viernes, 25 de octubre de 2013

My Beautiful Mistake- Niley- Cap 25


Ella va a estar allí. Aparecer será un error. Sería incómodo. Ella va a estar allí. ¿Y si alguien la invita a bailar? ¿Y si ella conoce a su futuro esposo y yo estoy ahí para presenciarlo? Ella no quiere verme. Yo podría ponerme ebrio y hacer algo que la moleste. Ella podría ponerse ebria y hacer algo que me moleste. No debería ir. Tengo que ir. Ella iba a estar allí. Mentalmente enumeré los pros y los contras de ir a la fiesta de San Valentín, pero seguía volviendo a la misma conclusión: necesitaba ver a Miley, y ahí es donde estaría. Joe se preparaba en su habitación, apenas me hablaba desde que él y Demi finalmente habían vuelto a estar juntos. En parte porque se quedaban encerrado en su habitación recuperando el tiempo perdido, y porque todavía me culpaba por las cinco semanas que habían pasado separados. Demi nunca perdió un momento para hacerme saber que odiaba mis entrañas, especialmente después del más reciente tiempo que yo había roto el corazón de Miley.  
Yo había hablado con Miley para que abandonara su cita con Liam y fuera a verme en una pelea. Por supuesto que yo la quería allí, pero cometer el error de admitirlo era también como si le preguntará a ella primero así yo podía ganar un concurso de meadas. Quería que Liam supiera que no tenía influencia en ella. Miley sintió que había tomado ventaja por sus sentimientos hacia mí, y ella tenia razón. Todas esas cosas fueron suficientes para sentirme culpable, pero el hecho de que Miley había sido atacada en un lugar donde yo la había llevado hacía casi imposible mirar a alguien a los ojos. Agregando a todo a eso nuestros encuentros cercanos con la ley resultaron ser para mí una gigante cagada. A pesar de mis disculpas constantes, Demi pasó sus días en el apartamento disparándome miradas asesinas en mi dirección, y bufando injustificados comentarios de mierda. Incluso después de todo eso, yo estaba contento de que Joe y Demi se hubieran reconciliado. Si ella no lo habría aceptado de vuelta, Joe podría nunca haberme perdonado.
— Me voy—dijo Joe. Entró en mi habitación, donde me sentaba en mis boxers, todavía en conflicto sobre lo que debía hacer. —Recogeré a Demi por su dormitorio.— Asentí con la cabeza una vez.
— ¿Miley todavía ira?
— Sí. Con Cheyne.— Logré una media sonrisa.
— ¿Debería eso hacerme sentir mejor?— Joe se encogió de hombros.
— Lo haría para mi—Él miró al alrededor mis paredes y asintió. —Volviste a poner las fotos.— Miré alrededor, asintiendo con la cabeza una vez.
— No lo sé. No se sentía bien simplemente dejarlas en el fondo de un cajón.
— Supongo que te veré más tarde.
— Hey, ¿Joe?
— Sí—dijo, sin darse la vuelta.
— Realmente lo siento, primo.— Joe suspiró.
— Lo sé.— Al segundo que se fue, entré en la cocina para servirme lo último del whisky. El líquido ámbar se quedó quieto en el vaso, a la espera de ofrecer comodidad. Lo tomé de un trago y cerré los ojos, considerando hacer un viaje a la tienda de licores. Pero no había suficiente whisky en el universo que me ayudara a tomar mi decisión.
— A la mierda—dije, agarrando las llaves de mi moto. Después de una parada en Ugly Fixer Liquor’s, conduje la Harley sobre la acera y aparqué en el patio delantero de la casa de la fraternidad, abriendo la media pinta que acababa de comprar.
Buscando valor en el fondo de la botella, entré en Sig Tau. Toda la casa estaba cubierta de rosa y rojo, decoraciones baratas colgaban del techo, y brillos cubrían el suelo. El bajo de los altavoces abajo zumbaban por toda la casa, ahogando las risas y constante murmullo de las conversaciones. Todos parados colmando la habitación, tuve que girar y maniobrar a mi camino a través de la multitud de parejas, manteniendo un ojo por Joe,  Demi, Cheyne, o Miley.  Mayormente Miley. Ella no estaba en la cocina, o en cualquiera de las otras habitaciones. Ella no estaba en el balcón, tampoco, por lo que me dirigí escaleras abajo. Se me cortó la respiración cuando la vi. El ritmo de la música disminuyó, y su sonrisa angelical se notaba incluso en el oscuro sótano. Sus brazos alrededor del cuello de Cheyne, y él torpemente se movía con ella con la música. Mis pies me impulsaron hacia adelante, y antes de que supiera lo que estaba haciendo, o me detuviera a pensar en las consecuencias, me encontré de pie a centímetros de distancia de ellos.
