viernes, 29 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 07


Hoy pedí prestado el libro de Frommer sobre España en la biblioteca. Y recordé revisar el buzón después de la escuela, al mismo tiempo que rezaba una pequeña oración, esperando que el paquete de información hubiera llegado. Encontré una carta del programa, no un paquete. Rasgo el sobre para abrirlo, con un pequeño corte mientas deslizo mi dedo entre los pliegues. No me importa eso. Éste es mi boleto de salida, mi oportunidad de conseguir alejarme de Nick y Tennessee. Tiempo para olvidar el accidente y conseguir un espíritu de independencia y anonimidad. Despliego la carta rápidamente, como si fuera el Boleto Dorado en Willy Wonka y la Fábrica del Chocolates. Tengo una gran sonrisa en mi rostro mientras leo la carta.
"Para: La Srta. Miley Cyrus
Del: Programa Estudiantil de Intercambio internacional (EIS)
Estimada Srta. Cyrus:
Ha llamado la atención de nuestro comité de EIS que la beca para la que usted originalmente aplico, era una beca deportiva. Ya que sus archivos indican que usted no ha sido seleccionada en la escuela para el equipo de atletismo durante los últimos doce meses, lamento informarle que su beca ha sido denegada. Acatamos los parámetros legales de distribuir las becas deportivas solamente a los atletas actuales en la escuela. Sin embargo, todavía es bienvenida a participar en el programa de EIS, si es patrocinado por usted, en lo cual estaría a cargo de su propio transporte y el costo de la matricula que incluye el cuarto/u alojamiento y la entrada en el campus de la Universidad de Barcelona. El costo de matricula durante un semestre de escuela en el programa de EIS es de $4,625. Por favor remita el pago el 15 de diciembre a la oficina de EIS para separar su cupo en el programa. Si tiene alguna duda, por favor no dude en contactarme.
Atentamente,
Helena Cortez,
Presidenta, del programa Estudiantil de Intercambio internacional.
Universidad de Barcelona, España."
Cuando mi cerebro al fin comprende las palabras beca denegada, mi sonrisa se marchita al instante.
—No puedo ir —susurro. Mamá tenía que trabajar horas extras sólo para darme un costoso Conjunto de ropa que costaba cien dólares. No había ninguna manera de que pudiéramos encima de todo, darnos el lujo de gastar cuatro mil dólares más. Lo único que puedo hacer es cerras mis ojos. Esto no está pasando. No ahora. Mis manos empiezan a temblar de nuevo. Las siento estremecerse cuando me cubro los ojos con las palmas de mis manos. Cuando mamá llega a casa del trabajo por la noche, le tiendo la carta para que la lea.
—Está bien, no te asustes —dice después de leerla—. Debe haber alguna manera en que podemos manejar esto.
—Mamá, es inútil si quiera pensar en eso. No tenemos esa cantidad de dinero.
—Mi jefe podría dejarme trabajar más horas extras. Veamos... —agarra un pedazo de papel y empieza a escribir números en forma descendente.
—Mamá, olvídalo.
—Espera. Sesenta horas mínimo por semana, a veces setenta... y si trabajo el día de Acción de gracias y le agregamos mi bono de Navidad...
—¡Mamá!—Ella para de escribir y me mira fijamente.
—¿Qué?
—Deja de escribir, deja de rebuscar dinero donde… ¡¡ya basta!!— Ya es bastante deprimente solo mirarla intentando matarse por hacerme feliz. Ya veré como me las arreglo. Porque es mi problema, no el suyo. El teléfono suena. Es Sr. Reynolds que le dice a mamá que se olvidó de recoger su sueldo. Ahora ella tiene que volver de nuevo y recogerlo.
—Ven conmigo, Miley.
—No quiero.
—Oh, vamos. Vi a Irina haciendo unos pasteles nuevos esta tarde. El pastel siempre te levanta el ánimo.— Irina es una de las cocineras del restaurante. Le gusta hacerme probar sus nuevas creaciones de pastel antes de ofrecerlos en el menú. Los pasteles de Irina son una de las razones por las que he aumentado de peso este último año. Y cuando mencionan un pastel, siempre cedo. Si hay algo que necesite para levantarme el ánimo, es esto.
—El lugar este atestado esta noche —dice Mamá al Sr. Reynolds cuando él le da la paga de su sueldo. EL Sr. Reynolds, normalmente tan tranquilo y en su sitio, parece aterrado.
—Son los comentarios esporádicos que están haciendo los hombres —explica—. Nomas entraron y Yolanda llego a casa enferma diez minutos después.— Hay aproximadamente treinta hombres hambrientos que devoran todo lo que se coloque en las mesas, y sólo veo a Tony, un nuevo mesero, más cansado que el Sr. Reynolds. Mamá le da un golpecito en el hombro a su jefe y dice: 
—Si necesitas ayuda, estoy segura que a Miley no le importará aguardar si me quedo un rato.— El Sr. Reynolds sonríe.
—¿En serio? Eso sería genial.
—No hay problema.
—Eres la mejor, Tish. Te debo una.— Mamá hace rodar sus ojos festivamente cuando se dirige por detrás de la contadora envuelta en un delantal alrededor de su cintura.
—Me debes más de una, Lou, pero podemos discutirlo después.
—Como tú digas —dice él, y luego saluda rápidamente a los nuevos clientes que acaban de pasar por la puerta. Mamá se apresura atender al grupo de comensales para ayudar a Tony a tomar las órdenes mientras yo voy detrás de ella con una jarra, llenando los vasos de agua. Después de que sirvo el agua, Mamá me dice que me siente en un compartimiento. Saco el libro Frommer de España de mi bolso y me quedo mirándolo pensativamente. Si simplemente fuéramos tan ricos como los padres de Delta, podría ir a España. Incluso, si fuéramos tan ricos como Nick y los padres de Emily, seguramente podríamos darnos todo el lujo sin pensarlo si quiera dos veces. Su papá es un cirujano dentista y seguramente todos los habitantes del suroeste de Illinois los tiene como pacientes.
Es momentos como éstos desearía que papá y mamá nunca se hubieran divorciado. Puedo hacer de cuenta que olvido todas aquellas peleas, gritos, y rabia que acecha alrededor de cada esquina de la casa. Mamá dijo que ellos habían madurado por separado, mientras él viajaba por trabajo y ella se quedaba en casa. Cuando él venía a casa los fines de semana, quería relajarse mientras mamá quería salir. Finalmente Papá dejo de venir a casa los fines de semana. Y a Mamá dejó de importarle si venía a casa. No estoy segura donde Judy (su nueva esposa) entra en la ecuación del divorcio. Extraño a papá, pero él nunca me pide que vaya a Texas y lo visite. No quiero preguntarle por qué no me invita, porque para ser completamente honesta, no quiero oír que no me quiere, como una parte de su nueva vida. Mientras espero a mamá, Irina sale de la cocina.
—¡Miley, Smiley! —dice ella entusiastamente en su acento Ruso, bastante fuerte—. Tengo un nuevo pastel pata ti.
—¿Tiene zanahorias? —pregunto, asustada. La última vez que Irina hizo un pastel con zanahorias, usando una receta familiar suya, bastante vieja por cierto, había pedazos cortos y gruesos de zanahorias en el medio. Solo eso me basta para alegrarme de no decir como termino el menú.
—No prometo ningún manjar. Es un delicioso pastel de chocolate blanco con migajas de galleta endulzadas de caramelo. Suena delicioso, ¿no?— Mi estómago gruñe, ansiosa por un torrente de azúcar.
—Tráelo. Necesito algo para levantar el ánimo —digo—. Hay un problema con mi viaje a España.— Irina suelta un pequeño grito.
—Uy, ¿qué paso?— Y yo solo me encojo de hombros.
—Es una larga historia.
—Voy a traer el pastel ahora mismo, ¿da? —dice Irina antes de desaparecer en la cocina. Regresa unos minutos después con un trozo grande de pastel. Y puedo decir antes de probarlo que este va a ser el mejor postre del restaurante de La Tía Mae la próxima semana. Antes de que le de la primera mordida, digo: 
—Eres la mejor, Irina —y clavo mi tenedor en la cremosa y blanca mancha de galleta melada, caramelo, y trocitos de chocolate. Ella siempre espera a mi lado hasta que trague el primer bocado y le de mi análisis.
—Está delicioso —le digo, saboreando la humedad de la parte cremosa y el suave crujir de los trocitos de chocolate mezclados con el más apetitoso caramelo y la textura de las migajas que se desboronan de las galletas meladas en dulce.
—Uno de los mejores.— Irina se retira rápidamente y regresa a la cocina con un interesante fluir.
—Veo que Irina ya te encontró —dice Mamá mientras sostiene una bandeja llena de comida—. Cuando termines el pastel, ya habré terminado aquí y podemos irnos a casa.— Miro como mamá sirve la comida expertamente delante de los hambrientos jugadores de bolos. Cuando pruebo mi segundo bocado, otro cliente entra en el restaurante. Es una señora vieja con el pelo encanecido, pantalones blancos, y una chaqueta color turquesa. El Sr. Reynolds la saluda con un beso en la mejilla.
—Mamá, ¿por qué no me dijiste que ibas a venir? —le pregunto a la señora—. Espera, ¿dónde está Gladys?
—La despedí ayer —dice la señora—. Era un dolor en el tú-sabes-qué. Además, no necesito a una ayudante. He llegado hasta aquí sin una, ¿no es así?— La mirada del Sr. Reynolds era de preocupación.
—Mamá, ¿por qué no puedes llevarte bien con cualquiera que contrate para ayudarte? Juro que solo las despides para molestarme.— La señora ya de edad se queda parada con su barbilla al aire como si la llevara así hace tres años.
—No necesito ayuda.
—Tienes una enfermedad en el corazón —dice el Sr. Reynolds. Ella ondea su mano en el aire, restándole importancia.
—¿Quién dice?
—Tu doctor.
—¿Y qué es lo que saben los doctores al fin y al cabo? Ellos lo llaman practicar la medicina, porque eso es todo que hacen en la vida. Practicar. Si me visitaras de vez en cuando, sabría que estoy bien.
—Te visite el sábado. — Señala él, molesto, y entonces dice—. ¿Tienes hambre?
—¿Qué tienes de comida especial esta semana?
—Irina prepara lo que tú quieras, Mamá. Dime.— Ella estrecha sus ojos en dirección a él.
—Patatas y un grande y jugoso bistec.— El Sr. Reynolds sacude su cabeza y suelta una risita.
—Mamá, tienes diverticulosis y una enfermedad en el corazón. Así que inténtalo de nuevo.
—No eres divertido, Lou.
—Y tú eres un barril de risas. Solo siéntate en una mesa. Espera... sígueme para que conozcas a la hija de Tish. Nunca te la has encontrado antes.— Me concentro en el pastel, intentando no dar por hecho que he estado escuchando detrás de la puerta su conversación.
—Miley, ésta es mi madre —anuncia el Sr. Reynolds—. Mamá, ésta es la hija de Tish, Miley.— Sonrío y le ofrezco mi mano.
—Mucho gusto, Señora Reynolds. ¿Es familiar de la Tía Mae?— La señora ya de edad toma mi mano y la agita.
—Querida, Mae era el nombre del primer perro de mi hijo.— ¡No puede ser! lo primero que hago es mirara al Sr. Reynolds para saber si es verdad. Él está sonriendo tímidamente.
—Es verdad —susurra él—. Pero, Shh, es un secreto. Si la ciudad averigua que nombre a mi restaurante con el nombre de un perro, este lugar será un desierto dentro de una semana.— Dudo mucho que eso suceda. La Tía Mae se encuentra casi repleto cada noche. Además no hay otro restaurante al menos dentro de unas diez millas a la redonda.
—No sabía que Tish tenía una hija. ¿Cuántos años tienes, Miley? —pregunta ella, ignorando el hecho de que su hijo le dijo que todos me llaman Miley.
—Diecisiete.
—Acaba de empezar su último año en la secundaria, mamá —dice el Sr. Reynolds ruidosamente, como si su madre fuera sorda—. Y va ir a España en enero por la escuela. ¿Por qué no te sientas con ella mientras te cuenta todo lo de la universidad? Yo iré atrás y haré que Irina prepare algo de comer.
—Dile que no prepare algo que sea demasiado saludable —ordena la Señora Reynolds antes de sentarse en el banco del enfrente de mí. Mira mi plato y dice—. Lou, dile a Irina que me corte una buena rodaja de ese pastel, también.— No creo que el Sr. Reynolds estuviera escuchándola proferir su último pedido, o quizás él solo quería dejarla pensar que no estaba escuchando. La mujer anciana pone el bolso a su lado en el compartimiento, luego me mira. Ella no sonríe, ni frunce las cejas. Simplemente inclina su cabeza, como si estuviera intentando deducir lo que está dentro de mis pensamientos.
—¿Por qué quieres dejar Tennessee tan urgentemente? —pregunta ella, realmente casi como si pudiera leer mi mente.
—No es eso —digo, esperando que lo dejara pasar inadvertido. Pero ella hace un ruido deductivo con su lengua.
—Si no quieres hablar sobre eso, sólo dilo. No tiene sentido seguir pegado de un arbusto cuando lo que quieres es irte.— Había estado ocupada quitándome el esmalte de las uñas de mis dedos, pero me detuve y mire a la Señora Reynolds.
—No quiero hablar sobre eso.— La señora de edad se limita a aplaudir con sus manos.
—Bien. Si no quieres hablar sobre eso, no hablaremos sobre eso.— La única cosa que está en medio entre esta mujer y yo es el pastel que tengo y que ella quiere. Lo cual hace que se alargue el silencio. No es que esté intentando ser ruda, solo que no quiero poner en las palabras cómo mi vida se ha convertido en una desilusión tras otra. Es como si la miseria me siguiera y estuviera maldita. Si sólo supiera cómo romper esa maldición...
—Estoy segura que tienes tus razones para no querer hablar sobre eso. No puedo imaginar cuáles son esas razones, pero probablemente te sientas mejor tenerlo oculto y dándole vueltas al asunto en lugar de hablarlo con alguien que no tiene nada mejor que hacer salvo escuchar.— Me meto otro pedazo de pastel en la boca y me concentro en el tarrito de sal al final de la mesa.
—¿Quieres sal? —pregunta la Señora Reynolds, sabiendo muy bien que no tengo sal en mente.
—Me negaron la beca —digo bruscamente, entonces miro a la señora de edad sentada frente a mí. La cual no parece tener una mirada compasiva en su cara como yo esperaba. Parece algo... bueno, enojada.
—Bueno, ¿por qué irían a hacer una cosa así?— Me tomo mi tiempo para masticar y tragar, luego la miro. La Señora Reynolds tiene sus pequeñas manos plegadas encima de la mesa y está concentrada mirándome, esperando por mi respuesta.
—Solicité una beca atlética, pero ya no estoy en el equipo, así que ha sido revocada. Podría ir, pero tendré que pagar el precio de una matrícula que no podemos darnos el lujo de pagar.— Ella asiente con su cabeza, suelta un largo suspiro, entonces se inclina de nuevo en el respaldo del compartimiento y dice.
—Ya veo. Bueno, querida, quizás un día tu suerte cambiará.— Sí, claro. Todo lo que necesito es un poco de polvo mágico y un hada madrina. Y no es que este conteniendo mi respiración esperando nada de eso.

