sábado, 19 de julio de 2014

Falling Apart - Niley - Cap 22







Siento que me ahogo en mi propia lengua todo el camino. Como si se estuviera hinchando, llenando mi boca, y garganta, ahogándome, pero todavía no puedo abrir la boca y decir una palabra. Mi mente está en blanco todo el tiempo, excepto por las mismas palabras yendo a través de mi cabeza, una y otra vez. Es hora, es hora, es hora. Esas simples malditas palabras, que quieren decir que todo está cambiando. Que voy a tener que seguir adelante, pero ella pronto estará muerta. Jodidamente ida. Ningún enorme latido del corazón, ninguna sonrisa. Nada más que piel y huesos, y mi nombre en su muñeca, hasta que finalmente ni siquiera será eso. Mi puño se aprieta en la puerta y la consola central, mientras mi bailarina me lleva a casa. A sentarme con mamá. Mientras que ella muere. Casi me atraganto. Algo quiere venir hasta mi garganta, pero lo reprimo. No puedo perderlo. No puedo. Todavía no. No antes de verla. Salimos del coche y Miley toma mi mano. No me pregunta si estoy bien. ¿Qué pregunta más estúpida y de mierda es esa? Odio cuando la gente pregunta algo que ya sabe la respuesta. En cambio, me pregunta
—¿Estás seguro de que quieres que me quede?— La tiro hacia mí, amándola por preguntar y aún necesitándola aquí, porque no hay manera de que pueda hacer esto solo.
—Quédate. —Es todo lo que digo, porque es lo único que puedo manejar. Asiente con la cabeza, comprendiendo. Siempre entendiendo, no importa lo idiota que yo esté siendo. Mis manos tiemblan jodidamente mientras caminamos dentro. Entrelazo mis dedos con los de ella, necesitando el cable a tierra que sólo esta chica puede darme.
—Oh, Nicholas. —Maggie me tira a sus brazos, pero no la abrazo de vuelta. No puedo hacer nada. No lo entiendo. El día antes de ayer, estaba bien. Riendo y hablando, y sentándose al sol.
—¿Qué pasó? —Me las arreglo para preguntar. Maggie se aleja. 
—Ayer durmió la mayor parte del día. Estuvo vomitando.
—¿Por qué no me llamaste? —pregunto.
—Me pidió que no lo hiciera. Dijo que estaba cansada. Está en todo su derecho, Nicholas.
—Yo soy su hijo. —La empujo—. Tengo derecho.
—Otra enfermera del hospicio llegó esta mañana... Le recetaron mucha más morfina. La ayudará con el dolor. —Ayudará a matarla, quiere decir—. No quería tomar hasta que llegaras. Todavía esta durmiendo mucho, pero…— No escucho nada porque estoy en el pasillo. Camino a su cuarto. Está con un dolor de mierda porque quería esperarme. Su cabeza se vuelve, sus ojos están en la puerta tan pronto como entro.
—Nicholas… —Apenas susurra. Mis pies se plantan en el suelo. No me puedo mover. ¿Cómo diablos puede verse mucho peor en dos días? ¿Cómo pudo suceder de esta manera? Está conectada a un suero. La he visto con él en casa antes, pero esto es diferente. Mi pulso vibra en mis oídos. Mi pecho duele. Esta es mamá. La que siempre ha estado ahí. La que no quería nada, excepto que yo sea feliz. Que hiciera algo por mí mismo. Que fuera más que ella y mi papá. Y está jodidamente muriendo. Su brazo se extiende hacia fuera, con la mano abierta hacia mí. ¡Muévete, Nick! Siento la mano de Miley en mi hombro, alentándome. Un pie delante del otro, voy hacia ella.
—Hola, mamá. —Mi voz se quiebra y me odio por ello. Odio no poder ser más fuerte cuando ella me necesita.
—Hola. —Sus labios están agrietados de estar tan secos, pero se las arregla para estirarlos en una sonrisa de todos modos.
—Te amo. —Estoy cabreado de que esas sean las palabras que salen de mi boca. La amo y quiero que lo sepa, pero eso es lo que uno dice antes de despedirse. No estoy listo para el adiós todavía. No responde de inmediato. Sólo arrastra mi mano y trata de apretar.
—Estoy cansada.
—¿Estás dolorida? —¡Qué jodida pregunta! Por supuesto que está sufriendo. Yo sufro de sólo mirarla. Mamá asiente con la cabeza.
—Miley. Trae a Maggie. Dile que necesita los medicamentos.— Sigo sosteniendo su mano mientras me siento en la silla. Ninguno de los dos habla. Su respiración es poco profunda, fuerte. No es Maggie, pero otra enfermera entra en la habitación y agrega la medicina al suero. Las manos de Miley tocan mis hombros de nuevo. No veo a nadie. No hablo con nadie. No hago nada, excepto observarla.