— ¿Te importa si me meto, Cheyne?— Miley se congeló, sus los ojos brillantes con el reconocimiento. Los ojos de Cheyne rebotaban entre mí y Miley.
— Por supuesto.
—Cheyne—dijo entre dientes mientras se alejaba. La puse contra mí y di un paso. Miley seguía bailando, pero mantuvo el mayor espacio entre nosotros como le fue posible.
— Pensé que no ibas a venir.
— No iba a hacerlo, pero sabía que estabas aquí. Tenía que venir.— Con cada minuto que pasaba, yo esperaba que ella huyera, y cada minuto se quedaba en mis brazos se sintieron como un milagro.
—Te ves hermosa, Pigeon.
— No lo hagas.
— ¿No haga qué? ¿Decirte que eres hermosa?
— Solo... no lo hagas.
— No era lo que pretendía.
— Gracias—espetó.
— No… te ves hermosa. Quise decir eso. Hablaba de lo que dije en mi habitación. Yo no voy a mentir. Me gustó sacarte de tu cita con Liam…
— No fue una cita, Nick. Estábamos comiendo. Pero ahora él ya no me habla, gracias a ti.
— Eso escuché. Lo siento.
— No, no lo haces.
— Y t-tienes razón—le dije, tartamudeando cuando me di cuenta de que se estaba enojando.
—Pero yo... esa no era la única razón por la que te llevé a la pelea. Te quería allí conmigo, Pigeon. Eres mi amuleto de la buena suerte.
— Yo no soy tu nada—me miró amenazadoramente.
— Eres mi todo.— Los labios de Miley formaron una línea dura, pero sus ojos se suavizaron.
— En realidad no me odias... ¿verdad? —le pregunté. Miley se dio la vuelta, poniendo más distancia entre nosotros.
— A veces me gustaría hacerlo. Haría todo esto un infierno entero más fácil.— Una cautelosa, pequeña sonrisa se dibujó en mis labios.
— Así que ¿Qué te molesta más? ¿Lo que yo hice para que quisieras odiarme? O ¿saber que no puedes? En un instante, la ira de Miley regresó. Ella empujó más allá de mí, corriendo por las escaleras hasta la cocina. Me quedé solo en el centro de la pista, tanto atónito como disgustado de que me las había arreglado de alguna manera para volver a encender su odio hacia mí de nuevo. Tratar de hablar con ella parecía inútil, ahora. Cada interacción se agregaba a la creciente bola de nieve de cagadas que era nuestra relación. Subí las escaleras y me dirigí derecho al barril, maldiciendo mi codicia y la botella vacía de whisky tirada en algún lugar del césped delantero de Sig Tau.
Después de una hora de cerveza y monotonía, ebrias conversaciones con mis hermanos de la fraternidad y sus citas, le eché un ojo a Miley, con la esperanza de llamar su atención. Ya me estaba mirando, pero desvió la mirada. Demi parecía estar en el medio de un intento de animarla, y Cheyne le tocaba el brazo. Ella estaba obviamente lista para irse. Ella bebió el resto de su cerveza en un trago rápido, y luego tomó la mano de Cheyne  Ella caminó dos pasos, y luego se congeló cuando la misma canción que habíamos bailado en su fiesta de cumpleaños flotaba por las escaleras. Ella extendió la mano y agarró la botella de Cheyne, tomando otro trago. No estaba seguro de si era el whisky hablando, pero algo en la mirada de sus ojos me dijo que el recuerdo que la canción desencadenó eran tan doloroso para ella como lo fue para mí. Ella todavía se preocupaba por mí. Tenía que hacerlo. Uno de mis hermanos de fraternidad se apoyó en el mostrador junto a Miley y sonrió.
— ¿Quieres bailar?— Era Brad, y aunque yo sabía que probablemente notó la mirada triste en su rostro y fue tratando de levantarle el ánimo, los pelos de la nuca se me erizaron. Justo cuando ella negó con la cabeza para decir que no, yo estaba a su lado, y mi estúpida boca de mierda estaba moviéndose antes de que mi cerebro pudiera decirle que se detenga.
