viernes, 30 de agosto de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 11


Volver a casa solo en el asiento trasero del Charger de Joe fue menos que emocionante. Demi tiró sus tacones y río mientras tocaba la mejilla de Joe con su dedo gordo. Él debió estar locamente enamorado de ella ya que solo sonrió, divertido con su risa contagiosa.
Mi teléfono sonó —Tengo un Novato listo para dentro de una hora. Fondo de Hellerton.
—Sí, eh… No puedo.
— ¿Qué?
—Me escuchaste. Dije que no puedo.
— ¿Estás enfermo? —Preguntó Adam, la ira creciendo en su voz.
—No. Debo asegurarme de que Pidge regrese a salvo a casa.
—Tuve muchos problemas para armar esto, Jonas.
—Lo sé. Lo siento. Tengo que irme. — Suspiré cuando Joe se estacionó en su puesto enfrente del apartamento y el Porsche de Liam no se encontraba por ningún lado.
— ¿Vienes, primo? —Preguntó Joe, volteándose en su asiento.
—Sí —dije, mirando hacia abajo a mis manos— Sí, supongo.
Joe empujó su asiento hacia adelante para dejarme salir, y me detuve justo antes del pequeño cuerpo de Demi. —No tienes nada de qué preocuparte, Nick. Confía en mí.
Asentí una vez y los seguí por las escaleras. Ellos fueron directo a la habitación de Joe y cerraron la puerta. Yo caí en el sillón reclinable, escuchando las risas incesantes de Demi, y tratando de no imaginar a Liam poniendo sus manos en la rodilla de Miley, o en su muslo. Menos de diez minutos después, el motor de un carro ronroneó afuera, e hice mi camino hacia la puerta, sosteniendo la perilla. Podía oír dos pares de pies subiendo por las escaleras. Un par eran tacones. Una ola de alivio me llevó. Miley estaba en casa. Solo sus murmullos se filtraron por la puerta. Cuando se quedó en silencio y la perilla de la puerta se movió, la giré por completo y abrí rápidamente.
Miley cayó a través del umbral y yo sostuve su brazo —Tranquila.—  Ella inmediatamente se volteó para ver la expresión en la cara de Liam. Era tensa, como si él no supiera qué pensar, pero se recuperó rápido, fingiendo ver más allá de mí hacia el interior del apartamento.
— ¿Alguna chica humillada varada aquí que necesite que la lleve?
Le lancé una mirada furiosa. Él tenía un maldito nervio —No empieces conmigo.
Liam sonrió y guiñó un ojo a Miley—Siempre lo estoy molestando. Ya no puedo tan seguido como solía ser desde que se dio cuenta de que era más fácil si hacía que ellas manejaran sus propios carros.
—Supongo que eso simplifica las cosas —dijo, Miley, volviéndose hacia mí con una sonrisa divertida.
—No es gracioso, Pidge.
— ¿Pidge? —Preguntó Liam.
Miley se movió nerviosamente —Es, eh… diminutivo de Pigeon. Es solo un sobrenombre, ni siquiera sé de dónde lo sacó.
—Vas a tener que informarme luego cuando lo averigües. Suena como una buena historia —Liam sonrió— Buenas noches, Miley
— ¿No querrás decir buenos días? —Ella preguntó.
—Eso también —dijo con una sonrisa que me hizo querer vomitar. Miley estaba ocupada desvaneciéndose, así que para traerla de vuelta a la realidad, tire la puerta sin advertencia. Ella se sacudió.
— ¿Qué? —Ella explotó. Pisoteé por el pasillo hacia la habitación, con Miley justo detrás de mí. Ella se detuvo justo dentro de la puerta, saltando en un pie, tratando de quitarse su tacón —Él es bueno, Nick.
Observé su lucha para balancearse con una pierna, y finalmente decidí ayudarla antes de que se cayera —Te vas a lastimar —dije, enganchando mi brazo en su cintura con una mano, y quitando sus tacones con la otra. Me quite mi camisa y la tiré en una esquina. Para mi sorpresa, Miley alcanzó su espalda para bajar el cierre de su vestido, lo deslizó hacia abajo, y luego pasó una camiseta sobre su cabeza. Hizo una especie de truco de magia con su corpiño para quitarlo y sacarlo de su camiseta. Todas las mujeres parecen saber la misma maniobra.
