domingo, 16 de marzo de 2014

Teach Me to Love - Niley - Cap 01


No sabía que esto fuera posible, pero enamorarse de alguien era más fácil de lo que esperé. He escuchado del amor de verano y todo eso, quiero decir, ¿quién no ha visto Grease? pero experimentarlo yo misma es una historia completamente diferente. Él estaba justo allí parado delante de mí, corriendo con su tabla de surf en las olas. Su cabello negro arenoso revoloteando en la brisa del mar, mientras sus piernas eran las primeras en golpear el agua, su piel bronceada por horas bajo el sol de California. Lo contemplé, mi mandíbula abierta, mientras él lo hacía parecer fácil.
No me había dado cuenta de que miré a este extraño todo el tiempo que estuvo sobre su tabla de surf, pero lo hice. Cuando salió del agua, dio una mirada en mi dirección y me sonrió. Creo que le sonreí de vuelta, pero el shock hace cosas graciosas en el rostro de una persona. Miré cada paso que él daba mientras caminaba hacia una camioneta blanca en un estacionamiento cercano. Puso su tabla de surf en la base y sacó una toalla. Observé mientras se secaba, de espalda a mí. De repente, giró y me sorprendió mirándolo fijamente. Rápidamente levanté el libro que había estado leyendo tratando de ocultar mi rostro antes de que el chico surfista llegara salpicando el panorama. Sobre la cubierta, podía verlo sonreír con satisfacción antes de que se subiera en la cabina de su camioneta.
Era imposible enfocarme en mi libro ahora. Él era insanamente lindo, y ciertamente me vio echándole un vistazo. Oh bueno, esta era una playa grande, y las posibilidades de que lo viera otr vez eran casi nulas. Al día siguiente, volví a lo que consideré mi punto habitual, lista para enfocarme en mi libro. Había estado leyendo de pasada algunos clásicos antes de que comenzara mi clase de inglés AP en otoño. Traje ocho libros conmigo, para leer uno cada semana de mis vacaciones. En este momento, leía Drácula de Bram Stoker. Quería olvidar al tipo realmente lindo, y pensé que un psicópata chupasangre lo lograría. Abrí mi libro donde lo había dejado antes de la distracción del día anterior.
Lucy le decía a Mina cómo había dejado de tener perspectivas de matrimonio al tener tres hombres para elegir. Los tres estaban bien, pero amaba a uno más que a los otros dos. Lucy le envió a Mina un mensaje con su elección, Lord Arthur Holmwood es hermoso y rico. Si yo tuviera la opción, habría escogido a Quincy Morris, el vaquero tejano. Él podía no ser muy fino, pero era valiente y tenía un corazón del tamaño de su estado natal. Sí, habría elegido a Quincy, pero a diferencia de Lucy, yo no tenía perspectivas. Mi último novio y yo rompimos antes de que la escuela terminara. Sabía que él no era "el indicado”, no importa cuán lindo era o lo bien que nos llevábamos.
Douglas y yo habíamos salido exclusivamente durante nuestro primer año, y principalmente, este había sido bastante divertido. Él era inteligente, gracioso, y les gustaba a todos. Había sido más o menos solo un amigo realmente bueno para mí, pero él quería algo más. Algo que yo no podía darle. Realmente lamento que no pudiera hacerlo porque él es realmente un gran tipo, simplemente no es mi tipo. Él no entendía por qué nosotros no podíamos estar juntos, y todavía tengo noticias de él una vez a la semana. Mis amigos pensaron que estaba loca, pero cuando tu corazón habla, tienes que escucharlo.  Me senté sobre la hermosa playa tratando de olvidar al hermoso desconocido. No era fácil ya que lo había visto cuatro días seguidos. Cada día me sentaba allí, tratando de leer mi libro, incapaz de concentrarme en nada más que él. Él siempre me sonreía, yo solamente le devolvía la mirada. Justo cuando el pensamiento de que no lo había visto cruzó por mi mente, arena fue pateada en mi rostro. Salté a mis pies y dejé caer mi libro.
