Durante las siguientes dos semanas, las cosas progresaron según lo planeado. Para el público y los Nationals, su relación era una historia floreciente de amor en proporciones épicas. Incluso la señorita Gore estaba empezando a pensar que algo real estaba pasando entre ellos.
—¿Vas a llevarla a comprar un vestido para el evento de Navidad? — preguntó, mirándolo por encima del borde de sus gafas. Nick presionó la flecha hacia arriba en la cinta, con la esperanza de ahogar la voz de la señorita Gore y su propia voz interna molesta-como-el infierno. Habían hecho lo que hacía falta: tres citas a la semana y el pasar la noche los fines de semana, pero desde la noche en el sofá, las cosas habían sido tensas. No es que ellos no se llevaran bien, porque lo hacían. Se llevaban bien "famosamente", como lo había puesto la señorita Gore. Ayer, había llevado a Miley a la casa club y le enseñó como sostener una bola curva, un change-up, y una bola rápida.
Era ridículamente horrible en posicionar los dedos, al punto que era entretenido. Después, habían almorzado con Tony en Hooters por el camino. A Tony le gustaba Miley, más de lo que Nick apreciaba, lo cual era estúpido, porque Dios sabía que no querían "complicar" las cosas. Las cosas ya estaban jodidamente complicadas. Sin mencionar que estaba masturbándose como si estuviera en la maldita escuela secundaria de nuevo. veinticinco años de edad, un atleta profesional, más rico que el pecado, y estaba masturbándose cada día en vez de bajarse en una mujer. Eso es a lo que su vida había llegado. Pero lo más jodido era que todavía podía conseguir un pedazo si quería. Infierno, sabía cómo ser discreto cuando lo deseaba, pero no lo hizo. No quería a nadie, excepto a la zorra rubia. Miley consumía sus pensamientos cuando estaba con él, o lejos. Por dos semanas, había estado en un estado constante de excitación que solamente había sido despertado por lo que había pasado entre ellos.
—¡Nick! —espetó la señorita Gore. Se inclinó sobre el brazo de la cinta y golpeó el botón de parada de emergencia. En el último minuto, se sostuvo a sí mismo antes de comerse la cinta.
—¡Jesús!
—No del todo. —Ella dobló los brazos—. ¿Has estado escuchando?
—Sí. —Agarró la toalla del frente y bajó de la máquina de correr, limpiando su sudor—. La voy a llevar más tarde hoy, antes de cenar, a uno de esos malditos lugares que escogiste, y que me va a costar el salario de un mes.— La señorita Gore asintió con aprobación.
—A Miley le gustará el lugar.
—¿Cómo sabes que le gustará? —Se arrancó la camisa y la tiró al cesto de la ropa. La señorita Gore no estaba tan afectada por ninguna desnudez parcial, después de todo. Ella lo siguió hasta la cocina.
—Me gusta, lo sabes.— Agarrando una botella de agua, levantó una ceja.
—A tus amigos parece gustarle ella, también. A ti parece gustarte ella.— Nick bajó la mitad de la botella.
—¿Qué quieres decir?— La señorita Gore se encogió de hombros.
—Todo lo que estoy diciendo es que ustedes dos son realmente convincentes.— Lo que sea. Dijo eso en voz alta, también.
—Bueno, la buena noticia es que los Nationals están más que complacidos contigo —Una sonrisa orgullosa inclinó la comisura de sus labios, y pareció casi humana por un momento—. En el evento de Navidad que planean debes cerrar el trato. Debes estar feliz por esto. Falta solamente una semana y quedan algunos días raros.— Nick no estaba feliz por esto.
—Por supuesto, no vas a conseguir librarte de mí tan fácilmente.— Por supuesto que no.
—Me quedaré para asegurarme que mantengas tu imagen — continuó—. Si jugamos bien nuestras cartas ahora, conseguiremos la simpatía del público después de tu separación de la señorita Cyrus.— Sus ojos se estrecharon.
—Oh, ¿así que vamos a hacerla la villana en todo esto?
—Mejor que tu saliendo de chico malo, ¿cierto? —La señorita Gore frunció el ceño— ¿Qué? ¿Eso te molesta?
Nick no dijo nada, porque honestamente, ¿qué pensaría de él esta mujer si creía que estaba bien con eso? No había nada que ella pudiera decir que lo llevaría a dejar que Miley tomara la culpa. Contrato o no. Después de un rato, la señorita Gore se fue, pasando a su hermano mayor Joe en la salida. Los dos llegaron a un completo punto muerto en el vestíbulo. Ninguno se movería del camino del otro. No había dos personas más obstinadas en el mundo, se dio cuenta. Nick los dejó averiguar cómo entrar y salir al mismo tiempo. Más tarde, resultó que a Miley le encantó la Pequeña Boutique en 27th Avenue. Flotaba desde un perchero de vestidos brillantes a otro, mientras que él se sentaba en una de esas sillas que le recordaban a un trono, un trono rosado en el que la abuela de alguien tomaba una máquina de pedrería. Con los ojos entrecerrados, la miraba sobre los primeros accesorios.
Ella tenía la vista en un collar que parecía ser una verdadera esmeralda colgando de una cadena de plata. Siguió pasando los dedos sobre él, y él pensó que la piedra se correspondería con sus ojos… ¿Qué diablos estaba pensando? ¿Un collar se correspondería con sus ojos? Dios, sonaba como Kevin. Ella finalmente se acercó a los vestidos, para ir directamente a uno verde oscuro que parecía que abrazaría sus curvas. Esperaba que tomara ese. Su mirada cayó a su dulce y redondo culo, y tuvo que apartar la mirada antes de que las cosas se levantaran realmente incómodas allí. En el mostrador, dos empleadas se reían y susurraban mientras lo miraban. Tomando una profunda respiración, volvió a mirar a Miley mientras se deslizaba más abajo en su trono rosa, extendiendo sus anchos muslos para conseguir un poco más de comodidad. La vio agarrar la etiqueta y luego fruncir el ceño. Dejó caer el vestido.
—¿Miley?— Lo miró por encima de su hombro. Su cabello estaba recogido en una coleta alta y un pañuelo de seda rojo brillante y púrpura estaba atado estrechamente a su cuello.
—¿Qué?
—Me gustaba ese vestido. —Asintió al verde que había sostenido. Acercándose a él, se enderezó los bordes del pañuelo.
—A mí también.
—Entonces, pruébatelo.— Se mordió el gordo labio, y él estaba celoso. Quería morderlo… lamerlo.
—Es demasiado caro.— Metió la mano en el bolsillo de sus vaqueros y sacó un caramelo que había robado del mostrador cuando habían entrado.
—¿Cuánto?
—Ni siquiera quieres saberlo.— Arrancado el envoltorio, arrojó el dulce en su boca.
—¿Cuánto?
—Demasiado —replicó.
—¿Cuánto, Miley?— Suspiró y entrecerró los ojos.
—Es un poco más de quince mil.— Nick ni siquiera pestañeó.
—Pruébatelo.
—Pero…
—Pruébatelo —Cuando ella no se movió, arqueó una ceja—. O yo lo haré.— Su expresión severa se escabulló cuando se rió.
—¿Eso se supone que me convence? Me moriría verte en ese vestido.— Nick removió el caramelo, entrecerrando los ojos.
—Me lo probaré justo aquí, en frente de las dos lindas señoritas del frente. Ya sabes, por el mostrador y las ventanas de cristal.
—Adelante —dijo, pero cuando él levantó ambas cejas, rodó los ojos e hizo un sonido de disgusto—. Bien.
Cuando ella se dio la vuelta, consiguió una imagen de la poca frustración haciendo temblar su paso y sus labios se dividieron en una sonrisa. Mordiendo el caramelo duro, la vio pasar junto a él con el vestido en la mano, disparándole una mirada oscura. Por supuesto, en el momento que escuchó el suave clic de la puerta del vestidor, imágenes de ella despojándose de su ropa llenaron su cabeza. Imágenes de ella meneando ese culo fuera de esos vaqueros y desabrochándose el sujetador, porque ese vestido era strapless, se burlaban de él. Nick cambió de posición en el bombardeante trono, sintiéndose a sí mismo hincharse. Dos veces hasta ahora, Miley había detenido las cosas justo antes de que la verdadera diversión pudiera empezar. ¿Complicar las cosas? Como si la situación entera ya no estuviera complicada como la mierda. Así que, ¿por qué no hacer lo que tanto quería? Porque él sabía que ella lo quería. Mientras estaba sentado allí, la mierda más estúpida saltó en su cabeza. Nick pensó en su padre. Ahora que era un hombre que había hecho bastante de lo que quería hacer, cuando quería.
No que el comportamiento de su padre fuera algo que admirar. Infierno, la forma en que su padre se había comportado, como si el mundo fuera un parque gigante construido sólo para él, había jodido todas sus cabezas. Era por eso que Kevin se había mantenido el margen de Dany, tanto como pudo, y por qué Joe era una mierda de control, obstinada. Y era por eso que Nick actuaba como… bueno, como si el mundo fuera su patio de juegos. Mierda. Sentándose derecho, pensó lo que un jodido lugar hizo a tal realización. Estaba sentado en un maldito trono rosa. Y pensaba que habría cambiado lo que iba a hacer, pero no lo hizo. Estaba cabreado, confundido, y caliente. No es una buena combinación. Nick se puso de pie y le arrojó a las damas de enfrente una sonrisa y un guiño.
—Voy a ayudarla con la cremallera de su vestido.— Una de ella soltó una risita.
