Incluso con el sudor en su frente y el salto en su
respiración, no parecía enferma. Su piel no tenía el resplandor melocotón al
que estaba acostumbrado, y sus ojos no eran tan brillantes, pero todavía era
hermosa. La mujer más hermosa que jamás vería. Su mano se dejó caer de la cama
y su dedo tembló. Mis ojos se mueven desde sus frágiles y amarillas uñas, a su
delgado brazo, por su hombro huesudo, finalmente fijándome en sus ojos. Me
estaba mirando, sus párpados abiertos en dos rendijas, sólo lo suficiente para
hacerme saber que ella sabía que yo estaba ahí. Eso es lo que amaba de ella.
Cuando me miraba, realmente me veía. No miraba más allá de mí a las otras
docenas de cosas que necesitaba hacer con su día, o desconectarse de mis
estúpidas historias. Ella escuchaba, y eso la hacía realmente feliz. Todos los
demás parecían asentir sin escuchar, pero ella no. Ella jamás.
—Nick —dijo, su voz ronca. Se aclaró la garganta, y las
esquinas de su boca se alzaron—. Ven aquí, bebé. Está bien. Ven. — Papá puso un
par de dedos en mi nuca y me empujó hacia adelante mientras escucha a la
enfermera. Papá la llamó Becky. Llegó a la casa por primera vez hace unos días.
Sus palabras eran suaves y sus ojos eran un poco agradables, pero no me gustó
Becky. No puedo explicarlo, pero ella estando ahí me asustaba. Sabía que pudo
haber estado ahí para ayudar, pero no era algo bueno, a pesar de que mi papá
está de acuerdo con ella.
El empujoncito de papá me llevó varios pasos al frente, lo
suficientemente cerca de mamá que podía tocarme. Estiró sus largos y elegantes
dedos y acarició mi brazo. —Está bien, Nick —susurra—. Mami quiere decirte
algo.— Metí mi dedo en boca y lo empujé alrededor de mis encías, poniéndome
inquieto. Asentir hizo que su pequeña sonrisa creciera, así que me aseguré de
hacer grandes movimientos con mi cabeza mientras di un paso hacia su cara.
Usó lo que quedaba de su fuerza para deslizarse más cerca de
mí, y luego tomó un respiro. —Lo que voy a pedirte será muy duro, hijo. Sé que
lo puedes hacer, porque ahora eres un niño grande. — Asentí de nuevo,
haciéndola sonreír, incluso si no lo decía en serio. Sonreír cuando ella se
veía tan cansada e incómoda no se siente bien, pero ser valiente la hacía
feliz. Así que fui valiente.
—Nick necesito que escuches lo que voy a decir, y aún más
importante, necesito que lo recuerdes. Esto será muy difícil. He estado
tratando de recordar cosas de cuando tenía tres años, y yo.... —Su voz se
desvaneció, el dolor muy grande por un momento.
— ¿El dolor se está poniendo inmanejable, Denise? —dice
Becky, empujando una aguja en la intravenosa de mamá. Después de unos momentos,
mami se relajó. Tomó otro respiro y lo intentó de nuevo.
— ¿Puedes hacer eso por mami? ¿Puedes recordar lo que voy a
decir? —Asentí de nuevo, y ella levantó una mano a mi mejilla. Su piel no era
muy cálida, y sólo pudo mantener su mano por unos segundos antes de que se
pusiera temblorosa y cayó a la cama—. En primer lugar, está bien estar triste.
Está bien sentir cosas. Recuerda eso. Segundo, se un niño tanto como puedas.
Juega, Nick. Se tonto. —Sus ojos le restan importancia—. Y tú y tus hermanos
cuídense los unos a los otros, y a tu padre. Incluso cuando crezcan y se vayan
a otro lugar, es importante volver a casa. ¿De acuerdo?
Mi cabeza se balanceó de arriba abajo, desesperado por
complacerla. —Uno de estos días, te enamorarás, hijo. No te conformes con
cualquier persona. Elige a la chica que no sea fácil, una por la que tengas que
luchar, y después nunca dejes de pelear. Nunca... —Toma un suspiro profundo—,
dejes de luchar por lo que quieres. Y nunca... —Frunció el ceño—, olvides que
mami te ama. Incluso si no puedes verme. —Una lágrima cayó por su mejilla—.
Siempre, siempre te amaré.
Tomó una respiración entrecortada y luego tosió. —De acuerdo
—dijo Becky, pegando una cosa de aspecto gracioso en sus oídos. Mantuvo el otro
extremo en el pecho de mami—. Hora de descansar.
—No hay tiempo —susurró mami.
Becky miró a mi papá. —Nos estamos acercando, señor Jonas.
Probablemente debería traer al resto de los chicos para decir adiós.
Los labios de papá hicieron una dura línea, y sacudió su
cabeza. —No estoy listo. —Se atragantó.
—Nunca estarás listo para perder a tu esposa, Paul. Pero no
quieres dejarla ir sin que los chicos le digan adiós. — Papá pensó por un
minuto, se limpió la nariz con su manda, y luego asintió. Salió con fuertes
pisadas de la habitación, como si estuviera enojado. Miré a mami, la observé
tratando de respirar, y vi a Becky comprobando los números en la caja junto a
ella. Toqué la muñeca de mamá. Los ojos de Becky parecían saber algo que yo no,
y eso hizo que mi estómago se sintiera enfermo.