— Baila conmigo.— Demi, Joe y Cheyne estaban mirando a Miley, esperando su respuesta tan ansiosos como yo.
—Déjame en paz, Nick—dijo ella, cruzando los brazos.
— Esta es nuestra canción, Pigeon.
— No tenemos una canción.
— Pigeon…
— No.— Ella miró a Brad y forzó una sonrisa.
—Me encantaría bailar, Brad.— Las pecas de Brad se extendían por sus mejillas mientras sonreía, haciendo un gesto con la mano para que Miley liderara el camino a las escaleras. Me tambaleé hacia atrás, sintiendo como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. Una combinación de ira, celos, y tristeza ardieron en mi sangre.
— ¡Un brindis! —grité, subiendo a una silla. En mi camino a la cima, le robaré la cerveza a alguien y la sostuve delante de mí. — ¡Por los imbéciles!— dije, señalando a Brad.—¡Y por las chicas que rompen tu corazón!— Me incliné hacia Miley. Un nudo en mi garganta. —Y por el absoluto maldito horror de perder a tu mejor amiga porque fuiste lo bastante estúpido como para enamorarte de ella.
Trague la cerveza, terminando lo que quedaba, y luego lo tiré al suelo. La habitación estaba en silencio, excepto para la música en el sótano, y todos me miraron con confusión masiva. Un movimiento rápido de Miley me llamó la atención cuando ella agarró la mano de Brad, llevándolo escaleras abajo para la pista de baile. Salté de la silla y me dirigió hacia el sótano, pero Joe puso el lado de su puño contra mi pecho, inclinándose hacia mí.
— Tienes que parar—dijo en voz baja. —Esto sólo va a terminar mal.
— Si se termina, ¿qué importa?—pasé a Joe con un empujón y bajé las escaleras hasta donde Miley estaba bailando con Brad. La bola de nieve era demasiado grande como para detenerme, así que sólo decidí rodar con ella. No había vergüenza en ir con las bolas por el piso. No podríamos volver a ser amigos, así que hacer uno de nosotros odie al otro parecía una buena idea. Me abrí paso entre las parejas en la pista de baile, deteniéndome junto a Miley y Brad.
—Estoy cortando esto.
— No, no lo estas. ¡Jesús!—dijo Miley, agachando la cabeza con vergüenza. Mis ojos se clavaron en los de Brad.
— Si no te alejas de mi chica, voy a arrancarte la maldita garganta. Justo aquí en la pista de baile.— Brad parecía en conflicto, con los ojos como dardos nerviosamente entre mi y su pareja de baile.
—Lo siento, Miley— dijo, sacando lentamente sus brazos. Se retiró a las escaleras.
— Cómo me siento acerca de ti en este momento, Nick… se parece mucho al odio
—Baila conmigo—le supliqué, cambiando para mantener el equilibrio. La canción terminó y Miley suspiró.
—Ve a beber otra botella de whisky, Nick.—Se volvió a bailar con el único hombre solo en la pista de baile. El ritmo era más rápido, y con cada latido, Miley se acercaba más y más a su nueva pareja de baile. David, mi menos favorito hermano Sig Tau bailaba detrás de ella, agarrando sus caderas. Se sonrieron, mientras la media, poniendo sus manos por todo su cuerpo. David agarró sus caderas y sacó su pelvis hacia su culo. Todo el mundo miraba. En lugar de sentir celos, la culpa se apoderó de mí. A esto era a lo que la había reducido. En dos pasos, me agaché y envolví mis brazos alrededor de las piernas de Miley, lanzándola por encima de mi hombro, empujando a David a la tierra por ser un imbécil oportunista.
— ¡Suéltame!—dijo Miley, golpeando sus puños en mi espalda.
— Yo no voy a dejar que te pongas en ridículo por mi—gruñí, subir las escaleras de dos en dos. Cada par de ojos que pasábamos vio gritar y patalear a Miley mientras la llevaba a través del cuarto.
— ¿Tu no crees—dijo mientras luchaba— que esto es vergonzoso? ¡Nick!
— ¡Joe! ¿Esta Donnie afuera? —grité, esquivando sus extremidades agitándose.
— Uh... ¿si? —dijo.
— ¡Bájala!—dijo Demi, dando un paso hacia nosotros.
—Demi— dijo Miley, retorciéndose— ¡no te quedes ahí! ¡Ayúdame!— La boca de Demi se curvó y se rió una vez.
— Ustedes dos se ven ridículos.
