sábado, 16 de agosto de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 03


Como si tener a mi papá mirándome durante el camino entero de St. Charles a Tennessee no fuera suficiente tortura, mi madre ha estado retorciendo sus manos juntas desde que me deshice de DOC esta tarde. Ni siquiera creo que ella haya mirado en mi dirección una vez. ¿Qué diablos se supone tengo que decir? Deja de estar nerviosa, ma. Sí, estoy seguro que eso irá bien. Su hijo es un convicto criminal. Me gustaría que dejara de recordármelo constantemente. Bien, eso tomará algo de tiempo. Nunca se destacó por ser una madre cariñosa conmigo. Cuando pasamos por la Avenida Masey, el parque Tennessee está en frente de nosotros. Yo logré estropear mis dos dientes del frente en la zona de juegos del parque Tennessee cuando tenía cinco, y tuve mi primera pelea en la cancha de baloncesto allí cuando yo tenía nueve. Eran los viejos días dorados. Yo no puedo creer que tenga diecisiete y piense sobre aquellos días dorados. Una cuadra más adelante llegamos a la casa de dos pisos de ladrillo con cuatro columnas acompañando la puerta del frente. Salgo del auto y tomo un profundo respiro. Estoy en casa.
—Bueno… —papá dice mientras abre la puerta—. Bienvenido a Tennessee.— Asiento con la cabeza en lugar de sonreír, el saludo más común a los visitantes en el pueblo. Observo el vestíbulo. La decoración no ha cambiado durante el último año. Puedo verlo al instante. Curiosamente, no se siente como un hogar. Aunque hay un olor familiar. Como el sabor de la manzana. No he olido el dulce aroma penetrante en lo que parece una eternidad.
—Yo, uh, estaré en mi habitación —les digo, aunque lo digo como si pidiera permiso. ¿Por qué? no tengo idea. La que solía ser mi habitación, todavía lo es. Entonces, ¿por qué estoy actuando como si este lugar solo fuera una parada? Subo las familiares escaleras, pero este sentimiento de claustrofobia me supera y empiezo a sudar. Me atrevo a subir más las escaleras y hojear el pasillo. Mis ojos se posan sobre algo negro apoyado en el marco de la puerta de la habitación de mi hermana. Espero. Ese algo negro es mi hermana, Emily.  No es una simple silueta de mi hermana, es ella en persona. Y ella está usando solamente negro. Cabello negro, maquillaje negro. Maldición, ella incluso tiene las uñas pintadas de negro. Gótica hasta la medula. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Es duro creer que esa es mi hermana. Ella parece un cadáver.
Antes de dejar salir otro respiro, Emily se arroja en mis brazos. Entonces grandes ruidos de sollozos salen de su boca y nariz, recordándome a mi compañero de celda. Aún cuando el Juez Farkus me miró con disgusto y me dijo que yo iba a ser encerrado por casi un año por mi grave negligencia y la estupidez de conducir ebrio, yo no dejé salir ni un pitido. Hombre, cuando ellos me hicieron desnudar e hicieron una búsqueda completa en mi cavidad, me sentí humillado más allá de la compresión. Y cuando Dino Álvarez, un pandillero del lado sur de Chicago, se acercó a mí durante la hora de ejercicio y me arrinconó en mi segundo día en DOC yo casi ensucio mis pantalones. Pero ni una vez en todo ese tiempo lloré. Acaricio la cabeza de mi hermana, sin saber qué más hacer. Casi no he tenido contacto físico durante el año pasado, y lo ansié cuando me senté en mi celda por cerca de trescientos días y noches. Pero ahora, cuando estoy obteniendo el de mi propia hermana, se siente como si las paredes se estuvieran cerrando sobre mí.
—Necesito acostarme un rato —digo, entonces gentilmente la alejo. Lo que realmente necesito es un respiro de mi vieja/nueva barrera de mi familia en mi vida. Mientras camino hacia mi habitación, el oscuro piso de manera bajo mis pies cruje, el sonido retumba en mis oídos. Es la habitación de un niño, pienso para mí. Los trofeos deportivos y mi sable de luz de Anakin Skywalker de Star Wars todavía están en mi biblioteca donde los dejé, y un banderín de la Secundaria Tennessee está clavado por encima de mi cama. Demonios, incluso la foto de Delta en su uniforme de animadora está pegada en mi cabecera como si nosotros aún fuéramos pareja.
