miércoles, 19 de diciembre de 2012

When I Look At You- Cap 09




Nuevamente, observó su reflejo, esta vez, con la ropa que Nick le había dado ya puesta. Como era de esperarse, le quedaba horrible. Su cuerpo sin curvas parecía nadar en esas camisetas enormes, pero a la vez tan suaves…

-Humm- suspiró, llevándose la tela sobrante hacia su nariz. Olía de maravilla, probablemente la había usado hace poco, porque aún quedaban notas de perfume en la camiseta. Como si quemara, sus dedos fueron deslizándose por la pequeña protuberancia que eran sus pechos. Ni siquiera le alcanzaba para copa B, lo que, comparándose con el brutal cuerpo que ostentaba su madre, no la hacía una gran competidora.

-Estúpida- se recordó, sin saber bien si las palabras iban dirigidas hacia su progenitora o a sí misma. Dio un par de vueltas al borde del pantaloncillo, intentando conseguir una imagen decente.

Apasionado, desesperado, febril… Nick estaba de pie en el pasillo, junto a la entrada del salón principal, lo que lo dejaba justo frente al baño de donde Dest acababa de salir. Y como era de esperarse, le observaba expectante. Reprimió un jadeo tan depravado que sintió vergüenza por su persona. De pronto, Nick tuvo la certeza absoluta de que el mundo podría acabarse hoy mismo y le importaría una soberana mierda, porque frente a él, la cosa más hermosa y dolorosa se estaba llevando a cabo. La observó sonreír, con deseos de lamer cada rincón de esa piel albina, quiso beber de su cuerpo a besos. ¡Ella estaba usando su ropa!

Tenía la madre de todas las erecciones doblegando su bóxer, y no es que le gustara estar demasiado vestido por las noches. Sin embargo, no podía simplemente pasearse en ropa interior frente a ella. Tampoco podía usar pantaloncillos sin algo debajo, indudablemente ella notaría el efecto que producía en su persona. Si es que no lo había notado ya… Y lo había hecho.

El par de ojos claros, se encontraban concentrados con ahínco en el punto intermedio de sus muslos. En parte, sorprendidos. En parte… consternados. Como si nunca antes hubiera visto algo así. Aquel pensamiento tomó al moreno por sorpresa. No es que creyera que Destiny era virgen, aunque siempre se había empeñado en pensarla como una niña, aún cuando aquello no mitigaba ni un ápice de su deseo por ella. Se mostraba renuente a considerar la idea de que realmente lo fuera. Nick decidió que saldría de dudas esa misma noche, mientras le regalaba una sonrisa seductora. Ninguno de los dos hizo mención de eso.

Destiny caminó hacia él, sintiendo sus pies amenazando con tambalearse, una sensación muy similar a cuando tomó su primera y última clase de Ballet. Se veía tan prohibido esperando ahí por ella… Tenía esa pose despreocupada que en cualquier chico de su edad se hubiera visto pretenciosa, pero no en él. Por supuesto, Nick ya era un hombre, con toda la soberbia que conllevaba esa palabra. Mantenía su cabeza apoyada contra la rústica pared y, para su sorpresa, la esperaba con una taza de lo que por el olor, parecía ser chocolate caliente. Era una lástima que Dest odiara el chocolate. Aún así, le sonrió agradecida antes de hablar.

Cuando Dest desistió de sentarse a su lado y prefirió acomodarse en la alfombra gruesa, Nick fingió indiferencia encogiendo sus hombros. Por supuesto, aquel gesto estaba a años luz de la verdadera emoción que refulgía en sus entrañas. La tenía aquí, a solo centímetros de él. Ambos… solos. Probablemente, la joven pensaba pasar la noche ahí, lo que le venía de maravilla.

-¿Le avisaste a alguien que vendrías hasta acá?

-No pensaba venir a tu casa- le corrigió la adolescente- pero avisé que saldría, si es que eso responde tu pregunta.

Pellizcándose el puente de la nariz, mientras intentaba alejar de su mente la inmejorable imagen de ella apreciando su erección. Porque eso había hecho su ahijada. No sólo le había mirado su entrepierna, sino que le había gustado lo que vio. De todas formas, la situación se había vuelto de pronto demasiado tensa, y ojalá se tratara meramente de tensión sexual. Dios bendito, lo hubiera ansiado. Sin embargo, el silencio predominante en la sala y la enfermiza fascinación de la adolescente por contemplar las llamas, no hacía sino ponerle más nervioso. Además, ella lo había llamado para preguntarle algo…

-¿Cuál era tu pregunta, Dest?- Ella se volteó de espaldas, dejando que Nick pudiese apreciar una breve fracción de su vientre, mientras la niña estiraba ambos brazos sobre la alfombra, como si nadase de espaldas… Como si nadase hacia él.

