domingo, 6 de abril de 2014

Teach Me to Love - Niley - Cap 08


No bebo muy a menudo pero, diablos, en este momento estoy bastante borracho. Miley salió con ese imbécil, Douglas, tres veces durante sus vacaciones de invierno. Lo que no puedo entender es cómo ella me besó ese último día de escuela, y luego fue directo a los brazos de Douglas. Debería haberle dado un pase de detención. Caminé hasta su casa esta noche y estoy esperando a que regrese. Sólo quiero verla, quizá incluso hablar con ella. La última vez que él la trajo a su casa, intentó besarla, y ella casi se lo permitió. Tal vez sabía que yo los observaba porque echó una mirada alrededor antes de entrar, sola, dejando a Booth en su umbral. Fue genial ver cuánto deseaba él ese beso, cómo lo esperaba, y cómo no lo consiguió. Ahora estoy sentado al otro lado de la calle y dos casas más abajo. Esta casa está en venta, así que nadie la ocupa. Tal vez debería comprarla. Eso le enseñará. Miley ha estado fuera por casi tres horas otra vez. Probablemente viendo alguna estúpida película y comiendo alguna estúpida cena. Tan estúpidamente predecible.
Soy tan estúpido. Cuelgo mi estúpida cabeza en mis manos y tiro de mi estúpido cabello. Estoy bebiendo alguna clase de ron envuelto en una bolsa de papel de la tienda de licores. Me he convertido en un cliché: el borracho ex-novio que acecha a la mujer que ama y que simplemente no puede dejar ir. Mi estómago quema por el alcohol, así que dejo de beber. Es la primera cosa inteligente que he hecho esta noche. Apoyado contra la puerta detrás de mí, sólo miro fijamente al otro lado de la calle. ¿Cómo pude precipitarme tanto en romper las cosas con ella? No he olvidado ni un minuto de nuestro verano juntos, aunque ahora estamos plagados con un clima más frío… y en tiempos más fríos. Cierro los ojos mientras imagino a Miley el primer día en que la vi: su cabello claro recogido en una cola de caballo y sus gafas de sol tan grandes que cubrían la mayor parte de su rostro. Había estado mirándola por unos buenos diez minutos antes de que ella siquiera me notara. 
Una vez que lo hizo, mi vida cambió. La observé desde el agua mientras ella me miraba desde la arena. La noche en que la besé, seis días después, fue como nada que jamás hubiera experimentado antes. Su cuerpo amoldado al mío, sus labios suaves pero urgentes. No como la última vez que la besé. Había estado tan enojado por verla aceptar salir con ese idiota, que no podía pensar claramente. Había escrito esa carta porque no quería retenerla… sólo para tener que verla siguiendo adelante. Mis emociones y testosterona simplemente reaccionaron. Quería continuar sosteniéndola y besándola, pero no era posible. Nuestra relación no es posible. Mi corazón duele tanto que siento dolor físicamente. No. Espera. Eso es por el ron. Me inclino fuera del porche y vomito lo único que tengo en el estómago: alcohol. Estoy a un paso de acurrucarme en una pelota y llorar. Qué demonios, término por acurrucarme y dejar que el dolor me tenga… Entonces me desmayo.
Me despierto y siento algo suave sobre mí y sé que alguien está cerca. Trato de incorporarme y veo que Miley está junto a mí leyendo un libro con una linterna. Ella nota que estoy despierto.
—Casi logras que te atrapen aquí afuera —dice, dejando su libro y apagando la linterna. Hay una manta sobre mí, y la reconozco como la colcha de su cama sobre la que habíamos yacido en septiembre. Trato de sentarme por completo y me siento inmediatamente demasiado mareado y con náuseas otra vez. Miley se gira y toma algo de su lado.
—Aquí —dice, ayudándome a sentarme—. Traje agua y galletas saladas para ti.— Los brazos de Miley resbalan bajo los míos mientras me sostiene contra la pared. Está tan cerca de mí, cuidándome. Puedo sentir el olor a coco que la rodea, y la sensación de estar en casa cubre mi corazón.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —pregunto, tomando el agua y bebiéndola a sorbos. Una mueca cruza sus labios.
—Te he visto aquí afuera cada noche en que he salido con Douglas —dice entre dientes—. Cuando me dejó, te vi tirado aquí y esperé hasta que se fuera para venir. Cuando te encontré, bueno, supongo que supe que podrías necesitar ayuda.— Me froto la cabeza.
—¿Qué hora es? —La luna cuelga perezosamente en el cielo. Pienso, o mejor dicho espero, haber vomitado la mayor parte del alcohol que consumí, pero todavía siento los efectos.
—Las tres de la mañana —contesta.
—No es lo que tú piensas —digo, sintiendo a mi estómago anudarse. Miley asiente, mirándome.
—¿Qué es entonces, Nick?— Sus ojos se ven tan tristes como yo me siento. Quiero decirle que simplemente no puedo dejarla ir, y decirle cuánto la amo. Pero estoy ebrio, y cuando le diga cómo me siento realmente, sé que debo estar sobrio para que me tome en serio. En su lugar, digo:
—No lo sé.— Ella me entrega otra botella de agua, más galletas, y un par de gomas de mascar. Oh, infiernos. Este momento apesta.
—¿Puedes caminar? —pregunta de repente.
—Tienes razón. —Empujo para pararme y maldigo inmediatamente la invención del ron—. Debo ir a casa.— Miley sacude la cabeza y suspira fuertemente, equilibrando mi peso sobre sus hombros.
—Vives demasiado lejos para ir caminando, y no te dejaré entrar en mi auto si vas a vomitar otra vez — dice, luchando para ayudarme a caminar. Hago una nota mental para preguntarle luego cómo sabe dónde vivo—. Mi papá está apagando un incendio en unas tierras de cultivo en el norte y no volverá a casa por otros tres o cuatro días más. Puedes quedarte en mi casa, pero sólo por esta noche.— Sé que debería estar diciendo que no y caminar a mi casa, pero no puedo.
—Estoy borracho —indico lo obvio. Miley se ríe y me empuja adelante. Soy vagamente consciente de que de alguna manera logró hacerme subir las escaleras y que me ha metido en su cama. Puedo sentirla cómo me quita los zapatos, y siento su vacilación mientras considera qué hacer con el resto de mi ropa. Mis ojos están cerrados, y la escucho tararear mientras coloca unas mantas sobre mí. El cuarto gira, y quiero que se detenga.
—Estás congelado —dice para ella misma, pensando que me he desmayado otra vez. Se sienta en la cama y cepilla con sus dedos el cabello fuera de mi cara—. Eres tan hermoso, Nick. —Sus labios se presionan suavemente en mi frente—. Te extraño cada día, y cada día desearía que las cosas fueran diferentes. ¿Por qué me escribiste esa última carta, eh? ¿Qué te hizo pensar que eso mejoraría algo? —susurra, entonces sale del cuarto.
Me duele el pensar que se aleja. También la extraño, y quiero decírselo, pero el ron me ha agotado. Lentamente, mi mente se deja caer en un sueño perturbado. ¡Qué noche horrible! Mi cabeza duele más de lo que jamás pensé posible; ahora que pienso en ello, también lo hace el resto de mí. Me giro y siento la estrechez de mi estómago vacío. Necesito comer. Empujo los pies fuera de la cama y noto que aún llevo puesta la ropa de ayer. Ni siquiera sé cómo llegué a casa. Fuerzo mis ojos a abrirse, tratando de recordar algo de anoche. Quise hablar con Miley, así que decidí caminar hasta su casa, y en el camino había una tienda de licores… Compré una botella de ron… Miley estaba en su cita, así que la esperé fuera al otro lado de la calle… Oh, mierda.
Mi cabeza se levanta de un tirón, y mis ojos se abren muy grandes. Estoy en el cuarto de Miley. Ella me encontró ebrio y cuidó de mí. Echo una mirada alrededor del cuarto que está decorado en su mayoría en tonos rosas y amarillos. Trato de reconstruir los acontecimientos de anoche. Espero no haber empeorado las cosas entre nosotros. Hay una nota en la almohada:
"Nick, duerme todo lo que quieras. Puse una toalla limpia en el cuarto de baño para que puedas ducharte. Mi padre es más alto que tú, pero encontré algo de ropa que quizás te quede."
Gimo en desconcierto y miro el reloj. Es casi mediodía. Me paro y logro llegar hasta el cuarto de baño. Me quito la ropa y me meto al agua caliente. La ducha se siente bien, pero no lo suficientemente bien como para hacerme sentir mejor. Luego de secarme, me visto con la ropa del Sr. Cyrus, los jeans son un poco largos y grandes, al igual que la camiseta, pero servirán. Uso el cepillo de dientes de Miley; eso será mi pequeño secreto. Regreso al dormitorio e inhalo. Huele como Miley. Quiero mirar y tocar todo, pero escucho un ruido abajo. 
Ella debe saber que estoy despierto. Me preparo para mi caminata de la vergüenza. Avanzo calladamente hasta la cocina. Miley tiene puestos unos auriculares y tararea y baila al ritmo de una música que no puedo oír. Hay una cafetera con café recién hecho, y está preparando panqueques. Me inclino contra el mostrador y sólo la observo. Parece que empezará a llover en cualquier momento, pero la débil luz de la tarde temprana parece bailar en ella como el sol del verano. Sus caderas se mueven de aquí para allá lentamente; su cabello cuelga suelto hasta la mitad de su espalda. Lleva puestos unos pantalones de ejercicio y una camiseta. Es la persona más hermosa que jamás haya visto. Ya no puedo aguantarlo. Ya no me importa cuán estúpido y borracho estuve anoche. No me importa haberle dicho que siguiera adelante. Todo lo que me importa es Miley. La amo y necesito estar cerca de ella. Me muevo a través del frío piso de la cocina y apoyo mis manos en sus caderas oscilantes. Miley salta y deja salir un pequeño grito. Se quita los auriculares mientras se gira alrededor.
—Soy solo yo —digo, sonriendo—. ¿A quién esperabas?— Miley traga y se vuelve hacia la estufa.
—Estoy preparándote panqueques —dice suavemente. Supongo que eso es justo. Mis sentimientos sólo se han hecho más fuertes, pero no puedo esperar que los de ella sean iguales, especialmente desde que le dije que continuara. Oh, y ese estúpido imbécil de Douglas. Quito mi mano, pero ella me detiene, apoyándola nuevamente en su cadera.
—¿Cómo te sientes? —Su voz ahora es suave y preocupada, y me toma un momento el poder contestar porque su piel está expuesta entre sus pantalones y la camiseta, y quiero tocarla.
—Mejor, gracias a ti —digo, dando un paso adelante, de modo que mi pecho casi se presiona contra su espalda. Me inclino e inhalo su olor. Lo único que quiero es sostenerla entre mis brazos—. Si dije algo anoche…— Miley se ríe de mí, no “conmigo” porque estoy demasiado avergonzado para reír.
—Estabas bastante destrozado. —Pone el último panqueque en un plato y apaga el quemador—. No podía dejarte allí.— Se gira hacia mí, mis manos parecen pegadas a donde las ha colocado.
—Sigues apareciéndote, y ya no sé qué hacer. —Pone las palmas de sus manos en mi pecho, y yo contengo el aliento, esperando a que me empuje lejos de ella.
—Lo siento —susurro. Un trueno nos interrumpe, y Miley salta asustada. Mis brazos se envuelven instintivamente a su alrededor, protegiéndola de cualquier posible daño. Llueve tranquilamente afuera, y nos paramos allí, sosteniéndonos el uno al otro, incapaces de hacer contacto visual.
—¿Qué lamentas? —pregunta Miley. Bufo una risa.
—Lamento tantas cosas que no sé por dónde comenzar —admito. Miley me mira con sus grandes ojos azules.
—No quiero a Douglas —dice, para mi sorpresa—. Sólo quería sentirme deseada. —Sus mejillas se ruborizan, y sé que quiere apartar la mirada. Sostengo su rostro entre mis manos para que no lo haga. He extrañado tanto su rostro, que no puedo perder esta oportunidad de mirarlo.
—Tú siempre has sido deseada, Miley —digo con tanta pasión que no puedo pensar claramente. Mis labios están casi sobre los suyos—. A veces no podemos tener aquello que más deseamos.— Miley cierra los ojos y respira profundamente. La conozco lo suficiente como para saber que hace eso antes de tomar una decisión o antes de decir algo importante. Cuando sus ojos se abren otra vez, están ardiendo.
—Si yo soy lo que deseas, Nick —se detiene y pasa sus manos por debajo de mi camisa prestada—, puedes tenerme.
Esperaba que me dijera que me fuera, que ya la había lastimado demasiado. La deseo tanto que no puedo dormir por las noches, maldiciendo el no poder tocarla siquiera una vez más, y aquí está ella, ofreciéndose para mí. Tiro de ella hacia mí con fuerza, y nuestras bocas casi chocan juntas con ferocidad. Miley deja salir un pequeño gemido que casi detiene mi corazón. Nos besamos, y nuestras manos están en todas partes. Abro mis ojos y encuentro que los suyos también están abiertos, pero nada se detiene. Casi nos enciende más. Ella respira con dificultad, y no estoy muy seguro de cómo lo hizo, pero ya no tengo puesta la camisa. Esto me recuerda nuestra noche en la playa. Miley se aleja un poco y corre sus manos por mi pecho; mis rodillas se debilitan. Tiro de ella conmigo, y ambos aterrizamos en el piso de su cocina, riéndonos a carcajadas.
Yacemos lado a lado, riendo y recobrando el aliento. No sé qué hacer. Quiero estar con esta chica de cada forma posible, pero aún soy su profesor. El conflicto que lucha en mi interior es un tormento. No lo ayuda en nada cuando Miley se incorpora y su camiseta es lanzada lejos. No podría apartar la mirada incluso si quisiera hacerlo. Lleva un sostén negro de encaje, que contrasta con su pálida piel, y llena mi visión. Miley reúne su cabello en una cola de caballo suelta y se inclina sobre mí y traza mis labios con la punta de su lengua. Estoy paralizado. Se desliza encima de mí, presionando su suave y tibio cuerpo contra mi pecho mientras comienza a besarme lentamente, con indecisión. Mis dedos se cierran en su cabello, sosteniendo su rostro contra el mío con una mano, la otra descansando en su cadera otra vez. Miley balancea su peso hacia adelante y atrás, y me olvido por un momento cómo respirar. Me doy cuenta de lo que hace, y es demasiado tarde. Se ha quitado sus pantalones, y no puedo respirar ante la vista de su ropa interior a juego. Su boca asalta la mía, y puedo oír mi propio gemido.
—Miley —susurro, tratando de encontrar la voluntad para detenerme. Por supuesto, detenerme es lo último que quiero hacer. Quiero tomarla en mis brazos y sostenerla para siempre. Quiero que nuestra primera vez sea romántica y especial, no en el piso de una cocina. Ella puede sentir mi vacilación, y se aleja un poco.
—Pensé que esto es lo que querías. —Su rostro se sonroja.— Por supuesto que quiero esto, ¿cómo podría no quererlo? Puedo ver cómo comienza a deshacerse mientras espera que le diga que no otra vez. Me incorporo y la sostengo cerca y fuertemente.
—Lo es —digo contra su cabello—. Lo es, Miley, cielos. No hay nada que quiera más que a ti.— Puedo sentir que comienza a relajarse. Mis dedos exploran su piel expuesta, provocando piel de gallina en su cuerpo. La ayudo a ponerse de pie y la dirijo hacia la sala, donde envuelvo una manta alrededor de sus hombros.
