miércoles, 26 de marzo de 2014

Teach Me to Love - Niley - Cap 04


Le dije a Miley que la amaba. Lo cual es cierto, más de lo que quería admitir, incluso para mí. No podía pensar en no verla todos los días. Se había convertido en parte de lo que soy ahora. Habíamos tenido una discusión sobre nuestras edades hace unas semanas. Tenemos tres años de diferencia, pero ella tendría dieciocho en unos meses, así que las cosas no parecían tan desbalanceadas para nosotros. No es que se sintiera desequilibrado, supongo que simplemente sería menos mal visto por la sociedad. Le expliqué cómo era estar mucho más adelantado en mis tiempos de escuela. Clases aceleradas desde mi primer año, junto con clases de universidad desde mi penúltimo año. Todavía necesitaba tomar unas clases para mi licenciatura pero podía enseñar como siempre había querido. Estaba de camino a recoger a Miley para nuestra última noche juntos. Tenía una sorpresa preparada que me tomó una semana planificar y estaba nervioso porque todo dependía de Sean, cubriéndome. Nunca pensé que la casa de la loca Dolly se volvería familiar para mí, pero se había vuelto de esa manera. Toqué la puerta y Miley la abrió rápidamente, como si hubiera estado esperándome. Su sonrisa ilumina mi mundo.
—Hola —dijo con un sonrojo en su rostro. Dios, amaba ese rubor. 
—Hola —digo y la atraigo hacia mí, no quiero soltarla pero escucho un profundo ruido en la casa. 
—¿Ese es Nicholas? —grita Dolly desde algún lugar. Miley se mueve hacia atrás y me sonríe. 
—Claro que lo es, tía Dolly.— Pude notar que ella está conteniendo su paciencia. Después de unos golpes y ruidos; aparece. Dolly tiene pintura en su rostro, su cabello rubio está recogido en un moño. 
—Nicholas —dice suavemente. Dejo que Miley vaya y abrace a la loca de su tía—. Bueno, entra  dice. Miley se encoge de hombros y doy un paso dentro. 
—Tía, ya hablamos de esto —dijo Miley con ojos suplicantes. Sonrío, en verdad quiero a esta chica. 
—Miley, se amable y ve a buscar mis lentes —dice Dolly—. Están en mi habitación.— Puedo notar que Miley quiere decir algo más, pero decide no hacerlo y desaparece. Dolly se voltea lentamente hacia mí. 
—¿Asumo qué quieres decirme algo, hermosa Dolly? —pregunto en voz baja, tratando de suavizarla. Su respuesta es una sonrisa pícara. 
—Me gustas Nicholas, y sé cómo se siente Miley por ti —empieza—. Quiero decirte algo, luego estarás libre. —Asiento con la cabeza—. Ella ha pasado por mucho dolor y no podré soportar si es herida de nuevo. 
—Dolly, yo nunca… —Ella alza su mano. 
—Lo sé, Nicholas, lo sé. Es simplemente que es su última noche juntos y sé que puede haber un poco de presión por… —Mira hacia abajo, luego de regreso a mí—. Tú sabes, cerrar el trato o algo así. —Oh Dios mío. Podría morir literalmente ahora. En cambio, asiento educadamente—. Simplemente, ten cuidado, ¿está bien? 
—Dolly. —Me aclaro la garganta—. Quiero a tu sobrina y la respeto y solamente para que lo sepas, no hay planes de… —Ni siquiera puedo decir las palabras. 
—No puedo encontrar tus lentes en ningún lugar —dijo Miley cuando llegó a la habitación. Gracias Dios. Miró entre los dos, probablemente sintiendo la incomodidad—. ¿Estás listo? —pregunta, posando sus hermosos ojos azules en mí. Agarro su mano.
 —Sí, lo estoy.— Miré a Dolly, esperando que ella no malinterpretara eso, pero simplemente asintió cuando nos fuimos. Una vez en la camioneta, se volteó hacia mí. 
—¿Te gustaría compartir conmigo lo que pasó?— Sonreí, avergonzado. 
—Tu tía quería saber si estábamos planeando, tú sabes, ¿cómo lo dijo ella? “Cerrar el trato” esta noche.— Miley puso su cabeza entre sus manos y gimió. 