domingo, 24 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 06


El director de la escuela está parado al lado de mi escritorio. El escritorio ha sido colocado en la oficina del hombre para que pueda tomar mis temidos exámenes. Nunca debí haber regresado a la escuela. Yo había ido a las clases en el DOC; era parte del programa para presos juveniles. Los exámenes no eran el problema, tampoco. Es la manera en que Meyer me está mirando, como si él nunca hubiera visto a un ex-convicto antes. La atención innecesaria me está volviendo loco. Me concentre en el segundo examen final colocado en frente de mí esta mañana. No es como si estuviera a la altura de los exámenes hasta ahora, pero tampoco he suspendido.
—¿Terminaste? —preguntó Meyer. Me faltaba una pregunta más de Algebra, pero con el tipo parado encima de mi es casi imposible concentrarse. No queriendo joderlo, estoy haciendo lo mejor que puedo para responder la pregunta correctamente. Me toma cinco minutos más de lo que debería, pero finalmente estoy listo para el próximo examen.
—Ve a almorzar, Jonas—Meyer ordena después de recoger el examen. ¿Almorzar? ¿En la cafetería con la mitad del cuerpo estudiantil? Ni hablar, hombre.
—No tengo hambre.
—Tienes que comer. Alimenta ese cerebro tuyo.— ¿Qué quiso decir con eso? Deja de ser paranoico, me dije a mí mismo. Ese es uno de los efectos secundarios de haber estado en la cárcel. Siempre analizas las palabras y expresiones de la gente como si ellos estuvieran jugando contigo. Una broma con el ex-convicto, ja ja. Me pare. Más allá de la puerta del director hay cerca de cuatrocientos estudiantes esperando ver al tipo que fue a la cárcel. Me frote el nudo que justo había aparecido en la parte de atrás de mi cuello.
—Continua —Meyer urgió—. Tienes tres exámenes más así que mueve esos pies. Regresa en veinticinco minutos.
Puse mi palma sudorosa en la manilla de la puerta, la gire, y tome un respiro profundo. Afuera en el pasillo, no desperdicie tiempo y me dirigí a la cafetería. Una vez adentro, ignoré todas las miradas. Café. Necesito un fuerte, café negro. Que tranquilice mis nervios y me mantenga despierto el resto de la tarde. Escaneando el cuarto, recordé que no hay café disponible para los estudiantes. Apuesto a que ellos tienen una máquina de café en el salón de profesores, de seguro. ¿Notarían si robara una taza? ¿O llamarían a la policía y clamarían que soy un ladrón en adición de las otras etiquetas que ya tengo tatuadas en mi espalda? Vi a mi hermana sentada sola. Ella solía sentarse con Miley y sus otras amigas, riendo y flirteando con mis amigos. Eso es lo que apestaba de tener una hermana del sexo opuesto. Era lo suficientemente malo cuando a mi hermana le gustaban mis amigos y nos molestaba cuando ellos pasaban el rato en mi casa. Ella le daría una manotada al maquillaje y actuaria toda risueña y coqueta… todavía tiemblo cuando pienso en eso. Lo que era peor fue cuando me di cuenta de que la corriente había cambiado y que mis amigos en realidad querían meterse en los pantalones de mi hermana. Eso lo cambió a un juego de bola completamente diferente. Pasé mucho tiempo del verano pasado amenazando con cortar las bolas de mis propios amigos. Siempre me aseguré de que mi hermana estaba protegida, su reputación al igual que su estatus social. Un año había pasado. Chico, como habían cambiado las cosas. Nadie ni siquiera miraba en la dirección de Emily ahora.
—Hey, hermana —dije, montándome a horcajadas en el banco de la cafetería contrario al de ella. Emily enrolla spaghetti alrededor de su tenedor, el almuerzo caliente especial del día.
—Escuche de los exámenes —ella dijo. Deje salir una corta, risa cínica.
—Mi cerebro esta frito y todavía me quedan tres más con los que seguir.
—¿Crees que aprobaste?— Me encogí de hombros.
—No lo sé.
—El rumor dice que Morehouse hizo un examen de estudios sociales que posiblemente no podrías pasar.—¿Acaso no había pagado ya mi deuda con la sociedad?
—¿En serio?
—Sip. ¿Nick, que pasa si suspendes?— No quería pensar en eso, así que ignoré su pregunta. Cuando mire a la entrada de la cafetería, Delta caminó hacia adentro. ¿Ella es mi ex, o solo tomamos un permiso de ausencia entre nosotros? La respuesta se encuentra en su reacción hacia mí. Ella no me ha notado todavía. Bien. No estoy listo para hablar con ella en frente de toda la maldita escuela.
—Me tengo que ir.— Me retiré por la puerta lateral de la cafetería, la que se dirige al pequeño gimnasio. Hombre, Delta se veía sexy. Su cabello está cortado diferente de lo que recordaba, su camiseta un poco más ajustada. ¿Cómo reaccionará cuando me vea? ¿Se tirara a si misma a mis brazos o jugara a ser fría? La extraño. Mire los tapices de lucha apilados en la esquina del gimnasio. Delta solía animarme durante los combates. Recuerdo el último torneo de luchas en el cual competí. Me salté dos clases de pesos para luchar con el gran tipo. Estábamos en un empate de 1-1 antes de que yo hiciera mi movimiento. Sus piernas eran tan densas como una pitón, pero yo era más rápido. Nunca olvidare su nombre… Vic Medonia. Yo no estaba intimidado, aunque probablemente debería haberlo estado. Vic era el campeón del estado del año pasado. Pero yo gané el combate. El tipo tenía dos palabras que decirme luego del combate. Hasta después. Fui arrestado una semana después.
—Regresaste —el entrenador Wenner está parado en la puerta del gimnasio, mirándome. Metí mis manos en los bolsillos de mis jeans.
—Eso es lo que me dijeron.
—¿Vas a luchar para mi esta temporada?
—No.
—Mi equipo podría de seguro usar un buen uno-sesenta y cinco.
—Soy uno-ochenta ahora.— El entrenador silbo en admiración.
—¿Seguro? Luces más flaco de lo que recordaba.
—Hago mucho ejercicio. Es peso muscular.
—No me des esperanzas, Jonas.— Me reí.
—Vendré a algunos combates. Para observar.— El entrenador Wenner le da una palmada a los tapices de lucha.
—Ya veremos. Tal vez cuando la temporada empiece no serás capaz de resistirte.— Revisé mi reloj. Será mejor que regrese y termine esos exámenes.
—Tengo que regresar a la oficina de Meyer.
—Si cambias de opinión acerca de unirte al equipo, sabes dónde encontrarme.
—Sehh —dije, luego camine hacia abajo por el pasillo. De nuevo en la oficina, Meyer deja caer la próxima prueba en frente de mí. Maldición. Olvidé comer. Ahora las palabras en la pagina están borrosas, el nudo en la parte de atrás de mi cuello esta palpitando, y Meyer me está mirando desde su escritorio. El tipo se sienta ahí, su ceja enarcada como pequeños acentos Franceses sobre sus ojos.
—¿Algo está mal?— Sacudí mi cabeza.
—No, señor.
—Entonces ponte a trabajar de nuevo.— Es fácil que lo diga él. No tiene que hacer un examen de estudios sociales en el cual el presidente de los Estados Unidos no tendría una oportunidad en el infierno de aprobar. Debería suspenderlo a propósito; eso les enseñará. Luego podría omitir mi último año de bachillerato. No hay manera de que mi ma me deje ser un estudiante de tercer año de nuevo. ¿O sí? Rellené respuestas hasta que mi lápiz se desgastó y mi trasero estuvo entumecido por sentarme en la dura silla de metal. Hay una posibilidad de cincuenta-cincuenta de que haya pasado el estúpido examen de Morehouse. Solo hay dos cosas de estas más que hacer antes de que me pueda ir por el día de hoy.
Dos horas después, respondí la pregunta final del último examen. Casi sonreí. Casi. Mi cerebro está demasiado cansado para usar cualquier musculo facial. Así que cuando Meyer me despachó, prácticamente corrí fuera de su oficina. Tenía que tomar un autobús para ir a la ferretería. El autobús número 204 desde Hampton se detendría una cuadra más lejos de la escuela a las tres y veintinueve. Mi reloj dice tres y veintisiete. Eso me da dos minutos para correr por el autobús. Estoy listo para alcanzar la cosa lo más rápido que pueda, porque si no lo hago, Damon sabrá que estaba llegando tarde. Tan pronto como veo el autobús, Brian Newcomb se para enfrente de mí, sosteniendo su mano en mi pecho y deteniéndome.
—Nick, amigo, he estado buscándote.— Brian y yo habíamos sido mejores amigos desde el jardín de niños. No habíamos hablado por casi un año. Le dije que no me visitara en la cárcel, así que no se si todavía somos amigos. Pero ahora no es el momento de averiguarlo. El servicio a la comunidad apesta, pero tengo que hacerlo. Mi libertad depende de ello.
—¿Qué hay de nuevo, Brian? —dije rápidamente, luego mire detrás de él mientras el autobús se alejaba de la parada. Mierda.
—Ya sabes. Nada… y todo. ¿Qué hay de nuevo contigo?
—Oh, ya sabes. Acostumbrándome a vivir sin barrotes en mi habitación.— Hubo una de esas pausas muy largas, donde Brian se veía como si no supiera que responder, antes de finalmente decir: 
—Eso fue una broma, ¿verdad?
—Verdad — en realidad no. Brian se rió, pero había algo más detrás de eso. ¿Nerviosismo? ¿Qué razón tenía para estar nervioso? El tipo me conocía mejor que mi propia madre. Estreché mis ojos a mi amigo quien había sido mi confidente desde el jardín de niños.
—¿Estamos bien? —pregunté. El tuvo una ligera, casi imperceptible vacilación. Pero la vi, y, más importante, la sentí.
—Sehh, estamos bien —Brian dijo. El autobús giro la esquina.
—Me tengo que ir.
—¿Necesitas un aventón? Mi papá compró una nueva Yukon y me dio esto —Brian dijo, sacudiendo las llaves del auto en frente de mi cara. A este punto me conformaría con un viejo y oxidado junker. Murmuré. 
—No, gracias —porque en la cárcel aprendí a no tener expectativas o confiar en otros.
—Escucha, lamento nunca haberte escrito. Pasaron cosas locas y tú me dijiste que no te visitara…
—No te preocupes. Se terminó, hombre.— Brian sacudió sus pies.
—Todavía me gustaría hablar acerca de ello.
—Dije que se terminó. Realmente me tengo que ir —dije, luego empecé a caminar hacia The Trusty Nail. La última cosa que necesito es a mi mejor amigo actuando más extraño que mi mamá. Tengo suficiente con lo que lidiar en este momento, como la forma en que Damon va a escupir fuego cuando escuche que llegué tarde a mi primer día de servicio a la comunidad.

