sábado, 8 de junio de 2013

Lady Killer- Niley- Cap 22

A eso de las cuatro de la mañana me despierto en un charco de sudor, mi cuerpo está pegado en las sabanas y mi cara pegada a la cama. Supongo que la fiebre se ha ido definitivamente. Pongo mis manos sobre la cama y hago un esfuerzo por levantarme, pero mi equilibrio debe haber sido apagado. Mi cama se siente desigual. Lo intento de nuevo, buscando a tientas la lámpara y enciendo la luz. Entonces pienso que estoy viendo cosas, la apago y la vuelvo a encender. Me pellizco. Me pellizco muy fuerte. Pero nada cambia. Nick definitivamente está dormido en mi cama. Mierda. Mierda. ¿Qué parte de mi fiebre inducida por el sueño era real? Me siento segura al asumir que mi tiempo siendo una abeja era ficción, así como algunos animales mitológicos que te juro que había visto. Cuando yo estaba viviendo en el sol con extraterrestres.
Pero Nick estaba en mi cama. Definitivamente había estado en mis sueños, pero no todo podía ser real. A veces el voló y gran parte del tiempo estaba desnudo. Y había más de una docena de momentos, algunos difusos y otros muy claros. ¿Dónde estaba el límite? ¿Qué había ocurrido realmente? Demonios, ¿Era esto incluso real? Tal vez estaba soñando que mi fiebre se había ido. Me estaba volviendo loca y antes de que tuviera la sensación de mi mente para poder formular un plan, yo ya estaba sacudiéndolo a él para despertarlo. Estaba con los ojos llorosos y hermosos. Me llamo la atención por un momento el hecho de que él estaba durmiendo en mi almohada. Estaba en mi cama. Conmigo. Durmiendo. ¡Estábamos durmiendo juntos!
-Estás despierta.- Dios, ¿Desde cuándo aturdido y magnifico van tan bien juntos? Con los ojos abiertos asiento con la cabeza, después de haber pensado en lo que diría cuando estuviera despierto.
-¿Cómo te sientes?- Que podía responder.
-Al igual que la mierda .Me duele todo. Mi garganta es lo peor.- Extiende su mano y la pone sobre mi muslo. Como si eso fuera normal. Como si nosotros pusiéramos nuestras manos sobre los muslos del otro todo el tiempo.
-Eso es normal, creo.- dijo. ¿El muslo? No, no… mi garganta. Y continua: -¿Necesitas algo?
Negué con la cabeza. ¿Qué demonios había pasado mientras yo estaba tan fuera de mí? Se sentó, y la sabana cayó alrededor de su cintura, dejando al descubierto todo su torso antes mis ojos. La sabana caía alrededor de sus caderas, dejando ante mis ojos los músculos que desparecían hacia abajo, en sus pantalones cortos. Dios. Su mano fue hacia mi cabello, el cual caía lacio y grasiento contra mi cara, un claro contraste con lo bien que se veía él  en estos momentos. No parecía importarle. Una vez más, ¿Qué diablos estaba pasando?
-Me alegro de que estés bien- dijo. Asentí con la cabeza. Asentir con la cabeza era todo lo que sabía hacer, lo único que podía entender. Asentir con la cabeza, por lo menos, todavía tenía sentido.
-Tienes que dormir. Tú todavía necesitas descansar. ¿A menos que tengas hambre?
Negué con la cabeza. –Entonces, duerme.- Me dio un empujoncito y bajé mi cuerpo poco a poco, segura de que en cuando mi cabeza estuviera en la almohada, este universo alternativo dejaría de existir. No lo hizo. Apartó las mantas y se deslizo fuera de la cama.
-¿Te vas?- le pregunté. Se detuvo, y en una rápida sucesión, lo vi darse cuenta de donde nosotros estábamos y lo poco que llevaba. Vaciló, inseguro. Fue una emoción extraña, una que rara vez le había visto tener.