—Estoy muy avergonzada y lo siento tanto —dijo por entre sus dientes. Detuve la camioneta cuando estábamos en la esquina. No alzó la mirada y pude ver el rojo tiñendo su rostro. Toqué su mano y ella se alejó. Eso era una primera vez. 
—Mírame por favor —rogué. 
—No puedo. —Su voz estaba temblando. Alejé sus manos de su rostro, sus ojos estaban fuertemente cerrados. La moví por el asiento y la sostuve entre mis brazos. Podía oler el aroma de coco que simplemente parecía ser parte de ella. Besé su cuello y froté pequeños círculos en su espalda, tratando de que se relajara.
—Puedes hablar conmigo —animé. Miley se sentó y recuperó su compostura. 
—Después —dijo rápidamente. La observo y decido que no está lista para hablar en este momento, pero haría que se abriera más tarde. Conduje en silencio hacia la playa y la sorpresa que había planeado para esta noche. Seguí mirando a Miley por el rabillo del ojo. Seguía mordiendo su dedo y mirando por la ventana; parecía molesta. Quería saber qué estaba sucediendo en ese enorme cerebro, pero se cerraba como una ostra. Quería que pudiera ser capaz de hablarme, de confiarme sus sentimientos. Esta noche, iba a llevar a Miley al lugar donde esto comenzó para mí. 
Tal vez ella no se dio cuenta el día que nos vimos por primera vez, pero la vi antes de que me notara. Esta pequeña parte de la playa cambió mi vida y la chica que sostenía mi mano cambió mi corazón. Mi corazón que le pertenece completamente a ella. Donde mis sentimientos se transformaron de asombro a amor. Necesito que Miley sepa lo que significa para mí, qué impacto ha tenido en mi vida. Que sepa que nunca voy a dejar de amarla sin importar cuánta distancia se interponga entre nosotros. El sol estaba comenzando su descenso nocturno hacia la oscuridad. Su mano estaba entrelazada con la mía y no pude evitar notar como simplemente encajaba ahí. Ella siguió mirando el enorme sol naranja y podía notar que estaba pensando. Tal vez ahora podía lograr que se abriera. 
—Hey —dije finalmente mientras golpeo mi hombro con el de ella, rompiendo su silencio. No era brillante, pero fue la primera cosa que se me ocurrió y salió de mi boca. 
—Hmm —fue su respuesta, lo cual me hizo reír. Era como si se hubiera olvidado que estaba allí. 
—¿Dónde te perdí? —Dejé de caminar y la volteé hacia mí, sosteniendo sus hombros con mis manos.
—Estamos corriendo contra el sol —meditó. Arqueé una ceja, tratando de seguir el hilo de sus pensamientos—. Igual que en el final de Drácula. También corren contra el sol, pero era para que pudieran matar la cuenta. 
—Está bien —dije lentamente. Miley se sonrojó y miró hacia abajo. 
—Una caminata romántica en la playa, listo. Un chico increíblemente perfecto, doble listo. Una chica idiota que no sabe cuándo callarse, abundantemente listo. —Negué con mi cabeza y besé su nariz. 
—¿Y esa parte del libro te recuerda a nosotros ahora? —Forcé una sonrisa, todavía tratando de entender qué quería decir. 
—No. —Negó con su cabeza—. Me siento tonta por decir eso, todo eso. No, simplemente fue el único libro que terminé mientras estaba aquí y al final, el sol cerró esa historia… —Su voz se apagó y su mirada regresó al sol. 
—Hey, Miley —digo, moviendo sus delgados hombros con mis manos—. Cuando este sol se oculte, no es nuestro final. ¿Está bien? —Asentí, esperando que ella lo entendiera—. Drácula es ficticio, y nosotros somos personas reales. —La besé rápidamente. 
—Parte de mí siente que esto no es real —dice avergonzadamente—. Que mañana me despertaré y todo esto habrá sido un sueño. 
—Entonces habría sido un buen sueño—. La acerqué a mi pecho y la sostuve allí, queriendo que este momento no terminara nunca. Ella suspira y besa mi hombro. 
—El mejor sueño que he tenido —dice sobre mi camisa. Simplemente nos quedamos allí, abrazados mientras observamos el sol brillar mientras se sumerge en el Océano Pacífico. Quiero decirle cuánto significa para mí. Que nunca pensé que pudiera conocer a alguien como ella. Alguien que me pueda hacer una mejor persona y vea el mundo de una manera completamente diferente.
