viernes, 26 de julio de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 04


La decisión fue loca, pero también liberadora. Al día siguiente entré a la cafetería y sin pensarlo dos veces, me senté en el asiento libre frente a Miley. Estar alrededor de ella era natural y fácil, y además de tener que soportar las insistentes miradas de la población estudiantil en general, e incluso la de algunos profesores, a ella parecía gustarle que lo esté.
— ¿Hoy estudiaremos o qué?
—Lo haremos —dijo, imperturbable. La única cosa negativa acerca de salir como amigos era que entre más tiempo pasábamos juntos, más me gustaba ella. Era difícil olvidar el color y la forma de sus ojos, o el olor a perfume en su piel. También otras cosas, como cuán largas son sus piernas y los colores que viste con mayor frecuencia. Incluso tengo una muy buena idea de qué semana no debería darle mierda extra, la cual afortunadamente para Joe, era la misma semana de no follar con Demi. De esa manera, habíamos tenido tres semanas para no estar en guardia en lugar de dos, y así podíamos darnos la justa advertencia.
Aunque para su pesar, Miley no era exigente como la mayoría de las chicas. La única cosa que parecía afectarla eran las ocasionales preguntas acerca de nuestra relación, pero en tanto que me hago cargo de eso, ella ya lo superó. Cuanto más tiempo pasaba, la gente especula menos. Comemos en los almuerzos juntos la mayoría de los días, y en las noches cuando estudiamos, la saco a cenar. Joe y Demi nos invitaron a una película una vez. Nunca fue incómodo, nunca una pregunta de si éramos más que amigos. Yo no estaba seguro cómo sentirme respecto a eso, especialmente desde mi decisión de no perseguirla en esa manera que no me detendrá de fantasear acerca ella gimiendo en mi sillón, hasta que una noche la estuve viendo con Demi golpeándose y haciéndose cosquillas en el apartamento y entonces imaginé a Miley en mi cama.
Necesitaba sacarla de mi cabeza. La única cura era dejar de pensar en su persona el tiempo suficiente para aterrizar en mi próxima conquista. Unos pocos días después, un rostro familiar me llamó la atención. La había visto antes con Janet Littleton. Lucy era bastante caliente, nunca se pierde la oportunidad de mostrar su escote, y es muy bocazas acerca de odiar mis entrañas. Afortunadamente me tomó treinta minutos y una invitación tentativa a The Red para llevarla a casa. Apenas había cerrado la puerta antes de que ya estuviera quitándome las ropas. Hasta acá llegaba el profundo poso de odio que había albergado hacia mí el año pasado.  Se fue con una sonrisa en el rostro y decepción en los ojos. Yo todavía tenía a Miley en mi mente. Ni siquiera el cansancio post-orgasmo iba a solucionarlo y sentí algo nuevo: culpa.
Al día siguiente, corrí a la clase de historia y me deslicé en mi escritorio junto a Miley. Ella ya había sacado su laptop y libro, apenas reconociendo mi presencia cuando me senté. El salón de clases estaba más oscuro de lo usual; las nubes privaron a la habitación de la luz natural que solía entrar por lo general desde las ventanas. Empujé su codo, pero ella no estaba tan receptiva como era usual, así que tomé el lápiz de su mano y comencé a garabatear en los márgenes. Tatuajes, mayormente, pero escribí su nombre en unas letras geniales. Miró por encima de mí con una sonrisa apreciativa.
Yo me incliné y le susurré en el oído—: ¿Quieres tomar el almuerzo fuera del campus hoy?
´´No puedo´´, susurró. Yo escribí en su cuaderno.
