domingo, 16 de diciembre de 2012

When I Look At You- Cap 07



-Baja el volumen, no querrás preocupar a Dest- aconsejó en tono conciliador. En cuanto dijo las palabras, tres pares de ojos se clavaron en él. Se sintió un idiota cuando Liam le explicó que la habían mandado a pasar el fin de semana con su abuela; la única que tenía.

-Yo me entere ayer- se defendió Demi; envolviendo el hombro de su cuñada, mientras Liam se unía a Nick; acomodando su cabeza contra la pared del pasillo. Parecía un duelo de parejas. Una frente a otra, esperando a ver quien rompía el jodido silencio. Nick lo hizo:

-Yo sí lo sabía- admitió en un tono que Miley tradujo como: «No tengo por qué darte una jodida explicación».

-En cualquier caso, eso da igual. Está claro que la responsabilidad no es compartida y Liam tendrá que buscarse un lugar donde vivir-  Liam estaba listo para replicar o eso dedujo Miley, quien sonrió satisfecha cuando lo observó tragarse su rabia.

-Me iré esta misma tarde donde mamá. Lo que hagas con la casa no es tema mío, pero ni pienses que te saldrá gratis- advirtió antes de sonreírle a la pareja invitada.

-¿Quieren algo para tomar?

La televisión parecía ser peor distractor de lo que recordaba. Le estaba costando lo suyo mantener su mente en blanco, o al menos libre de problemas ajenos.

-Bastardo suertudo- escupió incrédulo, antes de dar un sorbo a la fría botella de cerveza que mantenía en su mano. Liam se había metido en una grande, pero se había librado de una peor.

Esa era la verdad, su amigo llevaba casi tres años de relación con Delta Goodrem, una adinerada socia de ARKO, la principal competencia de Miller & Bute Lta. —agencia de relaciones publicas que habían forjado él y Gregorio Miller—. Si bien Nick era una clase de jefe para Liam, lo cierto es, que nunca se habían tratado como tal. Sobre todo porque a Nick no le convenía. No cuando su amigo no hacía más que robar información de la competencia.

Bebió otro sorbo, envidiando al cabrón. Ahora de seguro estaría enfrascado en algún jacuzzi junto a esa rubia; bebiendo champagne, mientras su mujer e hija se encontraban apiladas en alguna vivienda precaria. Nick no lo podría asegurar, había visto a la madre de Miley apenas dos veces; la primera, en la boda de su hija; la segunda, en el bautizo de Dest, donde había hecho mención a que su labor de padrino se trataba de reemplazar a una cantidad innumerable de familiares. No exageraba. Desgraciadamente, esa mujer tenía de abuela lo que Nick tenía de padrino.

Un fuerte trueno arrastró su atención de vuelta a la habitación, en donde a excepción de la cerveza, todo indicaba que era una tarde de invierno. El almuerzo había acabado antes de siquiera iniciar, y tuvo que declinar orgullosamente la invitación de Demi para ir por unas pizzas. Esa mujer era exasperante y almorzar un par de emparedados ya había sido suficiente.

Otro trueno se oyó y la lluvia se hizo más fuerte. Durante la tarde, el sol había estado encantador. No excesivo, sencillamente… agradable. ¿Pero ahora? El día parecía una mala película del fin del mundo. Reprimió un bostezo mientras se acomodaba su boxer claro, dispuesto a meterse a la cama temprano ese día.

Observó la hora en el reloj de pared y apenas superaba las siete. Bien, qué importaba si no estaba teniendo una noche de sexo endiablado. No sería el primero, ni el último que había desaprovechado una clara oferta de esa V caliente y necesitada de él. Además, ya la había cagado antes con Miley, no podía permitirse un lujo así otra vez… por muy mal que le sentara. El teléfono de su casa sonó y contestó al primer llamado.

-Si…- O las líneas estaban muertas o alguien gozaba de mucho tiempo libre. Fuese cual fuese la respuesta, él esperó hasta la cuenta de diez y luego cortó al no reconocer al interlocutor de la llamada. En serio, esa mierda podía volver loco a alguien. La maldita cosa volvió a sonar, y esta vez, lo descolgó dispuesto a decirle un par de eufemismos.

-Tío Nick…- se le adelantó una voz que reconoció al instante a causa de su vacilación. La entrepierna le palpitó, reconociendo su estímulo.

-Destiny- se aclaró la garganta -que sorpresa… -La única buena en el día.

-Tengo…- titubeó, y la voz pronto se hizo más distante, probablemente porque acababa de sonar un pitido –tengo que hablarle de algo.

-Deja que te devuelva la llamada, dame el número de donde…

-No- le interrumpió desesperada.

-…Estas…

-Disculpe, es que no estoy en casa.

Una oleada de pánico lo sacudió con violencia, y pronto cientos de ideas horribles surcaron su mente al imaginar a la adolescente vagando sola por las calles con este clima y a estas horas. Odió más al invierno, por oscurecer tan temprano. «¡Al diablo!» El familiar sonido de otra moneda siendo depositada le otorgó un poco de paz al moreno, pero no la suficiente para dejar las cosas así.

-¿Estas en algún lugar techado?

-Estoy en una cabina telefónica, supongo que eso cuenta.

-Dest…- se detuvo, pensando mejor en qué palabras decir, pero finalmente decidiendo ir directo al grano -¿Por qué no estás con tu madre?- ella maldijo, eso fue algo novedoso, sonaba demasiado extraño en ella. Él nunca la había oído maldecir antes y aquello lo molestó. No debería, pero lo hizo. Suspiró rendido y se recordó a si mismo que Destiny y Miley no tenían nada en común. Aparte de la sangre y ser prácticamente idénticas, tan irónico como sonaba, no había nada de similar en ellas. La primera era una niña, la segunda el demonio que le arrancó el corazón.

-Déjame ir por ti- —pidió. Ella dudó por unos segundos, pero finalmente le dio la dirección de donde se encontraba, que resultó ser a pocas cuadras de su casa. ¿Acaso había ido a verle? Nick reprimió el anhelo que comenzaba a nacer en su pecho. Esta vez, se trataba de algo ajeno a la lujuria. ¡Por todo lo que es sagrado! Él no solía ir por la calle mirando menores de edad. De hecho, nunca lo hizo. Pero con Dest… Que le condenaran, él no pensaba bien cerca de ella. Tal vez cuando la hiciera suya las cosas cambiarían, o quizás solo se volviesen peor.

La divisó, se encontraba incómodamente acurrucada en el interior de la cabina y estacionó justo en la esquina junto a ella. Nick apenas se había vestido para salir; unos vaqueros viejos, junto a un delgado chaleco de cachemira con cuello polo eran todo lo que tenía. Pero cuando la vio, le valió madres y se quitó éste último apenas se vio frente a ella, esperando cubrirla con algo caliente. No pensó en abrazarla, ni en cubrirla con su cuerpo, en ese instante solo quiso verla bien.

3 comentarios:

  1. hermoso hermoso hermos ahh dani esta viernes ahh nervioss

    ResponderEliminar
  2. bien nick se me hace un pervertido de lo peor -.-

    ResponderEliminar
  3. siguela siguela siguela
    siguela siguela siguela
    siguela siguela siguela
    siguela siguela siguela

    ResponderEliminar