-¿Quieres que lo haga?- Quería hacer un pausa en ese momento, estudiarlo, romper el segundo en el cual él se había atrevido a tener dudas. Por supuesto que no quería que se fuera. Nunca quise que se fuera. Negué  con la cabeza. Me alegro de que la fatiga me mantuviera un poco tranquila. Sonrió tan amplio que me olvide que la duda existió.
-Entonces no me voy. Yo solo voy a conseguir un poco de agua. Vete a dormir.
Se fue, y me quedé de lado, tambaleándome. Podía oír e grifo encenderse y apagarse. Traté de imaginar lo que estaba haciendo. El suelo no está crujiendo, así que no estaba caminando hacia atrás. ¿Estaba de pie en el lavado para beber? ¿O no había ningún crujido porque mi ilusión había terminado y él no iba a volver? ¿El piso crujió en su camino hacia el fregadero? No lo podía recordar. Empecé a sentir pánico. Tal vez tenía que levantarme e ir tras él. Asegurarse que era real. Entonces mi cama se hundió, sentí el calor detrás de mí, y un brazo alrededor de mi cintura. Me pongo rígida y luego me relajo tan de repente que yo prácticamente caigo en él. Está tan caliente, me siento como si estuviera con fiebre de nuevo. Aparta mi pelo hacia arriba y lo pone sobre la almohada, para que mi cuello este al descubierto. Entonces siento algo, la punta de su nariz tal vez, rozando suavemente contra mi piel y el soplo de su aliento.
-¿Nick?- Su brazo se aprieta, su cuerpo se curva alrededor del mío, incluso nuestros muslos se presionan entre sí.
-Mañana, Miley. Duerme ahora.- ¿Dormir? La idea parecía imposible, pero cuando su respiración se estabilizo y me acostumbre a sus caricias, me di cuenta que estaba cansada todavía. Quería analizar lo que había pasado, lo que recordaba y lo que no hice, pero el sueño parecía más importante. Nick estaba en lo cierto. Se podría esperar hasta mañana. Él estaría aquí. Dijo que no se iría. Pero, por si acaso, puse una de mis manos sobre la que apoyaba contra mi estómago. Yo había pensado que ya estaba dormido, pero estaba lo suficientemente despierto para responder entrelazando nuestros dedos. Cuando yo estaba segura, tanto que era real y que no se iría… cuando mi duda se había ido, me dormí.
Me desperté varias horas después. La luz entraba a través de mi alta ventana, y mi piel estaba resbaladiza por el sudor. Por un momento pensé que tenía fiebre de nuevo. Me senté, y el brazo de Nick cayó de mi cintura. Él gimió. Sus cejas estaban surcadas por gotas de sudor que salpicaban en su cara. Apoyé mi mano sobre su frente,  y efectivamente, estaba ardiendo. Se veía horrible, pero imaginé que yo lucia aun peor. Mi piel y mi ropa estaban húmedas de sudor, tanto la suya como la mía. Se sentía como si la suciedad y la enfermedad hubiesen sido untadas sobre la parte superior de mi piel. Con cuidado me moví fuera del alcance de Nick y puse mis pies en el piso de madera fresca. Estando de pie me dolían todos los huesos, como si hubieran sido rotos y puestos en el lugar equivocado, y ahora tenían que volver a romperlos para enderezarlos. Cada paso se sentía como si me clavasen clavos en mis talones, rodillas y caderas. Puse una mano sobre la pared para mantenerme erguida. Y mi viaje hacia el cuarto de baño estuvo compuesto por treinta pasos lentos arrastrando mis pies, en lugar de los habituales diez pasos. Cuando llegué allí, me faltaba el aire y estaba lista para otra siesta.
En mi mente confundida y adolorida, me pareció muy importante estar limpia primero. Abrí la ducha dejándolo en el lado frio en lugar de automáticamente empujarlo a caliente como de costumbre. Me quité la ropa, lamentándome cada vez que saque una pieza de ropa y descubro otra capa debajo. Cuando llego a mi sujetador, estoy cerca de terminar. Por fin soy libre, pero ya no tengo fuerzas para darme la ducha que quería. Como un niño aprendiendo a caminar, me meto en la bañera con los brazos cruzados y dejo que el agua caiga por mi piel. Mi estómago, sobre todo, se siente tan sensible que cada gota pica por el impacto, como si alguien estuviera dejando caer pequeños misiles desde arriba. Pero aun así, se siente fresco y encantador, y me fundo en la sensación.
