El lunes me dirijo al autobús después de clase. Conforme paso por el pasillo, veo a Nick ya sentado en la parte de atrás. Ya estuvo lo suficientemente mal trabajar juntos en ese pequeño desván la semana pasada. Si tengo que trabajar con él otra vez dimitiré. Pero entonces no iré a España. Y si no voy a España, no me iré de Tennessee el próximo semestre. Y si no me voy de Tennessee el próximo semestre, Nick y sus amigos estarán riéndose todo el camino a la graduación mientras me siento en casa y les demuestro que estaban en lo cierto. Quizás no irá a la casa de la Señora Reynolds hoy y me estoy yendo por tangentes innecesarias sin razón. Quizás está trabajando en algún otro lugar haciendo chapuzas. Pero conforme me sigue al patio de atrás de la señora Reynolds, mis miedos se hacen realidad.
—Ahora entren, ustedes dos. Irina nos acercó algo de tarta —la señora Reynolds entra a la casa, sin darse cuenta de que ni yo ni Nick la habíamos seguido.
—Les llevó bastante tiempo —dice la señora Reynolds cuando entro a la cocina—. Aquí, partí algo de tarta para ustedes dos.— Me siento a la mesa de la cocina y me quedo mirando la tarta. Normalmente empezaría a comer, pero no puedo. Nick entra y se sienta enfrente de mí. Centro mi atención en la dirección contraria, como si el cuadro del frutero en la pared fuera el objeto más interesante en el que haya puesto los ojos.
—Miley, ¿recuerdas que me dijiste que debería construir la glorieta?
—Si —respondo cautelosamente. La Señora Reynolds sostiene la barbilla en alto.
—Bueno, Nick va a ayudar a hacerlo realidad. Puede que tome algunas semanas, pero…— ¿Algunas semanas?
—Si él se queda, yo dimito —digo abruptamente. ¿Algunas semanas? Escucho el ruido del tenedor de Nick golpear el plato, luego se levanta y sale corriendo de la sala. La señora Reynolds pone sus manos en cada lado de la cara y dice,
— Miley, ¿Qué es todo este sinsentido sobre dimitir? ¿Por qué?
—No puedo trabajar con él, señora Reynolds. Él me hizo esto —grito.
—¿Hacer qué, niña?
—Fui a la cárcel por golpear a Miley con mi coche mientras estaba borracho —dice Nick, reapareciendo por la puerta. La señora Reynolds hace algunos ruidos chasqueando la lengua, luego dice
—Mmm, estamos en un buen lío, ¿no?— Miro a la señora Reynolds con ojos suplicantes.
—Solo hágalo irse.— Puedo decir que ella va a hacerlo, va a decirle a Nick que se vaya. La Señora Reynolds camina hacia Nick y dice.
—Tienes que entender que mi primera prioridad es Miley. Llamaré al centro de mayores y haré que contacten con tu oficial del servicio comunitario.
—Por favor, Señora Reynolds —Nick le dice, con su voz suplicante—. Sólo quiero terminar el trabajo y sólo… ser libre de nuevo.— La Señora Reynolds vuelve a mirarme, sus ojos sabios diciéndome más de lo que las palabras podrían decir. Perdonar.
No puedo perdonar. Lo he intentado. Si inocentemente perdió el control del coche y me golpeó, habría sido perdonable. No sé cuan inocente fue el accidente. Dios, no puedo creer en mi corazón de corazones que deliberadamente me golpeara con el coche. Pero demasiadas preguntas han quedado sin respuesta. Preguntas que quiero que sigan sin respuesta. Dijeron que me dejó tirada en la calle como si fuera un animal. Eso es imperdonable. No sé si alguna vez podré superarlo. Porque me recuerda demasiado a lo que hizo mi padre. Me dejó sin mirar atrás. Y peor, Nick destrozó la única oportunidad que tenía de impresionar a mi papá. Me abro camino más allá de Nick y me dirijo al desván, un lugar que es oscuro, aislado y privado. Ni siquiera pienso en viudas negras cuando abro la puerta del desván y cojeo hacia adentro. Dios, solía adorar el suelo por el que Nick pasaba.