—Tengo una sorpresa para ti —susurro en su oído. Tomo su mano y empiezo a guiarla hacia la línea de árboles. 
—¿Qué es? —Curiosidad y emoción goteaban de su pregunta. Sigo guiándola hacia adelante. 
—Una sorpresa —respondo, deteniéndome y dándole la vuelta para que no vea lo que he organizado—. Aquí es donde te vi por primera vez —le digo—, donde todo cambió para mí.— Ella asiente, mira alrededor y veo que está reprimiendo sus emociones lo mejor que puede. Puedo ver a Sean; que ha hecho todo por mí y me levanta sus pulgares. 
—Cierra tus ojos.— Miley inclina su cabeza para mirarme sospechosamente, pero hace lo que le pedí. Envuelvo un brazo alrededor de su delgada cintura y pongo mi mano encima de sus ojos. 
—¿Qué está pasando? —Agarró mi brazo de su vientre y me acercó aún más. Ahora está casi oscuro y puedo ver el duro trabajo que hizo Sean al organizar esto por mí. Pongo mis labios en el cuello de Miley. 
—Una sorpresa —respondo con un beso. Ella volteó su rostro y beso sus perfectos labios. Puedo perderme en ese beso, y casi lo hago. Abro mis ojos y descubro que el escenario está organizado. Sean simplemente está esperando y le indico con mis ojos que se vaya. Después de un minuto de silenciosa batalla, entiende la indirecta. Espero hasta que sé que está fuera de vista. Incluso observo mientras se sube a su auto y sale del oscuro estacionamiento. Ahora estamos completamente solos. Llevo a Miley hacia una sábana que ha sido tendida. 
—¿Lista? —pregunto. Ella asiente, poniendo sus manos en las mías, las cuales siguen cubriendo sus ojos. Destapo sus ojos y doy un pequeño paso hacia atrás—. Ábrelos. 
Estoy detrás de ella, así que no sé qué está pensando. Frente a nosotros hay un picnic a la luz de las velas. No estoy hablando sobre las pequeñas velas del té en esos frascos plateados. Hice que Sean pusiera y encendiera casi cincuenta velas en la arena. En el centro de ellas, hay una sábana oscura con una canasta de picnic hacia el borde. Quiero que diga algo, cualquier cosa. El silencio me está matando. Estiro mi mano para tocar su hombro, cuando se voltea. 
—Nick—susurra, lágrimas brillan en sus pestañas oscuras—, ¿cómo hiciste todo esto? —Su voz está llena de asombro. Me moví más cerca y me agaché para susurrarle en su oído. 
—Magia.— Miley se ríe y una lágrima se desliza por su mejilla. La acercó a mí, besándola con toda mi emoción. Puedo sentir sus mejillas húmedas, mientras las lágrimas siguen cayendo. Me muevo hacia atrás para mirarla a los ojos, encontrándolos llenos de lágrimas, pero no sé si son de tristeza o alegría. 
—¿Qué pasa? —Acuno su rostro en mis manos y cierra sus ojos—. Miley, por favor —ruego. Finalmente, ella se conecta con mi mirada. 
—Te amo —dice lentamente. Asiento y me quedo callado, esperando que diga algo más—. No quiero estar lejos de ti y mañana lo estaré. —Sé exactamente cómo se está sintiendo, pero siento como si debiera ser fuerte y optimista por ella. 
—Todavía tenemos esta noche —respondo, deseando silenciosamente que la noche nos congelara en este momento. Por un rato, ninguno de los dos habla; sin palabras que puedan hacer esto más fácil. Observo las luces que brillan a nuestro alrededor, como las estrellas en el cielo, y soy lo suficientemente afortunado de tener un ángel en mis brazos. Miley murmura algo sobre tener frío así que nos sentamos en la sábana, la cubro con una extra que empaqué y la acerco. 
—Esto es tan hermoso —dice soñadoramente. —Empaqué un poco de comida, por si tienes hambre —menciono. Miley se recuesta para mirarme.
