lunes, 7 de octubre de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 18

Mitad ansioso, mitad nervioso como el infierno, entré en la casa de mi padre, mis dedos entrelazados con los de Miley. El humo de los cigarros de mi padre y mis hermanos flotaba en la sala de juegos, mezclándose con los débiles y almizclados olores de la alfombra más vieja que yo. A pesar de que Miley estuvo inicialmente molesta por que no mucho tiempo de aviso antes de conocer a mi familia, ella parecía más a gusto que yo. Traer a casa a una novia no era la costumbre de los hombres Jonas, y cualquier predicción de su reacción era poco fiable en el mejor de los casos. Frankie se hizo visible primero.
— ¡Santo Dios! ¡Es el cara de culo!— Cualquier esperanza de que mis hermanos aunque sea pretendieran no ser más que salvajes fue una pérdida de tiempo. Yo los amaba de todas formas, y conociéndola a Miley, ella lo haría, también.
—Hey, hey. . . modera tu leguaje con la chica—dijo mi padre, asintiendo con la cabeza a Miley.
—Pidge, este es mi padre, Paul Jonas. Papá, ella es Pigeon.
— ¿Pigeon? —preguntó Paul, con una expresión divertida en su rostro.
—Miley—dijo ella, sacudiendo la mano. Les señalé a mis hermanos, todos ellos asintieron cuando dije su nombre.
—Frankie, Taylor, Tyler, y Kevin— Miley parecía un poco abrumada. No podía culparla, realmente nunca había hablado de mi familia, y cinco chicos podían ser agobiantes para cualquiera. De hecho, cinco Jonas eran francamente aterradores para la mayoría. Al crecer, los niños del barrio aprendieron pronto a no meterse con uno de nosotros, y solo una vez alguien cometió ese error de meterse con todos nosotros. Estuvimos destrozados, pero nos volvimos sólidos como una fortaleza por necesidad. Eso estaba claro, incluso para aquellos que no queríamos intimidar.
— ¿Tienes un apellido Miley?—preguntó papá.
—Cyrus— dijo, asintiendo cortésmente.
—Es un placer conocerte, Miley— dijo Kevin con una sonrisa. Miley no se habría dado cuenta, pero la expresión de Kevin era una fachada para lo que estaba haciendo en realidad: análisis de cada una de sus palabras y movimientos. Kevin siempre estaba en busca de alguien que potencialmente pudiera sacudir nuestro ya desvencijado bote. Las olas no eran bienvenidas, y Kevin siempre había hecho su trabajo de calmar las potenciales tormentas. Papá no puede soportarlo, él solía decir. Ninguno de nosotros podría discutir con esa lógica. Cuando uno o algunos de nosotros nos encontramos en problemas, íbamos a Kevin  y él se ocupaba de eso antes de que papá pudiera averiguarlo. Años de encargarse de un grupo de alborotadores y violentos niños hicieron a Kevin un hombre mucho antes de lo que nadie debe esperar a ser. Todos lo respetaban por ello, incluyendo mi padre, pero años de ser nuestro protector lo dejaron un poco autoritario. Pero Miley se plantó sonriente y ajena al hecho de que ahora era un objetivo, bajo el escrutinio del tutor de la familia.
—Realmente agradable—dijo Frankie  sus ojos recorriendo por lugares que hubieran hecho morir a otros. Papá golpeó la parte trasera de la cabeza de Frankie y él gritó.
— ¿Qué he dicho? —dijo, frotándose la parte posterior de la cabeza.
—Toma asiento, Miley. Míranos tomar dinero de Nick —dijo Tyler. Saqué una silla para Miley. Miré a Frankie, y él respondió con sólo un guiño. Inteligente.
— ¿Conoces a Stu Unger? —preguntó Miley, señalando una foto polvorienta. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Los ojos de papá se iluminaron.
— ¿Tu sabes quien es Stu Unger?— Miley asintió.
—Mi papá es un fanático, también.— Papá se puso de pie, señalando la foto polvorienta de al lado.
— Y este es Doyle Brunson—Miley sonrió. —Mi padre lo vio tocar, una vez. Es increíble
—El Abuelo de Nick era un profesional. Nos tomamos muy en serio el poker por aquí— Sonrió papá. No solo Miley nunca mencionó que ella conociera de póker, sino que también era la primera vez que la oía hablar de su padre. Mientras observábamos a Frankie barajar y repartir, traté de olvidar lo que acababa de suceder. Con sus largas piernas, delgadas pero perfectamente proporcionadas curvas y grandes ojos, Miley era increíblemente hermosa, pero conocer Stu Unger ya la hacia todo un éxito con mi familia. Me incorporé un poco más alto en mi asiento. De ninguna manera mis hermanos traerían a casa a alguien que superara esto. Frankie levantó una ceja.
