lunes, 5 de mayo de 2014

Falling Apart - Niley - Cap 02


Las personas que mueren tienen un olor característico a ello. Incluso las personas que tienen meses antes de irse. Es casi un olor viejo que se aferra a su piel. Que es tan intolerable como el infierno, pero cuando se trata de alguien a quien amas, no piensas en lo desagradable que es, sino en lo mucho que malditamente apesta. En el segundo en que entro al apartamento, el olor me golpea. No estoy seguro de si debo respirar por la nariz y arriesgarme a capturar algún olor mediante mi boca y vomitar, lo que me hace el cobarde más grande del planeta. Si ella puede pasar a través de él, yo debería ser capaz de visitarla.
—¿Nicholas? ¿Eres tú? —Su voz suena feliz a pesar de lo que está pasando. ¿Ella huele la muerte como yo lo hago? ¿Tiene nauseas o es inmune? Soy un idiota.
—Por supuesto que sí, Mamá. ¿Esperas a algún otro tipo magnifico, joven en aparecer? —Rodee la esquina de su sala de estar. Las cortinas estaban abiertas en la gran ventana en la pared. A ella siempre le ha encantado el sol. Me pregunto qué diablos tiene que haber para que el sol brille así alrededor. Mamá se ríe mientras está sentada en su vieja andrajosa silla de ruedas. La manta que le compre para Navidad como hace ocho años está alrededor de sus hombros. Tiene agujeros en ella. La estúpida cosa necesitaba ser tirada lejos hace mucho tiempo, pero ella no tira nada. Cuando no tienes mucho, aprendes a cuidar las cosas que tienes. Me inclino hacia adelante y la beso en la frente. Me siento como un hijo de puta porque tengo que aguantar la respiración para hacerlo. Ella no lleva un sombrero hoy y todo lo que queda de su cabello es pelusa. 
—¿Qué pasa? —El polvo da patadas cuando me dejo caer en la silla a su lado.
—No mucho. ¿Cómo estas hoy? —Su voz se agrieta y comienza a toser. Maldita sea si no quiero tapar mis oídos así no tengo que escuchar. Sep. Que buen hijo soy. Ella hace todo por mí, pero yo apenas puedo estar de pie mirándola.
—¿Cómo te sientes? —Esta es la cuestión más importante que cualquier cosa para mí. Su pelo solía ser negro y brillante. Recuerdo que la gente solía decir que se veía como la noche. Tal vez por eso le gustan tanto las cortinas abiertas. El invierno será duro. Ella probablemente no estara aquí…
—Me siento muy bien. —Mamá se cruza de brazos. Ruedo los ojos. Sep. ¿Cuán bien puede sentirse? Se está muriendo. Los doctores dicen que podría ser una semana, podrían ser tres meses. Nunca se sabe con estas cosas. Es una respuesta de mierda si me preguntas. Son doctores. ¿No se supone que saben eso? Si pueden decirte que vas a morir, deberían ser capaz de ser un poco más precisos.
—Mamá…
—Nicholas —lanza de nuevo a mí, una sonrisa inclinándose en sus labios—. Háblame de la escuela. ¿Cómo son tus clases?— Una mierda. Las odio. No son tan importantes como lo que está pasando contigo. 
—Son geniales. Sólo han pasado un par de semanas. —Cada año es lo mismo. Es lo único que le importa y de lo único que habla y cada vez siento como que quiero explotar. No debería estar preocupado por los grados. Debería estar cuidando de ella, haciendo cualquier infierno que necesite para cuidar de ella. Es por lo que hago las cosas que hago. Mamá me da otra sonrisa, sus ojos una mezcla de alegría y dolor. Esa mirada tiene el poder de comerme desde el interior, como si quemara de la misma manera que el cáncer quema su cuerpo, destruyendo todo a la vista. Se toca la pierna. Jesús, sus dedos son delgados.
—No puedo creer que mi hijo es un junior en la universidad. Te convertiste en un hombre con tanta rapidez. Siempre supe que podías hacer cualquier cosa, Nicholas.
Ahora la culpa es mi enfermedad. Porque no veo el punto. Porque nunca me importó una mierda el ir a la universidad. Sé quién soy y lo que valgo y un estúpido sin título no va a cambiar eso. ¿Ella? Ella siempre quiso eso para mí. Ella nació como un bebe adicto, y sobrevivió. Brincaba entre las casas de acogida y sobrevivió. Siempre supo qué era su madre, desertora en abandono escolar, fugitiva, drogadicta. Mamá no se droga, pero quedó embarazada de mí joven, justo como su mamá lo hizo. Abandonó los estudios secundarios. ¿Estamos viendo un patrón aquí? La parte de mierda es que mi dinero viene de la cosa que causó todos sus problemas. Drogas. Ella sobrevivió todo. No se dejó caer. Trabajó su culo. Sacó al capullo de mi papá cuando tropezó de nuevo en nuestras vidas y trató de ser mi mamá y mi papá cuando él se fue. Todo lo que quería es que yo terminara la escuela. Ir a la universidad, como si esa mierda fuera a hacer mejor mi destino.
—No es la gran cosa, mamá. —Aprieto su mano para que vea que no estaba cabreado, pero lo hice con mucho cuidado para no hacerle daño.
—Sí, lo es.— Ella se enfermó cuando yo era estudiante de último año en la escuela secundaria y sucedió rápidamente. Prometí que ella se pondría mejor, haría todo lo que ella quisiera. Iría a la escuela. Hemos solicitado becas, ayuda financiera y todo eso junto y ella comenzó a mejorar. Pensamos que tendría que vencer más dificultades, pero para entonces, estaba estancado. Hice una promesa y yo sabía que eso significaba más para ella que su vida. Tres años más tarde, sigo en la escuela y ella realmente va a morir esta vez. Todo lo que quiere es saber que voy a terminar con un pedazo de papel que hará que valga toda la pena, o algo así.
—¿A qué hora viene Maggie a casa? —El sujeto de cambio es definitivamente en orden. Maggie es una ex enfermera con la que mamá se hizo amiga. Son compañeras de cuarto y es la cuidadora de mamá ahora. Enfermos terminales viene a ver como está, pero ayuda saber que Maggie está aquí todo el tiempo. Luchamos por un seguro todas nuestras vidas, pero una vez que te estás muriendo, las cosas son diferentes. Apesta tener que llegar a eso.
—En alrededor de una hora. Estoy realmente muy cansada sin embargo. —Bostezó. Sucede así todo el tiempo. Ella parece bien, pero su cuerpo no puede mantenerse despierto mucho tiempo.
—Te pondré en la cama.
—Estoy bien. Deseo visitarte.
—Está bien. Necesito ir a trabajar de todos modos. Solo quería parar y ver como lo estabas haciendo. —A mi trabajo falso. Comida rápida no aporta el tipo de dinero y flexibilidad que necesito para estar aquí con ella. Enfermos terminales puede hacerse cargo del hecho de que se está muriendo, pero eso no es todo de lo que hay que preocuparse.
—Si estás seguro —bosteza de nuevo. Me levanto, a punto de ponerla en la otra habitación, pero ella me para. —Quiero caminar. ¿Me ayudas a caminar?— Aprieto cerrando mis ojos, puntadas de dolor a través de mí. ¿Cómo jodidamente puede pasar esto? Ella tiene treinta y ocho años de edad. No debería necesitar mi ayuda para caminar a su habitación. 
—Por supuesto.— Se inclina sobre mí mientras la ayudo a levantarse de la silla. Su brazo se envuelve alrededor mío libremente, así que la sostengo para estar seguro de que no se caiga. Tarda cuatro minutos para hacer una caminata de treinta segundos, pero pronto llegamos a su dormitorio. A la cama de hospital en su habitación. La ayudo a sentarse, pero cuando trato de tomar su manta, me detiene. 
—Me gustaría usarlo. Me hace sentir cerca de ti.— Me muerdo la lengua. Mierda, esto es difícil. 
—Eso es lo que todas las damas dicen. —Le guiño antes de asegurarme de que puede establecerse bien. Tirando arriba las sabanas, le doy otro beso en la cabeza—. Te llamaré luego, ¿de acuerdo?— Ella no responde y sé que es porque se está desgastando. Mis manos ruegan por golpear algo. Por hacer algo, cualquier cosa para tratar de sacarme el dolor de adentro. Cuando a la puerta de su dormitorio, oigo un crujido. 
—¿Nicholas? —Volteándome hacia atrás, la miro—. Puedes hacer cualquier cosa en el mundo. Siempre lo supe. No lo olvides.— Mis entrañas se hacen añicos. Definitivamente no soy quien cree que soy y ni siquiera estoy seguro de qué quiero ser. Por suerte, no tengo que contestarle, porque rápidamente se desmaya.
***
Hay un olor diferente que impregna la casa de al lado a la que entro: alcohol, hierba y quien sabe que más. La música golpea tan fuerte que las paredes vibran.
—¿Qué pasa, hombre? —Joe asiente con la cabeza hacia mí. Esta apoyado en la pared con una chica besando su cuello.
—¿Divirtiéndote? —Le sonreí, sabiendo que no estará en la sala de estar con esa chica mucho tiempo. Encontrarán una habitación, closet, auto o algo pronto. No es que lo culpe.
—Lo sabes —respondió Joe y me mantuve caminando. Cuando me fui de casa, todo lo que quería era estar solo, pero entrando en nuestra repleta pequeña casa de mierda sé que esto es exactamente lo que necesito. Distracción. Probablemente del mismo tipo que Joe está teniendo. Me dirijo directamente a mi escondite secreto, encerrado en mi armario, agarro la botella de Tequila y la llevo conmigo. El espacio se abre tan pronto como entro de nuevo en la habitación, así que lo tomo, poniendo la botella en mis labios y tragando algo al mismo tiempo. Ni dos minutos después siento a alguien sentarse a mi lado. 
—Hey, Nick.— Aún apoyado en el respaldo del sofá, vuelvo la cabeza para mirar a Deena. Sabía que sería ella. Su pelo negro se echa hacia atrás. Lleva todo tipo de maquillaje, pero no me interesa nada de eso. Ella es exactamente lo que quiero en estos momentos.
—¿Qué haces? —pregunto.
—Aquí para ti. —Saca su labio inferior de su boca y sé que es un juego. Estoy de acuerdo con que sea uno también. No lo haría de ninguna otra manera.
—Entonces, ¿qué estás haciendo ahí? —No me muevo. No tengo que hacerlo. Deena no tiene que pedirlo dos veces. Se sube a mi regazo y su boca cubre la mía. Enrosque el tequila. Enrosque todo lo demás. La agarre, tomando el beso y luchando por olvidar todo lo demás. No funciona, pero me parece una manera de fingir.

3 comentarios:

  1. AMO LA NUEVA NOVE SE VE INTERESANTE
    Y NICK TAN INCREIBLEMENTE SEXI Y CALIENTE COMO SIEMPRE LO AMO
    SIGUELA!!!!!!
    BESOS

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  2. No podria subir más seguido porfa?? no aguanto la espera...

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  3. Se ve interesanticimo esta nove !! xoxo

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