lunes, 23 de junio de 2014

Falling Apart - Niley - Cap 14


No puedo creer que esté haciendo esto. Estoy sentado fuera del dormitorio de Miley, esperando que baje para poder ir a ver a mi mamá. Mi jodida mamá. Joe sólo la vio en persona una vez. No hago esto, pero mamá ha estado volviéndome loco sobre esto por los pasados tres días. No podía decepcionarla por algo tan pequeño. Miley y yo realmente estamos jugando el juego. ¿Qué es añadirle otro nivel? Otra mentira que ambos podríamos jugar y pretender que en verdad es una buena idea. No soy estúpido. Sé que no lo es, pero sé que cuando la toco me consume y realmente necesito un descanso mental. Para perderme en su calor.
—Hola —dice detrás de mí. Me pongo de pie y doy la vuelta. Demonios, es caliente. Sus piernas son firmes y ahora sé que es debido a que baila. Por supuesto que está usando una falda porque puede que no se dé cuenta, pero en algunos aspectos es en realidad una princesa. El calor abrasa por debajo de mi piel y quiero olvidar todo, llevarla de vuelta a su habitación y desnudarla. 
—Volvamos a tu habitación. —Doy un paso hacia ella, casi tocándola pero me detengo. Esta situación en la que estamos es tan jodida porque es una mentira y no sé cómo actuar a su alrededor. A la mierda. Dejo que mi mano se deslice bajo su camisa y agarro su cintura. 
—Será mucho más divertido quedarnos aquí —digo en su oído.
—Nick. —Suena como una advertencia, pero inclina su cabeza a un lado para darme mejor acceso a su cuello. Meto mi lengua en el hueco detrás de su oído.
—Vamos. —La tiro en contra de mí y la dejo sentir la reacción que tiene mi cuerpo por ella.
—Tu mamá nos está esperando.— Beso un sendero hasta su boca. 
—No… aún no le dije. Pensé en llamarla por el camino.— Esto la hace tensarse y estoy seguro que va a ser una de esas cosas por las que las chicas hacen un gran alboroto cuando en la realidad no importa. 
—No hagas eso. Vamos. —Trato de persuadirla.
—¿Me ibas a llevar a conocer a tu mamá y ni siquiera le dijiste?— Gimiendo, me alejo. 
—No es gran cosa. Iba a llamarla antes de irnos.
—No. Nunca planeaste ir. Tal vez pensaste que lo hacías, pero no.
—Yo… —No tengo una respuesta. No debería tener que tener una—. Estás actuando como una novia.— Me empuja lejos. 
—Tú estás actuando como un cretino.— Miley trata de alejarse, pero agarro su muñeca. Tiene la jodida razón y lo sé. 
—Espera. —Y lo hace. No se da la vuelta y no habla de inmediato. Finalmente lo hago funcionar y digo—: Esto no es fácil.— Miley se da la vuelta y puedo verlo en sus ojos. Lo entiende. Es loco lo mucho que esta chica me entiende. No pretendo entenderlo ni lo quiero.
—Pero es importante.— Le doy un pequeño asentimiento. 
—La llamaré en el auto.— Nos subimos al auto y saco mi teléfono y llamo a mamá. Toma un tiempo que conteste, pero siempre lo hace.
—¿Hola? —Su voz suena ronca.
—Hola. Me dirijo hacia allí. Llevo… llevo a Miley conmigo. Sólo quería asegurarme de que te encontrabas en casa y no corriendo por la ciudad.— Espero una risa y la obtengo. 
—Te amo —dice y no estoy seguro de por qué.
—También te amo, mamá. ¿Estás bien? Si quieres que vaya solo…
—… No lo creo —me interrumpe—. No te estás saliendo de esto, Nicholas. No puedo esperar a conocerla. —No estoy sorprendido cuando cuelga.
—Estamos bien —le digo a Miley y enciende el auto. Le doy las instrucciones para el lugar de mamá, mi pierna saltando arriba y abajo todo el tiempo. No sonaba bien. ¿Cuándo sonó bien alguna vez? ¿Estoy haciendo lo correcto o soy el más grande fraude de mierda en el mundo por mentirle a mi mamá moribunda sobre Miley? La miro a ella. También se ve nerviosa y me doy cuenta de que probablemente tiene mierda pasando en este momento y he sido un cretino inmenso para pensar en eso. 
—¿Estás bien?— Asiente. Lo reconozco como la respuesta que doy cuando realmente no estoy para nada bien. 
—Esto significa mucho para mí. —Es la mejor manera en que puedo pensar para decir gracias.
—Lo sé.
—¿Hablaste con tu tía?—Miley me mira y me da esa sonrisa que sé envía a los chicos sobre sus traseros todo el tiempo. 