Era alto, guapo… claramente uno de los populares, donde mi estado y el de Emily se tambaleaba en el borde. Y si eso no era suficiente, nada le importaba al chico. Quizás porque los chicos como él siempre conseguían lo que querían, nunca tenían que trabajar por nada. Quizás, muy en el fondo, me alegro de que esté pasando un tiempo difícil. Y muy en el fondo sé que es egoísta que piense de esta forma. No debería prosperar en la infelicidad de nadie Pero como dice el refrán "a la miseria le gusta la compañía" y me siento miserable, por dentro y por fuera. ¿No es justo que la persona que es miserable conmigo es el tipo quien me hizo así? La Señora Reynolds me siguió, puedo decirlo por la esencia en polvo que viaja con ella.
—Este es un lugar muy interesante para esconderte. Pensaba que tenías miedo de las arañas.
—Lo tengo, pero en la oscuridad no puedo verlas. ¿Se ha ido? —pregunto esperanzada. Sacude su cabeza.
—Tenemos que hablar.
—¿Tengo que hacerlo?
—Vamos a ponerlo de esta forma. No vas a dejar el desván hasta que me escuches.— Derrotada, me siento en uno de los troncos.
—Estoy escuchando.
—Bien —toma asiento en la silla, todavía dejada aquí desde el otro día—. Tenía una hermana —dice—. Una hermana llamada Lottie. Era más joven que yo, más lista, más guapa, con largas piernas delgadas y cabello negro y espeso.— La Señora Reynolds me mira y continúa.
—Verás, yo era la niña gorda con pelo rojo brillante, la niña que miras y tienes que dejar de morirte de vergüenza. Durante las vacaciones de verano de un año en la universidad, llevé un chico a la casa de verano de mis padres. Había perdido peso, no era la sombra de mi hermana más, y finalmente me empecé a sentir que valía la pena más de lo que nunca pensé que me merecía.— Podía imaginármelo en mi cabeza.
—¿Así que supero sus miedos y se enamoro?
—Me enamoré, de acuerdo, me volví loca por él. Su nombre era Fred. —dice la Señora Reynolds y luego suspira—. Me trataba como si fuera la chica más increíble que hubiera visto. Bueno, lo hizo hasta que mi hermana vino a la casa de verano para una visita sorpresa —me miró directamente y se encogió de hombros—. Lo encontré besándola en los muelles la mañana después de que viniera.
—Oh, dios mío.
—La odié, la culpé por robarme el novio. Así que empaqué, me fui, y nunca volví a hablar a ninguno de ellos de nuevo.
—¿Nunca le volvió a hablar a su hermana otra vez? —pregunto. —¿Nunca?
—Ni siquiera asistí a su boda dos años después —mi boca se abre.
—¿Se casó con Fred?
—Ahí la tienes. Tuvieron cuatro hijos también.
—¿Dónde están ahora?
—Recibí una llamada de uno de sus hijos de que Lottie murió hace un par de años. Fred está en un hogar de ancianos con Alzheimer. ¿Sabes cuál es la peor parte?— Estoy fascinada por su historia.
—¿Cuál?— La Señora Reynolds se levanta, luego me da una palmada en la rodilla.
—Eso, querida, es lo que vas a tener que descubrir por ti misma.
—Cree que debe quedarse y construir la glorieta, ¿no? —pregunto cuándo empieza a caminar hacia la puerta.
—Te dejaré esa decisión a ti. Él no volverá a la cárcel si esto no funciona, nunca dejaré que pase. Acabo de ver que es un chico que quiere corregir sus errores, Miley. Está esperando en el piso de abajo tu respuesta.— Sale del desván. Escucho los zapatos ortopédicos arrastrando conforme toma cada escalón. ¿Puedo quedarme aquí para siempre, viviendo con las arañas, telarañas y baúles llenos de memorias de una anciana? Sé la respuesta, incluso cuando me levanto y me dirijo abajo las escaleras para encarar a la persona que me moría por evitar. Está sentado en el sofá del salón, inclinado hacia delante con los codos apoyados en las rodillas. Cuando me escucha entrar a la habitación, mira hacia arriba.
