿Has tenido alguna vez una chica que se quedara contigo? ¿Alguna vez has llevado a las chicas al y desde el colegio? ¿Has almorzado con ellas todos los días? ¡Nadie sabe qué pensar de nosotros, incluso cuando les decimos! 
Me acerqué a la playa de estacionamiento con su bolso, mi mente corriendo—Voy a arreglar esto, ¿de acuerdo? No quiero que nadie piense mal de ti por mi culpa. 
Miley fue siempre un misterio, pero la mirada afligida en sus ojos me tomó por sorpresa. Es inquietante hasta el punto en que quería hacer algo para que su sonrisa no desapareciera. Estaba inquieta, y claramente molesta. Lo odiaba tanto que me hizo lamentar todo lo cuestionable que jamás había hecho porque era una cosa más que se puso en el camino. Fue entonces cuando la realización me golpeó: como pareja, no íbamos a funcionar. No importa lo que hice, o cómo me las arreglara en mi camino a su favor, nunca sería lo suficientemente bueno para ella. No quería que ella terminara con alguien como yo. Sólo tendría que conformarme con las migajas de tiempo que podría conseguir con ella. Admitiendo eso para mí mismo era una píldora dentada de tragar, pero al mismo tiempo, una voz familiar le susurró desde los oscuros rincones de mi mente que necesitaba luchar por lo que quería. Luchar parecía mucho más fácil que la alternativa.
—Déjame compensártelo— le dije— ¿Por qué no nos vamos esta noche a Él Dutch?—el Dutch era un hoyo en la pared, pero mucho menos concurrido que el Red. Sin tantos buitres dando vueltas.
—Ese es un bar de moteros— frunció el ceño.
—Está bien, entonces vamos al club. Te llevaré a cenar y luego podemos ir al Red Door. Yo invito
— ¿Cómo ir a cenar y luego a un club va a solucionar el problema? Cuando la gente nos ve juntos, lo hará peor— Terminé atar la bolsa a la parte trasera de mi moto y luego me senté a horcajadas del asiento. Ella no discutió acerca de la bolsa este momento. Eso era siempre prometedor.
—Piensa en ello. Yo, borracho, ¿en una habitación llena de mujeres con poca ropa? No pasará mucho tiempo para que la gente entienda que no somos una pareja
—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Llevar a un tipo de la barra a casa para remachar el clavo? —
Fruncí el ceño. La idea de que salir con un chico hizo que mi mandíbula se tensara, como si hubiera derramado jugo de limón en mi boca—Yo no he dicho eso. No hay necesidad de dejarse llevar. —
Rodó los ojos, y luego se subió a la silla, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura— ¿Una chica al azar nos va a seguir a casa desde el bar? ¿Así es como lo vas a arreglar?
—No estas celosa, ¿verdad, Pigeon?
— ¿Celosa de qué? ¿Del imbécil infestado con una enfermedad de transmisión sexual en el que te vas convertir por la mañana? —
Me reí, y luego encendí el motor. Si ella supiera lo imposible que era. Cuando la tenía alrededor, todo el mundo parecía desaparecer. Me tomó toda mi atención y concentración para mantenerme un paso por delante de ella. Informamos a Joe y Demi de nuestros planes, y luego las chicas comenzaron su rutina. Me metí en la ducha primero, dándome cuenta demasiado tarde de que debería haber sido el último, porque las chicas toman mucho más tiempo que yo y Joe para prepararse. Yo, Joe y Demi esperamos una eternidad para que Miley saliera del baño, pero cuando por fin salió, casi perdí el equilibrio. Sus piernas parecían que fueran para siempre con su vestido corto, negro. Sus pechos estaban jugando me-ves-ahora-no-me-ves, apenas note su presencia cuando ella se volvió de cierta manera, y sus largos rizos colgaban a un lado en lugar de sobre el pecho. No me acordaba de que ella estaba bronceada, pero su piel tenía un brillo saludable contra la tela de su vestido oscuro.
—Bonitas piernas— le dije.
Ella sonrió— ¿He mencionado que la maquinilla de afeitar es la magia?
Magia en el culo. Era jodidamente hermosa—Yo no creo que sea la maquinilla
La saqué de la puerta por la mano, llevándola al cargador de Joe. No tiró para alejarse, y la sostuve hasta que llegamos al coche. Me sentí mal de dejar ir. Cuando llegamos al restaurante de sushi, entrelacé los dedos entre los de ella mientras caminábamos dentro. Pedí una ronda de sake, y luego otra. La camarera no nos pidió identificación hasta que pedí cerveza. Sabía que Demi tenía una identificación falsa, y me quedé impresionado cuando Miley sacó la de ella como un campeón. Una vez que la camarera lo miró y se fue, me agarró. Su foto estaba en la esquina, y todo parecía de fiar por lo que yo sabía. Nunca había visto a un ID de Nashville antes, pero este era perfecto. El nombre que se leía era Jessica James, y por alguna razón, eso me excitó. Duro. Miley sacudió la ID, y se salió de mis manos, pero ella la atrapó en pleno vuelo al suelo, y en segundos estaba escondida dentro de su cartera.