—Estoy segura de que no hay nada que yo tenga que tú no hayas visto antes —dijo, rodando sus ojos. Se sentó en el colchón y luego empujó sus piernas entre las cobijas y las sábanas. La observé acurrucarse contra la almohada, y luego quité mis jeans, pateándolos a la esquina también. 
Ella estaba curvada en una pelota, esperando que fuera a la cama. Me irritaba que hubiera venido a casa con Liam y que ahora se hubiera desvestido en frente de mí como si fuera nada, pero al mismo tiempo, ese era justo el jodido tipo de situación platónica en la que estábamos, y era todo gracias a mí. Tantas cosas estaban creciendo en mi interior. No sabía qué hacer con todo eso. Cuando hicimos la apuesta no se me ocurrió que ella estaría saliendo con Liam. Hacer un berrinche solo la llevaría directo a sus brazos. En el fondo sabía que haría lo que fuera para mantenerla cerca. Si mantener una tapa sobre mis celos significaba más tiempo con Miley, eso es lo que tendría que hacer. Me arrastré en la cama hasta su lado y levanté mi mano, apoyándola sobre su cadera.
—Me perdí una pelea esta noche. Adam llamó. No fui.
— ¿Por qué? —Ella preguntó, volteándose.
—Quería asegurarme de que volvieras a casa.
Ella arrugó su nariz —No tenías que cuidarme.
Tracé el largo de su brazo con mi dedo. Ella era tan cálida —Lo sé. Supongo que todavía me siento mal por la otra noche.
—Te dije que no me importaba.
— ¿Es por eso que dormiste en el sillón reclinable? ¿Por qué no te importó?
—No podía dormirme luego de que tus… amigas se fueran.
—Dormiste perfectamente en el sillón. ¿Por qué no podías dormir conmigo?
— ¿Quieres decir al lado de un hombre que todavía olía como el par de mujeres de bar que acaba de enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte!
Yo retrocedí, tratando de mantener lo visual fuera de mi cabeza —Dije que lo sentía.
—Y yo dije que no me importaba. Buenas noches —dijo, y se volteó.
Me estiré a través de la almohada para poner mi mano en las de ella, acariciando el interior de sus dedos. Me incline y besé su cabello —Tan preocupado que estaba de que nunca me volverías a hablar… creo que es peor que seas indiferente.
— ¿Qué quieres de mí, Nick? No quieres que este enojada por lo que hiciste, pero quieres que me importe. Le dices a Demi que no quieres salir conmigo, pero te enojas tanto cuando digo lo mismo que te vas y te pones ridículamente borracho. No tienes ningún sentido. 
Sus palabras me sorprendieron — ¿Por eso le dijiste aquellas cosas a Demi? ¿Por qué dije que no saldría contigo?
Su expresión era una combinación de sorpresa e ira —No, era en serio lo que dije. Solo que no lo dije como un insulto.
—Solo dije eso porque no quería arruinar nada. Ni siquiera sabría cómo ser la persona que te mereces. Solo intentaba hacer que funcionara dentro de mi cabeza. — Decir las palabras me hacía sentir enfermo, pero tenían que ser dichas.
—Lo que sea que eso signifique. Necesito dormir un poco. Tengo una cita esta noche.
— ¿Con Liam?
—Sí. ¿Puedo dormir, por favor? 
—Seguro —dije, empujándome a mí mismo fuera de la cama. Miley no dijo una palabra mientras la dejaba atrás. Me senté en el sillón reclinable, cambiando los canales de la televisión. Demasiado para mantener mi temperamento controlado, pero maldición esa mujer se podía meter bajo mi piel. Hablar con ella era como tener una conversación con un agujero negro. No importaba lo que dijera, incluso las pocas veces que era claro acerca de mis sentimientos. Su oído selectivo era exasperante. No podía llegar a través de ella, y ser directo solo parecía enojarla. El sol salió media hora después. A pesar de mi ira residual, fui capaz de quedarme dormido.