—¿Y bueno?— Puedo decir que él no está contento de que yo tenga el control. Nick solía tener siempre las cartas y sabía cual usar para salirse con la suya. No esta vez. Me encantaría decirle que se fuera. Ese es su castigo por no haberme querido. Pero sé que eso sería idiota, infantil y estúpido. Además, ya no quiero a Nick. Ni siquiera me gusta. Estoy convencida que no puede volverme a hacer daño nunca más, físicamente o emocionalmente.
—Te puedes quedar.— Asiente y empieza a levantarse. —Espera. Tengo dos condiciones.— Sus cejas se levantan.
—Uno, no le dices a nadie sobre nosotros trabajando juntos. Dos, no me hablas… yo te ignoro y tú me ignoras.— Creo que va a discutir porque los bordes de sus labios se elevan y sus cejas se arrugan como si pensara que soy idiota. Pero luego dice
—Bien. Trato hecho —y se dirige al patio de atrás. Encuentro a la Señora Reynolds en la cocina, sentada a la mesa bebiendo té.
—Le dije que podía quedarse —le informo. La Señora Reynolds me da una pequeña sonrisa.
—Estoy orgullosa de ti.— Yo no.
—Lo superarás —dice—. ¿Estás preparada para plantar más capullos hoy?— Saque un traje viejo y desgastado de mi mochila para así evitarme el llevar el muumuu. Nick me da la espalda cuando salgo fuera. Bien. Cojo una bolsa de capullos y lenta y cuidadosamente la dejo en la hierba. Con una pequeña pala en la mano, empiezo a cavar.
—No lo olvides, Miley. Seis pulgadas de profundidad —dice la Señora Reynolds desde atrás, inclinándose sobre mí para inspeccionar mi trabajo.
—Lo tengo, seis pulgadas.
—Y asegúrate de que colocas los capullos boca arriba.
—De acuerdo —digo.
—Y dispérsalos. No los coloques en un patrón o algo que parezca divertido.— La anciana coge una silla de jardín y la coloca justo a mi lado para que así pueda supervisar mi trabajo.
—¿Por qué no lo supervisa a él? —pregunto, señalando a donde Nick ha cogido paneles de madera y parece estar tratando de ponerlos en algún tipo de orden.
—Lo está haciendo bien. Además, no sé nada sobre la construcción de una glorieta.— Excavo tres hoyos, cuidadosamente hago suaves almohadas de suelo para ellos, luego coloco los capullos en los hoyos y me deslizo para plantar más. Tras un rato la señora Reynolds se queda dormida en la silla. Normalmente hace esto al menos una vez al día, y cuando le digo que se quedó dormida durante una hora, lo niega totalmente. Estoy sorprendida de que pueda dormir con todos los golpes que Nick está haciendo, pero la señora escucha, más a menudo de lo que no admite, como un muerto.
Miro hacia Nick. Es un trabajador rápido, ya empezando a clavar juntos los tablones como si construyera glorietas todos los días. Su camisa está empapada de sudor en las axilas, el pecho y la espalda. Y evidentemente no le molesta que una de mis condiciones sea que nos ignoremos. Hace un trabajo increíble ignorándome. No creo que haya mirado en mi dirección ni una vez. Pero ahora para de golpear, su espalda todavía hacia mi cuando grita
—¿Podrías dejar de mirarme?
"Tú ignórame, y yo te ignoraré a ti." Miley, al igual que cualquier otra chica X, está tratando de controlarme. Estoy harto de los juegos, estoy harto de sentirme como un idiota. Y sobre todo estoy harto de que la gente se quede embobada porque estuve en prisión. Sé que ella me está mirando, puedo sentir sus ojos clavados en mí como pequeños pinchazos golpeándome en mi espalda. De la frustración, aporreo el siguiente clavo en el dos por cuatro más duramente a como normalmente lo haría con lo que golpeo mi índice con el martillo. Fulmino con la mirada a Miley. La chica está sentada en el suelo vestida con una rasgada y manchada bata.
—Yo... yo no te estaba mirando —tartamudea.
