domingo, 30 de diciembre de 2012

When I Look At You- Cap 16




La mañana del viernes se hizo especialmente eterna, no porque el día fuese a tener más horas o algo de la misma índole, sino una razón cien veces más molesta, a la que se negaba rotundamente a dar nombre. Eventualmente, Nick hizo lo de todos los días al despertar, se duchó, tomó un café expreso y se le hizo tarde, por lo que tuvo que beberlo casi camino al vehículo. Cuando encendió la radio de su auto sonrió, sin terminar de creerse que fuera la canción Girls just want to have fun la que comenzaba a fluir por los parlantes. Por un instante su mente apartó la imagen de Cyndi Lauper y la reemplazó por la de una traviesa castaña cantando aquel tema sobre la cama; saltando insurrecta sobre el colchón, todavía semidesnuda, mientras repetía que «las chicas solo quieren diversión». Una sonrisa lasciva se formó en los labios del moreno, adivinando que Dest no tendría que esforzarse mucho, pues les esperaban bastantes días que Nick no se atrevía a catalogar de otro modo que no fueran «inolvidables».

Concienzudamente, Nick revisó la agenda que su eficiente secretaria le había organizado; y para cuando ésta lo sorprendió con un sencillo emparedado acompañado de un café, tuvo que recordarse que había pasado la hora de comer y que él aún continuaba inmerso en su oficina. Por supuesto, era una forma sutil de admitir que no había perdido la pista de la manecilla terca que tardaba en avanzar.

-Gracias, preciosura- sonrió a su secretaria, quien rodó los ojos mientras depositaba el vaso humeante sobre el escritorio- ¿Qué haría yo sin ti?

-Probablemente, nada- resolló ella sin culpa, tambaleando el vaso mientras lo dejaba en el escritorio, pero sin llegar a voltearlo. Como era de esperarse, no pidió disculpas, y la sonrisa en los labios del moreno se curveó aún más.

-Exacto- Un silencio etéreo cayó entre ellos; en un principio no fue incómodo, pero desde luego, su secretaria era buena poniendo remedio a eso:

-Aunque yo, haría muchas cosas- añadió hosca, indudablemente harta de la sonrisa condescendiente que le regalaba su jefe. Sinceramente, aún no terminaba de entender que era lo que veía el resto en él.

-¡Recuérdame que te suba el sueldo!- Grito,  mientras la veía a ella salir por la puerta. No  siempre coqueteaba así con Mari. Solo cuando estaba de muy bien humor  y la causante no era sino una adolescente.

Desde luego, él no tenía problemas con las edades. Sus últimos flirteos habían sido con una castaña que apenas acababa de cumplir los quince años, y una anciana que estaba pronta a los sesenta y seis; Mariana -quien odiaba que le recordasen su edad- A diferencia de lo que se pudiera pensar, era bastante eficiente; no, más que eso, ella era perfecta. Solía enviar flores y regalos a sus novias cuando él olvidaba fechas, digamos… significativas. También contestaba las llamadas que él, deliberadamente, optaba por obviar. Se hacía cargo de las cuentas más importantes; sin mencionar que llevaba un estricto orden de sus asuntos, tanto dentro, como fuera de la oficina. Y como si no fuera suficiente, también le preparaba la comida.

Todo un primor. Releyó las fechas y los nombres con sumo exceso de confianza, hasta que algo no encajó. Por supuesto, él nunca olvidaba nada; sobre todo no compromisos tan importantes como aquella proposición, nunca… hasta ahora. Se recordó a sí mismo que su vida personal -por muy caótica que fuese- nunca antes le había dificultado su trabajo. En su defensa, el moreno no había dejado pasar la fecha. Era cierto que esperaban su respuesta, pero aún quedaba un mes de plazo para darla. Sin embargo, haber olvidado algo tan importante como un ascenso; sobre todo, en una ciudad como New York -donde pensaban trasladarlo-, era toda una novedad para él.

Apagó su portátil, señalándose que lo que realmente importaba, era que no se volviera a repetir. Continuó repitiéndoselo un par de veces, esperando que en algún momento llegara a creerlo en realidad. Cuando llegó a su casa, le parecía que habían pasado años desde que había hablado con Liam, en lugar de apenas una semana. Había estado esquivando las llamadas de Dest en un intento frustrado por convencerse de que no sería gran cosa. Como si no se avecinaran varios días de buen sexo… Como si la sola idea no le hirviera la sangre en las venas. Como si no estuviera obsesionado con una menor de edad...

Desde luego que él contaba con un par de horas antes de que Destiny llegara. No que planeara recibirla con una cena súper elaborada, ni alguna otra excentricidad. No obstante, ofrecerle una comida digna era lo menos que se podía esperar de un buen anfitrión. Y Nick Jonas solía jactarse de ser un excelente anfitrión.