viernes, 22 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 05


Estoy jugando un juego de un solo hombre en el billar del sótano mientras mi entrenador de transición está hablando con mis padres arriba, en la sala de estar. Si la situación no fuera tan invasiva, me parecería malditamente hilarante. Mi entrenador de transición es Damon Manning, un tipo que pasó por el sistema de justicia de menores como lo hice yo. Él es asignado para checarme y supervisar mi servicio a la comunidad. Qué suerte la mía. Tengo un oficial de libertad condicional con un título de fantasía. Es una mierda, pero el informe de Damon se destinará directamente a un juez asignado a mi caso y el comité de revisión, así que tengo que jugar bonito. No será fácil. He estado en alerta desde que he estado en casa. Conocí perfectamente a Damon antes de salir de la correccional. El tipo es un hombre negro y grande que no toma la mierda de nadie. Mi papá mete la cabeza en el sótano cuando yo accidentalmente hundo la bola ocho. 
—Nick —dice en voz alta—. El señor Manning está listo para hablar contigo.— Entro en la sala de estar y veo a mi mamá.
—¿Puedo ofrecerle algo? —le pide a Damon con nerviosismo. No está acostumbrada a los grandes, negro ex convicto en su casa, pero ella sigue jugando a la anfitriona consumada.
—No, gracias. Voy a tener una pequeña charla con su hijo, a mi manera.— Me siento en uno de los sillones acolchados de seda, pero Damon me llama inmediatamente.
—Vamos a dar un paseo —dice Damon. No es una sugerencia. Me encojo de hombros. 
—Claro que sí. Lo que sea.— Damon agarra una carpeta manila, mientras caminamos por la avenida Masey hacia el parque para acabar sentados en un banco de picnic.
—¿Cómo lo estás pasando? —Damon pregunta. El tipo abre la carpeta y chasquea la pluma. Haciendo click.
—Está bien —le miento.
—Sé más específico. —Damon lo hace sonar como una orden. Todo lo que el tipo dice suena como una orden. Simplemente siento aumentar mis nervios.
—¿Sobre qué?— Sigue haciendo click con su bolígrafo. 
—Hábleme de tu familia. Parece como si tuvieras una vida familiar muy agradable.— Parece que la palabra es operativa. 
—Oye, mi mamá es un robot, mi papá es un pelele, y mi hermana es una puta zombie. Yo diría que más o menos eso lo resume todo.— Veo a Damon cerrar una carpeta y mirarme de frente. 
—Nadie dijo que sería fácil.
—Sí, bueno nadie dijo que iba a ser tan malditamente duro, tampoco.
—¿Te hace sentir como un hombre grande poder maldecir en cada frase que sale de tu boca? —Vete, hombre.
—Es mi trabajo permanecer contigo, Nick. Pero no puedo ayudar si no vas a compartir conmigo.— Miro al cielo y muevo la cabeza. —Yo no necesito tu ayuda. Mis padres y mi hermana... necesitan más ayuda que yo. ¿Por qué no los tratan como al conejillo de indias?
—Has estado fuera durante casi un año. Dame un momento. Actúas como si se te debiera pedir disculpas a ti en vez de al revés. ¿Qué han hecho mal? ¿Eh? Tal vez deberías culparte a ti mismo al mismo tiempo, Nick. La experiencia podría hacerte abrir los ojos.
—La verdad sería abrir los ojos —le digo de nuevo. Sigo escuchando el click. 
—¿Qué?— Sacudo la cabeza. 
—Nada. Sólo olvídalo.— Damon abre la carpeta de nuevo. En esa carpeta, probablemente esta todo lo que dice Damon sobre mi vida antes, durante y después de mi arresto. Me pregunto si la vez que yo golpeé a Joe Sanders está ahí. O la vez que golpeé a un chico de Fremont High por hacer bromas sobre mi hermana porque su permanente había salido mal. Yo solía ser admirado, era el rebelde cool. Ahora soy un preso. Ya no soy cool. Me entrega algunas hojas de papel. 
—Vives en un pueblo pequeño, Nick. No hay mucho de donde elegir para los trabajos de servicio comunitario, pero en tu cuestionario dijiste que tenías experiencia en la construcción y pequeñas mejoras en casas.
—Trabajé en la construcción durante los veranos con mi tío —le digo.
—Muy bien, entonces. Tendrás que presentarte en la tienda de hardware The Trusty Nail el lunes después de la escuela a las tres cuarenta y cinco en punto. No llegues tarde. Ellos te asignaran un lugar de trabajo y todos los materiales de suministro sean necesarios. Cuando hayas terminado con el trabajo, obtendrás una hoja de finalización firmada. Fácil ¿suficiente? Claro que sí.
—Sólo tengo un par de preguntas más. Entonces no tendrás que ver mi apestosa cara por otra semana —cuando Damon me mira, pregunta— ¿Cualquier contacto físico?
—¿Al igual que en el sexo?— Damon se encoge de hombros. 
—No sé, dime. ¿Era tu antigua novia la que esperaba en la escalera de la entrada cuando llegaste a casa ayer?— El impulso de reír se ve atrapado en mi garganta. 
—No lo creo. Mi hermana me abrazó, mi padre me dio la mano, y tengo unas palmaditas en la espalda de parte de mi mamá, que me dio frente a sus amigos anoche.
—¿Lo iniciaste?
—No. Eso es rastrero, hombre.
—Nick, algunos chicos tienen problemas de apego al llegar a casa. Ellos tienen dificultad para entender que el contacto físico es apropiado y lo que…
—Toque a una chica —le digo, interrumpiendo. De nuevo ese click. 
—Cuéntame.— Vuelvo a pensar en la noche anterior, cuando Miley intentó ponerse de pie. El dolor intenso que sentía por ella hizo hincapié en mis dientes apretados, los puños cerrados, y las cejas fruncidas. Desde que he estado en casa, Miley ha sido la única persona que realmente he llegado a tocar. No había salido tan bien.
—Una chica necesitaba ayuda para levantarse, así que traté de sostenerla. Fin de la historia —bueno, más o menos.
—¿Ella te lo agradeció?— Dudo, luego le doy la espada y me alejo del camino hasta el campo de béisbol en el otro lado del parque. 
—Ella se alejo de mi alcance. ¿No es eso lo que quieres oír?
—Si esa es la verdad.— Me doy vuelta y le doy una mirada. Él sabe que no trato de joderlo.
—Tal vez fuiste demasiado duro.
—No era demasiado difícil —le digo con dureza.
—¿Quién era ella?— Llego a su alrededor y doy masaje a los persistentes nudos en la parte posterior de mi cuello. Si no contesto, Damon probablemente aparecerá mañana y todos los días hasta que suelte la sopa. ¿Cuál es el problema de todos modos? Echo un vistazo en el viejo roble, casi esperando a Miley sentada en el lugar, con expresión cautelosa y enojada. Miro a Damon que todavía está esperando una respuesta. Entonces finalmente lo digo. 
—Toque a la chica a la que deje discapacitada, y por la cual fui a la cárcel —Click.

