Para el momento en que había rellenado el papeleo necesario, y tenia alojado a Hamlet dentro de un barato trasportín para gatos, había pasado cerca de media hora desde que Liam se había bajado de mi auto. De pie, en el aparcamiento, no pude encontrarlo por ningún lado. Saqué mi teléfono, no había mensajes. Busqué en el parabrisas, no había notas. Llame a su teléfono, no hubo respuesta. Volví a llamar a su teléfono, directo al buzón de voz. Para cuando sonó el “bip”, yo estaba llorando.
-Liam, lo siento. Lo siento tanto. No sé como arreglar esto. Solo quiero que volvamos a ser como hemos sido siempre. Dios, eso es estúpido. Sé que no podemos. Se que las cosas no pueden ser como antes, pero… no lo sé. Como sea. Sólo… hazme saber si estas bien. No estas en mi auto, y no sé como llegaste a casa, si es que llegaste. Sólo llámame. Por favor. Hablemos de esto- Unos minutos después, estaba sentada al lado de mi auto en el pavimento, mis vaqueros mechados de polvo, cuando recibí un mensaje. Estoy bien.
Traté de llamarle otra vez, saltó directo al buzón de voz.
Y por mas que intentara pensar de otra manera, por mas que
intentara esperar que podíamos superar esto… Ya lo sentía. Sentía que me apagaba.
Tal vez era el dolor. Tal ver era que al final había acabado por volverme loca.
Tal vez ya simplemente no tenía a donde mas ir. Pero cuando volví a mi complejo
de apartamentos, no me dirigí al mío. Con Hamlet en la mano, me dirigí al de
Nick. No sabia como me veía cuando abrió la puerta. Ni siquiera quería saberlo.
Pero la abrió casi al instante, gesticulando hacia mí sin hacer preguntas.
Jamás había estado en su apartamento. Debería haberme dado cuenta, o pedirle
que me mostrara los alrededores. Debería haber dicho algo, pero lo único que
tenia en la punta de la lengua era un sollozo, y necesite de toda mi energía,
toda mi concentración para retenerlo.
Pero incluso eso no fue suficiente cuando sus dedos
levantaron mi barbilla. Él dijo mi nombre, y vi una mirada preocupada en
aquellos ojos. Las lágrimas cayeron de mí como una copa rebosante, y no pude
controlarlo, ni respirar bien, ni explicarlo. Él tomo la caja de Hamlet de mis
manos y pasó un brazo alrededor de mis hombros. Me condujo por un pasillo casi
idéntico al mío hacia una sala de estar que era completamente diferente. Estaba
llena de libros, algunos en las repisas, otros apilados en el suelo. Los
muebles eran sencillos y con un toque moderno, pero no tan modernos como para
que dudara antes de hundirme en los cojines del sofá negro, agarrando una
almohada blanca para abrazarla a mí pecho. Luego Nick se puso a mi lado,
sacándome la suave almohada de las manos y reemplazando la comodidad con su
cuerpo. Me colocó en su regazo, acunándome como a una niña, sacándome las
lágrimas, peinando mi cabello, frotándome la espalda.
-Él me odia- Me las arregle para decir finalmente. Él no
había preguntado, pero su preocupación me empujo a hacerlo de todos modos, sacó
las palabras fuera de mi boca.
-¿Quién te odia, amor?- Rápidas y cortas respiraciones
salían de mis labios, pequeños gemidos qu no era capaz de controlar.
-L-Liam
-Liam no podría odiarte jamás- dijo.
-Lo hace. Se fue. No volverá a hablarme- Me disolví en otro
ataque de llanto y sólo me acerco a él, metiendo mi cabeza debajo de su
barbilla, contra su pecho. Me dejó llorar, murmurando cosas todo el tiempo.
Estarás bien, amor. Las cosas se resolverán. Cálmate. Respira, Miley. Estoy
aquí. Todo irá bien. Sea lo que sea nos ocuparemos de esto. Está bien, amor.
Debió haber murmurado miles de variaciones. Pero jamar dejo
de intentarlo, sin importar que no lo estuviera escuchando. Cuando termine de
llorar, estaba demasiado cansada para hacer nada más. Me dejé caer contra él,
sólo inhalando y exhalando. Y él me sostuvo allí. Finalmente, un sonido se oyó
a través de la niebla. Un bajo y molesto gemido. Hamlet. Había dejado a Hamlet
atrapado en esa caja todo este tiempo. Llena de culpa, me senté, manteniendo la
cabeza despejada por un momento.
-Lo siento, necesito llevarla a casa- Estaba poniéndome de
pie, para ir en busca de su cajón, cuando Nick me tomo por los codos.
-Quédate, amor. Estas alterada. Cuidaré del gato. –No. No
podía dejar que hiciera eso. Porque entonces el vería que todas las cosas de la
gata que había comprado la noche anterior todavía estaban completamente nuevas
y sin usar.
-No, está bien. De verdad, debería irme. Estoy bien ahora.
Gracias.
-Miley, por favor, habla conmigo.- Mi cuerpo estaba
inclinado hacia él en contra de mi voluntad,
sufriendo por volver a sentir su comodidad, pero aún no había tomado una
decisión.
-No lo sé…
-¿Qué te parece esto? Te vas a casa y te encargas del gato,
y en un ratito, te llevaré la cena. Podemos hablar o solo ver una película o
cualquier cosa que necesites hacer. Yo sólo… si te vas así, me volveré loco
preocupándome por ti.- Después de un momento, asentí.
-Bien.
-¿En serio?
-Si, sólo dame una hora ¿De acuerdo?- Él sonrió, y yo supe…
que estaba en problemas.
Estaba bastante segura de que mi nueva gata me odiaba. No es
que la culpara por ello, después de haberla dejado en aquella caja durante
tanto tiempo. Sin importar lo que hiciera, ella dejaba escapar ese gruñido con
la boca cerrada cada vez que daba un paso en su dirección. Le dejé comida en la
cocina, la cual ignoró. Le hice una caja de arena y la puse en el armario de
depósitos. La levanté y la lleve a la caja, ubicándola dentro para que supiera
donde estaba. Siseo una vez y luego corrió, tirando la basura en su escapada.
Desapareció debajo de mi sofá, únicamente con sus malvados y brillantes ojos
visibles en la oscuridad. ¿Por qué no le había dicho a Nick que tenía una gata
llamada Lady Macbeth? Eso le hubiera quedado mucho mejor.
Durante el resto del tiempo, me quedé sola con mis
pensamientos, los cuales eran casi tan agradables como el virus Ébola. Ordene
la sala de estar, luego pensé en huir. Ordene mi cuarto, entonces me apresure
al baño, segura de que iba a vomitar. No lo hice. Casi deseé haberlo hecho.
Podría haber dicho que estaba enferma. Antes de que tuviera la oportunidad de
discutirlo conmigo misma… se escuchó el timbre de a puerta. Mi corazón se
sintió como si alguien estuviera usándolo como un trampolín. Respire hondo. No
le había prometido nada. Él había dicho que podíamos hablar. O ver una
película. O hacer cualquier cosa que yo quisiera. Esto no tenía que ser un gran
problema. Cuando abrí la puerta, Nick se veía tan alegre que fue difícil seguir
temiendo su presencia.
-Olvidé preguntarte que querías, así que traje pizza, una
hamburguesa y una ensalada- Estaba haciendo malabares con las tres cosas en sus
manos, y yo quedé abrumada una ver de lo mucho que me gustaba. No solo de
manera romántica. En general. Él era bastante asombroso. Sonreí.
-La pizza está bien.- Retrocedí y él se paró dentro de mi
apartamento. Por mucho que me estuviera volviendo loca antes, se sentía natural
tenerlo aquí. No es que hubiera dejado de sentirme nerviosa, era sólo que…
parecía como si perteneciera aquí. Caminamos hacia mi cocina/sala de estar y
dejamos la comida en la pequeña isleta redonda que sobresalía en la encimera.
Me ocupé de agarrar bebidas y platos para ambos, y cuando no hubo nada más para
distraerme, saqué uno de los taburetes de debajo de la isla y me senté a su
lado. Puse una porción de pizza en mi plato y él abrió la ensalada. Entrecerré
los ojos hacia él.
-¿No iras en serio a sentarte ahí y comerte una ensalada
mientras yo me lleno la cara con bendita grasa, o si?- Aderezó su lechuga y
sonrió.
-Oh, también me voy a
comer la hamburguesa. Y un poco de pizza, si me dejas algo.- Rodé los ojos. Los
chicos apestaban. Hablamos. De nada que importara. Él se sorprendió cuando
hundí mi pizza en aderezo ranchero para ensaladas. Cuando le hic probarlo,
frunció el ceño como si le resultara asqueroso, pero lo vi hundir otra porción
en la salsa mientras yo rellenaba mi bebida. No fue hasta que me sentí tan
llena que creí que iba a explotar, cuando él trajo mi anterior crisis a
colación.
-Entonces, ¿Puedes decirme ahora que pasó con Liam?- Agarre
el pepperoni de la media porción de pizza que quedaba en mi plato.
-Tuvimos una pelea, supongo. Creo, No estoy segura. Jamás
hemos discutido.
-¿Sobre qué?- Dejé escapar el aire que había estado
reteniendo en mis pulmones, y me dispuse a poner las cosas en el refrigerador y
los platos en el fregadero.
-Sobre el beso. –Podía imaginar la reacción de Nick sin mirarla, así que decidí continuar
y lavar los platos… con la mano… a pesar de que tenía lavavajillas.
-Le gusto- Continué.- Me lo dijo después del beso y hemos estado
tratando de actuar como si nada hubiera cambiado, pero nos fue terrible, y yo
simplemente me canse de fingir que las cosas estaban normales.- Él apareció a
mi lado, tomando un plato y secándolo por mí. Ya debía haberse dado cuenta de
que era más fácil para mí hablar cuando no nos estábamos mirando el uno al
otro, porque mantuvo los ojos fijos en el plato mucho después de que estuviera
seco.
-Entonces, ¿Qué hiciste?
-Le dije que no pensaba que fuera a pasar.
-¿Ni siquiera estabas un poco interesada?- Preguntó Nick. No
creía que Nick quisiera oír esto realmente, pero iba a recibir lo que había
pedido. Necesitaba desahogarme con alguien.
-Lo pensé. Liam es dulce, y me gusta estar con él, pero
realmente no me hacia sentir nada.- Dejo de mirar el plato y se giró hacia mi,
apoyando la cadera contra el mostrador a mi lado.
-¿Yo te hago sentir algo?- Levanté la mirada hacia él solo
lo suficiente para ver si estaba bromeando. No lo estaba. Miré al otro lado.
-Esa es una pregunta estúpida.
-¿Lo es? Eres más difícil de leer de lo que crees.- Me sequé
las manos con una toalla, y me dirigí al sofá, apretándome en una esquina y
llevándome una almohada al regazo.
-Hablo en serio- continuo Nick –A veces reaccionas… como,
bueno, como quiero que reacciones. Pero luego, otras veces, como afuera,
mientras devolvías las llamadas, me empujas como si yo no te afectara de la
manera en que tu me afectas.- Apreté la almohada mas fuerte contra mi pecho.
-Estoy afectada, Nick. Es solo que estoy tan confundida… y
preocupada. Y no entiendo por que tu no lo estas.- Tomo asiento del otro lado
del sofá, con el cojín entero del medio separándonos.
-Creo que todo lo que hago es preocuparme.- dijo.
-¿Y crees que esto es inteligente?- Él sacudió la cabeza,
riendo.
-Oh, definitivamente no es inteligente. Lo se. Pero,
¿Honestamente, Miley? Me siento miserable, aquí. Es genial tener un trabajo
estable y estoy disfrutando de enseñar, pero ya no tengo amigos aquí. Voy a
trabajar, y luego vuelvo al apartamento. Y pienso en ti, porque no puedo
evitarlo y no hay nada más para distraerme. Especialmente cuando sé que estas a
tan solo un edificio de distancia. La noche que nos conocimos… Miley,
normalmente no hago cosas como esas. Pero me estaba replanteando volver aquí, y
tú fuiste todo lo que necesite. No sé cuantas veces me detuve de venir aquí y
llamar a tu puerta. Y si, verte con Liam fue definitivamente motivación, pero
más que eso… Simplemente me gustas, Miley. Como maestro. Como persona. Como
chico.
Fue difícil mantener la respiración constante, difícil
evitar que el anhelo se mostrara en mi rostro, difícil evitar ir con él.
-¿Y ahora qué?- le pregunté.
-No tengo la menor idea.- Yo tenia tantas ideas. Ese era el
problema.
-Si hacemos esto…- comencé, y luego me detuve. Su postura
entera había cambiado, y sentí que la mía también lo había hecho. Estábamos a
punto de cruzar una línea, y ambos lo sabíamos. –Si hacemos esto, tenemos que
ser cuidadosos. –Él asintió, sus ojos fijos en los míos. –Y creo que deberíamos
tomárnoslo con calma. Si nos enganchamos muy rápido en esto, seremos
cuidadosos.- Y yo necesitaba mas tiempo para pensar sobre esto, sobre el sexo
con él, y si era algo que quería hacer.
No estaba segura de si despacio era lo que pudiéramos hacer,
pero era la única manera que podía lograr esto sin volverme loca. ¿A quien
estaba engañando? Me iba a volver loca igual. La diferencia era que con un
sentimiento de locura del tipo “voy a perder la compostura” o del tipo “me
encerrare en el apartamento por una semana”
-De acuerdo- Nick se deslizo más cerca de mí en el sofá, a
medio camino en el cojín del medio –Puedo ser cuidadoso… y hacerlo despacio.
Se me puso la piel de gallina cuando levanto una mano hacia
mí. Me deje temer por un momento, pero luego la necesidad de tocarlo se
sobrepuso por encima del miedo. Me deshice del almohadón en mi regazo y me
acerque a él. Coloqué mi mano sobre la suya, y él la levanto a su boca, sosteniéndola
allí contra sus labios. Cerró los ojos y con un simple toque se impregno en mi
cuerpo, calmando mi ansiedad.
Como una llave en una cerradura, mi cuerpo cayó en el suyo,
encajando perfectamente. Con mi cabeza en su pecho, y sus brazos alrededor de
mis hombros, respire hondo y supe que no había vuelta atrás..
aaah! que emocion! plis sube pronto mas :D
ResponderEliminartienes que seguirlaaa!!!!!
ResponderEliminarno puedes dejarla ahi siguela por favor que me encanto el capitulo!!!!