—Tú me conoces, siempre lista para comer. —Sonríe. Esta chica altera mi mundo. Me encanta que no tema comer o decir lo que piensa. La mayoría de las chicas, están tan engañadas al pensar que saben exactamente dónde están. Miley siempre ha sido honesta y ella misma. Tal vez debería decirle sobre mi familia. El dinero y los fideicomisos esperándome. Tal vez es por eso que es tan fácil estar con ella, no conoce ese lado mío. Estoy casi seguro de que no le importaría. 
Agarramos la comida que Sean nos había preparado para esta noche; queso y galletas, frutas y unos cuantos vegetales y unas fresas cubiertas con chocolate. Estaba pensando en una botella de champán, pero me decidí por una buena sidra de manzana, porque a ambos no nos gustaba beber. No eran grandes porciones de comida, pero hombre, me llenó. O podría ser mis nervios llenando mi estómago. Me tendí en la sábana y la observé beber de su vaso de plástico rojo. Toqué una parte de su espalda, sintiendo el calor de su piel y dejé que mis dedos exploraran la piel debajo de su camisa. Es tan suave y cálida mientras mis dedos trazan su columna. Miley se volteó a mirarme, sus ojos líquidos. 
—Eso se siente tan bien. —Sus ojos están cerrados y está casi ronroneando con mi toque. 
—¿Quieres hablarme sobre lo que sucedió antes? —probé. Sentí los músculos de Miley tensarse bajo mi mano. 
—Nop —respondió rápidamente. Me senté y la acerqué. Dejamos que Dolly implantara dudas en nuestro cerebro. No había planeado llevarlo a ese nivel con Miley, todavía. Quiero decir, sí, lo he pensado, simplemente soy un hombre. 
—¿Estabas pensando que tal vez… tal vez esta noche… nosotros…? —Mis manos comienzan a sudar y se vuelven a tensar con los nervios. Miley gime con vergüenza y cae en la sábana, cubriendo su rostro. No sé qué decir, así que no digo nada. Me asombra que ella pensó en estar de manera íntima conmigo y eso sube un poco mi ego.
—Sí —dijo finalmente, aunque estuvo apaciguado por sus manos—. Esperaba que fuera así.— Estaría mintiendo si no admitiera que el nivel de anticipación se elevó unos cuantos puntos. Me apoyé en mi codo junto a ella. Con mi mano libre, levanté las suyas de su rostro pero ella mantuvo sus ojos cerrados. Así que besé sus párpados. 
—Yo también lo pensé —admití en tono apresurado. Miley lentamente abrió sus ojos. Ninguno se movió. Mi rostro estaba encima del de ella, nuestras miradas conectadas. La mano de ella tocó ligeramente mi rostro. 
—Estoy enamorada de ti —susurró. Nos quedamos allí tendidos, lado a lado, bañados por la luz de la luna, rodeados por la luz de las velas. Miley se movió lentamente, moviendo mi rostro hacia el de ella. La dejé besarme y fue casi la cosa más sensual que había experimentado. Su pierna pasó por encima de mi cuerpo, poniéndola encima de la mía y sus manos debajo de mi camisa. Solamente soy humano. La puse en mi pecho y rodé, así que intercambiamos posiciones. Sus brazos se enredaron en mi cuello y su boca casi se volvió desesperada contra la mía. 
Hice un camino desde su boca hasta su clavícula, las manos de Miley recorriendo todo mi pecho. Comenzó a tirar de la tela y levantó mi camisa por encima de mi cabeza. Miré a sus grandes ojos verdes-azules que estaban hambrientos. Antes de saber exactamente qué estaba haciendo, mi mano estaba en su estómago y lentamente quitaba su camisa. Se movió y la camisa estaba en mi mano. Miley regresó su boca a la mía, y ambos rodamos una vez más, su delicado cuerpo presionando al mío. Una de sus manos dejó mi brazo y se movió hacia la bragueta de mi pantalón; estaba luchando por desabrocharlo. Tuve que reaccionar mientras todavía era capaz de pensar. 
—Miley. —Envolví mis dedos alrededor de su muñeca, deteniéndola. 
—Nick—susurró, besando mi cuello. Oh. Dios. Mío. Cada hormona de mi cuerpo se sobre activó. Concéntrate. Tomé una profunda respiración y la volteé para que estuviéramos tendidos lado a lado de nuevo. Ambos nos tendimos, jadeando por aire. Después del minuto, en el cual podría haber tomado una ducha muy fría, me senté para mirarla. Tomando su mano, la besé suavemente. 