Durante mucho tiempo me quedo allí, cayendo dentro y fuera del sueño. Cuando mi respiración se vuelve estable y se alivia el dolor en mis músculos, me levanto, dejando que el agua empape mi pelo y que corra por mi cara. El champú se convierte en el malo de mi historia, haciendo que piquen mis ojos, agotándome mientras trato de frotarlo y enjuagarme. Se siente como si hayan pasado horas antes de que el agua corra lo suficiente clara para que yo pueda abrir mis ojos sin que me quemen. Y luego no logro convencerme a mí misma de hacerlo de nuevo con el acondicionador.
Apago el agua, y me recuesto sintiendo la fuga de agua debajo de mí. Cuanto más tiempo permanezco con los ojos cerrados más pesado se vuelve mi cuerpo. Los pequeños charcos de agua en mi piel se secan lentamente, y se siente bien estar desocupada para estar quieta por un momento.  Entonces me acuerdo de Nick y supe que había sido egoísta el tiempo suficiente. La pared de la bañera bien podría haber sido una almena. Me tomo toda mi fuerza pasar por encima de ella. La ropa estaba completamente fuera de la cuestión. Envolví mi pelo en una toalla y mi cuerpo con una bata. Agarro unas pocas toallas, las remojo en agua fría y las escurro para que no gotee. Me sentía un poco más viva ahora y logro caminar sin andar a tientas en la pared. El dolor sigue ahí, en el fondo de mi mente a cada paso que doy, pero lo puedo manejar. Aun así, fue un alivio hundirme en mi cama al lado de Nick.
Me quito las mantas de nuevo, y él se mueve, pero no se despierta.  Pongo uno de los paños húmedos en su frente y desdoblo otro y lo pongo sobre su pecho. He utilizado el último para pasarlo por sus brazos y piernas. A pesar de que es demasiado difícil, así que pongo el paño que le he pasado debajo de su cuello. Luego me acuesto a su lado y duermo. La próxima vez que nos despertamos los dos. Sigue teniendo fiebre, pero le convenzo para que beba un poco de agua. No fue hasta que él tomo un trago que me di cuenta de que estaba sedienta. Le ayudo a beber un vaso y luego bebo dos vasos yo. Tenía la energía suficiente para quitarme mi gorda bata y sustituirla por un pijama suelto. Y luego pongo de nuevo un paño húmedo sobre la frente de Nick y suspira.
-Gracias.- murmura. No estaba segura de lo coherente que él esta. Definitivamente sabe que estoy allí, por cómo me había llamado por mi nombre un par de veces desde que se despertó. Y sabía que estaba enfermo, pero yo no sabía cuánto sabía más allá de eso.
-De nada. Pero para ser justos, tú cuidaste de mí en primer lugar.- Sus ojos están cerrados, pero sonríe.
-Eres mejor en ello.
-No importa.- le dije.- Era agradable el hecho de no estar solo.- Trató de cambiarse de lado para poder mirarme a la cara, pero termina apenas alcanzándome con sus brazos, su cuerpo todavía plano. Me pasa un brazo alrededor de mi pecho i tira de mí. Sus brazos están a mí alrededor y vuelve a tirar de mí, así que terminamos en el costado y el mucho más cerca. Cuando se establece, sopla hacia fuera agotado por el poco movimiento.
Dice: -Lo siento.
-¿Por qué?- ¿Necesitaba ayuda? Parecía mucho más fuerte y mejor de cómo había estado yo.