— ¡Muchas gracias, amiga!—dijo, incrédula. Una vez que estuvimos fuera, Miley sólo luchó mas duro. — ¡Ponme abajo, maldita sea!— Me acerqué al coche que esperaba de Donnie, abrí la puerta de atrás, y arrojé a Miley al interior.
— ¿Donnie, eres el CD esta noche?— Donnie se dio la vuelta, mirando nerviosamente el caos desde el asiento del conductor.
— Sí.
— Necesito que nos lleves a mi casa—le dije cuando llegué a su lado.
— Nick... No creo...
— Hazlo, Donnie, o voy a meter mi puño a través de la parte posterior de su cabeza, lo juro por Dios.— Donnie inmediatamente puso el coche en marcha y se alejó de la acera. Miley se abalanzó sobre la manija puerta.
— ¡No voy a ir a tu apartamento!— Cogí una de sus muñecas, y luego la otro. Ella se inclinó hacia abajo, hundiendo sus dientes en mi antebrazo. Dolió como el infierno, pero yo sólo cerré los ojos. Cuando estuve seguro de que había roto la piel y se sintió como fuego disparando por mi brazo, gruñí para compensar el dolor.
— Haz lo que quieras, Pigeon. Estoy cansado de tu mierda— Me soltó y luego retorció, tratando de golpearme, más por sentirse insultada que por tratar de escapar.
— ¿Mi mierda? ¡Déjame salir de este maldito coche!— Tiré de sus muñecas cerca de mi cara.
— ¡Te amo, maldita sea! ¡Tú no vas a ninguna parte hasta que se te pase la borrachera y resolvamos esto!
— ¡Tú eres el único que no lo ha resuelto, Nick!— Me soltó las muñecas, y se cruzó de brazos, haciendo un mohín el resto del camino hasta el apartamento. Cuando el coche desaceleró en nuestra parada, Miley se inclinó hacia delante.
— ¿Me puedes llevar a casa, Donnie?— Abrí la puerta, y luego saqué a Miley por el brazo, balanceándola sobre mi hombro de nuevo.
—Buenas noches, Donnie — le dije, llevándola por las escaleras.
— ¡Voy a llamar a tu padre!—exclamó Miley.—Yo no podía dejar de reír.
— ¡Y él probablemente me de palmaditas en el hombro y me diga que ya era el maldito tiempo!— El cuerpo de Miley se retorcía mientras sacaba las llaves del bolsillo.
— ¡Ya basta, Pigeon, o vamos a caernos por las escaleras!— Finalmente se abrió la puerta y fui directamente a la habitación de Joe.
— ¡BA.JA.ME! —gritó Miley.
— Está bien— le dije, dejándola caer sobre la cama de Joe. —Duérmete. Hablaremos por la mañana.— Me imaginé lo molesta que debe haber estado, pero a pesar de que mi espalda estaba palpitante por ser apaleada por los puños de Miley durante los últimos veinte minutos, era un alivio tenerla en el apartamento de nuevo.
— ¡Tú ya no puedes decirme qué hacer, Nick! ¡Yo no te pertenezco!— Sus palabras encendieron una profunda ira dentro de mí. Caminé hacia la cama, planté mis manos sobre el colchón cada lado de sus muslos y me incliné sobre su rostro.
— Bueno, ¡Yo pertenezco a ti!—grité. Puse tanta fuerza detrás de mis palabras, podía sentir toda mi sangre correr a mi cara. Miley se encontró con mi mirada, negándose a siquiera inmutarse. Miré sus labios, jadeante. —Yo te pertenezco—susurré, mi ira desapareciendo mientras el deseo aparecía.
Miley se acercó, pero en vez de golpear mi cara, agarró una de mis mejillas y cerró su boca en la mía. Sin dudarlo, la levanté en mis brazos y la llevé a mi habitación, dejándonos a ambos caer en mi colchón. Miley agarró mi ropa, desesperada por quitarla. Desabroché su vestido con un movimiento uniforme, y luego observé mientras rápidamente lo quitaba por su cabeza, tirándolo al suelo. Nuestros ojos se encontraron, y luego la besé, gimiendo en su boca cuando ella me devolvió el beso. Antes de que, incluso, tuviera la oportunidad de pensar, estábamos los dos desnudos. Miley agarró mi culo, ansiosa por tirar de mí dentro de ella, pero me resistí, la adrenalina quemaba a través del whisky y la cerveza. Mis sentidos volvieron, y pensamientos de consecuencias permanentes comenzaron a parpadear en mi mente. Yo había sido una mierda, la había cabreado, pero nunca quisiera que Miley se preguntara si había tomado ventaja de este momento.
