domingo, 1 de junio de 2014

Falling Apart - Niley - Cap 08


Han pasado dos días desde que hablé con Nick y aún sigo pensando en él. No debería. No es como si lo conociera bien. Y no es como si esta estúpida charada que hemos estado teniendo en verdad me hiciera sentir bien. Pero estoy pensando sobre ese último día en el auto. Y pensando sobre cuán perra fui. Es obvio que él necesita el dinero. Ese es el porqué estuvo de acuerdo mi estúpida idea de novio. Y sé que su mamá está muriendo. Muriendo. Puedo decirlo por el sonido de su voz cuando me dijo cuánto lo afecta. Era del mismo modo en que habló cuando me dijo que no tenía otra opción. Estoy asumiendo que eso significa cualquiera que sea el dinero que obtenga ayudará de algún modo a su madre. Está luchando por ella, preocupándose por ella en el modo en que desearía que mi madre se hubiera preocupado por mí. La puerta se abre y Denika entra.
—¿Sigues compadeciéndote? ¡Te está tomando superar esta ruptura más de lo que te tomó la primera!— Se deja caer en mi cama junto a mí. Ella es así. No le importa entrometerse en el espacio personal de alguien y actúa como si fuéramos mejores amigas o algo así.
—¿Quieres hablar sobre él? —pregunta. Si tan sólo supiera.
—No.
—¿Estás segura? —Su cola de caballo negra vuela a su alrededor mientras se da la vuelta.
—Sí… estoy segura que querrías salir con tu… novia o lo que sea.— Denika se ve como si la hubiera decepcionado. Bienvenida al club quiero decirle.
—Uno de estos días, encontrarás a alguien con quien tendrás que ser verdadera Miley.— No tengo tiempo para responderle. Mientras está saliendo, mi teléfono suena. Lo busco a tientas, no estando segura de quién estoy esperando que sea. Cuando lo veo es mi tía.
—Hola.
—Hola Miley. ¿Cómo estás? —Hay un débil borde en su voz.
—Estoy bien. ¿Qué está mal?
—Es el fin de semana. Quería ver si vendrías a casa. Creí que podríamos pasar algo de tiempo juntas.— Mi corazón se acelera. Su voz es apagada.
—O podría ir hacia ti. Podríamos obtener una habitación, salir. ¿Cómo suena eso?— Suena como que algo está verdaderamente mal. Lucho por tragar la bola en mi garganta.
—No…no. Iré a casa. Necesito alejarme de todos modos.
—Esta bien cariño… Te amo.
—También te amo.— No me tomo el tiempo para coger ropa. Tengo algunas prendas en casa. Con mi bolso y mi teléfono en mano salgo por la puerta. Algo está mal. Lo sé hasta la médula de mis huesos. Mi mente se precipita a través de todo lo malo: mis tíos divorciándose, alguien enfermo. No me gusta ninguna de las opciones que se apretujan camino a mi subconsciente. Dolly y Mark son estables. La única estabilidad que he conocido. Solo me toma cuarenta y cinco minutos hacer la hora de camino. Hace que mi estómago se hunda. Y no sé cómo estoy tan calmada.
—Eso fue rápido. —La tía Dolly pone un falsa sonrisa en su rostro.
—¿Qué está mal?— Mi tío sale de la cocina. Él es el típico hombre adinerado adicto al trabajo, siempre ocupado. Aunque está aquí, ¿por qué está aquí? Mi teléfono se desliza fuera de mi sudorosa mano y golpea el suelo. La tía Dolly trata de sonreírme de nuevo, pero no puede hacerlo muy bien. Inclinándose levanta mi teléfono.
—Sólo díganme. —Caigo en el sofá. Los ojos de Dolly brillan antes de que una lágrima se deslice de ellos. Ambos se sientan a cada uno de mis costados. Temo que mi corazón se salga fuera de mi pecho. La tía Dolly coge mi mano. Está temblando. O tal vez es la de ella. O la de ambas. Luzco casi exactamente como ella, como ella y mi madre, pero hay una tristeza que nunca antes había visto en ella.