Corté todos los lazos con ella cuando fui arrestado. Delta es una chica acostumbrada a ser mimada por sus padres y estaría asqueada por las personas con las que he vivido durante el año pasado. Me podía imaginar su desaire a la novia de Dino Álvarez durante las horas semanales de visita. La última cosa que yo necesitaba en DOC era otro recluso golpeando mi trasero porque yo tengo una novia que viste ropa de diseñador y carga un bolso de doscientos dólares. El día de visita para mí consistía en mamá retorciendo sus manos nerviosamente y mirándome como si yo fuera algún otro chico, y papá divagando sobre el clima y nada en particular solo llenando el silencio. Camino a mi armario, toco toda la ropa nueva que mamá debió haber comprado para mí. ¿Qué estaba pensando ella? Mis camisetas y suéteres se han ido. En su lugar están estúpidas, camisas a cuadros de abotonar colgando como soldados. En los estantes, todo doblado como en una tienda de Gap, pantalones de diferentes tonos plegados.
Tomo un par y los mantengo frente a mí. Son demasiado pequeños. ¿Cuándo debo darle la noticia de que no soy el delgado niño que solía vivir aquí? Trabajé todos los días durante el año pasado para volar fuera del nido y defenderme de tipos como Álvarez. Los músculos no solo pesan más, ellos cambian la estructura entera de tu cuerpo. Sentado en mi escritorio, busco la ventana y miro la casa Cyrus. Mi ventana mira hacia el cuarto de Miley. Miley Cyrus. La chica a la que lisie, y por la cual fui declarado culpable. Está bien, sé que es injusto. Pero es difícil no querer culparla. Si no fuera por ella yo no habría estado encerrado. He pensado sobre Miley y los eventos previos al accidente más veces durante el año pasado de lo que quiero admitir.
—¿Nick, estás aquí? —papá pregunta, entonces toca. Es encantador cuando las personas tocan. Yo no he escuchado un toque durante un año. Abro la puerta y le hago un gesto para que entre. Mi papá camina y cierra la puerta detrás de él. Todavía tiene la cabeza llena de cabello oscuro y un bigote medido. Él está bien como un papá, pero es un cobarde total cuando se para junto a mi mamá.
—Tu mamá invitó a unas pocas de sus amigas para después de la cena —él vacila y añade—, para, uhm, una fiesta de bienvenida.— Un nudo en la parte posterior de mi cuello se empieza a formar. Lo froto. ¿Una fiesta de bienvenida para un chico que acaba de salir de la cárcel? Increíble. 
—Cancélalo —digo. Las venas en su cuello se tensan y empiezan a tomar un extraño tono de púrpura. 
—Escucha, eso es lo que tu madre quiere. Ella ha pasado mucho este año contigo en la cárcel. Solo… haz lo que quiere y monta un espectáculo para sus amigas. Será más fácil para todos si sigues el juego.
—¿Un espectáculo?
—Sí, fija una sonrisa en tu rostro y complace a las mujeres de su club social. Yo lo hago todo el tiempo  dijo, entonces deja la habitación tan rápido como entró. Toma un segundo registrar lo que él dijo. ¿Sonrisa? ¿Espectáculo? Siento como he sido transportado a algún set de una película de Hollywood. Pero eso no es una película, es mi vida. Tomo el sable de luz en mi mano, y lo enciendo. El sonido del láser llena la habitación cuando ondeo el sable como un gran guerrero Jedi. Dios, cómo acostumbraba a gastar horas en imaginar duelos demoniacos con esta cosa cuando era un niño. Ahora he conseguido un nuevo demonio para pelear. Uno que yo no puedo hacer desaparecer con ondear un juguete.

Mi mamá está de pie en la puerta de mi habitación en la tarde, enseñando un par de pantalones de fieltro y una chaqueta. 
—Miley, mira lo que compré para ti, la vendedora dijo que todos los adolescentes están vistiendo esto. Ellos son muy, muy modernos.
—Nadie dice moderno ya.