La madre de Nick ha estado dormida por tres horas. Él no ha dicho ni una palabra en todo ese tiempo. Estoy sentada en una silla a su lado. Él sostiene su mano, con la cabeza entre sus brazos sobre la cama. A veces lo toco. Quiero que sepa que estoy aquí. Que siempre voy estar aquí. Alterno entre frotarle la espalda, tocar su pierna y alejarme un poco para darle su espacio. Aún así no dejo la silla. Mientras él esté a su lado, yo voy a estar en el suyo. Incluso por más tiempo. Mi corazón duele por él, se rompe por ella y por él. Por todos, porque este mundo será un poco más solitario sin ella en él. Sólo la conocí por poco tiempo y sé eso. Su estómago gruñe, pero no le pregunto si quiere comer. Sé que dirá que no. Veo a Nick. Miro a Denise y recuerdo a mi madre diciéndome adiós. Imagino cómo sus huesos estaban en ese bosque. Sola. Estoy contenta de que Denise no tendrá que irse sola de esa manera. Contenta de que Nick y yo no nos quedaremos solos. Se sienta lo suficiente para pasar una mano por su cabello. Está tan desordenado como nunca lo he visto. Su pierna rebota hacia arriba y hacia abajo. Pero no derrama ni una lágrima. Por primera vez, se vuelve y me mira. El dolor en sus ojos rasga mi pecho y hace que las lágrimas llenen mis ojos. No soy tan fuerte como él.
—No llores —susurra—. Todavía no. No lloraste por ti misma durante tanto tiempo. Si lo haces ahora, hazlo por ella, no por mí.— Asiento con la cabeza. Se inclina lejos de la cama, lo suficiente para deslizar su mano por un lado de mi cara. Para empujar mi cabello detrás de mi oreja. La sonrisa que me da es peor que el llanto. Es rota. De dolor. Y así de rápido su mano se aleja, vuelve su cabeza y está apoyado sobre la cama otra vez. Sosteniendo su mano y mirándola respirar. Las respiraciones de las que comienzo a contar los segundos entre ellas. Maggie entra y sale. La enfermera del hospicio también. Nick no habla con ninguna. Ellas hablan conmigo, pero sobre todo creo que quieren dejarnos solos con ella, mientras esperamos a que se vaya.

Los ojos de mamá se abren por primera vez en horas. Cinco para ser exactos. Sus ojos dan vueltas por la habitación, con el miedo tiñéndolos.
—¿Qué es? ¿Qué sucede? ¿Necesitas a la enfermera?
—¡Estoy tarde para el trabajo! —dice y trata de levantarse. ¿Trabajo? Ella no ha trabajado en un año.
 —Mamá… tú no trabajas. Tú estás… —No puedo decirlo—. ¿Necesitas a la enfermera?
—No quiero ser despedida. Necesito el dinero. Mi hijo…—Se ve asustada. Retira su mano lejos de mí. Mi corazón se acelera. Mi cuerpo se adormece. ¿No sabe quién soy?
—Soy yo. Soy tu hijo. No tienes que trabajar. Sólo descansar.
—¿Nicholas? —su voz se quiebra, la confusión aún en sus ojos.
—Sí. Sí, soy yo. —Soy yo. Tengo que decirle quien soy. Quiero gritar. Vomitar. Despertarme de esta jodida pesadilla y saber que todo está bien.
—Nicholas… —dice otra vez, esta vez con reconocimiento. La enfermera entra en la habitación de nuevo, llena una jeringa y le inyecta más medicina contra el dolor. Uno, dos, tres. Sus ojos revolotean. Cuatro, cinco, seis. Está dormida de nuevo. Me dejo caer en la silla.
Ya la he perdido.