Lo primordial era que su invitada no muriese de hambre; o en su defecto, de intoxicación. Así que por lo menos tenía que darle algo apetecible, y esta vez hablaba de comida. Por supuesto, nada funcionó como esperaba, y todo cuanto tenía en mente se fue a la mierda cuando estacionó el auto y la encontró parada en el recibidor. Bueno, en realidad fue ella quien lo encontró, porque ni en cien vidas él hubiera podido reconocerla. Dest… bueno, ella estaba digamos, diferente. Algo así como irreconocible, en palabras del propio Nick.

-¿Dest?- saludó, sintiéndose como el rey de los idiotas por hacerlo parecer una pregunta, pero se estaba volviendo jodidamente difícil concentrarse con ella frente a él, por lo que cerró la puerta del auto y recostó su cuerpo contra ésta, presintiendo que necesitaría unos segundos para adaptar sus ojos a la realidad, por mucho que ésta pareciese una fantasía. « ¡¿Qué diablos se había hecho?!»

-¿Esperabas a alguien más?- contestó risueña, pero por muy bien que actuase, para alguien como Nick, era casi un delito dejar pasar el efímero pánico que empañó sus ojos. Incluso cuando ella acabara de avanzar los pasos que él era incapaz de dar y estuviese envolviéndole el cuello con sus manos.

-Te extrañé- susurró bajito antes de besarlo. A él le llevo un par de segundos cerrar sus ojos y rodear su cintura con las manos. « ¿Dónde había quedado la niña introvertida que días atrás se ruborizaba por la sola mención de una erección?» 

-Hey, para…- murmuró él. Reaccionando segundos más tarde y de pronto bastante consciente de la situación. Liam podría estar ahí, ¿no? De otra forma, no podía explicar cómo diablos había llegado a su casa, sin mencionar que traía equipaje… Debía traerlo, no sería mujer si no tuviera uno con ella.

Sutilmente, ella fue alejándose, y esta vez en el sentido literal, no solo sus bocas, sino sus manos fueron enfáticas al abandonar la piel de su cuello. Por supuesto, al instante su cuerpo la extrañó, pero se repitió a sí mismo que perfectamente podría ser que echara en falta una buena bufanda… Pero luego, ella se cubrió el rostro con las manos, con lo que Nick solo pudo catalogar como vergüenza. Y entonces, casi imperceptible, él la oyó susurrar y todo en lo que pudo pensar fue en abrazarla.

-Pensé que te gustaba.- Abrazarla se quedaba corto….

-Dest- suspiró rendido, atrayendo su cuerpo hasta su pecho y besando su cabeza sin pensárselo dos veces.

-Si Liam nos hubiera visto…- Destiny había sospechado que a Nick le convendría mantener su relación en secreto. No obstante, recién ahora era capaz de comprobarlo. Y si bien cierta pulsación en su pecho amenazó con hacerla sentir poca cosa, se recordó mentalmente que su papá y Nick habían sido amigos desde siempre. Y por muy liberal que su progenitor pareciese, no haría una fiesta en honor a la reciente pareja. Desde luego, Nick  era muy sabio al mantener todo en silencio, incluso cuando ella quisiera comérselo a besos tanto frente a su mamá como frente a la babosa de su tía Demi.

-Tranquilo- sonrió ella; bastante alegre de hecho, y tomó su boca otra vez –Estamos solos- añadió picara, mientras sus manos se perdían en su pelo.

Cuando sus respiraciones recobraron un ritmo aceptable; no normal, porque eso sería pedir un imposible, pero al menos consiguieron habituarse a un vaivén saludable, Nick la llevó de la mano en dirección a la entrada.

-¿Llevabas mucho tiempo esperando?- interrogó, mientras ella se colgaba solo un bolso negro en el hombro. A él le sorprendió.

-¿Esto es todo?- preguntó después de que ella le jurase que llevaba solo un par de minutos ahí. Obviamente él no le creyó ni una palabra.

-Estaré solo un par de semanas, no necesito gran cosa para estar acá- afirmó ella encogiéndose de hombros. En cualquier otra circunstancia le hubiera creído, pero justo ahora eso era difícil. Sobre todo por el modo en que la adolescente se había presentado frente a él. Podría pasar por alto el excesivo maquillaje, y por supuesto el alisado en su cabello, que no le quedaba mal, pero Nick la prefería con esas ondas suaves curvándose en su espalda. De igual manera, los tacones de aguja a mitad del muslo y la chaqueta de cuero tan ceñida a su cuerpo; que él podría apostar a que no llevaba nada bajo ésta, a excepción de un sostén con relleno, lo que era bastante obvio porque una semana atrás él había probado esos pechos; los había comido hasta saciarse y no entendía realmente cómo la joven podía pasar ese detalle por alto. Incluso así, él podría haber obviado eso, pero fue otra cosa lo que captó su atención. Tal vez no era la forma más exacta para definir el modo en que sus ojos parecían querer escapar de sus orbitas cada vez que observaba la piel descubierta… Simplemente, esa falda lo había dejado fuera de combate, una demoledora ráfaga de deseo había hecho mella en él y no pretendía darle tregua. Bien, a Nick le pareció perfecto, porque tampoco tenía intención alguna de resistirse.

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