—La policía nos visitó hoy.— Oh Dios mío. Tuvieron que haber encontrado a mi madre. Debe de estar en
la cárcel. ¿Ha estado encerrada todos estos años? No, eso es imposible. Si lo estuviera, lo habría sabido. Papeles fueron llenados cuando ella se fue. Todo es oficial y está grabado.
—Esta bien… ¿Dónde está ella? —No sé en cuál sentimiento concentrarme. Ira o dolor. Dolly empieza a llorar más fuerte y mi tío se hace cargo. Balancea su peso, viéndose nervioso.
—Miley…cariño. Fueron encontrados huesos.— Mi respiración se detiene. Me visión se nubla. Mi corazón se detiene. ¡Huesos!
—Han estado allí un largo tiempo dulzura… pero eran dientes. Luego empezaron las pruebas y…—Avanza un paso hacia mí, pero se detiene inseguro.
—¿Cuánto tiempo? —¿Cuánto tiempo, cuánto tiempo, cuánto tiempo?
—Diez años —responde. Dolly deja salir un sollozo, pero no puedo hacer nada. Diez años. Desde que ella se fue. Mi madre ha estado muerta desde que me abandonó y yo no lo sabía. Y la odiaba por dejarme. La odiaba por algo que quizás no había hecho. O quizás había hecho. Nunca lo sabré. Nunca sabré si planeó
nunca volver o si algo más la alejó de mí. Pero todo este tiempo, la odié. No todo es siempre blanco o negro, Princesa. Las palabras de Nick me golpean.
—Lo siento, chiquilla —dice mi tío. Mi tía, la hermana de mamá, se aferra a mí. Me empuja en un abrazo y llora sobre mi hombro.
"—Mami tiene algunas cosas que hacer Miley. Te llevaré a ver a la tía Dolly. Quieres ver a la tía Dolly, ¿No es así?
—No… quiero estar contigo —Me cuelgo de su mano, suplicando—. Te extraño cuando te vas. Seré buena. No lloraré esta vez si salimos. Incluso me quedaré en casa sólo para mostrarte que puedo. Seré una niña grande. No dejaré la habitación en las fiestas. No llamaré al 911 si me asusto como siempre hago.
—Oh, dulzura. No llores. Te divertirás con la tía Dolly. No puedes ir dónde mami va.— Rodeo su cintura con mis brazos y lloro sobre su vientre. Lloro porque me va a dejar y no quiero nada más de ir con ella. Ella no dijo que estaría de vuelta. A los nueve años de edad, la perdí. No es que ella hubiera estado ahí cuando la necesité dos años atrás.
—No todo es siempre blanco o negro, Princesa
—No puedes ir dónde mami va.—" Pudo significar que ella sabía que no volvería a casa… o pudo haberse
deslizado de su mente. Ser algo que ella pensó que no tenía que decirme porque sabría que volvería.
—¿Entiendes lo que te estamos diciendo? —pregunta mi tío. Se ve pequeño. Es la primera vez que lo puedo recordar viéndose alguna vez de ese modo y me hace querer perder el control. Me las arreglo para alejarme de mi tía. Aún no hay lágrimas. Tengo que mantener mis manos juntas para tratar de evitar que tiemblen.
—Está muerta. Se ha ido desde que me abandonó.— Antes se había ido por días. Incluso por un par de semanas. ¿Es una excusa para asumir lo peor? ¿Qué ella había planeado en arrojarme lejos y nunca mirar atrás?
—La policía está investigando. Nos advirtieron, que tal vez nunca sabríamos qué le ocurrió. —La voz de Mark es más estable de lo que nunca podría estar la mía.
—¿Dónde? —me las arreglo para decir.
—Miley…—empieza mi tía.
—Es lo suficientemente mayor para saberlo Dolly. —Me observa, sin tonterías como siempre—. Wilsonville. En el bosque.— ¿Un pueblo más allá del que se dirigía? ¿Estaba en su camino fuera del pueblo y se le pinchó un neumático? ¿Alguien se detuvo para ayudar? ¿Había planeado dirigirse a ese bosque?