Unos momentos después mi teléfono sonó. Me revolví para buscarlo, todavía medio dormido, y luego lo sostuve contra mi oreja — ¿Sí?
— ¡Sombrero de culo! —dijo Frankie, ruidoso en mi oído.
— ¿Qué hora es? —Pregunté, mirando el televisor. Estaban pasando las comiquitas de los domingos por la mañana.
—Las diez y algo. Necesito tu ayuda con el camión de Papá. Creo que es el módulo de la ignición. Ni siquiera está encendiendo.
—Frank —dije a través de un bostezo— No sé un carajo acerca de carros. Por eso tengo una moto.
—Entonces pregúntale a Joe. Tengo que ir a trabajar en una hora, y no quiero dejar a Papá varado.
Bostecé de nuevo —Maldición, Frank, no dormí en toda la noche. ¿Qué está haciendo Tyler?
— ¡Trae tu trasero hasta acá! —Gritó antes de colgar. Lancé mi teléfono al sofá y luego me levanté, mirando el reloj en el televisor. Frank no se había alejado mucho cuando adivinó la hora. Eran las 10:20.
La puerta de Joe estaba cerrada, así que escuché por un minute antes de tocar dos veces y asomar mi cabeza dentro —Hey, Joe. ¡Joe!
— ¿Qué? —dijo Joe. Su voz sonaba como si hubiera tragado grava y lo hubiera seguido con ácido. 
—Necesito tu ayuda. — Demi lloriqueó un poco pero no se movió.
— ¿Con qué? —Joe preguntó. Se sentó, tomando una camiseta del suelo y deslizándola sobre su cabeza.
—El camión de Papá no arranca. Frank cree que es la ignición.
Joe terminó de vestirse y luego se incline sobre Demi —Voy a donde Paul por unas horas, bebé.
— ¿Hmmm?
Joe besó su frente —Voy a ayudar a Nick con el camión de Paul. Regresaré.
—Okay —dijo Demi, durmiéndose de Nuevo antes de que Joe dejara la habitación. Se puso el par de gomas que estaban en la sala y tomó sus llaves.
— ¿Vienes o qué? —Preguntó. Caminé por el pasillo hasta mi habitación, arrastrando el trasero como cualquier hombre que solo ha tenido cuatro horas de sueño, y no haya dormido bien. Me coloqué una camiseta sin mangas y luego una sudadera con capucha, y unos jeans. Haciendo lo mejor posible para caminar suave, gentilmente giré la perilla de la puerta de mi cuarto, pero me detuve antes de salir. La espalda de Miley estaba hacia mí, su respiración uniforme, y sus piernas desnudas tendidas en direcciones opuestas. Tuve un casi incontrolable impulse de meterme en la cama con ella.
— ¡Vamos! —Llamó Joe. Cerré la puerta y lo seguí hasta el Charger. Tomamos turnos para bostezar durante todo el camino hasta donde Papá, muy cansados como para conversar. La entrada de grava crujió bajo las llantas del Charger, y saludé a Frankie y a Papá antes de pisar el patio. El camión de Papá estaba estacionado en frente de la casa. Empujé mis manos en los bolsillos delanteros de mi sudadera, sintiendo el frío en el aire. Hojas caídas crujían bajo mis botas mientras caminaba a través del césped.
—Bueno, hola ahí, Joe —dijo Papá con una sonrisa.
—Hey, Tío Paul. Escuché que tenías un problema de ignición.
Papá puso una mano en su cintura redonda —Eso creemos… eso creemos —Asintió, mirando el motor.
— ¿Qué les hace creer eso? —Preguntó Joe, enrollando sus mangas.
Frankie señaló el salpicadero —Eh… está derretido. Esa fue mi primer indicio.
—Bien hecho —dijo Joe— Nick y yo iremos a la tienda de repuestos y recogeremos uno nuevo. Lo pondré y estarás listo.
—En teoría —dije, pasándole un destornillador a Joe.  Él desatornilló los pernos del módulo de ignición y luego lo quitó. Todos observamos la cubierta derretida.