—Haz eso.— Pavoneándose por el pasillo, llamó a la puerta e inmediatamente la abrió. La curva de una pálida espalda le dio la bienvenida. Había una peca justo al lado de su columna vertebral. Sí, iba a conocer de cerca y personalmente esa peca. Miley se quedó sin aliento y tiró alrededor, agarrando la parte delantera del vestido verde a su pecho. Sus ojos se abrieron cuando lo vio.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Recuerdas cuando dije que estaba siendo un buen chico? Bueno, ahora estoy siendo malo.
—¡Nick! —Su voz salió en un susurro—. Estamos en un vestidor. Hay personas afuera del…
—No me importa —Agarró sus brazos, no totalmente perdiendo la llamarada de calor en sus ojos. Oh, cariño, Miley tenía una chica traviesa en ella
—Hay algo que necesito hacer.— Miley abrió su boca, probablemente para hacer una tonelada de preguntas que valían mierda, porque esa mujer era inquisitiva como el infierno, pero silenció sus palabras con su boca. Besándola, sin contenerse. Le reclamó, forzando sus labios a abrirse, y justo cuando su cuerpo empezó a temblar, se apartó y la giró, así que su espalda estaba contra su frente.
—No deberíamos estar haciendo esto —dijo, pero su voz era ronca y traicionaba sus necesidades. Él deslizó el material por sus caderas, dejándolo alrededor de sus tobillos. Entonces, besó esa peca y cuando la lamió, su espalda se arqueó. Se enderezó, arrastrando sus manos por sus costados. Podía verla en el espejo, las puntas rosadas de sus pechos grava, rogando por él. ¿Quién era él para negárselo? Nick acunó sus pechos con ambas manos desde atrás y bajó la cabeza, su respiración agitando las pequeñas hebras de cabello rubio.
—Me gusta el vestido.— Los ojos de Miley estaban sólo abiertos a la mitad.
—Ni siquiera me viste en él.
—Vi lo suficiente para saber que te verías bien fuera de él. —Rodó sus pezones entre sus dedos, haciéndola estremecer—. Así que sí, me gusta el vestido.— Su respiración estaba saliendo en cortos golpes.
—Nick, tenemos que parar esto. Esto no está…— Ella había agarrado sus manos, pero él fácilmente cogió sus muñecas en una mano. Manteniéndolas capturadas bajo sus pechos, puso un beso contra su atronador pulso.
—¿Esto no está qué? ¿Algo no que quieras? Mierda. Lo quieres.— Un estremecimiento sacudió su cuerpo, y sus pestañas bajaron completamente, abanicando sus mejillas sonrojadas. Nick sonrió contra su cuello expuesto mientras deslizaba su mano libre por su vientre, amando la suavidad de su piel. Cuando sus dedos alcanzaron la banda de sus bragas, ella trató de tirar sus manos libres.
—Oh, no, no vas a ir a ninguna parte —Besó el lugar debajo de su oreja y fue recompensado con un escalofrío—. Vamos a hacer esto justo ahora.— En el espejo, podía ver sus dientes cerrarse en su regordete labio inferior y supo que la tenía.
—Abre tus ojos —ordenó—. Quiero que me veas.— Las pestañas de Miley se levantaron.
—¿Ves lo que estoy haciendo? —Bajando una mano entre sus muslos abiertos, deslizó sus dedos bajo las bragas satinadas—. ¿Te gusta eso?— El calor estalló, volviendo sus ojos en una sombra esmeralda de verde.
—Sí —jadeó. Cepillando sobre sus pliegues húmedos, gimió profundo en su garganta. Ya estaba húmeda y lista para él. Para. Él.
—Bueno, realmente te va a gustar esto. —Facilitó un dedo en ella, y no tomó mucho. Las caderas de Miley inmediatamente rodaron en el ritmo, su culo presionando contra su polla una y otra vez, y si no era cuidadoso, iba a ser muy incómodo salir de la tienda.
Cuando sintió sus músculos empezar a temblar, le soltó las muñecas y puso su mano sobre su boca, silenciando sus gritos. Ella lo sorprendió, sin embargo, cuando succionó uno de sus dedos en su boca mientras se corría. Sintió eso todo el camino hasta la punta de su polla. Dejándola ir cuando estuvo seguro de que no colapsaría, puso distancia entre ellos. Tal vez esta no fue una de sus más brillantes ideas. El olor de ella se aferró a él, todavía podía sentirla empujando contra él, y ahora no quería nada más que simplemente tomarla en el piso. Contra el espejo. Mierda, en cualquier parte. Miley lo miró, con las mejillas encendidas y los ojos vidriosos, respirando entrecortadamente.
—¿Qué hay de ti?— Sus labios se torcieron en una sonrisa.
—Eso sólo complicaría las cosas.
—Nick…— Se detuvo en la puerta.
—¿El vestido está bien?
—Sí, pero…
—Bien. Lo llevaremos —Abrió la puerta y la inmovilizó con una última mirada. Hombre, si la miraba por más tiempo, iba a tenerla de rodillas o de espalda—.Y no discutas conmigo al respecto.
Miley lucían tan condenadamente sexy de pie allí, desnuda a excepción de sus bragas y su barbilla sobresaliendo tercamente. Sí, necesitaba salir del vestidor ahora. Nick se alejó, cerrando la puerta detrás de él. Era una pena que sacarla de su cabeza no fuera tan fácil como cerrar una puerta.
Ella no miró hacia otro lado, o se rió, o sacudió sus pestañas, o hizo cualquier número de comportamientos coquetos. Sus ojos se encontraron, y vio lo que había visto esa noche en el club y en su dormitorio. Calor. Necesidad. Deseo. Su estado de excitación se amplificó a un millón. Confinada en sus vaqueros, su polla se hinchó a un estado casi doloroso. Dios, no quería nada más que ponerse de rodillas y rendirle culto. El pecho de Miley se levantó bruscamente, y finalmente rompió el contacto visual. Alcanzando su copa, bebió casi todo... y eso era un poco caliente
—Así que… —Se aclaró la garganta—, Danielle nunca me dijo qué estudiaste en la universidad.
—Gestión Deportiva —respondió con la voz ronca—. ¿Tú?
—Historia. —Sonrió un poco.
—¿Empollona de la historia?
—Puedes apostar.— Ellos iban y venían así, tomando turnos haciendo una pregunta tras otra. En algún momento, se trasladó a sentarse a su lado, con las piernas apretadas. Pasaron las horas. Otro vaso fue rellenado. Descubrió que había querido ser una antropóloga, pero había decidido no ir por ese camino. No dio más detalles, y cuando él le dijo que sus padres nunca habían visto uno de sus juegos, no lo presionó. Habló de la Gala y él le contó lo que era vivir en la carretera durante la temporada. De vez en cuando, sus ojos se encontraron y ese anhelo ardía vivo. Lo deseaba, lo sabía. Tal vez incluso tanto como él la deseaba, y su cuerpo estaba apretado, su polla palpitaba cada vez que ella se movía y sacudía su cuerpo. Pero a medida que se acercaban a la 1 de la mañana, ella se levantó para ir a la cama, y él se lo permitió. De hecho se quedó y dijo buenas noches. Miley se detuvo bajo el hueco de la escalera, la suave luz le tocaba su profundo cabello castaño.
—Buenas noches, Nick.— Se sintió asentir con la cabeza y luego obligó un pie delante del otro, no yendo donde su cuerpo quería. Dentro de su dormitorio, cerró la puerta y luego se apoyó contra ella, presionando su frente contra la fría madera.
—Mierda— Esta noche realmente iba a ser la noche más larga de su vida, sobre todo porque el autocontrol no era algo que normalmente practicaba.
***
Miley consideró ir desnuda. Los pantalones de pijama y la camiseta se sentían demasiado en su piel hipersensible. Era demasiado vieja y demasiado realista para culpar al champán por el resplandor que se
balanceaba en este momento o sus ultra-brillantes ojos mirando de vuelta en el espejo del baño fuera de la habitación de invitados. Era 100% debido a Nick. Con su ex, nunca había estado tan encendida. Así de lista para el sexo que cada vez que se movía y su ropa rozaba su piel, quería llorar. Diablos, la única persona que había dejado su cuerpo quemándola sin siquiera tocarla había sido Nick. No estaba segura de poder hacerlo, pasar la noche sabiendo que estaba a sólo metros de distancia. Después de sacar su cepillo de dientes de la bolsa de aseo, roció la crema dental en él y se puso a cepillarse los dientes con un poco demasiado vigor. Cuando terminó, cerro el agua y apretó el cepillo de dientes mientras miraba su reflejo.
—Me gusta el pijama.— Nick llenó la puerta del cuarto de baño, asustándola. Sus pies descalzos se asomaban por debajo del dobladillo de los pantalones vaqueros que colgaban tan bajo en sus caderas que se preguntó si llevaba algo debajo de ellos. Había perdido la camisa y el suéter y se veían sus músculos sin grasa. Buen Dios… Parecía que alguien había colocado muescas al lado de sus caderas, y quería lamer las laderas esculpidas y luego pasar a cada dura ondulación. El hombre tenía un cuerpo para adorar. Con el corazón desbocado, puso su cepillo de dientes de nuevo en la bolsa. Cuando estuvo segura de que su respiración estaba normal, se enfrentó a él por completo.
—Pensé que te habías ido a la cama.— Su mirada era de párpados pesados.
—No estoy cansado.— Se agarró del borde del lavabo con una mano mientras su pecho subía y bajaba rápidamente. Su mirada se sumergió a través de las delgadas aberturas, sus ojos eran de un azul profundo, intenso. Bajo su mirada concentrada, sus pezones se endurecieron y el fuego que se había puesto a cocer lento durante toda la noche corrió por sus venas. No había duda de su excitación. La camiseta era delgada. El cerebro de Miley sólo se apagó y su cuerpo se hizo cargo. Con el pulso zumbando, no sentía ninguna necesidad de cubrirse.
