domingo, 9 de diciembre de 2012

When I Look At You- Cap 04




-Miley- suspiro cansado, y ella creyó oír cierto bostezo, como si hablar sobre amor fuera la más tediosa de las tareas en su lista de quehaceres.

-No digas nada. Me confundí, no quise decir eso.

Él enarcó una ceja, todo orgulloso y confiado. Era la soberbia hecha carne; luciendo como un Dios pagano aún no conocido, probablemente el de la lujuria.

-Por tu bien, espero que tengas razón- se lamió los labios como si pudiera saborear sus próximas palabras. Por supuesto, ¿qué otra cosa esperaba? Ni sus tibias súplicas conseguirían alejar la frialdad.

-¿Tu y yo juntos?- sonrió con alegría genuina- Eso no va a pasar- Las facciones de Miley  se congelaron, mientras las memorias del moreno se empecinaban en retornar. Y también las suyas…

El sol tardío justo después de las siete era algo que Nick secretamente amaba. Había desarrollado cierta costumbre inexplicable de escaparse cada vez que tenía la ocasión, para sucumbir ante el insospechado confort de aquel rincón escondido en medio de la nada -o así solía llamarlo-, en compañía de sus amigos, que no eran muchos. Mas lo cierto era, que en tardes como esta, la nada parecía el paraíso. Cientos de árboles le daban la bienvenida cada tarde cuando se escapaba a comer e improvisaba pobres picnics con la soledad como incondicional compañera.

No era un chico que gozase de buena suerte con las féminas. Lo cierto era, que tenía todas las cualidades de un perdedor: bajo, con frenos y gordito. Al menos no había caído víctima del acné. Lo que poco y nada importaba, ya que era difícil que su suerte empeorase. Lo había comprobado tiempo atrás, cuando la chica que había amado en silencio por los cuatro años de preparatoria, se había dignado a hablarle. Todo parecía ir bien. Ella no le regalaba miradas nauseabundas, ni arcadas al verle, como hacía el resto de la población femenina. Lo cual era un buen paso, o eso pensó él durante el mes y medio que parecieron desarrollar cierta amistad. Fue un idiota.


La verdad es, que había sido un confiado. Pero la ingenuidad había sido creada para chicas, y Nick se sentía menos mal simplemente asumiendo su estupidez.


-¡Nick!- la oyó llamar, y su voz fue como una lanza en su pecho, trayéndolo de regreso a la realidad. No debería sorprenderle, ésta era la razón por la que volvía siempre al mismo sitio, aunque fuera cada vez con menor frecuencia.


-Hey-  saludó estirando la mano y mordiéndose la lengua para no comenzar a babear.


Ella en verdad era hermosa. Tan hermosa que dolía, y no hablaba del corazón, sino de su entrepierna. Podría ser un perdedor para la mayoría de las chicas, pero las innumerables noches que se había pasado masturbándose con la imagen de Miley en su cama, le habían dejado claro a Nick, que no todo en él era defectuoso. Ella se acercó con esa sonrisa capaz de dejar a un hombre hecho trizas. Por si quedaban dudas, solo bastaba preguntarle a Nick cómo se encontraba actualmente su mutilado corazón.


Deliberadamente, evitó sus ojos. Todo en ella era alegría, pero él no podía soportarlo otra vez. Ese par de cristales color paraíso se lo tragarían entero, y ya tenía suficiente con el dorado omnipotente que reflejaba su cabello al sol. Aquella imagen se estaba convirtiendo en más de lo que podía soportar…


-¿Te comió la lengua el gato?- Nick abrió la boca, pero de ella no salió nada- Llevo rato hablándote- insistió Miley.


Y ahí estaba la razón de porqué su vida era una mierda: Liam. El único amigo real que había hecho desde… siempre, y por desgracia, también el actual novio de Miley. Por supuesto, Nick la había conocido primero, pero poco importaba, No solo porque no fuera suficiente rival para su popular amigo, sino porque la única razón por la que la chica se había acercado a él, era Liam. Tan triste como sonaba, era verdad.


La observó jugar por la alfombra natural que formaban las hojas secas del bosque, y pronto, todo despecho quedó disminuido a cenizas. Luego, simplemente se dedicó a disfrutar del momento. ¿A quién quería engañar?, su amigo se veía realmente afectado por la presencia de Miley, Pero la pregunta real era, ¿quién no lo estaría? Ella parecía ser capaz de cambiar el mundo.


Los minutos pasaron, ¿o tal vez fueron horas?, y esa risa cantarina pareció arrastrarlo al hechizo de su voz.


-Nick - la oyó llamar nuevamente, mientras corría a ciegas alrededor de él, con su cabello repleto como todo un collar de oro que caía sobre su espalda. Liam por su parte, quien parecía sentir claramente los efectos del reloj, los miraba aburrido desde una esquina protegida por Nick.


-Nick-volvió a insistir, y esta vez, pareció envolver su nombre en una caricia. Eso fue todo lo que él oyó, antes de que el cuerpo de ella se precipitara sobre las hojas. Ella cayó y él se limitó a observarla, tuvo que hacerlo. No podía ser su soporte. No con Liam observando. Presenció con impotencia la acción tardía de su amigo, mientras limpiaba las hojas adheridas al cabello y piernas de la castaña.


-Te veo nerviosa- le murmuró minutos más tarde, mientras caminaban por el sendero de vuelta a la civilización. Ella abrió mucho los ojos (Nick consideró que demasiado), luego pestañeó y se ruborizó.


-¿Nerviosa, yo?- se tomó su tiempo encogiendo los hombros de forma exagerada, mientras Liam parecía especialmente concentrado en la música que albergaban sus audífonos, pero sin soltar la mano de ella - Eres tú el que parece nervioso.


-Por favor, estoy en mi mejor momento- él sonrió, y no porque le pareciera gracioso. Su mejor momento había pasado diez minutos atrás, cuando gritaba su nombre. 


Fue entonces, que decidió que era irónica la forma en que su corazón insistía en darle guerra. Por mucho que se repitiese que ella no era para él, o que no valía su esfuerzo, no parecía tener resultados positivos. Y de entre todas las personas, Nick  mejor que nadie debería saberlo. Se había armado de valor para hacerle frente justo al día siguiente de enterarse que ella y Liam estaban juntos. Nunca se sintió más expuesto, ni más idiota. Incluso ahora, que los veía besarse a escasos centímetros de él, Ningún dolor se compararía a las frías palabras que le había repetido ella esa tarde, mientras destrozaba su corazón y junto con él, sus sueños:


« ¿Tú y yo juntos? -Sonrió negando con una lástima fingida—. Eso no va a pasar»


Esa misma tarde, se prometió que la olvidaría. Pensó que no sería fácil si se mantenía tan pegada a su amigo, con quien -¡la verdad sea dicha!-, no parecía tener intenciones de terminar e futuro cercano. Por eso, se obligaba a volver a ese punto en medio de la nada., día tras día. Era más que una cruel condena. Era un trozo menos de corazón que quedaba por recuperar.


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