—Sabes, Nick —dijo Becky, inclinándose para que pudiera
mirarme a los ojos—, la medicina que le estoy dando a tu mamá la hará dormir,
pero a pesar de que está durmiendo, aun puede oírte. Todavía puedes decirle a
mami que la amas y que la extrañarás, y ella escuchará todo lo que digas.
Miré a mami, pero rápidamente negué con mi cabeza. —No
quiero perderla.
Becky puso su suave y cálida mano en mi hombre, justo como
mami solía hacerlo cuando estaba enojado. —Tu mamá quiere estar aquí contigo.
Quiere mucho eso. Pero Jesús la quiere con él en este momento.
Fruncí el ceño. —Yo la necesito más que Jesús. — Becky
sonrió, y luego besó la cima de mi cabello. Papá tocó en la puerta y la abrió.
Mis hermanos se agruparon alrededor de él en el pasillo, y Becky me condujo de
la mano para unirme a ellos.
Los ojos de Frankie no dejaron la cama de mami, y Taylor y
Tyler miraron a todos lado, excepto a la cama. Me hizo sentir mejor de alguna
manera que todos parecían tan asustados como yo.
Frankie estaba de pie junto a mí, un poco más adelante, como
la vez que me protegió cuando jugábamos en el patio delantero y los chicos del
vecindario trataron de buscar pelea con Tyler. —Ella no se ve bien —dijo Kevin.
Papá se aclaró la garganta. —Mamá ha estado realmente
enferma durante mucho tiempo, chicos, y es tiempo para ella... es momento de
que ella... —Su voz se fue apagando poco a poco.
Becky ofreció una pequeña y simpática sonrisa. —Su mamá no
ha estado comiendo o tomando algo. Su cuerpo se está yendo. Esto será muy
difícil, pero es un buen momento para que le digan a su madre que la aman, y la
extrañarán, y eso está bien para que ella se vaya. Necesita saber que eso está
bien. — Mis hermanos asintieron al unísono. Todos, excepto yo. No estaba bien.
No quería que se fuera. No me importaba si Jesús la quería o no. Ella era mi
mami. Él podría tomar a una mami mayor. Una que no tuviera niños pequeños que
cuidar. Traté de recordar todo lo que me dijo. Traté de pegarlo dentro de mi
cabeza: Juega. Visita a papá. Pelea por lo que amo. Esa última cosa me
molestaba. Amaba a mami, pero no sabía cómo luchar por ella.
Becky se inclinó hacia el oído de mi papá. Él negó con la
cabeza, y después asintió hacia mis hermanos. —De acuerdo, chicos. Vamos a
decir adiós, y luego tienes que meter a tus hermanos en la cama, Kevin. No
necesitan estar aquí para lo demás.
—Sí, señor —dijo Kevin. Sabía que estaba fingiendo una cara
valiente. Sus ojos estaban tan tristes como los míos. Kevin habló con ella por
un rato, luego Taylor y Tyler le susurraron cosas en cada uno de sus oídos.
Frankie lloró y la abrazó por mucho tiempo. Todos le dijeron que estaba bien
para ella dejarnos. Todos menos yo. Mami no respondió a nada esta vez. Kevin
tiró de mi mano, sacándome de su dormitorio. Caminé hacia atrás hasta que
estuvimos en el pasillo. Traté de fingir que ella sólo iba a dormir, pero mi
cabeza se puso difusa. Kevin me cargó y me llevó por las escaleras. Sus pies
subieron más rápido cuando los lamentos de papá llegaron a través de las
paredes.
— ¿Qué te dijo a ti? —preguntó Kevin, encendiendo el grifo
de la bañera. No respondí. Lo escuché preguntar, y recordé como ella me dijo
que lo hiciera, pero mis lágrimas no funcionarían y mi boca tampoco.
Kevin sacó la camisa sucia por encima de mi cabeza y mis
pantalones cortos y mis calzoncillos entrenadores de Kevin y Frankie al suelo. —Es hora de entrar a la bañera,
pequeño. —Me levantó del suelo y me sentó en el agua tibia, empapando la
esponja y apretándola desde arriba de mi cabeza. No parpadeé. Ni siquiera traté
de quitar el agua de mi cara, aun y cuando odiaba eso.
—Ayer, mamá me dijo que cuidara de ti y de los gemelos, y
cuidar de papá. —Kevin cruzó sus manos en el borde de la bañera y apoyó su
barbilla sobre ellas, mirándome—. Así que eso es lo que haré, Nick, ¿de
acuerdo? Voy a cuidar de ti. Así que no te preocupes. Extrañaremos a mamá
juntos, pero no te estés asustado. Me aseguraré de que todo esté bien. Lo
prometo.
Quería asentir, o abrazarlo, pero nada funcionó. A pesar de
que debería haber estado luchando por ella, yo estaba en el segundo piso, en
una bañera llena de agua, inmóvil como una estatua. Ya la había defraudado. Le
prometí en el fondo de mi cabeza que haría todas las cosas que me había dicho
tan pronto como mi cuerpo volviera a funcionar. Cuando la tristeza se fuera,
siempre jugaría y siempre pelearía. Duro.
esto realmente es muy triste :'( estoy con los ojos con lagrimas a punto de salir, pero aun asi me encanto... es pero el proximo besos...
ResponderEliminarMaravilloso que triste me encanto siguela por favor
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