Ella sonrió y le devolví la sonrisa, apoyándome en los codos— ¿Jessica James?— Ella refleja mi posición, apoyándose en los codos y emparejando mi mirada. Era tan segura. Increíblemente sexy.
—Sí. ¿Y qué? —
—Interesante elección.
—Así es el rollo de California. Pansy. 
Joe se echó a reír, pero se detuvo abruptamente cuando Demi retomó su cerveza—Cálmate, cariño. El sake tarda en pegar.
Demi se limpió la boca y sonrió—He tomado sake antes, Joe. Deja de preocuparte. —
Cuanto más bebíamos, más fuerte gritábamos. A los camareros no parecía importarle, pero eso era probablemente porque era tarde y sólo había unos pocos otros en el otro extremo del restaurante, y estaban casi tan borrachos como nosotros. Excepto Joe. Era demasiado protector con su coche como para beber demasiado cuando conducía, y amaba a Demi más que a su coche. Cuando ella llegó, él no sólo vio su consumo, sino que también sigue todas las leyes de tráfico y utiliza sus anteojeras. Batido. La camarera trajo la cuenta, y tiré un poco de dinero sobre la mesa, empujando hasta que Miley se deslizó fuera de la cabina. Ella me dio un codazo jugando de nuevo, y arrojé con indiferencia mi brazo alrededor de ella mientras caminaba por el estacionamiento. Demi se deslizó en el asiento delantero junto a su novio, y comenzó a lamerle la oreja. Miley me miró y rodó los ojos, pero a pesar de ser un público cautivo, ella estaba teniendo un buen momento. Después que Joe se detuvo en el Red, nos llevó a través de las filas de autos de dos o tres veces.
—En algún momento esta noche, Joe— murmuró Demi
—Hey. Tengo que encontrar un amplio espacio. No quiero que un idiota borracho raye la pintura— Quizás. ¿O fue simplemente prolongar el baño de la lengua que su oído estaba recibiendo de Demi? Enfermos. Joe estaciono en el borde de la parcela, y ayudé a Miley a bajar. Tiró y tiró de su vestido, y luego sacudió sus caderas un poco antes de tomar mi mano.
—Quería preguntarle acerca de tu identificación— le dije— Está impecables. No la conseguiste por aquí—yo lo sabría. Había comprado muchos.
—Sí, la he tenido durante mucho tiempo. Era necesario...— ¿Por qué diablos haría falta que ella tenga una identificación falsa?
—...en Nashville— La grava crujía bajo nuestros pies mientras caminábamos, y la mano de Miley apretó la mía mientras navegaba por las rocas con sus tacones. Demi resbaló. Solté la mano de Miley en reacción, pero Joe llamó su novia antes de que cayera al suelo.
—Es una buena cosa que tienes conexiones— dijo Demi, riendo.
—Querido Dios, mujer— dijo Joe, sosteniendo su brazo antes de que ella cayera al suelo—Creo que ya estás hecha por la noche.
Fruncí el ceño, preguntándose qué demonios significaba todo aquello— ¿De qué estás hablando, Demi? ¿Qué relaciones? 
—Miley tiene algunos viejos amigos que…
—Son documentos de identidad falsos, Nicki— dijo Miley, interrumpiendo antes de que Demi pudiera terminar—Tienes que conocer a la gente adecuada si deseas que se hagan bien, ¿verdad?— Miré a Demi, a sabiendas de que algo no estaba bien, pero miraba a todas partes, excepto a mí. Pulsar el asunto no parecía inteligente, sobre todo porque Miley me había llamado Nicki. Podría acostumbrarme a eso, viniendo de ella.
Le tendí la mano—Así es— Ella la tomó, sonriendo con la expresión de un estafador. Pensó que había sacado un paso sobre de mí. Definitivamente iba a volver a eso más tarde.
— ¡Necesito otra copa!—dijo ella, tirando de mí hacia la gran puerta roja del club.
— ¡Shots!—gritó Demi.
Joe suspiró—Oh, sí. Eso es lo que necesitas. Otro shot — Todas las cabezas en la sala se volvieron cuando Miley entró, incluso un par de tipos con sus novias descaradamente rompiendo sus cuellos o recostándose en su silla para mirar por más tiempo. Oh, a la mierda. Esto va a ser una noche muy mala, pensé, apretando mi mano alrededor de Miley. 
Caminamos hasta la barra más cercana a la pista de baile. Delta  estaba en las sombras humeantes de las mesas de billar. Su sitio de caza habitual. Sus grandes ojos azules clavados en mí antes de que incluso la reconociera parada allí. Ella no me miró por mucho. La mano de Miley estaba todavía en la mía, y la expresión de Delta cambió en el momento que lo vio. Asentí con la cabeza hacia ella, y sonrió. Mi asiento habitual en el bar estaba abierto, pero era el único abierto a lo largo de la barra. Cami me vio llegar con Miley, por lo que se río una vez, y luego puso mi llegada a la atención de las personas sentadas en los taburetes alrededor, advirtiéndoles de su desalojo inminente. Se fueron sin queja. Di lo que quieras. Ser un psicópata cabrón tenía sus ventajas.

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