—No estoy cansada, tampoco.— Nick estuvo sobre ella en un instante. Su jadeo fue cortado mientras envolvía un poderoso brazo alrededor de su cintura y la atraía hacia él. Con su frente contra la de él, no había duda de su deseo o lo que él quería, tampoco. Sintió su excitación larga y gruesa presionada contra su vientre y sus rodillas se debilitaron. Se aferró a sus hombros, su piel caliente y firme. Aquello era una locura.
—No deberíamos estar haciendo esto.— Una mano se tensó sobre su cadera y la otra viajaba por la espalda, dejando deliciosos escalofríos a su paso.
—Probablemente no —admitió. Era bueno saber que estaban en la misma página, pero ella no se apartó y él tampoco. Llevó su mano a su cabello y acunó la nuca de su cuello. Su respiración salió en ráfagas cortas.
—Nick... —Su voz se desvaneció cuando la mano de la cadera fue hacia abajo, ahuecando su trasero. El calor explotó a través de su centro. Sus labios estaban en su cabello, tentadoramente cerca.
—Sí, no deberíamos estar haciendo esto. —Su voz era un gruñido—. Pero, ¿puedes decirme que no lo quieres?— Miley sabía que debería, pero las palabras no salían de su boca. No podía apartar la vista de la intensidad de su mirada.
—No lo creo —dijo, y bajó la cabeza. Sus labios rozaron el inferior suyo, y sus manos se apretaron sobre sus hombros—. Quieres esto tanto como yo. —Para acentuar sus palabras, se movió contra ella, y reprimió un gemido—. ¿No es cierto, Miley?— Oh, ella lo hacía. Nick hizo otro barrido lento, burlándose contra su boca.
—Admítelo.— La mano en su trasero se apretó, y luego la levantó sobre la punta de los dedos de los pies para que su erección presionara en su núcleo. Sus ojos se cerraron y abrió la boca. Cuando la besó, su lengua se deslizó sobre la de ella y luego a través del techo de su boca, y gimió suavemente.
—Admítelo —dijo contra sus labios. Ella negó con la cabeza. Sonrió y deslizó su mano del cuello, hasta llegar a su dolorido pecho. En un primer momento, su mano apenas pasó rozando las crestas, provocando un gemido ahogado en ella. Entonces su pulgar encontró el pico endurecido y se burló de la protuberancia hasta que estuvo respirando tan pesadamente como ella.
—Quiero escucharte decirlo, Miley. —El pulgar y el dedo índice le pellizcaron el pezón, y gritó. Una sonrisa satisfecha dividió sus labios—.¿Miley?— Apretó la boca cerrada. Desafío brilló en los ojos de Nick. Dejó ir su trasero, se deslizó hacia abajo y luego colocó ambas manos sobre sus pechos. Bajando la cabeza, cogió el otro pico con la boca y lo chupó a través del fino algodón. Ella gritó por el placer que la recorría.
—Dilo —bromeó, mordiendo suavemente. Miley apenas podía pensar en torno a lo que estaba haciendo. Sus dedos se burlaban de un pezón mientras su boca torturaba al otro. La levantó, hasta que se apretó contra la puerta de la ducha de vidrio. El frío en la espalda y el picor en la frente envió a girar su mente. Mientras chupaba más duro, deslizó una mano por su vientre y sobre el borde de la cadera, y luego al frente. Metió la mano entre sus muslos, moviendo los dedos hacia abajo de la costura de su pijama, creando una fricción salvaje. Sus caderas rodaron contra del movimiento mientras presionaba su cabeza hacia atrás. Se fue humedeciendo entre sus piernas, tan cerca de liberarse que estaba segura de que su corazón iba a explotar en su pecho. Su cuerpo se estremeció. Entonces Nick la soltó, dando un paso lejos de ella. Sus manos se cerraron en puños a los costados mientras permanecía de pie frente a ella, y pudo ver la longitud de su erección presionando contra sus vaqueros. Él la miró como un hombre a punto de perder todo control.
—Dilo, Miley, o que Dios me ayude...—Un escalofrío la recorrió.
—Sí.
—¿Sí qué, Miley? —La profundidad de su voz la acarició. Un calor insoportable se construyó.
—Sí. Te deseo.— Miley nunca había visto que un hombre se moviera tan rápido. Sus brazos estuvieron a su alrededor, sus labios exigentes y deslumbrantes. Nick le dio la vuelta y se movió hacia atrás, fuera del baño, su boca nunca dejó la de ella. Sus manos estaban por todas partes, en las caderas, los pechos, deslizándose entre sus muslos. No llegaron a la habitación. Cuando la parte de atrás de sus piernas golpeó el sofá, metió los dedos debajo del borde de la parte superior de la camiseta. No le dio mucha oportunidad de sentirse cohibida, tiró el material hacia arriba y lo quitó. Retrocediendo el brazo extendido, vio los músculos de sus hombros y el bulto en su pecho y se tensó, quitándole el aliento.
—Eres tan hermosa —dijo de una manera que hizo que sonara como una plegaria. Su corazón se agitó locamente mientras estaba de pie ante él, dejando que se llenara de ella. Un rubor recorrió por su cuello y viajó hacia el sur. Nunca había estado de pie así antes, dejando que un hombre se empapara de ella. Se sintió intensamente vulnerable, y en el mismo sentido, profundamente poderosa. Nick se adelantó y cuando le puso una mano en la mejilla, juró que temblaba.
—Tan jodidamente hermosa —dijo de nuevo, besándola suavemente.
—Gracias —susurró. Sonrió, y puso sus manos en sus hombros, empujándola hacia abajo hasta que estuvo sobre su espalda y él estuvo de rodillas sobre ella.
Luego, sus labios estuvieron en la curva de sus pechos. Cuando lamió y chupó, su otra mano se deslizó entre sus piernas hacia su núcleo. Se presionó contra su palma mientras tocaba con las yemas de los dedos su duro pecho y el estómago, y luego bajó. Su gruñido de aprobación le trajo una sonrisa a los labios. Entonces estaba tirando sus pantalones hacia abajo y ella se levantó, ayudándolo en el proceso. Sus ojos se encontraron y el aire golpeó fuera de sus pulmones. Definitivamente no había vuelta atrás de esto, tan malo o loco como sea. Nick abrió sus muslos, y entonces la llenó. Un dedo se deslizó dentro de sus pliegues resbaladizos, estableciendo un ritmo alucinante mientras su boca capturaba sus suaves gritos. A diferencia de la última vez, lo iba a tocar. Miley tiró de sus pantalones vaqueros por sus piernas y su dura longitud caliente cayó sobre su muslo. Dios mío, era grande. más grande de lo que esperaba. Envolvió su mano alrededor de su base y se quedó quieto, con el dedo en su interior.
—Miley —gruñó al cabo de un rato—, si me tocas, no voy a durar. Te quiero demasiado como para jugar.
Sus palabras zumbaban en su sangre, se fundió en una piscina de calor. Quería que perdiera el control, para demostrar hasta qué punto le afectaba. La mano de Miley se deslizó a lo largo de él, y le encantó cómo su cuerpo se sacudió con su toque. Lo hizo de nuevo, y la recompensó deslizando otro dedo dentro de ella. Su pulgar de deslizó y clavó su lengua en su boca. Se movían el uno contra el otro, sus caderas chocando. Un temblor recorrió a Nick, transfiriéndose a ella. Cada músculo enclavado. Los movimientos de Nick se aceleraron, sus dedos entrando y saliendo de ella mientras movía su mano sobre su sexo palpitante.
Cuando presionó hacia abajo al manojo de nervios, su mundo se inclinó y luego voló en pedazos. Sus besos atraparon el sonido de su liberación mientras estallaba, su cuerpo dando espasmos contra él y con la mano apretando su sexo. Nick dejó escapar un gemido harapiento mientras marcaba sus caderas en la mano. Mientras réplicas sacudían su corazón y todo su ser, Nick se vino con un rugido, su gran y duro cuerpo contra el suyo más suave. Se colocó hacia abajo y tentativamente trasladó la otra mano a su cabeza inclinada, pasando los dedos por su cabello. Se retorció con su toque, inclinando la cabeza hacia un lado. Oscuras pestañas enmarcaron sus mejillas mientras lo acariciaba. Se quedaron así durante varios segundos, y luego abrió los ojos.
—No he terminado contigo —dijo—, todavía no. No hasta que esté dentro de ti. Lo sintió endurecerse y ponerse más pesado contra su vientre, y un escalofrío la sacudió. Ah, sí, le gustó el sonido de eso. Su cuerpo estaba preparado y listo. Nick merodeaba por encima de ella, y se sentía bien estar enjaulada entre esos poderosos brazos, pero cuando le besó la frente enrojecida y luego la punta de la nariz, perdió un poco de sí misma para siempre.
El gesto dulce se extendió por ella, y cerró los ojos contra la súbita oleada de lágrimas. No había nada sexy en lo que acaba de hacer, nada sexy en la forma en que se trataba de dos cuerpos uniéndose con un objetivo en mente. El acto era algo que hacían los amantes, y su corazón se llenó tan rápido que temía decir algo estúpido y horrible. Se deseaban el uno al otro, sí. Había una atracción mutua, poderosa entre ellos, sí. La iba a llevar a un placer que nunca había imaginado, sí. Pero nada de eso cambiaba el hecho de que hasta ahora estaban fingiendo. No había sentimientos. No había futuro.