—Al infierno que no lo hacías —me doy la vuelta. Tengo las manos completamente abiertas—. Tú quieres quedarte embobada con el ex convicto, lo conseguiste. Sólo tienes que responder a una cosa para mí, ¿sí? ¿Te gusta cuando la gente se te queda mirando a ti cuando vas cojeando por ahí como si te fueras a caerte en cualquier momento?
Miley se queda sin aliento, luego cubre su nariz y boca con la mano mientras se va cojeando al interior de la casa. Oh mierda. Mi dedo está palpitando, mi cabeza late fuertemente, y yo he insultado a una joven lisiada y yo soy el responsable de incapacitarla. Yo sólo debería ir al infierno en este momento porque el pacto con el diablo ya está probablemente firmado de todos modos. La Sra. Reynolds no tiene idea de lo que está pasando, su cabeza está descansando en la silla y ella está roncando. Yo arrojo al suelo el martillo y entro en la casa para encontrar a Miley. Oigo gimoteos procedentes de la cocina. Miley está de pie en la encimera, tomando las verduras de la nevera. Ella saca una tabla de cortar y empieza a cortarlas con un cuchillo de carnicero enorme.
—Lo siento —le digo—. No debería haber dicho eso.
—Está bien.
—Obviamente no lo está o no estarías llorando.
—No estoy llorando.— Inclino mi cadera contra la encimera.
—Hay lágrimas cayendo por tu cara —claro como el día que puedo verlas.Coge una cebolla y la sostiene hacia mí.
—Mis ojos lloran cuando corto cebollas.— Mis puños se aprietan, porque no puedo sacudirla y hacer que me grite. Esta vez merezco que me grite.
—Di algo.— En vez de responder, corta la cebolla en dos. Me imagino que está pretendiendo que la cebolla es mi cabeza... o alguna otra parte de mi cuerpo.
—Está bien, hazlo a tu manera —le digo, a continuación la dejo. Si quiere vivir en silencio, esa es su elección. Aprieto los dientes tanto que duelen, y el resto de la tarde yo trabajo fuera en el cenador. Se siente bien crear algo útil, algo para que por fin alguien se sienta orgulloso de mí, para variar. Porque el resto de mi vida está arruinada. Miley abandonó su puesto en el patio. Ella no ha estado fuera desde que me fui tras ella. A las siete informo a una despierta Señora Reynolds que es la hora de marcharme y me dirijo a la parada de autobús. Miley no viene atrás muy lejos. Estoy parado en la esquina de Jarvis y Lake Streets, con la mochila encima de mi hombro, cuando un coche chilla a mi lado.
—¿Qué estás haciendo en un vecindario de gente pobre a este lado de la ciudad, niño rico?— Oh, hombre. Es Vic Medonia. Y algunos muchachos del equipo de lucha Fremont High.
—No es nada que te importe —le digo. Vic se ríe, la amargura se puede ver en el sonido de su cacareo
—¿Tus amigos en la cárcel te enseñaron como pararte en la esquina de la calle y venderte a ti mismo? ¿Cuánto cobras por usar ese trasero tuyo de todos modos?— Los otros chicos del coche se ríen, entonces Vic sale. Mira a mi derecha y dice
—¿Es esa tu nueva novia?— Me vuelvo y veo a Miley no muy lejos, cojeando hacia nosotros mientras se dirige a la parada de autobús.
—Miley, regresa a la casa —le advierto. He visto peleas suficientes para saber que Vic está buscando una. Con la esperanza de desviarlo, digo—: Esto es entre tú y yo, hombre. Déjala fuera de esto.— Vic se ríe, el sonido agudo hace que mi piel se ponga de gallina.
—Compruébenla, chicos. Por Dios, Jonas, ¿realmente estás raspando el fondo del barril? ¿Te enciende cuando se pavonea como una retardada de esa manera?— Dejo caer la mochila y cargo contra él. Caemos en el suelo, pero uno de sus amigos me agarra por detrás e inmoviliza mis manos atrás. Antes de que pueda liberar mis brazos, Vic me golpea derecho en la mandíbula y las costillas. Antes de que sepa lo que está pasando, Miley está en medio de nosotros, balanceando su mochila y golpeando a Vic. La chica tiene más en ella de lo que deja entrever. A través de toda la conmoción, me libero y empujo al idiota que me había estado sosteniendo, entonces agarro a Miley y actúo como su escudo antes de que ella se mate.