—Esto no es sobre mí.
—Preferiría que lo fuera.
—También lo sé.— Nos detenemos en el complejo de apartamentos de mi mamá. 
—Ella no se ve bien.
—Más cosas que ya sé.— No puedo evitar esbozar una sonrisa. 
—Y dijiste que yo era un cretino. —Me detuve por unos segundos—. Sabes que va a pensar que eres mi chica, ¿verdad? Que va a estar toda efusiva contigo porque nunca he traído a nadie a casa y todo lo que ella quiere es… —No puedo terminar el resto.
—Lo sé.— Me siento como un marica porque en realidad me estoy quebrando aquí, pero Miley se inclina hacia adelante y me besa. Pierdo mi cabeza por ella como siempre, mordiendo su labio y chupando su lengua en mi boca. Cristo, deseo a esta chica. Más de lo que alguna vez he deseado a alguien más. Se aleja demasiado pronto. Salimos del auto y la guio al apartamento. 
—Parece que soy el que está pidiendo que juegues el juego esta vez —le digo antes de abrir la puerta. Mamá está sentada en su silla de ruedas en la ventana cuando llegamos. Tiene un sombrero que no se pone hace mucho y sé que es debido a Miley. Joder, odio que tenga que conocer a la primera chica que traigo a casa moribunda y sin cabello. Odio ser un maldito mentiroso y ni siquiera es real. Me duelen los intestinos. Intento no respirar por la nariz a medida que avanzamos al interior.
—Hola, mamá. Encontré a esta chica afuera. ¿La conoces? —Señalo a Miley, quien me da una manotada en el brazo. Mamá grita
—¡Nicholas! —Y quiero maldecir el nombre. ¿Cómo pude darle cabida a eso? Mi mano pica por sujetar a Miley. No sé si es porque me estoy desmoronando aquí o porque quiero interpretar mi parte. No es algo que mi mamá esperaría, sin embargo, así que no lo hago.
—Mamá, esta es Miley. Miley, esta es mi mamá, Denise.
—Es un placer conocerte. —Miley extiende su mano para mi mamá quien la sacude.
—Es un placer conocerte, también. —Entonces me mira—. Es preciosa. ¿Qué está haciendo contigo?
Todos nos reímos. Las risas de Miley y mi mamá se sienten mucho más reales que las mías. Sigo viéndola a través de los ojos de Miley, esta frágil mujer moribunda, como es que siempre lo ha sido. No sabe de la mujer que solía trabajar su trasero todos los días. Quien trató de hacerme jugar cada deporte que podía incluso aunque no pudiéramos permitírnoslo, o quien seguía sin dormir después de varios turnos de noche en el trabajo para estar allí cuando la necesitara. La mujer que amaba reírse y siempre contaba chistes y tenía un temperamento que la convertía en una buena arma para tener en tu lado.
—Por favor, toma asiento, Miley —dice mamá suavemente, pero podía decir que trataba de no hacerlo. Trataba de sonar normal.
—No tienes que fingir ser amable con Miley. Me da mierda todo el tiempo. Sólo está mostrando su lado bueno.— Miley se ríe y coge mis costados como si fuera a hacerme cosquillas. No tengo ninguna pista de qué está pensando porque definitivamente no soy cosquilloso, pero aun así, agarro sus brazos y la tiro hacia mí. Ahora tiene sus brazos alrededor de mi cintura y estamos pecho contra pecho. Se está riendo y casi quiero reír con ella. Por un segundo se siente real y está bien. El nudo en mi estómago afloja y no estoy asustado de respirar. Cuando escucho a mi mamá inhalar, bajo la mirada y veo sus ojos húmedos. Me alejó de un tirón de Miley y me inclino hacia abajo. 
—Oye. ¿Estás bien? ¿Pasó algo? —Ni siquiera importa que haya un maldito pánico en mi voz y que Miley está justo aquí. Mamá me mira. Toca mi cabello. Mi mejilla. Y sonríe.
—Todo está perfecto, Nicholas.— No. Todo es un juego de mierda.
***
Estamos conduciendo de vuelta a casa y no puedo sacar la visita de mi mente. Mamá y Miley estaban todas jodidamente amistosas y riendo. Sé quedó despierta más tiempo de lo que lo había hecho en un largo tiempo. Incluso guardó el número telefónico de Miley, lo cual tengo que admitir, no me gustó demasiado. Lo cual me hizo sentir como un imbécil, pero soy un imbécil así que bien podría aceptarlo. Hacia el final se veía cansada… tan malditamente cansada que se quedó dormida en el segundo que la ayudé a volver a la cama. Ha perdido más peso, su cuerpo se siente tan pequeño, como una ramita que si pisas se romperá por la mitad.