— ¿Quieres jugar, Miley? —ella negó con la cabeza.
—No creo que deba.
— ¿No sabes cómo? —preguntó papá. Me incliné para besarla en la frente.
— Juega... Yo te enseñaré.
— Sólo debes despedirte de tu dinero, ahora, Miley. — Kevin río. Miley apretó los labios y metió la mano en su bolso y sacó dos de cincuenta. Ella les ofreció a papá, esperando pacientemente a que él se los cambiara por fichas. Frankie sonrió, deseoso de aprovecharse de su confianza.
—Tengo fe en las habilidades de enseñanza de Nick—dijo Miley.
— ¡Demonios! ¡Voy a hacerme rico esta noche! —Taylor aplaudió.
—Vamos a empezar poco a poco esta vez—dijo mi padre, arrojando en una ficha de cinco dólares. Frankie apostó, y yo me despegué de la mano de Miley.
— ¿Alguna vez has jugado?
—Ha pasado un tiempo. —ella asintió con la cabeza.
—Patrañas no cuenta, Pollyanna—dijo Frankie, mirando a sus tarjetas.
—Cierra la boca, Frank, —gruñí, lanzándole una mirada amenazante rápida antes de volver a las cartas de Miley. —Tienes que ir por cartas más altas, números consecutivos, y si tienes suerte, del mismo palo.— Perdimos los primeros asaltos, pero entonces Miley se negaba a dejar que la ayudara. Después de eso, empezó a recuperarse con bastante rapidez. Tres manos más tarde, les habían dado una patada en el culo a todos sin pestañear.
— ¡Mierda!— se quejó Frankie. — ¡La suerte del principiante apesta!
—Tienes una aprendiz rápida, Nick—dijo papá, moviendo su boca alrededor de su cigarro. Tomé un sorbo de mi cerveza, sintiéndome como el rey del mundo.
— ¡Me haces sentir orgulloso, Pigeon!
— Gracias.
—Aquellos que no pueden hacerlo, enseñan—dijo Kevin, sonriendo.
—Muy gracioso, cara de culo—murmuré.
—Tráele a la chica una cerveza—dijo papá, con una sonrisa divertida levantando sus mejillas ya hinchadas. Con mucho gusto subí arriba, y saqué una botella de la nevera, y usé el borde ya agrietado de la encimera para quitar la tapa. Miley sonrió cuando le puse la cerveza en frente de ella y no dudó en tomar una de sus exclusivos tragos de tamaño humano. Se limpió los labios con el dorso de la mano, y luego esperó a mi padre para poner en sus fichas. Cuatro manos después, Miley había inclinado lo último de su tercera cerveza y observaba a Taylor de cerca.
—La decisión es tuya Taylor. ¿Vas a ser un bebé o te vas a portar como un hombre?— Se estaba haciendo muy difícil para mí no estar excitado en ciertos lugares. Ver Miley ganarle a mis hermanos y a un veterano de póquer, como mi padre, una mano tras otra me encendió. Nunca había visto a una mujer tan sexy en mi vida, y ésta ocurría que era mi novia.
—A la mierda—dijo Taylor, lanzando la última de sus fichas en la mesa
— ¿Qué tienes Pigeon? —le pregunté con una sonrisa. Me sentí como un niño en navidad.
— ¿Taylor? —solicitó Miley con el rostro completamente en blanco. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
— ¡Flush!— Él sonrió, extendiendo sus cartas boca arriba sobre la mesa. Todos miramos a Miley  Sus ojos recorrieron a los hombres alrededor de la mesa, y luego arrojó sus cartas sobre la mesa.
— ¡Vean y lloren, muchachos! ¡Ases y ochos!
— ¿A full house? ¿Qué carajo? —gritó Frankie.
—Lo siento. Siempre he querido decir eso—dijo Miley, riendo mientras tomaba sus fichas. Los ojos de Kevin se estrecharon.
— Esto no es sólo la suerte del principiante. Tú sabes jugar.— Vi a Kevin por un momento. Él no quitaba sus ojos de Miley. Miré hacia ella, entonces.