—Sabes que quiero esto demasiado, pero no esta noche —le dije. Miley asintió, cerrando sus ojos, lo cual me dejó fuera de sus emociones. Ambos nos pusimos otra vez las camisetas, traté de regular mi respiración y me recordé por qué sentí la necesidad de detener a esta linda chica de aprovecharse de mí. Ella tenía el cuerpo más perfecto, y garantizo que esto me visitará en mis sueños por semanas. 
—Simplemente pensé, que con las velas y que siendo nuestra última noche me querrías. 
—Oh, te quiero, Miley, simplemente no esta noche.— Oh hombre, sí quiero pero la respeto demasiado y quiero poder despertarme a su lado y no tener que decir buenas noches. Miley se sienta y se acurruca a mi lado. No quiero dejarla ir. Beso la cima de su cabeza y la mantengo en mis brazos. 
—Nick —murmura Miley, me recuesto y encuentro sus ojos serios. Toco su cremosa y suave mejilla, preguntándome qué ha generado tanta preocupación. 
—¿Qué pasa? —Espero no sonar demasiado alarmado. Solamente estoy nervioso por haberla molestada. —Simplemente estoy… preocupada… tal vez deberías saber.— Balbucea y se voltea lejos de mí. El miedo oprime mi pecho. 
—Miley… —Toco su espalda—. Habla conmigo. —No se dio vuelta, pero puedo escucharla murmurar algo. Trato de voltearla hacia mí—. No puedo escucharte, cariño.— De repente, ella se pone de pie, sus puños a sus costados. Parece molesta; no tan enojada, simplemente angustiada.
—Soy virgen —revela, su voz desaparece en la oscuridad. Antes de que pueda responder, se voltea y corre, desapareciendo en la negrura. 
—Miley. —Mi voz está temblando. Así que esto es lo que ha estado en su mente toda la noche. Al decirle que no, probablemente se sintió indeseada o que hizo algo malo. Me pongo de pie y me dirijo hacia donde salió corriendo. Puedo verla no muy adelante; la luna está tan brillante esta noche que casi parece como un reflector. Grito su nombre de nuevo pero no se detiene. Aumento mi velocidad y de repente estoy agradecido por todas las veces que Sean me arrastró al gimnasio con él. Sabe que estoy cerca y que puedo superarla. Su carrera se convierte en una caminata mientras pone sus manos en sus caderas. 
—No quiero hablar sobre esto —resopla. Estiro mis manos y agarro sus hombros, girándola. 
—Muy mal, porque yo sí. —Mi voz es suplicante, lo cual la impacta—. Deberías saber que… —Cierro mis ojos y sé que necesito ser honesto con ella—… yo también lo soy.— Los ojos de ella traicionan sus pensamientos y puedo ver que no me cree. Demonios, Sean tampoco me cree, pero es la verdad. 
—No he encontrado a la persona indicada todavía.— Me acerco y empujo algunos mechones de su cabello fuera de su rostro. Puedo ver que ha estado llorando y me acerco más, poniendo mis manos en sus caderas. Se ve confundida mientras me mira a los ojos. 
—¿Entonces por qué te detuviste?— Suspiro, tratando de descifrar cuál es la mejor manera para decir esto. Soy un chico criado con modales del viejo mundo, que algunas personas no entienden. 
—Porque creo que la primera vez debería ser especial —susurro, sin confiar en mi voz en un tono norma —. No creo que pueda soportar estar tan cerca de ti esta noche y saber que no me despertaré a tu lado mañana. —Incluso en la luz de la luna, puede ver sus mejillas sonrojándose—. Cuando sea el tiempo correcto, Miley, no quiero tener que decir adiós. Quiero abrazarte hasta que te duermas y ver como tu cabello se derrama por tu almohada. —Levanto mi mano y toco su cabello, deslizándolo por mis dedos—. Quiero estar ahí para ver la luz iluminando la habitación y besarte hasta que te despiertes. —Llevo la mano de Miley a mis labios y la beso—. Cuando sea el tiempo correcto… —me muevo, por lo que mis labios están a centímetros de los de ella—… será para siempre. 
