viernes, 24 de octubre de 2014

It Was Always You - Niley- Cap 19


Nick llega en la tarde, totalmente inesperado. Abro la puerta y de repente, está aquí, parado al frente mío con una mirada determinada en su rostro.
—Quería verte —es toda la explicación que consigo—. ¿Tu mamá está en casa?
—No. Salió a trabajar hace cinco minutos —Nick y yo somos amigos. Está bien, somos más que amigos. Es extraño y complicado, pero es la única amistad intacta que me queda. Lo llevo a mi habitación y lo dejo esperando mientras traigo algunas bebidas y bocadillos. Nos sentamos en el suelo y nos comemos los bocadillos. Hablamos sobre la escuela y su equipo de lucha, y nos reímos sobre la época en que éramos niños en preescolar y todas las cosas estúpidas que hacíamos. Entonces jugamos gin con las cartas que mi madre me compró cuando estaba en el hospital. Él no dice una sola palabra sobre besos. Ni siquiera me mira con esa caliente, necesitada mirada que he visto antes. Sé que tiene algo en mente. No sé que pueda ser, pero lo está distrayendo. Después de un rato, baja sus cartas y dice:
—Quiero ayudarte Miley.
—¿Con que?
—A jugar tenis de nuevo. Siempre te he visto mirando hacia el armario como si allí hubiera un monstruo, así que lo revisé mientras fuiste a la cocina. Encontré tu raqueta.— Me paré. Mi corazón comienza a acelerarse mientras me alejo de él.
—Nunca voy a volver a jugar.— Él se para, también.
—No estoy tratando de herirte Miley. Estoy tratando de ayudarte.— Yo le doy la espalda.
—No puedo jugar.
—Simplemente inténtalo, Miley. ¿Qué daño puede hacer?
—No voy a ser buena.
—¿Quién dice que tienes que ser buena?— Él no sabe que ser buena jugando tenis siempre ha significado más que ser buena en el tenis. Es mucho más profundo que eso. Cuando miro a Nick, quiero hacerlo sentirse orgulloso de mí. Está tratando de curar cualquier dolor que haya podido causarme. Quiero ayudarlo también.
—Está bien, lo intentaré —digo—. Pero no esperes mucho de mí.
Quince minutos después estamos detrás de la Secundaria Tennessee mirando hacia las canchas de tenis. Esto me trae recuerdos de esa época cuando trataba de probarme a mí misma. Respirando profundamente, sigo a Nick hacia la dura y verde superficie. Cuando Nick sacó mi raqueta, me congelé. Ni siquiera quería sostenerla. Así que después de que él sacó su propia raqueta y algunas bolas de su garaje, lo cargo todo sin quejarse mientras caminábamos hacia la escuela. Ahora estaba ofreciéndome mi raqueta. Yo me contengo. Tomando mi mano en la suya, envuelve mis dedos alrededor del mango de la raqueta.
—Estoy asustada —admito.
—Yo también.— Yo levanto una ceja.
—Si —dice él—. De que me ganes. Tengo que cuidar mi imagen de tipo duro, lo sabes.— Eso me hace reír.
—Tú no me necesitas para hacerte parecer duro, Nick.— Con eso, él toma las bolas de tenis y se dirige al lado opuesto del campo.
—Ten cuidado conmigo —bromea. Golpea la bola justo hacia mí, fácil y lenta. Mis instintos toman el control y golpeo de vuelta. Se siente bien, tengo que admitirlo, pero también se siente extraño. Mi cuerpo se mueve diferente ahora, como si estuviera rígida y no lograra relajarme. Mis piernas, mi posición, ambas son extrañas y erróneas. No me puedo balancear en los talones de mis pies ni rebotar cuando la bola viene hacia mí. No puedo inclinarme en una posición alerta, lista para golpear la bola cuando vuele hacia mí. Cuando Nick golpea de nuevo la bola hacia mí, no me muevo. Él se detiene y sacude su cabeza.