—Tengo que irme. —Mi pecho se aprieta, tan fuerte que casi no puedo respirar. Agarro mi teléfono fuera de su mano, lo cual es difícil debido a que mis dedos quieres apretarse.
—¿¡Qué!? No puedes irte. No después de esto. Quiero que permanezcas en casa, Miley.
—No puedo. —Mi visión se nubla de nuevo. De algún modo estoy respirando demasiado fuerte y al mismo tiempo no puedo tener aire suficiente. No entres en pánico. No hasta que te marches—. Alguien me esta esperando. Tengo… no puedo. Necesito irme.
—Espera cariño. No te cierres a mí. Tienes que dejar entrar a alguien. —Las palabras de Dolly son cercanas a lo que dijo Denika. Hacen que mi pecho se sienta aún más apretado. Corro hacia la puerta. Dolly dice mi nombre detrás mío. Mis tíos permanecen en el marco de la puerta mientras me dirijo hacia la carretera. Sólo consigo alejarme una milla antes de que golpee el freno y me detenga. A duras penas abro la puerta antes de vomitar sobre toda la carretera. Está oscuro ahora, no hay sonidos aparte de mis jadeos. Huesos. Bosque. Tal vez nunca lo sabremos. ¿Estaba sola? ¿La acecharon sigilosamente? ¿La tomaron en contra de su voluntad? Azoto la puerta, peleando con las lágrimas. Luchando contra el pánico. Enciendo el auto, aprieto el acelerador y me alejo.

—Nick. Hombre, esa chica de la fiesta está aquí para ti —grita Joe a través de la puerta de mi dormitorio. Mierda. Justo cuando no estoy de humor tengo que enfrentarme a la princesa. Estoy un poco sorprendido sin embargo. No esperaba volver a verla. No sé lo que siento porque ella esté aquí ahora. Abro la puerta.
—Yo no quería dejarla entrar, en caso de que no estés solo.
—¿A pesar de que no te importara correr el riesgo de que yo podría estar aquí con sabe quien aquí para mí?— Joe me guiña un ojo. 
—Sólo porque esta chica-fiesta parece diferente.
—Su nombre es Miley. —No sé por qué en el infierno acabo de decir eso. Empujando alrededor de Joe me dirijo hacia la puerta—. ¿Le cerraste la puerta en las narices? Hijo de puta.— Una risa es su única respuesta. Tiro de la puerta abierta. Ella se ve diferente a lo habitual. Su pelo está atado de nuevo y está usando pantalones cortos desteñidos y una camiseta. Este no parece ser el tipo de ropa que dejaría que alguien la viera. No sé por qué, pero hace que mi piel se sienta apretada.
—¿Vuelves para tirarme más mierda? —le pido, apoyando mi mano contra el marco de la puerta.
—No. Vine a decirte que se acabó —Su voz se quiebra un poco.
—Mierda —me incliné hacia afuera—. Vamos a mi habitación. No me gusta que haya otra gente en mi negocio.— Me sorprendo cuando Miley me empuja y va más allá de mí. Ignoro la sala llena de gente que nos ve mientras caminamos. 
—Última habitación de la derecha. —Una vez que entramos, cierro la puerta detrás de nosotros.
—Está muy limpio por aquí... y blanco. —Ella me está dando la espalda.
—¿Qué? ¿Un hombre como yo no puede limpiar su mierda? —No me importa cómo me veo, pero me gustan que mis cosas estén en orden.
—El resto de la casa estaba destrozada.
—Yo no tengo control sobre el resto de la casa. Dudo que hayas venido aquí para hablar de mis sábanas blancas sin embargo. —Me apoyo en el viejo escritorio en mi habitación. Mamá lo tenía para mí en una venta de garaje, toda emocionada porque sabía que iba a necesitar un lugar para hacer mi tarea.
—Ya te he dicho lo que he venido a decir. Se acabó. La farsa.— Me río y me rasco la cabeza. 