-¿Por qué?- preguntó, sin dejar de mover sus brazos, arrastrándose por la alfombra, actuando como la pequeña criatura que era, y quedando finalmente a los pies de él. Perfectamente él podría haberse inclinado unos centímetros para alcanzar su boca. Dios, quería hacerlo.

-La he visto…- le acusó la castaña, y la garganta del moreno se secó- secó-…a cómo te mira, me refiero- finiquitó, antes de girar sobre su cuerpo y ponerse en pie en dirección al escritorio que colindaba con el ventanal.

Nick meditó sus palabras solo un instante, no más tiempo del que le hubiera llevado decidir que reloj usar. Y fue ese habitual exceso de confianza lo que le hizo pensar por una fracción de segundo que Dest  se podría referir a cualquier persona. Desgraciadamente, la decepción en los ojos de ella no dejaba espacio a dudas. Él tragó su nerviosismo y mantuvo su actitud inmutable.

-Qué intentas decir, no te sigo- mintió, fingiendo no ver la taza que Dest acababa de verter en el gomero ubicado junto al escritorio donde se había sentado. Nick intentó no molestarse por su actitud, es decir, ella no tenía porqué saber el desastre que había dejado en la cocina mientras ella se duchaba. Ni mucho menos tenía que importarle si volcaba o no el maldito chocolate. Siguió con sus ojos el movimiento de las piernas de la chica, las cuales se mecían de adelante hacia atrás. Tomó un trago de la Heineken que mantenía en sus manos y le restó importancia a que sus manos resbalasen por la botella debido al sudor, efectos secundarios de observar aquel vaivén. Sencillamente adoraba sus piernas.

Dest se tragó un gemido de dolor, gracias a estar mordiendo su lengua en exceso, y pronto el sabor de la sangre colmó su paladar. Aquello se sintió asqueroso, igual que lo presenciado días atrás. «No me hagas decirlo, por favor no me hagas repetirlo» Por supuesto, su padrino no le dejó otra opción.

-Vi lo que hicieron ti...- se interrumpió, ahorrándose el título de «tío» y recordándose que no eran familia. Luego, rascó su cara con nerviosismo, de pronto sintiéndose demasiado incómoda y vulnerable, era como si tuviera hormigas en su piel. Él la siguió atontado bajo el hechizo del deseo, fantaseando y saboreando el modo que ella cubría con sus dedos el leve indicio de pecas que nacía en sus mejillas. Sin darse cuenta se había puesto en pie y había avanzado hasta encontrarse frente a ella. Vale, tal vez si que fue consciente, pero prefería simular que no pensaba. Admitir que todo en su actuar era premeditado lo hacía parecer un lunático, y si a eso le añadíamos que se estaba obsesionando cada vez más con una menor de edad… Bueno, Nick  prefería no admitir ciertas cosas.

-Te vi con mamá-  Listo, lo había dicho y nadie había muerto… aún.

Nick perdió durante un segundo la capacidad auditiva, o más bien, optó por no oírla. Justo entre su cenicero y uno de los muslos de Destiny. Los labios de la niña temblaron cuando su mano ahuecó su mejilla.

-Siempre te he considerado alguien en quien se puede confiar. Creía que podía contar contigo siempre- rodó sus ojos- «Descuida Dest, Nick jamás te fallaría». ¡Me lo repetía a diario!- una sonrisa soñadora se formó en su boca húmeda y, esta vez, él no pudo reprimir el impulso y deslizó su dedo por esa boca. El hálito cálido barrió con sus sentidos y ambos cerraron los ojos ante el contacto, justo cuando Dest sonrió contra su piel. -¿Estoy perdiendo el tiempo?- Espero- ¿Consideras que fui una estúpida por creer en ti?


Nick bebió un gran sorbo de cerveza, en un inútil intento por apaciguar el fuego abrasador de su garganta. Estaba frito. No importaba como se quisiera ver, lo habían cogido infraganti.




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