viernes, 16 de agosto de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 08


Miley se durmió antes que yo. Su respiración calmada, y su cuerpo relajado contra el mío. Ella era cálida, y su nariz hacía el zumbido más mínimo y dulce cuando inhalaba. Su cuerpo en mis brazos se sentía demasiado bien. Era algo a lo que me podía acostumbrar con mucha facilidad. Tan asustado como eso me hacía sentir, no me podía mover. Conociendo a Miley, ella se despertaría y me recordaría que era muy seria, y me gritaría por dejar que esto pasara o, peor, trataría de que nunca pasara de nuevo. Yo no era tan estúpido como para tener esperanza, o lo suficientemente fuerte para dejar de sentirme de la manera que lo hacía. Total revelación. No tan rudo, después de todo. No cuando se trataba de Miley.
Mi respiración se hizo más lenta, y mi cuerpo se hundió en el colchón, pero luché contra la fatiga que constantemente me alcanzaba. No quería cerrar mis ojos y perderme incluso un segundo de cómo se sentía tener a Miley tan cerca. Ella se movió, y yo me congelé. Sus dedos se presionaron en mi piel, y luego ella se abrazó contra mí una vez antes de relajarse de nuevo. Besé su cabello, y apoyé mi mejilla contra su frente. Cerrando mis ojos sólo por un momento, tomé un respiro. Abrí mis ojos de nuevo, y ya era de día. Mierda. Sabía que no debía hacerlo. Miley se estaba moviendo, tratando de salirse debajo de mí. Mis piernas estaban sobre las suyas, y mi brazo aún la sujetaba.
—Basta, Pidge. Estoy durmiendo, —le dije, acercándola más. Ella sacó sus piernas de debajo de mí, una a la vez, y luego se sentó en la cama y suspiró. Deslicé mi mano sobre la cama, alcanzando las puntas de sus dedos pequeños y delicados. Su espalda estaba hacia mí, y no se dio la vuelta.
— ¿Qué pasa, Pigeon?
—Voy a ir a conseguir un vaso con agua. ¿Quieres algo? — Negué con la cabeza, y cerré mis ojos. Ya sea que ella iba a fingir que no pasó, o estaba enojada. Ninguna de las opciones era buena. Miley salió, y yo me quedé acostado un rato, tratando de encontrar la motivación para moverme. Las resacas apestaban, y mi cabeza latía con fuerza. Podía escuchar la voz profunda y apagada de Joe, así que decidí arrastrar mi trasero fuera de la cama. Mis pies desnudos golpearon contra el suelo de madera mientras caminaba hacia la cocina. Miley estaba de pie en mi camiseta y boxers, vertiendo jarabe de chocolate en un tazón humeante de avena.
—Eso es enfermizo, Pidge, —me quejé, tratando de parpadear el desenfoque fuera de mis ojos.
—Buenos días para ti también.
—Escuché que tu cumpleaños se acerca. Última parada en tus años adolescentes.
Ella hizo una mueca, atrapada fuera de guardia. —Sí… No soy una persona a la que le gusten los cumpleaños. Creo que Demi va a llevarme a cenar o algo así. —Sonrió—. Puedes venir si quieres.
Me encogí de hombros, tratando de pretender que su sonrisa no me había alcanzado. Ella me quería allí. —De acuerdo. ¿Es una semana después del domingo?
—Sí. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—No hasta abril. El primero de abril, —dije, vertiendo leche sobre el cereal.
—Cállate.
Tomé un bocado, divertido ante su sorpresa. —No, lo digo en serio.
— ¿Tu cumpleaños es en el Día de los Inocentes?
Me reí. Esa mirada en su cara no tenía precio. — ¡Sí! Vas a llegar tarde. Mejor me voy a vestir.
—Voy a viajar con Demi.
Ese pequeño rechazo era mucho más duro de escuchar de lo que debería haber sido. Ella había estado viajando al campus conmigo, y ¿de pronto iba a viajar con Demi? Me hacía preguntarme si era por lo que pasó la noche anterior. Ella probablemente estaba tratando de distanciarse de mí de nuevo, y eso no era más que decepcionante. —Como sea, —le dije, dándole la espalda antes de que pudiera ver la decepción en mis ojos. Las chicas tomaron sus mochilas de prisa. Demi arrancó del estacionamiento como si hubiera asaltado un banco.
