sábado, 29 de marzo de 2014

Teach Me to Love - Niley - Cap 05


No pude dormir en toda la noche. Lo intenté, pero no conseguía estar cómoda. ¡Ah! y estaba muy caliente y mojada reproduciendo la escena de la playa una y otra vez. Nick y yo habíamos tenido la charla de sexo esta noche. No hubiera sido tan malo si no me hubiera lanzado sobre él, admitido mi inocencia y luego huido totalmente avergonzada. Mucho para considerarse madura. Él era tan increíble, todo lo que hacía me impulsaba a querer más de él. Pero tenía razón, valdría la pena esperar. Deben ser alrededor de las cuatro de la mañana. Decido que dormir no está en la carta de esta noche, así que ando de puntillas hasta la cocina para hacerme un poco de té caliente. Para mi sorpresa, tía Dolly está sentada en la mesa leyendo el periódico. Me mira cuando entro en el pequeño espacio desordenado.
—Tampoco puedo dormir —me dice. Suspiro deseando hablar. Pero me temo que una vez que lo haga me derretiré en un mar de lágrimas. Eché agua caliente sobre una bolsa de té y observé cómo el líquido hacía que el contenido de la bolsita se filtrara. Poco a poco el agua cambió de color y la fragancia llenó el aire.
—De verdad lo amas, ¿verdad? —preguntó tía Dolly en voz alta. Asentí con la cabeza, pero no me volví por miedo a que la confirmación hablada diera lugar a las lágrimas.
—Entonces el amor encontrará la manera cariño, confía en mí. —Por fin me volví a mirarla. La emoción en sus ojos me dijo que era real. Confié en sus palabras. Me lleve mi té a mi habitación para escribirle una carta a Nick. Ayer mi tía me había regalado un paquete de fotos que había tomado durante el verano, la mayoría de Nick y yo, o de ella conmigo. Las repasé hasta que encontré la que ella insistió en tomar mientras nos íbamos a nuestra primera cita. Ambos parecíamos entusiasmados y llenos de una cruda emoción. Encontré una que había tomado hacía uno o dos días y nuestras expresiones eran las mismas. Nada había desaparecido en las últimas semanas que habíamos pasado juntos. Coloqué las fotos para poder echarles un vistazo mientras escribía.
"Querido Nick, me es imposible expresar con palabras todo lo que este verano ha significado para mí, lo que siempre va a significar para mí. Nunca pensé que algo como esto iba a pasar... sobre todo a mí. Mi mundo ha cambiado para siempre, para bien porque estás en él. Echaré de menos no verte todos los días, no importa la cara valiente que ponga. Sé que vamos a idear algo para vernos pronto. Espero con interés el intercambio de correos electrónicos para aprender más y más acerca de ti. Puede que sea más fácil abrirme con una pantalla de ordenador como barrera entre nosotros y aprenda a confiar mis sentimientos y mi corazón a alguien más. Aprenderé a ser paciente. Aprenderé a confiar. Aprenderé el significado del amor desde sus mismas raíces. Nick, sé que no nos conocemos mucho, pero me conozco a mí misma y sé lo que siento por ti. Me siento llena y ligera, todo al mismo tiempo. Sé que te quiero y te confío mi corazón. Llévalo contigo a donde quiera que vayas, es tuyo.
Todo el amor del mundo, Miley."
Leí y releí la carta. La doblé alrededor de una fotografía de nosotros en la playa, con el océano extendiéndose detrás de nosotros. Empaqué el resto de mis cosas y las llevé todas abajo. Podía oír a tía Dolly hablando en voz baja con alguien. Eché un vistazo al reloj de la pared. Con un sonoro tictac marcaba las cinco y media. Traté de hacer coincidir mi respiración con el constante tic-tac, que era más estable que el golpeteo de mi pecho. Llevé mi taza a la cocina y me sorprendió lo que encontré ¡Nick sentado con mi tía! Cesó la conversación y los dos se volvieron lentamente hacia mí. Nick sonrió, pero la sonrisa no llegó a los ojos, era más una sonrisa triste.
—Lo encontré fuera —dijo finalmente tía Dolly cuando se dio cuenta de que ninguno de nosotros iba a hablar—, estaba sentado solo en la oscuridad como un miserable, así que tuve que dejarlo entrar.
—Hola —me dice Nick. Tragué un nudo en la garganta que no sabía que estaba allí.
—Hola —repetí y me aclaré la garganta. Tía Dolly se movió lentamente hacia la puerta de la cocina.
—Bueno, mejor voy a prepararme —dijo—. Salimos en una hora.