Inmediatamente, ambos estamos de regreso en la playa, con una fogata brillante ardiendo a nuestras espaldas, y mil estrellas chispeando en lo alto. Como lo hice aquella vez, utilizando la manta, tiro de Miley más cerca de mí mientras inclina su rostro hacia el mío. Me siento tan completamente saturado con el amor hacia esta chica, que siento como si pudiera ahogarme en él. Sus ojos están abiertos y ardiendo de deseo. Mi voluntad se evapora, y cedo ante mí mismo. He estado lejos de su intimidad por meses, y ya no puedo soportarlo otro segundo. Creo que se sorprende cuando tiro de su rostro hacia el mío, y al igual que en la playa, la manta cae silenciosamente al piso. Los esbeltos brazos de Miley se envuelven alrededor de mi cuello, y fácilmente la levanto en mis brazos. El sofá no está muy lejos, así que la llevo hasta allí, sin romper nuestro beso, y suavemente la acuesto sobre él. Me posiciono sobre su cuerpo delicado, sin dejar que soporte mi peso, pero Miley me tira hacia ella, apretándonos juntos. Sus dedos se entierran en mi cabello, y gime suavemente mientras beso su cuello.
—Te amo —susurro contra su oreja, y ella tiembla debajo de mí. Cuando nos miramos otra vez, sabemos que nada nos detendrá en este momento y que nada nos interrumpirá. Es justo ahí cuando suena el teléfono. Me caigo del sofá y choco contra el piso. Miley salta y se sienta, tomando la manta del piso para cubrir su piel expuesta. El contestador recoge la llamada perdida.
—Oye, Miley. —La voz de Douglas llena el cuarto—. Sólo estaba asegurándome que nos veremos esta noche. Llámame… Te amo.— Miley camina hasta la máquina y presiona unos pocos botones hasta que el mensaje es borrado. Cuando se vuelve para encararme, se ve molesta. Quiero ir hacia ella, pero pesa en mí la idea de que quizás ella quiera ir a esta cita, aún si no es conmigo, incluso si es con un tipo que ella dice no querer. Estaría mintiendo si dijera que mi ego no soportó un gran golpe por ello.
—¿Él te ama? —Aquí estamos, revolcándonos semi-desnudos y un… un pretendiente literalmente la llama. Miley se ruboriza y se encoge de hombros.
—Él dice que sí.— Trago.
—¿Y qué le dices tú?— Miley se gira alrededor y tira la manta más fuertemente alrededor de su cuerpo casi desnudo.
—Nada. —Su voz es baja—. No le digo nada, porque nada es lo que siento por él.— El alivio me inunda por sus palabras. Camino por el cuarto y tomo a Miley en mis brazos.
—Sólo tenemos que tener paciencia —le digo, besando su cabeza—. ¿Puedes esperarme? —pregunto suavemente, sabiendo que yo esperaría una vida por ella. Miley asiente lentamente, luciendo tan frustrada como yo me siento.
—¿Hasta mayo? —me pregunta, haciéndose para atrás. Beso la punta de su nariz. Encuentro irónico que sea yo quien le pida que espere por mí, cuando por lo general los papeles están invertidos. Pero no me quejo. Me gusta el hecho que esta chica-súper-caliente intente aprovecharse de mí.
—Hasta mayo, entonces podremos estar juntos todo el tiempo.— Miley me da esa sonrisa que más amo, y se inclina para besar mis labios.
—Y entonces para siempre —dice. Nos sentamos en el piso de su cocina, escuchando la lluvia, sosteniéndonos el uno al otro; repletos de amor y paciencia. No había nada más que necesitáramos decir. Mayo. Sólo cinco meses más. Ciento cincuenta días de duchas frías.
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Hola chica, soy la unica que no sabia que Abigail Breslin estaba obsecionada con Niley tanto o igual que nosotras? 


2 comentarios:

  1. genial que bonito otro porfi, ya habia leido eso en alguna pagina pero quien no ama Niley para mi no hay paraja mas hermosa forever besitos

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