Nick dijo pocas palabras, pero ninguna de ellas era importante. Le di un abrazo y un poco de espacio. Maggie trajo un poco de comida, pero nadie la tocó. El único momento en que la dejamos, es cuando tenemos que ir al baño. Cuatro horas después ella finalmente abre sus ojos otra vez. ¿Cuántas horas hemos estado aquí? Respiro profundamente. Creo que mi corazón también se detuvo. Por favor deja que ella se recupere. Permite que lo reconozca. Deja que sea capaz de despedirse.
—Desearía… que… no… estuvieras… tan… triste… —dice ella, sonriendo débilmente. Siento la tensión en el cuerpo de Nick.
—Mamá. Hola. ¿Cómo te sientes?
—Feliz de verte —contesta ella. Sé que no debería hacerlo. Debo de ser fuerte, pero no puedo seguir conteniéndome y poco a poco grandes lágrimas brotan de mis ojos. No podía detenerlas y no sólo estaba llorando porque sintiera tristeza. Vi la forma en la que lo miraba y era hermosa. Ella lo amaba, con el mismo amor de una madre por su hijo. Profunda y completamente. Para ella, él era la persona más importante en el mundo y estoy muy contenta de que ellos se tengan el uno al otro.
—Siempre alagando mi lado bueno —dice Nick bromeando. Lo amo más por eso. Ella toma su mano. No me di cuenta que se había acercado a ella. Él le da su mano y la apretó.
—Déjame hablar con Miley. —Su voz es tan suave, que apenas puedo distinguir sus palabras. Nick parece entrar en pánico. Sus ojos van de mí a ella.
—Está bien —dice ella—. Es sólo un minuto. Lloro más fuerte. Necesito detenerme, pero no puedo hacer nada al respecto. Me seco los ojos mientras Nick se levanta y besa su mejilla. Se detiene y pone su frente en la mía. No necesito más palabras. Sólo nos apoyamos uno en el otro.
—Estaremos bien —le susurro. Él asiente.
—Te amo.
—Yo también —Y después se va. Tomo su lugar y me acerco para poder escucharla.
—Se ven hermosos juntos —dice con la voz quebrada, eso me hace empezar a llorar otra vez.
—Lo amo. Él es…
—Frustrante
—Sí —le digo sonriendo.
—Pero es maravilloso. —Su voz suena llena de orgullo en ese momento. No habrías sabido que ella se encontraba enferma. Sólo era una mamá orgullosa de su hijo.
—Creen que me engañaron desde el inicio. —dice—. Ustedes fueron los que se engañaron al pensar que así fue. —Asiento porque tiene razón. No me sorprendía que ella lo supiera. Me siento honrada de que sepa que vamos en serio.
—Cuida de él. —Las palabras suenan muy frágiles.
—Lo haré. —Apenas puedo responderle entre mis lágrimas. Aprieto su mano le digo en su oído—: Lo haré, lo haré, lo haré.
—También cuídate mucho. Él no se da cuenta, pero es bueno cuidando a la gente.
—Lo es —le digo con la misma convicción que ella usó a hablar de él—. Él cuida bien de mí.
—Tienes que ser capaz de cuidar de ti misma. Ambos tienen que ser capaces, Nicholas y tú. Está bien que ambos se apoyen el uno al otro, pero necesitan saber que ambos son fuertes.
—Yo…
—Tu mamá te ama —dice interrumpiendo. Jadeo por la sorpresa. Mis lágrimas corren en su mano y me siento culpable, pero no puedo detenerlas.
—Te ama. Es imposible no hacerlo. Probablemente ella no siempre sabe cómo demostrártelo. Tal vez no siempre ha hecho lo correcto pero definitivamente te ama. Lo hace —dice.
—Gracias —le digo una y otra vez. Hasta que mi voz es ronca. Ella sabe lo mucho que significan esas palabras para mí, porque si ella lo dice tienen que ser reales.
—Él te ama —añade—. Y tú lo amas. Eres todo lo que buscaba para él.— No puedo detenerme. Me pongo de pie y apoyo mi cabeza en su pecho. Sigo llorando. Ella me consola. Su mano acaricia mi cabello. Es el mismo gesto que Nick tiene conmigo y me pregunto cuántas veces ella lo consoló del mismo modo. Finalmente cuando dejo de llorar, me incorporo.
—Gracias. También te quiero. —Un rápido asentimiento es mi respuesta.
—Necesito a Nicholas —dice con una voz llena de dolor—. Necesito a mi hijo.

Mis pies están agobiados, pero de alguna manera logro hacer que se muevan. Miley está en el pasillo mientras cierro la puerta de la habitación de mamá. No sé si está bien o si es correcto o si me hace el más débil hijo de puta en el planeta, pero me meto en la cama con ella, esperando y rezando para no lastimarla. Todo lo que sé es que la necesito. Envuelvo mi brazo alrededor de ella. Acurrucado en mi lado. Me siento pequeño... como un niño. Como solía meterme en la cama con ella cuando tenía una pesadilla o los vecinos gritaban tan alto que me asustaban.
—Mi dulce, dulce niño —dice. No sé cómo se las arregla para hacer que su voz suene clara, más fuerte. Probablemente por mí. Porque sabe que lo necesito.
—Vive tu vida —dice finalmente. Tengo que mirar hacia arriba para verla porque no sé lo que significa. Suspira. Muerde sus labios agrietados. 
—Puedes hacer lo que quieras, Nicholas. Eso es todo lo que siempre quise que supieras. Eres mejor que yo. Mejor que tu padre. Puedes tener cualquier cosa. Ser cualquier cosa. Hacer cualquier cosa... Pero vive tu vida. Si decides que la universidad no es lo que quieres, no lo hagas por mí. Quiero que puedas encontrar lo que te hace feliz y lo mantengas. Agárrate a ello con todas tus fuerzas. Si alguna vez te empujé a cualquier cosa es porque quería que supieras que estás mejor que vendiendo drogas, yendo a la cárcel. Esforzarse para ganar unos centavos es como he tenido que hacer yo.— Vendiendo drogas. Yendo a la cárcel. ¿Te suena familiar? Las cosas por las que odiaba a mi padre. Sus ojos mantienen mi mirada intensamente. 
—Sólo sé bueno... Sé feliz. Eso es todo lo que quiero para ti. Y para que sepas como de único eres. Eres fuerte, leal, cariñoso. Haces sonreír a esa chica ahí afuera como si tuviera el mundo en la palma de su mano. —Hace una pausa por el esfuerzo de tanto hablar. Luego susurra—: Tú me diste el mundo.— Me estoy rogando decir algo, pero no puedo encontrar las palabras. Están encerradas dentro de mí. Cada vez que intentan deslizarse a través, una puerta se cierra sobre ellas, bloqueándoles la salida.
—Tú me diste el mundo —dice de nuevo—. Tú eres la única cosa que he hecho que significa algo.
—Tú me hiciste quien soy —es lo que me arreglo para decir. Espero que sea suficiente. Espero que sea correcto. Cuando la miro, su cara esta húmeda. Lágrimas dando humedad a sus labios que se convierten en una sonrisa.
***
Horas han pasado. Ni siquiera sé cómo en el infierno de cuantas. Pasan mientras ella duerme y respira esos alientos rasposos. No ha despertado nuevamente durante mucho tiempo. Es media noche ahora. Todo lo que tengo que hacer es mirar el reloj, pero no tengo la energía. Miley está de pie en la ventana, mirando hacia la oscuridad. Sólo hay una pequeña luz junto a la cama en la que esta mamá. Una farola brilla contra mi bailarina. Mirándola, de pronto la necesito. Para sentirla y hablar con ella. Salta cuando la silla cruje mientras me levanto. Sin decir una palabra, camino hacia ella y la tiro entre mis brazos. Entierro mi cara en su cuello mientras se aferra a mi espalda. Y de alguna manera... me siento mejor. Todavía roto y perdido y enojado, pero también no tan solo. Doy un paso adelante y Miley retrocede. Se inclina contra la pared y sólo me deja abrazarla. Me sostiene. 
—Estoy perdiéndola. —Estas palabras se abren paso entre mis labios, en su cuello—. Estoy jodidamente perdiéndola. No quiero perder a nadie más que amo. No quiero perderte. —No sé de donde las palabras repentinamente vienen, pero no puedo hacer que se detengan. No las puedo enrollar—. Soy un idiota la mitad del tiempo, pero me haces mejor. Me haces feliz. No quiero perderte a ti. Te amo. No quiero perderte.
—Yo también te amo. No voy a ninguna parte. Nos hacemos mejor mutuamente.—Me aparto de ella. Pongo mis manos en sus caderas. Clavo mis uñas porque necesito mantenerla tan fuerte como pueda. Y luego me inclino hacia adelante y la beso. Es lento y suave. Ella gime y lo digiero. Saboreo cada parte de su boca. Doy lo mío. Empujo contra ella. Tiro de ella hacia mí.