—Lo siento por eso —dijo una voz oculta. Sabía que era un hombre, pero su rostro estaba cubierto mientras él tiraba su camisa sobre su cabeza. Estaba perdida mirando fijamente sus abdominales hasta que su camisa estuvo fuera. Mis ojos se ampliaron ya que ahora estaba mirando al Chico Surfista. Él me sonrió, y mi entorno pareció desaparecer. Me quedé muda, y él siguió—: A veces el viento golpea, y la arena va a donde sea posible. 
Djo esto simplemente mientras dejaba caer su camisa encima de su toalla. Él no me esperó para responder, lo que era una cosa buena porque estoy segura de que no podría haber dicho algo incluso si quería. Me limpié la arena y miré cuando él se dio vuelta e hizo un trote fácil hacia el agua. Despacio me hundí de nuevo en mi toalla en un trance. Desde la distancia, era apuesto; de cerca, era irreal. Sacudí mi cabeza, determinada a concentrarme en mi lectura. No recuerdo cuánto tiempo había estado mirando por encima de mi libro, mirándolo. Parecía que lo miré por largo tiempo mientras hacía surf porque demasiado pronto estaba emergiendo del agua y caminando de vuelta a su toalla. Al principio él mantuvo sus ojos en la arena, luego rápidamente me dio una mirada y sonrió. Mierda. Casi rompo el grueso libro contra mi cabeza. Muy cerca podía escuchar su risa sofocada. Genial. Solo malditamente genial. Tal vez solamente debería presentarme como la acosadora malditamente torpe. ¿Soy la mujer que cada hombre sueña, verdad? Suspiré y mantuve el libro tan cerca de mi rostro que no podía distinguir ninguna de las palabras. Una sombra se extendió sobre mí. Me atreví a levantar la vista y lo encontré a él, el lindo Chico Surfista, que está de pie sobre mí. Lo miré sobre las monturas de mis lentes de sol.
—Leyendo así dañarás tus ojos —comentó. Mi lengua se hinchó y se secó en mi boca. No sé qué expresión tenía en mi rostro, pero esta lo hizo sonreír. Él asintió y sonrió aún más fuerte—. Soy Nick, por cierto —ofreció. Mis ojos se ampliaron mientras tomé una fuerte ingesta de aire. No podía hablar, lo que es molesto porque soy una persona bastante extrovertida. Nick sonrió en su mano, tratando de ocultarlo como una tos.
—Bien, Chica del Libro —dijo finalmente después de un momento—. Bueno, por si acaso decides que quieres decirme tu nombre o… —miró hacia la playa, y luego de vuelta a mí—… o hablar en absoluto —añadió
—Hago surf en esta playa todos los días, solo para que sepas.— Desde luego que lo sé, Nick, te he mirado durante cinco días. Él me sonrió otra vez, y mi mente se quedó en blanco.
—Bien entonces —dijo mientras recogía sus cosas y se dio vuelta para marcharse—, espero verte mañana.— Con esto, se volvió y camino hacia su camioneta. Lo miré poner su tabla de surf en el techo y se subió en la cabina. Bajó las ventanas para dejar salir el calor. Di unos pasos rápidos hacia el área de estacionamiento. Nick estaba retrocediendo, por lo que necesitaba estabilizar mis nervios. Solo tenía una oportunidad de causar una buena primera impresión.
—Miley —grité mientras él pasaba. Nick dio un golpe seco a los frenos de su camioneta y luego de repente estacionó en un espacio desocupado. Se asomó por la ventana y me miró, casi con curiosidad. Aclaré mi garganta.