Joe salió de su habitación, poniéndose una camiseta sobre la cabeza. Sus cejas se juntaron.  — ¿Acaban de irse?
—Sí, —dije distraídamente, levantado mi tazón de cereal y tirando las sobras de la avena de Miley en el lavabo. Ella a penas la había tocado.
—Bueno, ¿qué diablos? Demi ni siquiera me dijo adiós.
—Sabías que iba a clases. Deja de ser un bebé llorón.
Joe apuntó hacia su pecho. — ¿Yo soy un bebé llorón? ¿Recuerdas anoche?
—Cállate.
—Eso es lo que pensé. —Se sentó en el sofá y se deslizó dentro de sus tenis—. ¿Le preguntaste a Miley sobre su cumpleaños?
—No dijo mucho, excepto que a ella no le gustan los cumpleaños.
— ¿Entonces qué vamos a hacer?
—Hacerle una fiesta. —Joe asintió, esperando a que le explicara—. Pensé que la sorprenderían. Invitar a algunos de sus amigos y hacer que Demi se la lleve fuera por un rato.
Joe se puso su gorra blanca de béisbol, tirando de ella hacia tan abajo sobre sus cejas que no podía ver sus ojos. —Ella puede manejarlo. ¿Algo más?
— ¿Qué piensas de un perrito?
Joe se río una vez. —No es mi cumpleaños, amigo.
Caminé alrededor del desayunador y me incliné mi cadera contra el taburete. —Lo sé, pero ella vive en los dormitorios. No puede tener un cachorro.
— ¿Tenerlo aquí? ¿En serio? ¿Qué vamos a hacer para tener un perro?
—Encontré un mojón terrier en línea, es perfecto.
— ¿Un qué?
—Pidge es de Nashville, es el mismo perro que Dorothy tenía en El Mago de Oz.
La cara de Joe estaba en blanco. —El Mago de Oz.
— ¿Qué? Me gustaba el espantapájaros cuando era un niño, cierra la boca.
—Se va a cagar por todas partes, Nick. Ladrará y llorará y… no sé.
—Igual que Demi… menos la parte de cagarse. — A Joe no le hizo gracia.
—Lo sacaré y limpiaré lo que haga. Lo mantendré en mi habitación. Ni siquiera sabrás que está aquí.
—No puedes evitar que ladre.
—Piénsalo. Tienes que admitir que eso la va a conquistar,
Joe sonrió. — ¿De eso es de lo que se trata todo esto? ¿Estás tratando de ganarte a Miley?
Mis cejas se juntaron. —Déjalo.
Su sonrisa se ensanchó. —Puedes conseguir al maldito perro…— Sonreí. ¡Sí! ¡Victoria!
—… si admites que tienes sentimientos por Miley.
Fruncí el ceño. ¡Mierda! ¡Derrota! — ¡Vamos, amigo!
—Admítelo, —dijo Joe, cruzando sus brazos. Que idiota. En realidad iba a hacerme decirlo. Miré al suelo y a todas partes excepto a la sonrisa petulante e idiota de Joe. Luché contra ello por un rato, pero el perrito era jodidamente brillante. Miley iba a dar una voltereta (en el buen sentido, por una vez), y podré tenerlo en el apartamento. Ella querría estar allí todos los días.
—Me gusta, —dije entre dientes.
Joe sostuvo su mano en su oreja. — ¿Qué? No pude escucharte bien.
— ¡Eres un idiota! ¿Escuchaste eso?
Joe cruzó los brazos. —Dilo.
—Me gusta, ¿de acuerdo?
—no suficientemente bueno.
—Tengo sentimientos por ella. Me preocupo por ella. Mucho. No puedo soportar cuando no está cerca. ¿Feliz?
—Por ahora, —dijo, tomando su mochila del suelo. Colgó una correa sobre su hombro, y luego tomó su celular y llaves—. Nos vemos en el almuerzo, marica.
—Come mierda, —me quejé. Joe siempre era el idiota enamorado actuando como un tonto. No me iba a dejar vivir esto tranquilo.
Sólo me tomó un par de minutos vestirme, pero toda esa charla me hizo llegar tarde. Me puse mi chaqueta de cuero y mi gorra de béisbol al revés. Mi única clase del día era Química III, así que llevar mi mochila no era necesario. Alguien en clase me prestaría un lápiz si tuviéramos una prueba. Lentes de sol. Llaves. Teléfono. Billetera. Me puse mis botas y cerré de golpe la puerta detrás de mí, trotando por las escaleras. Manejar la Harley no era tan atractivo sin Miley en la parte posterior. Maldita sea, ella estaba arruinando todo.