—¡Corre! —le ordeno mientras hago frente a uno de los chicos. Estoy golpeando y aferrándome a los cuellos de las camisas tanto como puedo en una lucha de tres contra uno. Las probabilidades están en mi contra y no es un espectáculo agradable. Todo el caos se congela cuando oigo una sirena con luces rojas y azules intermitentes. Un oficial vuela fuera del coche y nos hace arrodillarnos en el suelo con las manos sobre nuestras cabezas.
—¿Qué está pasando aquí, muchachos? —no veo a Miley.
—Nada —dice Vic—. Estábamos jugando alrededor. ¿Verdad, Jonas?— Miro directamente a Vic y digo
—Es verdad.
—A mi no me parece nada —el policía sostiene su mano hacia mí, la palma hacia arriba—. Déjame ver tu documento de identidad.— Desde que mi licencia de conducir fue revocada, sólo tengo el documento de identidad de servicios a la comunidad del DOC. No estoy ni cerca de sacarlo y tener que llamar a Damon. Estaría encerrado de nuevo antes de que tú puedas decir "golpea y corre".
—No lo tengo —le digo.
—¿Qué estás haciendo en Hampton?
—Visitando a un amigo.— El tipo hace una postura de gran policía de las películas, con las piernas abiertas y las manos sobre sus caderas colocadas justo encima de su cinturón de la pistola.
—Déjenme darles un consejo. No tratamos amablemente a los extraños que llegan a nuestro pueblo y causan problemas —se vuelve hacia Vic—. Te sugiero que te encuentres con tu amigo en su vecindario o tendré que implicar a tus padres. ¿Entendido?— Este debería ser el momento en que le diría al policía la verdad: que estoy en Hampton por orden del Departamento de Corrección de Menores de Illinois. Pero no lo haré.
—Lo entiendo —dice Vic. El oficial vuelve a su coche patrulla y ordena a Vic y a sus amigos que sigan adelante. Él sigue el coche de Vic. Yo miro hasta que ambos coches están fuera de mi vista. Cuando miro a mi alrededor buscando mi mochila, rápidamente me doy cuenta de que no está. Probablemente uno de los amigos de Vic me la arrebató. Pero esa es la menor de mis preocupaciones. Mi mandíbula está empezando a protestar por el golpe de Vic, y me llevo la mano a la cara para sentir si está sangrando. Cuando lo hago, Miley aparece. Nos miramos fijamente.
El autobús a Tennessee llega retumbando por la calle y los dos entramos dentro. Me siento en mi lugar habitual al final y ella me sigue, se sienta a mi lado. Estoy sorprendido hasta que me doy cuenta de que sus dedos están temblando. Ella tiene miedo. Es demencial y extraño después de todo lo que ha pasado, pero ella se siente a salvo conmigo ahora mismo. No me atrevo a tocarla, porque eso significaría que esto es algo más de lo que es. Y sé que este... este sentimiento de amistad es una cosa pasajera, temporal. Lo que me asusta hasta la maldita muerte es que alguna parte de mi cerebro ha decidido que este acto insignificante de Miley sentada a mi lado es el primer paso para resolver todo lo que ha salido mal en mi vida. Lo cual lo hace todo más significativo.
Siguela por favor por lo que mas quisetad sube mas seguido!
ResponderEliminarmierda mierda mierda se esta poniendo buena la cosa
ResponderEliminarjajaja me encanto el capitulo de hoy es sin duda mi preferido hasta ahora
hubo emocion accion y un pequeño toque de romance obvio que no se nota mucho pero lo hubo
aaaah no aguanto mas sube porfavor si o si el capitulo ya pronto que se mañana y doble
perdoname por ser tan densa es que me gusta esta nove sos una genia!
besos
Porfavor siguela soy tu nueva admiradora me gusta como esvribes
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