Joe señaló el descubierto sitio donde el módulo de ignición estaba —Tendremos que reemplazar esos cables. ¿Ven las marcas de quemaduras? —Él preguntó, tocando el metal— El aislamiento de los cables está derretido también.
—Gracias, Joe. Voy a bañarme. Tengo que alistarme para ir a trabajar —dijo Frankie. Joe usó el destornillador para asistirse en un saludo descuidado para Frankie, y luego lo tiró en la caja de herramientas.
—Chicos se ven como si hubieran tenido una larga noche —dijo Papá.
Mitad de mi boca se levantó —Así fue.
— ¿Cómo está tu joven dama? ¿Demetria?
Joe asintió, una amplia sonrisa se ubicó a través de su cara —Ella está bien, Paul. Todavía está dormida.
Papá se rio una vez y asintió — ¿Y tú joven dama?
Me encogí de hombros —Ella tiene una cita con Liam Hemsworth esta noche. No es exactamente mía, Papá.
Papá guiñó un ojo —Todavía. — La expresión de Joe cayó. Estaba luchando contra un ceño fruncido.
— ¿Qué es esto, Joe? ¿No apruebas el Pigeon de Nick?
El uso poco serio de Papá con el sobrenombre de Miley tomó a Joe fuera de guardia, y su boca tembló, amenazando una sonrisa —No, me gusta Miley, está bien. Es solo que es lo más cercano a una hermana para Demi. Me pone nervioso.
Papá asintió enfáticamente —Entendible. Aunque, me parece que esta es diferente, ¿no crees?
Joe encogió sus hombros —Ese en parte es el punto. No quiero que el primer corazón roto de Nick sea por la mejor amiga de Demi. Sin ofender, Nick.
Fruncí el ceño. —No confías en mí en absoluto, ¿verdad?
—No es eso. Bueno, más o menos.
Papá tocó el hombro de Joe. —Tienes miedo, desde que este es el primer intento de Nick en una relación, él va a meter la pata y va a estropear las cosas para ti.
Joe agarró un trapo sucio y se limpió las manos. —Me siento mal por admitirlo, pero sí. Sin embargo estoy apoyándote, hermano, realmente lo hago.
Frankie dio un portazo en la puerta con tela metálica cuando salió de la casa. Me dio un puñetazo en el brazo, incluso antes de que yo lo viera levantar el brazo. — ¡Hasta luego, perdedores! —Frankie se detuvo y giró sobre sus talones—. No me refería a ti, papá.
Papá ofreció una media sonrisa y sacudió la cabeza. —Claro que no, hijo. — Frank sonrió, y luego se metió en su coche, un rojo oscuro y deteriorado Dodge Intrepid. Ese auto no era genial ni siquiera cuando íbamos al instituto, pero él lo amaba. Sobre todo porque fue pagado por él mismo. Un pequeño cachorro negro ladró, volviendo mi atención hacia la casa.
Papá sonrió, acariciando su muslo. —Bueno, vamos, miedoso. — El cachorro dio un par de pasos hacia adelante, y luego retrocedió a la casa, ladrando.
— ¿Cómo lo está haciendo? —pregunté.
—Hizo pis en el baño dos veces.
Hice una mueca. —Lo siento.
Joe se rió. —Al menos entendió la idea. — Papá asintió y sacudió la mano.
—Sólo hasta mañana —le dije.
—Está bien, hijo. Ha estado entreteniéndonos. A Frank le gusta.
—Bien. —Sonreí.
— ¿Dónde estábamos? —preguntó papá.
Me froté el brazo que latía por el puñetazo de Frank. —Joe me estaba recordando el fracaso que cree que soy cuando se trata de chicas.
Joe se rió una vez. —Eres un montón de cosas, Nick. Un fracaso no es una de ellas. Sólo creo que tienes un largo camino por recorrer, entre tú y el temperamento de Miley, las probabilidades están en tu contra.
Mi cuerpo se tensó y me enderecé. —Miley no tiene un mal temperamento.
Papá sacudió la mano. —Cálmate, pequeño. No está hablando mal de Miley.
—Ella no es así.