— Los dos estamos borrachos— le dije, respirando con dificultad.
— Por favor.— Sus muslos se apretaron en mis caderas, y podía sentir los músculos bajo su piel suave estremeciéndose de anticipación.
—Esto no está bien—luché contra la neblina de alcohol que me decían que las próximas horas con ella valdrían la pena por todo lo que estaba en el otro lado de ese momento. Apoyé mi frente contra la suya. Por mucho que la quería, el doloroso pensamiento de Miley haciendo la caminata de la vergüenza en la mañana era más fuerte que lo que mis hormonas me pedían que hacer. Si ella de verdad quería seguir adelante con esto, necesitaba una prueba sólida.
— Te deseo— susurró contra mi boca.
— Necesito que lo digas.
— Voy a decir lo que quieras.
— Entonces di que me perteneces. Di que volverás conmigo. No voy a hacer esto a menos que estemos juntos.
— Nunca hemos estado separados, ¿verdad?— Sacudí mi cabeza, barriendo mis labios con los suyos. No es suficiente.
— Necesito escucharte decirlo. Necesito saber que eres mía.
— He sido tuya desde el momento en que conocimos—dijo ella, suplicando. Lo miré a los ojos durante unos segundos, y luego sentí en mi boca aparecer una media sonrisa, esperando que su palabras fueran ciertas y no sólo dichas en el momento. Me incliné y la besé con ternura y, luego de poco a poco ella me empujo en su interior. Mi cuerpo entero pareció estar derritiéndose dentro de ella.
— Dilo de nuevo—una parte de mí no podía creer que todo realmente estaba sucediendo.
— Soy tuya— ella respiraba. —No quiero volver a estar lejos de ti otra vez.
— Prométeme—le dije, gimiendo con otro empuje.
— Te amo. Te amaré por siempre—ella me miró fijamente a los ojos al hablar, y finalmente creí que sus palabras no eran solo una promesa vacía.
Cerré mi boca sobre la de ella, el ritmo de nuestros movimientos cobró impulso. Nada más se necesita decir, y por primera vez en meses, mi mundo no estaba al revés. La espalda de Miley se arqueó, y sus piernas se envolvieron alrededor de mi espalda, enganchadas por los tobillos. Probé todas las partes de su piel a las que podía llegar como si hubiera estado muriendo de hambre por ellas. Una parte de mí lo estaba. Pasó una hora, y luego otra. Incluso cuando yo estaba agotado, seguí adelante, asustado de que si paramos me despertaría, y todo hubiera sido solo un sueño. Entrecerré los ojos contra la luz vertiéndose en el ambiente. No pude dormir en toda la noche, sabiendo que cuando el surgiera, todo habría terminado. Miley se movió, y mis dientes se apretaron. Las pocas horas que pasamos juntos no eran suficientes. Yo no estaba listo. Miley acarició su mejilla en mi pecho. Besé su cabello, y luego la frente, y luego sus mejillas, cuello, hombros, y luego me llevé su mano a la boca y la besé tiernamente en la muñeca, la palma y los dedos. Quería apretarla, pero me contuve. Mis ojos se llenaron de lágrimas ardientes por tercera vez desde que la había traído a mi apartamento. Cuando se despertara, ella iba a estar mortificado, enojada, y luego me dejaría para siempre. Nunca había tenido tanto miedo de ver las diferentes tonalidades de gris en sus iris. Con sus ojos todavía cerrados, Miley sonrió, y llevé mi boca de nuevo a ella, aterrado por cuando tome conciencia.
— Buenos días—dijo contra mi boca. Me moví medio camino por encima de ella y luego continué tocando mis labios en varios puntos de su piel. Mis brazos se enterraron debajo de ella, entre su espalda y el colchón, y hundí mi rostro en su cuello, disfrutando de su olor antes de que ella saliera corriendo por la puerta.
— Estás muy callado esta mañana—dijo ella, pasando sus manos sobre la piel desnuda de mi espalda. Deslizó sus palmas sobre mi culo, y luego enganchó su pierna sobre mi cadera. Negué con la cabeza.
— Sólo quiero estar así.
— ¿Me he perdido algo?
— No quise despertarte. ¿Por qué no te vuelves a dormir?— Miley se apoyó en la almohada, levantando mi barbilla para mirarla.
— ¿Qué demonios te pasa?—preguntó ella, su cuerpo de repente tenso.