-Por dejarte totalmente sola. Para conseguir algo entre tú y Liam. Por ser demasiado terco para decirte que te extrañaba. Lo siento.- Estaba confundida, las piezas del rompecabezas no encajaban. Pero he oído lo que importaba, que lo sentía y que yo también lo sentía. Y mi cerebro estaba demasiado difuso para recordar todos los detalles de por qué esto no debería estar sucediendo. Lo atraje hacia mí y su cabeza cayo en el hueco de mi cuello. Respire profundamente y se sentía como si fuera la primera vez en meses. Quería preguntarle acerca de la llamada telefónica, de nuestra pelea, de todo. Pero él seguía murmurando –Lo siento- Una y otra vez en mi cuello y no me importo. Solo lo sostuve con más fuerza y juntos, afectados por la enfermedad y el sueño.

Estuvimos días en lo mismo, acurrucados en los brazos del otro, durmiendo y despertándonos a cada segundo, comíamos y nos bañábamos sólo cuando sentíamos que podíamos. Era extraño pensar en la enfermedad como un oasis, pero eso era lo que era. Cuando nuestras necesidades físicas necesitaban triunfar sobre nuestros cerebros. N teníamos que hablar ni de nuestra relación, ni de lo que había roto. No necesitábamos resolver nada, ni explicarnos. Ni siquiera tenía que preocuparme  de ser virgen o de la idea de tener sexo con él.
Nos abrazábamos mutuamente y encontrábamos sanación en la quietud, debajo de mis cobijas y lejos del mundo. Ya para el sábado, nos encontrábamos lo suficientemente bien para para más tiempo fuera de la cama, para comer comida de verdad, para ver tv… para hablar. Nos recostamos en el sofá, con mi espalda contra su pecho, y su brazo a mí alrededor. Se supone que veíamos TV, pero su frente se encontraba presionada en mi cuello, y yo le preguntaba sobre el primer día de mi enfermedad.
-¿Qué dijo Eric cuando lo llamaste?
-No se molestó, si eso es lo que me estás preguntando. Creo que ahora la mitad del elenco está enfermo.- Genial. Nuestro show apestaría si todos nos sentíamos exhaustos todo el tiempo. Lo llamaríamos una pieza experimental. (Fedra Letárgica)
Hice otra pregunta: -¿Qué dijo que de tú me cuidaras?
Su frente se levantó de mi cuello. –No lo sabe. Me dijo que te llevara a la cama, y que estarías bien. Me sugirió que utilizara tu teléfono para llamar a tu mama. 
Ahora eso sí sería horrible. Conociendo a mi madre, le preguntaría que cuando me lo propondría justo luego de saber su nombre. –Pero te quedaste.
-No podía simplemente dejarte y ya. Le dije a Eric que tampoco me sentía bien, y me quedé contigo.
-¿Pero por qué?
-¿En verdad tienes que preguntar? 
-Sí.- Lo había escuchado en el teléfono hace ya tantas semanas, lo escuche decir que ya no le importaba, que solamente era una inconveniencia. Cual sea la razón por la que se quedó… necesitaba escucharlo.
Dijo: -Bueno, entonces, si haremos esto, lo voy a hacer bien.- Intentó sentarse detrás de mí, pero nuestra posición en el sofá era incomoda y ambos aún nos encontrábamos un poco fuera de nosotros, así que terminamos enredados, con él prácticamente encima de mí. Todavía me encontraba atorada de lado, aplastada por él. Finalmente, se rindió, y se levantó lo suficiente para que yo pudiese acostarme sobre mi espalda, y luego se acomodó con más gentileza sobre mí. A pesar del hecho de que habíamos dormido en la misma cama durante una semana, estoy aún se sentía íntimo, aún era excitante, aterrador. Se sostenía lo más que podía sobre sus codos, pero como aún se encontraba débil, su peso lo sentía sobre mí. Me gustaba.
-¿Qué decía?- preguntó- Oh, sí, que puede que me esté enamorando de ti.- Parpadeé. Luego parpadeé una vez más. En sólo segundos parpadeé un tumulto de emociones. Shock, incredulidad, emoción, miedo, lujuria, inseguridad, y me establecí en algo… algo demasiado grande como para nombrarlo. Había una galaxia en mi interior (compleja, infinita, milagrosa y frágil) Y en el medio se encontraba mi sol. Nick. Amor. Los dos ahora eran como sinónimos para mí. ¿Se estaba enamorando de mí? ¿De mí?