—Está bien —dijo papá con una pequeña sonrisa. Siempre sabía cómo manejarnos a los chicos cuando las cosas se ponían tensas, y por lo general trataba de apaciguarnos antes de que hayamos ido demasiado lejos.
Joe tiró el trapo sucio en la parte superior de la caja de herramientas. —Vamos a conseguir esa parte.
—Déjame saber cuánto te debo.
Negué con la cabeza. —Lo tengo, papá. Estamos a mano por el perro.
Papá sonrió y comenzó a recoger el desorden que Frankie dejó en la caja de herramientas. —Está bien, entonces. Nos vemos en un rato.
Joe y yo fuimos al Charger, en dirección a la tienda de repuestos. Hacía mucho frío. Apreté los extremos de las mangas en los puños para mantener las manos calientes. —Es una perra fría hoy —dijo Joe.
—Casi.
—Creo que le va a gustar el cachorro.
—Eso espero.
Después de unos cuantos minutos de silencio, Joe asintió. —No era mi intención insultar a Miley. Ya lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé.
—Sé lo que sientes por ella, y la verdad es que espero que funcione. Estoy nervioso.
—Sí.
Joe se detuvo en el estacionamiento de O'Reilly y estacionó, pero no apagó el encendido. —Ella va a una cita con Liam Hemsworth esta noche, Nick. ¿Cómo crees que vas a estar cuando pase a recogerla? ¿Has pensado en ello?
—Estoy tratando de no hacerlo.
—Bueno, tal vez deberías. Si realmente quieres que esto funcione, tienes que dejar de reaccionar de la manera que quieres, y reaccionar de la manera en que funcione para ti.
— ¿Cómo?
— ¿Crees que vas a ganar algún punto si estás haciendo un mohín mientras se está preparando y, a continuación, actúas como un idiota con Liam? ¿O crees que ella apreciará si le dices lo increíble que se ve y la despides como un amigo haría?
—No quiero ser sólo su amigo.
—Ya lo sé, y tú lo sabes, y Miley probablemente lo sabe, también... y puedes estar absolutamente seguro de que Liam lo sabe.
— ¿Tienes que seguir diciendo ese jodido nombre?
Joe apagó el motor. —Vamos, Nick. Tú y yo sabemos que siempre y cuando sigas mostrándole a Liam que está haciendo algo para volverte loco, va a seguir jugando ese juego. No le des la satisfacción, y juega el juego mejor que él. Va a mostrar lo imbécil que es, y Miley se librará de él por su cuenta.
Pensé en lo que estaba diciendo, y luego lo miré. — ¿Tú... realmente lo crees?
—Sí, ahora vamos a conseguir esa parte para Paul y llegar a casa antes de que Demi se despierte y explote mi teléfono porque no se acuerda de lo que le dije cuando me fui.
Me reí y seguí a Joe en la tienda. —Es un jodido idiota, sin embargo. — No pasó mucho tiempo para encontrar la parte que Joe buscaba, y no mucho más tiempo para que la reemplazara. En poco más de una hora, Joe había instalado el módulo de encendido, inició el camión, y tuve una visita lo suficientemente larga con papá. En el momento en el que nos despedíamos mientras el Charger retrocedía fuera de la calzada, era unos pocos minutos después de mediodía. Como Joe predijo, Demi ya estaba despierta en el momento en que llegamos al apartamento. Trató de actuar irritada antes de que Joe explicara nuestra ausencia, pero era obvio que no estaba más que contenta de tenerlo en casa.
—He estado tan aburrida. Mileyy sigue durmiendo.
— ¿Todavía? —le pregunté, quitándome las botas.
Demi asintió e hizo una mueca. —A la chica le gusta dormir. A menos que se haya emborrachado increíblemente la noche anterior, duerme para siempre. He dejado de intentar convertirla en una persona mañanera. — La puerta crujió cuando la abrí lentamente. Miley estaba boca abajo, casi en la misma posición que estaba cuando me fui, justo al otro lado de la cama. Parte de su cabello estaba enmarañado contra su cara, la otra en suaves ondas a través de mi almohada. La camiseta de Miley se agrupó alrededor de su cintura, dejando al descubierto sus bragas azul claro. Sólo eran de algodón, no era particularmente sexy, y parecía en estado de coma, pero aun así, mirándola acostada al azar en mis sábanas blancas con el sol de la tarde entrando por las ventanas, su belleza era indescriptible.