En el campus, caminé un poco más rápido de lo usual para llegar a clases a tiempo. Con sólo un segundo que perder, me deslicé en el escritorio. La Dr. Webber rodó sus ojos, nada contenta con mi tiempo, y probablemente un poco irritada con mi falta de materiales. Le guiñé un ojo, y una mínima sonrisa tocó sus labios. Negó con la cabeza, y luego regresó su atención a los papeles en su escritorio. Un lápiz no era necesario, y una vez que fuimos despedidos, despegué hacia la cafetería. Joe estaba esperando a las chicas en medio de los jardines. Agarré su gorra de béisbol, y antes de que pudiera quitármela, la lancé como un disco volador por el césped.
—Qué bonito, idiota, —dijo, caminando los pocos metros para recogerla.
—Mad Dog, —alguien dijo detrás de mí. Sabía por la voz desaliñada y profunda quien era.
Adam se acercó a Joe y a mí, su expresión de negocios. —Estoy tratando de formar una pelea. Estén preparados para una llamada.
—Siempre lo estamos, —dijo Joe. Él era algo como mi representante. Él se encargaba de pasar la voz, y se aseguraba de que yo estaba en el lugar correcto en el momento adecuado. Adam asintió una vez, y luego se fue a su siguiente destino, fuera lo que fuere. Nunca había estado en clases con el tipo. Ni siquiera estaba seguro de si él realmente asistía a esta escuela. Mientras él me pagara, supongo que no me importaba.
Joe miró a Adam alejarse, y luego se aclaró la garganta. —Entonces ¿escuchaste?
— ¿Qué?
—Arreglaron loas duchas en Morgan.
— ¿Y?
—Demi y Miley se marcharan esta noche. Vamos a estar ocupados ayudándolas a mudar toda su mierda de vuelta a los dormitorios— Mi cara se ensombreció. La idea de Miley empacando y llevándola de vuelta a Morgan se sentía como un golpe en la cara. Especialmente después de la noche anterior, ella probablemente esté feliz de irse. Ella podría no hablarme de nuevo. Mi mente pasó a través de un millón de escenarios, pero no podía pensar en nada para hacer que se quedara.
— ¿Estás bien, amigo? —Preguntó Joe. Las chicas aparecieron, riendo y sonrientes. Traté de sonreír, pero Miley estaba demasiado avergonzada por lo que fuera que Demi se estaba riendo.
—Hola, cariño, —dijo Demi, besando a Joe en la boca.
— ¿Qué es tan gracioso? —Preguntó Joe.
—Oh, un chico en clase estaba mirando a Miley toda la hora. Fue adorable.
—Mientras él estuviera mirando a Miley. —Guiñó Joe
— ¿Quién era? —Pregunté antes de pensar. Miley cambió su peso, reajustando su mochila. Estaba llena de libros, la cremallera apenas contenía sus cosas. Debió haber sido pesada. La tomé de su hombro.
—Demi está imaginando cosas, —dijo, rodando sus ojos.
— ¡Miley! ¡Eres una gran mentirosa! Era Liam Hemsworth, y él estaba siendo tan obvio. El tipo estaba prácticamente babeando.
Mi cara se retorció. — ¿Liam Hemsworth?
Joe tiro de la mano de Demi. —Nos dirigimos a almorzar. ¿Disfrutaras de la fina cocina de la cafetería esta tarde?
Demi lo beso otra vez en repuesta, y Miley los siguió desde atrás, provocando que haga lo mismo. Caminos en silencio. Iba a averiguar acerca de la caldera, se moverían de nuevo a Morgan, y Liam la invitaría a salir. Liam Hemsworth era un bollo de crema, pero podía ver a Miley interesada en él. Sus padres eran estúpidos ricos, e iba a la escuela de medicina, y en la superficie era una buen tipo. Ella iba a acabar con él. El resto de su vida con el paso por mi cabeza, y era todo lo que podía hacer para calmarme. La imagen mental de la lucha contra mi genio y empujarlo dentro de un caja de ayuda. Miley puso su bandeja entre Demi y Cheyne. Una silla vacía a pocos asientos abajo era mejor opción para mí de intentar mantener una conversación como si no acaba de perderme. Esto iba a apestar, y no sabía qué hacer. Había desperdiciado tanto tiempo en juegos. Miley no tuvo el chance de llegar a conocerme. Diablos, incluso si lo tuviera, ella probablemente estaría mejor con alguien como Liam Hemsworth.