Una caricia de su mano me saco de ese universo, y de vuelta a este momento. –Podrías volver loco a un hombre con esa clase de silencios. 
-También te amo.- dije. Luego recordé que, en realidad, él no había dicho esas dos palabras como tal. Había dicho que se estaba enamorando de mí. Y puede que haya habido un tal vez allí. Mierda. –Es decir… lo que debía haber dicho es que siento lo mismo. Solamente me estoy enamorando, también. Porque estar ya enamorada de ti es demasiado rápido. Eso sería loco. Es demasiado, ¿Verdad? Demasiado. Muy pronto. Así que… no estoy enamorada de ti. No lo estoy. No es que no pueda amarte, simplemente es que hay una diferencia entre estar enamorándose y estar enamorado. Y nosotras aún somos lo primero, no lo segundo. Así que, también puede que me esté enamorando de ti. Eso fue lo que quise decir. Eso fue todo lo que quise decir.- Me desmoronaba. Sus ojos eran suaves y serenos, lo cual no me decía nada, así que continué nadando en la incoherencia. Finalmente, me besó, fue rápido, pero se sintió como una puntuación, como si finalmente pudiera dejar de hablar.
Suspiré. –Se supone que debiste hacer eso antes de que comenzara a hablar como loca.- Se rio y me beso de nuevo, un poco más esta vez.
-Me gusta que hables como loca. Es más, me encanta que hables como loca. Está decidido. Ya no me estoy enamorando. Definitivamente estoy enamorado de ti. No es demasiado, ¿Verdad?- Su sonrisa era cegadora y tan burlona que le di un golpe en su brazo.
Ni siquiera tuvo la decencia de pretender que le dolió. Simplemente me beso, presionando todo su peso sobre mí, y fue la mejor clase de “demasiado” Siempre había pensado de más, demasiadas cosas en mi cabeza, como decía Eric. Pero desde que conocí a Nick, tenía la vergonzosa tendencia de dejar de pensar por completo. Las cosas que salían de mi boca como respuestas, normalmente siempre eran embarazosas, pero a veces… funcionaban. A veces, decir la primera cosa que pasaba por mi mente funcionaba. A veces lo mejor era lo simple y honesto. Tenía la esperanza de que este fuera uno de esos momentos.
-Soy virgen.- le dije. –Fue por eso que hui la noche en que nos conocimos. No tenía un gato. No estaba con Liam. Simplemente tenía miedo.- Se detuvo a medio beso en mi cuello. Luego, lentamente, como cambiándose de placas tectónicas, levanto la cabeza. Me miró fijamente, a través de mí. Resistí la urgencia de esconder mi rostro, de correr gritando, de inventar cualquier excusa ridícula que involucrara a otro tipo de animal. Murmuré: -Podrías volver loca a una chica con esa clase de silencios.
Reacciono (aunque muy ligeramente) con la piel en medio de sus cejas frunciéndose. –Déjame ver si entiendo… ¿Nunca tuviste un gato? ¿Adoptaste un gato solo para que no tuvieses que decirme que eras virgen?
Apreté los labios para evitar que temblasen. Asentí. La mirada en su rostro era una mezcla entre sorpresa y diversión. Se veía atónito. Esa era la mejor palabra. Lucia completamente incrédulo y espantado. –Dijiste que amabas mi locura.- le recordé.
-Lo hago. Te amo. Es solo que… ¿Quieres que sea honesto? Estoy aliviado.
-¿Te alivia que sea virgen? ¿Qué, creíste que era una zorra?
-Nunca creería que eres una zorra.- ¿Era completamente inapropiado encontrar adorable la manera en que decía “zorra”? –Pero sabía que ocultabas algo. Me preocupaba que hubiese otra razón por la que no quisieras estar conmigo. Me he sentido paranoico con el asunto durante meses.
-¿Has estado paranoico? Escuché esa llamada donde decías que yo era una inconveniencia. Planeabas cambiar de trabajo debido a mí. Me aterraba que si te mirara por demasiado tiempo o si dejaba ver lo mucho que te extrañaba, recogieras tus maletas y te irías.
