sábado, 1 de marzo de 2014

Game Of Love - Niley - Cap 17


Miley apenas se reconocía en el vestido verde. El profundo matiz puso de manifiesto la coincidencia de color con sus ojos y halagaba su tez pálida y cabello rubio. El material era pesado, ocultando cualquier tipo de bulto antiestético pero no se sentía como si estuviera usando una cortina.
—Te ves hermosa —dijo Mandy, poniendo el toque final en Miley, un clip de plata que sostenía sus rizos hacia arriba—. El vestido es fantástico.— El vestido era fantástico.
—No puedo creer que compró esto. Tal des…
—Si dices desperdicio de dinero, renegaré de ti. —Mandy la hizo girar y la miró fijamente—. Es maravilloso que él haga algo como esto, es romántico. Vas a tener un momento maravilloso pasando el rato con los jugadores y la gente glamorosa.— Miley tragó, pero su garganta estaba seca. Las mariposas estaban rebotando alrededor de su estómago como si estuvieran tratando de encontrar una salida. Había conocido a Tony y algunos de los otros chicos, pero la idea de codearse con todos ellos le daba ganas de vomitar.
—¿Nick va a recogerte aquí? —preguntó Mandy. Asintió. 
—Sí, es en realidad es más cerca para él y de hecho tiene sentido, ya que estabas arreglando mi cabello.— Mandy le sonrió. 
—Asombroso chica, eres tan condenadamente afortunada. Espero que te des cuenta de eso. Nick es un infierno de buen partido. Estoy celosa.— Un dolor le atravesó el pecho, y se volvió hacia el espejo, parpadeando con rapidez y esperando no arruinar su máscara. Todo esto estaba casi terminado. Tres días después de Navidad y mañana era su último día de trabajo antes de las vacaciones. Luego estaba Año Nuevo y la Gala. Nick probablemente ni siquiera estaría alrededor para el evento del Smithsoniano. Según la señorita Gore, los Nationals estaban encantados con la mejoría de Nick. No se hablaba más sobre la cancelación del contrato, y la publicista creía plenamente que después de esta noche, su imagen estaría reparada. ¿Y qué tenía eso de malo según dijo la mujer la última vez que la había visto?
—Nick probablemente tendrá la simpatía del público cuando ustedes se separen. —La señorita Gore había dicho—. Así que esto va a funcionar de maravilla.— Dios, odiaba a esa mujer con pasión.
—¿Miley? —la voz de Mandy se entrometió—. ¿Estás bien?
Su boca se abrió, y quería tanto contarle la verdad a Mandy, pero ¿cómo podría? No era como si Mandy no supiera que se había metido en problemas con los préstamos estudiantiles, pero ¿cómo iba a decirle a
alguien que todo lo que había entre ella y Nick había sido completamente falso? Excepto por la pasión, estaba segura de que eso era real. Forzó una sonrisa. 
—¿No crees que este vestido es demasiado?— Mandy soltó una breve carcajada. 
—Está bien. Definitivamente, algo está mal contigo si estás preguntando si alguna pieza de ropa es demasiado. Esto es en realidad bastante normal para ti.— Eso era. Con pedrería negra sobre el corpiño en forma de corazón, no era nada como el estilo extravagante que normalmente usaba.
—Te ves genial, Miley.
—Gracias. —Miley salió del baño y tomó una profunda respiración—. Supongo que me estoy sintiendo cansada.— Mandy asintió. 
—Bueno, será mejor que te animes porque debes disfrutar. En serio. Tú y Nick son como un cuento de Cenicienta.— Miley se rió de eso. —Yo no iría tan lejos.
—Lo que sea. Es totalmente… —Un golpe en la puerta principal cortó sus palabras. Dejó escapar un grito bajo y giró hacia la entrada antes de Miley pudiera parpadear. Su amiga abrió la puerta. 
—Holllaaaa...— Miley se asomó por la esquina, y su corazón se aceleró. Su boca se abrió también. Podría haber babeado un poco. Nick en un esmoquin era, bueno, todo lo que cualquier mujer en el planeta podría imaginar. Sus anchos hombros realmente rellenaban la chaqueta en una forma que la mayoría de los hombres no podían. Era de un ajuste perfecto, cortada a su cuerpo y sólo a su cuerpo. Con su pelo artísticamente desordenado y sus labios inclinados en una media sonrisa, parecía haber salido directamente de una película o algo, justo como salido de un cuento de hadas. Nick le tendió la mano a Mandy. 