Me inclino y beso a Miley tan gentilmente como puedo, pensando en ella como una frágil muñeca de porcelana. Al principio vacila pero luego se derrite contra mí, dejando que envuelva mis brazos alrededor de ella. Me enamoré más de ella en ese momento, bajo la enorme luna blanca. Sus manos se deslizaron por mi espalda y hasta mi cabello, sosteniendo mi boca contra la de ella. Se estremeció pero no sabía si era por el frío o si su sangre estaba recorriéndola como lo hacía la mía. Sin palabras, regresamos a nuestro escondite a la luz de las velas. Cuando se sentó en la sábana, envolví la manta extra alrededor de sus hombros. No podía quitar mis ojos de ella y la encontré mirándome de la misma manera. Abrió la manta y yo la extendí para que ambos pudiéramos acurrucarnos bajo ella. Nuestros cuerpos estaban tan cerca que era difícil recordar que habíamos admitido nuestra inocencia. Nada de lo que estoy pensando ahora, es inocente. Miro los ojos de Miley, esperando que no pueda leer mi mente, pero puedo verlo en sus ojos. 
—Te amo tanto —susurra. Lo que yo escucho es “te deseo tanto”. La infinita diferencia entre chicos y chicas. Beso su frente y la abrazo a mí. 
—Te amo —digo en su cabello. Miley suspira y presiona su rostro en mi cuello. 
—Todavía quiero hacerlo.— Inclina su cabeza para mirarme. No sé qué decir. Miro sus ojos, que lo dicen todo, están ardientes y llenos de deseo. 
—No tienes que probarme nada —le aseguro. Miley buscó en mi honesto rostro como si fuera un polígrafo humano revisando para ver si estoy diciéndole la verdad. Muerde sus labios, luego lentamente asiente con su cabeza. 
—Pienso que necesito dejarte una parte de mí, para no olvidar nuestro verano.— Mi cerebro decide que necesita unas vacaciones. Miley se lanza, y está encima de mí como una cheetah atacando su presa, hambrienta. Me besa como si fuera nuestro último día en la tierra, sus manos explorando bajo mi camiseta, la cual rasga. Besa mi pecho, sus dedos trazando donde sus labios han pasado y es como fuego quemándome, un fuego que no quiero apagar. Mi cerebro trata de regresar del descanso, pero mi cuerpo le dice que salga de la ciudad. Cerebro insiste en que necesito mantener mi moral, pero cuerpo me recuerda que no veré a Miley por mucho tiempo. Cerebro dice algo estúpido sobre que la ausencia hace que el amor crezca, pero cuerpo responde algo parecido a “Cállate”. Todo este silencioso debate, ocurre mientras Miley no ha dejado de besar mi pecho expuesto. Entonces dice algo que me sorprende. En primer lugar se sienta y, sin advertencia, se quita su camisa. 
—¿Quieres devolver el favor?— Me sentí como un personaje de caricatura. Estoy seguro de que mis ojos sobresalen de mi cabeza y nubes de humo están saliendo de mis orejas, mientras mi cuerpo gana esta ronda. Pongo a Miley de espalda en la sábana e inmediatamente empiezo a besar su estómago plano. Me sostengo con una mano a cada uno de sus costados mientras beso su abdomen. La mejor parte, era los pequeños sonidos que estaba haciendo, pequeños gemidos y suspiros. Comencé a subir besándola, así que eventualmente haría contacto con su boca, al instante me di cuenta de que cuando alcancé sus pechos su cuerpo se puso rígido.
—Nick… espera. —Sus palabras salieron forzadas. Me senté para mirarla. En su debate interno de cuerpo vs. cerebro, su cerebro había ganado—. Tenías razón —dice y se sienta, empujándome hacia atrás—. Esta no es la noche correcta.— ¿Escuchaste eso, cuerpo? Tiempo para enfriarse rápidamente, te guste o no. 
—Lo siento —añade y puedo escuchar la culpa en la que estaba bañada su disculpa. Me toma un momento poder hablar. 
—No lo sientas. —Mi voz está ronca y retumba en mi garganta. Por segunda vez en la noche, nos ponemos la ropa de nuevo, excepto que esta vez, Miley no me mira. 
—Hey. —Toco su brazo. —Lo siento tanto —dice ella de nuevo. Niego con mi cabeza y la acercó antes de que pueda escapar. 