—Hubieras podido golpear esa.
—No quería hacerlo. ¿Podemos irnos ahora?
—No. Respóndeme diez lanzamientos, entonces nos iremos.— Él golpea la siguiente bola hacia mí. La golpeo suavemente.
—Nueve —dice él, contando las que faltan. Tres bolas más llegan cerca a mis brazos y las golpeo lentamente, para que vuelen fácilmente sobre la red justo hacia él. Mis pies aún no se han movido de su lugar.
—Seis. Otros cinco gentiles lanzamientos vuelan sobre la red y rebotan justo en frente mío. Las envío de vuelta suavemente.
—Una más, Miley. Entonces nos vamos de aquí.— Fantástico. Sólo falta una para que la humillación se termine. Él envía una fuerte y rápida sobre la red. Rebota un metro y medio más allá de donde estoy parada. Ni siquiera intento ir por ella. Él lo hace de nuevo... y de nuevo. Yo dejo mi raqueta a un lado y me quedo mirándolo.
—¿Estás tratando de humillarme?
—Deja de actuar como un bebe y atrévete a ir por la bola —dice él, sacudiendo su cabeza—. ¡Vamos!— ¡Como se atreve! Esta vez, mientras la bola se acerca sobre la red, es mi rabia y nada más lo que me empuja mientras tomo los tres pasos y golpeo la bola de vuelta hacia Nick con toda la fuerza y frustración que hay dentro de mí. Lo golpea directamente en su brazo.
—¡Ouch! —no le pregunto si se encuentra bien, porque tiene esa mirada arrogante en su cara y las esquinas de su boca están hacia arriba en un claro signo de victoria—. ¿Se sintió tan bien para ti como para mí? —pregunta. Yo le tiro la raqueta y camino fuera del campo. No le daré la satisfacción de saber que se sintió increíblemente estimulante. Me alcanza y me acerca hacia él.
—Voy a tener un moretón, ¿lo sabes? —dice él—. Pero mirarte golpear esa cosa fue realmente sexy.
Yo me giro para mirar el moretón que ya está apareciendo en su brazo.
—¿Lo fue?— En un rápido movimiento, se adelante y me acorrala contra la cerca con su cuerpo.
—Voy a besarte.— Mi estomago hace un pequeño giro; Me olvido de que estoy molesta. Mis nervios se apoderan de todas mis emociones.
—¿Aquí?
—Oh, sí. Justo aquí, justo ahora. ¿Piensas huir esta vez?
—No lo creo. Pero no estoy segura.— Él sonríe, fascinado con mi respuesta. Miro hacia arriba y encuentro sus ojos, un pequeño asomo a su mundo privado, entonces mojo mis labios en anticipación. Y ese es el comienzo de nuestra maratón de besos. Todo lo que tengo que decir es que después de una hora de labios y lenguas, de inocentes y no tan inocentes caricias de ambos lados, no me siento tan inexperta. No me siento insegura acerca de besarlo. Nos vamos de las canchas del parque y regresamos a mi habitación. A mi cama. Nick se inclina hacia atrás y gime.
—Vamos a tener que detener esto o mi cuerpo va a sufrir las consecuencias durante días.—Relajándome, pongo mi cabeza sobre su pecho.
—Esto fue agradable.
—Sí, demasiado agradable.— Él está respirando pesadamente. Los dos lo estamos. Tomo aire despacio y profundamente, y me glorifico en el momento. Podría quedarme aquí por siempre, justo como estamos. Mirándonos. Sintiéndome deseada. Sintiéndome protegida. Sintiéndome normal.
—Debería odiarte por obligarme a jugar tenis.
—Sí. Pero no puedes, ¿Verdad? Además, hemos tenido una sesión de besos y caricias en la que estarás pensando por semanas.
—Tú tienes un problema de ego.