—Encantado de por fin conocerte.— Ella murmuró algo ininteligible y se dio la vuelta, pronunciando las palabras Príncipe Encantador antes de girar de nuevo a Nick. 
—Eres mucho mejor visto de cerca. La mayoría de las personas no lo son, pero guau, tú sin duda das la talla.— Miley sonrió. Tomando el arrebato de buen humor de su amiga, Nick rió. 
— Bueno, me alegro de escuchar que "doy la talla"— A medida que pasó a su lado, Mandy lo reviso por detrás. 
—Sí, definitivamente das la talla.— Bien. Eso era probablemente suficiente. Si Miley no intervenía, había una buena probabilidad de que Mandy comenzara a tocarlo. Al salir al pasillo, ella le dio un saludo con la mano breve y torpe. Nick tropezó un poco, y Miley nunca lo había visto tropezar. Se detuvo en seco y tragó mientras su mirada se desviaba hacia ella. 
—Te ves... absolutamente hermosa.— Sintió el rubor subir por su cara. 
—Gracias.
—Ustedes dos lucen grandiosos. —Mandy reapareció, sosteniendo su teléfono—. Quiero una foto.
—Esto no es el baile de graduación, Mandy.— Nick se rió entre dientes mientras sostenía su brazo para Miley. 
—Ven aquí. Vamos a conseguir nuestra foto.— Disparando a su amiga una mirada, que fue ignorada posteriormente, Miley se deslizó al lado de Nick. Su brazo rodeó su cintura y la atrajo más cerca, metiéndola contra su cuerpo. Mandy chilló mientras sostenía el teléfono. 
—¡Sonrían!— Después de un par de fotos que Mandy juró no terminaría en su Facebook o en cualquier otro sitio, Miley y Nick dijeron sus adioses. A la salida, Miley tomó el chal de encaje negro, y él la ayudó a envolverlo sobre los hombros.
—Está bastante frío afuera —dijo fuera del apartamento de Mandy. — ¿Estás segura de que esto es suficiente?— Miley asintió. Él sonrió ligeramente. 
—Es cierto. Odias las chaquetas.
—Son tan abultadas. —Ya que Mandy tenía un apartamento en el primer piso, no pasó mucho tiempo para que ella descubriera lo frío que se había puesto desde que había llegado a la casa de su amiga. En el exterior, agarró los extremos del chal juntos y respiró hondo.
—Huele a…
—¿Nieve? —Interrumpió él, sonriéndole. Miley lo miró y sintió que su corazón daba ese maldito saltito otra vez. 
—Sí. Huele como la nieve.
—He oído que está pronosticado nieve en Navidad. No puedo recordar la última vez que tuvimos una blanca Navidad.— Tampoco podía. Nieve en cualquier cantidad real no suele caer hasta febrero, y si era más de una pulgada, todo el pueblo cerraba. Nick le abrió la puerta, pero la agarró del brazo antes de que pudiera subir. Se inclinó, sus labios rozando su sien. 
—Estoy destrozado —dijo.
—¿Sobre qué?— Sus labios se curvaron sobre su piel. 
—No puedo decidir si te ves mejor en ese vestido o con él agrupado alrededor de tus tobillos.— Miley estaba repentinamente caliente en las temperaturas congelantes. Maldita sea. Había estado tratando desesperadamente de olvidar esos minutos en el probador y él tuvo que tocar el tema. Fuego líquido la recorrió, cuando le puso una mano en la cadera.
—Mmmm —murmuró—. Lo prefiero tendido en el suelo de mi dormitorio.— Su aliento salió en una ráfaga inestable. 
—No has visto eso.— Nick se apartó y había una sonrisa arrogante en su cara. 
—Aún no.
***
Navidad estaba en todas partes. Mientras entraban en el hotel de lujo sede del evento, Miley quedó atrapada en todo el brillo. Guirnaldas retorcidas alrededor de las farolas. Carámbanos de luces colgados de las fachadas de los edificios, brillando como cientos de diamantes pulidos. En el pequeño parque, dividiendo las congestionadas calles, un árbol de Navidad decorado brillaba intensamente. Aunque Miley no era una gran fan de las festividades, amaba todas las cosas brillantes. La mayor parte del año, la ciudad era aburrida y monótona, pero llegada la Navidad, brillaba toda. Y este hotel era realmente brillante. El árbol de Navidad en el vestíbulo resplandecía en dorado y plata, tan brillante y hermoso.