-¿De que estas hablando? Nunca planeé irme.
-Yo te escuché. Ese día que fui a tu oficina. Hablabas en teléfono con alguien en Filadelfia, y dijiste que nos habías superado, que solo había sido una inconveniencia… 
Llevó un dedo hasta mis labios. –Miley, ahora sí detendré tu locura. Aunque nuestra situación sea todo menos conveniente, nunca serias una inconveniencia para mí. Y no me hubiese ido incluso si me despidieran. Me encontraba demasiado enamorado de ti.- Resistí la urgencia de corregir su uso de pasado. Está enamorado de mí. Me ama. Dios, eso se sentía bien. Tan bien que puede que me lo tatúe en alguna parte de mi cuerpo.
Dejó salir un suspiro, y los mechones negros de su frente bailaron en respuesta. –Esa llamada de hecho se trataba de algo que sucedió antes de que me fuera de Filadelfia. Es parte del por qué me fui.- Recordaba ese día en que le había preguntado por qué se fue de Fily, había cambiado el tema de manera muy efectiva al besarme. En ese momento no me había importado. Quizá si lo hubiese hecho, las cosas hubieran ocurrido un poco diferentes. Cambió de posición sobre mí, una vez más acomodándose de nuevo a mi lado. Casi ni me miraba al hablar.
-Tuve una amiga. Jenna. Nuestra relación era muy parecida a tu amistad con Liam. Nos hicimos amigos durante el posgrado, y aunque sabía que era una mala idea, intentamos ser algo más. Ella me importaba mucho, pero como amiga, y nada más. Cuando terminé la relación… bueno, fue un desastre. Trabajamos juntos en un show. Trabajábamos bastante en los mismos teatros, y así como muchos de los ensayos de Fedra, arruinábamos todo lo que hacíamos juntos. Y, como resultado, me costaba mucho conseguir trabajo y la mayoría de nuestros amigos tomaron el lado de Jen, así que cuando Eric me ofreció una salida, hui. Estuve muy avergonzado al principio. Había renunciado. Me había rendido. Y había perdido a una muy buena amiga en el proceso. Esa llamada que escuchaste era sobre Jen. Eso era lo que ya había superado. Y fue por eso que fui tan duro contigo y Liam. Me sentía aterrado de que fueras hasta él, incluso cuando sabía que solo eran amigos. Tenía miedo de que cometieras el mismo error que yo. Lo lamento. Lo maneje muy mal. Si te hubiese dicho cuando me lo preguntaste, quizá hubieras entendido…
Era mi turno de interrumpirlo con un beso. Me puse de lado y lo halé hacia mí. Derramé cada una de esas emociones fuera de lugar en el beso, la incertidumbre que había sentido sobre sus sentimientos, el miedo a perder mi virginidad, el remordimiento por todo el tiempo que perdimos. Dejé ir todas esas cosas, las envié lejos con un beso. –Ahora lo entiendo.- dije. –Eso es lo que importa.
-Te amo- dijo. Nunca me cansaría de escuchar eso.
-También te amo.
Dijo: -¿Puedes decírmelo una vez más? ¿Para poder estar seguro de que no es la enfermedad nublando mi cerebro?
Lo besé suavemente. En nuestro estado actual, suavemente era lo único delo que éramos capaces. –Te amo, Nick.- Era impresionante lo no aterrada que me encontraba. Ya no más.

3 comentarios:

  1. owwww hermosos ambos y el capitulo:D

    ResponderEliminar
  2. ME ENCANTA TU BLOG, HAZ MAS NOVELAS COMO "MY BEAUTIFUL LOVE" Y "LADY KILLER" PORQUE ESTAN QUE MATAN!!!!!!!!!!!!!! SUBE PRONTO EL CAPI

    ResponderEliminar
  3. refiugjoigtoyhokgokfijiufr ME ENCANTO YA LEO EL QUE SIGUE!!!!

    ResponderEliminar