—Sí me di cuenta cuando estabas toda enojada conmigo el otro día y entonces no me diste mi próxima asignación.— Lo que debería ser una maldita bendición para mí, pero por alguna razón,
me encuentro molesto por ello. —Todavía me debes dinero sin embargo. Jugué tu pequeño jueguito por unos pocos días.— Miley vuelve la cabeza hacia mí. Por un segundo, creo que podría llorar, pero en vez de eso agarra su bolso. 
—¿Cuánto necesitas, Nick? ¿Esto es suficiente? —Me lanza un fajo de billetes—. ¿O quieres mi tarjeta de crédito también? —El rectángulo de plástico rebota en la pared mientras lo lanza—. ¿Hay algo más que
pueda darte? ¡¿Qué más quieres de mí?! —grita ella. No tengo ni idea de qué demonios está pasando aquí, pero es obvio que algo pasa.
—¡Siéntete libre de tomarlo todo! —Esquivo el bolso que vuela sobre mi cabeza. No está llorando, pero parece que quiere. Su pecho sube y baja con grandes subidas de tensión. Algo gira en mi interior.
—Oye. ¿Soy yo o acabamos de entrar en la dimensión desconocida o algo así? —Doy un paso hacia ella. La mirada de rabia o dolor, tal vez ambas cosas en sus ojos ruedan a través de mí—. ¿Qué está mal?— Otro paso.
—¿Quieres decir aparte de que mi mamá está muerta, y que yo no lo sabía y que la he odiado durante años? Nada. —Apunta hacia mí, su voz como el ácido. Esas palabras se estrellaron contra mí como ninguna otra cosa que podría haber dicho. Ninguna otra cosa podría haberle dicho a nadie. Mi cuerpo se quiere tensar y aflojar al mismo tiempo. 
—Mierda. —Me llevo una mano al pelo—. Lo siento.— No soy bueno con las palabras. Nunca me he preocupado de ello antes, pero en este momento, me gustaría saber qué más decir. Miley se encoge de hombros. 
—No es como si tú lo hicieras. No se puede cambiar ahora. —Otro encogimiento de hombros—. Así que sí. Yo la culpaba por haberme dejado, quería demostrar que yo no le importaba a nadie más que me dejara de nuevo, cuando todo era una mentira. No hace falta decir nada, ya no necesito eso.— Sus palabras se dirigieron en la dirección equivocada. Ella quiere que sean reales, pero como todo lo que hace, son falsos. 
—Así que... ¿todo esto es duro, no? ¿Sólo estás fingiendo que esto no es un gran problema? Eh, me enteré de que tu mamá está muerta, pero yo sólo voy a seguir con mi negocio.
—Eres un presumido hijo de perra. —Trata de golpearme, pero le agarro la muñeca. Como siempre no se contuvo. Fue un impulso completo—. No hagas eso. Tú no eres mejor que yo, escondido detrás del hecho de que eres un idiota.
—Hay una diferencia, porque no estoy en negación acerca de ello. —El modo en que sus ojos tristes y apagados reconocen mis palabras, me hace algo. Los siento sobre mí... en mí. Es jodidamente ridículo y soy el último que debería estar consolando a esta chica, pero le agarro la mano y tiro de ella hacia mí—. Ven aquí.— Ella viene. Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello y los míos por su cintura. Se siente pequeña, menor de lo habitual, pero suave y femenina apoyada contra mí.
—La vida es una mierda a veces.— Espero que llore. Espero por ella. Las mamás siempre han sido un pregonero. Raíces emocionales de cosas, pero ninguna humedad se filtra a través de mi camisa donde descansa la cabeza sobre mi hombro. No lloriqueos o abatidos. Sólo... nada. Maldita sea, esta chica se cierra firmemente. Con lo que yo debería estar agradecido, así no tendría que lidiar con esto. Me encuentro dirigiendo mi mano hacia arriba y abajo por su espalda sin embargo. Su agarre en mi cuello se tensa, la única señal que ella no comprende nada.
—Tu mamá... ¿Qué pasó con ella?— Su pregunta es como un tornillo de agarre, exprimiendo la vida fuera de mí.