—¿Genial?— Yo tomo las ropas. Es un conjunto de Juicy Couture, totalmente suave y nada como mi ropa de Wal-Mart. —Mamá, esto debe haber costado unos cien dólares. Es genial, pero no podemos permitírnoslo.
—No te preocupes por el dinero —ella dice, agitando mi preocupación de nuevo—. Hago algo de horas extra en la cena y tengo un pequeño extra este mes. Además, la escuela empieza el lunes y yo quiero que tú tengas algo moderno, genial o lo que sea. Pruébatelo —mamá hace un pequeño baile emocionado mientras espera. Yo quería que se fuera a trabajar así yo podría llamar a Mandy y decirle que no iba a la fiesta. 
—Mamá, son las siete treinta. ¿No crees que el Sr. Reynolds estará enojado si llegas media hora tarde?— Ella sonríe, su emoción no ha disminuido. 
—Cariño, yo estoy esperando a que Mandy te recoja.— Mi estómago se hunde hasta mis rodillas. 
—¿Por qué?
—Porque me haría tan feliz finalmente verte salir y tener algo de diversión.— Siento la presión reuniéndose y entrando en mis pulmones. Me visto con las prendas de fieltro y tan pronto como mamá me mira, ella sonríe. 
—Oh, querida, te ves preciosa. El rosa va bien con tu tez oliva— Tengo que admitirlo, el conjunto es precioso. Pero yo no lo soy. Quizás los pantalones escondan mis horribles cicatrices, ninguna cantidad de dinero puede hacer que un conjunto esconda la torpe inclinación en mi paso. Después de que mamá me mira, cepillo mi fibroso cabello café oscuro y me añado maquillaje a lo que llevo. Me encuentro sentada al lado de la puerta, esperando por Mandy.
—Ahora, si tienes algún problema, apunté algunos números de emergencia para ti —ella me da su móvil y un pedazo de papel—. El primero es el número de la cafetería, el segundo es de la tía Pam, el tercero es la línea de emergencia del Dr. Gerard, y el cuarto es el 911.— Imágenes de España corren a través de mi mente. Ella me trata como si mi cabeza estuviera arruinada como mi rodilla. 
—Venga, ¿el 911? Eso ha sido infundido en mi cabeza desde preescolar.
—Las personas olvidan los números todo el tiempo cuando están bajo estrés, Miley.— Abro mi bolso de Wal-Mart y meto el papel dentro. 
—Estaré bien —le aseguro, aunque yo misma no esté tan segura.
—Lo sé. Solo quiero que estés feliz. Y a salvo. Pero si tu pierna te duele o quieres regresar a casa más temprano, dejaré mi trabajo e iré por ti.— De repente eso me golpea. Por qué ella me está dando la atención que le daría a un bebé recién nacido. 
—¿Tu sabes que Nick regreso hoy, no es cierto?— Su mirada de ciervo frente a los faros no pasó desapercibida. 
—Alguien podría haberlo mencionado en la cafetería ayer.— Yo gimo y lamento. 
—¡Mamáááááá!
—Cariño, no pienses en eso. Solo mira a otra parte y pretende que los Jonas no existen.— Creo que ahora sería el mejor momento para hablar sobre lo mucho que extraño a mi ex mejor amiga que también pasa a ser "uno de esos Jonas". El sonido de una bocina afuera. Es Mandy .
—Vamos —dice mamá—, y llama cuando estés aquí para saber que estas a salvo, incluso si piensas que estoy siendo sobre protectora o anticuada.— Salgo a la puerta, tratando de contar los días en mi cabeza hasta que vaya a España. Creo que son unos ciento dieciocho días, obviamente no lo bastante pronto. Cuando llego a la silla de en frente del auto de mi prima, ella dice:
—Lindo conjunto.— Mandy sabe lo suficientemente bien de nuestro esfuerzo financiero y mis ropas son un lujo extravagante que no podemos permitirnos. Hace dos años mi papá se fue de viaje de negocio a Texas. Se suponía que sería por cuatro semanas, él estaba tratando de convencer a un grupo de inversores de mover sus instalaciones de fabricación de chips digitales a Tennessee. Ellos rechazaron su propuesta, pero le ofrecieron un trabajo viajando alrededor del país como su consultor. En dos años mi papá había estado de vuelta en Tennessee solo tres veces. Una vez para preguntarle a mamá por el divorcio, otra para anunciar que se había casado de nuevo, y la última vez fue después del accidente. El vino por una semana, entonces se fue. El dice que está feliz, que él quiere que yo vaya a visitar su nuevo hogar, pero él nunca hace ningún compromiso o establece alguna cita. Incluso yo no estuve en su segunda boda.