Toda la situación era por el hecho de que Nick podría ser increíblemente encantador. Sin embargo, tener relaciones sexuales con él, formaría un tipo de relación íntima, iba a ser mucho más difícil romper y superarlo cuando terminara este mes y nunca lo volviera a ver. Miley había conseguido su corazón roto antes, y realmente no quería experimentar ese peso aplastante de nuevo, no con alguien como Nick, de quien dudaba que pudiera recuperarse fácilmente. Por segunda vez, puso un freno a lo que estaba pasando entre ellos. Colocó las manos sobre sus hombros y lo empujó. No fue un fuerte empujón, pero él se calmó y se quedó mirándola con esos profundos ojos como el océano.
—¿Qué?— Tomó un respiro y tartamudeó.
—Creo que... creo que deberíamos parar aquí.— Sus ojos buscaron los de ella intensamente, buscando respuestas de que no estaba dispuesta a rendirse fácilmente. —Sé que quieres esto.
—Lo hago. —Oh Dios, siempre lo hacía. Tomó todo su esfuerzo para mantener quieto su cuerpo—. Pero esto sólo va a complicar las cosas, ¿verdad? —Retiró las manos y cerró los puños sueltos en el aire entre ellos—. Y a finales de diciembre vas a seguir tu propio camino y... y yo voy a seguir el mío.
Nick la miró. Por un momento, pensó que podría decir algo acerca de no negar lo tanto que la deseaba, y extrañamente quería que tratara de convencerla de lo contrario, de cambiar de opinión y... ¿y qué? ¿Trabajar por esto? Esto no era nada. Se deslizó fuera de ella y rápidamente se subió los pantalones vaqueros.
—Sí, tienes razón. No queremos complicar las cosas.
El sábado por la noche se suponía que era como una fiesta de pijamas. No es que Nick hubiera tenido una fiesta de pijamas en toda su vida, desde la última vez que registró que en su pantalón estaba un amigo. Pero eso es lo que la señorita Gore dijo que sería esta noche. Tuvieron una cena tardía en Tony y Tony, un restaurante de estilo italiano que Miley estaba convencida que era dirigido por la mafia. Eso hizo reír a Nick antes de acusarla de que su sangre irlandesa se estaba revelando. La cena estuvo bien. Después de un rato, Miley se relajó y pareció estar manejando la atención un poco mejor, pero cada vez que alguien se acercaba a su mesa, se ponía muy quieta o echaba la barbilla hacia adelante, usando su cabello para cubrirse la cara. No podía entender eso. Miley era una completa monada. Los chicos la estaban mirando cuando entraron en el restaurante. Un tipo la estaba mirando como si fuera el mejor trozo de carne, lo que no había
hecho a Nick muy feliz, tampoco. Era realmente extraño, se dio cuenta mientras se hacía cargo de la cuenta. Normalmente, no le importaban una mierda los chicos observando sus citas.
—Gracias —dijo, entregando el cheque firmado al camarero—. ¿Estás lista?— Miley tomó su bolso y se levantó, y malditamente ardiente, no era un gran fanático de la cosa de cuello tortuga que ella tenía, pero le
encantaba cómo la falda se le pegaba a las piernas, y esos tacones cucúfóllame estaban bien, también. Iban de regreso a su lugar. Miley iba a pasar la noche allí. Esta noche iba a ser una noche muy, muy larga.
—¿Crees que la gente está esperando afuera? —preguntó mientras se acercaban a la puerta principal.
—Ah... —Se estiró hacia arriba para ver más allá de un estúpido muro de bronce. Una ligera nevada caía afuera, cubriendo la acera. Dos hombres acurrucados en sus chaquetas estaban esperando en la acera, con cigarrillos en la mano y cámaras alrededor de sus cuellos. Hablando de chaquetas... Nick miró a Miley y frunció el ceño.
—¿Dónde está tu chaqueta?— Ella se encogió de hombros.
—No me gustan.
—Está nevando afuera.
—¿En serio? —Sus ojos se abrieron a la vez que estiraba el cuello. Júbilo iluminó su rostro.
—¡Oh! ¡Lo está! Me encanta la nieve.— Pero no la Navidad, al parecer, pensó.
—Deberías usar una chaqueta.
—Tú no estás usándola —señaló ella mientras él la conducía alrededor de la pared de bronce, junto a un grupo de hombres de negocios que parecía que estaban a segundos de abalanzarse sobre Nick.
—Soy un hombre.— Su rabieta al contestar trajo una sonrisa a su cara, la empujó bajo su brazo y la metió cerca mientras el valet llegaba con el coche. Por supuesto, era sólo debido a la nieve. Debía tener frío y la gente estaba sacando fotos, y no había otra razón que eso. Excusas. Excusas.
—¡Oye, Nick! —llamó uno de los fotógrafos de afuera. Se dio la vuelta por la cintura, reconociendo al joven que generalmente cubre los juegos.
—¿Qué pasa, Morgan? Estás un poco lejos del estadio, ¿verdad?— Morgan sonrió mientras se pavoneaba cerca, su mirada moviéndose a Miley y luego lanzándose de nuevo a Nick, pero no con la rapidez suficiente como para que Nick no lo notara.
—Nada está pasando esta noche, así que me tienes aquí acechándote.
—Hizo tu vida, ¿no? —Nick prácticamente pudo oír rodar los ojos de Miley.
—Eres un gran asunto. —Morgan miró a Miley de nuevo. Nieve salpicaba su cabello y mejillas como un velo transparente. Morgan le extendió la mano
—Soy Morgan… el fotógrafo favorito de Nick.—Miley sonrió y estrechó su mano.
—No sabía que tenía favoritos.
—Sólo es tímido acerca de sus afectos, sobre todo cuando se trata de hablar de ti. Todo el mundo se muere por tu nombre.— Ella levantó la vista hacia Nick y luego tomó una profunda respiración.
—Miley Cyrus. Encantada de conocer al acosador favorito de Nick.— Morgan se rió, y Nick sabía que Morgan estaba archivando ese nombre lejos de la mirada para el impaciente rostro de la foto de la bruja. Por suerte, antes de que se pudieran hacer más preguntas, el valet apareció y Nick tuvo a Miley en el Jeep. Ella criticó el calor mientras se pasaba las manos por el pelo y la cara, quitándose los pequeños copos de nieve fuera de su cabello. Arqueó la espalda con un movimiento, empujando el pecho hacia fuera. La parte delantera de su jersey se estiró, y era una maldita cosa buena que él no estuviera conduciendo, porque era como un chico-de-dieciséis-años y…
—No hay vuelta atrás —dijo Miley, bajando los brazos. Lo miró—. ¿Cierto?— Nick arrastró su mirada hacia su rostro. Sí, no había vuelta atrás.
—¿Ahora que saben mi nombre? —Agregó, con las cejas arqueadas— . No hay vuelta atrás.—Oh. Sí. Cierto. Ella no hablaba de ambos regresando a su casa. Nick asintió.
—No. Probablemente no hay vuelta atrás.— Mientras se detenía en el tráfico, Miley se retorció en su asiento. Recorrieron alrededor de una manzana y le frunció el ceño mientras miraba hacia adelante.
—¿Estamos siendo seguidos?— Su mirada se desvió hacia el espejo retrovisor. Una Suburban oscura que había sido estacionada junto a la acera de Tony y Tony estaba justo detrás de ellos.
—No es Morgan. Probablemente el chico que estaba fuera con él.
—Hombre, la señorita Gore realmente sabe lo que hace.— Era por eso que Miley iba a pasar la noche allí, y lo haría por lo menos durante tres fines de semana más.
—Si pueden conseguir fotos tuyas entrando a mi casa y saliendo en la mañana, entonces es el verdadero negocio.— Desagrado tiró de sus labios carnosos.
—¿Estás de acuerdo con esto?
—¿Mmm?
—¿De acuerdo con las personas siguiéndote a tu alrededor todo el tiempo? ¿Sabiendo cuándo tienes personas que se quedan en tu casa y cosas así? —elaboró—. Tienes un ejército de acosadores.
—No lo sé. ¿Acalorada? —Cuando ella asintió, él golpeó la flecha hacia abajo en el termostato—. Realmente no pienso en ello.— Pareció considerar eso.
—¿Debido a que estás acostumbrado?— Nick asintió.
—Supongo que se puede decir eso.
—Bueno, has estado jugando con la pelota desde que tenías veinte años, ¿no? Eso hace diez años de esto, así que supongo que eso debe ser.
—Hizo una pausa, y se sorprendió de que ella sabía cuándo había empezado a jugar con la pelota. Tuvo que ser Dany—. Todavía parece una total violación de la privacidad.
—Viene junto con el trabajo, sin embargo.— Miley no respondió a eso y un agradable silencio duró hasta que entró en el garaje del estacionamiento. Giraron por el coche para agarrar su bolsa de viaje. Por supuesto, la cosa era del tamaño de una furgoneta pequeña y presentaba un caleidoscopio de colores.
—¿Bolso? —preguntó, ofreciendo su mano.
—¿Por qué?— Sonrió.
—Estoy probando lo de ser caballero y voy a llevarlo por ti.
—Todavía no hay cámaras alrededor. —Luego bajó la voz—. ¿Están ahí? Oh, Dios mío, ¿están dentro?
—Sólo dame el bolso.— Miley se lo entregó, y él los dirigió hacia la puerta.
—No hay nadie dentro. La seguridad no los deja entrar al garaje o a las puertas en el piso de abajo.— Ella lo siguió hasta su edificio y por el pasillo vacío. Una vez en el interior de su cálido apartamento, dejó caer las llaves en el mostrador y luego sacó su celular, dejándolo allí.
—¿Cuál dormitorio de invitados quieres? —preguntó—. Hay uno en la planta baja, pero el baño está en el pasillo. Los dos del piso de arriba tienen su…
—Lo recuerdo —dijo, mirando a la escalera. —Me quedo con el dormitorio de abajo.
—Haz lo que quieras. —Llevó su bolso encima de la puerta bajo la escalera y dio un codazo para abrirlo con la cadera. La habitación estaba muy vacía. Sólo una mesita de noche, una cama con dos almohadas, una cubierta delgada, y un pequeño televisor montado en la pared.
—Me gustan las paredes —dijo ella, siguiéndolo dentro. Nick sonrió para sus adentros. Era lo único de color… paredes rojas. —Te traeré una manta más gruesa. Bajo la temperatura por la noche —ofreció como explicación. Dejó el bolso sobre la cama y metió las manos en los pantalones vaqueros
—. También puedes pedir las películas que quieras.— Miró a su alrededor, su mirada cayendo a los pisos de madera.
—¿Esesto lo que haces cuando normalmente traes mujeres a tu casa?— Diablos, no. Por lo general, las llevaba directamente a una de las habitaciones (nunca a la suya) o incluso ni siquiera llegaban tan lejos. Miley había sido la primera mujer que había llevado a su dormitorio, y él no se había dado cuenta de eso hasta ahora.
—No, Miley, esto no es lo que normalmente hago. Deberías recordarlo.— Ella soltó una risa suave y baja que tuvo a su estómago apretando los músculos.
—Esto es muy extraño.— Nick la miró un momento, sus ojos tomando el rubio intenso de su cabello, los delicados arcos de sus pómulos, y el exuberante abultamiento de sus pechos. Se obligó a mirar hacia otro lado antes de que él la tumbara al piso y se enterrara en ella tan profundamente que no supiera dónde terminaba y empezaba ella.
—¿Quieres un trago?
—Sí, eso sería genial.— Volvieron a la cocina y abrió el armario donde guardaba las bebidas.
—Tú eliges.— Miley miró por encima de su hombro.
—Mejor me quedo con el vino. Algo dulce, si tienes.— Encontró un poco del champán burbujeante que Dany le había dado, pero nunca había bebido. Mientras le servía una copa y conseguía un poco de whisky para él, la vio vagar sin rumbo por la cocina y en la sala de estar, una vez tuvo su bebida. Nick tomó unos minutos en la cocina para sí mismo. Cerrando los ojos, maldijo por lo bajo. Toda la noche había estado luchando contra el impulso de aplastar su boca y su cuerpo contra ella. Entró en la sala y miró por la ventana. Una sonrisa irónica tiró de sus labios.
—Tenemos compañía.— Ella fue a su lado, y él inhaló su aroma de jazmín.
—¿Es esa la Suburban que nos estaba siguiendo?
—Sí.
—¿Y él va a sentarse allí toda la noche?
—Sí.— Se apartó de la ventana, los ojos entrecerrados mientras tomaba un sorbo de su copa de champán.
—Has pasado por esto muchas veces, ¿verdad? Con otras mujeres estuviste... bueno, ¿no estabas fingiendo?— Nick se apartó de la ventana.
—No quiero sonar repetitivo, pero sí.— Sentándose en el sofá de cuero, ella se quitó los zapatos de tacón y metió los pies debajo de sí. Un sentimiento extraño ocurrió en su pecho, seguido por el pensamiento aún más extraño de que ella se veía bien sentada en su sofá. Como si tuviera algún maldito sentido. Un par de momentos pasaron y entonces ella preguntó
—: ¿De verdad crees que esto va a funcionar?— Caminando hacia Miley, se sentó en la otomana frente a ella.
—No lo sé. —Se encogió de hombros, tomando una copa
— La señorita Gore parece saber su mierda. No he recibido ninguna llamada airada de mi manager por algunos días.— Una pequeña sonrisa apareció.
—Pero, ¿qué pasa después? Esto realmente va a hacer...
—¿Hacerme cambiar mis maneras? —suministró, y luego se rió. — Sí, tengo que recortar las fiestas.— Miley lo miraba a través de esos conmovedores ojos verdes.
—¿Y las mujeres?
—Las mujeres no son tantas como la gente piensa que son.
—Ajá —murmuró—. ¿Puedo hacerte una pregunta?— Inclinándose hacia adelante, asintió con la cabeza.
—Dispara.
—Si sabes que tienes a estos fotógrafos siguiéndote y la gente está constantemente tomando fotos de ti mientras estás fuera, ¿por qué haces lo que haces? Tienes que saber que vas a estar en todos los periódicos.— La copa colgaba de sus dedos.
—¿Y debo vivir mi vida de manera diferente por eso? ¿Es eso justo?
—No deberías tener que vivir tu vida de manera diferente. —Su rosada lengua salió como una flecha, mojando sus labios y su cuerpo saltó a la atención
—.¿Pero es necesario que lo hagas con tres mujeres a la vez?— Siendo atrapado mirando sus labios, lo que dijo no lo procesó inmediatamente.
—Yo no me acosté con tres mujeres a la vez. Bien. Espera. No recientemente.— Duda nubló sus ojos.
—Está bien.
—Estoy hablando en serio. —Se sentó con la espalda recta—. No he hecho nada con esas otras mujeres más que tomar una decisión estúpida al saltar en la cama con ellas. La ropa estaba puesta. No nos besamos o tocamos. Estuve en la cama durante unos treinta segundos, tiempo suficiente para que alguien tomara una foto.—Miley lo miró fijamente durante tanto tiempo que se preguntaba si había sido golpeada en silencio, y luego bajó la mirada a su bebida.
— ¿Qué pasa con la modelo con la que te fotografiaron?— Había sido fotografiado junto a un montón de modelos a lo largo de los años.
—Stella —dijo ella, lanzándole un hueso—. ¿Qué pasa con ella?
—¿Stella? —Se rió—. Hicimos algunas cosas hace mucho tiempo, pero sólo somos amigos ahora. Cuando llega a la ciudad, nos juntamos en un bar o con amigos. A veces se queda aquí en una de las habitaciones.— Las mejillas Miley estaban un poco sonrojadas mientras dejaba el vaso vacío sobre la mesa.
—¿Cuánto tiempo es un “hace mucho tiempo" en tu mundo?"— Nick se debatía el no responder, de repente sin saber si su "hace mucho tiempo" iba a ser lo suficientemente largo para lo que Miley estaba pensando.
—Hace casi un año. Te caería bien. Tienen ocurriendo la misma clase de cosa sobre la moda.— Sus cejas se elevaron de una manera que dijo, Lo dudo.
—¿Lo relleno? —Cuando asintió, él hizo de camarero y volvió a la otomana—. ¿Alguna otra pregunta que quieras hacer?— Una pequeña sonrisa sexy apareció en sus labios.
—Sí. Las tengo.— Nick se rió entre dientes.
—Está bien, pero si me hace una pregunta, tengo que hacerte una.— Después de tomar un trago, ella se recostó contra los suaves cojines y arqueó una ceja.
—Está bien. Hecho.— Sacudiendo el hielo en el whisky, reflejó su expresión.
—Adelante.
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales?— Nick soltó una breve carcajada.
—Guau. Vas directo a las cosas grandes, ¿no? —Le gustó la forma en que sus mejillas flameaban—. Está
bien. Ya han pasado varios meses.— Miley rió por lo bajo.
—Lo que sea.— Sus cejas se bajaron mientras se inclinaba hacia delante y golpeaba un dedo sobre su rodilla.
—No voy a mentir.
—¿Tú? —Se echó a reír—. No has tenido sexo en un par de meses.
—No. Van tres meses y medio para ser exactos.
—Oh. Rompiste un record. —Su amplia sonrisa se reducía en sus labios cuanto más la miraba. —Diablos. ¿Estás hablando en serio?— Tomó un trago y asintió.
—Tan serio como un ataque al corazón.
—Impostor —dijo—. Tres meses no es mucho tiempo, pero eso es impresionante para ti.
—Caray, gracias. —Pero Nick no se sintió insultado. Le gustaba el sexo. Mucho. Y lo hacía. Mucho. Siempre tenía cuidado, utilizaba protección, y operaba bajo la regla de "Si estaba demasiado borracho para caminar, estaba demasiado borracho para follar", que involucraba en todas las fiestas
—. ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste relaciones sexuales?— Miley le miró a través de sus espesas pestañas.
—Más de tres meses.
—¿Cuánto tiempo? —Mierda. Realmente necesitaba saber. No le respondió de inmediato, en lugar de tomar otro trago.
—Van dos años.— Nick instruyó su expresión.
—¿Dos años…?
—Adelante. —Hizo un gesto con la mano—. Di algo listillo.
—No estaba planeando hacerlo —dijo, bajando la mirada a sus labios, de nuevo—. ¿Así que estamos hablando de que no ha habido interacción sexual durante dos años o sólo nos referimos al sexo?— Desplegó sus piernas, haciendo que su rodilla cepillara la de él.
—Es mi turno. ¿Te arrepientes de dejar de la universidad por el béisbol?— Una vez más, estaba un poco sorprendido por lo mucho que sabía, pero teniendo en cuenta lo mucho que a Dany le gustaba hablar, no debería estar tan sorprendido.
—Sí y no. Si me jodiera el brazo, sería bueno tener un tipo diferente de carrera a la cual regresar, pero siempre podía trabajar con uno de mis hermanos.
—¿Cuál? —preguntó. Chasqueó la lengua suavemente y le dio un codazo en la rodilla con la suya.
—Mi turno. ¿Estamos hablando de ninguna interacción sexual sólo de sexo?—Puso los ojos en blanco.
—Nada hasta la noche que me vine contigo.— Oh, sí, realmente gusto el sonido de eso.
—¿Y después?
—Responde a mi pregunta. —Dejó la copa a medio terminar a un lado. Nick sonrió.
—Probablemente haría algo con Joe. Su trabajo es poco ortodoxo, pero por lo menos sería interesante.— Miley se mordió el labio. —Puedo verte haciendo eso... lo de guardaespaldas. Y no.
—¿A qué le estás diciendo que no?— Sus mejillas se volvieron de color rosa.
—Nada antes ni después de ti. ¿Feliz?— Los ojos de Nick se encontraron con los de ella.
— Sí. Muy feliz.
—¿Estás saliendo con Nick? —chilló Danielle. Miley odiaba mentirle, pero sabía que si le decía la verdad, Danielle se lo diría a Kevin.
—Si, algo así. —Un zumbido se extendió entre los dos escritorios. Danielle se veía como un colibrí agitado.
—No puedo creerlo.
—Tampoco yo. —murmuró Miley secamente. Después de su primera cena la noche pasada, se había ido a su casa en un humor peor que cuando salió. Y aún estaba hambrienta.
—Es decir, no es que no me pueda imaginar a Nick y a ti juntos. Puedo hacerlo. Pero no puedo imaginármelo sentando cabeza.— Se detuvo en el pasillo entre los escritorios y frunció el ceño—. Pero de nuevo, no podría imaginarme a Kevin sentando cabeza, tampoco, pero lo hizo.
—Esto no es como lo de Kevin y tú. —Miley comenzó a codificar sus marcadores según el color—. De todos modos, ¿tenemos ya los últimos números en el catering? —Danielle no continuó con la conversación más importante. Habían estado trabajando en la Gala desde el pasado febrero. La maldita cosa había consumido sus vidas y ahora Nick estaba consumiendo la suya.
—¿Qué quieres decir con que no es como lo de Kevin y yo? — Moviendo los marcadores rosas al lado de los verdes, suspiró.
—Sólo que no es serio. No como ustedes dos.—Danielle se detuvo en frente del escritorio de Miley y apoyó las manos en sus caderas.
—De acuerdo, ¿cuándo fue la última vez que tuviste un novio o saliste con alguien?
—Uh…
—Exacto —dijo Danielle y luego volvió a su ritmo—. Tú saliendo con Nick es serio. No puede ser nada menos que serio. ¿Viste el Washington Post en línea esta mañana? Había fotos de ustedes dos besándose. — Levantó una lapicera de su escritorio y se la arrojó a Miley—. ¡Besándose! Estoy muy segura que está en CeleBuzz también. ¡No puedo creer que no me lo contaras!— Miley levantó la lapicera y se encogió.
—No pensé que algo saldría de todo eso. —Danielle se quedó mirándola, su nariz arrugada en concentración.
—Dios, ¿estás lista para todo esto, Miley? Esto será una locura. Las personas comenzarán a seguirte a todos lados. ¡Oh! ¡Yo podría fingir ser tu asistente!— Miley rodó los ojos.
—Y podemos salir en una cita doble.— Oh, querido…
—Y Nick siempre va a la Cena de Navidad Extravaganza de la Familia Deleasa, a la cual nunca has asistido a pesar de que te he invitado todos los años. —Danielle sostuvo sus manos juntas—. Ahora no puedes escaparte de eso.
Ella no era tan fan de las celebraciones, y honestamente, dolía ver a Danielle haciendo planes alegres. Iba a estar tan decepcionada cuando, a principio del año, Nick y Miley fueran por caminos separados. Danielle finalmente se calmó, y Miley optó por ir a almorzar. Estaba mitad asustada de ir a visitar cualquiera de los locales de ahí. Justo antes de las tres de la tarde, la puerta de sus oficinas se abrió y un chico repartidor se paró ahí, torpemente cargando cuatro docenas de rosas rojas. Cuatro docenas de rosas. Guau. La noche anterior debió de haber sido increíble para que Kevin le enviara a Danielle un arreglo como ese. Miley volvió a mirar la pantalla de su computadora. Necesitaba contactarse con la compañía de catering si ellos no tenían un número definido para…
—¿Hay alguna Miley Cyrus aquí?— Levantando su barbilla, su mirada cayó sobre el chico de las flores.
Confundida, miró hacia una sonriente Danielle.
—Um, soy yo.— El hombre sonrió y se movió hacia el escritorio. Ella se apresuró a despejar una pequeña sección en la esquina.
—Alguien debe de amarte mucho —dijo el hombre, dejando el florero en el suelo—. Que tenga un buen día.— Miley observó al repartidor mientras se dirigía fuera de su oficina, y luego su mirada volvió a caer sobre las rosas. Santa mierda. La señorita Gore debió de haberlas ordenado, u obligó a Nick a hacerlo. Esa podía ser la única razón del porqué eran para ella, pero eran… eran hermosas.
—¿Hay una tarjeta?— Ella miró hacia arriba, a penas capaz de ver a Danielle por detrás del bosque de tallos. Había una tarjeta, escondida cuidadosamente entre un tallo cubierto de rocío verde y el nastro. Muy cuidadosamente, sacó la tarjeta y abrió el pequeño sobre. Escrito en una linda caligrafía había un corto mensaje que tal vez no explicaba porqué se habían enviado las flores pero definitivamente quién las había enviado.
"Sigo siendo muy relevante."
Nick.
Mientras miraba a la pequeña tarjeta, no hubo lucha contra la lenta sonrisa que se apoderó de su rostro. Si. Él seguía siendo relevante.
***
Después de recibir un regaño por parte de Kevin sobre "salir" con la mejor amiga de su mujer y luego de soportar los estúpidos sarcásticos comentarios de Joe sobre seguir el mismo camino de todos los tipos que los rodeaban y sentar cabeza, Nick estaba listo para golpear su cabeza contra la pared cuando su celular sonó. Esperando el chequeo diario de la señorita Gore, porque quién sabía en que clase de problema se podía meter en su propio departamento, tomó el celular de la mesada de la cocina. El mensaje no era de su niñera. Oh, no, era de Miley. Todos sus publicistas los habían obligado a intercambiar números antes de que fueran a cenar.
"Gracias por las rosas. Son hermosas."
Dos segundos después, otro texto llegó.
"Sin embargo, todavía no es relevante."
Una sonrisa llegó a sus labios, y era una cosa buena que sus hermanos se hubieran ido para entonces porque estaba seguro que lucía como un idota. A él le gustó su respuesta, mucho, y también le gustó el hecho de que ella no tipeaba como una niña de dieciséis años. Como la mayoría de las mujeres con las que había salido. Nick devolvió el celular sobre la mesada y fue al refrigerador, tomando el pollo que había marinado más temprano. Dejándolo en la parrilla Foreman, empujó los pechos un poco con un tenedor hasta que estuvieron perfectamente colocados en el centro. Cerró la tapa. Jugo chisporroteaba. Y entonces miró al celular en la mesada. Volvió hacia ahí y tiró el tenedor en la encimera. Volviendo sobre sus talones, observó la parrilla. Todo aquello duró treinta segundos.
—Demonios —murmuró, girando hacia su teléfono. Tomándolo, tocó la pantalla y observó el mensaje. No había planes para esa noche, pero mañana se suponía que había una película. No había ido al cine desde que estaba en la secundaria. Sin incluir las premieres de las películas. Técnicamente, no tenía una razón para estar en contacto con Miley, ya que este era algo así como un día libre. Y realmente no había tenido otra razón para enviarle flores más que… había querido hacerlo. De acuerdo, había más que eso Dando vueltas, se apoyó contra la encimera y extendió la torcedura en el cuello. No era por el beso que habían compartido. Aunque pensando en ese beso se había puesto duro como una piedra, pero era lo que ella dijo. Que había accedido a fingir ser su novia porque la ayudaría a tener citas después de él. Que. De. Mo. Nios. Primero que nada, dudaba que necesitara ayuda. Segundo, no estaba muy interesado en ser un trampolín. Así que le había enviado rosas. Extraña respuesta a algo como eso, seguro, pero dudaba que ella estuviera pensando en sus futuros novios ahora. Le envió una respuesta.
"Me alegro que te gustaran las flores."
Antes de que pudiera dejar el celular, sus dedos simplemente continuaron escribiendo.
"Y me alegro que te gustara el beso."
Dejó el celular y chequeó el pollo. Cerca de un minuto después, el celular sonó y dio vueltas alrededor de la cocina por otros tres minutos antes de ir a verlo.
"Nunca dije que me gustó el beso."
Una sonrisa se extendió por sus labios mientras enviaba la respuesta.
"No tenías que hacerlo. Lo sé."
La respuesta fue inmediata.
"¿Tengo que recordarte que fuiste TÚ quien ME besó ambas veces?"
Nick echó la cabeza hacia atrás y rió, pero se fijó en el pollo antes de contestar. De lo contrario, se vería como si estuviera parado en la cocina, sosteniendo su teléfono, cosa que así era. Después de vaciar el pollo a la parrilla en un plato y cortarlo en trozos pequeños como si se lo estuviera preparando para un niño, envió otro texto.
"¿Necesito recordarte que TÚ lo disfrutaste ambas veces?"