—Sólo contigo —él se ríe, luego bosteza.
—¿Te estoy aburriendo? —pregunto.
—Para nada —dice él, acariciando mi cabello—. Es sólo que... yo nunca duermo demasiado bien. Y estoy tan relajado y feliz que mi cuerpo está listo para descansar.—Yo me incline sobre mis codos.
—Entonces duerme.
—¿Aquí?
—Seguro. Mi mamá no llegará hasta más tarde —comencé a levantarme, para dejarle la cama completa para que pudiera dormir en paz.
—No me dejes —dice él—. Acuéstate a mi lado —y me empuja hacia abajo con él.
—Eres tan diferente —dice él, casi para si mismo.
—No digas eso —le digo yo, mirando hacia otro lado. Quiero mantener la falsa fantasía de que soy igual que las demás chicas, por lo menos durante un poco más de tiempo.
—Diferente de una buena forma —sus cejas se arrugan—. De una forma realmente buena.
Entonces me acerca y me abraza apretadamente. Estamos abrazados tan juntos, como si hubiéramos estado saliendo por años. Incluso estamos compartiendo la almohada sobra la que he dormido desde que tengo diez años. Lo último que recuerdo antes de despertar es la lenta y rítmica respiración de Nick detrás de mí mientras se queda dormido. Pero ahora escucho la puerta de mi casa abrirse y me despierto totalmente.
—Nick, despierta. Mi mamá está en casa.— Le toma un segundo recomponerse, hemos estado dormidos por más de cinco horas.
—Espérame aquí y no hagas un sonido —le digo, entonces lo beso en sus adormecidos labios. Deslizándome debajo del brazo que me mantiene acurrucada contra él, cierro la puerta de mi habitación y me dirijo al primer piso.
—Hola mamá —digo, mi voz extraña por el sueño.
—No quise despertarte cariño. Odio estos turnos de los domingos en la noche, pero prefiero tomarlos y pasar las mañanas contigo. Parece que pasamos muy poco tiempo juntas últimamente —ella descarga su bolso y comienza a subir las escaleras. Yo rezo para que no esté pensando en pasar un rato a mi habitación para tener una de esas conversaciones madre/hija. No ahora. Pero supongo que si lo hace, la verdad saldrá a la luz. A lo mejor será una bendición inesperada, pero preferiría no arriesgarme.
—Está bien mamá. Tú siempre te preocupas por cosas insignificantes.—Ella no escucha el crujido de mi cama tras mi puerta. Pero yo lo hago. Mamá frunce el ceño.
—¿Por qué estabas dormida sin cambiarte?— Ups.
—Estaba en mi habitación y debo haberme quedado dormida.
—Bueno, yo también estoy exhausta. Regresa a la cama. Tienes escuela en la mañana. Y cámbiate esa ropa.
—Está bien, buenas noches —espero que no se dé cuenta de que estoy anticipando con mi respiración acelerada el momento en que cierre la puerta de su cuarto. Cuando lo hace, me apresuro a mi cuarto. Nick está sentado en mi cama, sobresaltado.
—Lo siento tanto —susurra, viéndose tan genial y peligroso como siempre, incluso medio dormido—. Perdí la noción del tiempo.
—Yo también.— Él camina hacia la ventana.
—Nick, ¿Que estás haciendo? —susurro.
—Buscando una forma de salir.— Pongo mi mano en su brazo y lo hago retroceder.
—No vas a saltar desde mi ventana. Sólo tenemos que esperar unos quince minutos y yo voy a acompañarte hasta la puerta. Mi mamá duerme como los muertos y queda hundida bastante rápido. Además si nos atrapan estamos en esto juntos, ¿verdad?— Le toma unos segundos responder. Es casi como si no creyera lo que acabo de decir.
—Sí, claro —murmura finalmente.

Me encontré con Damon esta mañana, después de convencer a mis padres que me quede hasta tarde porque estaba en la casa de Brian y perdimos la noción del tiempo. Se lo creyeron. Damon vino por alguna clase de evaluación del estado de Illinois. El entrevisto a mi familia, incluso a Emily luego nos quedamos en mi cuarto donde me lleno de preguntas. Le conté a Damon que le había pedido a Miley ver su pierna, dejando de lado el hecho que trabajamos juntos todos los días entre semana después de la escuela , o de el hecho que ella es la única persona que me hace olvidar que el año pasado siquiera paso. Dios me libre de decirle que dormí con ella la pasada noche, en el sentido literal de la palabra. Damon sacude su cabeza. 
—Está prohibido confrontar a tu víctima, Nick.
—No la confronte.— Damon cruzo por mi cuarto y puso una mano en su cabeza como si tuviera dolor de cabeza.
—¿Eres dulce con ella?
—¿Con quién?
—Miley.
—No, de ninguna manera —mentí.
—Ustedes chicos de pueblo pequeño son una raza aparte. Está bien este es el trato: Mantente alejado de ella.
—Tengo opción.
—No —Damon abrió su folder e hizo clic en su bolígrafo—. Ya casi acabas tus deberes de servicio comunitario. Un mirador para la señora Dorothy Reynols. Has estado en ese trabajo por tres semanas.
—Si todo sale bien espero terminar al final de la próxima semana.—Damon lucia impresionado 
—Buen trabajo Nick, comenzaste inestable, pero eres un chico decente. Encontrémonos de nuevo la próxima semana, hablaremos sobre lo que va a pasar después de tu puesta en libertad.— Me estoy sintiendo lleno de energía después de la visita de Damon, sabiendo que la amenaza de la cárcel esta casi detrás de mí. Solo tengo que mantener el hecho que estoy con Miley como un secreto. Golpeé en la puerta del cuarto de mi hermana. Ella está ahí. Su cuarto es su cueva. El invernadero de mi hermana excepto por la escuela y las comidas. Ella no responde, golpeo más duro. 
—Emily, abre.
—¿Qué quieres?— ella dice tras la puerta. Suspiro, esto es más difícil de lo que pensaba. 
—Solo abre la jodida puerta.— La abre en una rendija. Empujo el resto de la puerta y entro. Está demasiado oscuro así que tiro de la cortina.
—Ciérrala.
—Sí, bueno, tenemos que hablar y no veo una maldita cosa.
—No quiero hablar.
—Que mal —digo con mis brazos cruzados frente a mi pecho. Emily agarra la manija de la puerta, como si estuviera a punto de escaparse.
—¿Están mama y papa en casa? —ella pregunta nerviosamente.
—Salieron.—Ella deja salir una pequeña respiración. Ni siquiera sé por dónde empezar, solo sé que estoy preparado para decirlo en voz alta, ha estado reprimido en mi desde hace más de un año. El demonio se ha desatado. La vida no se trata de encubrir la mierda y vivir en un mundo de fantasía. Tomo una profunda respiración y le digo a mi hermana.
—Tú golpeaste a Miley con el auto y me eché la culpa por ello. Me lo he aguantado, pero se acabo. No lo hubiera hecho si hubiera sabido que actuarías como un jodido cadáver el resto de tu vida.— Sus ojos se ensanchan como si su cerebro registrara la verdad por primera vez.
—Habla Emily —ordene—. Di algo… ¡cualquier cosa!
—¡No puedo manejar esto! —ella grita, luego se lanza de bruces sobre la cama.— Tomo una caja de pañuelos de su mesa de noche y se la paso. Estoy de pie mientras ella llora histéricamente.
—Lo siento, Nick, lo siento tanto —ella dice entre sollozos—. Pude haberla matado, Nick.
—Pero no lo hiciste.
—Me quede allí y observe como te esposaban, deje que te llevaran.— Estaba tan acostumbrado a ser el problemático, solía ser el que lo arruinaba. Emily había sido la inmaculada hermana pequeña. Yo era el rebelde. Incluso borracho, no dude en echarme la culpa del accidente. Emily no sería esposada, arrestada y condenada. Ella no podría manejarlo. Yo lo haría. Los policías no preguntaron cuando confesé allí mismo. Infiernos, mis propios padres no cuestionaron mi culpa. Pensar, que todo, era porque Emily trato de esquivar una jodida ardilla en el camino.
—Se acabo —le dije.
—No, Nick, no lo está. Nunca se acabara. Voy a cargar con esta culpa a mí alrededor el resto de mi vida. Ni siquiera puedo mirar a Miley. Infiernos, Nick, ni siquiera puedo mirarte. Es tan duro para mí, no puedes imaginarte.—Ella tiene razón, No puedo. Ella gira hacia mi aspira en una temerosa respiración. 
—No le dirás a nadie ¿cierto? Prométeme que nunca le dirás a nadie.— Miro a mi hermana, la chica con la que compartí el vientre de mama, al igual que cumpleaños y con la que crecí lado a lado. Ella debe conocerme como yo la conozco, sentir mi dolor como yo siento el de ella. Ella sabe que este secreto me desgarra por dentro. Puedo sentir cuan retorcida se ha vuelto su racionalidad. Pero ella me ignora y se enfoca solo en ella. Ella es, después de todo, una extraña para mí.

3 comentarios:

  1. Tardas mucho en subir siguela por favor!

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  2. Omg que hermoso siguela por fis me encanto quiero mas momentos niley :)

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  3. me encantooooo!!!!!!!!!!!
    el mejor capitulo de todos
    yo sabia que algo raro habia con emily
    y tenia la vaga esperanza de que nick no le hubiese hecho eso a miley
    mi parte favorita fue sin duda las escenas de los besos tanto en la cancha como en la habitacion
    de miley jajaja
    por favor sube ya el siguiente
    besos

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