— ¿Has jugado antes, Pigeon?— Ella apretó los labios y se encogió de hombros, dejando una dulce sonrisa aparecer por las comisuras de su boca. Mi cabeza cayó hacia atrás, y me eché a reír. Empecé a decirle lo orgulloso que estaba, pero las palabras fueron tomadas como rehenes por el temblor incontrolable de todo mi cuerpo. Golpeé la mesa con el puño varias veces, tratando de contarme.
—Tu novia acaba patearnos el trasero—dijo Taylor, apuntando en mi dirección.
— ¡DE NINGUNA MALDITA MANERA!— Frankie gimió, poniéndose de pie.
—Buena idea, Nick. Traer una carta tramposa a la noche de póquer —dijo mi padre, guiñándole un ojo a Miley.
— ¡Yo no lo sabía!— dije, sacudiendo la cabeza.
— Mierda—dijo Kevin, con los ojos todavía diseccionando a mi novia.
— No lo hice—le dije.
—Odio decirlo, hermano. Pero creo que me enamoré de tu chica—dijo Tyler. De repente la risa se había ido, y fruncí el ceño.
—Hey, basta.
—Eso es todo. Estaba yendo tranquilo, Miley  pero yo voy a recuperar mi dinero, ahora — advirtió Frankie  Me senté en las últimas partidas, viendo a los chicos tratando de recuperar su dinero. Mano tras mano, Miley los arrolló. Ni siquiera pretendía ir despacio con ellos. Una vez que mis hermanos estaban sin dinero, papá dio por terminada la noche y Miley devolvió cien dólares a cada uno de ellos, con excepción de papá, que no quiso tomarlo. Tomé la mano de Miley  y caminamos hacia la puerta. Ver a mi novia ganarles a mis hermanos era entretenido, pero yo todavía estaba decepcionado de que ella devolvió parte de su dinero. Me apretó la mano.
— ¿Qué pasa?
— ¡Acabas de regalar cuatrocientos dólares, Pigeon!
— Si esto era noche de póquer en Sig Tau, los habría mantenido. No puedo robar a tus hermanos la primera vez que me encuentro con ellos.
— Ellos se quedaron con tu dinero.
— Y yo tampoco hubiera perdido el sueño por ello— dijo Taylor. Por el rabillo de mi ojo, vi que Kevin mirando a Miley desde el sillón en la esquina de la sala de estar. Él había estado incluso más callado de lo usual.
— ¿Por qué sigues mirando fijamente a mi chica, Kev?
— ¿Cómo has dicho que es tu apellido? —preguntó Kevin. Miley se movió nerviosamente, pero no contestó. Puse mi brazo alrededor de su cintura, y me volví a mi hermano, inseguro de a donde quería llegar. Él creía que sabía algo, y se estaba preparando para hacer su movimiento.
— Es Cyrus. ¿Y qué?
— Puedo ver por qué no los pusiste juntos antes esta noche, Nick  pero ahora no tienes excusa—dijo Kevin, petulante.
— ¿De qué mierda estás hablando? —le pregunté.
— ¿Eres pariente de Billy Ray Cyrus, por casualidad? —preguntó Kevin  Todas las cabezas se volvieron a esperar la respuesta de Miley. Ella pasó sus dedos por el pelo, claramente nerviosa.
— ¿Cómo sabes de Billy Ray?—Mi cuello se estiró aún más en su dirección.
— Él es uno de los mejores jugadores de póker que jamás haya existido. ¿Lo conoces?
— Es mi padre—dijo. Parecía casi doloroso para ella decirlo. La sala entera estalló.
— ¡DE NINGUNA MALDITA MANERA!
— ¡Lo sabía!
— ¡Jugamos con la hija de Billy Ray Cyrus!
— ¿Billy Ray Cyrus? ¡Santa mierda!— Las palabras resonaron en mis oídos, pero aun así me tomó varios segundos procesarlas. Tres de mis hermanos estaban saltando arriba y abajo y gritando, pero para mí toda la habitación se congeló, y el mundo enmudeció. Mi novia, que también pasó a ser mi mejor amiga, era la hija de una leyenda, alguien del poker a quien mis hermanos, padre, e incluso mi abuelo idolatraban. La voz de Miley me trajo de vuelta al presente.
— Les dije que yo no debería jugar.