—Gracias —recorro con mis dedos la suavidad de los pantalones una vez más. Y esa es nuestra entera conversación hasta que Mandy aparca en la calle y nosotras caminamos hacia la casa de Brian Newcomb.
—¿Qué está mal? —pregunta Mandy —. Estás cojeando más de lo usual. Pensé que tu pierna estaba mejor.
—Estaba… está —pero un espasmo estaba creciendo hoy. Escucho música rock a todo volumen fuera de las ventanas de la casa de Brian y tomo un profundo respiro. Allí van a estar bailando. Bailar implica movimiento y chocar con otras personas. ¿Qué si me caigo? Peor, ¿Qué si no puedo levantarme y las personas empiezan a reír? En frente de la casa, estoy lista para salir corriendo de vuelta a casa y esconderme en mi habitación hasta que vaya a España. Pero Mandy ansiosamente abre la puerta antes de que pueda retirarme. Mientras entramos al vestíbulo, soy hipersensible y consciente de todos los ojos enfocados sobre mí. Un escalofrío corre por mi espina dorsal. ¿Podría ser que tengo un grano del tamaño de un aguacate creciendo en mi nariz? ¿Es mi cojeo tan malo? ¿O se trata del chisme que anhelan? De cualquier manera, no me gusta la atención. Haría cualquier cosa por permanecer perdida en segundo plano para siempre.
—¡Oigan, chicos, esa es Miley Cyrus que regresa de la muerte! —grita un chico del equipo de fútbol.
—Escuché que Nick Jonas también está de regreso —un tipo llamado Ty dijo.
—Eso es lo que he escuchado —digo elocuentemente, sin sentir del todo la elocuencia. Yo no puedo esconderme. ¿Ellos saben que quiero? 
— No es nada —estoy sorprendida de ser capaz de sacar las palabras; mi garganta está tratando de cerrarse.
—Pero él casi te mata —alguien más dice. Ni siquiera sé quien lo dijo; la multitud se ha convertido en una gran mancha. Ni siquiera creo que pueda tomar un profundo respiro ahora si lo quisiera.
—Fue hace un año. Eso está terminado —trago. Ser valiente no es tan fácil como se ve. Especialmente cuando tu corazón está corriendo más rápido que el ritmo de la música, que ahora ha pasado a segundo plano. Música suertuda.
—¿Cómo puede ser? ¿No estuviste en una silla de ruedas, como por, cuatro meses?
—Ciento veintitrés días para ser exactos, ¿pero quién está contando? —Supongo.
—Gente, denle espacio para respirar —me vuelvo hacia la voz. Es Delta. La antigua novia de Nick. Nosotras solíamos estar en los mismos círculos, pero no fuimos nunca cercanas. Ella me recuerda a una falsa, muñeca plástica. Para mi sorpresa ella coge mi brazo y me saca hacia el patio trasero. Con mi cojera es difícil mantenerme con ella sin tropezar con mi propio pie, pero ella parece no darse cuenta. O preocuparse.
—¿Lo has visto? —pregunta en un susurro. Por un segundo estoy confundida. Delta es popular, alguien a quien nadie puede ignorar. ¿Pero no estoy realmente aquí, cierto? Seguro, mi cuerpo está. Pero mi serenidad está de vuelta a casa, en mi habitación donde puedo esconderme del pasado y los recuerdos del accidente. Delta me sacude, y yo estoy de vuelta en la fiesta.
—¿Lo viste? —pregunta. Por la forma que en que me mira, tu pensarías que sus ojos eran dardos.
—¿A quién?— Ella está molesta, su rizado y rubio cabello rebota con cada movimiento de su cabeza, haciendo hincapié en su estado de ánimo como puntos de exclamaciones. 
—A Nick.
—No.
—Pero él vive justo al lado tuyo —ella dice casi desesperadamente, sus dardos estrechándose contra mis pequeñas rendijas.
