sábado, 26 de enero de 2013

When I Look At You- Cap 31



Cuando ella llegó, él estaba listo para que le explicara las cosas pero entonces tuvo un mal presentimiento, y decidió que lo mejor sería hablar en un lugar público. Ya no sentía el temor de terminar teniendo sexo con ella, pero sí uno peor, ni siquiera podía disfrutar la dicha de saber que podría estar con Destiny por la sencilla razón de que no confiaba en Miley, perfectamente podría haberse arrepentido, ¿No? Su propia madre se había encargado de criarlo sola, pero por mucho que Mike le hubiera dado un apellido, nunca había sido un padre y él estaba lejos de conocer a su progenitor real, probablemente el susodicho ni siquiera era consciente de su existencia. El Plaisirs du palais era un sitio bastante sencillo, a pesar de su nombre no era un restaurante francés, sino todo lo contrario; encontrabas desde guisos hasta alitas de pollo fritas con un exceso de aceite, supo que era el sitio ideal donde traer a Miley no estaría abarrotado de personas y además era lo que se merecía. También estaba el asunto de que él ya había perdido el apetito.
Se quedó viendo a la culpable de los peores días de su vida, lo cierto es que se había pasado semanas enteras sin dormir y ya había aceptado su traslado a New York, su sonrisa cínica estaba grabada a fuego en su piel, casi la quería muerta… Casi... salvo, que su lástima hacia ella era aún menor. Él al menos tendría a Dest, quizás no hoy, pero si en futuro, ella en cambio… Bien, era difícil que una persona tan ruin consiguiera alcanzar la felicidad, bastaba con recordar a su madre. Virgen Santa, con esta ya eran dos veces que pensaba en ella, lo mejor sería pedir algo rápido. Y como si lo hubiera oído el de arriba, justo en ese momento el camarero se les acercó a la mesa.

-Un cabernet para mí por favor, y agua para la dama- para nadie pasó por alto el deje de ironía que empleó al decir «dama», pero si el muchacho lo notó, disimuló bastante bien. Nick se recordó que tendría que darle una buena propina y luego de pedir se reclinó en la silla. Si le hubieras preguntado un mes atrás, él jamás se hubiera planteado la idea de que era el padre de Dest, no obstante una vez que lo supo, sencillamente no pudo objetarlo: las fechas coincidían, los recuerdos. Por todo lo que sabía, él había sido el primero en la vida de Miley, su memoria no podía estar tan mal.

-Sé lo que estás pensando- no tenía reverenda idea, pero de todos modos Nick la dejo seguir, esto iba ponerse bueno -Pero, la verdad es que cuando acudiste a mí… Bien, yo realmente creí que podíamos tener algo, no lo sé, retomar lo que perdimos.

-¿Lo que perdimos? De que estás hablando Miley, nosotros no perdimos nada. Fuiste tú quien lo arrojó todo por la borda.

-No podía hacer nada, era joven y en aquel entonces Liam parecía tener respuestas para todo- Nick se echó a reír, al parecer demasiado fuerte, consiguiendo llamar la atención de los clientes ubicados a su alrededor.

-Es una lástima que ya no te crea, ¿Puedes culparme?

-Cuando llegue a ti no era virgen, tenía un desorden hormonal, por eso sangré- murmuró casi inaudible y Nick se tragó sus palabras, en lugar de hablar bajó la mirada hacia su jersey negro y sus jeans gastados del mismo color. De pronto vestirse de luto parecía más que una coincidencia… una profecía, no le gustaba pensar en el destino, pero viéndolo de ese modo, ¿No era, acaso, la situación lo bastante triste como para superar a un funeral?

-Eres despreciable, no sabes…- tragó otra maldición- No tienes jodida idea de lo que han sido estos días sin saber qué hacer, ¡qué decir!- Tomó su propia copa e ingirió todo el vino de un golpe, enviando a la mierda la buena educación.

-No poder verla, no poder sentirla. Me mataste en vida Miley, me arrancaste lo que más amaba en esta vida, y eso jamás… Ni aunque pasen años te lo voy a poder perdonar- Arrojó un fajo de billetes y dejó a la rubia sola en la mesa, con una expresión indescifrable en su rostro. Cuando llegó al estacionamiento, su vehículo era el único estacionado en aquel lugar, dando la impresión de que se encontraba en alguna película de horror extranjera de bajo presupuesto. Estaba molesto, estaba herido, pero más que todo eso, estaba aliviado, necesitaba verla, necesitaba ir donde Dest y explicarle la verdad, esta vez sería honesto con ella, no importando si dolía.

-¿Por qué dijiste que ella era lo que más amabas en esta vida?- Nick se giró al instante, enfrentándose a una Miley seria y casi sombría.

-Miley...

-¡Respóndeme!, ¿Qué intentabas decir…?- Se detuvo, y sus ojos se volvieron acuosos cuando se clavaron en los del moreno- Por favor Nick, dime qué le hiciste a mi niñita.

En cuanto Dest dejó la habitación, Liam tomó la carta que había guardado en su bolsillo e hizo una bolita con el papel. No necesitaba leerlo una segunda vez, Delta había sido bastante clara la noche anterior, pero ni por asomo pensó que haría las cosas con tanta prisa. Después de todo lo amaba, ¿no? Justo cuando pensaba que las cosas tomarían su curso natural y comenzarían a ir bien, justo cuando Delta y Dest parecían llevarse bien, su novia le ofrecía un aumento, un aumento que significaba dejar la ciudad… Dejar a su hija. Liam podría haber escogido entre el trabajo y la amistad, pero cuando se trataba de su familia, de su pequeña… No importaba que no compartieran lazos de sangre, él la había criado desde que era un bebé, desde luego en aquel entonces él pensaba en tener más… Quizás no tantos, pero al menos tres, junto a un perro desde luego, todas las familias felices tienen uno, y si querías llevar la fantasía aún más lejos, también podías aspirar a la cerca blanca, bien… Al menos eso sí lo había tenido. De todas las cosas que pensó para su vida, entre todos sus sueños frustrados y sus deseos por cumplir, existía una única cosa de la que no estaba arrepentido… Y esa era Dest. No era sano vivir de las memorias pasadas, no arreglaría nada con pensar en ello, pero de algún modo el recuerdo vino a él de todas maneras.


La observó pasar junto a su casillero, con tanta prisa, que de no haber sido por la evidente tensión que mostró al verlo, Liam hubiera pensado que apenas y lo había notado, pensó que era absurdo porque cada individuo del sexo femenino en aquel instituto estaba al tanto de su existencia, no sólo eso, sino además exageradamente al pendiente de él… Todas, menos ella. Un jodido dilema. 
Nunca se había inventado excusas para buscar conversación con una chica, especialmente porque eran ellas quienes intentaban acaparar su atención, por otra parte de vez en cuando un chico tenía que saber afrontar los desafíos, Miley había sido uno… Uno mucho más que encantador, inmejorable.



Con su metro setenta perfectamente llevado y unos ojos celestes que conseguían perturbarlo cuando se le quedaban viendo más de lo esperado, ella era un sueño; no es que eso fuese habitual, generalmente lo miraba porque Nick se encontraba a su lado, pero cuando sucedía, Liam realmente tenía problemas para conectar las palabras. 
La siguió con la vista hasta que se perdió en la puerta que conectaba al casino, toda tensa y con su cabello castaño atado en una trenza. Estaba nerviosa, no le sorprendía, era su culpa salvo que no sentía un ápice de arrepentimiento. 
Había tenido la mejor de las intenciones un mes atrás cuando decidió sorprenderla por la espalda, mientras parecía rebuscar algo en su casillero, pero en lugar de ruborizarse como él se lo esperaba, su piel perdió color y su vista se clavó en el suelo, cuando sus ojos siguieron a los de ella, su propio corazón se detuvo durante un segundo que para ambos se sintió peor que un par de horas.


-
No tienes porque pasar por esto sola- 
le había dicho él en ese entonces, mientras recogía la ecografía por ella y ahuecaba su mejilla con la mano. Aunque lo cierto es que ella no había pensado en hacerlo sin ayuda, el error fue que había buscado a su amigo y no a él. Liam aún no comprendía qué diablos había visto ella en Nick, pero estaba muy cerca de eliminarlo del camino. No le malinterpreten, Jonas era su amigo, prácticamente un hermano y lo conocía bastante bien como para decir que él no era un hombre de la talla de Miley, ella merecía algo mejor. Si quería un padre para su hijo, Liam le enseñaría que tan buen padre podría llegar a ser, ella no se arrepentiría de darle una oportunidad.

-¿Te molesto?- no era realmente una pregunta, pero de todos modos se alegró cuando ella negó apresurada, mientras intentaba quitar las migajas de pan esparcidas por su boca, migajas que a Liam le parecieron adorables… Quiso dejarlas ahí por siempre, pero también deseó limpiarlas con su lengua- Pues, actúas como si yo fuera la peste o algo así.

-Es que no entiendo- dijo ella, evidentemente atorada, mientras tomaba su vaso de gaseosa y se lo llevaba a la boca.

-Ten, toma el mío- le ofreció él, guiñándole un ojo al notar que su vaso estaba vacío -Tienes que comer por dos- lo último lo dijo lo suficientemente bajo para que sólo ella lo escuchase, y también lo suficientemente cerca para que sus labios se tocasen… Y lo hubieran hecho, si ella no hubiera retrocedido como si él tuviese una verruga en la cara. La miró con expresión pensativa, probablemente buscando en ella algún signo de rechazo, para su alivio no lo halló, en su lugar todo lo que encontró fue nerviosismo -No voy a hacerte daño, si es lo que estás pensando.

-No pensaba en eso- Liam frunció el ceño, mientras intentaba mantener sus manos quietas a ambos lados de la bandeja. ¡Sorpresa!, comer ya no era una opción, no con las náuseas anidadas en su estómago, gracias al bendito nerviosismo.

-Me alegro- eso era cierto, estaba de hecho mucho más que feliz. Estaba aliviado. Sonrió, acercándose un poco más, luego de hacer a un lado la bandeja del almuerzo e intentando tocar con su dedo la mano de ella, mas renunció al intento por culpa de la inseguridad, aquel nuevo sentimiento apestaba como la mierda, no le gustaba sentirse así. No es que él fuera un cobarde, sino que ella era demasiado… única, no estaba acostumbra a lidiar con personas así.

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