— Si hubieras mencionado que eras la hija de Billy Ray Cyrys, creo que lo habríamos tomado más en serio—dijo Kevin. Miley miró hacia mí desde debajo de sus pestañas, esperando una reacción.
— ¿Eres el trece de la suerte?— le pregunté, estupefacto. Frankie se levantó y señaló.
— ¡EL Trece de la suerte se encuentra en nuestra casa! ¡No puede ser! ¡No me lo puedo creer!
—Ese era el apodo que los papeles me dieron. Y la historia no era exactamente precisa—dijo Miley, inquieta. Incluso en medio de la conmoción en pleno auge de mis hermanos, lo único que podía pensar era en lo jodidamente caliente que era que la chica de la que estoy enamorado era prácticamente una celebridad. Aún mejor, era famosa por algo exageradamente rudo.
—Tengo que llevar a Miley a casa, chicos—les dije. Papá miró a Miley por encima de sus gafas.
— ¿Por qué no es correcta la historia?
— Yo no tomé la suerte de mi padre. Quiero decir, es ridículo—ella se echó a reír, torciendose el pelo nerviosamente alrededor de su dedo. Kevin negó con la cabeza.
— No, Billy dio esa entrevista. Dijo que a la medianoche en tu decimotercer cumpleaños su suerte se acabó en seco.
— Y la tuya fluyó—añadí.
— ¡Tú fuiste criada por mafiosos!—dijo Frankie, sonriendo de emoción.
—Uh. . . no. —ella se rió una vez. — Ellos no me criaron. Solo estaban. . . mucho tiempo alrededor.
—Fue una maldita lástima, Billy dejó tu nombre por el barro frente a todos los periódicos. Eras sólo una niña —dijo mi padre, sacudiendo la cabeza.
— En todo caso fue la suerte del principiante—dijo Miley Me di cuenta por la mirada en su cara que estaba al borde de sentirse mortificada por toda la atención.
—Fuiste enseñada por Billy Ray Cyrus—dijo papá, sacudiendo la cabeza con asombro. — jugabas con profesionales y ganabas, a los trece años de edad por el amor de Dios. —Me miró y sonrió. —No apuestes en contra de ella, hijo. Ella no pierde— Mi mente inmediatamente regresó a la pelea cuando Miley aposto contra mí, sabiendo que iba a perder, y tener que vivir conmigo por un mes si lo hiciera. Durante todo ese tiempo pensé que no se preocupaba por mi, y justo ahora me di cuenta que no era así.
—Uh... Tenemos que irnos, papá. Adiós, muchachos— Corrí por las calles, entrando y saliendo del tráfico. Cuanto más rápida la aguja subió en el velocímetro, los muslos de Miley más me apretaban, dándome aún más ganas de llegar al apartamento. Miley no dijo una palabra cuando aparqué la Harley y la guiaba al piso de arriba, y todavía no estaba hablando cuando la ayudé con su chaqueta. Ella se dejó el pelo suelto, y yo me quedé, mirándola con asombro. Era casi como si ella fuera una persona diferente, y no me podía esperar para poner mis manos sobre ella.
—Sé que estás molesto—dijo, con los ojos en el suelo. —Lo siento, no te lo dije, pero no es algo que me guste hablar.— Sus palabras me sorprendieron.
— ¿Molesto contigo? Estoy tan excitado que no puedo ver bien. Acabas de robarles a mis idiotas hermanos su dinero sin pestañear, has alcanzado el estatus de leyenda con mi padre, y yo sé que es un hecho que deliberadamente perdiste la apuesta que hicimos antes de mi pelea.
— Yo no diría eso...
— ¿Creías que ibas a ganar?
— Bueno... no, no exactamente—dijo ella, quitándose los zapatos de tacón. Apenas podía contener la sonrisa que avanzó a través de mi cara.
— Así que querías estar aquí conmigo. Creo, que me enamoré de ti de nuevo.— Miley guardo sus tacones en el armario.
— ¿Cómo no estás enojado en este momento?— Suspiré. Tal vez debería haber estado loco. Pero yo sólo... no lo estaba.
—Eso es bastante grande, Pidge. Deberías habérmelo dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste. Ustedes vinieron aquí para escapar de todo eso. Es como si el cielo se hubiera abierto. Todo tiene sentido, ahora.
— Bueno, eso es un alivio.
—Trece de la suerte—le digo, agarrando el dobladillo de su camisa y tirando de él por encima de su cabeza.
— No me llames así, Nick. No es una buena cosa
— ¡Eres una maldita famosa, Pigeon!—le desabroché los vaqueros y se los bajé hasta de sus tobillos, ayudándola a salir de ellos.
— Mi padre me odiaba después de eso. Todavía me echa la culpa de todos sus problemas.— Me quité la camisa y la abracé, impaciente por sentir su piel contra la mía.
— Todavía no puedo creer que la hija de Billy Ray Cyrus está de pie frente a mí, y yo he estado contigo todo este tiempo y no tenía idea.— Ella me empujó.
— ¡No soy la hija de Billy Ray Cyrus, Nick! Eso es lo que dejé atrás. Soy Miley  ¡Sólo Miley  —dijo, caminando hacia el armario. Ella tiró una camiseta de la percha y se la puso sobre su cabeza.
— Lo siento. Estoy un poco deslumbrado.
—Soy solo yo—ella sostuvo la palma de su mano contra su pecho, un borde de desesperación en su voz.
—Sí, pero...
—Pero nada. La forma en que me estás mirando ahora. Eso es exactamente por lo que no te lo dije—.Cerró los ojos. —No quiero vivir más así, Nick. Ni siquiera contigo.
— ¡Whoa! Cálmate, Pigeon. Mejor no te dejes llevar—. La tomé en mis brazos, de repente preocupado por el rumbo que había tomado conversación. — No me importa lo que eras, o la que ya no eres. Yo solo te quiero a ti.
— Creo que tenemos eso en común, entonces.— Tiré de ella suavemente hacia la cama, y luego me acurruqué a su lado, notando el ligero olor a cigarro mezclado con su champú.
— Somos sólo tú y yo contra el mundo, Pidge.— Se acurrucó a mi lado, parecía satisfecha con mis palabras. Cuando se relajó contra mi pecho, suspiró.
— ¿Qué pasa? —le pregunté.
— No quiero que nadie lo sepa, Nick. No quería ni que tú lo supieras.
—Te amo, Miley  No voy a mencionarlo de nuevo, ¿de acuerdo? Tu secreto está a salvo conmigo—le dije, apretando los labios suavemente contra su sien. Ella acarició su mejilla contra mi piel, y la sostuve firmemente. Los acontecimientos de la noche parecían como un sueño. La primera vez que llevaba una chica a casa, y no sólo ella es la hija de un famoso jugador de póker, sino también podía quebrar fácilmente a todos en una sola mano. Por ser el jodido de la familia, sentí que por fin había ganado un poco de respeto por parte de mis hermanos mayores. Y todo debido a Miley. Reposé en la cama, despierto, incapaz de detener mi mente lo suficiente como para quedarme dormido. La respiración de Miley se había desacelerando media hora antes. Mi celular se iluminó y sonó una sola vez, lo que indicaba un mensaje de texto. Lo abrí, y de inmediato fruncí el ceño. El nombre del remitente decía: James.
"Amigo. Liam anda hablando mierda."
Con mucho cuidado, saqué el brazo de debajo de la cabeza de Miley para poder usar las dos manos para escribir un mensaje de vuelta.

"Quién lo dice?"
"Digo yo, él está sentado aquí conmigo."
"Ah, sí? Qué está diciendo?"
"Es sobre tu Pigeon. Seguro quieres saber?"
"No seas imbécil"
"Él dice que ella todavía lo llama."
"Negativo."
"Dice que está esperando a que metas la pata, y ella sólo espera un buen momento para dejarte."
"Lo hizo recién?"
"Lo dijo hace un momento, dice que le dijo el otro día que era muy infeliz, y que tu estas un poco loco y que estaba preocupada por cuándo hacerlo."
"Si ella no estuviera acostada conmigo iría y le patearía el maldito culo"
"No vale la pena. Todos sabemos que está lleno de mierda."
"Aun así me molesta"
"Lo he oído. No te preocupes por esa mierda. Tú tienes a tu chica a tu lado."

Si Miley no hubiera estado durmiendo a mi lado, me hubiese montado en la moto e ido derecho a Sig Tau a meterle mi puño en la dentadura de cinco mil dólares de Liam. Tal vez dado con un bate a su Porsche. Media hora pasó antes de que los rayes de ira, finalmente, comenzaran a disminuir. Miley no se había movido. Ese mismo sutil ruido que hacia con su nariz cuando dormía me ayudó a ralentizar el ritmo cardíaco, y en poco tiempo tuve la oportunidad de llevarla de vuelta a mis brazos y relajarme. Miley no estaba llamando a Liam. Si ella no estaba feliz, me lo habría dicho. Tomé una respiración profunda y vi la sombra del árbol fuera danzando sobre la pared.
— No lo hizo—dijo Joe, deteniéndose a medio camino. Las chicas nos dejaron solos en el apartamento, para que pudieran comprar un vestido para la Fiesta de Citas, así que le conté a Joe mientras nos dirigíamos a la tienda local de muebles.
— Seguro como la mierda que lo él hizo—le di mi teléfono a Joe para que viera. —Jamesl me envió un mensaje anoche y lo delató.— Joe suspiró y sacudió la cabeza.
— Liam sabía que te lo dirían. Quiero decir... ¿cómo no? Esos tipos son chismosos más grandes que las chicas.— Me detuve al ver un sofá que me llamó la atención.
— Apuesto a que eso es por qué lo hizo. Con la esperanza de que yo lo supiera.— Joe asintió.
— Seamos realistas. Al viejo tú le habría entrado un ataque de celos y ella se asustaría e iría directo a los brazos de Liam.
— Bastardo—dije mientras se acercaba a un vendedor.
— Buenos días, caballero. ¿Puedo ayudarles a encontrar algo en particular?— Joe se arrojó sobre el sofá, y luego rebotó un par de veces antes de asentir con la cabeza.
— Yo lo apruebo.
— Sí. Me voy a llevar este—dije.
— ¿Se lo llevara? —dijo, un poco sorprendido.
— Sí—le dije, un poco a mí mismo sorprendido por su reacción. — ¿Entregan a domicilio?
—Sí, señor, así es. ¿Quiere saber el precio?
—Es este de aquí… ¿No?
—Si.
—Entonces, me lo llevo. ¿Dónde se paga?
—Por aquí, señor.— El vendedor trato sin éxito de hablar conmigo sobre algunas otras cosas que hacían juego con el sofá, pero yo tenía unas cuantas cosas más que comprar ese día. Joe les dio nuestra dirección, y el vendedor me dio las gracias por ser la venta más fácil del año.
— ¿A dónde vamos ahora? —preguntó Joe, tratando de mantenerse a la par conmigo hacia el Charger.
— A lo de Calvin.
— ¿Un nuevo tatoo?
— Sip.— Joe me miró, cauteloso.
— ¿Qué estás haciendo, Nick?
— Lo que yo siempre dije que haría si conocía a la chica adecuada.— Joe se puso delante de la puerta del pasajero.
—No estoy seguro de que esto sea una buena idea. ¿No crees que deberías hablarlo con Miley primero? ya sabes… ¿Para que no enloquezca?— Fruncí el ceño.
—Podría decir que no.
—Es mejor que ella diga que no a que lo hagas y ella salga corriendo del apartamento, porque la asustaste. Las cosas han ido bien entre ustedes dos. ¿Por qué no lo dejas seguir así un rato?— Coloqué mis manos en los hombros de Joe
—Eso no suena como yo en absoluto—le dije, y luego lo corrí hacia un lado. Joe trotó alrededor de la parte delantera del Charger, y luego se sentó en el asiento del conductor.
—Todavía estoy tomando la posición oficial de que esto es una mala idea.
—Entendido.
—Entonces, ¿dónde?
—Steiner’s
—¿La joyería?
—Sip.
—¿Por qué, Nick? —dijo Joe, con voz más severa que antes.
—Ya lo verás.— Negó con la cabeza.
— ¿Estás tratando de comprometerte con ella?
—Va a suceder, Joe. Yo sólo quiero tenerlo. Para cuando llegue el momento adecuado.
—No hay tiempo en el corto plazo que sea adecuado. Estoy tan enamorado de Demi, que me vuelve loco a veces, pero no somos lo suficientemente adultos para esa mierda, todavía, Joe. Y… ¿Y si ella dice que no?— Mis dientes se apretaron ante la idea.
—No voy a preguntarle hasta que sepa que está lista.— La boca de Joe en una mueca disgustada.
—Justo cuando creo que no se puedes volverte más loco, haces otra cosa que me recuerda que estas mucho mas allá que loco de mierda.
—Espera a ver la roca que conseguiré.—Joe estiró el cuello lentamente en mi dirección.
—Ya has estado ahí comprándolo, ¿No?— Sonreí.

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