— ¿Estas bien, Nick?—pregunto Miley
— ¿Yo? Bien, ¿Por qué?—pregunte, tratando de librarme de la sensación de pesadez que se instaló en cada musculo mi cara.
—Es solo que has estado callado. — Varios miembros del equipo de Futbol se acercaron a la mesa, riendo a carcajadas. Solo el sonido de sus voces me daba ganas de golpear una pared.
Chris Jenks lanzo una papa frita dentro de mi plato. — ¿Qué pasa, Nick? Escuche que te tiraste a Tina Martin. Ella barriendo tu nombre por el barro el día de hoy.
—Cállate Jenks—dije, manteniendo los ojos en mi comida. Si miraba su ridícula cara de mierda, podría haberlo lo golpeado fuera de su silla.
Miley se inclinó hacia adelante. —Ya basta, Chris. — Mire a Miley, y por una razón que no pude explicar, me convertí en pura ira. ¿Qué demonios estaba ella defendiéndome? El segundo en que se enterara de lo de Morgan, me iba a dejar. Ella nunca me volvería a hablar. A pesar de que era una locura, me sentí traicionado.
—Puedo defenderme a mí mismo, Miley.
—Lo siento, yo…
—No quiero que lo sientas. No quiero que hagas nada—explote. Su expresión fue la gota final. Por supuesto ella no quería estar cerca de mí. Yo era un idiota infantil que tenía el control emocional de un niño de tres años de edad. Me aparte de la mesa y empuje la puerta, sin detenerme hasta estaba montado en mi moto.
Los agarres de goma en las manillas se quejaron bajo mis palmas mientras los retorcía en mis manos hacia atrás y hacia adelante. El motor rugió y patee hacia atrás el pie de apoyo antes de despegar como un murciélago fuera del infierno hacia la calle. Maneje alrededor de una hora, no sintiéndome mejor que antes. Las calles me estaban llevando a un lugar, sin embargo, y aunque me tomo tanto tiempo para ceder e ir solo, por fin me estacione en la entrada de mi padre. Papa salió de la puerta de entrada y se quedó en el porche, dando una onda corta. Tome las dos escaleras del porche de una vez y me detuve justo donde él estaba. El no dudo en tirar de mí hacia su lado suave y redondo, antes de escoltarme a mi interior.
—Estaba pensando que ya era de una visita—dijo con una sonrisa cansada. Sus parpados se cernían sobre sus pestañas un poco, y la piel debajo de sus parpados estaba hincada, coincidiendo con el resto de su cara redonda. Papa estuvo fuera de servicio un par de años después de la muerte de mama. Kevin asumió muchas más responsabilidades de las que un niño de su edad debería tener, pero nosotros debimos, y finalmente papa exploto. Él nunca hablaba de ello, pero nunca perdió la oportunidad de hacer las paces con mostros. A pesar que estaba triste y enojado por la mayor parte de mis años de formación, no lo considero un mal padre, solo que se había perdido sin su esposa. Sabia como se sentía ahora. Tal vez sentía una fricción de ellos por Pidgeon de lo que papa sintió por mama, y la idea de estar sin ella me hacía sentir enferma. 
Se sentó el sofá y señalo al sillón desgastado. — ¿Y bien? Siéntate, ¿quieres? — Me senté, inquieto mientras trataba de averiguar lo que iba a decir. ¿Pasa algo hijo?
—Hay una chica papa.
Sonrió un poco. —Una chica.
—Ella como que me odia, y yo como que…
— ¡La amas?
—No lo sé, no lo creo. Me refiero ¿Cómo lo sabes?
Su sonrisa se hizo más amplia—Cuando hablas de ella con tu viejo padre es porque no sabes que más hacer.
Suspire—Acabo de conocerla. Bueno, hace un mes. Yo no creo sea amor.
— Está bien.
— ¿Esta bien?
—Voy a tomar tu palabra—dijo sin juicios.
