jueves, 14 de febrero de 2013

When I Look At You- Epilogo


Con exceso de cautela (y entiéndase por exceso ir tabla por tabla con los pies en punta)  se escabulló por el corredor hasta finalmente dar con la puerta rosa. A decir verdad, debería ser un trabajo fácil para un hombre de su edad y condición física, pero todas las situaciones tienen excepciones. Y Nick estaba por enfrentarse a una de ellas. El abominable «Crack» que emitió la puerta cuando intentó abrirla, fue todo lo que él necesitó para dejar la estúpida cosa en su lugar y abandonar el sitio del crimen a la velocidad de un rayo. Maldición, había estado tan cerca… Con los hombros caídos y la cabeza gacha, se resignó a otra noche solo y volvió a su propia habitación, donde lo esperaba una enorme cama de dos plazas, que por lo demás estaba fría… Fría y vacía. Un bastardo suertudo ¿no? Mientras se cubría con las mantas e intentaba conciliar el sueño, visualizó su rostro, ese coqueto matiz azulado que le bordeaba el iris, y ni hablar de su boca o (para su tortura) más abajo.

-Contrólate…- pidió a su anatomía, era una forma muy pobre de mantenerse cuerdo, pero eso es todo lo que te queda cuando gritar puede mandar tus planes a la mierda -Sólo un poco más…- Sí, bueno, al menos intentaría creérselo. Hope su pequeña hija de tres meses, era un pedazo de cielo. Dios sabía que la adoraba más que a su propia vida, en la misma medida que veneraba a su madre, por supuesto. No obstante, en algunos momentos (como estos para ser exactos), él en serio desearía que el cielo mantuviera al pequeño angelito dormido aunque fuera cuatro horas de corrido. Apenas el tiempo suficiente para que papá y mamá hicieran cosas de adultos, como por ejemplo…

-¡Joder!- Lo suyo era grave y ya estaba doliendo. Decidiendo que no había caso seguir con ello, Nick salió de la cama con la misma rapidez con que se había dejado caer sobre ella y se encaminó hasta el baño de su habitación para una muy necesaria ducha fría. Mientras sentía las gotas frías calmar las zonas que más necesitaban… digamos, ayuda profesional, comenzó a recordar la noche anterior, la forma en que su mujer se había excusado por dejarlo a medio acabar y le había prometido regresar pronto. Salvo que habían dado las cinco de la mañana y ella seguía sin aparecer. Él podría haber estado durmiendo para aquel entonces, pero ciertos err… inconvenientes (idénticos a los de ahora) le habían hecho la tarea imposible. Para cuando se decidió a ir por ella ya era tarde, la había encontrado en una incómoda posición, más doblada que sentada, en la superficie de la cama. Su boca a medio abrir y uno de sus ojos más cerrado que abierto y a la pequeña Hope disfrutando de un sueño envidiable, mientras los papás se morían de cansancio. Bueno, al menos hasta que él avanzó hasta donde Dest, después de que ésta le sonriera avergonzada. Fue como si activasen una alarma de incendios, la pequeña Hope había comenzado a llorar desesperada, despertando a mamá y mira tú por dónde, exigiendo otra cuota de alimento.

Nick realmente se planteó la idea de compartir la comida con ella… Pero, a estas alturas, no estaba con ánimos de competir, mal que mal era su hija y al igual que el padre, no compartía lo suyo. Recordando que le quedaban un montón de años por delante, Nick salió un poco más calmado de la ducha y se apresuró en llegar a la cama, no había caso pensar en ello más de la cuenta. Además, ya era tarde y como que le estaba entrando el sueño. Irónico. Habían pasado sólo dos semanas desde su boda. ¡Menuda forma de pasar la luna de miel!. Entre pañales y biberones. Destiny había esperado tener a la niña para contraer nupcias, y durante el embarazo se había negado en darle el sí. En sus palabras, quería que se casaran por amor, no por un hijo. Nick estaba más que de acuerdo; estaba enamorado, fin del asunto. Pero bueno, intenta explicarle eso a una chica de dieciocho. No que la edad importara, al fin y al cabo, ser cabeza dura no pasaba por quién era más viejo. Además, el bebe lo habían hecho en conjunto, la boda de Demi no fue la mejor instancia, tenía que darle crédito en eso a Destiny, según ella había sido una irresponsabilidad, pero en cualquier caso, no la oyó quejarse demasiado. Ahora en cambio… Nick pestañeó atónito deteniéndose frente a la cama, en ella su flamante esposa yacía dormida de boca a la almohada. Se apresuró en llegar hasta Dest y un sonido de lo más curioso lo distrajo. Sonrió bajito mientras la giraba sobre su propio cuerpo, para que pudiera respirar mejor.

-Amor, no tenía idea que roncabas…- A decir verdad, nunca antes lo había hecho. Nick decidió que debía estar realmente exhausta. Un mechón rubio se enredaba en sus labios y las cejas sobre sus parpados estaban a punto de tocarse. De repente, se sintió culpable por desearla del modo en que lo hacía, otra vez. Al parecer el remordimiento jamás se acabaría. Primero había estado la culpa por el tema de la edad, luego por los absurdos malos entendidos y engaños a los que les sometió su… Hum, Miley. Demonios, jamás se acostumbraría a llamarle suegra. Y ahora, tenía entre sus manos el asunto de que, para variar, Dest estaba más allá de su alcance, parecía que el día no tenía las horas suficientes para que su mujer lograse descansar.

-Pobre- murmuró contra la piel de su frente a medida que cubría con la bata uno de los senos que había quedado expuesto al girarla. Ella frunció aún más el ceño mientras suspiraba y bruscamente le dio la espalda para acomodarse sobre el cobertor. Nick no perdió más tiempo y rápidamente se acurrucó a su lado para luego rodear su cintura con las manos. ¿Qué importaba si tenían sexo esta noche o no? Él no cambiaría ni un maldito detalle de su vida… No importaba el cómo ni el porqué, eran las caídas las que habían formado su carácter. Cada error valió la pena, cada herida que dejó cicatrices le otorgó un recordatorio. Además, en algún momento Hope crecería…

Ahora si FIN


2 comentarios:

  1. awww que bonito, aunque destiny nunca me agrado jdasjdfhsk ok ya hahahhaah

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  2. ame tu novela
    sigue subiendo pronto y mi nombre es Maria

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