lunes, 31 de marzo de 2014

Teach Me to Love - Niley - Cap 06


Cada clase que pasa me lleva más cerca de lo inevitable. Fui a la Preparatoria Chico solo para enterarme que hubo una gran confusión. Se suponía que tenía que decir “Ve a la Preparatoria Chino”. Chino, donde vive Miley. La escuela a la que asiste. Y no es simplemente dar clase ahí (cuando recibí mis hojas de asistencia, encontré que ella estaba en mi última clase del día y también era tutora de inglés sénior). No solo voy a ser su profesor y la tendré en clase durante una hora, sino que también seré requerido para verla tres veces por semana cuando ella enseñe en mi clase. Mi primer pensamiento fue, ¿cómo demonios pasó esto?La respuesta estaba en Chico. Había un espacio libre en el departamento de historia pero la vacante de inglés estaba en Chino. Las notificaciones telefónicas se cruzaron y las llamadas fueron a los candidatos equivocados. Bryan Smith fue a Chino para encontrarse en la misma situación. Una vez que me dijeron dónde se suponía que tenía que estar en realidad, recé para que lo hubiera oído mal. De ninguna forma puedo dar clases en el colegio de Miley, pero acepté y tengo que vivir con mi elección hasta que pueda encontrar algo nuevo. Solo tuve tiempo para enviarle un correo rápido y luego subir al avión. Ahora me enfrentaré a la tortura de verla entrando en clase. 
Joder, mi clase. La parte más dura es mi deseo enorme de verla combinado con un absoluto terror. Espero que pueda mantener la cabeza y superar la última clase del día, la clase de Miley. La campana suena y los chicos comienzan a llegar. Ni siquiera quiero ver su cara cuando entre, no sé si recibió el correo que le envié. Tenía nuestra foto del verano (nuestra última noche juntos) que me dio en su carta en mi escritorio. Pero ahora está escondida y a salvo en mi cajón superior. Me siento en el borde de la mesa y reviso los planes que tengo para la primera semana. Había decidido que los estudiantes leyeran Drácula ya que era lo que Miley estaba leyendo y uno de mis favoritos. Sería un buen punto de partida. Hay murmullos por toda la clase. El entrenador de baloncesto me dijo en el almuerzo que todos los chicos de su clase estaban hablando sobre el joven chico nuevo. Como si necesitara algo más para ponerme nervioso. Hay un eco de risas y miro hacia arriba.
Miley está de pie en la entrada, sin mirar arriba y reacia a moverse. Hay dos asientos vacíos en la clase, primera y última fila. La campana suena y se supone que los estudiantes tienen que estar sentados. Miley todavía está de pie afuera, se ve como si fuera a vomitar. Estoy confundido. No quiero nada más que jalarla cerca y decirle lo mucho que la quiero. Pero no puedo. Ni siquiera se supone que tenga que saber quién es. Simplemente estoy mirándola sin tener ni idea de qué decir. Un chico en la parte posterior de la clase se levanta y va hacia ella. Pone un brazo alrededor de sus hombros y le susurra al oído. Quiero arrancarle la cabeza. Miley asiente, todavía mirando al suelo. El chico (que va a suspender mi clase de inglés) sigue hablando y Miley sonríe débilmente. Finalmente es capaz de convencerla de entrar a la clase y me siento aliviado. Me doy cuenta de que hay veinte pares de ojos mirándome ahora. Me vuelvo hacia ellos y sonrío.
—Bienvenidos a inglés del último curso —me las arreglo para decir—. Soy el señor Jonas.— Entonces paso lista. Douglas Booth es el chico que está sentado junto a Miley. Reparto la lista de asientos y todo el mundo rellena su nombre. La miro y por un momento solo me fijo en la letra de Miley. Escribió a mano las cartas que me dio hace una semana, pero ahora su letra parece dura y tensa, como si la mano hubiera estado temblando mientras la escribió.
—Bien —dejo el papel—. Vamos a empezar este año con Drácula.— Me lanzo a la lección que he planeado. Todo lo que necesito es concentrarme en las palabras de Bram Stoker. Hago un resumen de lo que espero de ellos y bla, bla, bla, hasta que suena la campana. Todos los estudiantes se levantan, excepto dos: Miley y Douglas. Lo veo inclinarse cerca y tomar su mano, diciéndole algo. Miley responde en un susurro. Duglas se levanta y se va. Miley y yo estamos solos. Camino a la puerta cerrada y la dejo abierta, solo ligeramente. Ella no se mueve en absoluto, incluso cuando yo me muevo y me siento en la mesa junto a ella.
—No lo sabía —digo finalmente. Ella asiente. Esto me está matando. Me muevo y me arrodillo junto a ella. Puedo ver que está llevando la pulsera de llaves que le regalé. Era de mi abuela. Siempre perdía las cosas, así que mi abuelo se la hizo. La última llave que puso fue la de una nueva casa que le construyó. La llave, decía él, que empezaría su futuro. Por eso se la di a ella. Veo a Miley como mi futuro. Me mandó un correo preguntándome por ello, pero fui notificado de la confusión de escuelas y no respondí. Quiero asegurarle lo mucho que significa para mí, pero ahora estoy atado por las reglas.