—¿Te gusta? —Murmuró Nick en su oreja, poniendo una mano en su espalda baja. Asintió cuando se detuvieron delante del enorme árbol. 
—Es hermoso.
—Me gustan los árboles que son de diferentes colores. Ya sabes, del tipo que realmente no tiene un tema en ellos. Los padres de Dany tiene un árbol así, bombillas sólo lanzadas sobre él, oropel que no coincide y una estrella que siempre está torcida.— Miley sonrió. Se había encontrado a los padres de Danielle unas cuantas veces, y había sido un motín. No podía imaginar como era la Navidad en su casa. Probablemente involucraba decoración de refugios antibombas y locura en general, de la buena clase de locura.
—Sabes que yo siempre paso la Nochebuena en su casa, ¿no? Es una tradición.— Sí. Lo sabía.
—Y este año…
—No voy a la casa de Danielle para Navidad —dijo, alejándose de él—. No hay manera de que eso suceda.— Frunció las cejas. 
—¿Tienes planes?— ¿Tenía planes? Casi se rió. Estaría haciendo lo mismo que hizo en Navidad durante los últimos nueve años. 
—No es importante. Entonces, ¿dónde es la gran fiesta?— Nick la miró un momento y luego tomó su mano. —Vamos a poner este espectáculo en marcha.— Miley no estaba segura de cómo prepararse para este evento, pero pronto se dio cuenta de que nada podría haberlo hecho. Fueron llevados al momento en que entraron en el brillante salón de baile. Fue presentada a tanta gente que no podía mantener alineadas sus caras o recordar sus nombres. Una copa de champán le fue entregada y luego otra. Estar del brazo de Nick Jonas era realmente como estar con una estrella de rock. Era obvio que todos lo amaban o por lo menos lo admiraban, especialmente los compañeros más jóvenes. Ellos estaban impresionados por él.
Se tomaron fotos, una tras otra, y sabía que un cargamento entero de ellas estaría en el periódico y en Internet en cuestión de horas.  Cuando el gerente del club se presentó, Miley miró a Nick. Nada en su expresión cambió, pero se puso rígido sólo en lo más mínimo. 
—¿Cómo te va? —dijo, extendiendo su mano libre.
—Genial. Me alegro de verte aquí con tan bella compañía. —El gerente sacudió la mano de Nick y luego se volvió hacia Miley. El arrugado rostro del hombre se arrugó más al sonreír. 
—Es un placer finalmente conocer a la mujer que ha conseguido que este viejo perro se comporte.— Miley no pudo evitar sonreír mientras estrechaba la mano del gerente. 
—Es un placer conocerlo, también. El evento es una maravilla.
—Y es educada. —Las cejas blancas como la nieve del hombre se levantaron mientras palmeaba a Nick en el hombro—. Eres un chico con suerte. Espero volver a verla en los juegos de primavera.
Nick respondió, pero Miley realmente no lo oyó. Forzando la sonrisa a permanecer en su rostro, odiaba la repentina sensación pesada en el pecho. No estaría en los juegos de primavera. O si iba a uno, lo que dudaba que hiciera, no sería en el contexto en que el gerente esperaba. Con el corazón pesando, se excusó para encontrar el baño de damas. Felizmente estaba vacío mientras se alisaba algunos cabellos sueltos que estaban surgiendo por todas partes de su cabeza y se obligó a sí misma a tirarlos juntos. No había querido hacer esto en primer lugar, y debería estar emocionada de que estaba a punto de terminar.
Pero no lo estaba. No tenía nada que ver con la vida glamorosa que Nick vivía, las cenas, las salidas nocturnas, y toda la atención. Lo que iba a extrañar era a él. De vuelta al salón de baile, consiguió otra copa de champán, pensando que el valor líquido podría ayudar, y examinó la habitación deslumbrante en busca de Nick. Había tantos hombres en esmoquin que era como un mar de sensualidad. Mandy iba a estar tan decepcionada de no haber obtenido una invitación.
—Disculpa —dijo una voz suave y femenina. Girando al sonido, descubrió que estaba rodeada por lo que
normalmente se encuentra en un mar de sensualidad masculina, su contraparte. La playa de chicas ridículamente calientes. Miley cuadró los hombros, esperando una avalancha de comentarios maliciosos y, probablemente, una conferencia sobre lo malo que Nick era en las relaciones. Sólo Dios sabía si se había acostado con alguna de estas mujeres.