—Quiero ser alguien —le digo cuando me aparto—. No sé quién. Solo sé que no quiero ser el tipo que vende hierba. El que rompe su teléfono contra un árbol cuando se da cuenta que se enamoró de una chica. Quien va a la cárcel y se desquita con ella porque está ahí para su madre cuando él no estaba.
—Eres más que eso —me dice.
—No sé si lo soy, pero quiero serlo.
—Mi mamá me amó —dice Miley, sorprendiéndome—. No sé si quería dejarme, pero me amaba. Y no soy perfecta. No quiero serlo. Tengo ataques de pánico con los que no trato, pero lo necesito. Lo haré.— La beso de nuevo porque es tan jodidamente fuerte. En este momento, en la sala en penumbra, mientras mi mamá duerme en la cama de al lado, hacemos nuestros votos el uno al otro. Para dejar de fingir. Para crecer. Para hacer lo que en el infierno tenemos que hacer para no ser las personas que tuvieron que jugar un jodido juego de adivinanzas para enamorarse. Ambos estamos tranquilos. La respiración de mamá es el único sonido en la habitación. Nos apoyamos en la pared, abrazándonos.
—No podría hacer esto sin ti, pequeña bailarina.
—No quiero estar en ningún otro lugar.— Tomo un par de respiraciones profundas antes de decir—: No quiero decirle adiós. —Pero tengo que hacerlo. Lo sé. Sé que probablemente ella lo está esperando.
—Lo sé. Lo siento.— La beso de nuevo. 
—Lo sé.
***
La luz de día ha llegado y pasado otra vez. Es la noche siguiente. Mamá no ha despertado más. Maggie y la enfermera del hospicio entran y salen. Le dan medicina. Sonrisas tristes. Su mano no sostiene más las mía, pero trato de mantenerla apretada lo suficiente por los dos. Sé lo que tengo que hacer. Cada vez que abro mi boca no sale. Así que me siento aquí. Viéndola morir. Viéndola sufrir. Esperando. Mamá no hace ningún ruido junto a las respiraciones que suenan casi dolorosas. Jodidamente lo son. Echo un vistazo a Miley y ella me está mirando. Trato de decírselo con los ojos. Le hago saber que estoy dejando que se vaya. Ella me da un pequeño guiño. Me muero jodidamente de miedo de hacer esto, pero también orgulloso. Orgulloso porque estoy dejándola libre. Dejándola estar en el sol. Me inclino hacia adelante mi boca junto a su oído. Mis palabras son suaves, sólo para ella y para mi.
—Te mentí la última vez que preguntaste, pero quiero que sepas, soy feliz. Nunca me empujaste a menos que necesitara ser empujado. Me diste todo y te juro por Dios, voy a hacer que te sientas orgulloso de mí. Por ti... y también por mí. Te amo... —Mi voz se quiebra. Las palabras desbloquean las malditas lágrimas que sostenía y lloro por fin. Lloro por ella. Por mí. Por todo el jodido mundo que está perdiéndola
—Soy feliz. Voy a estar bien. Voy a vivir por mí, pero también por ti. No tienes que preocuparte por mí. Puedes irte... Tengo a Miley y jodidamente la amo. Cristo. No debería estar maldiciendo en este momento, pero la amo. Lo hago. Vamos a estar bien.— Juro que ella aprieta su mano sobre la mía. Nada se mueve. Su respiración no cambia, pero sé que me escucha. Sé que está orgullosa de mí. Yo estoy orgulloso de mí.
—Te amo. Estoy bien —le digo de nuevo. Entrelazo mis dedos con los de ella y me siento en el borde de la cama. Miro a Miley y se acerca. Se sienta detrás de mí, una mano sobre mí y otra sobre mamá. Y esperamos. Segundos. Minutos. Media hora. Su respiración se hace más lenta. Se suaviza.
—Estoy bien —le digo de nuevo. Levanto su muñeca. Beso mi nombre allí. Una respiración más.
Espero.
Y espero.
No respira de nuevo.
Se ha ido.

4 comentarios:

  1. Que cap tan triste😭

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  2. Que cap tan triste😭

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  3. llore como una condenada
    pobre nick no queria que muera su madre
    triste capitulo por lo menos la tiene a miley para apoyarla
    me encanto
    besos

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