—Yo solo… no creo que sea bueno para ella. — Papa se reclino hacia adelante, toco con un par de dedos sus labios. Continúe—Creo que ha sido quemada por alguien antes. Por alguien como yo.
—Te gusta.
—Si—asentí y suspire. La última cosa que quería admitirle a papa es que lo he estado haciendo.
La puerta principal se cerró de golpe contra la pared. —Mira quién decidió volver a casa— dijo Frankie con una amplia sonrisa. Abrazando a dos sacos de papel marrón en su pecho.
—Hey, Frank—le dije, parándome. Lo seguí a la cocina y le ayudó a poner comestibles papá. Nos turnamos codazos y empujones unos a otros. Frankie siempre había sido el más duro conmigo en cuanto a patear mi trasero cuando no estamos de acuerdo, pero también estaba más cerca de él de lo que estaba a mis otros hermanos.
—Te extrañamos en el Red la otra noche. Cami dice hola. 
—Yo estaba ocupado.
— ¿Con esa chica Cami con la te vi la otra noche?
—Sí—le dije. Saqué una botella de ketchup vacía y un poco de fruta con moho de la nevera y lo tire a la basura antes de regresar a la habitación principal.
Frankie rebotó un par de veces y cayó en la cama, golpeándose las rodillas. —¿Qué has estado haciendo, perdedor?
—Nada—le dije, mirando a papá.
Frankie miró a nuestro padre, y luego a mí. — ¿He interrumpido?
—No—dije, sacudiendo la cabeza.
Papá le despidió con un gesto. —No, hijo. ¿Cómo fue el trabajo? 
—Es una mierda. Dejé el cheque del alquiler en tu aparador esta mañana. ¿Lo viste? — Papá asintió con una sonrisa.
Frankie asintió una vez. — ¿Te quedas a la cena, Nick?
—No—dije, parándome. —Creo que me voy a casa.
—Me gustaría que te quedaras, hijo.
Mi boca tirada a un lado. —No puedo. Pero, gracias, papá. Te lo agradezco. 
— ¿Agradeces que?—preguntó Frankie. Su cabeza gira de lado a lado como si estuviera viendo un partido de tenis. — ¿Qué me perdí?
Miré a mi padre. —Ella es una paloma. Sin duda una paloma. 
—Ah?—Dijo papá, con los ojos iluminando un poco.
— ¿La misma chica?
—Sí, pero yo fui una especie de idiota con ella antes. Ella como que me hace sentir muy loco.
La sonrisa de Frankie comenzó de a poco, y luego, lentamente, se extendía todo el ancho de la cara. — ¡Hermanito!
—Déjalo—Fruncí el ceño. Papá golpeó a Frank en la parte posterior de la cabeza.
— ¿Qué?—Exclamó Frankie. — ¿Qué he dicho?
Papá me siguió por la puerta principal y me dio unas palmaditas en el hombro. —Vas a averiguarlo. No tengo ninguna duda. Debe de ser algo, sin embargo. No creo haberte visto así. 
—Gracias, papá. —Me apoyó, envolviendo mis brazos alrededor de su enorme cuerpo lo mejor que pude, y luego me dirigí a la Harley. El viaje al apartamento parecía que tardaba una eternidad. Sólo un toque de aire caliente del verano se mantuvo, inusual para la época del año, pero es bienvenido. El cielo nocturno cubierto oscuridad a mi alrededor, por lo que temí lo peor. Yo vi el coche de Demi estacionado en su lugar habitual y estaba inmediatamente nervioso. Cada paso se sentía como un pie más cerca de condenados a muerte. Antes de llegar a la puerta, que se abrió de golpe, y Demi se quedó con una mirada en blanco en su cara.
— ¿Ella está aquí?
Demi asintió. —Ella está durmiendo en tu habitación— dijo en voz baja.
Me puse delante de ella y me sentó en el sofá. Joe estaba en el asiento del amor, y Demi se dejó caer a mi lado.
—Ella está bien— dijo Demi. Su voz era dulce y tranquilizadora.
—No debí haberle hablado de esa manera—le dije. —En un momento la estoy empujando tan lejos como pueda para enojarla, y al siguiente me aterra que va a caer en cuenta y me corte de su vida.
—Dale un poco de crédito. Ella sabe exactamente lo que estás haciendo. No eres su primer rodeo.
