-Eres increíble- la acusó negando entre molesto y excitado, mientras una de las manos de ella intentaba abrir con desesperación el cierre de su pantalón. Entretanto, la otra se aferraba a su oscuro cabello para que su boca no abandonara sus senos.
Sin poder evitarlo, suspiró extasiado contra la tierna carne de un rosa oscuro; mamando agradecido, mientras la experimentada mano de Miley descendía y ascendía por su longitud, cubriendo de líquido preseminal todo su miembro… terminando el trabajo de su hija. Nick abandonó el par de montes para rápidamente bajar sus pantalones hasta los tobillos, y en un único y certero movimiento, se enterró en ella. Ambos maldijeron por lo bajo. Sólo un par de pecadores podría saber lo exquisito que sabía la traición.
Los talones de ella se le clavaron en los duros glúteos; presionando, invitándole a ir más fuerte. Salió de ella con su miembro empapado en los jugos de su interior; tal como había pedido, y volvió a arremeter contra ella; duro, siempre rígido, despiadado y voraz, Como a él le gustaba. Tampoco ella pareció quejarse…Y si lo hizo, no la escuchó. Nick procuró no pensar en su apariencia; continuaba con la camisa puesta, desde luego, bastante más desaliñada que en un inicio. Aunque por ahora sólo le apetecía pensar… No, no pensar, sino dejarse llevar por esos pechos sacudiéndose a un ritmo que rayaba en el descaro.
Decidió, sin embargo, que tal como solía hacer Liam –la palabra “amigo” iba implícita- tendría que conseguirse una licencia para faltar al trabajo. Además, después de esto, dudaba que pudiese deshacerse de Miley tan fácilmente como con el resto de sus conquistas. Con un montón de preocupación en su cabeza e incrédula a más no poder, Miley no terminaba de asimilar lo que estaba pasando. Que finalmente, el único hombre al que había sido capaz de amar, después de años se dignase a hacerle caso… era un sueño.
Ya estaba bastante mayorcita para lidiar con un amor secreto. Y, sin embargo, había planeado seducirle durante la madrugada, por lo que no se lo pensó dos veces antes de agregar una alta dosis de Diazepam en el té de su esposo la noche pasada.
A pesar de ello, cuando bajó y vio a Nick dormir, fue imposible pasar por alto los altos gemidos que provenían de su boca. Ella se atrevió a tocarlo más de lo que dictaba la buena educación, moral e incluso su propia conciencia, pero no fue más allá. Corría el riesgo de que él la atrapara. Además, quería saber lo que se sentía ser poseída por un macho como lo era Nick, que fuese él quien la buscara. Por eso, en la mañana en cuanto oyó la ducha abrirse, supuso que en vista de que había tenido un sueño, digamos… interesante, no sería demasiado difícil seducirle durante el día, bien temprano… Y en efecto, no lo había sido.
Las manos de Nick la tomaron desprevenida cuando se introdujeron bajo sus glúteos para cargarla hacia el sofá de la sala principal. Para fortuna de ella, con su rígido miembro aún anclado en su interior. A continuación, él la recostó en el mismo lugar donde ella había fantaseado horas atrás mientras le veía dormir.
-Esto no se puede volver a repetir- le avisó con voz lenta, observándola con esos ardientes ojos cafés que gritaban sexo con cada batir de sus espesas pestañas. Ella asintió en respuesta, pero no se lo creyó ni por un minuto. Entonces, ella tocó el cielo y todo lo que secundó a esa sensación, fue sencillamente demasiado.
Nunca pensó que sus muslos pudieran estirarse tanto, pero claramente podían. Con sus piernas alzadas y acomodadas sobre los hombros del hombre que amaba en secreto, tuvo que admitirse que Liam nunca había requerido demasiado esfuerzo por su parte, En cambio, Nick… Dios. Él era único. Con sus articulaciones proporcionando placer en cada área de su cuerpo, y él completo acomodado en el interior de sus piernas. Ella comprendió lo que significaba quedar realmente empapada en sudor, uno viscoso con sabor a sal y a miel -sí, a miel-, por los labios de ese brutal macho que la embestía sin piedad alguna.
-No- sollozo- no puedo… mas- consiguió al fin rogar, pero él no la oyó, y sinceramente, no importaba. Mordió sus labios cuando el espeso semen se filtró en su centro, y la sensación de estar llena de él fue todo lo que necesitó para llegar al orgasmo. Él no dijo nada.
Más minutos pasaron y el sudor de sus cuerpos se enfrió. Salió de ella, sin atenciones ni palabras dulces. Ciertamente, no era lo que ella esperaba.
-¿Ya te vas?- el pánico se asomó en sus palabras, como pizcas de sal en medio de agua dulce. No encajaba.
-¿Qué esperabas?- preguntó sin mirarla, mientras se abotonaba su camisa. Ella no contestó y, por supuesto, él no le dio tiempo para pensárselo demasiado. Se giró y la castigó con sus burlescos ojos oscuros.
-Esto es lo que querías ¿no?- sus hombros lucían tensos bajo la tela -¿Qué te follara duro?- como era de esperarse, la mueca sarcástica no abandonó los labios del moreno -¿Te excita tocarme mientras Liam duerme?
Se recordó minutos atrás, gimiendo de placer inmerecido, y pensó que, ciertamente, su rudeza actual valía con creces la pena. Mas eso no mitigó el vacío en su pecho, por el contrario, la llaga se hizo más honda. Como ayer; como antes.
Estúpido egoísta.
Densas lágrimas se aventuraron en los contornos de sus ojos, listas para probar la libertad a la más leve incitación. Eran las peores traidoras.
-¿Por qué eres así? -consiguió finalmente articular, ignorando el suspiro frustrado que dejó escapar su interpelante.
- ¿Irresistible?- Ella había pensando más bien en un bastardo bipolar, pero cuando vio la sonrisa de él, las rodillas le temblaron y perdió el valor. Tuvo que levantarse del sofá y caminar hasta la silla más cercana; en donde se sentó, lo que le sirvió para distraerse. No podía pensar bien cerca de él. Nunca había podido. Últimamente, era una suerte si conseguía estar consciente cuando su mirada la recorría de esa forma tan cruda y desconsiderada.
Pero incluso así la excitaba.
-Cruel… -respiró- Me refería a cruel.
Los ojos de Nick se abrieron sobresaltados, pasando de un Café , a un marrón. No había sido una buena idea dar su opinión.
-No. Me. Jodas - exclamó irritado, mientras se pasaba una mano por su boca aún hinchada gracias a la pasada sesión de besos.
-Pero yo te quiero -la palabra escapó de sus labios antes de que pudiera arrepentirse. Él fácilmente podría demolerla con su habitual amabilidad y eso era lo que la mataba. Nick solía tratarla como al resto, como a un igual… Como a todos. El problema era que ella no era como todos. Jamás podría ser una más y él parecía olvidarlo.
que hermoso aww siguela corazon
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