Así que nos quedamos solos. Ninguno de los dos habló o se movió durante un minuto entero. Me sonrojé pensando en cómo había actuado la noche anterior. Seducir, correr y seducir otra vez (no había sido mi momento más brillante). Todavía tenía la carta que le había escrito en la mano, así que sin pensarlo se la tendí. Nick se levantó y cruzó la habitación. Haciendo caso omiso de mi brazo extendido, tomó mi cara entre sus manos y me besó. Empezó gentil y suave, pero eso cambió rápidamente. Antes de saber cómo había llegado hasta ahí, tenía la espalda presionada contra las puertas de la despensa. Nick estaba en todas partes. Sus manos, su boca, su aliento y yo quería más. Lo abracé y lo atraje más cerca, sin querer soltarlo. Profundicé el beso mientras deslizaba las manos por debajo de la parte de atrás de su camisa. Nick levantó la cabeza y sus ojos eran de un oscuro azul zafiro, se veían tan hambrientos como yo misma me sentía. La voz era ronca cuando me habló al oído.
—Te deseo.— Movió la boca sobre mi cuello siguiendo a través de la mandíbula. Las manos que habían estado en mis caderas sosteniéndome, ahora estaban sobre mis hombros y deslizándose suavemente por mi clavícula.
—¿Qué pasó con lo que dijiste anoche? —logré decir con palabras entrecortadas. Nick alcanzó mi boca con la suya y yo pasé los brazos alrededor de su cuello. Lo tengo. Olvídate de esperar, me gusta este plan.
—¡Miley, no olvides llamar a tu padre antes de irnos! —gritó tía Dolly desde arriba, aunque sonó como si estuviera en la habitación de al lado. Nick da un paso atrás cerrando los ojos y pasándose las manos por el cabello. Espera. No. No te detengas todavía.
—Lo siento Miley —dice finalmente. Odio cuando alguien se disculpa y no sabes por qué. Sobre todo después de una sesión de besos profundos.
—No me estoy quejando —respondí con valentía—. Soy yo la que lo intentó, ya sabes, anoche en la playa.— Esto hizo reír a Nick, lo que es un buen signo teniendo en cuenta la tensión de tantas emociones. Caminó hacia el lado opuesto de la pequeña cocina y se quedó de espaldas a mí. Oh-ooh. Esto no puede ser bueno.
—No me estoy disculpando por eso.— Cruzó la habitación y tomó mis manos entre las suyas. Tomó la carta que había caído al suelo y se la metió en el bolsillo trasero. Agaché la cabeza mientras él continuaba.
—Anoche cuando llegué a casa tenía un mensaje de un trabajo.
—Eso es bueno —traté de sonar optimista, aunque su cara no me dio muchas esperanzas.
—Voy a estar enseñando en una escuela privada de Chico, a un par de horas de Sacramento. —Tomó air —. Es más lejos de lo que me habría gustado pero he tenido que aceptarlo.— Acaricié su mejilla y lo besé en la boca.
—¿Es eso todo? —le pregunté ocultando la histeria en mi voz—. Porque sonaba como algo mucho más serio. —Nick sonrió y puse una mano en su mejilla—. Como tú has dicho, todo se arreglará de alguna forma. Confía en eso.— Y puse la otra mano sobre su corazón.
—Te amo Miley —me dijo mientras me tomaba en sus brazos. Diez segundos, o tal vez una hora más tarde, tía Dolly volvió a bajar, haciéndonos saber que era hora de irse. Nick caminó hasta la estación de tren conmigo y tía Dolly. Intercambiamos las cartas que habíamos escrito. La mía era solo una simple envoltura, la suya era un enorme sobre lleno de cartas. Odio las despedidas. Trato de evitarlas desde que perdí a mi mamá. Murió hace casi diez años, cuando tenía cuarenta años. Fue repentino, una condición cardiaca desconocida. Me despedí de ella unos quince minutos antes de que la declarasen muerta. Murió en la cirugía, el daño al corazón era demasiado grande para repararse. Acababa de cumplir ocho años. Desde entonces, evito las despedidas. En el fondo tengo miedo de que el decir adiós a alguien sea una sentencia de muerte. Tía Dolly sabe cómo me siento acerca de esto así que no me sorprendió cuando le dijo en voz baja a Nick que no lo hiciera.
—Di algo así como “Nos vemos pronto” —le susurra mientras manipulo mi equipaje fingiendo no haber oído. Ha llegado el momento de subir al tren. Es la última cosa que quiero hacer. Tía Dolly me jala a sus brazos antes de que se me ocurra otra cosa.
—Más pronto y más tiempo la próxima vez nena —me dice al oído. La abrazo con fuerza.
—El próximo verano es todo tuyo tía Dolly. Te quiero. —La abrazo con más fuerza y la suelto. Da un paso atrás y Nick un paso adelante. Nos quedamos ahí parados sin hablar. Ninguno de los dos quiere hacer frente a esto. Entonces pasa sin avisar: lloro. Nick me encierra en su pecho.
—Hey cariño —susurra tratando de calmarme—. Vamos a estar juntos pronto y te llamaré esta noche, lo prometo.— No quiero dejarlo ir.
—Te quiero —murmuro para su camisa y agrego—: Nos vemos pronto.— Se ríe y me gustaría poder encerrar esa risa en un frasco y abrirlo para escucharla cuando esté sola.
—Nos vemos pronto —dice sobre mi mejilla y me besa. En breve estoy sola en el tren, sosteniendo con las dos manos el sobre que contiene las cartas de Nick. Estoy esperando que el tren se aleje antes de rasgarlo y abrirlo. Poco a poco abro el sobre. En el interior hay cinco cartas en una pequeña caja. Tengo las cartas en la mano izquierda y la caja en la derecha. Sacudo la caja y suena algo. Está etiquetada "Abrir la noche anterior al primer día de clases”. Las otras están fechadas y una tiene la fecha de hoy. La abro.
"Querida Miley:
Mi corazón se está rompiendo sin tenerte al alcance de la mano. No sabía que pudiese sentirme así tan rápido. Lo que tenemos es real, asentado en piedra. No hay distancia que nos separe. Vamos a estar juntos pronto, pero no suficientemente pronto. Por favor, no dejes que crezcan las semillas de la duda sobre nosotros.
“No hay cerca de piedra capaz de limitar el amor, lo que el amor puede hacer, aquello que el amor se atreve a intentar”. (Romeo y Julieta, Acto 2, Escena 2)
Podemos superar cualquier cosa que la vida nos lance. Me has cambiado para siempre y le has dado vida a mi corazón. Nunca olvidaremos el tiempo de enamorarnos en la playa, bajo el sol del verano. Hasta que pueda abrazarte otra vez.
Nicholas Jonas."
Sostuve la nota cuidadosamente escrita en mi pecho y las lágrimas cayeron manchado mis mejillas. Está claro que los dos estábamos en la misma sintonía con nuestros sentimientos. Solo deseaba, egoístamente, que no tuviera que irse tan lejos a trabajar. Sé que he puesto una fachada de chica fuerte y valiente, pero vamos. Dijo que eran más de quinientos kilómetros de distancia. La próxima vez que pueda verlo será en Acción de Gracias. Para entonces voy a tener dieciocho años, lo cual es bueno, pero todavía está muy lejano. Inclino la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, recordando cada detalle de la cara de Nick.
—Señora —alguien me estaba zarandeando. Abrí los ojos y me encontré en mi parada. Recogí las cosas y me bajé del tren. Pude ver a mi papá saludándome, no es difícil de encontrar. Mi padre, Billy, mide un metro noventa y ocho centímetros de puro músculo. Es el capitán del departamento de bomberos del condado y pasa más tiempo fuera de casa del que nos gustaría a ambos. A pesar de las largas horas de ausencia, mi padre siempre ha estado ahí para mí y se esfuerza por ocultar el dolor que lo atormenta. El amor por alguien a quien nunca volverá a ver. Papá me alcanza rápidamente y en un instante mis pies ya no tocan el suelo por el abrazo.
—Mi Miley Smiley —dijo llamándome por mi apodo—. Te he echado mucho de menos.
—Yo también papá.— Cargó mis maletas y nos dirigimos a casa. Nick me llamó esa noche por primera vez, como prometió. Nos enviábamos un correo electrónico dos veces al día. Le conté más acerca de mis padres y él me habló de su familia. Era difícil hablarle de mi mamá, de cómo la perdí tan temprano y de mi miedo a olvidarla. Nick me escuchó y se abrió un poco más confiándome que su familia es rica, por lo que ha mantenido a la gente a distancia. 
Hasta que llegué yo. Ahora está en el norte de California, y la escuela iniciará dentro de dos días para ambos. Nick me dijo que me llamaría después de la escuela, tenía muchas lecciones que preparar. Este sería el tiempo más largo sin comunicarnos desde que nos habíamos conocido. Él me dijo que abriera la pequeña caja que estaba junto con las cartas. No perdí el tiempo. Dentro había una pulsera hecha con cuerda de piel y pequeñas llaves entremetidas. Cada llave era distinta, como si cada una abriera algo diferente. Me la puse de inmediato. Sonaba como si tuviera un pequeño carillón de viento en la muñeca. El sonido era precioso. Le envié un correo electrónico a Nick sabiendo que no se conectaría y le dije lo mucho que lo amaba. Le pregunté si había una historia detrás del colgante pues parecía una herencia. Tal vez una reliquia familiar. Lo que significaría un tipo diferente de seriedad en nuestra relación. Lo que también implicaba la necesidad de cuestionar a mi mejor amiga y saber su opinión sobre lo que podría significar todo esto.
¿La clave de su corazón? —C
Pero hay muchas. —A
¿No había ninguna nota? —C
No. Le he enviado un correo electrónico para tener respuestas. —A
No recibí una respuesta en mi correo hasta la mañana de mi primer día de escuela. Realmente me hubiera gustado haber pasado menos tiempo con mi cabello esta mañana, así podría haberlo leído. En lugar de eso imprimí la respuesta y la guardé en la mochila para leerla al salir de la escuela. Había llamado a Mandy, mi mejor amiga que era de San Diego y le había contado todo acerca de Nick. Al principio tenía mis dudas, pero cuando le hablé de mi chico surfista, se convirtió en el mayor apoyo. Mandy y yo habíamos sido amigas desde la escuela primaria y es como una hermana para mí. Estaba afuera esperándome para que pudiéramos ir juntas a la escuela en nuestro primer día como seniors. Su música estaba tan alta que podía oírla a través de las ventanas. Mandy estaba bailando y riendo en el coche.
—¡Seniors! —gritó mientras abría la puerta. Me eché a reír y me subí. Inmediatamente me agarró la muñeca para examinar el brazalete.
—Esto es súper retro y muy lindo —los ojos verde oscuro de Mandy brillaban—. Significa algo, absolutamente.
Me abroché el cinturón de seguridad y ella pisó el acelerador. Nos dirigimos hacia la Preparatoria Chino Charter para empezar nuestro último año. Las dos estábamos inquietas y excitadas mientras caminábamos hacia el campus y no éramos las únicas. La clase entera estaba con los nervios de punta ante nuestro último año de educación obligatoria. Yo estaba ansiosa, quería que pasara el día para volver a casa, sabía que Nick me llamaría. En cada clase intenté leer el correo de Nick, pero rápidamente fui bombardeada por el trabajo de las clases. En el almuerzo escuché el rumor de que nuestro críptico y anciano profesor de
inglés, el Sr. Snyder, se había retirado y que el nuevo maestro era alucinante. No podría importarme menos, excepto que yo estaba en la clase senior y el tutor era el profesor de inglés que trabajaría junto con este nuevo maestro. 
Inglés era mi última clase del día, séptima hora, así que supongo que a esa hora me enteraría de qué iba todo el alboroto.  Fui a la sexta clase, determinada a leer el correo que no había podido leer desde las siete a.m. Por suerte tenía a la Sra. Sinclair en el sexto período, química, ella quería que habláramos con nuestros compañeros de laboratorio acerca de cómo había sido nuestro verano. Mandy es mi compañera, es la única clase que tenemos juntas y me dijo que leyera el correo y luego le informara. Por fin saqué las palabras de Nick impresas. No era muy largo. Lo leí una y otra vez. El tiempo se detuvo. Mandy me miró.
—¿Estás bien? —Me tocó el brazo, luego la cara. Un sudor frío cubrió mi cuerpo y se me retorció el estómago, pensé que iba a vomitar. Me levanté de un salto y corrí sin pensar hacia el baño de chicas. Podía oír a Mandy gritando detrás de mí pero no podía parar. Me encerré en un cubículo y me apoyé en la puerta con la carta de Nick colgando en la mano. El corazón me latía en el pecho y temblaba. No estuve mucho más tiempo sola.
—¡Miley! —dijo Mandy dando un golpecito en la puerta del cubículo—, déjame entrar.— Con dedos temblorosos le abrí la puerta. Llevaba nuestras mochilas y tenía una expresión de preocupación.
—¿Esto es por el correo? —Sus cejas doradas se juntaron con preocupación.
—Nick —logré decir mientras le entregaba el papel. Debería guardarme esto para mí misma pero sabía que si había alguien con quien confesarme era Mandy. Podía confiar en ella e iba a necesitar a un amigo que entendiese y fuera un apoyo. Mandy la tomó, arqueó las cejas con sorpresa y luego escaneó las frases varias veces. Me miró otra vez y entonces me abrazó.
—Va a estar bien —dijo con voz temblorosa. Sé que está siendo amable. No va a estar bien. El correo decía lo siguiente:
"Miley. Hubo una confusión. Voy a dar clases en la Preparatoria Chino Charter, no en Chico. Voy a ser profesor en tu escuela. Tenemos que hablar... no sé cómo, o si... No sé qué hacer. Nick."

3 comentarios:

  1. JUSTO EN LA MEJOR PARTE
    ´PARACE QUE TE ENCANTA DEJARME CON LA DUDA
    ERES CRUEL
    TIENES QUE SIGUIRLAAAAAAA!!!!!!!
    A ESTA Y LA OTRA NOVELA YA!!!!
    BESOS

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  2. porfis síguela pronto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! estoy muy intrigada por saber lo que pasara

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  3. Esta Superr sube pronto. Saludoss!

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