´´Xq?´´
´´Porque tengo que hacer uso de mi plan de comidas.´´
´´Pura mierda.´´
´´De verdad.´´
Quería discutir pero me estaba quedando sin espacio en la página. Bien. Otra comida misteriosa. No puedo esperar. Sonrió, y disfruté ese sentimiento de “por encima del mundo” que experimentaba cuando sea que la hiciera sonreír. Unos pocos garabatos y un dibujo de un dragón legítimo después, Michael dejo salir a la clase. Arrojé el lápiz de Miley en su mochila mientras guardaba el resto de sus cosas, y luego caminamos hacia la cafetería. No obtuvimos tantas miradas como las que solíamos tener en el pasado. La población estudiantil se había acostumbrado a vernos juntos sobre una base regular. Cuando fuimos a la fila, hicimos una pequeña charla sobre el nuevo papel de historia que Michael había asignado. Miley pasó su tarjeta de comida y luego hicimos nuestro camino hacia la mesa. Inmediatamente noté una cosa que faltaba en su bandeja: la lata de jugo de naranja que ella tomaba todos los días. Escaneé la fila de las robustas y sensatas servidoras que se paraban detrás del buffet. Una vez que la mujer de aspecto severo detrás del mostrador quedó a la vista, supe que había encontrado a mi objetivo.
—Oiga, Señorita… uh… señorita…— La mujer de la cafetería me evaluó antes de decidir que iba a causarle problemas, al igual que la mayoría de las chicas antes de que hiciera que sus mulos hormigueen.
—Armostrong —dijo finalmente en una voz ronca. Intenté dominar mi disgusto mientras el pensamiento de sus muslos aparecía en los oscuros recovecos de mi mente.
Mostré mi sonrisa más encantadora. —Eso es encantador. Me estaba preguntado, porque parece que tu jefe aquí… ¿no hay Jugo de Naranja hoy?
—Hay algo en la parte de atrás. He estado demasiado ocupada para traer más hacia el frente.
Asentí. —Siempre estás moviendo el culo. Deberían aumentarte el sueldo. Nadie más trabaja tan duro como tú. Todos lo notamos.
Ella levantó su barbilla, lo que minimizó los pliegues en su cuello. —Gracias. Ya era tiempo de que alguien lo hiciera. ¿Necesitas jugo de naranja?
—Sólo uno… si no te importa, por supuesto.
Me guiñó un ojo. —No, en lo absoluto. Regresaré enseguida. — Llevé la lata a la mesa y la dejé junto a la bandeja de Miley.
—No tendrías que haberlo hecho. Iba a tomar uno. —Se quitó la chaqueta y la puso sobre su regazo, dejando al descubierto sus hombros. Éstos aún seguían bronceados y un poco brillante, piándome que los toque. Una docena de cosas sucias pasaron por mi mente.
—Bueno, ahora no lo tienes que hacer —dije. Le ofrecí una de mis mejores sonrisas, pero esta vez fue genuina. Este era uno de esos Momentos Felices de Miley los cuales de cierto modo deseé para estos días.
James bufó. — ¿Te convirtió en un mandilón, Nick? ¿Qué será lo próximo? ¿Abanicarla con una hoja de palmera, usando un Speedo? — Le di una mirada asesina a James. Él no quiso decir nada con eso, pero arruinó mi momento y me molestó. Probablemente lucía un poco soso trayéndole la bebida.
Miley se inclinó hacia adelante. —Tú no podrías llenar un Speedo, James. Cierra tu estúpida boca.
— ¡Tranquila, Miley! ¡Estaba bromeando! —dijo James, levantando sus manos.
—Sólo… no hables así de él —dijo ella, frunciendo el ceño.
La observé por un momento, viendo como su ira disminuía un poco mientras giraba su atención hacia mí. Eso definitivamente fue una primera vez. —Ahora sí que lo he visto todo. Acabo de ser defendido por una chica. —Le ofrecí una pequeña sonrisa y luego me puse de pie, mirando a James por última vez antes de irme para volcar mi bandeja. No estaba tan hambriento, de todos modos.
Las pesadas puertas de metal fácilmente cedieron cuando las empujé. Saqué los cigarrillos de mi bolsillo y encendí uno, intentando olvidar lo que acababa de ocurrir. Hice el ridículo por una chica, y fue particularmente satisfactorio para mis hermanos de la fraternidad porque había sido yo quien les había dado un tiempo difícil, durante dos años, por siquiera mencionar que querían hacer más que cargarse a una chica. Era mi turno ahora, y no podía hacer una maldita cosa por ello, porque no podía. ¿Lo peor? No quería. Cuando los otros fumadores a mi alrededor rieron, hice lo mismo, a pesar de que no tenía idea de qué estaban hablando. Por dentro estaba enojado y humillado, o enojado de estar humillado. Lo que sea. Unas chicas me tocaron y se turnaron para intentar entablar conversación. Asentí y sonreí para ser agradable, pero lo que realmente quería era salir de ahí y golpear algo. Un berrinche publico mostraría debilidad, y no iba a soportar esa mierda. Miley pasó y corté a una de las chicas a mitad de una oración para alcanzarla.
—Espera, Pidge. Te acompaño.
—No tienes que acompañarme a todas las clases, Nick. Sé cómo llegar por mí misma. — Lo admito: Eso dolió un poco. Ni siquiera me miró cuando lo dijo, fue completamente indiferente. En ese momento, una chica con una falda corta y piernas kilométricas pasó de largo. Su brillante cabello rubio se balanceó contra su espalda mientras caminaba. Ahí es cuando me golpeó: tenía que rendirme. Atrapar a una chica caliente al azar era lo que mejor hacía, y Miley no quería nada más que ser mi amiga. Pensé en hacer lo correcto y mantener las cosas platónicas, pero si no hacía algo drástico, ese plan se perdería en la maraña de pensamientos contradictorios y emociones girando dentro de mí. Era tiempo de finalmente dibujar una línea. No merecía a Miley, de todas maneras. ¿Cuál era el punto?
Arrojé mi cigarrillo al suelo. —Te veré más tarde, Pidge. — Puse mi cara de juego, pero no duraría mucho. Ella había se cruzado por mi camino a propósito, esperando que su corta falda y tacones de punta capten mi atención. Me puse delante de ella y me giré, empujando las manos en mis bolsillos.
— ¿Tienes prisa?
Sonrió. Ya la tenía. —Voy a clases.
— ¿O sí? ¿Qué clase?
Se detuvo, su boca estirándose en una sonrisa. —Nick Jonas, ¿correcto?
—Correcto. ¿Mi reputación me precede?
—Lo hace.
—Culpable.
Ella sacudió la cabeza. —Tengo que ir a clases.
Suspiré, fingiendo decepción. —Eso es una lástima. Estaba a punto de preguntarte si me ayudarías con algo.
— ¿Con qué? —Su tono era dudoso, pero aún seguía sonriendo. Podría sólo haberle pedido que me siga a casa para un polvo rápido y ella probablemente hubiera ido a por ello, pero cierta cantidad de atractivo quedaba para después.
—Para llegar a mi apartamento. Tengo un terrible sentido de la dirección.
— ¿Es eso entonces? —preguntó, asintiendo, frunciendo el ceño y luego sonriendo. Estaba intentando no verse halagada. Sus dos botones superiores estaban sueltos, dejando al descubierto la curvatura de su seno y unos pocos centímetros de su sostén visible. Sentí la familiar inflamación en mi jean, y cambié de peso a otro pie. 
—Terrible —Sonreí, viendo su mirada irse a la deriva con el hoyuelo en mi mejilla. No sé por qué, pero el hoyuelo siempre parecía cerrar el trato.
Ella se encogió, tratando de mantener la calma. —Muéstrame el camino. Si veo que te desvías de la ruta, tocaré bocina.
—Estoy por este lado —dije, asintiendo en dirección al parque de estacionamiento. Ella tenía su lengua en mi garganta antes de que hubiéramos subido las escaleras del apartamento y estaba empujando mi chaqueta antes de que pudiera sacar la llave correcta. Éramos torpes, pero fue divertido. Yo tenía un montón de práctica abriendo la puerta de mi apartamento con mis labios sobre los de alguien más. Ella me metió dentro de la sala de estar en el segundo que el perno se desbloqueó, tomé sus caderas y las empujé contra la puerta para cerrarla. Arrojó sus pernas alrededor de mi cintura y la levanté, presionando mi pelvis contra la de ella. Me besó como si estuviera muriendo de hambre y supiera que había comida en mi boca. No lo sé. Medio me gustaba eso. Mordió mi labio inferior y yo di un paso atrás, perdiendo el equilibrio y estrellándome contra el final de la mesa junto al sillón. Varias cosas golpearon el suelo.
—Oops —dijo ella riendo. Sonreí y miré mientras caminaba hacia el sofá y se inclinaba sobre el respaldo de tal manera que sus nalgas quedaron visibles junto con la tira más delgada de encaje blanco. Me desabroché el cinturón y di un paso. Ella iba a hacerlo fácil. Arqueó su cuello y tiró de su largo cabello contra la espalda. Diablos, era caliente, le daría eso. Mi cremallera apenas podía contener lo que tenía debajo. Se volteó para verme y yo me incliné, plantándole un beso en los labios.
— ¿Tal vez debería decirte mi nombre? —susurró.
— ¿Por qué? —jadee—. Me gusta esto. — Sonrió, enganchó sus pulgares a cada lado de su bragas y entonces las bajo hasta que cayeron a sus tobillos. Sus ojos se conectaron con los míos, refrescantes y malvados. La decepción de Miley pasó por mi mente.
— ¿Qué estás esperando? —preguntó, excitada e impaciente.
—Absolutamente nada —dije, sacudiendo la cabeza. Intenté enfocarme en su trasero desnudo contra mis muslos. Tener que concentrarme para mantenerlo duro era algo definitivamente nuevo y diferente, y todo era culpa de Miley. Se acercó, me sacó la remera, y entonces liberó la presión en mis jeans. Maldición. Yo estaba trabajando ya sea a paso de tortuga, o esta mujer era una versión femenina de mí. Me quité las botas y me deshice de la mezclilla, pateándolo todo a un lado.
Una de sus piernas se levantó y su rodilla se enganchó a mi cadera. —He querido esto por un largo tiempo —susurró contra mi oído—. Desde que te vi en orientación el año pasado.
Llevé mi mano a su muslo, intentando pensar si había hablado con ella antes. Para el momento en que mis dedos alcanzaron el final de la línea, éstos estaban empapados. No estaba bromeando. El equivalente a un año en juegos mentales hizo mi trabajo mucho más fácil. Ella gimió al segundo que mis dedos tocaron su piel tierna. Estaba tan mojada que mis dedos no hacían mucha fricción, y mis pelotas estaban comenzando a doler. Sólo me había cargado a dos mujeres, como mucho, en las últimas semanas. Esta chica, y la amiga de Janet: Lucy. Oh, espera. Con Delta hacía tres. Esta mañana después de que me reuní con Miley. Miley. La culpa se apoderó de mí, y tuvo un efecto negativo sobre mi erección.
—No te muevas —dije, corriendo únicamente en bóxer hasta mi habitación. Saqué un paquete cuadrado de mi mesita de noche, y luego regresé a donde la morena aturdida estaba parada, exactamente de la manera en que la dejé. Tomó el paquete de mi mano y luego se apoyó sobre sus rodillas. Luego de un poco de creatividad y trucos bastantes sorprendentes con su lengua, yo tuve luz verde para empujarla contra el sillón. Así que lo hice. Bajé la cabeza con una mano extendida, y ella amó cada minuto de ello.

2 comentarios: