miércoles, 22 de enero de 2014

Game Of Love - Niley - Cap 04


Sus ojos se abrieron de pronto, las protestas formándose en su lengua, pero las manos de él encontraron sus pesados y adoloridos pechos; esos dedos tan capaces se deslizaron sobre el material de su vestido, frotando los picos hinchados. Ella gimió su nombre, más allá de la razón, y la boca de él se cerró sobre su seno, caliente y exigente a través de la ropa y el delgado encaje de su sostén. Un agudo hormigueo se disparó en su interior. Nick levantó la cabeza, cubriendo de nuevo sus hinchados labios con los suyos mientras masajeaba el pecho en una mano y finalmente deslizaba la otra bajo el vestido. Usando uno de sus poderosos muslos, separó los femeninos y deslizó su mano hacia el interior de ellos. Ella jadeó mientras sentía sus nudillos rozar su centro.
—Maldición —gimió él—. Estás tan mojada.— Lo estaba. Se ahogaba por él. Un dedo se movió en su centro, acariciándola suavemente.
—¿Alguna vez te has excitado tanto?— Poniendo sus manos sobre los anchos hombros, sus dedos se clavaron en el suave material del suéter. Perdida en las crecientes sensaciones, su cuerpo se arqueó contra los atormentadores movimientos de él.
—Dime —gruñó. ¿Qué era lo que preguntaba? Cuando la pregunta resurgió, no podía considerar siquiera el responder, pero sus dedos se detuvieron. Bastardo.
—Apuesto a que no —Sus labios recorrieron el calor de sus mejillas, y luego por su garganta mientras sus dedos resumieron su movimiento holgazán—. No si no has estado con hombres que no saben dónde meter sus dedos, ya no hablemos de sus penes. El hecho de que el modo en que le hablaba la excitara era un poco desconcertante. No era como que estuviera acostumbrada a la charla sucia.
—Te sientes tan bien —Era la extensión de la conversación de cama con la que tenía experiencia, pero esas palabras groseras saliendo de su boca la hacían pensar y desear en cosas locas y deliciosas.
—¿Qué hay de ti? —le preguntó. Nick rió contra su garganta.
—Sé exactamente dónde meter mis dedos y mi pene.
—Me alegra escuchar eso.— La risa que obtuvo por respuesta envió un estremecimiento por su cuerpo. Su voz se afiló.
—¿Entonces? ¿Esos otros hombres sabían cómo usar sus dedos y sus penes?— Por todos los cielos, no podía creer que le estuviera preguntando eso y que le iba a responder. Las palabras salieron de sus labios a trompicones, cayendo como gotas de lluvia entre ellos.
—Estaban bien.
—Bien. —El disgusto colgó de esa simple palabra—. ¿Te hicieron correrte?— Oh, por Dios. Sus ojos se abrieron y la arrogante sonrisa burlona que él tenía en el rostro la enfureció.
—¿Lo harás tú? —La pregunta flotó en el aire antes de que pudiera detenerla. Los ojos marrones masculinos se calentaron.
—Eres un poco exigente ¿eh?— Miley no respondió. En realidad no podía, porque los ágiles dedos se deslizaron bajo el satín de sus pantis. Su cuerpo se sacudió y la sonrisa burlona lo supo. El reto brilló en los ojos de Nick, y era obvio que este hombre no se retractaba de uno. La excitación pulsó en su sangre como una canción de techno.
—¿Por qué no respondes la pregunta? —preguntó él, frotando sus dedos contra ella de manera que envió otra descarga por su cuerpo. Porque comenzaba a tener problemas para respirar.
—Es una pregunta personal.
—¿Una pregunta personal? ¿No nos estamos poniendo personales ahora?— Buen punto. Cuando no respondió, apretó el pulgar en el manojo de nervios y ella gritó, sus caderas se arquearon contra su mano.
—Te he besado. Aquí —dijo, capturando sus labios en un rápido y ardiente beso—. Y te he besado aquí —Sus labios se movieron por su garganta y su otra mano jugueteó con el adolorido pico de su seno—. Y te
he tocado aquí… y te estoy tocando más abajo ahora.— Para probar su punto, uno de sus dedos se deslizo dentro de ella, haciéndola sujetarse a sus hombros.
—Nick…
—¿Pero nada de esto es tan personal? —preguntó, sonriendo mientras movía su dedo dentro y fuera, una y otra vez hasta que Miley estuvo sin aliento
—. ¿Miley?— La facilidad con la que se apoderó de su cuerpo la sorprendió, y cuando la abrazó íntimamente, todavía empujando su dedo dentro y fuera, sintió la estrecha emoción de la liberación en su vientre. Nick pareció saberlo, porque aumento el ritmo mientras bajaba la cabeza. Los suaves bordes de su cabello rozaron su mejilla mientras le hablaba al oído.
—Está bien. No necesitas responder, porque lo que sea que ellos te hicieron sentir no se compara en nada con lo que yo te voy a hacer sentir, y te prometo que será más que bien.
Su corazón se disparó mientras la promesa pecaminosa ondeaba su alrededor. Oh, sí, Miley estaba segura de que todo esto sería más que bien Nick no dijo nada más mientras deslizaba otro dentro en su interior, pero la miró; sus ojos estaban fijos en los de ella todo el tiempo que la trabajó, rehusándose a permitirle mirar hacia otro lado, a escapar la corriente enloquecedora de sentimientos que estaba creando. Una sonrisa de autosatisfacción cruzó en los labios masculinos mientras rozaba su pulgar sobre su parte sensible, sus ojos ardiendo mientras ella aspiraba un agudo aliento. Comenzó a trazar perezosos círculos alrededor del capullo tenso, acercándose a tocarlo, pero siempre desviándose en el último momento. Después de un par de círculos, ella estaba jadeando, absoluta y malditamente jadeando. Y Nick disfrutó esto.
—Adoro como luces ahora mismo.
—¿En serio? —Sus caderas se movieron hacia adelante, pero Nick presionó, deteniendo sus movimientos.
—Tranquila —Le ordenó ronco. Su pulgar comenzó otro círculo seductor—. Tus mejillas resplandecen y tus labios están abiertos e hinchados. Hermosa.
Miley sintió que ardía en su interior, volviéndose un charco de agua caliente. Sus manos se deslizaron por su pecho y se encontró sorprendida al escuchar el corazón de él golpeando contra su palma. Quería moverse contra el travieso toque, pero estaba prisionera entre él y la pared. La evidencia de su excitación presionando en su cadera aumentó la añoranza que la consumía. Y cuando él hizo algo realmente tortuoso con sus dedos, ella gritó. Sus suaves lloriqueos, el lento y sensual asalto, la estaban llevando al límite. Arqueó la espalda tanto como él se lo permitió. Lo sintió sonreír contra su piel arrebolada. Con sus labios dentro de la distancia de un beso, le dijo:
—Te voy a hacer correrte en menos de un minuto.— La tomó por sorpresa.
—¿Menos de un minuto?
—Menos de un maldito minuto —replicó Nick sonriendo, realmente sonriendo. No una sonrisa presumida sino una juguetona, y su corazón tartamudeó cuando no debería, no podría, porque esto no tenía nada que ver con el corazón y ella realmente no lo conocía
—. Sí. Será así de impresionante —agregó. Maldito creído hijo de puta realmente tenía manos mágicas. La hora de jugar se había terminado. Movió los dedos dentro y fuera, rápido y luego más rápido aún. En cuestión de segundos ella se retorcía, y el aliento se le atascaba en la garganta. Él abrió la boca.
—Cuarenta segundos…— El siguiente roce de su pulgar creó una fricción espantosa. Ella lo empujó para atraerlo más cerca, más profundo. Nick gruñó.
—Me gusta… me gusta como tu cuerpo responde a mí. Perfecto.—La dulce agonía martilló a Miley, sus piernas se entumecieron. Oh, oh Dios…
—Treinta segundos… —dijo, bajando su boca a la de ella. La sorbió, imitando lo que estaba haciendo abajo con sus dedos. Se echó hacia atrás y murmuró—: Veinte segundos…
Mi Dios, ¿iba en serio con esa cuenta regresiva? Estaba absolutamente loco. Entonces mordisqueó y tiró de sus labios mientras sus dedos empujaban, dando vueltas. Al parecer su cuerpo estaba fuera de control: girando contra su mano, buscando más. Los músculos se tensaron. Un relámpago recorrió su columna, disparando a cada vértebra. Los dedos de sus pies se enroscaron dentro de las botas y sus caderas se alzaron, despegándose de la pared. Boqueó por aire. Cada una de sus terminaciones nerviosas ardía.
—Córrete para mí —le ordenó él. Su mano se movió, agitando el bulto de nervios entre sus dedos mientras lo pellizcaba. La liberación recorrió a Miley, rápida y poderosa, sacudiéndola, haciéndola dar volteretas en las dulces y suaves ondas de placer que atormentaron su cuerpo. Los pensamientos se diseminaron mientras se partía en pedazos y poco a poco, deliciosamente, se armaba de nuevo. Sin fuerzas, saciada y alucinada, se recostó contra él, buscando aire mientras las réplicas continuaban y la impactaban un poco más. Abrió los ojos y encontró a los azules devolviéndole la mirada.
—Todavía me quedaban cinco segundos —murmuró él, su mano todavía acariciándola íntimamente. Mierda… Sus labios se alzaron en una esquina. —Y aún necesito probarte.— Miley se dejó caer contra la pared, su corazón intentaba salirse del pecho. Aturdida maravillosamente, lo observó a través de sus gruesos párpados. Lentamente, liberó su mano y retrocedió. Con los ojos fijos en los de ella, se llevó un dedo a la boca y lo chupó. Miley nunca había visto a nadie hacer eso. En los libros, sí, pero no en la vida real. Estaba conmocionada, excitada y completamente envuelta en la sensual travesura de la acción. Nick sonrió burlonamente.
—Quiero más.— Su corazón tartamudeó. Él puso las manos en sus caderas y dobló la cabeza, besándola con intensidad, y entonces las deslizó bajo la falda del vestido. Una vez más sus dedos pasaron bajo la banda de sus pantis. Hubo una pausa mientras él se retiraba y sus labios capturaban su labio inferior. Se movió hacia abajo y se llevó las pantis con él. Confundida, puso las manos sobre los anchos hombros mientras salía de las pantis. Pensó que le quitaría el vestido a continuación o al menos las botas, pero él se quedó de rodilla, mirándola a través de sus gruesas pestañas. De ese modo, inclinado ante ella, parecía un Dios. Era hermoso. Nick levantó un poco el vestido. Sus ojos solo se encontraron cuando el material estaba por sus caderas.
Estaba expuesta a él, sus partes más íntimas. Por un momento breve, se preguntó si debería sentirse cohibida, pero la cercana promesa salvaje en sus lánguidos ojos la puso más caliente y temblorosa.
Tan imposible como se sentía, más calor la inundó y una necesidad se apoderó de ella. Lo observó, incapaz de desviar la mirada mientras él besaba el interior de sus muslos. La incipiente barba en sus mejillas pinchó su piel, enviando una ráfaga a través de ella. Miley nunca había estado más cautivada por nadie en su vida. En ese momento, era poseída y marcada. No comprendía el sentimiento, estaba demasiado perdida para cuestionarlo, pero un dolor agudo floreció en su pecho. Un hombre como Nick sería difícil de olvidar, mucho menos de seguir adelante. La respiración masculina le abrasó la piel, y su boca estaba en su
intimidad, deteniendo los pensamientos de Miley, capaz de sentir solamente.
Y él se alimentó de ella. La devoró con la lengua y los labios hasta que ella arqueó la espalda y sus dedos se hundieron en el revuelto cabello de él. Siseó y su cuerpo se meció sin vergüenza contra él. La trabajó, lamiendo y provocándola hasta que su cabeza dio vueltas y estaba segura de que sus piernas no la sujetarían. La tensión se enroscó en lo profundo, fuertemente y tan rápido que gimió.
—No puedo soportarlo —le dijo, tirando de su cabello. Nick le sujetó las muñecas contra la pared. Del modo en que estaba, él entre sus piernas y con las manos inmóviles, no podía detenerlo.
—Puedes aguantarlo —dijo contra su piel caliente. Sin darle otra opción,Nick se lo probó. Se mantuvo trabajándola hasta que se corrió, gritando su nombre mientras era desgarrada por la liberación, mucho más poderosa que la primera. No podía respirar por la intensidad del placer, ni siquiera podía formar un pensamiento coherente. Cuando el shock se calmó, estaba sorprendida de haber sobrevivido.
—Eso… eso fue increíble —respiró ella vacilante—. No, fue más que increíble. No hay palabras.— Nick se levantó despacio, acunando sus mejillas. La besó profundamente y ella gimió ante el sabor combinado de ambos. Cuando él se retiró, la lujuria concentrada en su mirada le robó el aliento.
—Fue increíble. —La besó otra vez—. Tú estuviste increíble.— ¿De veras? No había hecho nada más que convertirse en masilla en sus manos… y boca. Oye, al menos se había mantenido de pie. Eso era increíble. Besándola una vez más, la dejó ir y se alejó con rígido movimiento.
—Necesito… un minuto.— Miley se mordió el labio, deteniendo la risita que amenazaba con escapársele. Necesitaba una siesta y más de él, mucho más.
—Aquí estaré.