— Sólo tienes que volver a dormir, Pigeon. ¿Por favor?
— ¿Pasó algo? ¿Es Demi? —con la última pregunta se incorporó. Me senté con ella, secándome los ojos.
— No… Demi está bien. Llegaron a casa alrededor de las cuatro de la mañana. Todavía están en la cama. Es temprano, vamos a sólo… volvamos a dormir.— Sus ojos saltaban en torno a diferentes puntos de mi habitación al recordar la noche anterior. Sabiendo que en cualquier momento ella recordaría el hecho de que la había arrastrado de la fiesta y hecho un espectáculo, puse ambas manos en cada lado de su rostro y la bese por última vez.
— ¿Has dormido?—preguntó ella, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
— Yo… no podía. Yo no quería…— Ella me besó en la frente.
— Sea lo que sea, vamos a solucionarlo, ¿de acuerdo? ¿Por qué no duermes un poco? Lo vamos a resolver cuando despiertes.— Eso no era lo que esperaba. Mi cabeza se elevó y escaneé su cara.
— ¿Qué quieres decir? ¿Ese vamos a resolverlo?— Sus cejas se fruncieron.
— No sé lo que está pasando, pero yo estoy aquí.
— ¿Tú estás aquí? ¿Cómo si te fueras a quedar? ¿Conmigo?— Su expresión se dispersaba en diferentes direcciones.
— Sí. Pensé que lo habíamos discutido ¿anoche?
— Lo hicimos— Probablemente parecía un tonto total, pero asentí enfáticamente. Los ojos de Miley se estrecharon.
— Pensaste que iba a despertar enojada contigo, ¿no es así? ¿Pensaste que te iba a dejar?
— Eso es por lo que eres famosa.
— ¿Es por eso que estás tan molesto? ¿Te quedaste despierto toda la noche preocupándote por lo que pasaría cuando despertara?— Me moví.
—No pretendía que lo de anoche sucediera así. Yo estaba un poco ebrio, y te seguí alrededor la fiesta como un maldito acosador y, luego, te arrastré de allí, en contra de tu voluntad—y entonces…— Sacudí la cabeza, disgustado conmigo mismo.
— ¿Tuvimos el mejor sexo de mi vida?—dijo Miley, sonriendo y apretando mi mano. Me reí una vez, asombrado de lo bien que iba la conversación.
— ¿Así que estamos de acuerdo?— Miley me tomó la cara y me besó tiernamente.
— Sí, tonto. Lo prometí, ¿no? Te dije todo lo que querías escuchar, estamos de nuevo juntos, ¿Y todavía no estas feliz?— Mi respiración se tambaleó, y contuve las lágrimas. Todavía no parece real.
—Nick, detente. Te amo—dijo ella, usando sus dedos delgados para suavizar las líneas alrededor de mis ojos. —Este absurdo enfrentamiento podría haber terminado en Acción de Gracias, pero…
 — Espera... ¿qué? —le interrumpí, recostándome.
— Estaba totalmente dispuesta a ceder en Acción de Gracias, pero dijiste que habías acabado de tratar de hacerme feliz, y yo era muy orgullosa para decirte que te quería de vuelta
— ¿Me estás jodiendo? ¡Yo sólo estaba tratando de hacerlo fácil para ti! ¿Sabes lo mal que he estado?— Miley frunció el ceño.
— Te veías muy bien después de las vacaciones
— ¡Eso fue por ti! Tenía miedo de perderte si no pretendía estar bien con solo ser amigos. ¿Pude haber estado contigo todo este tiempo? ¿Qué mierda, Pigeon?
—Yo… Lo siento.
— ¿Lo sientes? Estuve a punto de beberme hasta la muerte, apenas podía levantarme de la cama, rompí mi teléfono en un millón de pedazos en la víspera de Año Nuevo para no llamarte... ¿y tu lo sientes?— Miley se mordió el labio inferior y asintió con la cabeza, avergonzada.
—Estoy tan... tan apenada
— Estás perdonada— le dije sin dudarlo. —No vuelvas a hacerlo de nuevo.
— No lo haré. Lo prometo.— Negué con la cabeza, sonriendo como un idiota.
— Yo te amo jodidamente

1 comentario:

  1. mori en la ultima parte
    yo quisiera que un chico me dijera eso
    y no importa la forma si me la dice sinceramente
    lo amare como amo profundamente esta novela
    me encanta
    siguela!!!!

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