Me siento como una mierda. Es una locura cuánto puedes beber y pensar que estás bien hasta que de repente no lo estás. Cuando Nick se acercó, de pronto ya no lo estaba. Con todos esos músculos tan cerca y los tatuajes tribales justo ahí para que los diseccionara personalmente. La ronquez de su voz. En todas esas veces en las que me había puesto caliente y pesada con Liam nunca sonó así y con Nick, ni siquiera estábamos haciendo nada. Recuerdo a mamá diciéndome que hay algo en la voz de un hombre… en la inflexión o en cómo te habla o habla de ti que dice mucho. Nunca pensé sobre ello hasta ahora y no podía evitar preguntarme qué significaba la voz de Nick.
Además del hecho de que estaba encendido. Seh, sentí eso también, justo antes de desmayarme. Me levanto de la cama y me lavo los dientes. No tiene sentido yacer aquí todo el día rememorando algo que no importa. Porque no lo hace. Importar, digo. Sólo para demostrarlo tomo el teléfono y lo llamo utilizando el número en el papel que me dio. No tengo ni idea de cuándo son sus clases, pero las mías comienzan pronto y si va a hacer esto, necesito que lo haga hasta el final.
—¿Qué? —Su voz es aún más ronca de lo que fue ayer.
—Esa no es manera de hablarle al amor de tu vida.
—No soy una persona mañanera, prin… Miley. Escúpelo antes de que te cuelgue como me hiciste anoche.—¿Colgarle? Oh, mierda. Le llamé anoche. No me puedo creer que olvidara eso. ¿Por qué lo hice?
—Tick tock —dice, como lo hizo cuando nos conocimos. Estoy a punto de llamarle imbécil de nuevo, pero no tengo tiempo ahora.
—¿A qué hora son tus clases? Necesito que me encuentres a las 10:40. Liam y Pelirroja están en esa clase así que sería genial si me recogieras.
—¿De verdad? —Suena sin aliento.
—¿Qué haces? ¿Por qué hablas así?— Hay una pausa al otro lado de la línea antes de que diga
—¿Has pensado alguna vez que podrías pillarme en medio de algo? Ya sabes cómo son los tíos por la mañana, y he estado quieto y seco...
—¡Nick! Oh mi Dios. Eres repugnante. Juro que eres la persona más grosera que he conocido. —Trato de gritar por encima de su risa. Es la primera vez que le escucho realmente dejarse ir.
—Tú preguntaste —dice sin disculparse. Estoy segura de que miente. Bastante segura. Tiene que estarlo, ¿verdad?
—Te odio.
—De vuelta al ahora. Entonces, ¿dónde necesitas que desfile y te recoja? Tengo otras cosas que hacer hoy.— Le digo en qué clases estoy, y está de acuerdo en venir a verme. Mucho tiempo después de colgar, todavía tengo su ronca voz en mi mente. Incluso unas cuantas imágenes de él haciendo exactamente lo que dijo que hacía. Es una imagen agradable, pero una que necesito alejar de mi mente. Después de salir de la ducha, me pongo una falda, una camisa ajustada, y otra por encima colgando del hombro. Me dejo el pelo suelto, me meto en unos tacones para ganar algo de altura y me voy a clases. No, no es el mejor conjunto para la escuela, pero funciona.
Al segundo de entrar en el gran salón ovalado, veo a Liam. Me mira fijamente, sus ojos estrechados. Le doy mi mejor sonrisa. Liam da un paso cuando el profesor entra y empieza a hablar. Siento sus ojos en mi espalda durante toda la clase. Chúpate esa, Liam. Esto es lo que te pasa por abandonarme. No soy el primero que así lo cree, tampoco. Trato de bloquear sus palabras. Tan pronto como termina la clase, me dirijo hacia la puerta.
—¡Miley! ¡Espera! —grita Liam detrás de mí, pero sigo adelante. Será mejor que Nick esté en la puerta ahora mismo. Mejor. Que. Esté.
—No tengo tiempo, Liam —digo sobre mi hombro. Al entrar en el ocupado pasillo, miro alrededor. Por supuesto. Nick no está.
—Miley. —Agarra mi muñeca—. Sólo quiero hablar.— Pelirroja tiene los brazos cruzados, pero se queda donde está. Una parte de mí quiere regodearse, pero estoy demasiado molesta.
—Estoy bastante segura de que no tienes derecho a apoderarte de mí. —Me han agarrado antes en contra de mi voluntad y no voy a dejar que suceda de nuevo. Alejo la mano.
—Lo siento, lo siento. Tienes razón. Me preocupas, Miley. ¿Ese tipo? Es inestable. En serio nos atacó una noche cuando salíamos. No estás siendo tú misma y quiero asegurarme de que todo va bien.— Su voz es azucaradamente dulce. Es la que utiliza para salirse con la suya. La he escuchado un millón de veces, excepto que solía usarla en otras personas y no en mí. Me recuerda de qué va todo esto. Liam está acostumbrado a salirse con la suya. A ganar. Nunca esperó que me alejara. Quería el pastel y comérselo también. O tirarse a Pelirroja, pero tenerme a mí bajo el brazo. No sucederá. Así que juego también.
—Estoy mejor que bien, en realidad. Nick... él... — Uso el mismo tono falso, como si estuviera tan enamorada de Nick que no pudiese encontrar las palabras para explicárselo cuando en realidad se me ocurren unas cuantas que no ayudarían con la situación.
—Saldrás lastimada. Te está usando para meterse entre tus pantalones.— Ahora, eso me molestó. —¿Perdón? Tú eres el que...
—Es la segunda vez que te pillo con mi chica, Niño Bonito. No dejaré que ocurra una tercera.— No puedo creerlo, pero en realidad exhalo un suspiro de alivio al oír la voz de Nick. Nick me tira hacia él, y pone sus manos en mi cintura. Bajo mi camisa. Están calientes contra mi piel. —Ey. Siento llegar tarde. —Se inclina y presiona sus labios en mi cuello y santa mierda, me estremezco. Es bueno en esto.
—E-ey. —Ugh. ¿Por qué mi voz suena rota? Necesito recomponerme.
—Has acabado aquí, ¿verdad? Realmente quiero tenerte a solas. —Me besa el cuello de nuevo. Incluso mordisquea un poco y de repente me río. Vale. Necesito relajarme y no recuerdo haberle dicho que podía besarme, pero no hay forma de que lo detenga ahora. Liam sólo nos mira, sus ojos como platos. Fuego arde en ellos y sé que quiere explotar, pero también sé que probablemente esté asustado de Nick. No podría ser más perfecto.
—Sí. Definitivamente estoy lista.
—Nos vemos, Niño Bonito. —Oigo la sonrisa en su voz. Me coge de la mano y nos alejamos, mientras trato de ignorar el hormigueo en mi estómago.
Al segundo de salir, libero la mano. En verdad no soy del tipo chicosostiene- mano, especialmente cuando en realidad no salgo con la chica. ¿Los besos? Puedo lidiar con eso, pero el resto es demasiado empalagoso para mi gusto.
—¿Qué fue eso? —pregunta Miley, su boca fruncida.
—Eso fui yo haciendo de un imbécil celoso, como me estabas pidiendo que hiciera.
—En verdad no tenías que besarme.— La observo. ¿Heriría mostrar un poco de apreciación?
—Sólo estás molesta porque te gustó.
—Deberíamos ir al café. Será bueno hacer una aparición juntos.
—¿Escoges ignorar lo que acabo de decirte? ¿Y qué si tengo clases? ¿O tú?— Sacude su cabeza. —Tengo un pequeño descanso antes de la siguiente. ¿Tú?— Por primera vez desde que salimos, me observa. Cristo, es preciosa. Esto sería endemoniadamente mucho más fácil si no lo fuera. Tiene estos pequeños y regordetes labios que quiero morder y chupar.
—¿Me estás mirando?— Mierda. Me pillaron.
—¿Tienes que preguntar? Sabes cómo luces.— Esto la hace tropezar. Trato de atraparla, pero se estabiliza por su cuenta.
—Yo….— Sacudo mi cabeza. —No juego juegos, Miley. Lo digo tal y como es. Los únicos juegos aquí son esos por los que me estás pagando para que actúe frente a todos los demás.
—¿Podríamos ir simplemente a por el café? —Está luchando contra una sonrisa que honestamente, la hace más sexy. Qué mal que me enloquezca.
—Lo que sea que quiera, princesa Miley. —No sé qué es, pero no puedo parar de arruinar las cosas con esta chica. Me molesta y me hace sentir travieso, ambas cosas al mismo tiempo.
—¿Pensé que ibas a dejar de llamarme así?
—¿Pensé que dejarías de actuar como una princesa?— Suspira y por primera vez me pregunto si toda esta cosa la está obsesionando más de lo que pensé.
—¿Por qué nuestras treguas no duran mucho? —pregunta.
—Supongo que no somos especialistas en eso. —De nuevo, me siento como un idiota. No sé por qué me preocupo por ello. Iremos por caminos distintos en poco tiempo.
—Simplemente vayamos a por el café para que puedas deshacerte de mí — dice. Vamos a la cafetería donde la vi por primera vez. Cuando entramos, le pregunto qué quiere y le digo que puede sentarse mientras ordeno. En que buen perrito faldero me estoy convirtiendo. Miley me sonríe. Unos pocos minutos después, estoy en la mesa con nuestras bebidas y me siento.
—Entonces… —Obviamente busca algo que decir. En lugar de salvarla, me recuesto en la silla para ver con qué sale—. Clases. Nunca me respondiste sobre tus clases.
—Estoy bien hasta más tarde.
—¿Cuántos años tienes?
—¿No deberías saberlo, desde que estamos durmiendo juntos? —Le guiño.
—¿Sabes qué? No importa. Olvidé el gran imbécil que eres.— Suspiro. ¿Qué pasa con esta mujer?
—Veintiuno. ¿Qué hay de ti?
—Veinte. ¿Mejor?
—Sigo tratando de averiguarlo.— Arruga la nariz y sus ojos brillan mientras escanea la habitación.
—¿No eres un junior?
—¿Por qué haces eso? —Cambio de tema. Y técnicamente, debería ser un sénior.
—¿Hacer qué?
—Mirar alrededor así… como si siempre estuvieras observando para ver quién está y saber si necesitas impresionar a alguien o no.— Entrecierra sus claros ojos y sacude su cabeza. ¿En verdad no sabe que hace eso?
—Oh, los conozco. Son los amigos de Liam.— Miley se inclina sobre la mesa y sostiene mi mano. Esto es tan jodidamente ridículo. No puedo creer que accediera a jugar este juego. No me gusta ser usado y estoy seguro como el infierno que no enfrente de personas falsas.
—Tengo que ir al baño. Volveré en un minuto. —Levantándome, me encamino hacia el baño. Los amigos del imbécil me observan y me pregunto cuándo retrocedimos a la secundaria. Después de terminar veo a Miley sentada de brazos cruzados.
—¿Qué sucedió? —Observo a sus amigos, pero no nos prestan atención.
—Nada. Simplemente vámonos.— Encogiéndome de hombros, recojo mi móvil de la mesa. Revisando
rápidamente los mensajes veo que alguien necesita un enganche. Podría caminar a casa, pero me tomaría mucho tiempo así que digo—: Vivo fuera del campus. Necesito un aventón a casa.
—Mi auto no arrancaba esta mañana, así que Joe me trajo.
—Lo que sea.— Sigo a la princesa a los dormitorios, preguntándome qué la molestó mientras no estaba. Camina hacia un Honda Accord, lo que me sorprende. Pensé que conduciría algo más llamativo. Le doy las indicaciones de mi casa de mierda. No toma mucho llegar allí y permanece en silencio todo el trayecto. Cuando se detiene, sé que quiere decir algo.
—Escúpelo, Miley. Tengo prisa.
—Eres un traficante de drogas.— Mierda.
—Sabes, en realidad no estamos en una relación, así que no necesitas jugar a la novia controladora y mirar mis mensajes. —Mi cuerpo entero se siente caliente. Mi corazón de repente corre a miles de millas por hora. ¿Quién demonios se cree que es?
—No tenía la intención de fisgonear, pero cuando tu teléfono se iluminó con un nuevo mensaje, eché un vistazo.
—Estoy malditamente seguro de que no decía de qué se trataba, ¿así que cómo lo sabes?
—Simplemente lo sé. Que arruines o no tu vida, no me importa. No es de mi incumbencia. Pero si hacemos esto, tienes que mantenerlo lejos de mí. No quiero tener nada que ver con esa mierda.— Mi cuerpo entero se tensa.
—Porque obviamente lo estoy haciendo por el infierno en ello. Soy el chico tatuado que vive en una casa de mierda y se mete en peleas con tipos rudos. Por supuesto eso significa que tráfico con drogas porque
quiero.— Difícilmente puedo escuchar a través del pulso en mis oídos. Empujo la puerta al abrirla, salgo y doy un portazo. La ventana está abierta, así que me inclino dentro.
—No todo es blanco y negro, princesa. A veces tenemos que hacer mierdas porque no hay otra opción. Tal vez deberías pensar en ello antes de juzgarme.— Sin otra palabra más, me voy.
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