— ¿Pidge? ¿Vas a levantarte hoy? — Murmuró y luego volvió la cabeza. Di unos cuantos pasos más en la habitación.
—Pigeon.
—Hep... merf... furfon... shaw. — Demi tenía razón. Ella no iba a despertarse en ningún momento pronto. Cerré la puerta suavemente detrás de mí, y luego me uní a Joe y Demi en la sala de estar. Ellos comían de un plato de nachos que Demi había hecho, mirando algo de chicas en la televisión.
— ¿Se despertó? —preguntó Demi.
Negué con la cabeza, sentado en el sillón. —Nop. Ella hablaba de algo, sin embargo.
Demi sonrió, con los labios sellados para evitar que los alimentos se caigan. —Ella hace eso —dijo, con la boca llena—. Oí que te fuiste de tu habitación anoche. ¿Qué ocurrió?
—Estaba siendo un imbécil.
Las cejas de Demi se levantaron. — ¿Cómo es eso?
—Me sentía frustrado. Casi le dije cómo me sentía y era como si le hubiera entrado por un oído y salido por el otro.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó.
—Cansado por el momento. — Un nacho voló a mi cara, pero se quedó corto, aterrizando en mi camisa. Lo recogí y lo metí en mi boca, haciendo crujir las habas, el queso y la crema agria. No era del todo malo.
—Lo digo en serio. ¿Qué le has dicho?
Me encogí de hombros. —No me acuerdo. Algo acerca de ser quien se merecía.
—Oh —dijo Demi, suspirando. Se apartó de mí, en dirección a Joe, con una sonrisa irónica—. Eso fue muy bueno. Incluso tú tienes que admitirlo.
La boca de Joe se curvó a un lado, esa era la única reacción que obtendría de él por ese comentario. —Eres un gruñón —dijo Demi, con el ceño fruncido.
Joe se levantó. —No, cariño. Simplemente no estoy sintiendo todo genial. —Cogió una copia de Car and Driver de la mesa, y se dirigió al baño.
Con una expresión simpática Demi observó Joe salir, y luego se volvió hacia mí, con el rostro metamorfoseándose en disgusto. —Supongo que voy a utilizar tu baño durante las próximas horas.
—Si no quieres perder tu sentido del olfato para el resto de tu vida.
—Puede que quiera después de eso —dijo, temblando.
Demi volvió a poner la película, y vimos el resto de ella. Yo realmente no sabía lo que pasaba. Una mujer hablaba algo sobre vacas viejas y como su compañero de cuarto era un gigoló. Al final de la película, Joe se nos había unido, y el personaje principal se había dado cuenta de que tenía sentimientos por su compañera de cuarto, ella no era una vaca vieja, después de todo, y el gigoló, ahora reformado, estaba enojado por algún estúpido malentendido. Ella sólo tenía que perseguirlo por la calle, darle un beso, y todo estaba bien. No es la peor película que jamás había visto, pero aun así era una película para chicas... y todavía de mala calidad. En el medio día, el apartamento estaba bien iluminado, y el televisor estaba encendido, aunque en silencio. Todo parecía normal, pero también vacío. Los anuncios robados estaban aún en las paredes, colgaban al lado de nuestros carteles favoritos de cerveza con chicas calientes semidesnudas tiradas en varias posiciones. Demi había limpiado el apartamento, y Joe se encontraba tumbado en el sofá, hojeando los canales. Era un sábado normal. Pero algo estaba mal. Algo faltaba. Miley.
Incluso con ella en la habitación de al lado, dormida, el apartamento se sentía diferente sin su voz, sus golpes juguetones, o incluso el sonido de ella mordiéndose las uñas. Me había acostumbrado a todo esto, en nuestro corto tiempo juntos. Justo cuando los créditos de la segunda película comenzaron a rodar, oí la puerta de la habitación abrirse y los pies de Miley arrastrándose por el suelo. La puerta del baño se abrió y se cerró. Iba a empezar a prepararse para su cita con Liam. Al instante, mi temperamento comenzó a hervir.