—Cáncer. ¿Qué más?
—Lo siento —dice mirándome.
—Yo también.— Ella agacha su cabeza y sé lo que va a hacer antes de que lo haga. Sus labios rozan mi cuello y me aprieta la cintura. Cristo, esto es jodidamente estúpido. Todas las clases de estupideces, pero no la rechazo cuando sus labios patinan sobre mi garganta otra vez. No me dejo pensar, subo su cabeza hacia arriba y tomo sus labios. No estoy lento en cuanto a ella tampoco. Estoy hambriento, necesitado de ella. Mi lengua se empuja en su boca. Un pequeño gemido se le escapa de la parte posterior de su garganta y maldita sea eso me excita. Sus uñas se clavan en mi piel y sólo me impulsan a más. La beso más profundo, estudiando todas las partes de su boca. Con mis labios sobre los de ella, nada más importa, sino lo que estamos haciendo. La levanto y envuelve sus piernas alrededor de mi cintura. Tropezando, camino a la cama, nunca alejando mi boca de la suya.
Miley hace un pequeño "umpf" cuando caemos en la cama, pero me sigue besando y yo también y todo lo que pienso es que puede que quiera más. No soy estúpido. Sé lo que es esto. Ella quiere olvidarse de su mamá y me gusta la forma en que se siente y he querido saber cómo sabe. Sé que debería detenerme, pero nunca he sido ese tipo de persona, por lo que sigo adelante. Mi boca se desliza por su cuello. Mi lengua lamiendo ese pequeño hueco que, no me había dado cuenta hasta este segundo, quería probar. Las manos de Miley están en mi pelo mientras sigo besando mi camino hacia abajo. Empujo la parte superior de su camiseta hacia abajo, tomando mi lengua por el oleaje de sus pechos. Me muevo bastante lejos para que pueda empujar la camisa en este momento.  
El sujetador es de raso, pero todavía no es tan suave como la piel. Bajo una copa mientras me burlo del otro a través de la tela. Estoy en llamas. Por dentro y por fuera. Mi mano se mueve a la parte superior de sus pantalones. Antes de ir más lejos, miro hacia ella. La angustia en su rostro-el dolor en sus ojos, empapa mi reguero de pólvora. Mierda. ¿Qué demonios estoy haciendo? Me incorporo y me alejo de ella. Me duele desearla tan jodidamente, pero digo: 
—Tenemos que tranquilizarnos.— En todo caso, mis palabras hacen que la oscuridad en sus ojos sea peor. Miley se incorpora fuera de la cama, acomodando su camisa mientras se va. 
—Me tengo que ir.
—No tienes que hacerlo. —Me encojo de hombros, preguntándome de dónde diablos vinieron estas palabras.
—Sí, lo sé —Agarra su bolso. Me levanto y empiezo a agarrar el dinero y la tarjetas que arrojó al suelo.
—Yo... —Ella niega con la cabeza.
—Está bien —le digo—. Todos perdemos el control a veces.
—Yo no. Nunca más —Miley toma la tarjeta y se va.

2 comentarios:

  1. ME ENCANTO!
    ESTA NOVELA YA ME ATRAPO Y POR ESO ME ESTOY PONIENDO AL TANTO YA QUE ME PERDI MUCHOS CAPIS...PERO JUSTO LA DEJASTE EN LA MEJOR PARTE! Y TE ODIO POR ESO.
    SE BUENITA Y SUBE MAS CAPITULO QUE MUERO POR SABER QUE PASAR CON MILEY Y CON NICK
    Y POR CIERTO AMO EL PERSONAJE DE NICK ES TAN SEXI Y HERMOSO Y MUY HOMBRE Y LIAM ES UN HIJO DE PUTA QUE NO VALE NI ACA, POBRE MILEY PASAR POR TODO ESO YO QUE ELLA DEJO DE SER TAN ESTUPIDA Y SOY FELIZ CON NICK!
    SIGUELA
    BESOS

    ResponderEliminar