La respuesta fue bastante rápida. Suspirando. Riéndose, llevó su comida al sofá y comió su cena mientras veía el noticiero de la noche. Cosas increíbles ahí. Dejó asentar la comida antes de ir a la biblioteca y obligarse a hacer el entrenamiento de la noche en la caminadora. Más tarde, se quitó la camisa empapada de sudor e increíblemente hizo una carga de ropa. Cada vez que pasaba por su teléfono, le echaba un vistazo. Cada vez que sonaba, sentía algo estúpido en su estómago. Para cuando terminó de limpiar el cuarto de baño de huéspedes en la parte de arriba y tomado una ducha, se encontró a si mismo sosteniendo su teléfono. Eran pasadas las diez, probablemente demasiado tarde para llamar, no que estuviera pensando en llamar a Miley. La señorita Gore ya había echo planes para la cita en el cine. La iría a recoger a su casa y bla, bla, bla. Una vez en cama, sus dedos sacaron lo mejor de él. Escribió:
"Buenas noches, Miley."
Dos minutos después recibió la misma clase de respuesta, y luego puso el teléfono en la esquina más lejana de la mesa de noche. Teniendo una temprana mañana con su entrenador de receso de temporada, necesitaba dormir. Una hora después, aún miraba el cielo raso, cansado, pero su mente comenzó a jugar con él, trayendo sucesivas imágenes de Miley contra aquella pared de su dormitorio, con su cabeza echada hacia atrás, sus pechos sobresaliendo mientras la miraba sobre sus rodillas. Respiró profundo y juró que aún podría saborear su fuerte excitación. Echó la sábana hacía atrás y movió su mano hasta bajar a su estómago. Tomando su dura erección, su espalda se elevó del colchón. Jesús. No había estado así de duro desde la universidad.
Su mano acarició su miembro palpitante y sus ojos se cerraron. Inmediatamente, la imagen de Miley se formó en su mente, excepto que era él quien estaba parado contra la pared y ella estaba sobre sus rodillas. La boca de ella remplazó su mano y sip, fue todo lo que necesitó. Su liberación golpeó por la espalda y sus caderas golpearon su propia mano. Era mucho más tarde cuando su corazón se calmó, y estaba duro otra vez, el rostro de Miley firmemente plantado en sus pensamientos. Ésta iba a ser una larga, larga noche.
***
Llegó el jueves por la noche, Miley observó su reflejo en el espejo. Una cita al cine… Rió a carcajadas. Pepsi maulló en respuesta. Mirando sobre su hombro, sonrió.
—No puedo creer que iré al cine con Nick Jonas.— El gato ladeó su cabeza. Mandy tuvo la misma reacción durante el almuerzo cuando Miley le había dicho que ir al cine con Nick no era la gran cosa. Aparentemente todo lo relacionado con el jugador de baseball era la gran cosa. Miley se volvió hacia el espejo y colocó el cabello detrás de sus orejas. Los vaqueros azules y el suéter rojo parecían lo suficientemente casual para ir a ver una película. Metiendo la pierna, giró el tobillo. Sus tacones eran de color rojo, azul, negro y amarillo. A rayas. Impresionante. Enderezando el borde de su suéter, se dio la vuelta. Las rosas estaban colocadas a un lado de su cama. No había planeado llevárselas a casa el día anterior, pero no podía dejarlas en la oficina. Su ex le había enviado flores una vez, y habían sido del tipo que venían en una caja.
En algún lugar entre la tarjeta, los mensajes de texto y la noche que vendría, Miley decidió que debería al menos disfrutar de las ventajas de tener un novio falso, especialmente las tres "efes" Flores. Buena comida. Hombre bien parecido. E insertar una N: No expectativas. Toda la cosa del chantaje era terrible e irritaba a Miley hasta el infierno, pero ella no era la clase de persona que continuamente vivía en lo negativo. Tenía sus momentos de malhumor que duraban un par de días. Estaba en su derecho de molestarse, pero esta era la mano que le había tocado. A pesar de que para los medios podía resultar divertido pasar el próximo mes alabando a Nick, para ella no era particularmente divertido. Así que tal vez podría disfrutar también desde que a una parte de ella le gustaba salir con él. Cuando habían estado en el club, realmente habían conectado. Todo lo que tenía que hacer era mantener la cabeza en el juego. No leer absolutamente nada y lo más importante, no dejarse tentar por él. Y para que eso suceda, todo lo que ella debía hacer era recordar a las tres chicas con las que él se había acostado unos días antes de que se conocieran en el club. ¿Y cuando había sido la última vez que había ido al cine con un chico? Hacía demasiado tiempo.
Antes de salir, se detuvo por Pepsi y lo rascó debajo de la barbilla, luego le dio un beso rápido en su cabecita peluda. Cogió su bolso y se apresuró a bajar los escalones de su apartamento antes de que él llegara. No quería que estuviera en su apartamento. Ese lugar era su santuario y era demasiado íntimo para ellos. Nick en su departamento era una línea que no iba a cruzar. Mientras cruzaba la puerta del frente del lobby, vio a Todd Newton. Era raro verlo usando algo más que boxers. Sonrió cuando la vio y detuvo la puerta, manteniéndola abierta.
—Hola, Señorita Cyrus… —Miley sonrió.
—Hola, Todd. —Su mirada se hizo más profunda.
—Se ve bien.— Considerando que sus conversaciones siempre se habían limitado a verse el uno al otro a través del vestíbulo, esta era la primera vez que estaban a poca distancia entre sí. De cerca, notó que los ojos pardos de Todd eran más verdes que marrones. Es muy apuesto, pensó.
—Gracias. Tú también.— La sonrisa de Todd se ensanchó. No tenía hoyuelos como Nick, pero aún así era una linda sonrisa.
—¿Vas de salida? —le preguntó. Antes de que Miley le pudiera responder, una profunda voz masculina la interrumpió.
—Sí. Está por salir conmigo. —Su corazón dio vueltas. No había visto a Nick acercarse, pero ahí estaba, de pie justo detrás de Todd con una sombría mirada en su rostro. Todd giró sobre su cintura y luego retrocedió sorprendido. ¿Era posible que Todd fuera la única persona en DC que no estaba al tanto de la vida amorosa de Nick? Él extendió una mano.
—¿Nick Jonas? Guau. Encantado de conocerte.— Nick no sonrió, pero tomó la mano del otro hombre. Sus ojos eran de un oscuro marrón y su mirada territorial y posesiva. Un escalofrío bajó por su columna. No había forma de que admitiera que le gustaba. Nick imitó a Todd, pero Miley dudaba realmente que sintiera esas palabras.
—Encantado de conocerte. —Todd dejó caer la mano de Nick y volvió la mirada hacia donde Miley estaba parada.
—Eres un hombre con suerte, Nick, en más de un sentido.— Las cejas de Miley se elevaron. Una tensa sonrisa apareció en el rostro de Nick mientras tomaba la flácida mano de Miley.
—Eso lo sé. Ten una buena tarde.— Miley dejó a Nick arrastrarla hasta la esquina del edificio de su departamento donde su Jeep estaba ilegalmente estacionado a lo largo del cordón de la acera. Estaba sorprendida de que aún tuviera las ruedas.
—¿Era por eso que no querías que te encontrara en tu departamento? —le preguntó Nick al tiempo que mantenía la puerta del pasajero abierta para ella. Su ceño se frunció por la confusión.
—¿Cómo?
—Parecía que ese tipo estaba realmente feliz sobre escoltarte afuera. —Aún a un lado del Jeep, esperó a que ella estuviera sentada y acomodada en el asiento para alcanzar el cinturón de seguridad y ajustarlo.
—Oye, soy capaz de hacerlo por mi misma.
—Oye, voy en serio con la seguridad. ¿Quién era ese tipo?— Miley sacó las manos hacia atrás con un suspiro.
—Es sólo alguien que vive del otro lado del pasillo frente a mí. Estoy bastante segura que esa fue la conversación más larga que alguna vez tuve con él.
—¿En serio? —La parte de atrás de sus nudillos rozaron la curva de sus pechos mientras pasaba la correa, haciendo que se tragara un agudo jadeo. Su mirada se levantó, sus ojos de zafiro ardiendo. Una media sonrisa apareció en sus labios mientras se doblaba por encima de ella.
—El tipo parece un idiota. —Una risa sorprendida se escapó de ella.
—Ni si quiera lo conoces.
—Tampoco tú. —Le dio una rápida sonrisa—. Así que por todo lo que sabes, él podría ser definitivamente un idiota.— Sacudiendo su cabeza, lo observó cerrar la puerta y caminar alrededor del auto por le frente. ¿Nick estaba celoso? No. Eso no tenía sentido. Los novios se ponían celosos, lo que Nick no era, y no se veía como la clase de tipo que alguna vez se pondría celoso. Cuando se detuvieron entre el tráfico, lo miró de reojo.
—Entonces… gracias por las flores. Eran realmente hermosas.— Esa pequeña torcida sonrisa permaneció en sus labios.
—Hermosas flores para una hermosa mujer.— Abrió la boca para decirle que eso era demasiado cursi, pero estaba intentando adoptar un enfoque más diplomático para esta situación y eso no serviría de nada.
—¿Tuviste un buen día? —Una mirada de sorpresa cruzó por su llamativo rostro, y ella no pudo evitar sonreír—. ¿Qué?— Pasó una mano por su cabello y sacudió un poco su cabeza.
—Oh, nada. Es solo que pensé que no te interesaría.— Miley frunció el ceño y estuvo a punto de preguntar porqué pensaría eso, pero entonces la golpeó. Estaban fingiendo, lo que significaría en realidad que a ella no debía importarle sobre su día. Era como hablar por teléfono en el trabajo, abrir la conversación con estupideces generales y entonces ir directo al punto de la llamada. Este era sólo un trabajo para él. Tal vez Nick no quería hacer otra cosa que hacer un espectáculo en cuando las cámaras estaban dando vueltas. El amargo sentimiento detrás de su garganta no tenía nada que ver con la decepción. Debía ser indigestión. Mientras Nick navegaba a través del tráfico, se aclaró la garganta.