—Un minuto.— En su camino al baño, lo vio quitarse el suéter y la camisa blanca que llevaba debajo. Los gruesos músculos se movieron bajo la tirante piel de su espalda, atrayendo su atención completamente. En la puerta, se giró y la miró. Olvida el paquete de seis. Este hombre tenía todo un paquete de ocho. Buen Dios…
—No vayas a ningún sitio —le dijo. Miley no se movió, probablemente era incapaz de hacerlo hasta que él cerró la puerta tras de sí. Entonces ella se mudó hacia la cama y se sentó en el borde, sus rodillas estaban débiles y temblorosas. Nick había tenido razón. Ni siquiera habían tenido sexo y ella se sentía como nunca
antes. Una parte de sí estaba escandalosamente mareada y la otra parte… Seh, sabía que al final de la noche querría conservarlo. Nada bueno. El agua salió en el baño y el sonido llegó ahogado bajo un súbito
zumbido. Miró hacia abajo y vio encendida la pantalla del teléfono móvil de Nick. Su aliento se atoró y su corazón se saltó un latido. El nombre Stella destelló en la pantalla junto a una foto pequeña de una mujer que todo el que comprara en Victoria’s Secret reconocía. El estómago de Miley se hundió. Sabía que no debía mirar al texto que aparecía en la pantalla de vista previa. No era lo correcto, una violación a la privacidad y bla, bla, bla, pero ella miró porque era una chica e inmediatamente deseó no haberlo hecho.
"N la ciudad sta noche & kiero vert & reptir el pasado finde."
No requería dos neuronas el saber lo que había pasado el fin de semana anterior, aun cuando la muchachita enviara mensajes de texto como una adolescente de dieciséis años con ADHD. De todos modos ¿qué edad tenía Stella? Si a Miley no le fallaba la memoria, pasaba por uno veintidós y había modelado desde los quince. Su carrera despegó con el sostén de rubia o algo así. Antes de que el texto parpadeara por última vez siendo remplazado por la pantalla negra, Miley le echó un buen vistazo a la pequeña foto de la modelo. Cabello muy rubio y tan alta como Miley, probablemente pesaba varios kilos más. Era hermosa, con esos haraganes y humeantes ojos que rezumaban sex appeal. Y Nick había estado con ella el fin de semana pasado.
Dándose cuenta de esto, realmente comprendiendo con quien había estado él apenas siete días atrás, era como un balde de agua helada. Las pantis de Miley, dondequiera que estuvieran, probablemente servirían de
vestido para la modelo nacida en Rusia. Miró fijamente sobre su hombro a la cama bien hecha y al edredón negro. Ahora no podía imaginarse ahí, tendida desnuda ante Nick ante un hombre que traía a casa supermodelos. Súper. Modelos. ¿Qué hacía ella ahí? Además de tener los mejores dos orgasmos de su vida verdad, estaba tan fuera de su elemento que era embarazoso. Apenas podía rozar dos monedas de cinco centavos, pero sus muslos definitivamente no tenían problema para eso. Apostaba que los muslos de Stella eran del grueso de su brazo. Miley se levantó y se abrazó el cuerpo mientras su vista se enfocaba en la puerta cerrada del baño, y por alguna universalmente jodida razón, su autoestima se fue por el tragante y siguió bajando. Congelada a los pies de la cama, se preguntó si Nick se arrepentiría a la mañana siguiente. Entonces le contaría a sus hermanos sobre la chica que había traído a casa accidentalmente. Oh Dios, Chase reconocería su nombre y ella se moriría de la pena.
Una pelota de emociones horribles se formó en su vientre. No se había sentido de ese modo desde que había intentado entrar en el vestido de graduación para el su mamá había ahorrado, y había fastidiado la cremallera después de fallar en una dieta relámpago. O cuando su novio, una relación que había terminado hacía más de dos años, había mencionado la nueva dieta de moda de la que todo el mundo hablaba. Había sido su manera de decirle que necesitaba perder unos kilos. Qué bastardo.
Dios, ¿por qué debía pensar en esto en ese preciso momento? Había comenzado a amar su cuerpo, el poder de una mujer con curvas. La única explicación lógica, además del hecho de que él había sido capaz de conducir a casa y aparentar sobriedad, era que estaba realmente borracho. Girando sobre sus talones, su vista aterrizó donde había caído su bolso cerca del closet. Su respuesta de lucha o huye la rondó en el momento que escuchó cerrarse el agua, y su pecho tuvo un espasmo. En su cabeza, ella ya lo había dejado. Ahora solo necesitaba la acción y no dejar que la puerta le golpeara el trasero mientras salía.