—¿Y qué? —yo nunca hice clic con Delta. Ella lo sabe, yo lo sé. No muchos otros lo saben; nosotras hemos sido muy buenas fingiendo que estábamos en la misma página. Se siente como un enfrentamiento, ella me reta por información que quiere y cree que tengo. Pero yo no la tengo, así que ni siquiera tengo la satisfacción de guardar información para ella. Brian asoma su cabeza por la puerta. 
—¿Delta, que estás haciendo aquí afuera? Ven y sálvame de tener que jugar a girar la botella.— Delta va de mí a Brian, entonces se voltea. —Ya voy —dice, sacudiéndose el cabello una vez más con un movimiento de su cabeza, antes de entrar a la casa. Dejándome sola. Afuera.
Estoy bien sola. Estoy acostumbrada a estar sola. Estar sola es cómodo para mí, es tranquilo y no exige estar feliz o satisfecha o… ninguna pregunta. Trato de no pensar en lo que era cuando no estaba sola, cuando yo era una parte integral del escenario social. Cuando Delta y yo no éramos enemigas o amigas, pero estábamos con las mismas personas. E incluso si no estábamos en igualdad social, entonces al final estábamos en el mismo campo de juego social. Los encuentros no habrían sido lo mismo sin mí. Ahora no son lo mismo conmigo. Me siento en una silla junto a la piscina. Unos pocos minutos después la fiesta se ha multiplicado y las personas comienzan a congregarse y bailar en el patio. Yo todavía estoy sola, pero dentro de la multitud.
Brianne está agarrada a Drew Wentworth, el mariscal principal del equipo de la secundaria. Sus manos están sobre ella mientras bailan cerca una canción lenta a todo volumen desde la ventana del segundo piso. Danielle y Mandy están acurrucadas en la esquina, chismeando y riendo. Después de un tiempo algunos chicos las empujan hacia el patio y empiezan a bailar con ellas. La escena me recuerda a todos esos reality shows de adolescentes de California. Estoy completamente fuera de lugar vistiendo un conjunto rosa de Juicy Couture. Abro mi bolso, miro los números de emergencia que mi mamá me dio solo para estar segura de que aún estaban allí, entonces cierro mi bolso de nuevo. ¿Sin duda, convertirse en una marginada cuando antes eras popular, no se considera una emergencia, cierto?
Delta y Brian empiezan a montar su propio espectáculo público de baile sobre en trampolín después de cambiarse a los trajes de baño. Todos se reúnen alrededor, cantando para que la pareja salir. Delta ama la atención, ella está acostumbrada. Su familia ha sido propietaria de la más grande parcela de tierra en Tennessee por los últimos doscientos años. Su papá ha sido el alcalde por los últimos diez años, y su abuelo era el alcalde antes. Algunas chicas nacieron para tenerlo todo. De pronto un grupo de estudiantes salieron de la casa vistiendo trajes de baño. Danielle se acerca a mí. 
—¿Has traído un traje? Mandy y yo vamos a cambiarnos en la habitación de Brian.— Si yo saliera vistiendo un traje de baño mostrando todas mis cicatrices, probablemente despejaría el lugar. 
—Mi doctor dice que no puedo nadar todavía —miento.
—Lo siento. Yo no lo sabía.
—No hay problema —digo, sacando el celular. Mientras Danielle y Mandy suben las escaleras, cojeo a la puerta y marco el número del trabajo de mi mamá.
—Comedor de la Tía Mae. ¿Puedo ayudarlo?
—Hola, mamá, soy yo.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Estoy bien. Teniendo una juerga —digo mientras cojeo lejos de la casa de Brian y empiezo a bajar la calle. Yo no sé a dónde voy. A algún lugar privado… silencioso… donde yo no tenga que pensar sobre lo que estoy extrañando. Un lugar donde pueda cerrar mis ojos y concentrarme en mi futuro. Un futuro sin Tennessee. Yo puedo imaginar la sonrisa en el rostro de mi mamá mientras ella dice.
—Mira… y tú estabas preocupada de que no encajarías. ¿No te sientes tonta ahora?
—Absolutamente —¿la verdad? Me siento absolutamente tonta de tener que mentir a mi mamá.

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