—Mi nombre —dije en voz alta—. Es Miley.— La puerta de la camioneta se abrió, y Nick salió. Pasó su mano por su cabello enmarañado por la sal y dio unos pasos hacia mí. Tomé un inventario de él mientras se acercaba. Era alto, al menos un metro ochenta. Tenía la contextura de un nadador, músculos definidos ocultos detrás de una figura escuálida. Su cabello lucía más marrón en las raíces, la parte superior blanqueada por el sol. Sus ojos eran marrón oscuro. Era como si el cielo de verano hubiera encontrado su inspiración en los ojos de este chico. No podía apartar mi mirada de la suya.
—Miley —dijo a un brazo de distancia. Asentí inexpresivamente.
—Miley es más fácil de decir que Chica del Libro. —Se encogió de hombros y se acercó. La sensación de escucharlo hablar conmigo y tan cerca no se parecía a nada que alguna vez haya sentido antes.
—Chica del Libro realmente tiene su encanto —comenté. Nick se rió, y me sentí más relajada.
—¿No eres de por aquí, verdad?
—¿Soy tan obvia?
—Eres así de obvia —dijo Nick con doble sentido y la sensación de relajamiento se fue.
—Mejor me voy —dije rápidamente y me di vuelta para recoger mis cosas. Soy una estúpida, decidí. ¡Tan obviamente estúpida! Me apresuré para meter a la fuerza todas mis cosas de playa en mi bolso. Noté un segundo par de manos a mi lado, y levanté la mirada para encontrar a Nick agachado junto a mí. Recogió mi copia de Drácula y pasó sus dedos sobre el lomo del libro.
—Este es un gran libro —dijo tranquilamente. Dejé de hacer lo que estaba haciendo y giré para mirarlo.
—¿Comprendo a Drácula, sabes? Por qué hace lo que hace. —Sacudí mi cabeza. No, él le chupa la sangre a la gente—. No lo he terminado todavía. —Porque estaba demasiado distraída mirando la forma que tu cuerpo trabaja en las olas. Él me lo devolvió, y nuestros dedos se rozaron. El libro cayó suavemente a la arena, y ambos nos movimos para recogerlo. Naturalmente, nuestras cabezas chocaron. Comencé a caerme hacia atrás, y Nick agarró mi brazo, jalándome para equilibrarme. Una vez que estaba estable y capaz de darme cuenta de mi entorno, nuestros rostros estaban a solamente centímetros de distancia.
—Ow —murmuré y tomé una respiración muy necesaria.
—Lo lamento —dijo Nick y se inclinó algunos centímetros hacia atrás. Pero no parecía lamentarlo. Lucía tan aturdido como yo. Pasé mis dedos sobre mi frente, diciendo:
—Estoy bien. —No que él preguntara, pero tenía que desprenderme de su mirada escrutadora.
—Avísame cuando lo termines —dijo él—. Me gustaría saber lo que piensas de ello.— Podía oler el agua salada sobre su piel, y cerré mis ojos y respiré profundamente. Poco después, él liberó mis manos y dio un paso atrás.
—Lo terminaré por la mañana —solté. Los ojos de Nick se ampliaron.
—Todavía tienes, ¿qué, alrededor de trescientas páginas?— Me encogí de hombros y puse el libro en mi bolsa y comencé a retroceder. Nick dio un paso hacia mí y en el proceso, robó el oxígeno de mis pulmones.
—Soy una lectora rápida —le dije—. Y sólo quedan unas doscientas páginas aproximadamente. —Él arqueó una ceja—. Mina y Van Helsing están de acuerdo en relación con el diario de Jonathan.  Nick sonrió y asintió. Me encontré preguntándome si él en realidad había leído el clásico.
—Estás en la mitad —concordó él—. ¿Te veré aquí mañana?— Sonreí.
—Eso espero. —Me reí y rápidamente di vuelta para dirigirme de regreso al camino que conducía a la casa de mi tía. Podía sentir los increíbles ojos de Nick siguiéndome mientras me marchaba. En cuanto llegué a casa, abrí mi libro y me puse a trabajar. Ahora tenía que terminar para mañana. No sé por qué sentí que tenía algo que demostrarle a Nick. Tal vez porque había estado echándole el ojo durante los últimos cinco días, y quería que pensara que era más que una conejita de playa. Había estado leyendo durante una hora cuando mi tía llegó a casa.
—¡Miley! —gritó desde abajo. Cerré mi libro y me dirigí abajo para encontrarme con ella.
—Hey, tía Dolly —respondí cuando entré en la cocina. Mi tía era un poco excéntrica. Nunca se casó o tuvo hijos propios, pero me dijo que no lo había querido de ninguna otra forma. Es extrovertida y llena de vida. Me quedo con ella cada verano por al menos un mes, pero este año, nos decidimos por dos meses como una despedida antes de mi último año. Dolly es la hermana de mi padre, y he estado con ella cada verano durante los últimos diez años. Un verano por cada año que mi mamá se ha ido (eso le daba a mi papá un descanso).
—¿Qué te gustaría cenar esta noche? —preguntó mientras se metía su cabello canoso en una cola floja. La tía Dolly no estaba cómoda en una cocina y sobre todo la utiliza para mostrar su arte. Durante los veranos, yo le deleitaba con comidas caseras un par de veces a la semana.
—¿Quieres que prepare algo? —Abrí el refrigerador para ver qué podía batir. Ella comenzó a sacudir la cabeza.
—No. —Dio un giro—. Vamos a salir esta noche. —Ella sonrió. Me pregunté por qué me preguntaría si ya sabía lo que quería hacer. Tal vez era por cortesía o sólo por todos esos años que había estado por su cuenta. Estuve de acuerdo y volví a mi habitación para refrescarme. Miré a Drácula y decidí que me quedaría despierta toda la noche para terminarlo, si tenía que hacerlo. Diez minutos más tarde, estábamos fuera de la puerta y en camino al restaurante de comida mexicana favorito de tía Dolly. No habíamos comido allí este verano, pero había comido allí muchas veces antes. La camarera reconoció a mi tía y nos llevó a una mesa en el centro del restaurante, donde le gustaba sentarse.
—Apuesto que si pides una margarita, te traería una —dijo mi tía.
—No tengo veintiuno aún, tía Dolly —le recordé—. Pero tengo casi dieciocho años.
—Vamos —me animó—. Vamos a intentarlo.— Típico de tía Dolly, la vida es sólo un gran juego. El camarero se acercó por detrás de mí.
—Hey, Dolly —dijo—, ¿te gustaría tu habitual margarita?— Dolly sonrió y asintió.
—Bueno, sí, me gustaría, Nicholas —contestó—. Y una para mi sobrina. —Agitó su mano hacia mí—. Me está visitando por el verano. —Pude sentir al camarero moviéndose para conseguir un mejor vistazo de mí. Ni siquiera tenía mi licencia de conducir, no es que eso hubiera importado ya que era menor de edad. Estuve nerviosa inmediatamente y deje mi mirada fija en la mesa. Sentí a la tía Dolly pateándome la pierna.
—¡Aw! —Alcé mi cabeza de golpe para fruncirle el ceño. Ella me guiñó el ojo y luego hizo un gesto con la cabeza hacia el camarero. A regañadientes miré hacia atrás, y mi corazón se detuvo en mi pecho. Era Nick de la playa.
—Bueno, la Chica del Libro. —Sonrió—. ¿Cómo vas a conseguir terminar toda esa lectura si estás aquí de fiesta con Dolly? —Abrí mi boca y la cerré de nuevo. Enfócate, Miley, me dije, no actúes como una idiota.
—Lo terminaré esta noche, así que no hay margarita para mí. Muchas gracias, Nick —dije un poco más brusco de lo que tenía la intención—. ¿O es Nicholas? —Tal vez usa un nombre diferente para las chicas que conoce. Típico chico surfista. Y aquí estoy, pensando en que es inteligente y diferente de otros chicos. Debo ser tan ingenua.
—¿Ustedes dos se conocen? —pregunto tía Dolly, obviamente superada por la emoción. Nick nunca quitó sus ojos de mí mientras se inclinaba en cuclillas al lado de nuestra mesa.
—Sí, nos conocemos, excepto que me dijo que su nombre era Nick —le dije a mi tía con inesperado enojo y arranqué mi mirada de la suya. Tía Dolly comenzó a reír. No sé por qué me sentía tan frustrada. No es como que siquiera conocía a este chico o si lo vería otra vez.
—Lo es, cariño. —Ella se rió—. Su nombre es Nicholas Jonas, pero sólo lo llamo Nick. —Ella tocó mi mano. Me quede sentada en la dura silla de madera y me sentí como de cinco centímetros de alto. Nick se rió junto con mi tía.
—Tuve el placer de conocer a Miley hoy temprano en la playa —respondió Nicholas—. Y espero poder verla mañana. —Esta vez su voz fue baja, y se acercó un poco más a mí.
—Bueno, necesito utilizar el baño de señoras —anunció tía Dolly, dejándonos solos. Forcé mis ojos a desprenderse de la silla vacía de tía Dolly hacia Nick, quien seguía de rodillas junto a mí. Mis nervios burbujearon de la emoción al estar tan íntimamente cerca.
—¿Así que Dolly es tu tía? —preguntó mientras se trasladaba a la ahora, silla vacía. Asentí mientras le miraba. La tenue iluminación del restaurante lo hizo incluso más guapo, si eso fuera posible.
—La visito cada verano —le dije—. Estaré aquí hasta finales de agosto, antes de que empiece la escuela en el otoño.—La sonrisa de Nick hizo brillar sus ojos.
—¿Estarás en la playa mañana? —Parecía muy emocionado. Su mirada me hizo sentir hermosa, como si él fuera un artista viendo a la Mona Lisa. No sabía por qué me sentía así. No era reina de belleza. Pero no pude evitar sentirme una cuando él estaba mirándome así. Por todo lo que él sabía, podría estar tan loca como mi tía.
—Si puedo conseguir terminar mi lectura —dije. Sin otra palabra, se deslizó fuera de la silla y la sostuvo para que la tía Dolly pudiera sentarse. Nos informó que estaría de vuelta con nuestras bebidas.
—Oh, Miley —dijo Dolly—, siempre me ha gustado Nicholas. Es un joven educado. E inteligente también —Asentí, sólo escuchando y tratando de actuar como si no estuviera interesada. Pero por supuesto que lo estaba—. Y se graduó en San Diego State esta primavera pasada. —Eso llamó mi atención.
—¿Ya salió de la universidad? —tartamudeé. Tía Dolly sonrió y asintió.
—Sí, estaba en un programa acelerado y fue capaz de hacer cuatro años en unos dos y medio. Creo que está en alguna parte de los veinte años, tal vez sólo veintiuno.— Suspiré. Yo solo tenía diecisiete. De ninguna manera él iría por alguien cuatro años más joven, incluso si cumplía dieciocho años en unos meses.
—Aquí tienen, señoras. —Nick estuvo de vuelta con nuestras bebidas, una margarita para tía Dolly y un brebaje mezclado para mí. La cena estuvo buena, y Nick continuó viniendo a nuestra mesa. Cuanto más lo hacía, más nerviosa me ponía. Él sólo parecía tan grande de muchas formas diferentes; lo último que quería era hacerme ilusiones. De vuelta en casa, agarré mi libro y me instalé en la cama. Tenía una larga noche de lectura por delante. Me quedé dormida con visiones del Conde Drácula y Nick todos mezclados y distorsionados. A decir verdad, en su mayoría eran sólo de Nick y cómo lucía en su tabla de surf, flotando sobre las olas con el sol brillando en el agua que se aferraba a su cuerpo.

1 comentario:

  1. awwww me encanto gracias por subir el capitulo!
    ne serio moria por leerla!!!!
    ya quiero leer el sigue
    sube pronto
    BESOS

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