—¿Estás bien? —Mandy me pregunta. Estoy sentada en el suelo frente a mi casillero en la escuela, averiguando qué libros tengo que llevar conmigo al primer período. El primer día de clases siempre es difícil de ajustar después de un verano libre. He estado fuera un año entero. Levanto la vista hacia ella y le digo.
—Sí, excepto que estoy temiendo mi clase de trigonometría con la Señora Glassman.
—¿Así que no te estás volviendo loca?
—He escuchado que es dura, pero puedo…
—Yo no estoy hablando de Glassman, Miley. Me refiero a que Nick estará en la escuela hoy. ¡Duh!— Pierdo el control sobre el libro que estoy sosteniendo. 
—¿Qué?
—Está en la oficina de Meyer.— Espera. Un. Minuto. 
—Me dijeron que no iba a volver a la escuela —mamá me dijo esta mañana que lo escuchó en el restaurante.
—Obviamente escucharon mal, porque Danielle lo vio —me asomo por el pasillo J.
—Creí que habías dicho que verlo no era importante. Uhm... Brianne corre por el pasillo, en dirección hacia mí. 
—¿Has oído? —dice cuando le regresa la respiración.
—Lo sabe —Mandy dice con su mano en la cadera. Pero ella dice que no es gran cosa. La chica tiene serios problemas de rechazo. Olvidando mi casillero, empujo la masa de libros en su interior. Todavía estoy sentada en el suelo de baldosas duras, pero no confío en mí misma de pie sin hacer una escena más grande. Para empeorar las cosas, ahora Danielle está caminando por el pasillo con cinco personas que flanquean sus costados. Ella está enfrascada en una conversación, probablemente la historia de la retransmisión del año. Y esto es sólo el primer día de clases. Lástima que los paquetes de España no lleguen por correo todavía. Necesito algo positivo para centrarme en la actualidad. Porque Nick, otra vez, es una gran cosa. La más grande. Y no puedo hacer nada más que sentarme aquí y jugar a la chica afectada. Los afectados no lo parecen tan especiales interpretando a los no afectados. Por lo menos cuando soy yo. 
—¡Ahí está! —el entusiasmo de Danielle me hace pública a todos a mi alrededor. Ojalá pudiera chasquear los dedos y hacer que todo desaparezca. O hacerme desaparecer. Me gustaba más cuando era invisible.
—Así que, ¿cuál es la primicia? —Mandy le pregunta a Danielle.
—Bueno... —Danielle dice, haciendo una pausa con el propósito de asegurarse de que tiene la atención de todos—. Mi mamá está en el consejo escolar y oí que hicieron un acuerdo con Nick . Él tiene que tomar los exámenes finales como principiante en todas sus clases y entonces él puede ser oficialmente de la clase avanzada. Si no lo logra, el perderá un año y tendrá que repetir.
—Es un tonto atleta de lucha libre —Brynn Healey chasquea los dedos—. Nunca pasará.— Él no es tonto, sé que es más listo de lo que la gente cree. Cuando estábamos en la escuela primaria, Nick tenía una cinta por obtener el mejor promedio en el semestre de sexto grado. Estaba orgulloso, así que debería haber visto la enorme sonrisa en su rostro mientras le entregaron la cinta. Nick no contaba con las bromas de sus amigos para mostrar con orgullo su estante de trofeos deportivos. Ellos comenzaron a llamarlo por sobrenombres y lo acusaron de tener un romance secreto con nuestra profesora de inglés de trescientas libras, la Sra. Bolinsky. Después de eso, Emily me dijo que le dio a ella la cinta. Las calificaciones de Nick cayeron y nunca recibió otra cinta. El alivio en su cara cada vez que se lo entregaban a otra persona era tan evidente. Bueno, obvio para mí.
Suena el timbre y, por suerte, la multitud empieza a dispersarse. Solo pido que Nick me ignore si alguna vez tenemos que enfrentarnos cara a cara otra vez. Me agarro a mi casillero para no perder el equilibrio y el soporte. Al cerrar la puerta, me dirijo hacia mi clase de primer periodo. Llego tarde, pero asumo que mi excusa de la cojera funcionará. Veo a Emily saliendo del cuarto de baño. Mi vieja mejor amiga camina hacia mí, sin prestar atención porque está mirando hacia abajo. Si las cosas fueran diferentes, yo le preguntaría por qué usa toda la ropa de color negro. Si las cosas fueran diferentes, le preguntaría cómo se siente tener a su hermano de vuelta. Cuando por fin ve hacia arriba y nota que estoy en su camino, se da una media vuelta y se escabulle en la distancia.

lunes, 18 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 04


Mantengo una sonrisa permanente en mi cara, durante la fiesta de bienvenida que mamá organizo para mí, tal y como ordenó mi padre. Es una sonrisa falsa, pero creo que las amigas de mi madre se lo están tragando. Me parece. Mi mamá ha estado junto a mí, riendo y abrazándome en público como al hijo reformado. Me pregunto durante cuánto tiempo podre mantener esta farsa antes de que ya no aguante más. Olvídate de mí, ¿cuánto tiempo podrán ellos hacerlo? Papá ni siquiera parece notar la transformación Jekyll y Hyde. ¿Por qué las apariencias son tan importantes para mis padres?
—Nick se ha convertido en religioso, mientras que ha estado lejos —mamá le dice a la señora Gutterman cuando me agarra el codo y me coloca frente a la esposa del reverendo—, ¿No es así, Nick? —dice.
—Yo rezaba todos los días —le digo, sin perder el ritmo, y sabiendo que no sólo la señora Gutterman está escuchando. ¿La verdad? Yo rezaba todos los días para sobrevivir al sistema juvenil, volver a Tennessee, y hacer las cosas bien de nuevo. La declaración de mamá de que me he convertido en religioso es hueca, porque nunca hemos discutido lo que hice mientras estuve en la cárcel. Ella nunca preguntó, y yo nunca se lo he dicho. Además, ella no quiere saber la verdad. Si fingiendo sanará esta familia, estoy bien con ella. Creo que es una mierda, pero yo estoy bien con ella. La señora Gutterman es llevada por otra persona, dejándonos a mi madre y a mí de pie juntos. Ella se inclina más a mí. 
—Abrocha más esa camisa —susurra. Miro mi camisa. Sólo tengo dos botones desabrochados. Yo no estoy dispuesto a discutir con mi mamá en la actualidad. No vale la pena. Hay tantas cosas que debo arreglar, que la lucha por un maldito botón sería risible. Cuando estoy abrochándome la camisa, le echo un vistazo a la chica gótica apoyada al lado de la casa. Me tome un vaso con cerveza de raíz y camino hacia mi hermana. He tenido la alegría de una sonrisa durante todo el tiempo que he podido, pero mi cara está empezando a dolerme por el esfuerzo. 
—Aquí —le digo, entregándole la bebida para ella—. Tu favorito.— Ella sacude su pelo negro azabache. 
—Ya no es así.— Así que ahora estoy aquí de pie con el trago que nadie quiere beber en la mano. Tomo un sorbo. 
—¡Qué asco! Sabe a regaliz. No sé por qué te gustaba esto.
—Ahora tomo agua. Solo agua.— Esto, viniendo de la chica que solía alzar su limonada con cerveza de raíz y se negó a comer pollo sin asfixiar con su propia mezcla de salsa de barbacoa, salsa de tomate, mostaza y queso parmesano. El agua no se ajusta a Emily, independientemente de si mi hermanita quiere admitirlo o no. Yo estoy a su lado disfrutando de la configuración. Tennessee no es una ciudad grande, pero la palabra "fiesta" lleva a la gente en tropel. 
—Hay bastante gente aquí esta noche.
— Sí. Mamá hizo todo lo posible —dice.
—Papá no trató de detenerla.— Emily se encoge de hombros y dice 
—¿Por qué iba a hacerlo? Al final lo habría hecho a su manera —unos minutos antes de pasar Oigo la voz de Emily de nuevo—, ¿Hicieron que te cortaras así el cabello?— Me paso la mano por el corte de pelo espinoso. 
—No.
—Te hace parecer duro.— ¿Debo decirle a ella lo que me parece su pelo negro teñido? Brevemente lo considero, pero pronto me doy cuenta que su grado de oscuridad va más allá de su cabello. Sacar ese tema en una fiesta no sería el mejor curso de acción. Emily arrastra sus pies. 
—Brian está teniendo una fiesta esta noche en su casa.
—¿Dos fiestas en Tennessee en la misma noche? Chica, Las cosas han cambiado.
—Más de uno se da cuenta, Nick. ¿Vas a hacer una aparición en la fiesta de Brian?
—De ninguna manera —es suficiente mierda tener que estar con un boquiabierto grupo de adultos—. ¿Por qué? ¿Vas?— Emily levanta las cejas y me mira. Lo entiendo, ella no ira. Bien.
—Probablemente debería mantener un ojo en mamá —dice Emily, mordiendo una de sus uñas pintadas de negro.
—¿Por qué?
—Porque ella sólo tomó un micrófono.— Como si así fuera, un fuerte ruido, zumbido proviene del porche, luego la voz de nuestra madre se extiende por el patio. 
—Gracias a todos por venir —anuncia con un estilo que haría que la reina de Inglaterra se sintiera orgullosa—. Para dar la bienvenida a mi hijo Nick con los brazos abiertos.— ¿Los brazos abiertos? Mi propia madre no ha puesto una sola mano sobre mí, si no es en un foro público. Yo no puedo soportar otra palabra. Más de lo que temo la próxima reunión con mi consejero de transición, me da miedo levantarme y hablar en ese micrófono. 
Porque lo que yo estoy con ganas de decir, no será falso o falso. Me meto por la puerta lateral. Prefiero irme al parque de Tennessee, me pongo una camisa geek con un pantalón demasiado apretado y desabrocho cada botón de la camisa hasta que toda está abierta. Esta es la primera vez que he sentido toda la libertad que no he tenido en casa. Puedo ir a donde quiero y desabrochar mi camisa a la medida de lo que quiero. Yo no tengo a nadie que me mira o me habla sorprendido frente a mí. Cómo me gustaría poder retroceder al año pasado y empezar de nuevo. La vida no te permite hacer eso. No es posible borrar el pasado, pero voy a tratar de hacer que otras personas lo olviden. Llego al parque y poso mi mirada en el árbol familiar, el viejo roble al que subí cuando yo era un niño. Andrés y yo una vez habíamos hecho un concurso para ver quién podría subir más alto. Había ganado, justo antes de que la rama se quebrara, y cayera al suelo. Tuve un yeso en el brazo durante seis semanas después de esa caída, pero no me importaba. Había ganado. Miro hacia arriba, tratando de localizar a esa rama rota. ¿Sigue estando aquí, la evidencia de ese día hace mucho tiempo? ¿O han pasado por el árbol suficientes temporadas para borrar el pasado? Una ingesta de aliento me toma por sorpresa mientras me acerco al árbol. Esta justo en frente de mí, sentada, apoyada en el tronco del viejo roble, es Miley Cyrus. 

Me he dado cuenta de un movimiento a mi lado, ya no estoy sola. Bloqueo mi cabeza. Hay un tipo parado frente a mí, que yo reconozco de mis pesadillas. No es un producto de mi imaginación, ya se. Es realmente él, Nick Jonas de carne y hueso, mirando hacia arriba como buscando algo importante. Un gran jadeo automáticamente se escapa de mi boca. Él me escucha y rápidamente se centra en mí. Él no se mueve, ni siquiera cuando sus ojos azules como el hielo hacen contacto con los míos. Ha crecido en el último año. Actuaba duro en aquel entonces, pero ahora Nick tiene una mirada amenazante a su alrededor. Su pelo es corto, la camisa desabrochada, mostrando su musculoso pecho. Eso, combinado con los pantalones ajustados que lleva puestas, son gritos peligro. No puedo respirar. Estoy paralizada. Con la ira. Con la ansiedad. Con el miedo. Estamos en un callejón sin salida, ninguno de los dos puede hablar. Con la mirada fija. Ni siquiera creo que sea capaz de abrir y cerrar. Estoy congelada en el tiempo. He estado cara a cara con él muchas veces, pero ahora todo ha cambiado. Ni siquiera parecía el mismo, excepto por su nariz recta y la postura de la confianza de que ha tenido, y supongo que siempre tendrá, Nick Jonas.
—Esto es poco práctico —dice, rompiendo el largo silencio. Su voz es más profunda y más oscura de lo que recuerdo. Esta vez no sólo lo veo por la ventana del dormitorio. Estamos solos. Y está oscuro. Y es, oh, tan diferentes. Siento la necesidad de volver a la seguridad de mi habitación, trato de ponerme de pie. Algo caliente avanza por el lado de mi pierna y hago una mueca de dolor. Veo con horror y shock como da pasos hacia adelante y agarra mi codo. Oh. Mi. Dios. Yo automáticamente doy un tirón fuera de su control. Los recuerdos de estar atrapada en una cama de hospital sin poder moverme después del accidente pasan por mi mente mientras me enderezo.
—No me toques —le digo. Tiene las manos en alto como si yo acabara de decir "manos arriba‖.
—No tienes que tener miedo de mí, Miley.
—Sí... sí debo —le digo, presa del pánico. Lo oigo dejando escapar un suspiro, luego dando un paso atrás. Pero él no se va, él sólo me mira raro.
—Solíamos ser amigos.
—Eso fue hace mucho tiempo —le digo—. Antes de que me golpearas.
—Fue un accidente. Y he pagado mi deuda con la sociedad por ello.— Es un momento totalmente surrealista, y uno que no quiero que dure más de lo que tiene que hacerlo. Si bien mi interior tiembla por el nerviosismo, le digo 
—Es posible que hayas pagado tu deuda con la sociedad, pero ¿qué pasa con tus deudas hacía mí?— Después de que las palabras salieron de mis labios, no podía creer lo que había dicho. Me aparte y me fui de vuelta a casa cojeando sin mirar atrás. No paré hasta que abrí la puerta de mi casa. Cuando llegue a mi habitación, me senté dentro de mi armario y cerré la puerta como solía hacer cuando quería bloquear las peleas de mis padres. Todo lo que tenía que hacer era cerrar los ojos y poner mis manos sobre las orejas... y solo escuchaba un zumbido. Cerre los ojos. La imagen de Nick, de pie frente a mí con esos ojos café intenso, era como una marca en mi cerebro. A pesar de que no estaba cerca, aún puedo oír su voz oscura. La noche del accidente, el dolor que había sufrido, mi vida entera cambiando, todo volvía a atormentarme. Empece a tararear.

Estoy poniéndome a prueba. Cárcel. Mamá. Emily. Papá. Y ahora Miley. Cuando me fui de esa ridícula fiesta de mamá, lo último que necesitaba era estar cara a cara con Miley. Ella me miró como si la hubiera atropellado de nuevo, sin darme ni media oportunidad. Sólo hablé con ella porque... porque tal vez yo quería demostrarle que no soy el monstruo malvado que ella obviamente cree que soy. Todavía estoy de pie en el parque como un idiota. El viento hace que las hojas de los árboles crujan como si estuvieran hablando entre sí. Levanto la vista hacia el viejo roble. En pocos meses las dejara caer en la tierra y morirán, sólo para ser reemplazadas por nuevas hojas y nuevos rumores. En este momento me siento como una hoja vieja. Me fui, y en el fondo una parte de mí ha muerto. Me prometí que volvería a Tennessee y conseguiría mi vida de nuevo, mi vieja vida, donde todo era fácil.
Me apoyo en el roble, su tronco es grueso, pero ni si quiera una demoledora podría destruirlo. Si yo pudiera ser como el árbol en lugar de una hoja de insignificante. Quiero hablar con mi mamá, con Miley, con Emily... Y ser lo suficientemente fuerte como para convencerlos de que dejar de actuar como antes, que el accidente lo cambio todo. Fue un accidente, por el amor de Dios. El chico que está en la cárcel porque apuñaló a una niña... eso no fue un accidente. Joe por traficar con drogas por dinero... tampoco fue un accidente. No estoy diciendo que conducir ebrio no es un crimen, porque si lo es. Y cuando se me declaró culpable de los cargos, yo estaba listo para tomar cualquier castigo que el juez ordenara, sin remordimientos. Estaba acusado del crimen, pague mi deuda. Se ha acabado. Hay un problema técnico: Miley Cyrus no quiere perdonarme.
Ella dijo que no he pagado mi deuda con ella. ¿Habrá algún fin para este castigo que he puesto sobre mí? No voy a dejar que Miley, o mi familia, me hagan sentir fuera de foco. Si voy a estar atrapado no dejare que me hagan a un lado, el pueblo de Tennessee no puede hacerlo. Mi hermana va a tener que averiguar por qué cree que ser un jodido bicho raro es mejor que volver de nuevo a las cosas tal y como estaban antes de irme. Y mi mamá va a, de alguna manera, ser realista y dejar de actuar como si estuviera en una película. Mi papá... mi padre va a tener que dejar crecer algunas bolas un día de estos. Y Miley... Miley va a tener que darse cuenta de que el accidente fue sólo eso... un accidente. No importa lo que pase, no me voy a ir de Tennessee. Puede ser que ella también se acostumbre a mí. Sera mejor que todos ellos se acostumbren a mí.

—¿Cómo estuvo la fiesta? —Mamá pregunta mientras se plancha el uniforme para el trabajo a la mañana siguiente.
—Genial.
—¿Tu pierna está bien?
—Está bien —ni siquiera he pensado en mi pierna esta mañana, es la menor de mis preocupaciones. Estoy obsesionada con España. Ayer por la noche, Nick reforzó mi decisión de dejar esta ciudad—. ¿No hemos recibido ningún paquete del programa de intercambio aún? —el sitio web dijo que el paquete llegaría hace una semana. Mamá sigue planchado. 
—No lo he visto. Espero que incluya información sobre la accesibilidad para sillas de ruedas. Si la pierna comienza a dar problemas, tendrás que obtenerla.
—Mamá, por favor. ¿Siempre tiene que discutir el qué pasaría si? —voy a la nevera a pie lo más recta que puedo.
—No te hace daño a que te prepares, Miley. No voy a estar allí para presionarte a lo largo o ayudarte una vez que estás ahí.
—Voy a estar bien, mamá. Deja de preocuparte.— Es triste. Un minuto mamá me empuja a salir y hacer cosas con mis amigos como antes. En el renglón seguido está siendo sobre protectora, y demasiado asfixiante. Se contradice todo el tiempo. Creo que es porque está tratando de actuar como un padre responsable y una madre protectora de una vez. Se está confundiendo en el proceso. Me está confundiendo, también. Pone la plancha hacia abajo y me da un gran abrazo. 
—Yo quiero que te vayas a España. Lo has estado esperando durante tanto tiempo. Pero también necesito saber que estarás bien. Es sólo porque te quiero mucho, lo sabes.
—Ya lo sé —chillo. Yo no le quiero añadir que, un abrazo, puede ahogar a una persona hasta provocarle la muerte.

sábado, 16 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 03


Como si tener a mi papá mirándome durante el camino entero de St. Charles a Tennessee no fuera suficiente tortura, mi madre ha estado retorciendo sus manos juntas desde que me deshice de DOC esta tarde. Ni siquiera creo que ella haya mirado en mi dirección una vez. ¿Qué diablos se supone tengo que decir? Deja de estar nerviosa, ma. Sí, estoy seguro que eso irá bien. Su hijo es un convicto criminal. Me gustaría que dejara de recordármelo constantemente. Bien, eso tomará algo de tiempo. Nunca se destacó por ser una madre cariñosa conmigo. Cuando pasamos por la Avenida Masey, el parque Tennessee está en frente de nosotros. Yo logré estropear mis dos dientes del frente en la zona de juegos del parque Tennessee cuando tenía cinco, y tuve mi primera pelea en la cancha de baloncesto allí cuando yo tenía nueve. Eran los viejos días dorados. Yo no puedo creer que tenga diecisiete y piense sobre aquellos días dorados. Una cuadra más adelante llegamos a la casa de dos pisos de ladrillo con cuatro columnas acompañando la puerta del frente. Salgo del auto y tomo un profundo respiro. Estoy en casa.
—Bueno… —papá dice mientras abre la puerta—. Bienvenido a Tennessee.— Asiento con la cabeza en lugar de sonreír, el saludo más común a los visitantes en el pueblo. Observo el vestíbulo. La decoración no ha cambiado durante el último año. Puedo verlo al instante. Curiosamente, no se siente como un hogar. Aunque hay un olor familiar. Como el sabor de la manzana. No he olido el dulce aroma penetrante en lo que parece una eternidad.
—Yo, uh, estaré en mi habitación —les digo, aunque lo digo como si pidiera permiso. ¿Por qué? no tengo idea. La que solía ser mi habitación, todavía lo es. Entonces, ¿por qué estoy actuando como si este lugar solo fuera una parada? Subo las familiares escaleras, pero este sentimiento de claustrofobia me supera y empiezo a sudar. Me atrevo a subir más las escaleras y hojear el pasillo. Mis ojos se posan sobre algo negro apoyado en el marco de la puerta de la habitación de mi hermana. Espero. Ese algo negro es mi hermana, Emily.  No es una simple silueta de mi hermana, es ella en persona. Y ella está usando solamente negro. Cabello negro, maquillaje negro. Maldición, ella incluso tiene las uñas pintadas de negro. Gótica hasta la medula. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Es duro creer que esa es mi hermana. Ella parece un cadáver.
Antes de dejar salir otro respiro, Emily se arroja en mis brazos. Entonces grandes ruidos de sollozos salen de su boca y nariz, recordándome a mi compañero de celda. Aún cuando el Juez Farkus me miró con disgusto y me dijo que yo iba a ser encerrado por casi un año por mi grave negligencia y la estupidez de conducir ebrio, yo no dejé salir ni un pitido. Hombre, cuando ellos me hicieron desnudar e hicieron una búsqueda completa en mi cavidad, me sentí humillado más allá de la compresión. Y cuando Dino Álvarez, un pandillero del lado sur de Chicago, se acercó a mí durante la hora de ejercicio y me arrinconó en mi segundo día en DOC yo casi ensucio mis pantalones. Pero ni una vez en todo ese tiempo lloré. Acaricio la cabeza de mi hermana, sin saber qué más hacer. Casi no he tenido contacto físico durante el año pasado, y lo ansié cuando me senté en mi celda por cerca de trescientos días y noches. Pero ahora, cuando estoy obteniendo el de mi propia hermana, se siente como si las paredes se estuvieran cerrando sobre mí.
—Necesito acostarme un rato —digo, entonces gentilmente la alejo. Lo que realmente necesito es un respiro de mi vieja/nueva barrera de mi familia en mi vida. Mientras camino hacia mi habitación, el oscuro piso de manera bajo mis pies cruje, el sonido retumba en mis oídos. Es la habitación de un niño, pienso para mí. Los trofeos deportivos y mi sable de luz de Anakin Skywalker de Star Wars todavía están en mi biblioteca donde los dejé, y un banderín de la Secundaria Tennessee está clavado por encima de mi cama. Demonios, incluso la foto de Delta en su uniforme de animadora está pegada en mi cabecera como si nosotros aún fuéramos pareja.
Corté todos los lazos con ella cuando fui arrestado. Delta es una chica acostumbrada a ser mimada por sus padres y estaría asqueada por las personas con las que he vivido durante el año pasado. Me podía imaginar su desaire a la novia de Dino Álvarez durante las horas semanales de visita. La última cosa que yo necesitaba en DOC era otro recluso golpeando mi trasero porque yo tengo una novia que viste ropa de diseñador y carga un bolso de doscientos dólares. El día de visita para mí consistía en mamá retorciendo sus manos nerviosamente y mirándome como si yo fuera algún otro chico, y papá divagando sobre el clima y nada en particular solo llenando el silencio. Camino a mi armario, toco toda la ropa nueva que mamá debió haber comprado para mí. ¿Qué estaba pensando ella? Mis camisetas y suéteres se han ido. En su lugar están estúpidas, camisas a cuadros de abotonar colgando como soldados. En los estantes, todo doblado como en una tienda de Gap, pantalones de diferentes tonos plegados.
Tomo un par y los mantengo frente a mí. Son demasiado pequeños. ¿Cuándo debo darle la noticia de que no soy el delgado niño que solía vivir aquí? Trabajé todos los días durante el año pasado para volar fuera del nido y defenderme de tipos como Álvarez. Los músculos no solo pesan más, ellos cambian la estructura entera de tu cuerpo. Sentado en mi escritorio, busco la ventana y miro la casa Cyrus. Mi ventana mira hacia el cuarto de Miley. Miley Cyrus. La chica a la que lisie, y por la cual fui declarado culpable. Está bien, sé que es injusto. Pero es difícil no querer culparla. Si no fuera por ella yo no habría estado encerrado. He pensado sobre Miley y los eventos previos al accidente más veces durante el año pasado de lo que quiero admitir.
—¿Nick, estás aquí? —papá pregunta, entonces toca. Es encantador cuando las personas tocan. Yo no he escuchado un toque durante un año. Abro la puerta y le hago un gesto para que entre. Mi papá camina y cierra la puerta detrás de él. Todavía tiene la cabeza llena de cabello oscuro y un bigote medido. Él está bien como un papá, pero es un cobarde total cuando se para junto a mi mamá.
—Tu mamá invitó a unas pocas de sus amigas para después de la cena —él vacila y añade—, para, uhm, una fiesta de bienvenida.— Un nudo en la parte posterior de mi cuello se empieza a formar. Lo froto. ¿Una fiesta de bienvenida para un chico que acaba de salir de la cárcel? Increíble. 
—Cancélalo —digo. Las venas en su cuello se tensan y empiezan a tomar un extraño tono de púrpura. 
—Escucha, eso es lo que tu madre quiere. Ella ha pasado mucho este año contigo en la cárcel. Solo… haz lo que quiere y monta un espectáculo para sus amigas. Será más fácil para todos si sigues el juego.
—¿Un espectáculo?
—Sí, fija una sonrisa en tu rostro y complace a las mujeres de su club social. Yo lo hago todo el tiempo  dijo, entonces deja la habitación tan rápido como entró. Toma un segundo registrar lo que él dijo. ¿Sonrisa? ¿Espectáculo? Siento como he sido transportado a algún set de una película de Hollywood. Pero eso no es una película, es mi vida. Tomo el sable de luz en mi mano, y lo enciendo. El sonido del láser llena la habitación cuando ondeo el sable como un gran guerrero Jedi. Dios, cómo acostumbraba a gastar horas en imaginar duelos demoniacos con esta cosa cuando era un niño. Ahora he conseguido un nuevo demonio para pelear. Uno que yo no puedo hacer desaparecer con ondear un juguete.

Mi mamá está de pie en la puerta de mi habitación en la tarde, enseñando un par de pantalones de fieltro y una chaqueta. 
—Miley, mira lo que compré para ti, la vendedora dijo que todos los adolescentes están vistiendo esto. Ellos son muy, muy modernos.
—Nadie dice moderno ya.
—¿Genial?— Yo tomo las ropas. Es un conjunto de Juicy Couture, totalmente suave y nada como mi ropa de Wal-Mart. —Mamá, esto debe haber costado unos cien dólares. Es genial, pero no podemos permitírnoslo.
—No te preocupes por el dinero —ella dice, agitando mi preocupación de nuevo—. Hago algo de horas extra en la cena y tengo un pequeño extra este mes. Además, la escuela empieza el lunes y yo quiero que tú tengas algo moderno, genial o lo que sea. Pruébatelo —mamá hace un pequeño baile emocionado mientras espera. Yo quería que se fuera a trabajar así yo podría llamar a Mandy y decirle que no iba a la fiesta. 
—Mamá, son las siete treinta. ¿No crees que el Sr. Reynolds estará enojado si llegas media hora tarde?— Ella sonríe, su emoción no ha disminuido. 
—Cariño, yo estoy esperando a que Mandy te recoja.— Mi estómago se hunde hasta mis rodillas. 
—¿Por qué?
—Porque me haría tan feliz finalmente verte salir y tener algo de diversión.— Siento la presión reuniéndose y entrando en mis pulmones. Me visto con las prendas de fieltro y tan pronto como mamá me mira, ella sonríe. 
—Oh, querida, te ves preciosa. El rosa va bien con tu tez oliva— Tengo que admitirlo, el conjunto es precioso. Pero yo no lo soy. Quizás los pantalones escondan mis horribles cicatrices, ninguna cantidad de dinero puede hacer que un conjunto esconda la torpe inclinación en mi paso. Después de que mamá me mira, cepillo mi fibroso cabello café oscuro y me añado maquillaje a lo que llevo. Me encuentro sentada al lado de la puerta, esperando por Mandy.
—Ahora, si tienes algún problema, apunté algunos números de emergencia para ti —ella me da su móvil y un pedazo de papel—. El primero es el número de la cafetería, el segundo es de la tía Pam, el tercero es la línea de emergencia del Dr. Gerard, y el cuarto es el 911.— Imágenes de España corren a través de mi mente. Ella me trata como si mi cabeza estuviera arruinada como mi rodilla. 
—Venga, ¿el 911? Eso ha sido infundido en mi cabeza desde preescolar.
—Las personas olvidan los números todo el tiempo cuando están bajo estrés, Miley.— Abro mi bolso de Wal-Mart y meto el papel dentro. 
—Estaré bien —le aseguro, aunque yo misma no esté tan segura.
—Lo sé. Solo quiero que estés feliz. Y a salvo. Pero si tu pierna te duele o quieres regresar a casa más temprano, dejaré mi trabajo e iré por ti.— De repente eso me golpea. Por qué ella me está dando la atención que le daría a un bebé recién nacido. 
—¿Tu sabes que Nick regreso hoy, no es cierto?— Su mirada de ciervo frente a los faros no pasó desapercibida. 
—Alguien podría haberlo mencionado en la cafetería ayer.— Yo gimo y lamento. 
—¡Mamáááááá!
—Cariño, no pienses en eso. Solo mira a otra parte y pretende que los Jonas no existen.— Creo que ahora sería el mejor momento para hablar sobre lo mucho que extraño a mi ex mejor amiga que también pasa a ser "uno de esos Jonas". El sonido de una bocina afuera. Es Mandy .
—Vamos —dice mamá—, y llama cuando estés aquí para saber que estas a salvo, incluso si piensas que estoy siendo sobre protectora o anticuada.— Salgo a la puerta, tratando de contar los días en mi cabeza hasta que vaya a España. Creo que son unos ciento dieciocho días, obviamente no lo bastante pronto. Cuando llego a la silla de en frente del auto de mi prima, ella dice:
—Lindo conjunto.— Mandy sabe lo suficientemente bien de nuestro esfuerzo financiero y mis ropas son un lujo extravagante que no podemos permitirnos. Hace dos años mi papá se fue de viaje de negocio a Texas. Se suponía que sería por cuatro semanas, él estaba tratando de convencer a un grupo de inversores de mover sus instalaciones de fabricación de chips digitales a Tennessee. Ellos rechazaron su propuesta, pero le ofrecieron un trabajo viajando alrededor del país como su consultor. En dos años mi papá había estado de vuelta en Tennessee solo tres veces. Una vez para preguntarle a mamá por el divorcio, otra para anunciar que se había casado de nuevo, y la última vez fue después del accidente. El vino por una semana, entonces se fue. El dice que está feliz, que él quiere que yo vaya a visitar su nuevo hogar, pero él nunca hace ningún compromiso o establece alguna cita. Incluso yo no estuve en su segunda boda.
—Gracias —recorro con mis dedos la suavidad de los pantalones una vez más. Y esa es nuestra entera conversación hasta que Mandy aparca en la calle y nosotras caminamos hacia la casa de Brian Newcomb.
—¿Qué está mal? —pregunta Mandy —. Estás cojeando más de lo usual. Pensé que tu pierna estaba mejor.
—Estaba… está —pero un espasmo estaba creciendo hoy. Escucho música rock a todo volumen fuera de las ventanas de la casa de Brian y tomo un profundo respiro. Allí van a estar bailando. Bailar implica movimiento y chocar con otras personas. ¿Qué si me caigo? Peor, ¿Qué si no puedo levantarme y las personas empiezan a reír? En frente de la casa, estoy lista para salir corriendo de vuelta a casa y esconderme en mi habitación hasta que vaya a España. Pero Mandy ansiosamente abre la puerta antes de que pueda retirarme. Mientras entramos al vestíbulo, soy hipersensible y consciente de todos los ojos enfocados sobre mí. Un escalofrío corre por mi espina dorsal. ¿Podría ser que tengo un grano del tamaño de un aguacate creciendo en mi nariz? ¿Es mi cojeo tan malo? ¿O se trata del chisme que anhelan? De cualquier manera, no me gusta la atención. Haría cualquier cosa por permanecer perdida en segundo plano para siempre.
—¡Oigan, chicos, esa es Miley Cyrus que regresa de la muerte! —grita un chico del equipo de fútbol.
—Escuché que Nick Jonas también está de regreso —un tipo llamado Ty dijo.
—Eso es lo que he escuchado —digo elocuentemente, sin sentir del todo la elocuencia. Yo no puedo esconderme. ¿Ellos saben que quiero? 
— No es nada —estoy sorprendida de ser capaz de sacar las palabras; mi garganta está tratando de cerrarse.
—Pero él casi te mata —alguien más dice. Ni siquiera sé quien lo dijo; la multitud se ha convertido en una gran mancha. Ni siquiera creo que pueda tomar un profundo respiro ahora si lo quisiera.
—Fue hace un año. Eso está terminado —trago. Ser valiente no es tan fácil como se ve. Especialmente cuando tu corazón está corriendo más rápido que el ritmo de la música, que ahora ha pasado a segundo plano. Música suertuda.
—¿Cómo puede ser? ¿No estuviste en una silla de ruedas, como por, cuatro meses?
—Ciento veintitrés días para ser exactos, ¿pero quién está contando? —Supongo.
—Gente, denle espacio para respirar —me vuelvo hacia la voz. Es Delta. La antigua novia de Nick. Nosotras solíamos estar en los mismos círculos, pero no fuimos nunca cercanas. Ella me recuerda a una falsa, muñeca plástica. Para mi sorpresa ella coge mi brazo y me saca hacia el patio trasero. Con mi cojera es difícil mantenerme con ella sin tropezar con mi propio pie, pero ella parece no darse cuenta. O preocuparse.
—¿Lo has visto? —pregunta en un susurro. Por un segundo estoy confundida. Delta es popular, alguien a quien nadie puede ignorar. ¿Pero no estoy realmente aquí, cierto? Seguro, mi cuerpo está. Pero mi serenidad está de vuelta a casa, en mi habitación donde puedo esconderme del pasado y los recuerdos del accidente. Delta me sacude, y yo estoy de vuelta en la fiesta.
—¿Lo viste? —pregunta. Por la forma que en que me mira, tu pensarías que sus ojos eran dardos.
—¿A quién?— Ella está molesta, su rizado y rubio cabello rebota con cada movimiento de su cabeza, haciendo hincapié en su estado de ánimo como puntos de exclamaciones. 
—A Nick.
—No.
—Pero él vive justo al lado tuyo —ella dice casi desesperadamente, sus dardos estrechándose contra mis pequeñas rendijas.
—¿Y qué? —yo nunca hice clic con Delta. Ella lo sabe, yo lo sé. No muchos otros lo saben; nosotras hemos sido muy buenas fingiendo que estábamos en la misma página. Se siente como un enfrentamiento, ella me reta por información que quiere y cree que tengo. Pero yo no la tengo, así que ni siquiera tengo la satisfacción de guardar información para ella. Brian asoma su cabeza por la puerta. 
—¿Delta, que estás haciendo aquí afuera? Ven y sálvame de tener que jugar a girar la botella.— Delta va de mí a Brian, entonces se voltea. —Ya voy —dice, sacudiéndose el cabello una vez más con un movimiento de su cabeza, antes de entrar a la casa. Dejándome sola. Afuera.
Estoy bien sola. Estoy acostumbrada a estar sola. Estar sola es cómodo para mí, es tranquilo y no exige estar feliz o satisfecha o… ninguna pregunta. Trato de no pensar en lo que era cuando no estaba sola, cuando yo era una parte integral del escenario social. Cuando Delta y yo no éramos enemigas o amigas, pero estábamos con las mismas personas. E incluso si no estábamos en igualdad social, entonces al final estábamos en el mismo campo de juego social. Los encuentros no habrían sido lo mismo sin mí. Ahora no son lo mismo conmigo. Me siento en una silla junto a la piscina. Unos pocos minutos después la fiesta se ha multiplicado y las personas comienzan a congregarse y bailar en el patio. Yo todavía estoy sola, pero dentro de la multitud.
Brianne está agarrada a Drew Wentworth, el mariscal principal del equipo de la secundaria. Sus manos están sobre ella mientras bailan cerca una canción lenta a todo volumen desde la ventana del segundo piso. Danielle y Mandy están acurrucadas en la esquina, chismeando y riendo. Después de un tiempo algunos chicos las empujan hacia el patio y empiezan a bailar con ellas. La escena me recuerda a todos esos reality shows de adolescentes de California. Estoy completamente fuera de lugar vistiendo un conjunto rosa de Juicy Couture. Abro mi bolso, miro los números de emergencia que mi mamá me dio solo para estar segura de que aún estaban allí, entonces cierro mi bolso de nuevo. ¿Sin duda, convertirse en una marginada cuando antes eras popular, no se considera una emergencia, cierto?
Delta y Brian empiezan a montar su propio espectáculo público de baile sobre en trampolín después de cambiarse a los trajes de baño. Todos se reúnen alrededor, cantando para que la pareja salir. Delta ama la atención, ella está acostumbrada. Su familia ha sido propietaria de la más grande parcela de tierra en Tennessee por los últimos doscientos años. Su papá ha sido el alcalde por los últimos diez años, y su abuelo era el alcalde antes. Algunas chicas nacieron para tenerlo todo. De pronto un grupo de estudiantes salieron de la casa vistiendo trajes de baño. Danielle se acerca a mí. 
—¿Has traído un traje? Mandy y yo vamos a cambiarnos en la habitación de Brian.— Si yo saliera vistiendo un traje de baño mostrando todas mis cicatrices, probablemente despejaría el lugar. 
—Mi doctor dice que no puedo nadar todavía —miento.
—Lo siento. Yo no lo sabía.
—No hay problema —digo, sacando el celular. Mientras Danielle y Mandy suben las escaleras, cojeo a la puerta y marco el número del trabajo de mi mamá.
—Comedor de la Tía Mae. ¿Puedo ayudarlo?
—Hola, mamá, soy yo.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Estoy bien. Teniendo una juerga —digo mientras cojeo lejos de la casa de Brian y empiezo a bajar la calle. Yo no sé a dónde voy. A algún lugar privado… silencioso… donde yo no tenga que pensar sobre lo que estoy extrañando. Un lugar donde pueda cerrar mis ojos y concentrarme en mi futuro. Un futuro sin Tennessee. Yo puedo imaginar la sonrisa en el rostro de mi mamá mientras ella dice.
—Mira… y tú estabas preocupada de que no encajarías. ¿No te sientes tonta ahora?
—Absolutamente —¿la verdad? Me siento absolutamente tonta de tener que mentir a mi mamá.

domingo, 10 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 02


Creo que a los terapeutas físicos les gusta demasiado su trabajo. Quiero decir, ¿por qué ellos siempre lucen felices y sonrientes mientras te hacen sudar y hacer muecas de dolor? Bastante seguro, Robert, mi terapeuta físico, está esperando por mí con una gran dentada y blanca sonrisa en el vestíbulo del área ambulatoria del hospital.
—Hola, Miley ¿Estás lista para trabajar esas piernas tuyas?— No realmente. 
—Supongo —digo, mirando hacia el piso. Sé que el trabajo de Robert es tratar de hacerme caminar mucho mejor. Pero no sirve de nada en ayudarme a caminar normal porque mi pierna está estropeada por dentro. La última cirugía que tenía que arreglar la fractura del platillo en mi tibia duró cerca de siete horas. Mi cirujano ortopédico bromea conmigo y me llama pierna biónica. Todo lo que sé es que tengo más clavos y plástico dentro de mí que el promedio de una caja de herramientas. Cuando vaya a España el próximo semestre, los inspectores del aeropuerto van a tener un día divertido conmigo. Probablemente me pedirán subir a la máquina de rayos x para estar seguros de que no estoy ocultando armas dentro de mi rodilla. Robert me escolta hasta la habitación de terapia física. Yo tengo que ir allí dos veces a la semana. Dos veces a la semana por casi un año y aún algunas personas me miran fijamente cuando camino.
—Miley, acuéstate y pon tu pie sobre mi hombro —Robert manda, empezando como de costumbre. Suspiro. Me acuesto en la camilla y pongo mi pie en el hombro de Robert. Él agarra mi pie en el lugar y se inclina. —Ejerce presión sobre ella.— Después del accidente, todo lo que puedo hacer es un pequeño impulso de bebé.
—Vamos, Miley. Tu puedes hacerlo mucho mejor que eso. Casi no siento.— Yo pongo mi antebrazo sobre mis ojos. 
—Eso nunca va a ser mejor que esto.
—Seguro lo será. Mira, tu nunca creías que serías capaz de caminar otra vez y aquí estás.— Puse más presión en mi pie.
—Trata chica. Estima el nivel de dolor ahora de uno a diez, siendo diez siendo.
—Ocho.
—¿Un ocho?— Incluso podría ser un nueve.
—Si trabajas duro ahora, la ganancia se mostrará más adelante —el dijo. Yo no contesto, pero mantengo incrementada la presión sobre mi pie. El se reclina y baja mi pie. ¡Uf! Eso es todo.
—Genial. Ahora mantén tus piernas rectas y sustituye doblándolas una al tiempo— Empiezo con mi pierna derecha. El accidente no la desarregló demasiado y las cicatrices se han curado. En su mayor parte. Pero cuando tengo que doblar mi pierna izquierda, siento como si un peso estuviera ligado a ella. Yo la doblo una pulgada a la vez. Solo levantar mi pierna me hace sudar como una corredora de larga distancia. La palabra patética resume bastante bien mis diecisiete años de vida.
—Un poco más —dice Robert mientras estoy a punto de bajarla—. ¿Cuál es tu nivel de dolor de uno a diez?— Antes de que pudiera contestar nueve, su móvil suena. Y suena. Y suena. 
—¿No vas a contestarlo? —pregunto.
—No mientras tengo una paciente. Mantén dobladas ambas piernas, Miley.
—Tal vez sea importante —digo con voz expectante.
—Sí lo es, ellos dejarán un mensaje. El Dr. Gerard me dijo que nos dejarás en enero —dice mientras yo alterno mis piernas.
—Sip —digo con los dientes apretados—. Obtuve una beca para ir a España por un semestre. Tuve que pedir una prórroga debido a la infección.— Robert silbó apreciativamente 
—¿España, huh? Eres una chica afortunada.— ¿Afortunada? Yo no soy afortunada. Las personas afortunadas no son golpeadas por autos y tienen que ir a una dolorosa terapia física. Las personas afortunadas no tienen padres divorciados y un papá que ellas ven una vez al año. Las personas afortunadas tienen amigos. Ahora que pienso sobre eso, yo probablemente soy la persona más desafortunada en el universo entero. Soporto la tortura en mi pierna por otros veinte minutos, estoy lista para salir, pero yo sé que esto no es todo. La última cosa que Robert hace en la terapia física es un masaje en los músculos de mi pierna. Saco mis pantalones de entrenamiento y me siento en la mesa de metal en mis shorts.
—¿Está desvaneciéndose lo enrojecido? —Robert pregunta mientras frota la crema medicada sobre mi pierna con las manos enguantadas.
—No lo sé —digo—. No me gusta mirarlo —en realidad, yo miraría cualquier lugar excepto mi cicatrizada pierna izquierda. Es fea, como si un niño dibujara dos líneas rojas con un crayón subiendo y bajando por mi pantorrilla y muslo. Pero las marcas no son de un crayón. Son de varias cirugías después de que Nick Jonas me golpeara mientras conducía borracho. Yo trato de olvidarme de Nick, pero no puedo. Él ha estado empotrado en mi cerebro como un cáncer. Mis pesadillas del accidente habían parado, siquiera, gracias a Dios. Estas duraron por cerca de seis meses. Odio a Nick. Odio lo que él me hizo y estoy feliz de que él esté lejos. Yo trato de no pensar sobre en donde ha estado. Si pienso sobre eso es más difícil, probablemente me sentiré culpable. Yo no pienso sobre eso y camino con dificultad por mi vida ignorando las partes que tiran de mí en la medida en que no seré capaz de levantarme. Mientras Robert estudiadamente masajea los músculos de mi pierna, yo me contraigo.
—No debe de doler cuando hago esto —él dice.
—No lo hace —es solo… que no me gusta que las personas toquen mis cicatrices. Yo ni siquiera aguanto tocarlas. Robert examina mi pierna. 
—El rojo profundo se desvanecerá eventualmente. Dale algunos meses más.— Robert finalmente anuncia que ha terminado. Mientras yo me pongo de nuevo mis pantalones de entrenamiento, el escribe algo en mi archivo. Su bolígrafo se mueve más rápido de lo que puedo hablar.
—¿Qué estás escribiendo? —pregunto con cautela.
—Solo evaluando tu progreso. Estoy solicitando al Dr. Gerrard venir de visita durante tu terapia la próxima semana.— No entres en pánico, Miley, me dije. 
—¿Por qué?
—Me gustaría cambiar tu programa
—No me gusta cómo suena eso.— Robert me palmea en la espalda. 
—No te preocupes, Miley. Nosotros solo necesitamos contar con un plan de terapia física para que puedas hacerlo en España sin mí.— ¿Terapia física en España? No es exactamente lo que me imaginé haciendo en el extranjero. Yo no le digo esto a Robert. En vez de eso, yo le doy una sonrisa extenuada. Después de mi cita, me dirijo a la cafetería La Tía Mae donde mi mamá trabaja. Yo sé que no es glamuroso, pero ella debía tener un trabajo cuando mi papá se fue hace dos años. Su jefe, el señor Reynolds, es muy amable y le dio mucho tiempo libre cuando yo estaba en el hospital.  
Nosotras no somos ricas, pero tenemos un techo sobre nuestras cabezas y la comida de La Tía Mae en nuestros estómagos.  Me siento en una mesa y mi mamá va a la cocina a buscar la cena para mí. Estoy a punto de leer un libro cuando levando la mirada y miro a Danielle, Brianne, y mi prima Mandy entrar al restaurante. Dios, ellas lucen tan… perfectas. Yo solía ser amiga de Danielle y Brianne. Emily Jonas y yo solíamos pasar todo el tiempo con ellas.  Las cuatros estábamos en el equipo de tenis de la secundaria y éramos inseparables desde nuestra primera lección de tenis en el Centro Comunitario Tennessee cuando nosotras teníamos nueve años. Mandy era la extraña, la no atleta. Recuerdo a mamá haciéndome preguntar a Mandy si quería seguirnos con mis amigas cuando nosotras salíamos.  El accidente puso al revés a Tennessee. 
Cuando Nick me golpeó, él no solo destruyó mi pierna, él también destruyó mi amistad con su hermana, Emily, y la amistad de mi mamá con la Sra. Jonas. Allí ahora hay una barrera invisible entre nuestra casa y la casa de los Jonas donde una vez estuvo la política de puertas abiertas. Al principio no tenía tiempo para extrañar a Emily; en el hospital mi teléfono sonaba constantemente. Mi mamá se mantuvo ocupada contestando llamadas e instándome a tener conversaciones cortas para que yo pudiera concentrarme en curarme. Pero mientras los meses pasaban, las llamadas disminuían, entonces finalmente pararon totalmente. Todos los demás siguieron con su vida mientras me recuperaba en casa. Mandy solía venir y darme actualizaciones con chismes de la escuela. Ahora mi prima es amiga íntima de Brianne y Danielle, que es totalmente extraño porque antes del accidente ellas no le daban ni la hora del día. Yo nunca he preguntado a Mandy sobre Emily… y Mandy nunca ofrece ninguna información. El hermano de Emily fue a la cárcel por mí. Yo estaba segura que ella me odiaba por eso. Nosotros pasamos de ser las mejores amigas a extrañas de la noche a la mañana.
Cada vez que pienso en volver a la escuela el lunes, mi estomago empieza a retorcerse. Yo he estado teniendo enseñanza en casa por unos tutores públicos asignados por el distrito escolar casi por mi tercer año entero debido a la infección en la pierna después de mi primera cirugía. Ahora soy estudiante de último año. Yo no sé qué será lo peor; salir de la casa o ir a la escuela y dar la cara a todos los chicos allí. ¿Qué pasa si me encuentro a Emily? ¿Qué debo decir? Mi prima y mis viejas amigas están de pie en el puesto de la anfitriona, esperando a ser sentadas. Muy bien, esta es el momento en que me gustaría que mi mamá no trabajara como mesera. Conociéndola, ella viste un uniforme rosa de poliéster con un botón en el que pueden leerse "PREGUNTAME POR MI EMPAREDADO DOBLE" que usualmente no me molesta. Pero que, además de su servicio con mis antiguas amigas, me dan ganas de esconderme debajo de la mesa. Mamá se retira de vuelta a la cocina con mi cena. Observo con agonía mientras ella hace lugar a Danielle, Brianne y Mandy . Sus ojos se iluminan. 
—¡Hola, chicas! —ella me señala para obtener mi atención—. ¡Mira Miley, son tus amigas y tu prima!— Brianne y las otras dan a mi mamá sonrisas falsas. Mamá es ajena a eso. Doy una pequeña señal y miro hacia abajo a una pequeña mancha en la esquina de la mesa, esperando que mi mamá entienda la sugerencia.
—¿Por qué no se sientan con Miley? Ella está sola —escucho a mi mamá decir. ¿Por qué ella no les dice que soy una perdedora ahora, también? Tal vez yo tenga una gran "P de perdedora" en un botón con un alfiler en el frente de mi camisa. Las chicas, incluida mi prima, solo se miran las unas a las otras y se encogen de hombros. 
—Seguro.— ¿Por qué pretenden ser mis amigas y ser todas falsas? No vale la pena.
—Hola —digo cuando mamá las dirige a mi mesa y deja mi comida favorita en frente de mí: un french dip, sopa de chícharos, acompañado de papas fritas con salsa.
—¿Sra. Armstrong, cuales son los emparedados dobles? —pregunta Brianne El resto de las chicas sonríen disimuladamente mientras yo me hundo más profundo en mi silla. Mamá no se estremece y continúa con su discurso. 
—Nosotros tenemos una nueva selección de emparedados con dos niveles con pavo y capas de tocino con lechuga, tomate, mayonesa, y nuestra salsa especial. También tenemos la nueva carne asada y queso doble. Todos vienen con dos capas de pan entre ellos.— Danielle luce como si ella estuviera enferma. 
—Mis arterias se obstruyen solo escuchando sobre todo ese colesterol.
—Olvida el colesterol —dice Mandy—. ¿Dos capas de pan? Carbohidratos— ¿Desde cuándo mi prima se convirtió en conocedora de carbohidratos? Yo miré hacia mi plato. Carbohidratos y más carbohidratos, colesterol y más colesterol.
—Tomaré una coca cola de dieta y una ensalada, Sra. Armstrong —dijo Brianne.
—Yo también —dijo Mandy.
—Y yo —Danielle repica.
—Tenemos Thousand island, queso azul, rancho, italiana baja en grasa…
—Thousand island para mí —dice Mandy—. A un lado.— Danielle frunce sus enceradas cejas, pensándolo bien. 
—Yo creo que tomaré la italiana baja en grasa. A un lado.— Brianne ladea su cabeza al lado y dice 
—Sin aderezo.— ¿Sin aderezo? ¿Qué sucedió con atragantarse con papas y pizza? Solo he estado fuera un año y estoy totalmente perdida. Mamá sale a entregar la orden, y yo me quedo con mi prima come ensalada, mis ex amigas… y mi French dip, sopa de chícharos, papas fritas y salsa. Yo estaba realmente hambrienta antes, pero ahora no pude comer. Brianne revuelve de un lado a otro su bolso y saca un pequeño espejo.
—Dámelo cuando hayas terminado —dice Mandy. Cuando mi prima tiene el espejo, ella intenta verificar la parte de atrás de su cabeza. Que en realidad no se puede hacer con un espejo, pero no voy a destrozar esa noticia para ella.
—¿Qué estás haciendo, Mandy? —Danielle pregunta.
—Yo creo que necesito tener mi cabello corto antes de mañana.— Danielle ríe. 
—Chicas, dejen de enloquecer. Es una fiesta, no un baile presidencial.
—¿Qué fiesta? —pregunto, entonces quiero morir por preguntar. Obviamente yo no estaba invitada. Yo no quiero ir de todos modos. Pero ahora parece como si yo quisiera ir. Las chicas se miraron unas a otras. Ellas no quieren decirme sobre la fiesta. Ugh, ¿Y por qué pregunté?
—Una fiesta de vuelta a la escuela —Danielle finalmente dijo—. En la casa de Brian Newcomb.— Yo no lo sé, pero mamá viene con las coca colas de dieta y un extra grande pedazo de tarta para mí en ese exacto momento. 
—¡Oh, una fiesta! ¿Cuándo? A Miley le ENCANTARÍA ir a la fiesta, ¿no te gustaría, cariño?— En lugar de responder, yo muerdo un gran pedazo de French dip. Eso me salva de tener que contestar, pero ahora me siento como si fuera a atragantarme con el pedazo gigantesco de carne en mi boca. Brianne luce como si ella fuera a vomitar solo por mirarme.
—Uh, tu puedes venir si quieres, Miley—mi prima dice. Era definitivamente una invitación por lástima, nadie más que una mesera de La Tía Mae se dio cuenta de eso. Yo no voy a ir a la fiesta. Yo no quiero saber cómo voy a decírselo a mamá y dejar fuera a mis ex amigas del enredo al mismo tiempo. Tomo mi tiempo para masticar. Antes del accidente yo era una estudiante de tercer año en el equipo principal de tenis. Pero ahora como estudiante de último año, yo ni siquiera estaba en el equipo de primer año. No es lo que quiero, porque entonces yo habría tenido que vestir esas cortas faldas de tenis. Yo nunca vestiré una falda de tenis otra vez porque yo nunca voy a mostrar a nadie mi horrible cicatriz. Además que, tú no puedes jugar tenis cuando ni siquiera puedes caminar en línea recta. Mientras trago el último fajo de carne, me doy cuenta de que ellas están esperando por una respuesta. Umm…
La ilusionada mirada en el rostro de mi mamá me hace darme cuenta de que ella siente pena por mí. Como si importara que yo no sea amiga de ellas ya. Mamá se preocupa. Ella tiene que hacer frente con pagar por la mitad de las facturas médicas que la aseguradora no cubrió. Mis padres están divorciados y odio sentir como estoy agregándole estrés. La culpa, como una gran bola de carne asada, se instala en mi inmensa y llena tripa de French dip. Quiero contraerme cuando me escucho decir: 
—Seguro, suena como algo divertido.— Mamá deja salir un respiro mientras las chicas beben.
—¿Puedes recogerla? —mamá pregunta a mi prima.
—Seguro, tía Tish—Mandy dice. Seriamente, me siento como una pequeña niña teniendo a mi mamá haciendo una cita de juego para mí. Especialmente cuando escucho preguntar a mi mamá 
—¿A qué hora?
—Creo que a las ocho.
—¡Geeeenial! —dice mamá como el tigre en el comercial del cereal. ¿Cómo voy a salir de esto sin que mi mamá me descubra? No hay manera de que yo vaya a una fiesta y tenga a personas mirando como moscas sobre mí. Ya es suficiente malo tener que lidiar con las burlas en la escuela el lunes. Después de que mamá trae sus ensaladas y nos deja solas por dos minutos, Brianne me encandila con una maliciosa sonrisa. 
—¿Quieres saber las grandes noticias?— ¿Noticias? Um, Exactamente yo no he estado en circulación con los chismes últimamente. 
—¿Eso de que el señor Meyer usa un peluquín? —escuché eso sobre nuestro director de escuela hace un rato. Brianne ríe. 
—No, esa es totalmente una noticia vieja. Yo estoy hablando sobre Nick Jonas, será liberado mañana. —¿Qué? Danielle sumerge el tenedor en el aderezo y pincha un pedazo de lechuga. 
—La señora Jonas llamó a mi mamá hoy y se lo dijo. Libertad anticipada. Me pregunto si le permitirán volver a la escuela.— ¿Libertad anticipada? Se supone que debería estar alejado por al menos seis meses más. Yo tenías un plan perfecto. Salir a España antes de que él volviera. Un profundo dolor agudo en mi pecho me golpea cuando tomo un respiro, y mis dedos están temblando. Yo estoy teniendo un mini ataque de pánico, pero tratando de no permitir que nadie más lo sepa.
—¿Miley, estas bien? —Mandy pregunta mientras pongo la tarta lejos de mí No, definitivamente no estoy bien.