—Nick —advirtió Joe. Las palabras de Joe de hoy temprano se repetían en mi cabeza. Liam estaba jugando el juego, y yo tenía que jugar mejor. Mi adrenalina se calmó, y me relajé contra el cojín del sofá. Ya era hora de poner mi cara de juego. El zumbido de los tubos del baño señaló la intención de Miley de tomar una ducha. Demi se puso de pie, y luego casi bailó hacia mi baño. Podía oír sus voces bromeando, pero no pude entender lo que decían. Me acerqué suavemente al pasillo, y sostuve la oreja a la puerta.
—No estoy muy emocionado acerca de ti escuchando a mi chica orinar —dijo Joe en un susurro. Puse mi dedo en los labios, y luego volví mi atención a sus voces.
—Se lo expliqué a él —dijo Miley. Se escuchó la cadena del inodoro y el grifo se encendió, y de repente Miley gritó. Sin pensarlo, agarré el pomo de la puerta y la abrí.
— ¿Pidge?
Demi echó a reír. —Sólo tiré de la cadena, Nick, cálmate.
—Oh. ¿Estás bien, Pigeon?
—Estoy genial. Fuera. —Cerré la puerta y suspiré. Eso fue una estupidez. Después de unos segundos de tensión, me di cuenta de que ninguna de las chicas sabía que me encontraba justo al otro lado de la puerta, así que coloqué la oreja en la madera de nuevo.
— ¿Es mucho pedir cerraduras para las puertas? —Preguntó Miley—. ¿Demi?
—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.
El agua se apagó. —Eres tan mala como él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?
—Lo sé —respondió Demi. Esa fue mi señal para volver a la sala de estar, pero mi corazón latía a un millón de kilómetros por hora. Por alguna razón, si Demi pensaba que estaba bien, sentí como si tuviera luz verde, que yo no era un completo idiota por tratar de estar en la vida de Miley. Tan pronto como me senté en el sofá, Demi salió del baño.
— ¿Qué? —preguntó ella, sintiendo que algo andaba mal.
—Nada, cariño. Ven a sentarte —dijo Joe, acariciando el espacio vacío a su lado. Demi felizmente cumplió, tumbándose a su lado, con el torso apoyado en su pecho. El secador de pelo se encendió en el baño, y miré el reloj. La única cosa peor que tener que estar bien con Miley saliendo en una cita con Liam, era tener a Liam esperando a Miley en mi apartamento. Mantener la calma durante unos minutos mientras ella agarraba su bolso y salía era una cosa. Mirar su fea cara mientras estaba sentado en mi sofá, sabiendo que él planeaba la manera de entrar en sus pantalones al final de la noche, era otra. Un poco de mi ansiedad se alivió cuando Miley salió del cuarto de baño. Llevaba un vestido rojo, y sus labios encajaban a la perfección. Su cabello en rizos, me recordaba a una de esas chicas modelos de los 1950. Pero, mejor… Mucho mejor.
Sonreí, y ni siquiera estaba obligado. —Estás... Estás hermosa. 
—Gracias —dijo, claramente tomada con la guardia baja. El timbre sonó, y al instante la adrenalina se apoderó de mis venas. Tomé una respiración profunda, decidido a mantener la calma. Miley abrió la puerta, y a Liamf le tomó varios segundos para hablar.
—Eres la criatura más hermosa que he visto nunca —susurró. Sí, yo definitivamente iba a vomitar antes de que terminara lanzando un puñetazo. Qué perdedor. La sonrisa de Demi se extendió de una oreja a la otra. Joe parecía muy feliz. Negándome a dar la vuelta, mantuve mis ojos en el televisor. Si veía la mirada de suficiencia en el rostro de Liam, treparía sobre el sofá y lo noquearía al piso sin dar siquiera un pasó. La puerta se cerró y me incliné hacia adelante, con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos.
—Lo hiciste bien, Nick —dijo Joe.
—Necesito un trago.

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