***

Había una buena probabilidad de que Nick se corriera antes de que se quitara los pantalones, lo cual sería embarazoso, por decir algo. Maldición, necesitaba un minuto, un montón de minutos. Cerrando la puerta del baño tras de sí, se volvió hacia el agua fría. La lujuria bailaba en su interior, tirando de él apretadamente. No podía recordar la última vez que había deseado a una mujer tan intensamente como quería hundirse en Miley. Demonios, ella era la clase de mujer en la que podía perderse toda la noche, todo el fin de semana. ¿Protestaría si le pedía que se quedara para sexo después del desayuno? Sus labios se curvaron mirando su reflejo. Su cabello estaba despeinado por las manos de ella y aún podía sentir los espasmos de su piel contra su boca. Su esencia estaba en todas partes y su verga dio un tirón. Mierda.
Echándose agua fría en el rostro, alcanzó una toalla y se secó. No podía esperar a quitarle ese vestido, asentarse entre esas exuberantes piernas y escucharla gritar su nombre de nuevo. Nick gruñó. Si seguía pensando de ese modo, no iba a durar mucho antes de salir del baño.
Después de cerrar el grifo, se dio la vuelta y empujó sus manos a través de su cabello. Lo que estaba haciendo esta noche, trayendo a Miley a casa, era exactamente contra lo que el Club le había advertido, pero no era como que las brujas se escondieran en el bar. Aun si se escondieran en la habitación en ese momento, no lo detendría de tomar a Miley. Infiernos, un apocalipsis no lo detendría. Pero su anhelo, la necesidad de estar en la cama con ella, lo hizo sentir extrañamente inseguro de lo que estaba haciendo. De lo que sabía de ella, que era más de lo que sabía de la mayoría de las mujeres con que había dormido, estaba intrigad. De hecho jodidamente intrigado.
Intrigado nunca había estado antes en su vocabulario, no cuando se refería a mujeres que acababa de conocer. Seguro, les había tomado cariño a algunas. Incluso algunas amistades habían florecido de eso, pero nunca le había interesado en lo que las movía. ¿Cómo podía estar tan intrigado después de hablar con ella un par de horas compartiendo tragos? Maldita sea, lo estaba pensando demasiado y todavía estaba duro como una roca. Y realmente necesitaba salir del baño. Rodando los ojos, abrió la puerta del baño, salió con paso decidido y… se detuvo por completo en so habitación vacía. Miró a la cama, deseando verla acurrucada ahí, esperando por él. Justo como su habitación, su cama tenía ausente a una mujer sexy como, demonios.
—¿Miley?— No hubo respuesta. Confundido, se dio la vuelta. El cuarto era grande, pero no tan grande como para perder a una mujer en él. Si fuera sí, sería la primera vez. Su vista cayó en el closet. Recordando su fascinación con él, se acercó despacio y empujó la puerta abriéndola de par en par. Gracias a Dios no estaba ahí, porque eso lo hubiera molestado un poco. Retrocediendo, se fijó de nuevo en la cama. Su bolso no estaba. Una creciente y acuciante incredulidad hirvió en sus venas mientras merodeaba fuera de su habitación y hacia el corredor. Se detuvo en la barandilla, poniendo sus manos sobre ella mientras se inclinaba hacia adelante y observaba el salón vacío debajo.
—Tienes que estar bromeando —dijo, empujado el pasamano. Bajando de dos en dos las escaleras, se apuró y llegó a la cocina. La llamó una vez más pero no obtuvo respuesta. Nick se detuvo ante la vacía estantería de vino con las manos en las caderas. No podía creerlo, estaba completamente desconcertado. Miley lo había dejado, lo había dejado mientras él estaba en el baño. Una parte de sí le  encontrarla. No podía haberse ido muy lejos, y no tenía medios para irse a casa. Antes de darse cuenta de lo que hacía, estaba en la puerta delantera. No estaba cerrada, probablemente cerrada con precipitación.
Como si Miley hubiese huido de él. ¿Se había pasado a un universo alternativo donde las mujeres los dejaban sin decir una palabra? Tal vez se había caído en el baño y golpeado la cabeza. Pero mientras más tiempo pasaba ahí, la ira remplazaba la incredulidad. Se giró y se obligó a sí mismo a alejarse de la puerta y regresar al piso superior. Después de dirigirse a su cama, cogió su teléfono. Solo cuando su pulgar barrió la pantalla se dio cuenta de que no tenía el número de Miley. Ni siquiera sabía dónde trabajaba o vivía. Lanzó el aparato a la cama, se sentó y cayó sobre su espalda.
—Mierda.

2 comentarios:

  1. jajaja me encanto
    pobre nick se quedo sin accion
    me encanaron los capitulos
    SIGUELA!

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  2. Guau muy bien Miley ahora a buscarla genial como siempre siguela pronto

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