—Se supone que debemos estar planeando nuestro enfoque para la tutoría de este año —dice y puedo ver que está conteniendo las lágrimas mientras saca un cuaderno con espiral. Se aclara la garganta e inspira con fuerza, todavía no me ha mirado—. Al comienzo del año es cuando obtendremos el máximo interés y… —sus manos están temblando. Pongo una mano sobre las suyas y parece relajarse.
—Por favor mírame Miley —susurro—. Todavía soy yo— Quiero ver sus grandes ojos verdes-azules y decirle que todo va a estar bien.
—Eres el señor Jonas —dice mientras la voz queda atrapada en su garganta—. Yo soy Miley Cyrus, tu alumna. —Las lágrimas ruedan por sus mejillas sonrosadas y el corazón se me está rompiendo.
—Miley —digo acercándome—. Sé que esto complica las cosas, pero… —¿Qué podía decir? Mientras que esté aquí como profesor de Miley no podemos estar juntos. Finalmente me mira. Sus ojos están apagados, pero brillando con lágrimas. Sus increíbles labios hacen un mohín, el de abajo está temblando. No puedo evitar tocarlo. Los labios de Miley se abren y las lágrimas siguen brotando. Ahueco su cara en mi mano, sus ojos se cierran y se inclina.
—Tengo que irme —murmura pero no se mueve. Traba su mirada con la mía una vez más y me sumerjo en ella. Me inclino y presiono mis labios sobre los suyos. Después de un breve momento se aparta hacia atrás, mete todas sus cosas en la mochila y huye de la clase. Me siento en el suelo, solo y confundido.
* * *
Por el momento estoy viviendo en un hotel. Me desplomo en la silla mal tapizada y enciendo mi laptop. Me quedé en la clase casi tres horas, reacio a irme en caso de que Miley volviera, pero nunca lo hizo. Abro mi correo. Tengo uno de Miley. Mi corazón late una o dos veces más de lo necesario mientras lo abro.
"Querido Nick,
Abrí tu carta y decía que te mandara un correo sobre cómo había ido el primer día de mi último año. Ha sido horrible. He descubierto que el chico que quiero es inalcanzable. No ayuda que cada chica de mi escuela esté enamorada del nuevo profesor de inglés y no paren de hablar de él. Me recuerda a ese chico que conocí en la playa este verano. Estoy enamorada de ese chico. Lo más horrible es que parece que mi corazón está literalmente rompiéndose en el pecho y me cuesta respirar. Es aún más atroz el dolor de estar enamorada y saber que se ha terminado. Sé que tiene que terminar pero, desesperada, quiero aferrarme a la negación y encontrar alguna manera de que funcione. No quiero dejarle ir, pero acaba de conseguir el trabajo de sus sueños y sé qué va a elegir. Tendré que resignarme a suponer que fue un enamoramiento de verano y encontraré la manera de seguir adelante. Espero que tu primer día haya sido mejor. No espero una respuesta. No tengo expectativas.
Miley"
Auch. Miro la fecha y la hora, acababa de enviarlo hace una media hora. Tengo que hablar con ella, explicarle que no tenía ni idea. Mis manos están atadas. No es solo perder mi trabajo, sino pena de cárcel, ella es mi alumna menor de edad. Pero la quiero; eso no ha cambiado y necesita escucharlo. Envié el correo que había escrito como respuesta a la pulsera de cuentas de llaves. La que había planeado enviar mientras estaba a ochocientos kilómetros de distancia. Hago que la decisión de la ruptura la tome ella. Todavía soy ese chico de la playa y ella merece más que un correo intentando explicarme. Estoy en la carretera en cuestión de segundos y tecleo su dirección en mi GPS en el coche de alquiler. Solo vive a dieciséis kilómetros de donde me estoy quedando. Que conveniente.
Me detengo en frente de su casa y está a oscuras; no hay luces encendidas excepto por una habitación arriba. Me siento y observo, esperando que pase algo. Supongo que ese algo que tiene que pasar soy yo. Sé que el señor Cyrus trabaja muchas horas y normalmente no está en casa hasta después de las diez u once la mayoría de los días y solo son las seis. De alguna manera estoy en la puerta principal, llamando antes de saber lo que estoy haciendo. Llamo y luego llamo otra vez, con repentina urgencia.
—¡Ya voy! —oigo gritar a Miley desde detrás de la puerta. La abre y luego se congela—. No puedes estar aquí —dice cerrando rápidamente la puerta a medias. Tiene los ojos rojos e hinchados y está apretando un pañuelo en el puño.