—Tú debes ser Miley. —Una rubia esbelta extendió una delicada mano. Ataviada con un pequeño vestido negro, se veía como una estrella de cine junto a Miley—. Hemos estado escuchando mucho acerca de ti.
—No de Nick. Él no es del tipo besa y dice —dijo otra mujer. Miley pensaba que su nombre era Tori a partir de una presentación anterior.
—Me encanta tu vestido —dijo otra mujer, sus ojos rasgados fuertemente delineados con kohl—. Es un color tan hermoso.— Miley abrió la boca pero no estaba segura de qué decir.
—Estoy tan contenta de que haya encontrado a alguien —dijo una belleza de pelo negro—. Nick necesita una buena mujer.— Miley estaba atónita. Una mujer con piel de color caramelo se adelantó con una amplia sonrisa. 
—Lo siento. Probablemente estés como, qué demonios, con todas nosotras convergiendo hacia ti. Sólo nos emocionamos siempre que hay una posibilidad de que podamos superar en número a los hombres. Mi nombre es Vanessa. —Ella extendió una mano—. Mi esposo es el número quince, el parador en corto. Drew Berry.— Miley tomó su mano, reconociendo el nombre de su marido. 
—Es un placer conocerte.— Vanessa sonrió e hizo una ronda de presentaciones que fueron un borrón para Miley. 
—Deberíamos hacer algún tentempié a media mañana o una cena, tú trabajas ¿no?— Ella asintió mientras otra mujer sonrió. 
—¿O Nick te dejará fuera de su vista el tiempo suficiente? Porque parece el tipo de hombre al que le gusta mantener a su mujer ocupada.— Un rubor se deslizó por su rostro un instante antes de que Nick se
le acercara por detrás, deslizando un brazo alrededor de su cintura. — ¿Estás bien aquí? —Susurró, y cuando asintió, él habló más alto, dirigiéndose a la multitud de hermosas y sorprendentemente agradables mujeres
—. Todas ustedes lucen encantadoras esta noche.— Vanessa rodó sus ojos. 
—Nick, encantador como siempre.
—Él debe que hablar con mi marido —añadió Tori, y varias mujeres se rieron—. ¿Sabes lo que Bobby me dijo esta noche? Que lucía como el mejor corte de carne. —Puso los ojos en blanco—. Puedes sacar al chico de Texas, pero no puedes sacar a Texas del chico
—Ser comparado con carne es una de las más elevadas formas de adulación —explicó Nick, dándoles su mejor sonrisa. La que enganchó, alineó y hundió a cerca de mil mujeres—. Odio hacer esto, pero voy a robarles a Miley
—Que se diviertan. —sonrió Vanessa—. Tengo que ir a buscar a mi marido. Nuestra niñera cobra por media hora. Estoy bastante segura de que hemos pagado su universidad para este momento.— Después de una ronda de despedidas y la promesa de conseguir el número de teléfono de Vanessa para organizar el tentempié a media mañana, ¿la gente seguía comiendo el tentempié?, estaba a solas con Nick de nuevo. Le metió un salvaje rizo detrás de su oreja. 
—¿Estás lista para salir de aquí?
—Sólo si tú lo estas —dijo. A pesar de que sus tacones la estaban matando, no quería salir corriendo de él. Y además, cuando terminó, cada velada les trajo una noche más… Se interrumpió.
—Lo estoy. —Tomó su copa—. Vamos a ver si podemos hacer una salida limpia.
Lo dejó tomar su mano, y manteniéndose en los bordes de la sala de baile, hicieron todo el camino hacia afuera antes de que alguien los notara. Una ligera nevada había comenzado a caer mientras se apresuraban más allá de los fotógrafos que esperaban. Nick la giró de nuevo, lo que provocó un aluvión de cámaras saliendo. Le lanzó una mirada asesina, que él devolvió con una satisfecha sonrisa conocedora. Una vez dentro del Jeep, se volvió hacia ella. 
—Entonces, ¿cómo crees que fue esta noche?— Suponiendo que se refería a su contrato, le sonrió mientras se deslizaba fuera del chal y lo doblaba sobre su regazo. 
—Creo que no vas a tener ningún problema. Todo el mundo parece impresionado con el nuevo y más comportado Nick.— Él se rió entre dientes. 
—Yo no estaba hablando de eso. Me refiero en general.
—Oh. —Su sonrisa se extendió—. Fue muy divertido. La gente fue muy agradable.
—¿Esperabas que no lo fueran?— Lo consideró. 
—Supongo que sí. —Luego se echó a reír—. Vanessa me invitó a un tentempié.— Su sonrisa la calentó. 
—Deberías ir.
—No... —Su voz se desvaneció.
—¿Mmm?— Se encogió de hombros. Le parecía obvio, pero quizás Nick ni siquiera estaba pensando del modo en que en ella lo hacía. Y tenía que dejar de pensar en ello por completo. Echándole un vistazo, fue golpeada nuevamente por su belleza masculina. Incluso mientras conducía, la mirada de concentración que bajaba sus cejas y entrecerraba sus ojos agitó el calor en su interior. Pensó en lo que había hecho por ella, para ella, en el vestuario. Su pulso se disparó. Tal vez fue el recuerdo de sus dedos maravillosos y el placer que le había dado. Tal vez fue el champán que había bebido y la gran noche que tuvo. Tal vez fue porque Nick era caliente, y quería hacer por él lo que él había hecho por ella.
Quién sabía lo que le dio la idea, pero Miley iba a ir con el número tres y no miraría hacia atrás. Había decidido en algún momento de esta noche que quería tantos recuerdos como fuera posible reunir antes de que su tiempo juntos terminara. Los necesitaría para las frías noches de invierno sola en su futuro cercano. Así que antes de perder el valor, alargó la mano mientras esperaban en un semáforo rojo, colocándola sobre su muslo. La cabeza de Nick giró de golpe en su dirección. Una sola ceja subió. Le dio lo que, esperaba, era una sonrisa sexy. Sus ojos se clavaron en los de ella, y Miley tomó una respiración profunda. La sangre latía con fuerza, deslizó la mano por su pierna y lo tomó a través de sus pantalones. Las caderas de Nick se torcieron, y gimió. 
—¿Qué... qué estás haciendo, Miley?— Se mordió el labio mientras pasaba el dedo pulgar por su longitud. El hombre ya estaba duro como una roca. 
—Sólo devolviendo el favor.
—¿Devolviendo el favor? —dijo con voz ronca. Inclinándose más allá, consiguió que su otra mano participe en la diversión y bajó la cremallera. El botón fue lo siguiente y, madre santa, Nick no llevaba ropa interior y todo se extendía hacia ella. La mirada de Miley se desvió hacia arriba. 
—La luz está en verde, Nick.
—Sí, el verde significa avanzar. —Pisó el acelerador, pero estaba apenas pasando el límite de velocidad. Le bajó los pantalones, deslizando su mano hacia arriba y abajo por su dura longitud. La humedad acumulándose en la punta, aumentando cada vez que deslizó el pulgar por encima de su cabeza. No pasó mucho tiempo antes de que sus caderas se movieran hacia arriba a su tacto, sus nudillos blancos de agarrar el volante. Y no había terminado con él. Cuando llegaron a otro semáforo en rojo, se desabrochó el cinturón de seguridad. Los ojos de Nick se abrieron con la realización. Le dio una pequeña sonrisa y luego se inclinó, llevándolo a su boca.
—Oh infiernos —dijo Nick entre dientes. Sus caderas se levantaron, y le encantaba eso, le encantaba su sabor salado, masculino. Envolviendo su mano alrededor de su base, lo deslizó hacia arriba, mientras su boca bajaba, tomándolo hasta donde pudo.
—Miley, tú... —gimió Nick—. Esta fue probablemente la peor y... —Contuvo el aliento—… la mejor idea que has tenido.
Gimió a su alrededor, y él hizo un sonido bajo profundamente en su garganta. Posó su mano en su cabeza, envolviendo los dedos en el pelo. No pasó mucho tiempo antes de que guiara su velocidad. Cuando movió la lengua por la cabeza de nuevo y su cuerpo se sacudió, ella no tenía idea de cómo no lo arruinó. Un escalofrío recorrió su cuerpo. 
—Miley, si no te detienes, voy a...— Eso es lo que quería. Apretando su agarre, bombeó más rápido
mientras tiraba los labios hacia atrás, raspando la sensible cabeza con sus dientes. Y eso lo hizo. Sintió su liberación a través de su cuerpo. Él trató de levantar su cabeza, pero Miley no había terminado. Estaba en esto hasta el final, y vaya que lo terminó. Cuando por fin alzó la cabeza, vio que iban a unos dieciséis kilómetros por hora y Nick parecía que acababa de rodar fuera de la cama. Sus ojos se deslizaron hacia ella. Miley se lamió los labios.
—Joder —gruñó él. Sonriendo, metió el semi-duro sexo nuevamente dentro de sus pantalones, cerrando la cremallera, y abotonándolos. 
—¿Tengo que conducir?
—No. No, yo me encargo. —Puso las dos manos en el volante y asintió—. Sí, yo me encargo.— Sintiéndose cálida y satisfecha consigo misma, Miley se recolocó el cinturón de seguridad y se acomodó. Pasaron varios minutos antes de que Nick pareciera ser capaz de hablar de nuevo. 
—Guau. Eso fue… No hay palabras. —Una sonrisa torcida apareció en sus labios—. Es una maldita cosa buena que ningún fotógrafo haya tomado una foto de eso, sin embargo.— En ese momento, Miley olvidó todo. Volviéndose hacia él, se echó a reír a carcajadas. —Sí, no creo que la señorita Gore estuviera satisfecha con esas fotos.
***
El día antes de la víspera de Navidad era un día de descanso en el trabajo. Los empleados siempre se iban alrededor de las tres o más temprano. No había nada que hacer, pero eso estaba bien, porque Miley y Danielle estaban listas para la Gala y eso era todo lo que importaba. Así que Miley jugó solitario en su ordenador y atendió sus cultivos en Farmville hasta que se encontró mirando su computador, pensando en Nick. Dios, había lucido increíble en el evento, la noche entera había sido increíble. Una estúpida, tonta sonrisa apareció en su rostro. La cena de Navidad para los Nationals había sido perfecta y Nick... quiso darse una palmadita en la espalda a sí misma por lo que pasó en su Jeep. Había estado muy malditamente perfecta.
Aunque, probablemente, no era inteligente hacer algo así de nuevo. A pesar de que había dicho que no complicaría las cosas, pero pensó que se lo debía. Cuando la había dejado en su apartamento, ella había hecho una salida precipitada, sabiendo que si se quedaba un rato más, la noche hubiera terminado en sexo. Su teléfono sonó, asustándola lo suficiente como para echarse hacia atrás de la computadora. 
—Oficina de Danielle Deleasa, ¿en qué puedo ayudarle?
—Señorita Cyrus, ¿puede ver al Director Bernstein, por favor?— Miley se sentía como una tonta, ya que debería haber sabido que era una llamada interna. —Sí. Voy para allá.
Suponiendo que él quería algo referido a la Gala, cerró su internet, se adelantó y apagó el ordenador. Los escritorios fuera de la oficina de Danielle se encontraban vacíos. Robert no estaba a la vista. Balanceándose a la izquierda, pasó más allá de un árbol de Navidad y entró en la oficina del Director Bernstein. Su secretaria levantó la mirada con una sonrisa. 
—Adelante —dijo ella. Miley abrió la puerta y se dio cuenta de que el director no estaba solo. Danielle estaba con él, y parecía enfadada. Su estómago se hundió mientras se sentaba al lado de su jefa. 
—¿Qué está pasando?— El Director Bernstein sonrió, pero parecía dolido, como si estuviera a punto de decir algo que realmente no quería. 
—Sé que has trabajado muy duro y muy de cerca con la señorita Deleasa en la Gala de Invierno para recaudar fondos, y realmente no hay suficiente gratitud que pueda expresar. Ambas han hecho un trabajo excelente.— Miley miró a Danielle, teniendo la sensación de que toda esta conversación realmente no tenía nada que ver con la gratitud.
—La Gala es tan importante para el Instituto y para el proceso de voluntariado —continuó el director—. Cada año, vemos un aumento de los asistentes y las donaciones y estas donaciones son las que mantienen departamentos como el que la señorita Deleasa maneja. No podemos darnos el lujo de perder ningún donante que desee tener una buena noche en la Gala sin la intrusión de la prensa.
Hielo bañó las venas de Miley mientras miraba al jefe de su jefa. Se obligó a respirar bien y lentamente. Esto tenía que ver con Nick. Por supuesto, todo tenía que ver con Nick ahora, su falso novio. Cualquier pensamiento cálido y difuso que tuvo sobre él minutos antes se desvaneció como las donas que Danielle había traído esta mañana.
—Teniendo esto en mente, voy a tener que pedirle que no asista a la gala, señorita Cyrus. —Esa maldita sonrisa titubeó—. Todo lo que implica a Nick Jonas se convierte en un circo mediático, y muchos de nuestros asistentes no quieren ser parte de un ambiente así.— Danielle se aclaró la garganta y dijo
—: Para que lo sepas, no estoy de acuerdo con esto en absoluto.
Es curioso cómo las mejillas de Miley ardían cuando se sentía tan fría por dentro, pero estaría condenada si esta mierda con Nick arruinaba algo por lo que había estado trabajando durante todo el año. Aunque, él parecía estar esperando asistir a la Gala con ella, sabía que no estaría demasiado molesto por haber sido excluido de la misma. 
—No tiene que asistir —dijo—. Puedo hacer esto sin él.— El Director Bernstein se inclinó hacia delante, cruzando las manos sobre la madera tan pulida que Miley podía ver su reflejo. 
—He pensado en eso, pero con o sin el Sr. Jonas, la prensa le seguirá. ¿Cuántos días llevan esperando fuera para conseguir apenas una fotografía de usted sola?— Cinco, ¿pero quién estaba contando? La mano de Miley se curvó inútilmente en su regazo. 
—Puedo tratar de hablar con algunos de ellos. Pedirles que se mantengan alejados.
—Usted y yo sabemos que eso no va a funcionar. Son como buitres, y si creen que hay una posibilidad de que puedan filmarla a usted y al Sr. Jonas juntos, entonces van a estar acampando fuera. No puedo tener ese tipo de prensa negativa en la asistencia. Lo siento, pero pienso en el mejor interés de la Gala y el Instituto.
Miley no estaba segura de lo que dijo a continuación, pero estaba segura de que asintió con la cabeza, concordando, y luego la reunión incómoda como el infierno había terminado. Se encontraba en un estado de estupor mientras se dirigía a su despacho y tomó su bolso. Danielle lucía tan mal como Miley se sentía. 
—Lo siento mucho, Miley. Bernstein es un gran fanático de Nationals…
—Está bien. —En realidad no lo estaba, y lo último que quería era escuchar como el Director era un gran seguidor de Nick en privado.
—En serio. Traté de hablar con él, pero hay un montón de severos conservadores que vienen a esta cosa y donan una tonelada de dinero.— Forzando una sonrisa que no sentía, le dio a su amiga un breve abrazo. 
—Está bien. Oye, me voy de aquí. Ten una buena Navidad, ¿de acuerdo?
—Miley…— Salió de la oficina, parpadeando para contener las lágrimas, pero con su cabeza en alto. Mientras subía a su auto, envió un texto rápido a Nick, para comprobar si se encontraba en casa. La respuesta fue un rápido sí y el viaje a su lujoso apartamento fue un borrón. Pensó que la no-invitación a Nick a la Gala era mejor hacerla en persona. Contestó al primer golpe y dio un paso a un lado, permitiéndole entrar en el vestíbulo. Rápidamente desvió la mirada, porque en realidad, ningún hombre debería verse tan bien como él lo hacía en una sencilla camisa y pantalones de salón.
—Yo... —Tomó una respiración profunda y olió comida china. Sus cejas se apretaron mientras miraba a su alrededor—. ¿Por qué huele a Pollo General Tso?— Nick sonrió. 
—Cuando dijiste que venías hacia aquí, me tomé la libertad de ordenar un almuerzo tardío. Es tu favorito, ¿no?— Miley se estremeció ante el considerado gesto. No tenía hambre, lo cual era testimonio de cuan apestosa se estaba sintiendo en estos momentos. 
—Gracias, pero no tenía la intención de quedarme mucho tiempo.— Se había detenido a mitad de camino por el pasillo y se volvió hacia ella, frunciendo el ceño. 
—Eso es… Oye, ¿estás bien?— Probablemente debería haber comprobado su cara por el rímel corrido. 
—Sí, estoy bien. He venido aquí para decirte... para pedirte que no asistas a la Gala. —No vio la necesidad de añadir la parte embarazosa en la que tampoco asistía. Tropezó torpemente. Tal vez una llamada telefónica o un texto hubiera sido mejor—. Sé que es un poco grosero pedirte esto y todo, pero realmente lo apreciaría.
—Sí. Está bien. —Nick se apoyó contra la pared, cruzándose de brazos—. ¿Pasó algo con la Gala?— Negó con la cabeza, todavía demasiado emocional para entrar en detalles, y en serio, no era como si a él realmente le importara. Ser su cita era un trabajo en este momento, y dudaba que apreciara todo el drama. Ninguno había estado de acuerdo con esto en el principio.
—¿Alguien te dijo algo?— El calor se arrastró hasta el cuello. Dios, podría ser astuto a veces.
—No. Es... simplemente es eso. De todos modos, eso es para lo que vine, pero realmente tengo que irme. Um, gracias por la comida china. ¿Postergamos eso?
—Espera. —Se apartó la pared, viniendo hacia ella—. ¿A qué hora quieres que te recoja mañana?
—¿Mañana? —Repitió, buscando en su memoria por los planes—. ¿Mañana es Nochebuena...?— Una sonrisa peculiar apareció. 
—Sí, y siempre lo paso con la familia de Dany, junto con mis hermanos.— Oh, la celebración de Navidad de la familia de Danielle. Había logrado evitar eso como la plaga el último par de años.
—Vas conmigo, ¿no? —dijo después de unos momentos, sin duda optando por ignorar el hecho de que ya había rechazado su oferta una vez. Miley frunció los labios. 
—Las cenas de Nochebuena no son lo mío.
—Bueno, no es realmente tradicional. En realidad es todo lo contrario a lo tradicional. Mayormente sólo acabamos bebiendo, comiendo y viendo a Kevin emborracharse y hacer un tonto de sí mismo.
—Tan divertido como suena, voy a tener que pasar. —Ella comenzó a retroceder hacia la puerta—. Pero espero que tengas un buen rato.
—Espera. —Él puso su mano en la puerta, deteniéndola—. ¿Cuál es tu problema? Estoy bien con lo de la Gala y con lo de postergar la comida china, así que ¿te mataría hacer esto conmigo?
—Sí —le espetó ella, tratando de alcanzar la manija de la puerta—. Nick, vamos. Abre la puerta.
—Sabes, a veces pienso que te entiendo y entonces me doy cuenta de que no tengo ni idea. Te gustan Dany y Kevin, por lo que no debería ser un gran problema. —Quitó la mano de la puerta y la pasó a través de su pelo—. Es como si no quisieras... no lo sé, abrirte.
—¿Abrirme?— Nick frunció el ceño. 
—Sí.— Miley no sabía que hizo que las palabras salieran de su boca. Las festividades siempre la tenían en el borde y mezclando todo esto con Nick y la Gala, su paciencia y el filtro no existían. 
—¿Por qué quieres que vaya contigo, Nick? ¿Por qué quieres que me abra a ti? No es como si realmente estuviéramos saliendo, y lo último que deberíamos hacer es pasar las fiestas juntos o hacer algo profundo y significativo con el otro cuando esto va a estar terminado pronto de todos modos.
—Guau. Guau. —Nick se estiró a su alrededor, abriendo la puerta para que pudiera pasar bajo el brazo—. Eso está bien. No me gustaría ponernos todos profundos y significativos, Miley. Tienes razón. Esto va a estar acabado en días. ¿Por qué molestarse?— Ella palideció. 
—Exactamente.
—Lo que sea. Ten una Navidad agradable, Miley. —Y luego cerró la puerta. Ni siquiera la cerró de golpe, lo que pareció peor de alguna manera.

4 comentarios:

  1. Ni miley ni nick cogen las indirectas :/ Ya quiero que tengan su momento 1313 los dos lo han evitado tanto! se que el momento en que lo hagan va a ser mágico digo ya llevan tanto deseandose!!!!! me da curiosidad lo de miley con la navidad espero lo expliques, subeeeeeeeeeeeee pleaseeeeeeeee

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  2. Genial el capi.. porfa no te tardes en subir entro todos los dias a leer tus novelas :D

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  3. Muy Buena! Subee porfaa!

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  4. dios! por que mierda dan tantas vuelta
    por que nose dan cuenta de la realidad de las cosas
    que miley le tiene ganas a nick y nick le tiene ganas a miley
    okey esto es frustrante que llegue el momento niley ya!!!
    me encanto siguela
    BESOS!

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