—No sucedió nada hoy, en realidad. Empecé con mi entrenador de la temporada de descanso y eso tomó toda la mañana. Luego hablé con la señorita Gore. —Ante el ceño de Miley, se rió entre dientes—. Sí, eso fue casi tan divertido como jugar al pollo con un camión Mack. Pensó que necesitaba decirme que yo debía comprar palomitas de maíz y gaseosa en el cine. Luego me estuve dando vueltas o tirado en el sofá el resto del día. Muy divertido. ¿Qué hay de ti?— Miley jugueteó con la correa de su bolso.
—Afortunadamente no tuve que hablar con la señorita Gore. —Él asintió.
—No te agrada, ¿verdad?
—Nop —respondió—. Me pasé casi todo el día rastreando a la empresa de catering para la Gala de recaudación de fondos.
—¿Es la misma que el Smithsoniano auspicia cada año? — Sorprendida de que supiera algo sobre eso, asintió. Su mirada se desvió hacia ella antes de volver a la carretera
—. Dany habló sobre eso antes. Ustedes chicas han estado trabajando en ello por un tiempo, ¿verdad?
—Síp, se siente como todo un año. Y es gracioso que pasemos todo este tiempo en un evento que sólo dura un par de horas.
—Algo así como Navidad, ¿no? Meses y meses de personas preparándose para ello, y se termina en unas cuantas horas.
—Si, igual que Navidad —dijo, volviendo su mirada hacia la ventana.
—¿No eres fan de la Navidad? —Miley negó con la cabeza. Cuando sintió que ese no era un tema del que ella quisiera hablar, Nick sutilmente volvió al tema anterior—. Entonces, ¿cuándo es la Gala?
—El dos de enero. —Se humedeció los labios—. Descubrimos que la gente tiende a ser más caritativa en Año Nuevo. Y necesitamos mucho dinero o sino…
—¿O qué?— Ella se mordió el labio.
—O Danielle podría perder la financiación a partir de tercer trimestre del año que viene.
—¿De verdad? Mierda. —Tomó la curva por delante e inmediatamente tuvo que frenar ya que había una cola de gente bloqueando el aparcamiento al servicio del cine—. ¿Cuánto dinero tienen que reunir?
—¿Mucho? —dijo, dejando salir una pequeña risa—. Necesitamos acercarnos a los cinco millones, y apenas vamos por un millón.
—Guau, eso es mucho, pero ustedes probablemente tengan algunos donantes con los bolsillos llenos, ¿no?
—Así es, pero hemos llegado al máximo con ellos. Así que estamos tirando un Ave María con esto. — Finalmente encontraron una plaza para aparcar y Nick apagó el motor para luego enfrentarla.
—¿Qué sucedería si pierden los fondos?— Miley se desabrochó el cinturón cuando era evidente que Nick confiaba en ella para hacerlo sola.
—Habrá muchos recortes. Danielle estará bien.— Sus oscuras cejas se fruncieron.
—Sé que Dany estará bien. Si pierde su trabajo debido a los recortes, tiene a Kevin. ¿Qué hay de ti?— Ella buscó el picaporte de la puerta.
—Probablemente me sacarían de mi posición. Estaría estancada en otro departamento, o me dejarían ir.
—¿Qué?
—Sí, mira, esta conversación más o menos apesta. Estoy segura de que todo estará bien y llegaremos tarde a la película.— Miley forzó una sonrisa que en realidad no sentía. Si Nick pensaba que el hecho de que ella podría perder su trabajo era terrible, entonces probablemente estaría horrorizado por la cantidad de deudas que ella tenía.
—Y tu adorado público te está esperando.— La tensión tiró de las comisuras de sus labios, pero asintió con la cabeza. Lo encontró rodeando el auto para llegar a su lado y le ofreció su mano como ella había esperado. Por un momento, se quedaron ahí parados y se miraron el uno al otro. La sonrisa ladeada apareció una vez más.
—Realmente te ves bien esta noche.— Los labios de ella se fruncieron.
—Sólo son vaqueros y un suéter, nada asombroso.
—Se ven bien en ti.— Sintiendo sus mejillas sonrojarse, miró hacia otro lado. El simple cumplido que probablemente había sido hecho para que se sintiera cómoda no debería haber hecho a su corazón latir tan rápido, pero lo hizo.
—Los halagos no te llevarán a ninguna parte.
—Maldición. Ahí se va mi plan maestro para tenerte en mi cama con sólo decir que te ves linda. —Ella esbozó una sonrisa—. Vamos —dijo él, tirando de ella hacia la entrada. Justo al llegar a las puertas dobles, luz amarilla se derramó desde el interior del edificio en la oscura acera. El celular de Nick sonó. Alcanzándolo del interior de su bolsillo con su mano libre, lo sacó y resopló
—¿Qué? —le preguntó ella, nerviosa sobre entrar al abarrotado lobby. Nick rió.
—Es de la señorita Gore.
—Genial.— Sacudiendo su cabeza, devolvió el celular a su bolsillo.
—Quería asegurarse que estuviera sosteniendo tu mano.— Miley rió.
—Aw, es como tu mami dándote consejos.— Luego de abrir la puerta para ella, Nick arqueó una ceja mientras la llevaba adentro, y ella carcajeó. Una sonrisa se formó en los labios de Nick en respuesta. Tan pronto como se dio la vuelta, enfrentando a los de la línea para la compra de entradas, la doble toma comenzó. Era casi cómico, una cabeza volteándose justo después que la otra. La compra de entradas sucedió sin incidentes, pero mientras esperaban en la línea para comprar palomitas y bebidas, porque Dios los ayudara si defraudaban a la señorita Gore, los susurros se elevaron como una ola, y las miradas se intensificaron. Miley cambió su peso de un pie a otro y mantuvo su mirada en el mostrador de cristal de adelante. Las puntas de sus orejas se sentían hervidas.
—Palomitas de maíz con mantequilla extra, sal y... —Nick hizo una pausa—. Una soda de cereza, ¿verdad?
—Perfecto.
—Que sean dos sodas de cereza.— Mientras esperaban, Nick soltó la delicada mano y deslizó su brazo
alrededor de los hombros de Miley. Volteándose, para que así su cuerpo bloqueara la mayor parte del de ella, inclinó su cabeza y susurró.
—Se aburrirán de nosotros muy pronto.— Agradecida de que estuviese bloqueando la mayor parte de los
"traficantes de miradas" e incluso de algunos que estaban tomando fotos desde sus teléfonos, volteó su cara hacia su pecho. Dios, olía increíble. Especias y pura masculinidad. Una vez que tuvieron sus palomitas y se dirigieron hacia una película de acción, fueron detenidos por un autógrafo. Nick lo manejó con gracia y luego había otro autógrafo. Ella pensó que podrían ser acechados dentro de la sala pero se sorprendió al descubrir que no había casi nadie dentro.
Nick se detuvo en la fila de atrás, dejando que pasara primero. Ella escogió un asiento en el medio y se sentó, ayudándolo con las sodas. Los trailers, su parte favorita cuando iba al cine, empezaron segundos después, pero tan pronto como la película comenzó y cosas comenzaron a volar de derecha a izquierda, su atención se dirigió... justo al hombre sentado a su lado. Él estaba mirando la película, al menos eso le parecía a ella. En el sombrío cine, su perfil estaba crudamente definido, realmente una obra de arte. No era de extrañar que fuera votado el hombre más sexy vivo. Mariposas se apretaron en su vientre mientras su mirada se desviaba por encima de sus pómulos y labios. Sus hombros eran anchos…
—Me estás observando —dijo él bruscamente.
—No. Claro que no. —Se metió una palomita en la boca—. Es tu imaginación.— Él echó una mirada de reojo en su dirección.
—Eres una terrible mentirosa.
—Tampoco tú estas viendo la película —señaló y tomó un puñado de palomitas. Sus labios se elevaron en una esquina mientras se inclinaba para que su brazo estuviera pegado al de ella. Bajando la cabeza hasta su oído, movió las palomitas a su regazo.
—Bueno, hay algo más interesante sucediendo.— Miley se volteó hacia él y jadeó cuando sus labios rozaron su barbilla. Ninguno de los dos se movió por un par de segundos, y luego sus labios estaban sobre los de ella. Sin ninguna advertencia. El beso fue largo y profundo.
—Sabes a mantequilla —gimió contra sus labios, y Miley se sonrojó—. Me gusta eso.
Ella puso una mano en su pecho, no estaba segura si era para alejarlo o atraerlo hacia ella, pero entonces la besó una vez más. Su cuerpo, todo su ser, estaba tan absorto en la forma en que sus labios la saboreaban y cómo su mano agarraba su hombro, flexionando sus dedos como si quisiera moverlos a los dos a cualquier otro lugar pero no lo hizo, y maldita sea si no quería arquear su espalda, para mostrarle exactamente donde quería que la tocara. Eso era una locura. Cuando él se apartó, sus ojos escanearon su rostro en busca de algo.
—No deberíamos estar haciendo esa clase de cosas —murmuró aturdida—. Nadie está viendo…—Sus ojos estaban pegados en los de ella.
—Lo sé, pero quería hacerlo y casi siempre hago lo que quiero. — Sonriendo, se volteó a la pantalla. Alguien estaba persiguiendo a alguien—. Esta es una película malditamente buena.
—Sí... —Respiraba con dificultad—. Es una buena película.
¿Pero qué iba a suceder cuando la película terminara? Miley se estremeció, dudando seriamente de su autocontrol por enésima vez esa noche.