—Exactamente. Ella se merece algo mejor. Ya lo sé, y al mismo tiempo no puedo caminar lejos. No sé por qué—le dije con un suspiro, frotándome las sienes. —No tiene sentido. Nada de esto tiene sentido. 
— Miley lo entiende, Nick. No te tortures—dijo Joe.
Demi me dio un codazo en mi brazo. —Ya van a ir a la fiesta. ¿Dónde está el daño en invitarla a salir?
—No quiero salir con ella, yo sólo quiero estar a su alrededor. Ella es. . . diferente— Fue una mentira. Demi lo sabía, y yo lo sabía. La verdad era que, si de verdad me preocupaba por ella, la dejaría malditamente sola.
— ¿Cómo es diferente?—Preguntó Demi, sonando irritada.
— Ella no sigue mis pendejadas, es refrescante. Lo dijiste tú misma, Demi. Yo no soy su tipo. Simplemente no es… de esa forma con nosotros— Incluso si lo fuera, no debería serlo.
—Estás más cerca de su tipo que te imaginas—dijo Demi. Miré a los ojos de Demi. Ella estaba completamente seria. Demi era como una hermana para Miley, y protectora como una madre osa. Nunca se animaría a cualquier cosa la una o la otra que podría ser perjudicial. Por primera vez, sentí un poco de esperanza. Las tablas de madera crujieron en el pasillo, y nos congelamos todos. La puerta de mi habitación cerrada, y luego los pasos de Miley resonó en la sala.
—Hey, Miley—dijo Demi con una sonrisa. — ¿Cómo estuvo tu siesta?
—Estuve fuera durante cinco horas. Es más cercano a un coma que a una siesta. — Su máscara estaba regada debajo de sus ojos, y su pelo estaba enmarañado contra su cabeza. Ella era impresionante. Ella me sonrió y me quede parado, tome su mano y la llevó directamente a la habitación. Miley miró confundida y preocupada, haciéndome aún más desesperado para hacer las paces.
—Lo siento mucho, Pidge. Fui un imbécil contigo.
Sus hombros cayeron .—No sabía que estabas enojado conmigo.
—No estaba enojado contigo. Es sólo que tengo la mala costumbre de desquitarme con quienes me preocupan. Es una excusa pobre de mierda, lo sé, pero lo siento. — le dije, envolviéndola en mis brazos.
— ¿Por qué estabas enojado? —Preguntó ella, poniendo su mejilla en mi pecho. Maldita sea, eso se sintió tan bien. Si yo no fuera un idiota, le habría explicado a ella que yo sabía que las calderas se habían arreglado, y la idea de dejarla ir y pasar más tiempo con Liam asusto la mierda de mí, pero yo no podía hacerlo . Yo no quería arruinar el momento.
—No es importante. Lo único que me preocupa eres tú. 
Ella me miró y sonrió. —Puedo manejar sus rabietas.
Examiné su cara durante unos momentos antes de que una pequeña sonrisa se extendiera a través de mis labios. —No sé por qué me aguantas, y yo no sé lo que haría si no lo hiciera. — Sus ojos lentamente cayeron de mis ojos a mis labios, y contuvo el aliento. Cada pelo en mi piel se erizó, y yo no estaba seguro de si estaba respirando o no. Me incline menos de un centímetro, esperando a ver si podía protestar, pero entonces sonó mi teléfono de mierda. Los dos saltamos.
—Sí—dije con impaciencia.
—Mad Dog. Brady estará en Jefferson en noventa.
—Sí. ¿Hoffman? Jesús… De acuerdo. Será grande y fácil. ¿Jefferson? 
—Jefferson—dijo Adam. — ¿Estas adentro?
Miré a Miley y me guiñó un ojo. —Estaremos allí—Colgué, metí el teléfono en el bolsillo y agarró la mano de Miley. —Ven conmigo.
La llevé a la sala de estar. —Era Adam —Le dije a Joe—. Brady Hoffman estará en Jefferson en noventa minutos.

3 comentarios:

  1. awww q bueno que subiste
    me encanto el capitulo por fis
    sube ya el siguiente capis!!!!!
    besoo

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  2. aww :3 que bueno que subiste! ya sentia que me moria XD.
    please sube otro! me encanta..
    Espero el proximo (que sea pronto)
    Kisses!!!

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  3. puedes subir un maraton de esta nove por que siempre me quedo con ganas de leer mas !!

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