—Ven a casa conmigo. —Las palabras no fueron planeadas, pero me alegra que salieran.
—Tu auto…
—A la mierda mi auto.— Miley no responde, pero va a mi lugar en lugar de los dormitorios. De hecho, se encontraba tranquilo cuando llegamos. Tanto como puedo decir, Joe ni siquiera estaba en casa, lo cual es una gran sorpresa. En el segundo en que se cierra la puerta estoy sobre ella. Besándola, mi cuerpo se aprieta contra el suyo mientras la mantengo entre mi cuerpo y la pared.
La mano de Miley aprieta mi cabello y envuelve sus piernas alrededor de mi cintura. Estoy tan duro, no estoy seguro de poder esperar. La deseo. La necesito. Mi boca no sale de la suya mientras voy a tropezones por el pasillo con ella en mis brazos. Cierro la puerta con una patada y deslizo una mano bajo su falda. Sí, me gustan sus faldas. Fácil acceso. Y según el sentir de las cosas, me desea tanto como yo a ella. La tiendo en la cama y las ropas están saliendo. No hay conversación. No hay risas. Nada más que las ansiosas manos y tristes ojos. Es tan malditamente sexy, toda piel suave y curvas femeninas. Tan jodido como sea, trato de evitar sus ojos. Tampoco quiero que mire en los míos. Sólo quiero sentir su calor envolviéndose a mí alrededor en lugar del frío dolor que ambos sentimos. Agarro un condón de mis pantalones y lo abro con los dientes. 
No quiero pensar o sentir nada más que Chayenne. Está acostada de lado en la cama. Pongo mis manos de plano sobre el colchón, a cada lado se su cabeza. Y no nos movemos. Está debajo de mí y estoy inclinado sobre ella y quiero empujar a casa. Pero no puedo moverme. ¿Por qué no puedo moverme? Su mano se desliza hacia arriba, se envuelve alrededor de mi cuello y se ensarta a través de mi cabello. Eso es todo lo que necesito. Mis ojos no dejan los de ella ni los de ella los míos mientras empujo dentro. Sólo estar dentro de ella me hace olvidar todo lo demás. Se siente tan malditamente bien. De repente, mis ojos no pueden dejar los suyos mientras me muevo, haciendo lo que ambos necesitamos que haga.
***
—Debería irme… —Miley está a mi lado, mi brazo colgando a su alrededor. Demonios, no han pasado diez minutos desde que terminamos.
—¿Sí? —Beso su hombro, haciéndole saber que estoy listo para otra ronda si ella lo está.
—Sí —responde, así que me alejo de ella. No escondo el hecho de que estoy disfrutando la vista mientras se viste. Es preciosa. Lo sabe. Lo sé. No voy a pretender que no lo es.
—¿Qué pasa con tu auto? —pregunta. Me encojo de hombros. El pedazo de mierda no importa de todas formas.
—Haré que Joe me lleve para recogerlo.
—Puedo recogerte.
—Te llamaré.— Está de pie allí por un segundo, con los brazos cruzados, buscando con la mirada todo en mi habitación excepto a mí.
—¿Qué es? —pregunto. Aún se ve nerviosa—. Te acabo de mostrar la cosa más dolorosa en mi vida. Creo que nuestras líneas han sido disparadas bastante al infierno, ¿no te parece?— Me siento. Desnudo.
—Están teniendo un servicio para mi mamá.
—Mierda —digo. Sabía que algo pasaba, pero actuó todo el día. Por mí. Por mamá. La alcanzo, pero niega con la cabeza.
—¿Puedes venir conmigo? Nos vamos a reunir después en la casa de mi tía. Comida. Personas. La familia de Liam estará allí.— Tengo que contenerme para no decir algo sobre él, pero lo hice. Fue jodidamente increíble con mi mamá hoy y puedo hacer esto por ella.
—Sí. Está bien. Iré. —Estoy sorprendido de que me moleste que no me deje abrazarla. Es para lo que estoy aquí. Para hacerla olvidar, como lo hizo por mí. Es todo lo que puedo hacer.
—Gracias… yo… gracias. Te enviaré un mensaje con la información.— Sale de mi habitación. Dejo escapar un suspiro y caigo de espaldas sobre la cama. No tengo idea de qué diablos estamos haciendo aquí o incluso de cómo sucedió. Mi puerta abriéndose me hizo levantar la mirada. Agarro una almohada para cubrir la mercancía, pero es Miley.
—Eres un buen hijo, Nick. Tú… eres increíble con ella. Sólo quería que lo supieras.— Esta vez, se ha ido para siempre, pero no deja mis pensamientos. Y por primera vez admito para mí mismo, no quiero que se vaya.

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