—Yo soy ese chico de la playa —casi grito. Sus tristes ojos de ciervo se amplían. Bajando la voz continúo—: Mi amor por ti no ha cambiado, pero necesitamos hablar. No voy a dejar que simplemente huyas de esto.— Miley asiente lentamente y mira hacia la calle, abre la puerta para dejarme entrar. Puedo sentir la tensión en el aire y todo lo que puedo pensar es en nuestra última noche en la playa, juntos, llenos de una tensión completamente diferente. Nos quedamos ahí, a tres metros de distancia, sin ni siquiera mirarnos el uno al otro. Miley me da la espalda y da un paso alejándose de la entrada donde todavía estoy de pie.
—Así que supongo que has venido aquí para decir “Siempre te querré, pero se ha terminado” o algo así —su voz suena baja y derrotada. Doy un paso más cerca y toco su brazo.
—No —digo lentamente y Miley se vuelve para mirarme—. He venido aquí para decirte que te quiero.
Su aliento está atrapado en la garganta. Me siento abrumado por la emoción que brilla en la mirada cruda de sus ojos.
—Te quiero, Miley Cyrus. Siempre —digo tomándola en mis brazos, llenando mis pulmones con aire. No había sido capaz de respirar sin ella—. Te quiero.— Lo digo una última vez antes de besarla y puedo ver que se está conteniendo.
—Soy yo Miley, Nick —sigo hablando y besando su oreja, dejando que mis dientes lo rocen. La siento temblar contra mí.
—Nick—susurra, cediendo por fin y oírla decir mi nombre me parece el sonido más dulce en la tierra. Asiento y sus manos me envuelven tirándome hacia ella. Sé que debería estar aquí para decirle que se ha terminado, pero no lo he hecho. No creo que alguna vez se termine para ninguno de nosotros. Así que en lugar de eso hacemos como si fuera el último día del planeta. Todo el deseo y la necesidad, al estar separados, han cobrado su precio y no podemos controlarlo. Volvimos a respirar una hora después y no sé cómo estamos en su habitación. Doy vueltas y ella también.
—¿Cómo hemos llegado aquí? —pregunto. Miley se ríe. Reconozco esa risa, la que estallaba antes de que me convirtiera en el Sr. Jonas.
—No puedo asegurártelo, pero estoy suponiendo que me has arrastrado parte del camino —dice recorriendo con las manos mi cabello recién cortado. Durante la siguiente hora solo fuimos Nick y Miley, los que se enamoraron en el verano. Nos besamos y nos reímos, sin pensar en los problemas que tendríamos que enfrentar. Nuestros estómagos nos recuerdan cosas simples como la necesidad de comer. Decidimos ir a la cocina y me hace macarrones con queso. Estoy sorprendido de ver que son casi las nueve.
—¿Cuándo viene tu padre a casa? —tengo que preguntar finalmente. Mira hacia el reloj.
—Está en un turno de veinticuatro horas, así que tal vez como a las ocho a.m.— El padre de Miley es bombero y tiene horarios locos. Es el capitán, así que sus horas están un poco más estructuradas pero siempre está dispuesto a ir más allá de las obligaciones si es por un bien mayor. Al principio solo pienso que eso nos da horas y horas a solas, pero se nos vino encima la realidad de mi visita.
—Miley —empiezo. Ella niega con la cabeza.
—No estoy lista para terminar con esto todavía. —Se levanta y atraviesa la habitación cruzando los brazos sobre el pecho. Me levanto y la sigo, sujetándola por detrás.
—No ha terminado —le aseguro. Se vuelve y me mira—. Solo espera hasta que averigüemos qué podemos hacer.
—Eres mi profesor. Te van a despedir —lo dice tan directo y frío—. O te meterán en la cárcel.— Asiento, sin querer aceptar eso.
—Lo sé.
—Así que —dice Miley finalmente—, hemos terminado. —Y puedo sentir las lágrimas quemando en mis ojos
—En el entendido de que no voy a ver a nadie más hasta que mi novia se gradúe en mayo. —Beso su cabello. Miley deja escapar una risa brusca y la sonrisa que no llega a sus ojos. Nos besamos una vez más. Es tan suave y dulce.
—No estoy esperando que hagas eso —dice mientras caminamos hacia la puerta. Me vuelvo para hacer contacto visual directo con ella.
—No creo que entiendas lo mucho que realmente te quiero. —Ese rubor que me encanta toca sus mejillas—. Tú eres la mujer que quiero y no voy a salir con otras personas hasta ese día especial de mayo. —Me siento enfermo del estómago diciendo esto, sabiendo lo mucho que me va a doler estar lejos de ella—. Entiendo que este es tu último año y tendrás eventos y bailes, así que. . . —Ni siquiera quiero terminar mis pensamientos. Miley asiente solemnemente pero no responde.
—Bien. —Sonríe, pero todavía no llega a sus tristes ojos. Levanto su barbilla y puedo verlo (la separación). Miley se está alejando. Estoy fuera. ¿Pero qué más podemos hacer?

3 comentarios:

  1. Me encanto seguro que lograran derivar los muros que los separan, otro por favor un besito

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  2. Oohh :( Que no terminen! :( Espero el proximo capitulo

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  3. hola estoy esperando que subas pronto el próximo capitulo!!! espero que no terminen. besos, agus

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