—No hay razón para decir que lo sientes. 
—Sí, la hay. He estado actuando como loca esta noche. Escapando, luego saltándote encima. —Niega con su cabeza—. Simplemente siento que todo está cambiando y se me está yendo de las manos. Fue la única manera en la que pude pensar para aferrarme a esto. —Sus dedos se posaron en mi costado. 
—Las cosas están cambiando y no podemos hacer nada al respecto, pero si estás preocupada por nosotros —me inclino para mirarla—, lo que tenemos no cambiará. Tenemos mucho tiempo delante de nosotros. Miley sonríe y pone su cabeza en mi hombro. Las velas están comenzando a consumirse, pero ninguno de nosotros se movió para irse. Simplemente nos abrazamos, aferrándonos al tiempo que nos queda juntos. Miley bosteza y trata de ocultarlo. 
—¿Estás cansada? —Hago la pregunta obvia. 
—No —responde, su voz desafiante mientras otro bostezo se escapa. Comprendo. 
— Pronto estaremos juntos —prometo.
—No lo suficientemente pronto. —No podría estar más de acuerdo. La luna está en lo alto del cielo, diciéndonos que es tiempo de irnos de donde encontré y me enamoré de Miley. Era la última cosa que quería hacer, pero es casi medianoche y mañana tendremos que madrugar. Me ayuda a empacar el picnic y llevarlo de regreso a mi camioneta. No decimos mucho en el viaje de regreso a casa de Dolly. No necesitamos palabras para expresar los sentimientos en voz alta, porque es casi tangible en el espacio entre nosotros. Acompaño a Miley hasta su puerta y la beso suavemente bajo la luz del porche. 
—Te amo —susurra en mis labios. 
—Yo también, Miley —respondí—. Te veré en la mañana.— Preferiría simplemente llevarla a la cama, meterla dentro y abrazarla toda la noche. Pero dejo a la chica de la que me he enamorada este verano en su puerta y me voy a casa. Cuando llegué, mi mamá seguía despierta, esperándome. 
—¿Tuviste una buena noche con Miley? —preguntó en voz baja. Abrazo y beso a mi madre. 
—Sí —le digo, no quiero revivir todo lo que sucedió esta noche—. ¿Qué sigues haciendo despierta? Mamá usualmente está en la cama a las nueve, y es medianoche, algo debe estar sucediendo. Tomo asiento a su lado. 
—Esperando a que llegaras a casa. —Sonríe, pero está llena de estrés. 
—¿Qué pasa, mamá? —No me gusta cuando está así de críptica. Toma un sorbo de su vino, se pone de pie, besa la cima de mi cabeza y me entrega un trozo de papel. Agarro la nota pero espero para abrirla, hasta que esté solo. Es una nota escrita a mano, un mensaje que mamá tomó más temprano. 
— Llamó la Preparatoria Chico Chater Junior High School y quiere ofrecerte un trabajo en su departamento de inglés. Necesitan escuchar tu respuesta tan rápido como sea posible. Suena como una muy buena oportunidad aunque es más lejos de lo que te hubiera gustado. Piénsalo. Te quiero hijo.— Doblé el papel y lo puse en el mostrador de la cocina. Me acababan de entregar mi trabajo soñado que me llevaría a ochocientos kilómetros de distancia de mi chica. No había notado que mamá había regresado a la cocina. Tampoco había notado que tenía mirando fijamente, al mismo punto de la pared, por media hora. Mamá debió haber sentido mi corazón encogiéndose mientras se sentó a mi lado. 
—Dijeron que podías enviarle tu respuesta con cualquier pregunta —me dice. Asiento y forzó una sonrisa. —Esta es la oportunidad por la que tanto has trabajado, Nick. Sé que tomarás la decisión correcta. —Se pone de pie y me abraza, tratando de darme apoyo—. Te veré en la mañana. 
Sé que ella apoyará cualquier decisión que tome; siempre ha querido que escoja mi propio camino, pero todavía tengo la necesidad de hacerla sentir orgullosa. Una vez en mi habitación, me siento frente a mi laptop por casi una hora, antes de que pudiera responder la oferta. Escribo: Yo, Nicholas Jonas, aceptaré el puesto que me han ofrecido en Preparatoria Chico Charter Junior High School.

1 comentario: